La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Pura Sánchez,
autora de "Mujeres en obras. La
construcción interminable de la feminidad" (Aconcagua)
Otra vez, Editorial Aconcagua ,
acierta en el tiempo , en “la causa”, en el momento y se acompaña de una pluma
muy, muy acertada.
Pura Sánchez llega, observa y
retrata, con la fina caligrafía de las palabras, a las mujeres en su
construcción, interminable, de la feminidad.
Aquello que nos dice el libro de
Aconcagua:
En este ensayo se hace un repaso histórico de 150
años de publicaciones para consumo femenino –desde el reinado de Isabel II a la
aprobación de la Constitución Española de 1978–, en las que invariablemente se
dice a las lectoras qué es ser mujer y qué se puede o se debe hacer para
conseguirlo.
La
construcción de una identidad femenina hegemónica y monolítica, desde fuera y
en contra de las propias mujeres ha sido un objetivo constante de la ideología
patriarcal. Desde la Ilustración, este objetivo se ha acometido sirviéndose
tanto de la educación formal como de la informal. Para ello, en los planes de
estudios, a través de los libros de texto, se difundían contenidos segregados,
aptos para mujeres y diferentes de los saberes a los que debían acceder los
varones. Así se educaba a las sofías, para que
desempeñaran gustosamente su papel complementario, en bien de la educación de
los emilios, protagonistas sociales y políticos
indiscutibles.
A la par que
la educación formal configuraba esta identidad femenina como una otredad
excluyente, las publicaciones para consumo femenino, las llamadas revistas
femeninas, prácticamente desde su origen, han servido a la
difusión o la configuración de la feminidad, apoyando así la labor educativa segregadora de los currículos escolares.
A la vez que
se analizan los cambios superficiales que el discurso sobre la feminidad sufre
a lo largo de este periodo, también se identifican los intentos de construir
identidades alternativas a la identidad hegemónica del «ángel del hogar» y se
da cuenta de la aparición del pensamiento feminista en algunas publicaciones
minoritarias muy interesantes.
Sabe un poco más: http://www.aconcagualibros.net/news/pura-sanchez-mujeres-en-obras-la-construccion-interminable-de-la-feminidad/
Leer más: http://www.aconcagualibros.net/news/mujeres-en-obras-18-marzo/
Si quieres acercarte a Pura Sánchez, ganarás mucho
haciéndolo de la mano de:
http://www.pensamientocritico.org/pursan0307.html
http://lanaranjadelazahar.blogspot.com.es/2009/03/individuas-de-dudosa-moral-de-pura.html
https://www.youtube.com/watch?v=z8LocFfvZ5A
Cazarabet conversa con Pura
Sánchez:
-Pura, por favor, aunque podamos y
debamos acudir al diccionario para las definiciones, es bueno que los autores
sean ellos mismos los que nos ayuden a entender los términos…Así, te
preguntamos cómo “entiendes “ tú y encajas el concepto de feminidad a la hora
de elaborar este libro: “Mujeres en obras. La construcción interminable de la
feminidad”?
-La feminidad ha sido un concepto que, desde niñas, hemos tenido como
referencia para conformarnos como mujeres futuras. “Niña, no hagas eso”, Niña,
siéntate bien”, “Niña, no te rías tan alto”, “Niña, no hables tanto”, Niña, no
juegues a eso”… eran frases escuchadas en nuestra niñez, repetidas por nuestras
madres y abuelas, que, poco a poco, de manera constante, iban configurándonos
como las mujeres que llegaríamos a ser. Estas frases trataban de corregir
comportamientos, conductas y actitudes, tanto públicos como privados, que se
consideraban inadecuados para una mujer, pero que, a veces, las niñas
adoptábamos por imitación de los miembros varones de la familia.
En el libro lo que analizo es precisamente cómo desde las revistas para
consumo femenino se lleva a cabo una labor, constante y sostenida en el tiempo,
para indicar a las mujeres en qué consiste serlo y qué hay que hacer para
alcanzarlo.
-¿Por qué ese “afán” por educar a
las mujeres?
-En el fondo de esta cuestión, subyace un concepto tan antiguo sobre las
mujeres que ya se encuentra en más de un relato fundacional mitológico y
religioso. Eva y Pandora comparten un protagonismo perverso: ser las causantes
de la pérdida del paraíso y de la infelicidad de la humanidad. Y todo porque
sucumbieron a su “naturaleza” de mujeres, que se impuso sobre todo lo demás.
Por ello, las mujeres “necesitamos” ser educadas continuamente, como el
único modo de domeñar y reconducir nuestro “natural” ser de mujeres, que nos
hace imperfectas y temibles. La educación es el medio para que las mujeres,
abandonando nuestro yo “natural”, lleguemos a ser otras, menos perversas, se
supone, y, sobre todo, más sumisas.
-En el libro “analizas” las
revistas feministas que, en realidad, han aportado mucho a la mujer: háblanos
un poco de ellas…¿No crees que todas ellas tienen como unas claras pinceladas
de librepensamiento?
-Las revistas feministas que analizo son las de la Transición. Pero me
interesa recalcar que, de modo intencionado, he realizado una lectura de estas
revistas para mujeres – desde el reinado de Isabel II hasta 1978- tratando de
analizar no solo los artículos que se inscriben en el pensamiento hegemónico
sobre las mujeres, sino aquellos otros que, aun defendiendo ideas minoritarias,
se situaban al margen de dicho pensamiento y representaban, por ello, un modo
diferente de pensar y sentir, Aunque sus condiciones de posibilidad fueran
escasas, es importante resaltar estos discursos, porque si no, se construye un
relato histórico tramposo, por el que se da a entender que lo que se narra es
lo único que ocurrió y, además, lo mejor que pudo haber ocurrido.
La historia está llena de hechos que demuestran justamente lo contrario.
En cuanto al libre pensamiento, esta cuestión es complicada. Pero, por no
extenderme demasiado, diré que, en mi opinión, ni Dios ni la Razón nos salvaron
a las mujeres. Es decir, si desde un discurso patriarcal y teocrático se
adjudica a las mujeres el protagonismo, aquí sí absoluto, en la perdición de la
humanidad, en el discurso, no menos patriarcal, de la Razón, a las mujeres no
se les proclama ciudadanas en pie de igualdad con los varones, por lo que
permanecerán en el estatus subalterno que Rousseau llamó complementariedad
gustosamente aceptada.
-También hay que admitir que hubo, por parte de la Iglesia, una intromisión
más que descarada…
-La Iglesia católica no se entromete, porque nunca ha estado fuera del
proceso de configuración de la identidad femenina. En las sociedades
occidentales europeas, la Iglesia católica concede a las mujeres el mismo papel
subalterno y sumiso que tienen estas en la organización interna de la Iglesia.
Debajo del discurso retórico sobre la importancia de figuras femeninas como
la virgen María, subyace, de forma bastante explícita, cómo la mujer debe
“sujetarse al varón. Y en dos mil años de historia el discurso no ha variado un
ápice en la práctica, aunque se haya modulado algo en la expresión verbal.
Por lo demás, en la actualidad, la jerarquía católica española es un
ejemplo claro de, por una parte, las dificultades de la Iglesia para adaptar,
siquiera formalmente, su discurso a las nuevas realidades sociales y, por otra,
de cómo la Iglesia sigue utilizando sus discursos sobre el cuerpo de las
mujeres, y su control, como un modo de evidenciar su control social. Su
capacidad para ejercer dicho control no hace más que disminuir; sin embargo, la
jerarquía eclesiástica aprovecha determinadas coyunturas sociales y políticas –
las manifestaciones por la familia o contra el aborto- para realizar una puesta
en escena de dicho control.
-Tú admites, en la introducción,
que: “La proliferación de estudios sobre mujeres ….está motivada más por los
intereses comerciales y de mercado que por la consideración de las mujeres como
sujetos históricos”. Nada, amiga que seguimos siendo objeto de manipulación….todo
esto es triste, pero es lo que hay… ¿Qué podemos hacer para empezar a cambiar
las cosas…?
-Sobre la afirmación mía que citas, no hay más que ver las revistas
actuales, para darse cuenta que el llamado “mundo femenino” solo interesa en
tanto que está conformado por consumidoras. Y es a ellas a quienes estas
revistas se dirigen, tratando de identificar la feminidad con el consumo de
determinados productos y servicios. Efectivamente, estas revistas son el
envoltorio “moderno” de una viejísima idea sobre las mujeres. Y siguen tratando
de definir la feminidad. Porque, al parecer, todavía las mujeres no sabemos
serlo.
-¿Por qué todo aquello que hacemos
las mujeres debe ser doblemente reivindicado y doblemente prolongado en el
tiempo?
-Yo distinguiría entre lo que nos hacen hacer y lo que hacemos. Respecto a
la primera cuestión, la insistencia en el tiempo es fundamental como
metodología educativa, dado que, al parecer, las mujeres tenemos una
irrefrenable tendencia a olvidar lo que se nos dice “por nuestro propio bien” y
a desobedecer lo que se nos manda, también por el mismo motivo. Y es que las
mujeres, históricamente, unas veces con más éxito y otras con menos, hemos
diferenciado lo que se nos ha tratado de imponer desde el discurso hegemónico
del poder de lo que eran nuestras aspiraciones y deseos individuales y
colectivos. Y esto también ha sido una tarea, la de reivindicar, sostenida en
el tiempo, pero no siempre presente o debidamente presente, en el relato
histórico.
Y esto me lleva a enlazar con la segunda cuestión: tenemos que reivindicar
doblemente porque se ha asentado, sobre todo desde la academia, un relato
histórico androcéntrico, que sigue siéndolo. A pesar de que a las mujeres se
nos cite en ese relato, en todavía demasiadas ocasiones no se nos considera
sujetos históricos, en pie de igualdad con los hombres, sino que nuestra
presencia histórica, ya que es innegable, se presenta como el complemento a la
presencia masculina. Y en no pocas ocasiones se confunde de manera interesada,
cuando hablamos de las mujeres, presencia con protagonismo, dos conceptos que
no son sinónimos. Porque si bien la presencia es condición necesaria para
alcanzar el protagonismo histórico, por sí sola no es suficiente.
La presencia del público en un teatro es necesaria para que se dé el
espectáculo, pero quienes protagonizan la función, en último caso y en el
teatro tradicional, no son los espectadores que se sientan en el patio de
butacas.
-Dedicas el libro a la feminidad en
las revistas llamadas “femeninas”, aunque sean arbitradas por los
hombres…Evidentemente, pueden haber diferencias en la manera de enfocar la
línea editorial de las revistas que miran a la mujer…dependiendo de si los
dirige una mujer o conjunto de mujeres o, por el contrario, lo dirige un hombre
o consejo de redacción mayoritariamente conformado por
hombres, ¿no?
-Pues creo que la diferencia no estriba en quién o quienes conforman o
dirigen el consejo editorial, sino en el concepto comunicativo y en los
contenidos de la publicación.
Algunas de las publicaciones para mujeres analizadas en mi libro contaban
con una amplia participación femenina en los distintos ámbitos de elaboración
de la revista. El problema era, y sigue siendo, la idea de mujer que tienen en
la cabeza quienes construyen la publicación. El hecho mismo de que se adjetiven
estas publicaciones como femeninas,
ya está creando un espacio segregado y segregador, es
decir, creador y mantenedor de la segregación femenina, en la medida en que
trata de educar a las mujeres en destrezas y saberes diferenciados de los de
los hombres, que las mantendrán en su estado de subalternidad,
esté disfrazada de complementariedad o no.
-El activismo social de las mujeres
ha sido históricamente muy importante…la mujer ha sido, y es, estandarte de las
movilizaciones ciudadanas; voz de los sin voz, pero ¿cómo se pasa de la calle,
la reivindicación a la “feminidad” en las revistas?
-Las revistas para consumo femenino, insisto, se dirigen a una mujer ideal,
a un estereotipo de mujer, que se propone como paradigma, y que se invita a que
imiten las mujeres de carne y hueso. La
voz de las mujeres queda relegada al espacio de los consultorios, usados por el
discurso hegemónico como un modo de fortalecerse y asentarse, llegando allí donde
otros discursos, más elaborados, más complejos, no llegarían, y confiriéndole a
este, a través de las respuestas, un carácter pedagógico y formativo,
configurador de la identidad femenina.
El activismo social, en la medida en que se ejercía en el espacio público,
estaba fuera de la generalidad de estas revistas, al igual que la llamada
actividad política, aunque estuviera protagonizada por los varones. Se creaba y
se recreaba así el planeta “mundo femenino”, un oasis de paz, a salvo de las
tensiones y enfrentamientos de la vida pública, en la que las mujeres ni podían
ni debían participar.
-¿Crees que la II República fue una
especie de “despertar” en el mundo de las mujeres?
-La II República, en la medida en que elabora una constitución en la que se
contempla la igualdad entre hombres y mujeres, representó un avance importante.
Pero debemos preguntarnos si la igualdad se alcanza solo a través de lo que se
legisla. Evidentemente, los cambios legislativos son, de nuevo, necesarios,
pero no suficientes. Los cambios legislativos deben articularse debidamente en
lo social y lo político. Y todo ello se traducirá en un cambio real dependiendo
de si la actividad política, social y legislativa tiene, o no, el poder de
cambiar las mentalidades y, por tanto, la manera de pensar-nos.
-La Guerra Civil y la dictadura,
fueron un claro retroceso en todo y para todo en la mujer y en la feminidad…
¿Cómo evalúas este período histórico en la mujer?-Y en cuanto la transición y el paso de los años
¿Cómo “han restaurado” la identidad auténtica y, sobretodo, elegida con plena
libertad por parte de las mujeres?
Para contestar adecuadamente, desde mi punto de vista, a las dos preguntas
anteriores, debo empezar por cuestionar el modo en que ambas están formuladas.
Quiero decir, por si no me he explicado con la suficiente claridad, que el
concepto de feminidad es una construcción cultural que ha tenido históricamente
el objetivo de mantener a las mujeres en un estado de subalternidad
respecto a los varones. Pero esta construcción tiene muy poco que ver con lo
que ha sido la realidad de ser mujeres históricamente. Entre otras cosas,
porque hay tantos modos de ser mujeres como mujeres. Y, aludiendo a mi
investigación pero también a mi experiencia personal, he de decir que la vida
de las mujeres, frecuentemente, ha sido una lucha denodada por pensarse a sí
mismas, al margen de esa construcción estrecha y reduccionista que se ha dado en llamar feminidad.
Por tanto, no existe, en mi opinión, ese ser de la mujer, y, no existiendo,
dado que es un constructo cultural, una entelequia que impide a las mujeres,
insisto, pensarse a sí mismas, no se puede restaurar una “identidad auténtica”
de las mujeres, porque ello supondría aceptar un planteamiento esencialista,
según el cual estarían las mujeres auténticas y las inauténticas, lo que nos
lleva de nuevo al mismo planteamiento reduccionista, paralizante y perverso
para las mujeres, de la feminidad.
En otros términos, la feminidad ha sido utilizada como un artefacto
disciplinante desde el poder y como un corsé disciplinario para las mujeres.
Dicho esto, la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista supusieron
una larga etapa en la que las mujeres, tanto las vencidas como las medres,
esposas, hermanas e hijas de los
vencedores, perdieron, en primer lugar, sus derechos políticos y sociales,
reconocidos por la Constitución de 1931.
Las vencidas, además, por medio de la represión, fueron sometidas a un
proceso de castigo y reeducación, de ellas y de sus hijos e hijas, en función
de su consideración como transgresoras sociales y políticas. La represión les
recordaría a todas dónde estaba el lugar de las mujeres y cómo había una
frontera que no debía ser traspasada. Esta idea la
desarrollo en mi trabajo “Individúas de dudosa moral”. Todo ello con la
colaboración necesaria de la Iglesia católica, claro.
Pero, aunque resulte muy evidente que todas las mujeres perdieron la
guerra, es muy importante también poner de manifiesto, por justicia y para las
generaciones futuras, sus resistencias y sus logros. Una gran enseñanza para
los tiempos difíciles.
-Podemos valorar ahora el
movimiento feminista. ¿Cómo lo ves?
-En mis intervenciones, cuando hablo de feminismo, me interesa
particularmente hacer un poco de historia, al menos desde la Transición. Porque
me creo en la obligación de dar a conocer a quiénes me escuchan cuáles fueron
los logros de las mujeres de solo una o dos generaciones anteriores a la
nuestra. Y animar a las personas a que profundicen en el conocimiento del
feminismo en España.
En ese sentido, entiendo que es particularmente interesante la lectura,
accesible en Internet, de la revista “Vindicación Feminista”. Tanto los
contenidos de la revista como el punto de vista de sus análisis y la
aproximación a los problemas de las mujeres en la España de finales de los 70
pueden resultar muy ilustrativos para la actualidad.
Y centrándonos en nuestro presente, he de decir que, por lo que conozco
como profesora de Enseñanza Secundaria, las nuevas generaciones han retrocedido
en cuanto al modo, la capacidad y la necesidad de pensarse como hombres y
mujeres.
La educación reglada sigue siendo muy ineficaz a la hora de cambiar las
mentalidades, en comparación, sobre todo, con otros cauces formativos y
comunicativos, como internet, la publicidad, los programas televisivos, etc.…
potentes mecanismos de configuración de identidades individuales y
colectivas.
Además, desde los ámbitos de poder, se ha producido una apropiación y una
desactivación del feminismo, lo que viene provocando el asentamiento de un
feminismo inocuo e inoperante, que da, no tanto a quien lo consume cuanto a
quien lo practica, un barniz de progresismo y modernidad que oculta
precisamente su desactivación como movimiento transformador.
A ello hay que añadir la adaptación del machismo a la situación política y
social, Ello ha provocado que el discurso y las actitudes machistas, lejos de
desaparecer en hombres y mujeres, hayan sufrido una mutación hacia actitudes,
comportamientos e incluso discursos, menos agresivos pero igualmente contrarios
tanto a la emancipación femenina como a la igualdad entre hombres y mujeres.
Los y las practicantes del neo machismo hablan de igualdad en términos de
agravio comparativo entre hombres y mujeres, justifican la desigualdad en razón
del mérito personal, consideran a los hombres las “auténticas” víctimas de las leyes llamadas de
igualdad y presentan el feminismo como
algo obsoleto o como el problema, no como la solución.
Por el contrario, también es interesante resaltar que, en la actualidad, el
pensamiento feminista continúa esforzándose por dar respuesta tanto a las
situaciones, complejas, de un mundo complejo- elaborando teorías, por ejemplo,
desde la descolonización de los saberes-, como intentando ofrecer a la sociedad
análisis que ayuden a transformar la realidad de hombres y mujeres.
19636
Mujeres en obras. La
construcción interminable de la feminidad. Pura Sánchez. Prólogo de Antonina Rodrigo
181 páginas
14,90 euros
Aconcagua
En este ensayo se hace un
repaso histórico de 150 años de publicaciones para consumo femenino –desde el
reinado de Isabel II a la aprobación de la Constitución Española de 1978–, en
las que invariablemente se dice a las lectoras qué es ser mujer y qué se puede
o se debe hacer para conseguirlo.
La construcción de una identidad femenina hegemónica y monolítica, desde fuera
y en contra de las propias mujeres ha sido un objetivo constante de la
ideología patriarcal.
Desde la Ilustración, este objetivo se ha acometido sirviéndose tanto de la
educación formal como de la informal. Para ello, en los planes de estudios, a
través de los libros de texto, se difundían contenidos segregados, aptos para
mujeres y diferentes de los saberes a los que debían acceder los varones. Así
se educaba a las sofías, para que desempeñaran gustosamente
su papel complementario, en bien de la educación de los emilios,
protagonistas sociales y políticos indiscutibles.
A la par que la educación formal configuraba esta identidad femenina como una
otredad excluyente, las publicaciones para consumo femenino, las llamadas
revistas femeninas, prácticamente desde su origen, han servido a la difusión o
la configuración de la feminidad, apoyando así la labor educativa segregadora de los currículos escolares.
A la vez que se analizan los cambios superficiales que el discurso sobre la
feminidad sufre a lo largo de este periodo, también se identifican los intentos
de construir identidades alternativas a la identidad hegemónica del «ángel del
hogar» y se da cuenta de la aparición del pensamiento feminista en algunas
publicaciones minoritarias muy interesantes.
Índice
Prólogo. Antonina Rodrigo
.........................................................11
Introducción
...............................................................................15
1. Educadas e instruidas
.............................................................. 25
2. Ilustradas
..................................................................................
43
3. Modernas y cultas. Cultura general / cultural integral ............. 57
4. La mujer «como debe ser», la mujer «como Dios manda» ...... 81
5. Modernas y perfectas
............................................................ 109
6. La mujer «nueva»
................................................................... 141
7. Emancipadas y liberadas
......................................................... 147
A modo de conclusión
.............................................................. 167
Epílogo. s moda: ¿una revista para mujeres del siglo XXI? .... 171
Bibliografía ...............................................................................
179
Anexo
.......................................................................................
181
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