La
Librería de El Sueño Igualitario
Ted Allan escribió un libro que es un “canto”
a la libertad y a la defensa de ella, así como a las dignidades que los humanos
nunca deberíamos de perder…
La edición a cargo de Juan Manuel Camacho
Ramos para Ediciones Amarú.
Ted Allan desgrana, también aquí la historia
de amistad, también de querencias y amor, entre Gerda
Taro y Robert Cappa; pero también lo hace de otros
muchos personajes que se dieron cita en esta contienda y que fueron el motor de
todo el latido de una guerra que fue protagonizada, sobretodo, por personas.
Así en estas páginas Ted Allan nos cita y se cita con el mítico Dr Bethume, Hemingway, Gellhorn,
Respecto a la historia de amistad y amor entre
Taro y Cappa el canadiense Ted Allan, lo hace desde
el silencio y la templanza del enamorado porque realmente Allan estaba
enamorado de Taro, aunque “simplemente la cuidadase”,
bajo la palabra dado a Capa…al parecer éste último sabía de los sentimientos de
éste y de las miradas de la Taro respecto al canadiense y le encomendó el
cuidado, sabiendo que de esta manera éste no daría un paso más…
Se trata de una novela con tres personajes en uno : Ted Allan que en la novela obedece al personaje de Bob
Curtis; a la vez Ted Allan es el pseudónimo de Alan Herman, el hijo de unos
judíos que emigraron al país de la “hoja del arce”.
La sinopsis del libro:
Otro mundo es posible es una novela autobiográfica
que relata las vivencias del joven canadiense Bob Curtis (Ted Allan) durante
los ocho meses que estuvo en España en 1937. Vino como voluntario para luchar
con las Brigadas Internacionales pero el destino quiso que cambiara el fusil
por la máquina de escribir y los estudios radiofónicos del edificio de
Telefónica en Madrid. Una herida sufrida durante un bombardeo en Albacete
impidió que el protagonista llegara a Jarama como combatiente. Bob
experimentará el horror de la guerra desde la perspectiva de un ciudadano más
que sufrirá, como el resto de madrileños, la ansiedad y la frustración ante una
lucha desigual. Su labor de reportero le llevará, entre otros lugares, al
frente del Jarama, donde se reencontrará con sus camaradas y a Brunete donde vivirá el horror de los cruentos bombardeos
alemanes.
Ted Allan nos habla de Bethune, de Hemingway, con
quien mantuvo una tensa relación, de Martha Gellhorn,
la famosa reportera norteamericana, y del mítico fotógrafo Robert Capa. Pero
sobre todo evoca de forma magistral los recuerdos y las vivencias
experimentadas junto a Gerda Taro, la joven fotógrafa
de la que se enamoró. El autor, por medio de su narrador, nos relata con gran
lucidez y tremenda sinceridad que en la guerra hay tiempo para el romance, el
amor y la amistad pero la tragedia está siempre detrás acechando. Y a él la
tragedia le atrapó cuando le tocó vivir el drama del fatídico atropello de Gerda Taro por un tanque en la carretera de Brunete. El fantasma de su muerte pocas horas después le
atormentaría durante años.
Tanto Ted Allan, reconocido novelista y guionista, como el libro que nos ocupa
resultan desconocidos para la mayor parte de los lectores de nuestro país. La
presente edición pretende poner al alcance del público español una historia
conmovedora, emotiva, llena de vivencias apasionantes y trágicas, un texto
magníficamente escrito por un reportero canadiense sobre nuestra guerra civil
que él y otros muchos voluntarios quisieron que fuera también suya.
El autor, Ted Allan: (Montreal, 1916–Toronto
1995) es el seudónimo de Alan Herman, judío canadiense de padres polacos, con
el que se dio a conocer con tan solo 19 años en su primer y controvertido
artículo periodístico. Convencido comunista desde su juventud, decidió, al
igual que tantos otros jóvenes de la época, unirse a las filas de las Brigadas
Internacionales para luchar en la Guerra Civil española. Aunque su intención
era combatir fusil en mano, una prematura herida sufrida tras un bombardeo en
Albacete, le despojó del fusil y le impuso la pluma. Unas semanas después,
Allan se incorporaba a las oficinas madrileñas como reportero. Durante los ocho
meses que duró su estancia en España, Allan viajó por los distintos frentes de
batalla realizando reportajes que luego emitiría por radio a los EE. UU. desde el edificio de Telefónica en Madrid. Sus vivencias se
vieron marcadas, no solo por la tragedia de la guerra, sino también por las
personas que frecuentó, entre ellos Bethune,
Hemingway y Martha Gellhorn. Pero, sobre todo,
conoció a la fotógrafa judeo-alemana Gerda Taro, de la que se enamoró profundamente y con quien
estuvo el día que la joven heroína murió aplastada por un tanque en Brunete. Otro mundo es posible recoge todas estas
experiencias en forma de novela en la que, a pesar de la guerra, el autor
celebra la vida, el amor y el compañerismo entre los jóvenes voluntarios de las
Brigadas.
La persona encargada de la edición, Juan
Manuel Camacho Ramos: Licenciado y Doctor en Filología Inglesa. Actualmente es
profesor de Filología Inglesa en la Universidad de Alcalá donde ha impartido
docencia en diversas asignaturas de lengua y literatura inglesa desde 2002.
Aunque su actividad investigadora inicial se centró especialmente en las raíces
clásicas de la literatura anglosajona, más concretamente en las de la
literatura inglesa medieval, recibiendo cursos de instrucción en el
Departamento de Estudios Clásicos (Department of Classical Studies) de Wellesley College y en el Centro
de Estudios Helénicos (Center of Hellenic Studies), centro adscrito a Harvard University,
su investigación académica actual se centra más en el análisis y traducción de
obras de literatura inglesa de distintas épocas. Uno de los objetivos a
destacar dentro de esta nueva orientación es la exploración de las fronteras
entre realidad y ficción, un aspecto muy relevante a tener en cuenta en la
presente edición. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran El último
viaje de Ulises a través de Dante y Tennyson (2012),
Sir Orfeo (2009), y Las elegías anglosajonas (2009).
Cazarabet
conversa con Juan Manuel Camacho Ramos:
– Juan Manuel, ¿qué es aquello que te llamó la
atención en torno a Ted Allan y a su obra, Otro mundo es posible?
-La verdad es que desconocía la faceta más
osada de la juventud de Ted Allan, esa que le trae a España para luchar contra
el fascismo. Tengo la impresión de que la mayoría de quienes conocían la obra
de Allan, me refiero a la que le da fama mundial como escritor y le acarrea
numerosos premios internacionales (sus novelas, sus guiones para cine y televisión
y su literatura infantil) desconocían, al igual que yo, su etapa inicial de
periodista en Montreal. Cuando al estudiar su biografía me topé con el joven
periodista de 18 años que, por su condición de judío, lucha con pluma y papel
contra los brotes nazis en los EE.UU. y Canadá y desea unirse a los
republicanos españoles durante la Guerra Civil, quedé fascinado por su valentía
y por la de la de las BB.II. en general. ‘Otro mundo es posible’ es la
culminación, precisamente, de esa etapa en concreto. En esta novela
autobiográfica repleta de crudo realismo que el autor procura equilibrar con
frecuentes digresiones acerca de la hermandad entre voluntarios y la
convivencia entre dichos voluntarios y las gentes de los pueblos y las ciudades
a las que, junto a los soldados republicanos, pretenden proteger, llama la
atención el lenguaje sencillo, nada pretencioso ni ornamentado de la narración
con el que Allan desvela la candidez, la pureza de espíritu y, a la vez, la
sorprendente convicción de los jóvenes voluntarios que nos encontramos en el
relato. La habilidosa combinación de escenas bélicas desgarradoras y momentos
de juvenil camaradería envuelven de tal manera al lector con los protagonistas
que, al acabar el texto, el lector siente que ha formado parte de la historia y
llora y ríe con ellos.
- Ted Allan, en realidad era Alan Herman;
aunque en la novela Bob Curtis. ¿Por qué crees de esos “juegos con la
identidad”?
-Bueno, como bien dices, nuestro autor es en
realidad Alan Herman, hijo de Harry y Annie Herman,
judíos de Polonia huidos a Canadá para escapar de la creciente amenaza nazi. No
es hasta los 19 años que Alan Herman se convierte en Ted Allan, pseudónimo de
periodista que acabará adoptando como identidad real hasta su muerte en 1995
(casi nadie, por no decir nadie, conocía su nombre real). El pseudónimo lo crea
cuando, trabajando para el Daily Clarion
de Montreal, decide infiltrarse en las filas Adrien Arcand, político de ideales fascistas que se autoproclamó Führer de Canadá, para destapar la financiación ilegal del
Partido Nacional Socialista Cristiano que lideraba Arcand.
Bob Curtis es meramente una invención literaria; el nombre que Allan le otorga
a su alter ego en la novela.
- Tú que te has acercado a “aquella tribu” de
corresponsales y cronistas de la GCE, ¿qué crees que aprendió de ellos?; aunque
creo que él también desarrolló su personalidad al máximo.
-Con la salvedad de Hemingway, Gellhorn y, por supuesto, Taro y Capa, Allan hace poca o
ninguna mención relevante en sus diarios de los demás periodistas con los que
colaboró en España. Sin duda aciertas al llamarles ‘tribu’ puesto que vivían
juntos en varios hoteles repartidos por Gran Vía y alrededores, especialmente
en el Hotel Florida y en el Nacional. Cuando digo ‘vivían,’ lo digo en el sentido
más amplio, es decir, desayunaban juntos, comían juntos y cenaban juntos. Como
no se les permitía acercarse a los frentes de guerra sino cuando había completa
calma (que eran las menos veces), esta tribu pasaba el tiempo especulando,
disertando y charlando acerca de la guerra y de sus vidas. Es innegable pues,
que aprendían unos de otros y se influían mutuamente e incluso se imitaban y
hasta se robaban artículos periodísticos. En este sentido, cabe señalar algunas
coincidencias ciertamente sugerentes como, por ejemplo, el hecho de que tanto
Hemingway y Dos Passos, por un lado, y Bethune y Allan, por el otro, realizarán películas
propagandísticas parecidas el mismo año en España; The Spanish Earth
(La Tierra Española –Hemingway/Dos Passos) y Heart of Spain (El
Corazón de España –Bethune/Allan). Tanto la temática,
como la intención y hasta los títulos son iguales o parecidos. A todas luces,
pues, se copiaban las ideas y se peleaban por llegar los primeros a todo. Pero
dejando anécdotas a un lado, sin duda, Allan creció como periodista al verse
rodeado de personas como Tristan Tzara
–padre del Dadaismo- (defendió Madrid de la toma en
1937), Ilya Ehrenburg
–periodista de peso e intelectual ruso amigo de Picasso- (también defendió
Madrid de la toma en 1937), y Herbet Matthews –destacado periodista norteamericano que en 1946
escribió un libro titulado ‘La educación de un correpsonsal
(de guerra)’ en el que narra precisamente cómo esta tribu creció emocional,
intelectual y profesionalmente a través de las vivencias (buenas y malas)
compartidas en la G.C. española (ref. Herbert L.
Matthews: The Education of a Correspondent, New York: Harcourt, Brace and Co.,
1946. Matthews fue corresponsal del The New York Times).
-¿Cómo eran esas
relaciones entre personalidades, a priori, tan distantes como la de
Hemingway respecto a Allan? Bueno, justamente la
que mencionas era de las malas. Desde el momento en que se conocieron en
Madrid, en el comedor del hotel Florida en marzo de 1937, Hemginway
y Allan se aborrecieron y el elemento que inició el conflicto no fue, ni más ni
menos, que la atractiva y hábil periodista norteamericana, Martha Gellhorn, por entonces nueva conquista de Hemingway. Allan
conoció a Martha a la vez que a Hemingway y al poco quiso ligar con ella
durante una salida al frente y Hemingway no se lo perdonó. Tampoco el hecho de
que Allan fuera judío ayudó a conciliar su relación con Hemingway quien, en más
de una ocasión, le mostró su antisemitismo a través de comentarios irónicos e
indolentes como cuando tras un bombardeo le espetó a Allan, “Una de las cosas
que agradezco de los bombardeos es que nos están librando de los judíos…”. La
fortuna siguió enfrentándoles cuando todo el mundo creyó que un gran artículo
salido recientemente era de Hemingway cuando resultó ser de Allan. El colmo
llegó cuando Hemingway se ‘interesó’ por los cuentos cortos de Allan; Hemingway le pidió leer algunos de
los cuentos para luego decirle que sería mejor que los dejara de escribir… A la
luz del éxito que luego tendrían los textos de Allan, es probable que el
desprecio de Hemingway lo provocara la envidia… En fin, los pequeños defectos
de los grandes genios.
-¿Le
impresionaron personalidades como la del Dr Bethune?
-Me atrevo a
decir que el Dr. Norman Bethune fue quien más
impresionó a Allan. Cuando Allan conoce a Bethune,
éste era ya un nombre destacado en el mundo de la medicina canadiense y un
mecenas de las artes que se interesó por los cuentos del joven Allan. Fue
precisamente la, por entonces, escueta obra literaria de Allan lo que impulsó a
Bethune a invitarle a su casa con ocasión de una
fiesta que celebraba. Allan quedó prendado de la imponente personalidad de Bethune y, como Allan jamás sintió apego por su propio
padre, con el tiempo adoptó al ilustrado médico como figura paterna. Bethune fue, sin duda, quien captó a Allan para la causa
republicana en la Guerra Civil española y, una vez reunidos en Madrid,
colaboraron juntos al servicio de la causa. El empuje, la determinación y las
profundas convicciones socialistas de Bethune, quien
había empezado un original servicio de transfusión de sangre para los heridos
en el frente, absorben e impresionan a Allan profundamente haciendo del propio
compromiso de Allan con los republicanos algo más sólido y sustancial.
-Respecto a Gerda Taro, quizás todo hubiese sido posible si ella no
tuviese en la memoria a su primer amor, víctima de los nazis. Me da, que muchos
de los corresponsales se la jugaban tanto con la vida porque por dentro estaban
muy rotos---solo es una impresión, pero…---¿qué nos
puedes decir?
- Creo que eso
es verdad en un importante porcentaje de los casos, pero no solo de los
corresponsales, sino también de los propios voluntarios de guerra. Sin embargo,
no sé hasta qué punto achacaría las trabas en el idilio Taro/Allan a la memoria
del primer amor de Taro. Jane Rogoyska, quizá la
mejor biógrafa de Taro, parece indicar que, una vez asentada en París, Taro
‘olvida’ a Georg Kuritkes,
el joven estudiante de medicina judeo-alemán que fue
su primer amor, con relativa facilidad como evidencia su posterior relación
amorosa con Capa (ref. Jane Rogoyska, Gerda Taro. 2013) Cabría añadir, en el contexto de tu
pregunta, que el desconsuelo y la amargura que más embargaba a Taro y a Allan y
a Capa era el odio del nazismo y del fascismo. Era esto lo que realmente les
tenía rotos por dentro; el hecho de ver cómo la vida podía acabarse en
cualquier momento por capricho absurdo del odio. Los tres, y en especial Gerda Taro que había sufrido en sus propias carnes la
persecución nazi, habían sido testigos de las atrocidades del nazismo y el
fascismo y, al igual que les ocurría a tantos otros que ya no se atrevían a
fantasear con el futuro, le habían perdido el miedo al peligro y se jugaban la
vida en el frente porque, entre otras cosas, tenían la sensación de que ya no
les pertenecía y se las iban a arrebatar en cualquier momento de todas formas.
-Cuando
escribe, como otros muchos, la novela, la crónica de su estancia en la Guerra
de España, le pone un título esperanzador, Otro mundo es posible. Acércanos,
por favor a lo que crees, a los argumentos que crees se agarraba Allan para
creer en ello…
-La
perspectiva del novelista es la de un joven ya fuera de peligro en los EE.UU.
que ha logrado sobrevivir al campo de batalla en el frente, pero que ha visto
lo atroces que son las guerras >> vio luchar a hermano contra hermano;
fue testigo de la matanza de mujeres, niños y ancianos (sacó, desesperadamente
y con sus propias manos, a un niño muerto de entre los escombros a quien creyó
podía salvar); perdió a muchos camaradas de las BB.II. y vio la mutilación de
muchos otros que sobrevivieron; fue testigo de la destrucción de ciudades
enteras; y presenció en Brunete el mortal accidente
que acabó con la vida de la mujer a la que amaba (Gerda
Taro); sufrió la agonizante impotencia del Pacto de No Intervención; y
finalmente vio cómo no siempre el bien acaba venciendo al mal; en fin, fue
testigo del siniestro poder destructor del odio fascista. Cuando Allan se
sienta a escribir ‘Otro mundo es posible’ lo hace como superviviente, como a
quien ahora le cae sobre los hombros el peso de un futuro con el que ya sí
puede soñar. La novela no mira hacia delante necesariamente, porque las guerras
impiden mirar hacia delante porque, lo nublan y se obcecan con el pasado y
hacen del presente algo incierto, pero este triste hecho sirve de pretexto para
que el superviviente desee, más que nada, ver y construir un mundo mejor.
-Le debió romper
mucho la pérdida de Gerda; aquellas últimas horas a
su lado; la manera en que se produjo todo...
-Sí, desde
luego. Los diarios y notas personales de Allan están repletos de alusiones al
fatídico suceso y revelan las profundas y duraderas consecuencias que la muerte
de Taro tuvo en él. No cabe duda que Allan se enamoró hasta los huesos de Gerda Taro en los escasos cuatro meses de relación –no así
ella de él puesto que por entonces mantenía un idilio amoroso con Robert Capa
(al menos no hay evidencia de esto fuera del propio testimonio de Allan). Todos
coincidían a la hora de describir a Taro: era guapa, inteligente, atrevida,
perspicaz y seductora. Allan cayó fulminado bajo su influjo y procuraba no
despegarse de ella ni un instante. Cuando el 25 de julio de 1937 Taro se
presentó en el hotel de Allan para que le acompañara al frente en Brunete, Allan tuvo un mal pálpito y se fue con ella a
regañadientes, quejándose. Sobrevivieron milagrosamente a dos ataques aéreos
seguidos y luego decidieron trasladarse a pie a Villanueva de la Cañada desde
donde, subidos a los estribos de un coche, se encaminaron al hospital militar
en El Escorial. Fue en ese tramo donde tuvo lugar el accidente con el tanque:
Allan quedó cojo de una pierna y Taro quedó aplastada de pecho para abajo. Una
vez ingresados en el hospital militar, Allan permaneció en planta y Taro en
quirófano. Tras una operación larga, Taro muere en su habitación de hospital a
consecuencia de las graves heridas del accidente. Todo este tiempo, Allan ha
insistido desesperado en ver a Taro sin que el médico se lo concediera. Las
noticias que, tanto médicos como enfermeras, le trasladan a Allan acerca del
estado de Taro son confusas (‘sí, sí, se va a recuperar, parece que se salva’;
‘no, no sabemos si saldrá de esta…’). De repente, cuando Allan tenía la
impresión que todo iba bien, el médico de turno le informa a bocajarro que Gerda Taro ha fallecido. Allan ni vio, ni habló más con
Taro después de subirse a los estribos de aquel coche. Un mes y medio después
en París, Allan se ve obligado a explicarle en persona a Capa los detalles y
circunstancias de la muerte de Taro (Capa la había dejado al cuidado de Allan
unos meses antes cuando coincidió con él en Valencia). Casi toda una vida
después, un anciano Ted Allan rememora con su hijo Norman (ya adulto), una vez
más, el tiempo que pasó con Taro. Le cuenta que se amaron profundamente y que,
si se lamenta de algo en esta vida, es que permitiera a Taro aventurarse al
frente aquel 25 de julio. ‘Si solo la hubiera detenido…’ le dice sombrío y con
la mirada perdida en el horizonte a su hijo (según comentario de las notas de
Norman Allan, hijo de Ted Allan).
-¿Qué significa
para vos formar parte de esta colección Armas y Letras desde Amarú Editorial?
- Bien, es
sinceramente un honor formar parte de una colección tan cuidada y bien
presentada como Armas y Letras de Amarú Editorial, experta en estos temas. El
hecho de compartir espacio con filólogos y escritores de la talla de Antonio R.
Celada, Fernando Galván Reula, Luis Alberto Lázaro
Lafuente y Manuel González de la Aleja, por mencionar algunos, es todo un
privilegio para mí.
-Y ¿cómo ha sido
la relación de trabajo con el director de esta colección, Antonio R Celada?
-La verdad es
que ha sido de lo mejor de todo el proyecto. No conocía a Antonio, ni nos hemos
visto en persona todavía, pero conectamos con la primera llamada telefónica y
desde el principio hicimos un buen equipo. Como profesor en la Universidad de
Alcalá, acostumbrado a repasar y corregir trabajos, ensayos y disertaciones de
alumnos y escribir artículos propios en mi área de investigación, confiaba que
los borradores que le presentara a Antonio precisarían de poco análisis crítico
o de correcciones formales, sin embargo, la capacidad crítica de Antonio en el
contexto de la Guerra Civil española, sus planteamientos nítidos y bien
determinados unidos a su infinita paciencia y buen humor, me hicieron ver,
humildemente, lo imprescindible que es el apoyo y las recomendaciones de los
demás de cara a la presentación de un trabajo de investigación riguroso de este
tipo. Sin duda, buena parte del mérito que pueda tener mi edición de ‘Otro
mundo es posible’ se debe a la ayuda y el apoyo de Antonio R. Celada. Ha sido
una experiencia magnifica.
26115
Otro mundo es
posible. Un canadiense en la Guerra Civil española. Ted Allan. Edición de Juan Manuel
Camacho Ramos
288 páginas 14 x 22 cms.
14,00 euros
Amarú
Otro mundo es posible es una
novela autobiográfica que relata las vivencias del joven canadiense Bob Curtis
(Ted Allan) durante los ocho meses que estuvo en España en 1937. Vino como
voluntario para luchar con las Brigadas Internacionales pero el destino quiso
que cambiara el fusil por la máquina de escribir y los estudios radiofónicos
del edificio de Telefónica en Madrid. Una herida sufrida durante un bombardeo
en Albacete impidió que el protagonista llegara a Jarama como combatiente. Bob
experimentará el horror de la guerra desde la perspectiva de un ciudadano más
que sufrirá, como el resto de madrileños, la ansiedad y la frustración ante una
lucha desigual. Su labor de reportero le llevará, entre otros lugares, al
frente del Jarama, donde se reencontrará con sus camaradas y a Brunete donde vivirá el horror de los cruentos bombardeos
alemanes.
Ted Allan nos habla de Bethune, de Hemingway, con
quien mantuvo una tensa relación, de Martha Gellhorn,
la famosa reportera norteamericana, y del mítico fotógrafo Robert Capa. Pero
sobre todo evoca de forma magistral los recuerdos y las vivencias
experimentadas junto a Gerda Taro, la joven fotógrafa
de la que se enamoró. El autor, por medio de su narrador, nos relata con gran
lucidez y tremenda sinceridad que en la guerra hay tiempo para el romance, el
amor y la amistad pero la tragedia está siempre detrás acechando. Y a él la
tragedia le atrapó cuando le tocó vivir el drama del fatídico atropello de Gerda Taro por un tanque en la carretera de Brunete. El fantasma de su muerte pocas horas después le
atormentaría durante años.
Tanto Ted Allan, reconocido novelista y guionista, como el libro que nos ocupa
resultan desconocidos para la mayor parte de los lectores de nuestro país. La
presente edición pretende poner al alcance del público español una historia
conmovedora, emotiva, llena de vivencias apasionantes y trágicas, un texto
magníficamente escrito por un reportero canadiense sobre nuestra guerra civil
que él y otros muchos voluntarios quisieron que fuera también suya.
Ted Allan (Montreal, 1916–Toronto 1995) es el seudónimo de Alan Herman,
judío canadiense de padres polacos, con el que se dio a conocer con tan solo 19
años en su primer y controvertido artículo periodístico. Convencido comunista
desde su juventud, decidió, al igual que tantos otros jóvenes de la época,
unirse a las filas de las Brigadas Internacionales para luchar en la Guerra
Civil española. Aunque su intención era combatir fusil en mano, una prematura
herida sufrida tras un bombardeo en Albacete, le despojó del fusil y le impuso
la pluma. Unas semanas después, Allan se incorporaba a las oficinas madrileñas
como reportero. Durante los ocho meses que duró su estancia en España, Allan
viajó por los distintos frentes de batalla realizando reportajes que luego
emitiría por radio a los EE. UU. desde el edificio de
Telefónica en Madrid. Sus vivencias se vieron marcadas, no solo por la tragedia
de la guerra, sino también por las personas que frecuentó, entre ellos Bethune, Hemingway y Martha Gellhorn.
Pero, sobre todo, conoció a la fotógrafa judeo-alemana
Gerda Taro, de la que se enamoró profundamente y con
quien estuvo el día que la joven heroína murió aplastada por un tanque en Brunete. Otro mundo es posible recoge todas estas
experiencias en forma de novela en la que, a pesar de la guerra, el autor
celebra la vida, el amor y el compañerismo entre los jóvenes voluntarios de las
Brigadas.
Juan Manuel Camacho es Licenciado y Doctor en Filología Inglesa.
Actualmente es profesor de Filología Inglesa en la Universidad de Alcalá donde
ha impartido docencia en diversas asignaturas de lengua y literatura inglesa
desde 2002. Aunque su actividad investigadora inicial se centró especialmente
en las raíces clásicas de la literatura anglosajona, más concretamente en las
de la literatura inglesa medieval, recibiendo cursos de instrucción en el Departamento
de Estudios Clásicos (Department of Classical Studies) de Wellesley College y en el Centro
de Estudios Helénicos (Center of Hellenic Studies), centro adscrito a Harvard University,
su investigación académica actual se centra más en el análisis y traducción de
obras de literatura inglesa de distintas épocas. Uno de los objetivos a
destacar dentro de esta nueva orientación es la exploración de las fronteras
entre realidad y ficción, un aspecto muy relevante a tener en cuenta en la
presente edición. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran El último
viaje de Ulises a través de Dante y Tennyson (2012),
Sir Orfeo (2009), y Las elegías anglosajonas (2009).
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