La
Librería de El Sueño Igualitario
La
batalla del Ebro a través de los partes de guerra, la prensa y la radio.
Este
libro de Historia, editado por Gregal, se acerca a una de las batallas más decisivas
de la Guerra Civil Española, tomando el pulso a los partes de guerra, la prensa
y la radio.
Lo que
nos dice Editorial Gregal sobre este libro:
La batalla del Ebro fue la más dura y sangrienta de la Guerra
Civil Española. En la que más medios humanos y materiales volcaron los
contendientes. Fue un enfrentamiento militar de gran dimensión, pero en
paralelo a la lucha en las trincheras se libró otra batalla, la de la
propaganda. El objetivo de este libro no es tanto explicar la batalla del Ebro
como mostrar cómo la explicaban los dos contendientes en los partes de guerra y
en la prensa. Es bien conocida aquella frase que dice que, «en la guerra, la
primera víctima es la verdad». Con ironía, el Canciller de Hierro, Bismark,
apuntó: «Nunca se miente tanto como en la guerra, en las campañas electorales y
un día después de caza».
El autor, Daniel Arasa:
https://ca.wikipedia.org/wiki/Daniel_Arasa_i_Fav%C3%A0
Entrevista interesante en La Vanguardia:
Nosotros hemos mantenido dos entrevistas con este periodista
e historiador:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/hemingway.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/arasa.htm
El autor, Daniel Arasa.
(Tortosa, 1944) ha
publicado más de veinte libros, en su mayoría de investigación histórica sobre
la Guerra Civil Española, los maquis y la participación de catalanes y
españoles en la Segunda Guerra Mundial. Entre los más recientes, Maquis, espías y héroes y varios relacionados con la tensión religiosa en la
Guerra Civil (Entre la Cruz y la República y Católicos del bando rojo) y la religión en la actualidad (Drets humans i religió a Catalunya y Cristianos entre la persecución y el mobbing).
Es doctor en Humanidades y Ciencias Sociales. Ha
sido profesor de Periodismo en las universidades Pompeu Fabra y Abat Oliba CEU a lo largo de
dieciséis años y ha ejercido como periodista en diversos medios durante más de
cuarenta. De ellos, trabajó durante veintiséis como redactor jefe de la agencia
Europa Press de Cataluña. En la actualidad, colabora en La Vanguardia, Barcelona Televisió, COPE, Ràdio Estel, Forum Libertas y L’Ebre.
Casado y padre de siete hijos, ha fundado
diversas organizaciones familiares, sociales y culturales. Es presidente de la
Plataforma per la FamíliaCatalunya-ONU 2014 y del Grup d’Entitats Catalanes de la Família, y dirige CinemaNet.
Daniel Arasa es periodista y doctor en Humanidades y Ciencias
Sociales. Ha sido profesor de Periodismo en las Universidades Pompeu Fabra y AbatOliba. Es autor de numerosos libros en castellano y
catalán relacionados con la Guerra Civil española, la participación de
catalanes y españoles en la Segunda Guerra Mundial, los maquis o el franquismo,
entre ellos Años 40: los maquis y el PCE; La invasión de los maquis; Els catalans de Churchill; Los españoles de Churchill;
Los españoles de Stalin; 50 històries catalanes de
la Segona Guerra Mundial; La guerra secreta del Pirineu; Los españoles en la Guerra del Pacífico; Exiliados y
enfrentados. El exilio español en Inglaterra (1936-1945); Maquis, espías y
héroes; Por la gracia de Franco; Entre la cruz y la república o Católicos
del bando rojo.
Cazarabet conversa con Daniel Arasa:
-Daniel, amigo, la Batalla del Ebro no
hubiera sido la misma sin los partes de guerra, en los que además, cada bando
barría para sí…
-La
batalla en sí misma, los combates, hubiera variado muy poco. Lo que sí cambiaba
con los partes de guerra, y su difusión por prensa y radio, era la percepción
del ciudadano, de la retaguardia. A la gente se le “vendía” una información que
en realidad era pura propaganda, para hacerle creer que lo que estaba
ocurriendo era un éxito del bando que la emitía. Y, evidentemente, no podían
estar ganando los dos. Uno salía perdedor. Y el otro, con seguridad, también
dañado.
-Pero,
tampoco nada hubiese sido, tal como ha llegado hasta nosotros, sin la prensa ni
la radio, ¿no?
-Muchas
personas no saben gran cosa de lo que ocurrió en el campo de batalla, pero la
imagen que les ha llegado de forma más persistente y que ha quedado en su fondo
es la que dio la propaganda de aquel momento, o las explicaciones, a menudo
sesgadas, que se dan hoy. La
manipulación no muere.
-Prensa
y radio nunca objetivos, ni aún con los corresponsales extranjeros. Si lo que
no funcionó fue la objetividad porque también había como dos bandos: los
simpatizantes de los rebeldes y los partidarios de la defensa de la República.
Aquello que funcionó fueron las maquinarias de censura, firmes e implacables.
¿Nos puedes comentar?
-En
ninguna guerra hay objetividad en la información que se da, pero la Guerra
Civil española fue el paradigma de la “no objetividad”. Funcionó la censura,
ciertamente, y tuvo gran influencia. Pero la desinformación no venía solo de la
censura. Fue incrementada por el hecho de que una parte de los propios
periodistas o colaboradores de los medios de comunicación adoptaron una
posición completamente partidista, la de su bando, sin pretender dar a conocer
lo que ocurría en realidad.
-La
batalla del Ebro fue la que reunió, por los dos bandos, a lo más pesado de los
generales rebeldes y a lo más valioso de los leales a la República y la que
determinó, al final, el resultado de la guerra…. En resumen, ¿cómo lo fueron
plasmando los periodistas y cronistas tanto en la prensa nacional como
internacional? ¿Los periodistas extranjeros tenían como más libertad para
informar?
-Es muy
cierto que la batalla del Ebro concentró los mejores medios que tenía cada uno
de los bandos. Sin duda el Ejército del Ebro fue el mejor en medios materiales,
y seguramente también en moral y disciplina, de todos los ejércitos que tuvo la
República. Y los nacionales abocaron también allí lo más granado de sus tropas
y, en aquellos meses, prácticamente toda su aviación.
Pero hay
que decir sin tapujos que los medios de comunicación
informaron mal. He dicho en estos últimos años a raíz de todos estos estudios,
y sé que ha tenido eco con respuestas tanto favorables como contrarias, que la
información de la Guerra Civil Española, y en concreto también la batalla del
Ebro, fue una derrota del periodismo.
Los propios
periodistas extranjeros informaron mal. En teoría tenían más libertad que los
españoles, pero su información fue en general mala.
-Aún
así, todo el colectivo de cronistas pasaba por el tamiz de la censura.
-Sí, ni
en un bando ni en otro se libraba nadie. A pesar de que casi todos los
informadores fueron muy partidistas en pro del bando en el que estaban.
Aunque no
pasa de ser anécdota es justo decir que en la etapa inicial de la guerra
algunos corresponsales extranjeros tramaron algún ardid para poder sacar sus
crónicas fuera del país sin pasar por la censura. Son casos puntuales, pero
meritorios. Sería injusto no citarlo.
-¿Qué papel jugó la diplomacia en esto?
-Un papel
fundamental… como paraguas global. Ciertamente, los diplomáticos no entraban en
el control de cada crónica, pero la diplomacia internacional tuvo un papel
fundamental en la guerra civil española. Aparte de que más de un periodista era
también confidente e informador de servicios secretos y que no siempre había
una línea clara de separación entre aquellas dos misiones, la diplomacia tuvo
influencia. Por ejemplo, el Comité de No Intervención no evitó que algunos
países intervinieran con sus envíos de armas e incluso de combatientes. O la
situación internacional a nivel europeo tuvo una influencia directa en la
guerra española. Precisamente en plena batalla del Ebro tuvo lugar la cumbre de
Múnich entre Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier,
que, de alguna forma sentencia la definitiva derrota de la República, aunque
curiosamente, para nada se habló de España en aquella cumbre. La prensa
española del momento, de los dos bandos, pero sobre todo del republicano,
informaba mucho de la situación internacional.
-¿Se
comportaron los partes de guerra de forma diferencial con respecto a otras batallas
de la misma contienda?
-En
principio no. Lo que ocurría es que se trataba de una batalla de mayor
dimensión que las anteriores y en la que, además, los republicanos eran
conscientes de que jugaban la última carta que les quedaba en el campo militar.
Por ello habían de exagerar sus éxitos, o supuestos éxitos, o su resistencia.
De otro
lado, Negrín activó como nunca las iniciativas políticas y diplomáticas, y la
prensa se hizo eco de ello.
-Y
los corresponsales de prensa y radio, ¿siguieron un mismo patrón o fue
diferencial con respecto a otras batallas?
-Los
corresponsales formaron parte de la cadena de transmisión de lo que el
respectivo mando militar o político quería decir. Como en batallas anteriores.
Pero cuando se lucha en el Ebro el bando republicano sabe, aunque no lo diga
explícitamente, que ya no le quedan más cartas que jugar.
-Amigo,
si nos centramos en esta batalla. ¿Cómo se fue sucediendo para los que tenían
que contar la historia? ¿En los primeros días los periodistas y cronistas del bando
republicano partían como con cierta ventaja?
-Los
periodistas fueron a remolque. En los primeros días, euforia republicana, pero
en los mismos días los del otro bando decían también que los nacionales
ganaban, y no era verdad. Pero luego se invirtieron las tornas y los
republicanos seguían hablando de éxitos cuando en realidad estaban pulverizando
a sus fuerzas. Que, eso sí, luchaban con gran heroísmo.
Los
periodistas contaban la batalla desde lejos del frente en base a los datos que
les daban, completamente manipulados. La culpa principal no era suya porque
tampoco les dejaban ir a primera línea.
-Fue
la batalla de los cien días; una batalla larga y ardua en poco terreno. ¿Cómo
la fueron escribiendo y narrando cada día, sin saber si aquello duraría más o
menos, bajo un sol perenne, los bombardeos, la metralla…?
-En
nuestro trabajo cotidiano los periodistas somos los historiadores del día a
día, casi del minuto a minuto. Con lo que tiene de positivo y negativo. De un
lado, en positivo, la frescura, la viveza y el interés de lo inmediato. Por el
contrario, la debilidad de no tener perspectiva de la marcha de los
acontecimientos, que son cambiantes, y el pronunciarse antes de que lo que
ocurre haya terminado. Se suman tener visiones y datos muy parciales y el estar
sujetos a pasiones inmediatas que deforman la realidad. Por ello uno puede
decir a posteriori que la mayor parte de cuanto se escribió en aquel momento no
sirve para nada. En su mayoría es mentira, o bla, bla, bla, irrelevante.
Pero es
bueno que haya estudios y libros que lo pongan en evidencia, que no sea una
simple intuición o convencimiento sin una base de análisis empírico. Además, el
intento de separar el grano de la paja nos ayuda a conocer cómo eran y vivían
las personas en la retaguardia, lo que podían percibir los soldados y que
contrastaban con sus vivencias, darse cuenta en qué incidía la propaganda,
vislumbrar que detrás de los partes de guerra está el fracaso que se quiere
enmascarar, las medias verdades…
-Daniel, eres una persona muy productiva
en tus estudios, investigaciones y, después, en la plasmación de lo estudiado e
investigado en libros. Sin ir más lejos, ya te hemos entrevistado dos veces.
Eres un especialista en guerra versus periodismo y periodismo versus guerra.
¿Qué balance final de todo esto puedes realizar?
-He
escrito y publicado mucho, ciertamente. Doy gracias a Dios por las
posibilidades que me ha dado. En el caso de la guerra española he hecho
aportaciones en temas sobre la persecución religiosa o los católicos que siguieron
en el bando republicano a pesar de tal persecución, los medios de comunicación
y la guerra, la batalla del Ebro, y, ya consecuencias posteriores de la guerra,
el exilio español, la participación de los españoles en la Segunda Guerra
Mundial y los maquis.
En cuanto
hace referencia a los medios de comunicación y la guerra la conclusión
principal ya la dije antes: fue una derrota del periodismo.
Pero
aquello no sería tan grave si lo relativizamos al situarlo en la coyuntura
concreta: sabemos que en las guerras se miente. Lo que rechazo, y esto me ha
traído algún problema, son las afirmaciones de algunos historiadores según los
cuales en la Guerra Civil Española se hizo un gran periodismo.
Otra cosa
es decir que el periodismo en esta guerra tuvo aspectos pioneros. De forma
especial la radio y el fotoperiodismo. También una dimensión hasta entonces
inédita del número de corresponsales
extranjeros en un conflicto armado.
-Y
la pregunta que ya es toda una costumbre cuando nos acercamos a gente como tú.
¿Nos puedes dar alguna pista sobre lo que andas trabajando?
-De un
lado ya tengo hecho otro libro sobre la batalla del Ebro, pero con enfoque bien
distinto. Nada que ver con los anteriores.
De otro
lado a vosotros os doy a conocer, y lo digo por vez primera, que he renunciado
a un libro en el que había empezado a trabajar. En concreto, seguir la
trayectoria posterior de los líderes y mandos de la
batalla del Ebro y hacer con ello un libro con unas docenas de biografías
cortas. Hubo unos cuantos de estos excombatientes que ocuparon cargos públicos
en diversos países, otros lucharon en la Segunda Guerra Mundial, algunos fueron
escritores… Pero me encontré con que de los del bando franquista en general ya
se sabe, con lo que mi aportación sería irrelevante. De los españoles del bando
republicano podía sacar algo desconocido, aunque bastantes cosas se saben. Pero
particularmente interesante es seguir la trayectoria de una serie de
internacionales que mandaron divisiones, brigadas u otras unidades en la
batalla del Ebro (o en general en la guerra española) que fueron luego fueron
políticos, escritores… pero me di cuenta que para ello se requiere acudir a
archivos extranjeros, incluidos alemanes, rusos, serbios… y para ello es
imprescindible conocer estos idiomas. No estaba a mi alcance.
23970
La Batalla del Ebro a
través de los partes de guerra, la prensa y la radio. Daniel Arasa
300 páginas
20,00 euros
Gregal
La batalla del Ebro fue la más
dura y sangrienta de la Guerra Civil Española. En la que más medios humanos y materiales
volcaron los contendientes. Fue un enfrentamiento militar de gran dimensión,
pero en paralelo a la lucha en las trincheras se libró otra batalla, la de la
propaganda.
El objetivo de este libro no es tanto explicar la batalla del Ebro como mostrar
cómo la explicaban los dos contendientes en los partes de guerra y en la
prensa. Es bien conocida aquella frase que dice que, «en la guerra, la primera
víctima es la verdad». Con ironía, el Canciller de Hierro, Bismark, apuntó:
«Nunca se miente tanto como en la guerra, en las campañas electorales y un día
después de caza».
El libro evidencia la manipulación de la verdad. No se detiene en afirmaciones
teóricas o generales ni se limita a aspectos puntuales, sino que analiza día a
día los partes de guerra y catorce publicaciones de los dos bandos (ABC de
Madrid, ABC de Sevilla, Diario de Navarra, El Día Gráfico, El Norte de Castilla,
El Noticiero Universal, El Socialista, Faro de Vigo, Fotos, Heraldo de Aragón,
La Publicitat, La Vanguardia, Solidaridad Obrera y Treball). Son periódicos que van desde organizaciones
comunistas y anarquistas hasta carlistas y falangistas, pasando por las de la
izquierda burguesa y la derecha monárquica. Un análisis completo.
Daniel Arasa Favà (Tortosa
1944), periodista y doctor en Humanidades y Ciencias Sociales, dedicó su tesis
doctoral a La información y la propaganda en la batalla del Ebro.
Varios de sus más de veinte libros publicados abordan temas de la Guerra Civil
Española (Entre la Cruz y la República, Católicos del bando rojo, La batalla de
las ondas en la Guerra Civil Española y De Hemingway a Barzini.
Corresponsales extranjeros en la Guerra Civil).
Otros tratan de los maquis, el franquismo y la participación de los catalanes y
españoles
en la Segunda Guerra Mundial.
Fue profesor de Periodismo en las universidades Pompeu
Fabra y Abat Oliba CEU. Durante veintiséis años fue redactor jefe de la
agencia Europa Press en Cataluña. Colabora en La
Vanguardia, COPE, Ràdio Estel,
Forum Libertas y L’Ebre.
La batalla del Ebro fue la más dura y sangrienta de la Guerra Civil Española
(1936-1939). Ha sido la de mayor dimensión de cuantas se han librado nunca en
la Península Ibérica, y fue muy decisiva cara al fin de la guerra, con la
victoria franquista.
En paralelo a la lucha en las trincheras se libró otra batalla, la de la
propaganda, la de la información: cómo unos y otros explicaban el desarrollo de
los acontecimientos, qué mensajes pretendían transmitir hacia su propia
retaguardia, cara a sus tropas y hacia el mundo exterior para captar
adhesiones, y también los criterios o eslóganes que intentaban hacer llegar a
la retaguardia adversaria y a los soldados enemigos en el intento de
desmoralizarlos.
El libro La
batalla del Ebro a través de los partes de guerra, la prensa y la radio, de
Daniel Arasa, describe la batalla del Ebro en breve
síntesis para encuadrar el tema, pero el eje central no es tanto explicar la
batalla en sí misma como exponer y analizar a fondo “cómo la explicaron” ambos
contendientes en el momento en que se estaba produciendo, tanto en los Partes y
Comunicados de guerra emitidos por los Estados Mayores como en la prensa y
radio de uno y otro bando.
El autor, Daniel Arasa, afirma que “a pesar de ser
tantos los libros publicados sobre la Guerra Civil, y sobre la propia batalla
del Ebro, la visión que se da en La batalla del Ebro a través de los partes de
guerra, la prensa y la radio es totalmente inédita. Es una aportación que ayuda
a conocer un aspecto más de la historia… y de la propaganda de guerra”.
Sabido es que, en la guerra, la información se convierte en pura propaganda, y
que “la verdad es la primera sacrificada en la guerra”. Con ironía el Canciller
de Hierro, Otto von Bismark, dijo que “nunca se miente tanto como en la guerra,
las campañas electorales o un día después de caza”. Hablar de “información” en
el caso de las guerras implica hacerlo sobre manipulación y propaganda, ya sea
promovida por los órganos políticos responsables, la censura militar o la propia
prensa que adopta una actitud muy militante.
“Según el plan previsto”
“Según el plan previsto” (According to plan) recoge una fórmula universal y habitual de enmascarar
las derrotas en las guerras. Recurre a ella de forma especial el bando que en
un momento determinado está perdiendo o ha sido derrotado en un escenario
bélico concreto, y con ello pretende hacer ver que lo que está sucediendo, o el
desenlace final de aquel episodio, es o había sido lo que el Mando propio tenía
planificado desde el principio, aunque en realidad haya resultado un gran fiasco
respecto a las previsiones. Así ocurrió en la batalla del Ebro. También en ella
el bando perdedor acudió a aquella fórmula.
El libro aporta datos y evidencia la manipulación de la verdad. No se detiene
en afirmaciones teóricas o generales, ni se limita a detectar aspectos
puntuales o anecdóticos, sino que analiza los partes de guerra de los dos
bandos y, día a día, catorce publicaciones (ABC de Madrid, ABC de Sevilla,
Diario de Navarra, El Día Gràfico, El Norte de
Castilla, El Noticiero Universal, El Socialista, Faro de Vigo, Fotos, Heraldo
de Aragón, La Publicitat, La Vanguardia, Solidaridad Obrera
y Treball). Son periódicos de los dos bandos que van
desde órganos oficiales de los partidos comunista y socialista, y de la CNT,
hasta los de los carlistas y falangistas, pasando por los de la izquierda
burguesa, los nacionalistas catalanes y la derecha monárquica. Se complementan
con algunos ejemplares de otros rotativos. De otro lado, se informa día a día
de las principales emisiones de radio de los dos bandos.
De manera muy exhaustiva se reproducen los datos de las dos primeras semanas de
la batalla y de las dos últimas, en tanto que se hace de forma algo más
extensiva con la información de los casi tres meses centrales, por ser más
reiterativa. Por ello el libro se estructura en cuatro partes:
1. Paso del Ebro y éxito inicial de los republicanos
2. De “¡Al ataque!”a ”¡Resistir!”
3. Victoria nacional, debacle republicana
4. La batalla en la radio
A ellas se suma la descripción de cómo la prensa y la radio narraron los
estertores de la batalla y cómo los de un bando justificaron la derrota y otros
sacaron partido de la victoria. La información sobre la batalla del Ebro fue
muy amplia en la totalidad de las publicaciones de los dos bandos, pero algunos
medios le dedicaron especial atención. Así lo hizo la prensa de Barcelona,
republicana, y la de Zaragoza, franquista, por la mayor proximidad al escenario
de los acontecimientos y mayor afectación de los territorios en que se
difundían estos periódicos. Otros medios incrementaban la dosis de
información-propaganda por la especial implicación política. Así, La
Vanguardia, que en este periodo era muy próxima a Juan Negrín, presidente del
Consejo de Ministros, se implicaba de manera especial porque aquel había sido protagonista
básico de que se desencadenara la ofensiva que llevó a esta batalla. Y lo mismo
la prensa de los partidos comunistas, que tenían la absoluta determinación de
prolongar la resistencia.
Este libro, en suma, es una importante aportación para un mejor conocimiento de
la prensa española en el período de la guerra civil y para desentrañar aspectos
sustanciales de la propaganda de guerra.
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Cazarabet
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