La Librería de El Sueño
Igualitario
-Juan Ignacio, ¿cómo es que te lanzas a
“fundar”, “refundar” y trabajar en una editorial pequeña como Muños Moya ?. Por
cierto, ¿por qué Muñoz Moya, cuéntanos de dónde le viene el nombre?, ¿qué
significa para ti haberte hecho editor después de haber pasado por otros
trabajos, oficios….?
-Bien, la editorial, como empresa, fue fundada en
1999, fruto de la fusión de dos iniciativas editoriales, una de ellas generada
en el exilio en Francia por militantes del FRAP, y la otra en grupos
guerrilleros de Centro y Sudamérica exilados en México. Desde 1999 la editorial
ha sacado a la luz unos 400 libros. De los fundadores sobrevive Miguel Ángel
Muñoz Moya, que se jubiló el año pasado y se retiró a su pueblo en Badajoz a
disfrutar de su huerto. Aun colabora con nosotros en algunos proyectos,
ofreciéndonos desinteresadamente su experiencia y conocimiento del mundo
editorial. Al jubilarse nosotros adquirimos sus participaciones en la editorial
y todo el fondo, y trasladamos la sede social a Sarrión,
nuestro lugar de residencia. Pero mantenemos vínculos fuertes con el pasado
extremeño (patria chica de Miguel Ángel y leit-motiv
de michos de los libros editados en la anterior etapa) de la editorial.
Para mí, convertirme en editor ha sido importante. Es
un sueño, desde que entendí que a pesar de mi apasionado amor por la literatura
nunca sería un Chejov o un Salinas. Conocí a Miguel Ángel en 1994, entonces yo
era ingeniero y él trabajaba en Muñoz Moya y Montraveta,
una de las precursoras de la actual editorial. Ambos éramos estudiosos de la
filosofía hermética, por eso nos conocimos, y decidimos montar un proyecto de
destilación de plantas aromáticas en la Sierra Norte de Sevilla. Nos divertimos
mucho y se inició una amistad que ha perdurado hasta hoy a pesar de que en los
veinte años que han pasado yo he vivido casi siempre fuera de España. Cuando
nos conocimos envidié su trabajo independiente, al servicio de la difusión de
la cultura, en despachos con sillas de mimbre y aromas de tierra, de lluvia, de
fragancias naturales, todo muy alejado del mundo urbano y empresarial en el que
yo, como ingeniero, me movía. Anhelé ese estilo de vida, y cuando me enteré de
su jubilación me pareció que la vida me daba la oportunidad de hacer realidad
mi sueño. Le llamé y aquí estamos.
-¿Cómo es, hoy y ahora, un
día a día de un editor como vos?
-Como vivo casi en el campo, madrugo mucho, y tengo el
día ocupadísimo, si no fuera por lo que apuntaba antes de las sillas de mimbre
y los aromas de tierra y lluvia seguro que sufriría de stress laboral, pero
como me siento sobre todo un servidor público, un intermediario en la difusión
de la cultura del autor al pueblo, pues lo llevo bien y soy feliz por la noche
por cansado que esté.
Dedico las mañanas a la parte más creativa del
trabajo, el diseño y maquetación de cubiertas, colofones, algunos textos
especiales que enmaqueto yo mismo. Luego a mediodía
correspondencia con los autores y revisión de proyectos en marcha, y a última
hora de la tarde los temas administrativos más arduos, relacionados con pagos,
facturas, etc.
-¿Con qué
medios partes para hacerlo porque no debe ser nada fácil?
-Lo primero que quiero destacar es el apoyo de mi
mujer, Christiane Domenech
Lahoz, que además critica mis trabajos de creación y me sugiere ideas de
mejora. Con ella todo es menos difícil. Otra cosa importante es haber mantenido
y mejorado las condiciones de distribución de nuestros libros a librerías de
todo el estado, este suele ser uno de los obstáculos más difíciles en nuevas
editoriales independientes.
-¿Cuál es el equipo humano
de Muñoz Moya ?
-Bueno, aparte de nosotros dos está Herminio
Figueredo, corrector de textos; Gemma Beltrán y
Francisca Romeral, traductoras; Antonio Zarco, maquetador;
mi hijo Juan Antonio que se ocupa de adaptaciones cinematográficas; Miki Barrera a veces hace fotos de nuestros actos…
-¿Desde qué filosofía
surge? O sea: ¿cuál es vuestra idiosincrasia, vuestra razón de ser?
-Nuestra razón de ser es editar libros únicos, en el
sentido que Roberto Calasso daba al término: libros
cuya creación cambiaron la vida del autor y son capaces, por su carga emotiva o
intelectual, de cambiar algo en las vidas de los lectores. Dentro de ello
trabajamos la línea editorial de ensayo, centrándonos en historia y biografía,
continuando la espléndida labor realizada en la anterior etapa; pero también en
literatura de creación, y en esto radica nuestra principal innovación respecto
a esa etapa anterior.
-¿Bajo qué ilusiones salisteis
a la calle?
-Creemos que contar y escuchar historias es tan
natural e importante para el ser humano como comer, descubrir nuevos
horizontes, o mirar al cielo y preguntarse: ¿cómo es que hay cosas? Por ello
creemos en la literatura y en su futuro.
-¿Con qué perspectivas de
futuro salís a la calle con cada libro, cada incorporación?
-Estamos editando dos libros al mes y queremos llegar
a cinco. Libros únicos, como expliqué antes.
-Juan Ignacio, ¿se miró en
alguna otra editorial, Muños Moya (con la nueva mirada desde Sarrión, Teruel) , a la hora de recoger este testigo?
-No, no, ya lo he contado al principio, si no hubiera
sido Muñoz Moya Editores yo habría seguido siendo ingeniero a tiempo completo.
Cuéntanos, Juan Ignacio, ¿cómo ha sido (desde vuestra
“fundación”) vuestro camino como editores y cómo está siendo, en estos tiempos
en que esto del libro y el oficio de ser editor está siendo “harto difícil”?
-¿Qué temáticas quiere y/o
acaricia Muñoz Moya?
-Ensayo histórico, sobre todo de la España del siglo
XX. Y literatura de creación, narrativa y, por supuesto, poesía. La poesía es
muy complicada editorialmente hablando, pero tenemos una decidida vocación por
ella y sacaremos pronto una colección de poetas aragoneses.
-Desde el compromiso, ¿se
puede hacer, amigo Juan Ignacio, buena literatura?
-Claro, ahí están Rosa Luxemburgo, Susan
Sontag, Alfonso Sastre, Eva Forest,
Txabi Etxebarrieta, Lucio Urtubia, etc etc
-¿Qué
tirada tenéis, más o menos, por cada título?
-Entre 300 y 1000 ejemplares por el momento. Pero
estamos cerrando acuerdos con distribuidores que nos permitirán llegar a más
librerías y aumentar tiradas en algunos títulos.
-Ya
sabemos cómo los peces grandes se van comiendo a los chicos y en esto del
mercado editorial y de los medios de comunicación, con los grandes grupos y
demás, es bestial…aquí la prensa y los medios deberían, deberíamos, jugar un
papel más que importante. Dime, Juan Ignacio, ¿cómo os trata la prensa?
-La verdad es que hasta ahora muy bien. Incluso Diario
de Teruel nos ha atendido de espléndidamente cada vez que hemos sacado títulos
aragoneses. La única excepción ha sido Amanecer roto, de Tomas Gómez,
una obra sobre unos sucesos acaecidos en Cella en la posguerra, y que, al
parecer todo el mundo quiere que permanezcan ocultos. Normal, como en tantas
otras poblaciones en esa época los represaliados o fueron muertos o
desterrados, y los que se quedaron muchas veces no tienen la conciencia
tranquila. Esa mala conciencia pasa a las siguientes generaciones y todos
acaban teniendo miedo de algo que ya no recuerdan y de lo que no son en
realidad responsables. El miedo es el que mata, me decía mi profesor de
mecánica en 2º de carrera.
-¿Cómo escogéis lo que vais
editando? y ¿Cómo os planteáis el tratamiento del material?
Lo leemos todo, entre todos los que directa o
indirectamente trabajamos en la editorial. Ponemos en común nuestras
impresiones y elegimos lo que encaja en nuestras líneas editoriales. A veces
hay conflicto entre la calidad literaria y las perspectivas comerciales, pero
nunca dejaremos de editar un libro de los que antes he calificado como “únicos”
por parcas que sean las expectativas de ventas. Por eso es importante que una
editorial tenga beneficio económico, para poder, llegado el caso, asumir
proyectos atrevidos y arriesgados. El hijo del guarda, de Javier
Quiñones la obra que acabamos de terminar y que saldrá a primeros de
septiembre, es un ejemplo de ello. Una obra con tanta emoción dentro que no
sólo la editamos, sino que la vamos a promocionar todo lo posible porque
creemos qua vale la pena.
-¿Cómo te vas acercando a
las obras que vas publicando: más bien como editor o más como lector?
Siempre como editor, desde el primer momento. Ahora
bien, con las obras “únicas” sucede que acabas leyéndola como lector, “su
espíritu te posee”…entonces sabes que son únicas y que tienes que editarla pase
lo que pase.
-¿Qué es lo que te motiva
de ellos ( me refiero tanto de los escritos como de los escritores, porque, a
veces te puede motivar más un escritor (por lo que sea) que un escrito o al
revés?. En todo caso: ¿qué prima la pluma o el escrito o de qué depende?
-Lo mismo que la anterior. Nos interesa el espíritu de
la obra, que transmita una emoción capaz de llegar a lo más hondo del lector,
en el caso de la narrativa. Que enseñe algo sobre la vida y la muerte, sobre el
amor, sobre la igualdad y la fraternidad humanas, sobre la libertad.
-¿Qué te
motivó, en el caso que nos ocupa hoy, La represión franquista en el Occidente
Sevillano? ¿Cómo ha sido trabajar con José Carlos Martínez Galvez
?
Bueno, tenemos desde hace tiempo una línea editorial
dedicada a libros de historia de lo que ocurrió en las poblaciones españolas a
partir de julio de 1936. Esta obra encajaba perfectamente en esta línea. El
autor ha tardado más de cinco años en escribirla, de ellos cuatro con Miguel
Ángel Muñoz Moya y conmigo sólo en la etapa final, Como anécdota, a pesar de
este retraso de cinco años, yo llegué 10 minutos tarde a la presentación de
libro en Aznalcóllar, provincia de Sevilla (uno de
los pueblos tratados en la obra), llevaba todo el día al volante desde Sarrión… y el autor se atrevió ¡a reñirme por ello! De
manera simpática, claro, son gajes del oficio.
-¿A quién
van destinados, querido editor, los libros?
Los libros van destinados a quienes tiene sed de
justicia y de conocimiento, a los que saben que el saber y el sentir humanos
apenas han cambiado en tres mil años y que lo que hoy nos toca sufrir lo
padecieron antes los aqueos en el sitio de Troya; que lo que hoy gozamos lo
disfrutaron también los romanos que escuchaban las elegías de sus poetas; que
lo que hoy sabemos lo sabemos porque hombres y mujeres en las tinieblas de la
edad media se esforzaron por guardar un conocimiento que las religiones
oficiales querían secuestrar, con la complicidad de los caciques y los
reyezuelos de turno.
Los libros van destinados a los que saben o sienten
que cada verso ha sido escrito por un ser que ha pasado por lo mismo que
nosotros, mucho antes, y que ha sido capaz de llevar al papel lo que ha vivido,
no leído, estudiado, u oído de otros, sino la vida misma.
Van destinados a los que, cuando entramos en una
biblioteca, nos encontramos con viejos amigos, Anton
Chejov o Alonso Quijano, y pasamos un rato de charla con ellos, y cuando nos
vamos, somos un poco más felices. Y Chejov y don Quijote, seguramente, también.
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