La Librería de El Sueño Igualitario

image001.jpgCazarabet conversa con...   Manuel González de la Aleja, autor de “La prensa británica y la Guerra Civil española” (Amarú)

 

 

 

 

La Colección Armas y Letras de Amarú Editorial se acerca a cómo la prensa británica afrontó la contienda española desde varias perspectivas.

El libro cuenta con el cuidado en la edición de Antonio R Celada, Manuel González de la Aleja y Daniel Pastor García.

Lo que nos dice la editorial de este libro:

La presente edición pretende poner a disposición del público interesado una selección muy cuidada de recortes de prensa, artículos y reflexiones publicadas por periódicos británicos sobre la Guerra Civil española, recogidos por el Servicio de Información de la República en la Embajada española en Londres y que recientemente han llegado al Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.

Se ha esrito ya mucho sobre la influencia que puede ejercer la prensa en momentos decisivos como los que España vivió a finales de los años treinta pero, para la mayoría de los españoles, las fuentes reales han estado siempre fuera de su alcance. Entendemos que ahora tenemos la posibilidad de acercar al lector esas fuentes en traducción tras una selección meticulosa del material más relevante.

Este libro consta de una introducción general y tres grandes apartados precedidos cada uno de un amplio texto introductorio. En el primer apartado, bajo el título genérico de "La prensa británica y la guerra civil española", ofrecemos información y ejemplos de cuál fue la línea editorial de los periódicos más importantes, desde aquellos que de forma inequívoca apoyaron al bando nacional hasta los que se alinearon con la causa republicana. El segundo, "El Reino Unido y la Guerra de España" recoge muestras de periódicos como The Times que, siguiendo la política del gobierno conservador británico, respaldaron una actitud neutral con respecto a la Guerra Civil, o como el News Chronicle o el Daily Worker, no sólo denunciaron las continuas violaciones de los tratados de neutralidad sino que insistieron en que el Reino Unido había de frenar el fascismo involucrándose de forma activa en la guerra. El tercer apartado, "Los horrores de la guerra en España", hace un seguimiento cronológico del conflicto a través de crónicas, artículos y reportajes que llegaban desde los enviados especiales en España y que denunciaban no sólo los horrores del frente sino también los terribles sufrimientos de la población civil.

 

 

 

Cazarabet conversa con uno de los filólogos que se ha encargado de esta edición, Manuel González de la Aleja:

gonzalez2.JPG-Manuel, ¿qué es, pero más que nada qué aporta este libro al estudio del “comportamiento” de la prensa de habla inglesa, en este caso británica, durante el período de cubrir el acontecimiento histórico de la guerra civil española?

-Este libro ha intentado aprovechar una ocasión única, la llegada al Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca de 68 cajas de recortes de prensa publicados por los periódicos británicos más importantes sobre el conflicto español y que fueron recopilados en su día por el Servicio de Información de la República española en Londres. Esto nos ofrecía un fresco fascinante sobre cómo se vivió la guerra fuera de nuestras fronteras. Nuestra labor ha sido la de leer todo, seleccionar lo más significativo, traducirlo y presentarlo ante el lector para que saque sus propias conclusiones sobre lo que realmente pasaba en Europa en esos momentos y qué papel jugaba la guerra civil español en todo ello. En mi opinión, pues, este libro muestra la gran repercusión que el conflicto español tuvo en los medios británicos e ilustra las distintas reacciones que adoptaron, dependiendo de sus tendencias ideológicas.

-En España y en su guerra se dieron cita todos los periódicos y rotativos de Gran Bretaña…los había de conservadores y los había de tendencia de izquierdas ¿cómo les fue?; ¿cómo fue la convivencia de los diferentes corresponsales durante estos años de guerra?

-La guerra civil española dividió a Europa, dividió la política británica y también dividió a la prensa. Podemos hablar de tres puntos de vista o, para ser más eufemísticos, tres “líneas editoriales”. Hubo periódicos que aceptaron la decisión del gobierno británico de entender nuestra guerra como un conflicto local sobre el que se debía mantener las más estricta neutralidad. Otros periódicos apoyaron el golpe de estado y, por tanto, veían al bando nacional como única salvación posible ante la barbarie marxista. Y otros muchos defendieron la legitimidad del gobierno de la república y los principios democráticos que estaban siendo atacados.

Debo reconocer que no tenemos muchas noticias sobre las relaciones personales o la convivencia de los corresponsales en España. El epicentro de la noticia era la guerra y el pacto de no-intervención y poco se habla sobre del trabajo periodístico en sí. Lo que sí tenemos es el testimonio de muchos de estos periodistas sobre el impacto que la violencia y crueldad provocó en ellos. Hemos elegido, por ejemplo, un artículo titulado “Así es un ataque aéreo” firmado por Philip Jordan donde el autor explica con todo detalle cómo es vivir en una ciudad continuamente bombardeada y ametrallada: “He visto cómo un niño, que caminaba por la calles con su abuela, volaba en pedazos. La abuela resultó ilesa. Gritaba como si estuviera agonizando de dolor, pero cuando le dijeron que lo que estaba haciendo podría preocupar a la gente, paró, y su cara se quedó vacía, inexpresiva. Este es el efecto que un bombardeo tiene sobre la gente. Deja a las personas vacías y sin expresión en sus rostros. Y cuando toco acaba, lo único que queda es la rabia…”

-Bien en el conflicto se dieron cita muchos periódicos y rotativos de la Gran Bretaña… ¿había más de tendencia de izquierdas ¿ por qué?

-Es cierto que la prensa de izquierdas era muy activa en aquellos años. La crisis económica y la amenaza fascista marcaban claramente la agenda política de aquellos años. También había mucha prensa conservadora, claro. Pero España era un tema más pertinente para los periódicos liberales. Por varias razones. La Segunda República y sus logros sociales se veían como ejemplo de una posible revolución democrática en el seno de Europa. El golpe de estado era, por lo tanto, un ataque despiadado contra las esperanzas regeneradoras de las clases sociales más desfavorecidas. Y ese ataque era contra la población civil. Madrid se convirtió en símbolo de la heroicidad de un pueblo y, también,  de la crueldad a la que podían llegar ciertos intereses políticos y económicos.

Por otra parte, la política de no-intervención de países como Reino Unido, Francia, Estados Unidos era absolutamente incomprensible para muchos intelectuales, escritores y periodistas de la época. Las democracias más poderosas permanecía impasibles ante esa masacre de inocentes y, además se negaban a comprender el peligro que se cernía sobre todo el mundo ante la impunidad con la actuaba el fascismo. Es lógico que muchos periódicos llegaran a España con la intención, de llamar la atención y denunciar la gravedad de lo que estaba pasando allí.

-Los periódicos conservadores acompañaban a las tropas alzadas, ¿cómo les fue a éstos el transcurso de la contienda?

-Sabemos con certeza algo, lógico, por otra parte, que el control sobre la prensa extranjera era mucho más férreo en el bando nacional. Los corresponsales que se querían acercar a ese lado de la trinchera tenían que acreditarse claramente como simpatizantes de la causa. Tenemos el caso de los periodistas Dennis Weaver y James Minifie, capturados por las tropas franquistas cuando cruzaron al frente equivocado. Fueron considerados espías y enviados a Salamanca para ser interrogados y juzgados. Weaver se encontraba en una situación especialmente comprometida porque, como lo ocurrió a muchos periódicos, al suyo le habían denegado el permiso para acreditar un corresponsal en la zona rebelde. Finalmente, fueron retenidos durante  cinco días y expulsados a Francia.

Por lo tanto, la mayoría de los artículos escritos por los periodistas afines al alzamiento tienen un propósito claramente propagandístico a favor de la causa fascista. Uno de los más curiosos es el titulado “Franco de cerca” firmado por Dora Lennard de Alonso, “profesora de inglés del líder de las fuerzas de la Junta”. Otros corresponsales como los británicos Francis McCullagh, Harold Cardozo, o Cecil Gerahty no ocultaron su total admiración por Franco, aunque fueron una minoría;  mientras otros, como el americano John Whitaker, describieron más tarde en sus memorias el horror y la barbarie que presenciaron acompañando a las columnas rebeldes.  

En el bando republicano todo era más caótico y el control sobre los corresponsales extranjeros mucho menor. Sí se producía un fenómeno que fue motivo de enfrentamientos entre ellos mismos y es el que se refería a cierta falta de objetividad por parte de los más vehementes partidarios de la causa republicana. Hubo escritores y periodistas que prefirieron pasar de puntillas o ignorar los errores y posibles crueldades que se cometieron en la zona controlada por el gobierno. La militancia política de algunos corresponsales, su deseo de proteger la democracia y atacar el fascismo, provocó que considerasen una traición cualquier crítica o reproche a la causa en la que tanto creían.

manolo.jpg-¿Cómo vencieron o cómo hicieron frente a la censura estos diferentes rotativos?, porque la censura existía a ambos lados…-¿Qué parte o partes de las crónicas periodísticas corrían más riesgo de ser recortados?

-Esta es una opinión personal pero creo que fueron los propios periódicos los que impusieron su visión del conflicto y se mantuvieron fieles a ella durante los años. Como he comentado había tres posturas inalterables al servicio de las cuales escribían los autores de los artículos. La necesaria neutralidad del Reino Unido, la inevitabilidad del golpe militar como única posibilidad de restaurar la paz y el orden en España y la defensa del gobierno legítimo de la República. Podríamos introducir algunos matices pero la prensa y sus profesionales se ajustaron fielmente al guión que asumieron desde el principio de la guerra.  Y, claro, cuando la línea editorial del periódico y el enfoque del periodista no coincidían prevalecía la primera. Tenemos el caso de Jay Allen, que fue despedido de su periódico, el Chicago Daily Tribune, como resultado de las presiones de grupos católicos molestos por la crónica que escribió sobre la masacre de Badajoz y sus simpatías hacia la República.

Aunque debemos hacer una salvedad, The Manchester Guardian. Éste era un periódico conservador pero es cierto que intentó ofrecer una visión menos monolítica de lo que sucedía en la guerra. Sus páginas siempre tuvieron hueco para testimonios dispares sobre los sucesos de España. Un ejemplo muy claro es que, pese a sus claras simpatías políticas, no dudó en dar voz a los voluntarios británicos enrolados en las Brigadas Internacionales. 

-La profesión de corresponsal de guerra, era un trabajo de “doble peligro”, ¿no?…me refiero a que se corría peligro a la hora de ir a buscar, confeccionar y encontrar la noticia porque una guerra es una guerra y después también había cierta peligrosidad en la retaguardia…¿no?; ¿qué nos puedes comentar? –no siempre gusta lo que se acaba publicando—

-El peligro que la guerra representaba para los corresponsales quedará siempre ilustrado por la muerte de la fotógrafa Gerda Taro, arrollada accidentalmente por un tanque republicano durante la retirada de las tropas. Indudablemente los corresponsales corrían el riesgo físico de ser bombardeados por tierra o aire en ambas zonas, aunque debido a la superioridad artillera y aérea de las tropas rebeldes, ese riesgo se incrementaba para los que trabajaban en la zona de la República, y  hay constancia de un reducido número de corresponsales de habla inglesa que murieron o resultaron heridos en distintas acciones bélicas mientras cubrían las noticias desde el bando gubernamental.

En cuanto a las represalias, quitando incidentes como el comentado anteriormente sobre Dennis Weaver y James Minifie, no tenemos constancia de sucesos llamativos entre la prensa británica, ni en España ni cuando regresaron a sus países.

-¿Cómo y de qué manera se notaba el posicionamiento “como neutral” de Gran Bretaña frente a la defensa de la II República y a la Guerra en España?

-Como he comentado antes es uno de los grandes temas que encontramos en los recortes de prensa recogidos en el archivo. Las posiciones a favor y en contra de la neutralidad eran un punto de claro desencuentro entre la prensa británica, y también entre los políticos y la propia población.

El periódico que más reivindicó la necesidad de la política de “apaciguamiento” adoptada por el propio gobierno conservador fue, así tenía que ser, The Times. Siempre bajo un velo de imparcialidad y rigor, sus artículos hablaban de la “tragedia española” como un conflicto salvaje ante el que el Reino Unido debía mantenerse atento pero neutral. Por el contrario, otros medios tacharon la no-intervención como un crimen contra la población española. El 2 de noviembre de 1936, el Daily Worker publicaba un artículo bajo el titular “Los aviones fascistas bombardean de nuevo Madrid: Mujeres y niños volados en pedazos”.  Para estos periódicos era intolerable que nadie hiciera nada para evitar el derramamiento de sangre de tantos inocentes. 

-¿Podríamos recordar o destacar a unos cronistas, corresponsales, periodistas por encima de otros por alguna característica….? Explicadnos.

-La tarea más complicada que ha comportado este libro ha sido precisamente esa, la selección de autores y textos entre todas esas cajas y carpetas llenas de recortes que habitan en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. Los criterios que finalmente utilizamos fueron tres. Primero, el de crear una especie de narración que explicase cómo se fue posicionando la prensa británica ante la guerra desde el momento mismo del golpe de estado hasta la victoria del bando nacional. Segundo, que algunos de estos textos tuvieran calidad desde el punto de vista periodístico e, incluso, literario. Y tercero, hemos querido rescatar también artículos y fotografía que pudieran resultar curiosos para el lector español.

El resultado creemos que es muy interesante. Hay un elemento informativo, se ofrece una gran visión sobre el comportamiento de la prensa británica durante esos años. Pero también hay ocasión de disfrutar con la lectura de artículos llamativos por su calidad, como el que incluimos firmado por H.G. Wells, por su emotividad, como el de Hilde Marchant (“Mujeres en la cola del pan”) o, incluso, por su manifiesta manipulación de los hechos, como “La heroína de Malaga” publicado por The Morning Post.

A lo largo de la guerra hay una serie de conflictos o sucesos que adquirieron una dimensión internacional inmediata debido a la inestimable tarea de los corresponsales que no dudaron en denunciar las atrocidades de las que fueron testigos, me refiero al bombardeo de Guernica, los sucesos de la carretera Málaga-Almería, el asedio de Madrid, etc. Los nombres de George Steer, John Langdon-Davies, Sefton Delmer, o Virginia Cowles vienen en seguida a la cabeza. Pero indudablemente hay muchos más.

manuel.jpg-Explícanos del por qué de este libro. ¿Desde qué necesidad surge?. ¿Qué hueco viene a tapar?

-Comprender una guerra fratricida es complicado, tal vez imposible. Este libro, como toda nuestra colección “Armas y letras”, pretende ofrecer más información, nuevas perspectivas, más piezas para completar ese puzle inabarcable. Esta vez la mirada elegida no es la de los protagonistas sino la de los testigos, los hombres y mujeres que arriesgaron sus vidas para contar lo que aquí estaba pasando. Si lo que queremos es olvidar este libro es inútil, si queremos conservar la memoria, nosotros hemos querido ayudar en algo.

-¿Cómo ha sido, amigo, el proceso de documentación para la elaboración de este libro?; ¿Y la metodología de trabajo?

-Arduo y gratificante al mismo tiempo. Primero, hubo muchas horas de archivo. Hubo que sacar todos esos recortes, leerlos, estudiarlos y seleccionarlos. Eso incluía no solo los artículos sino también las fotografías que ilustran nuestro volumen. En segundo lugar, esos textos fueron cuidadosamente fotocopiados, y aquí es de agradecer la labor atenta y amable del personal del Centro Documental, tuvieron una paciencia infinita con nosotros. Luego había que traducir estos artículos del inglés al español, por suerte contamos con la ayuda de ocho alumnos de la Facultad de Traducción de la Universidad de Salamanca. Y, finalmente, tuvo lugar la edición crítica del texto; la elaboración de un texto introductorio, la semblanza biográfica de los periodistas elegidos, las anotaciones a pie de página…

-Trabajar con Antonio R. Celada , con Daniel Pastor ¿cómo ha sido?; me refiero a que tener un objetivo común para luego llevarlo a cabo con estos dos autores debe ser muy edificante, ¿no? porque se comparten muchos ratos de trabajo; se comparten ideas; información…no sé “se piensa” a tres bandas…¿qué nos puedes decir de esta experiencia -Porque eso determina otra metodología de trabajo, ¿no?

-Antonio, Daniel y yo somos compañeros de trabajo pero también muy buenos amigos. Nos conocemos desde hace muchos años (ambos fueron profesores míos durante la carrera) y llevamos colaborando en proyectos como éste mucho tiempo. Por lo tanto, efectivamente, el trabajo es muy agradable. El profesor Celada lleva el timón pero los tres remamos siempre en la misma dirección. En este caso concreto, la selección de artículos y autores, los criterios para la traducción y demás decisiones editoriales se tomaron en el mismo ambiente de cordialidad y camaradería que siempre ha existido entre nosotros.

 

 

  


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La prensa británica y la Guerra Civil española. Antonio R. Celada, Manuel González de la Aleja, Daniel Pastor García (eds.)
232 páginas     14 x 22 cms.
12,00 euros
Amarú

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