Cazarabet conversa con... Pedro J. Bosch, autor de “No creo que vuelva”
(Mira)
Pedro J Bosch nos
sumerge en una narrativa que se abre en muchas dimensiones, pero que nos entretendrá
y nos sugerirá más de una sonrisa y de una manera inquebrantable.
Esta novela de ficción
se suma a la colección Sueños de Tinta.
La sinopsis del
libro: Manuel Acedo, jubilado apacible y viudo resignado, recibe un terrible
diagnóstico que lo conducirá a las puertas del Más Allá («¿Qué hacer cuando te
anuncian que el trágico destino que a todos nos espera tú lo tienes a plazo
fijo y escalofriantemente breve?»). Lejos de desesperarse, decide reflexionar a
través de la escritura y empieza pidiéndole cuentas a un dios en el que nunca
ha creído, para despacharlo rápidamente y ponerse a explorar aspectos semiolvidados de su vida que lo llevan a territorios
ignorados, como los motivos de la huida de su padre, las conexiones de este con
el mundo del contrabando, o el recuerdo de un efímero affaire amoroso de
juventud nunca olvidado del todo pese a su incuestionable amor por su mujer
Etelvina, recién desaparecida. Y, precisamente, será su mujer la protagonista
de la parte más importante del relato cuando Manuel Acedo descubra
accidentalmente unos legajos que ella guardaba en una carpeta, bajo el epígrafe
Amor verdadero, y que le ayudará a ordenar y descifrar su sobrina Pilar, su
única conexión con el exterior. La dolorosa indagación sobre el posible engaño de
su adorada Etelvina se convertirá en una obsesión para el antiguo protésico
dental, un hombre de sencillas certezas puestas en tela de juicio al final de
sus días. Con la habilidad del que «sabe mirar» más allá de la apariencia,
Pedro J. Bosch ha construido una historia de historias, un tapiz/patchwork en el que unos y otros interpretan distintos
papeles: personaje, narrador, autor, editor..., con el fin último de que la
escritura («novelar es crear vidas alternativas, sobrevivir») nos ayude a
salvarnos del silencio, del dejar de ser, de decir...
El autor, Pedro J
Bosch: Médico-oftalmólogo, periodista y escritor, ha sido jefe del Servicio de
Oftalmología del hospital Monte Toro (1976-1993), y ha publicado trabajos
profesionales de su especialidad en Studium Oftalmologicum y Jano. Ha sido presidente del Ateneo de
Mahón (1995-2002), miembro de la Sociedad Española de Médicos Escritores y
Artistas y de diversas sociedades profesionales. Columnista habitual del Diario
Menorca desde 1964, ha publicado artículos en La Vanguardia, el Diario de
Baleares y, regularmente, en el diario deportivo As. Actualmente jubilado,
colabora en la sección «Tribuna» de El País, y continúa escribiendo en el
Diario Menorca, donde fue redactor jefe de deportes, su veterana columna sabatina
«Dietario» y la sección deportiva decana «Bob’s Corner». Autor de ensayos y artículos periodísticos: El
médico en tiempos de la melancolía (1992); Episodios insulares (1993);
Impertinencias y desvaríos (2000); Inventario de perplejidades (2010) y Cartas
a un joven oftalmólogo (2011); así como de las novelas Dorada a la sal (1997);
Crimen en el Ateneo (1998); Tres dioptrías y media (2001); Los extravagantes
Van Vosh (2006); Cuestión de huevos (2011) y La
extraña desaparición de Paco Lázaro (2015).
Cazarabet conversa
con Pedro J. Bosch:
-Amigo,
¿qué te ha llevado a escribir esta novela de revisión, casi, casi de una vida
propia?, ¿qué te inspiró un poco la historia?, ¿cómo encontraste el hilo
conductor?
-La novela nace de
un requerimiento de mi hijo mayor a raíz de una novela anterior, para que
escribiera un libro “en serio”, dado mi tendencia al humor. Me puse manos a la
obra en cómo encarar el Más Allá, tema serio donde los haya y entonces falleció
una prima mía muy querida por esa cruel enfermedad de cuyo nombre el
protagonista no quiere acordarse, lo que me dio la clave: ¿Cómo afrontar un
diagnóstico como este y no desesperarse en el intento?
-¿Qué te hace que el
personaje, en vez de pedirse cuentas a él mismo y a su trayecto por la vida o a
intentar elucubrar qué haría, sabiendo lo que sabe, si volviese a nacer como lo
que fue? ¿Qué te lleva a que él, todo eso se lo pregunte a un Dios al que nunca
ha otorgado una pizca de credibilidad?
-Supongo que se
trata de un tic generacional. A nosotros nos apabullaron a misas, novenas,
confesiones y primeros viernes, y lo peor de todo, nos incrustaron un castrante
sentimiento de culpa… ¿Qué menos que pedirle cuentas a este Dios tan severo
cuando uno se encuentra en semejante tesitura?
-¿Es una manera de
exorcizar sus miedos y frustraciones?
- Para esto ya
estoy vacunado, piense que soy del Barça.
-Bueno, quizás todas y todos haríamos un poco de
revisionismo si supiésemos, más o menos el día en que la parca llamará a
nuestra puerta y cada uno lo haría, seguramente de una forma diferente, ¿no
crees?, de lo que estoy segura es que en todos los casos estarían, siempre bien
presentes, plantados y bien plantados, ¿los miedos y las frustraciones?
-Bromas aparte,
supongo que sí. Ya nos viene pasando en los insomnios, en los que aparecen,
inopinadamente, una tras otra, tus meteduras de pata vitales. Puedo imaginar el
flash back cuando veas cerquita el sueño eterno.
-El protagonista es Manuel Acedo, un jubilado que
vivía en una línea vital plana, que no se complica y que parece que lo tiene
todo como controlado, planificado hasta que le llega el fatal diagnóstico…
-Por lo que vamos
viendo a lo largo de la novela, su vida no fue tan plana, tuvo sus burbujas,
con intervenciones de heroínas del comic, contrabandistas, etcétera.
-Luego está Etelvina, su mujer, desaparecida
recientemente y que solo es como un recuerdo abrumado y por la que él casi no
se preocupa hasta que descubre esos legajos que ella tenía, casi perdidos,
escondidos en una maleta…
-Bueno, creo que
Etelvina constituye el contrapunto de la novela, su matiz irónico, piense que
el propio Acedo pregona la fidelidad de su mujer como la “única certeza” de su
vida…
-Tiene que ser una sobrina, Pilar, la que tiene que
venir a descifrar lo que sentía como mujer que ama…
-Pilar, la sobrina,
fue un descubrimiento que me sorprendió incluso a mí. No estaba prevista pero
no sé cómo apareció y fue creciendo hasta que tuve que darle el protagonismo
final, se lo había ganado.
-Y aquí se da cuenta de que no solamente la muerte
tiene punto y final y que es un viaje de no retorno…También ciertas decisiones
tienen esa acción y reacción y entonces se da cuenta de que solo había
convivido con Etelvina, sin más.
-Creo que la
posibilidad de que Etelvina le hubiera sido infiel con un amor juvenil le
produce a Manolo Acedo un shock de mayor intensidad que el propio diagnóstico
fatal. Ahí se le derrumba el mundo de sus valores, centrados en el
incorruptible amor de su mujer.
-Es aquí donde se da cuenta de que “no creo que vuelva”…
-Pienso que lo sabe
desde el principio, nunca ha sido hombre de fe, y no es más que una inocente
maldad lanzada contra sus “educadores” infantiles.
-Es una novela que da qué pensar, como muy
psicológica, ¿no?
-Cuando escribo,
sea en prensa o en novela mi objetivo es reflexionar sonriendo o sonreír
reflexionando, como se quiera. La sonrisa, el humor, para mí es fundamental.
-Amigo Pedro, ¿qué es
para ti la narración?, ¿qué pretendías al sumergirnos en este ejercicio
narrativo?
-En este caso,
satisfacer a mi hijo y luego, homenajear a mi prima Manoli, “quien sí debería
volver” como reza la dedicatoria, porque era una mujer extraordinaria. Luego, a
medida que la trama toma vuelo surgirían otras motivaciones, como las de
indagar la desaparición voluntaria del padre del protagonista, el encuentro con
un viejo amigo contrabandista. En el fondo estarían las ganas de vivir otras
vidas…Sin riesgos
-En tus creaciones ¿qué papel quieres darles a los
personajes, prioritario frente a la trama y al escenario?
-Efectivamente me
interesa mucho más la aventura interior de los personajes que la trama o el
escenario. Es el personaje el que lleva al escritor por vericuetos
insospechados al ponerse a escribir, como es el caso de la sobrina Pilar, que
aparece para sorpresa del propio escritor.
-Porque parece que el papel de la trama siempre es
el eje sobre el que gira todo lo demás-hasta la paciencia, satisfacciones e
insatisfacciones del escritor-, pero a veces la ósmosis entre personajes y
trama es tan fuerte que interaccionan de una
de una manera muy dinámica, y aquí logras un buen equilibrio entre la
trama dual-porque yo veo como dos caminos en tu narrativa: el que él afronta
con su ejercicio casi de catarsis con la escritura cuando se entera de su
pronóstico y luego está la desaparición de su mujer que le da a la narración un
giro muy bueno…a eso le sumas los personajes que se pasean por la
trama…equilibrados, como sigilosos, casi tímidos…¿Qué nos puedes comentar al
respecto?
-En principio la
trama no pretendía ser dual, como dices, sino que Manolo Acedo se limitaría a
constatar su estado de ánimo ante la evolución de su enfermedad, pero en un
determinado momento surge la vena irónica del escritor a quien puede parecerle
que el personaje es demasiado plano y va a por él. Que sí, hombre, que sí, que
tienes una convicción indomable, parece decirle a su criatura literaria, pues
¡toma convicción ¡Y así emerge en toda su complejidad el personaje de Etelvina,
su única certeza según afirma en algún momento, poniéndola en cuestión! Los demás
personajes son simplemente figurantes, excepto el de la sobrina Pilar, a la que
ya me he referido.
-Se nota que te lo has pasado muy bien escribiendo,
creando e imaginando esta historia, ¿no?, pero es, a la vez, un ejercicio
creativo, me da, muy intenso por lo de “cierta intimidad”. ¿Qué nos puedes
explicar?
-Creo que es obvio que he disfrutado. En algún
momento incluso me vine arriba, como se dice ahora, en el sentido de “qué majo
soy, mirad como afronto el final de la vida”, pero pronto volvía a la realidad.
Que Manolo Acedo no eres tú, bobo, que tú, cuando te llegue, vas a aullar como
un lobo estepario. En suma, lo pasé bien escribiendo los pasajes donde el
protagonista es capaz de distanciarse de sí mismo, que no otra cosa es la
ironía, pero no tanto cuando se enfrenta a sus errores y debilidades más
flagrantes como cuando le visita el viejo amigo gay y experimenta momentos de
terror imaginando una “venganza”... Y no digamos los
días de sufrimiento en la UCI, etcétera.
-Esta intensidad ¿qué te generó en ti como persona
que gusta del ejercicio de la narrativa?
-Quizá algo de
pudor por haber desvelado crudamente la privacidad del principal protagonista
en unos momentos tan íntimos como los de afrontar la muerte anunciada.
-Son
personajes los que muestras y haces desfilar en tu historia, los que han ido
cambiando, tal como los pensaste en un inicio, bajo el influjo de la trama. O
es más bien algunos rasgos de la trama los que cambian bajo el influjo o
enamoramiento al que te someten, como escritor, algunos de los personajes, aquí
Manuel, Etelvina…
-Creo que Manuel
cambia poco. Afronta el destino con la misma tibieza con que ha vivido. Otra
cosa es el cambio, verídico o ficcional de Etelvina, de fiel esposa a presunta
aventurera amorosa.
-Amigo Pedro, ¿nos puedes hablar del proceso
de documentación, búsqueda de fuentes, lectura de libro si es que la habido?
-Sí hay fuentes, la
más enjundiosa la del contrabandista amigo con quien mantuve una intensa
entrevista hasta que sus recuerdos le agobiaron. También está el testimonio de
otro amigo cuyo padre hizo mutis por el foro cuando era un niño, el de un
colega médico que tuvo una difícil experiencia personal en la UCI y el de un
misionero, compañero mío de pupitre en la escuela. Todos ellos enriquecieron el
relato.
-Este trabajo, ¿te ha abierto la mente y la
curiosidad a indagar más sobre alguno de los aspectos tratados en el mismo; nos
puedes hablar de algunos escritos en los que andas metido ahora?
-Ahora aprovecho la
relajación post parto para leer y proseguir con mis
artículos sabatinos en el “Diario Menorca” y ocasionalmente en “El País”.
Parafraseando el título de la novela, no creo probable que vuelva a la
narrativa…
_____________________________________________________________________
Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las
Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069