La
Librería de El Sueño Igualitario
Los de la mulita
roja.
Un libro que recoge,
mira y va tras el periplo de una familia de Cretas en el Matarranya durante la Guerra Civil, tomando como pulso sus cartas.
El libro, editado
por el Centro de Estudios Bajoaragoneses forma parte de la colección Memorias Bajoaragonesas en su número, 6.
Está escrito por la
pluma cercana, sensible e impregnada de la humanidad que da el conocer y el
tener los lazos de sangre, Encarnita Simoni.
Este libro es el
pulso de una familia como otra cualquiera de las miles y miles que vivieron y
sufrieron la Guerra más o menos directamente.
Lo que nos dice la
sinopsis de este libro de memorias del
CESBA:
La estampa de una familia
atravesando los Puertos de Beceite con una mula de
color rojo cargada con cuatro niños de corta edad y con los pocos enseres que
pudieron rescatar durante la estampida humana que siguió a la caída del Frente
de Aragón ha dado nombre al libro que ayer presentó en Alcañiz el Centro de
Estudios bajoaragoneses (Cesba):
Los de la mulita roja. El periplo de una familia durante la Guerra Civil
española a través de sus cartas. Ésta es la primera obra individual de
Encarnita Simoni Riba, coautora junto con su marido,
Renato Simoni, de un trabajo de investigación
titulado Queretes, la col.lectivització
d"un poble aragonés durant la Guerra Civil (1936-1938), publicado en 1984
también por el Cesba.
Uno y otro no tienen nada que ver, aunque el segundo parte de las entrevistas
que la autora realizó a parte de su familia durante aquel trabajo inicial y de
las cartas que halló en la casa familiar diez años después de fallecida su
madre, quien ocultó a sus hijos-sólo ella sabrá por qué razones- las epístolas
que intercambió con su marido y sus hermanos durante la contienda.
Esa correspondencia que la madre de Encarnita conservó bajo llave es lo que ha
servido a la autora para construir un relato que parte en los años previos a la
guerra civil, cuando la familia intentaba abrirse camino viajando de un lado a
otro, pasando por los periplos de la guerra y terminando con la dureza y
humillaciones de la posguerra que llevaron a la mater familias a quedar
recluida en su domicilio para siempre.
Las 70 cartas que intercambió la familia durante esos años son el hilo
conductor de esta historia de vida de una familia común española que el Cesba ha incorporado a su colección Memorias bajoaragonesas. Es el sexto título. Algunos de los
anteriores fueron dedicados a Galo Leoz (el primero),
a Raimundo Suñer (cuarto) o a Angelina Bel (quinto).
Durante la presentación del libro, la autora se mostró "honrada" por
"poder publicar en esta colección la historia vital de la familia" en
la que "no hay batallas ni tensión, porque todos los protagonistas
sobrevivieron a la guerra". Por su parte, el director del Cesba, Ignacio Micolau, consideró
que esta obra "gustará, porque recoge a una escuela de historiadores a los
que les interesa la memoria histórica de las personas, pero no la de grandes
protagonistas, sino la de la gente común, lo que refleja perfectamente el
devenir de una época histórica".
El Cesba ha hecho una tirada de 750 ejemplares de
este sexto título de su colección. Además de los fragmentos de las cartas
intercambiadas entre los miembros de la familia, el libro -bajo el cuidado
diseño del diseñador Terès&Antolín- incorpora
imágenes de la vida familiar y de aquellos lugares por los que transitaron sus
protagonistas durante los años de la guerra.
Los de la mulita roja es un homenaje a aquellas personas y familias que
transitaron de un lugar a otro durante el drama que marcó a miles de familias
españolas. Es, según narra el autor del prólogo, Pere Muñóz
Hernández, "un homenaje al papel de las mujeres en la retaguardia y una
evocación de la represión de las víctimas durante la posguerra, ejemplificadas
en las vicisitudes, aventuras y desventuras de la madre coraje que hay detrás
de toda la familia".
La
autora, Encarnita Simoni:
La autora es hija
de Encarnación Muñoz Llerda y Joaquín Riba Vallas,
tiene dos hermanos: Joaquín y Tomás que son los protagonistas de “Los de la
mulita roja”. Nació en la población del Matarranya, Cretas y al concluir la
enseñanza obligatoria, con quince años,
emigró a Suiza. Allí estudió magisterio y junto a Rebnato
Simoni creó su propia familia.Fruto
de esta unión son sus hijos: Marta y Valerio. Ya con Renato estudia en la
Universidad de Ginebra donde se diploma en Historia, Lengua y Literatura
Española. Estuvo ligada a la enseñanza
en los institutos públicos del Cantón del Tesino (Locarno,
Lugano, Mendrisio). Actualmente está viviendo en esta
última ciudad. Ha mantenido, siempre, una relación intensa con su pueblo natal,
Cretas Junto con Renato, publicó Queretes; La col-lectivització d´un poble aragonés durant la Guerra
Civil 1936-1938.
Cazarabet conversa con Encarnita Simoni
Riba:
-Encarnita, a menudo acercarse a
escribir sobre algo tan cercano como los tuyos puede ser mucho más difícil de
lo que nos imaginamos, ¿no?; ¿cómo ha sido escribir un libro en el que los
tuyos han sido los protagonistas?
-El
estudio tiene un carácter histórico y no literario por lo cual el problema de
la distancia, de la objetividad, de la verdad de los hechos narrados constituye
una insidia suplementaria. Quien escribe debe saber superar censuras y
autocensuras, consciente de que se dispone a desvelar a los lectores relaciones
personales, afectos, hechos agradables y desagradables que en este caso forman
parte de su intimidad y que, en principio, no estaban destinados al público.
-Delicado es tratar porque te dará casi siempre la impresión que
es información tuya de siempre y que tú la ves de una manera y que quizás los
demás, el receptor le cueste leerte como interlocutora….
-El
argumento de este libro es ciertamente una historia familiar peculiar, pero al
mismo tiempo propone vivencias análogas a las de miles de familias españolas
durante la Guerra Civil, y bajo ciertos aspectos a las de millones de mujeres,
hombres y niños de hoy que huyen de la guerra: es la vida cotidiana del
refugiado, su lucha para sobrevivir. En este sentido el tema me parece,
desdichadamente, universal y de gran actualidad.
-Por no hablar de la objetividad. Hay que ser muy diligente y
exigente en el trabajo. ¿Qué nos puedes reflexionar?
-Sobre
la micro historia –la de mi pueblo (Cretas) y la de mi región (el Bajo Aragón)– he trabajado mucho, en el mismo contexto de la Guerra
Civil. He acumulado, pues, una cierta experiencia, un método de análisis que me
ha resultado muy útil en este caso, ante el problema de controlar las fuentes
históricas existentes, la necesidad de entrecruzar textos oficiales, memorias escritas,
entrevistas orales a los protagonistas.
-¿Qué fue más difícil Encarnita a la hora de empezar a mirar tus
propias raíces?
-En un
primer momento la prioridad era acumular suficiente información interesante y
sólida para reconstruir el recorrido familiar: éste debía tener suficiente
continuidad y alcanzar un sentido completo. En un segundo momento se trataba de
estructurar y decidir los temas que tratar.
Por último, y es la cosa más difícil cuando se trata de presentar
testimonios de tu propia familia, decidir qué eliminar, cómo seleccionar los
datos, para evitar caer en lo anecdótico o en la fácil nostalgia.
-Porque en la familias siempre hay momentos, me refiero
entre las ramas del árbol generacional, que marcan un antes y un
después….como una luz que, de repente, se enciende. ¿Qué nos puedes
comentar?
-La luz
puede encenderse, pero puede también apagarse de golpe. La suerte, en nuestro
caso, es que no obstante el drama y el sufrimiento de la guerra, todos los
familiares sobrevivieron y pudieron contar las experiencias vividas. El antes y
el después, en este caso, me parecen marcados por la explosión de la guerra y
la llegada de la dictadura. Ambos hechos cambiaron radicalmente el horizonte de
una sociedad que parecía encaminarse, durante la Segunda República, hacia los
valores europeos de la modernidad. El antes y el después, más que por las
vivencias familiares, parecen determinados por el torbellino de la historia
nacional y europea.
-En la primera parte hablas, nos hablas y escribes de las raíces
familiares, tus raíces las de tu madre y las de tu padre….siempre es difícil ir
reconstruyendo el árbol generacional porque das con sorpresas, los hilos se
atascan, ¿cómo ha sido?
-Las
raíces comunes eran campesinas, típicas de la gente que vivía al límite de la
supervivencia material y del analfabetismo. El caso de mi madre, Encarnación,
presentaba rasgos bastante excepcionales: un nivel cultural relativamente
elevado respecto a la media, una sólida pasión por la lectura, como la de su
hermano José, con la ayuda del cual deseaba crear una biblioteca, ¡en plena
guerra civil! Poseía un optimismo y una esperanza ante los cambios sociales que
la llevaban a interesarse por las nuevas ideas y a aceptar nuevos desafíos,
todo lo cual se truncó tras el desenlace de la guerra.
-En esa primera parte, también hablas
de la Guerra Civil, pero aunque describes hechos que acaecieron, te centras,
claro, mirando por la mirilla de tus antepasados:¿en
qué te basas, cómo te has orientado para “conciliar” Guerra Civil y “recuerdo”
familiar? ,¿Todo lo fuiste recogiendo de tus
testimonios orales?...a veces nos llegan informaciones por otros canales…
-Como
ya he anticipado, un cuadro general sobre la guerra lo tenía bastante claro,
gracias a los estudios realizados anteriormente con mi marido Renato. Durante
aquellos tiempos recogí numerosos testimonios orales entre mis familiares. Para
reconstruir la historia, había adquirido además la costumbre de confrontar con
rigor fuentes documentales muy diferentes (escritas y orales). Algo nuevo para
mí era cómo afrontar y valorizar la correspondencia conservada entre mis
padres, entre el frente y la retaguardia, considerando que en muchos casos se
han hallado sólo las cartas que llegaban desde el frente y no las enviadas
desde casa. Tal vez en este aspecto aparece una novedad de esta investigación
que, a través de la correspondencia, consiente presentar la situación de la sociedad civil durante el conflicto. En efecto
he podido concentrarme en lo que condicionaba la vida cotidiana en la retaguardia:
los bombardeos, el acceso a los bienes de primera necesidad, la subida de los
precios, la búsqueda de un trabajo, etc. Las fichas temáticas sobre estos temas
acompañan y ayudan al lector en esta dirección.
-En aquellos días, la gente se comunicaba por carta, pero es muy
conciliador y alentador que haya gente que las hayas guardado con tanto cariño,
cautela. Cuéntanos cómo ha sido dar con ellas, leerlas, releerlas…
-Lo que
conmueve, en nuestro caso, es que mi padre, Joaquín, el campesino-soldado, haya
conservado las cartas que recibía desde casa, si pensamos en la situación del
frente catalán en 1938, zona y época en la que estuvo movilizado.
Otra
consideración, que puede sorprender, es la manera en que reaparecieron. Mi
madre, que nos ayudó mucho en los años Setenta en la reconstrucción histórica
de la guerra y la colectividad, no nos reveló nunca la existencia de las
cartas. Las conservó toda la vida y las guardó en un lugar de mi casa donde
sabía muy bien que tarde o temprano yo las hubiera encontrado. Eso es difícil
de explicar, salvo por una razón de pudor. Durante años dejé en suspenso el
posible uso histórico que podía darle a la correspondencia, ante un gran
problema de conciencia: ¿era lícito utilizarla públicamente? Al emprender esta investigación
dos razones me han tranquilizado: las cartas no contienen en absoluto detalles
íntimos, sino escasas referencias a la situación en el frente y numerosos
aspectos de la vida cotidiana en la retaguardia. Además se leían y releían en
voz alta ante familiares y amigos, cosa que se indica claramente en algunas de
ellas. Por otro lado, si mi madre no hubiera querido que llegaran a mis manos
las habría destruido. ¡Y por suerte no lo hizo!
-Entre la correspondencia, supongo, que hay que saber leer entre
líneas, ¿no? Aunque supongo que aquello más difícil ha debido ser la
transcripción y por el paso del tiempo y el estado del papel con la tinta el
poder leerla….
-Por lo
que concierne el estado de conservación no he tenido ningún problema en cuanto
la entera correspondencia se halla en condiciones casi perfectas, a parte
alguna mancha que no impide en absoluto la lectura, o sea que no se guardó en
un húmedo desván sino en un ambiente bien protegido. El problema más delicado
era y es la lectura de las cartas de mi padre, escasamente alfabetizado y que
además tenía que traducir sus pensamientos al castellano, siendo su lengua
materna el catalán de la Franja. Casi de inmediato abandoné la idea de corregir
los documentos escritos para hacerlos más comprensibles, opté por conservar su
autenticidad, que le exige un esfuerzo no indiferente al posible lector,
comparable al realizado por quien escribía.
-En este libro el obrerismo, el cooperativismo, los trabajadores y
trabajadoras tienen un peso muy, muy especial…no podía ser de otra manera
conociendo tu currículo, ¿no?
-Se
trata, como para otras publicaciones existentes sobre aquella época, de una
historia desde abajo, desde el mundo de los humildes, al lado de los cuales me
he situado siempre, sin traicionar mis orígenes sociales y culturales,
reivindicando su dignidad. Se trata de una parte de la sociedad que no está
acostumbrada a escribir la historia que ha producido, que como máximo la ha
podido contar. Mi ambición es la de darles a estas personas, por una vez, la
palabra directamente.
-En esa segunda parte la Guerra Civil transcurre por las cartas,
pero había, en muchas ocasiones, vigilancia sobre las mismas… Pero más que
nada, ¿de qué se habla en las cartas?
-En las
cartas se habla de la propia “patria” de entonces: la que acoge a la familia
refugiada (Martorell, Barcelona) y las que se han
tenido que abandonar durante la avanzada de las tropas franquistas, tierras y
masías en las cuales se piensa, continuamente, con nostalgia (Cretas, Flix). Este
universo es como un conjunto de islotes mal comunicados entre sí durante el
conflicto, pero que constituyen todavía los principales puntos de referencia
familiares. A estos se añaden los frentes de guerra (Segre, Ebro, Guadarrama)
donde se hallan movilizados los tres hombres de casa, un mundo desconocido y
difícil de localizar, ya que los sucesivos movimientos de las tropas permanecen
bajo la censura militar. En las cartas no aparecen elementos que censurar,
expresan únicamente los problemas de la vida cotidiana: trabajo, hambre,
alojamiento, salud, instrucción de los hijos, las relaciones familiares que se
intentan restablecer y conservar con perseverancia.
-La Tercera Parte de tu libro “Los de la mulita roja” es el
desenlace final de la guerra…es el retorno a casa, es ese duro reencuentro con
una realidad, la de los vencedores. Llega el tiempo de las represalias, del
Campo de Concentración, del castigo, de los escarmientos. Cuéntanos.
-El
regreso es difícil y con frecuencia humillante. Los castigos colectivos para
Encarnación tras un breve encarcelamiento, el campo de concentración para
Joaquín, en San Juan de Mozarrifar,
el miedo de no lograr regresar a casa, la interminable espera de los avales
desde el pueblo, son experiencias que se recuerdan y duelen durante toda la
vida. Visto a distancia está claro que todo podía terminar mucho peor: muchas
personas en el pueblo y en el resto de España pagaron un tributo mucho más
elevado, a veces por circunstancias bastante casuales, o sencillamente, por
hallarse en el lugar equivocado en un momento crucial.
Tras
los escarmientos de rigor, la necesidad inmediata de la familia de Encarnación
y Joaquín, que permanece en Cretas (el resto se queda en Flix),
es la de encontrar un refugio seguro y durante algunos años se establece en su masía
–la Fontclara– que, junto con el Molino a orillas del
río Algars, asume un valor casi mítico. No es una
casualidad que las vivencias narradas en el libro empiecen y se concluyan justo
en este lugar que, todavía hoy, representa el espacio más querido y casi
sagrado para todos nosotros. Si para mi familia actual es un lugar de intensos
recuerdos, para mis padres y hermanos fue entonces la tierra donde sobrevivir
fatigando, entre olivos y con escasos animales domésticos, durante los
terribles años Cuarenta, reconstruyendo las fuerzas materiales y morales para lograr regresar al pueblo.
24706
Los de la mulita roja. Encarnita Simoni
Riba
214 páginas 17 x 24 cms.
15,00 euros
Centro de Estudios Bajoaragoneses
‘Los de la mulita roja’, de
Encarnita Simoni Riba, narra las vicisitudes de una
familia de Cretas (Teruel) en la guerra civil
El Cesba
incorpora otro título a su colección ‘Memorias bajoaragonesas’
La estampa de una familia atravesando los Puertos de Beceite
con una mula de color rojo cargada con cuatro niños de corta edad y con los
pocos enseres que pudieron rescatar durante la estampida humana que siguió a la
caída del Frente de Aragón ha dado nombre al libro que ayer presentó en Alcañiz
el Centro de Estudios bajoaragoneses (Cesba): Los de la mulita roja. El periplo de una familia
durante la Guerra Civil española a través de sus cartas. Ésta es la primera
obra individual de Encarnita Simoni Riba, coautora
junto con su marido, Renato Simoni, de un trabajo de
investigación titulado Queretes, la col.lectivització d"un poble aragonés durant la Guerra
Civil (1936-1938), publicado en 1984 también por el Cesba.
Uno y otro no tienen nada que ver, aunque el segundo parte de las entrevistas
que la autora realizó a parte de su familia durante aquel trabajo inicial y de
las cartas que halló en la casa familiar diez años después de fallecida su
madre, quien ocultó a sus hijos-sólo ella sabrá por qué razones- las epístolas
que intercambió con su marido y sus hermanos durante la contienda.
Esa correspondencia que la madre de Encarnita conservó bajo llave es lo que ha
servido a la autora para construir un relato que parte en los años previos a la
guerra civil, cuando la familia intentaba abrirse camino viajando de un lado a
otro, pasando por los periplos de la guerra y terminando con la dureza y
humillaciones de la posguerra que llevaron a la mater familias a quedar
recluida en su domicilio para siempre.
Las 70 cartas que intercambió la familia durante esos años son el hilo
conductor de esta historia de vida de una familia común española que el Cesba ha incorporado a su colección Memorias bajoaragonesas. Es el sexto título. Algunos de los
anteriores fueron dedicados a Galo Leoz (el primero),
a Raimundo Suñer (cuarto) o a Angelina Bel (quinto).
Durante la presentación del libro, la autora se mostró "honrada" por
"poder publicar en esta colección la historia vital de la familia" en
la que "no hay batallas ni tensión, porque todos los protagonistas
sobrevivieron a la guerra". Por su parte, el director del Cesba, Ignacio Micolau, consideró
que esta obra "gustará, porque recoge a una escuela de historiadores a los
que les interesa la memoria histórica de las personas, pero no la de grandes
protagonistas, sino la de la gente común, lo que refleja perfectamente el
devenir de una época histórica".
El Cesba ha hecho una tirada de 750 ejemplares de
este sexto título de su colección. Además de los fragmentos de las cartas
intercambiadas entre los miembros de la familia, el libro -bajo el cuidado diseño
del diseñador Terès&Antolín- incorpora imágenes
de la vida familiar y de aquellos lugares por los que transitaron sus
protagonistas durante los años de la guerra.
Los de la mulita roja es un homenaje a aquellas personas y familias que
transitaron de un lugar a otro durante el drama que marcó a miles de familias
españolas. Es, según narra el autor del prólogo, Pere Muñóz
Hernández, "un homenaje al papel de las mujeres en la retaguardia y una
evocación de la represión de las víctimas durante la posguerra, ejemplificadas
en las vicisitudes, aventuras y desventuras de la madre coraje que hay detrás
de toda la familia".
A los 15 años se dio cuenta de que si no salía de su pueblo no podría
cumplir el anhelo de su vida: estudiar. Su madre cedió y la dejó partir camino
a Suiza, donde trabajó como niñera en casa de una mujer que con el tiempo la
ayudó a matricularse en la escuela de Magisterio. Movida por una fuerte
vocación por conocer la historia propia, en 1984 publicó junto con su marido el
libro Cretas, la colectivización de un pueblo aragonés durante la guerra civil
española. Treinta y dos años después vuelve a las andadas, esta vez en
solidario, con Los de la mulita roja. El peripo de
una familia durante la Guerra Civil española a través de sus cartas. La
historia de su familia.
-¿Este libro tiene algo que ver con el primero?
-Este libro narra la historia de mi familia, una historia en la que no
aparezco, porque nací más tarde. Es la historia de mi abuela materna y sus dos
hijos adolescentes, de un tercer hijo al que la guerra cogió haciendo el
servicio militar en Madrid; también la de mi madre, que ya estaba casada y
tenía un niño de siete y otro de tres en aquel momento, y la familia de un
hermano de mi padre con su esposa, con un bebé de ocho meses y una niña de
cinco. En marzo de 1938, cuando se rompe el Frente de Aragón, las tres familias
estaban recogiendo olivas en una masía de Cretas. Por miedo a las tropas de
Franco salieron de allí en dirección a Cataluña con una mula roja en la que
cargaron sus pertenencias, cuatro niños de 8 meses a 7 años, un hurón, un
reclamo de perdiz, una cabra y así cruzaron los Puertos. De ahí el nombre del
libro.
-¿Qué la empujó a escribir?
-La correspondencia que encontré tras el fallecimiento de mis padres. Eran
70 cartas que se intercambiaron mi padre y mi madre cuando él estaba en el
frente. Estas cartas son la segunda parte del libro. La primera abarca los años
previos y la tercera trata de la posguerra, con el regreso de mi padre al
pueblo, los meses del campo de concentración para mi padre y algunas
humillaciones que marcaron a mi madre para toda la vida. Es la parte del hambre.
-Su madre nunca le habló de las cartas ¿Cuándo las encontró?
-Posiblemente unos 10 años después de fallecidos los dos. Cuando hicimos el
trabajo sobre la colectivización en Cretas le preguntamos, pero mi madre,
aunque nos decía que se escribían, se reafirmaba en que no guardaba la
correspondencia.
-¿Por que cree que lo hizo?
-No lo sé, quizá por vergüenza a que viéramos que mi padre tenía muy mala
ortografía, aunque muy buena caligrafía, quizá porque no le daba importancia a
las cartas, por pudor... Cuando las encontré pensé que leerlo era como profanar
algo que ella no había querido darme. Pero no había nada íntimo en ellas,
porque al fin y al cabo aquella correspondencia estaba destinada a ser leída en
voz alta ante toda la familia. Con ello, con las entrevistas que tenía del
primer trabajo y varias biografías me decidí a darles luz pensando en
distribuirlo entre los parientes. Pero el Centro de Estudios Bajoaragoneses tiene una colección de memorias de gente
común y he tenido la suerte de que la publiquen.
-¿Qué le ha aportado?
-Mucha emoción, sobre todo al leer cada carta de mis padres. Es un material
interesante, y hemos logrado darle una estructura y dejar que los protagonistas
tengan la palabra, respetando lo que habían dicho y escrito. A través de
cartas, entrevistas y dos memorias se ha construido el libro y he intercalado
cuadros históricos sobre los acontecimientos cercanos.
-¿En casa había fuertes convicciones políticas?
-No. Mi padre participó en la colectivización del pueblo cuando llegó a
Cretas en febrero de 1937, pero no estuvo en los momentos críticos, cuando hubo
fusilamientos en 1936. Incluso un amigo suyo fue fusilado. Él se incorporó a
filas cuando lo llamaron. Mi madre sí quedó más marcada por la experiencia de
la colectivización. Ella conservó toda su vida la idea de que aquella sociedad
podría haber sido justa. Creo que dejarme emigrar a Suiza a los 15 años para
darme una vida mejor fue fruto de aquella idea.
-¿Por qué tomó la decisión de marcharse del pueblo?
-Porque quería tener nuevas oportunidades.
-Fue muy valiente.
-En realidad me gustaba el pueblo, pero sabía que en casa no había dinero
para que yo estudiara, porque sólo teníamos una finca en casa. Y en Suiza hice
las américas. Mi madre me dio permiso para un año, y
ése año se prolongó en otro. La señora con la que trabajaba le dijo a mi madre
que si le daba permiso me haría estudiar Magisterio, y así fue. No podía
negarse, porque ella siempre había leído, estudiado y durante toda su vida
había querido saber.
¿Para qué ha de servir este libro?
-Es una página, un ejemplo de una familia
humilde, común como tantas otras, que vivió el torbellino de una guerra, que
sufrió mucho y vivió modestamente.
Diario de Teruel (Maribel Sancho Timoneda)
Cód. |
Título |
Autor |
Pág. |
Precio |
Enlace |
Fecha |
24706 |
Los
de la mulita roja |
Encarnita
Simoni Riba |
214 |
15.00 |
10/11/2016 |
|
16132 |
Queretes.
La col·lectivització d'un
poble aragonès durant la Guerra Civil (1936-1938) |
Encarnita
i Renato Simoni. Prólogo de Julián Casanova.
Edición a cargo de Artur Quintana y Carles Terès |
311 |
15.00 |
16/01/2014 |
|
10687 |
Miliziano
e operaio agricolo in una
collettività in Spagna |
Nils
Lätt. Renato Simoni (ed.) |
80 |
8.50 |
23/04/2012 |
|
1103 |
Cretas.
Autogestione nella Spagna repubblicana (1936-1939). |
Encarnita
e Renato Simoni |
336 |
20.00 |
02/01/2010 |
La
escuela de Cretas durante la II República y la Guerra Civil
a través
de los cuadernos de sus alumnos
http://www.cazarabet.com/idea/textos/cretascuadernos.htm
_____________________________________________________________________
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