Matonesx300.jpgCazarabet conversa con...   Bingen Amadoz, autor de “Matones (“¡Para que todos lo sepan!”)” (Pamiela)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pamiela edita un libro trepidante y valiente sobre los que mataron sin complejos, desde la mirada de los y las que sobrevivieron a las matanzas….éstos gritan y exclaman: “¡Para que todos lo sepan!”

Lo escribe Bingen Amadoz desde una narración o un ejercicio  testimonial estremecedor desde ochenta  relatos que marcan un antes y un después en las narraciones de relatos sobre lo acontecido en la represión, purga y ejercicio de odio.

El autor más allá de este libro:

https://www.pamiela.com/bloga/?p=3372

La sinopsis del libro:

La casa de los Amadoz es la última en el camino al matadero. Y ahí están ya aporreando la puerta de entrada mientras gritan fanfarrones, con la valentía que les dan las armas: « ¡Miguel Amadoz! ¡¡¡Que baje!!!». Todos los miembros de la familia se despiertan sobresaltados y caen en una pesadilla tan real como la muerte misma. Contienen el aliento y aterrorizados los hijos e hijas escuchan decir a la madre: «No vayas… que te van a matar». Es un grito angustioso, desesperado, terminal. «Me matarán –escuchan decir al padre–, pero a vosotros os dejaran vivir.» Pronto, únicamente se perciben en la casa los lloros y lamentos de la madre… sola. El padre ha bajado ya, pero no ha acertado en su último vaticinio. « ¡Que baje Vicente!», vociferan los matones. A él también lo han sentenciado. Vicente comparte cama con Salvador, mi padre. El hermano mayor esta hecho un manojo de nervios. Busca la ropa para vestirse. Tiembla como una hoja y se pelea con los pantalones y la camisa. Se resisten los botones a entrar en los ojales. Un torbellino espontáneo e inesperado nubla sus ojos. Sus 22 años se resisten a entregarse al afilado umbral de la muerte. Abajo, los matones están inquietos. Le reclaman una y otra vez. Piensan que se está retrasando demasiado. Suben en tropel a buscarlo. Mi padre ve asomar por la puerta las boinas rojas de los asesinos y con la determinación y el arrojo de sus escasos 13 años intenta defender a su hermano. Se agarra a él para que no se lo lleven, grita y patalea inútilmente ante aquella canalla despiadada hasta que los fusiles le apuntan al pecho acorralándolo contra la cama. «Quieto chaval si no quieres que te matemos a ti también» les escucha decir a quemarropa. A empujones se llevan a Vicente. Nunca más volverá a verlo. Bajan la escalera a trompicones. Lo atan con cuerdas de segadora como a los demás. Todos los hermanos y hermanas, niños adolescentes, suben corriendo al granero. Por las rendijas de la falsa llegan a tiempo de ver como arranca el camión para tomar la dirección del cercano puente sobre el río. La desolación más desnuda imaginable y una desesperada angustia se apodera de los corazones. Nada ni nadie pudo ni podrá nunca consolar una orfandad semejante. Hasta el perro fiel de la familia supo de la desgracia. No dejó de llorar en toda la noche con aullidos lastimeros.

Estos ochenta relatos atrapan y también te levantarán muchas emociones, pero te enredan en una lectura trepidante…quizás por ser directos, lo que enlazo con mucha honradez y concisos, lo que hace bueno aquello de:”lo bueno si breve, dos veces bueno”.

Se acerca al libro, Jacqueline Urla, profesora de la Universidad de Massachusetts, EE UU.

Los testimonios recogidos en Matones son tan solo una muestra. En Navarra hubo unos 3.500 asesinados y, por tanto, otros tantos dramas. Este es el elemento más trágico de la represión, pero son incontables los demás aspectos de la feroz política de humillación, robo, pérdida de empleos llevada a cabo durante la guerra, la postguerra y la dictadura. Le sucedió un período de reciclaje interesado, de pseudodemocracia tan largo como la dictadura. Los dueños del poder se dedicaron a tapar, a poner todas las dificultades posibles para no enseñar. Hay un largo rosario de órdenes primero y de desidia después, que afectaron directamente a los perdedores. No cabe todo en lo que, sin embargo, sí puede ser un compendio que resume un total inabarcable.

El objetivo final del trabajo, el ¿para qué?, es fácil de explicar. Se trata de divulgar lo ocurrido para sacarlo a la luz asuntos tras décadas de silencio.

 

 

Una generosa muestra que nos brindan Pamiela y Bingen Amadoz:

1. El miedo, esa cerrada niebla.

El miedo, esa cerrada niebla que se pega a la piel para contagiar su fría humedad. El miedo, ese fantasma que paraliza los músculos del cuerpo, esa tenaza pesada que acogota el alma, la entraña del que lo padece. ¿Qué hacer con el miedo sembrado por las peores pasiones de las gentes? Hay miedos que acompañan toda una vida. ¿Cómo desasirse del miedo que nos atrapa con sus verdades crueles hasta hacernos indefensos, débiles, vulnerables? Cuando la tiranía del miedo emponzoña a toda una sociedad víctima de la injusticia convierten a los perdedores en esclavos de la dictadura o de los que la defienden en una interminable agonía a la que denominan transición y democracia, sabiendo todos que es mentira, que no han cambiado más que la envoltura para que bajo falsas apariencias no se cambie lo fundamental, lo realmente necesario. Imponen monarquía, amejoramiento del fuero, sin consultar al pueblo. Y al miedo le dan alas para que siga aplastando.

40 años y luego 39 más. Y en agosto de 2014 en Valcardera, nuestro Delphos particular, el oráculo de los dioses rojos nos muestra su mensaje de esperanza. Viene surcando los cielos a lomos de 53 parlanchinas cigüeñas. Las cosas van a cambiar, ¡por fin! Vamos a abrir puertas para expulsar al miedo. Y ciertamente ocurre. Es mayo de 2015.

Reunimos a tres hermanas que fueron vecinas de la calle de la Merced, en el casco viejo de Iruña. Las tres son huérfanas de padre desde 1936. La Merced€ tan lejos de la justicia, tan cerca de la pobreza. El fascismo se ensañó con sus vecinos. Masacraron al barrio para "limpiarlo» de rojos. 80 años después, en 2016, las tres mujeres hablan del miedo. Se citan personajes, penurias, encuentros, insultos, y vuelven al miedo. Y al silencio inevitable provocado por el terror del nuevo orden que odia las palabras.

En el cine Príncipe de Viana mientras los asistentes esperan a que empiece la función alguien esta criticando al dictador. Un hombre se levanta y echa mano del pistolón que guarda entre la ropa y lo empuña ante el público empequeñecido, tembloroso. Todo el cine escucha su amenaza: "Al que hable mal de Franco lo mato". Y se hace el silencio. Y el miedo se inmiscuye en lo más profundo de las mentes infantiles, juveniles, adultas, allá donde ya han encontrado su sitio el dolor, la angustia y las carencias.

Se escuchan en los adoquines las grandes zancadas de Pasos largos, el requeté Benito Santesteban. Se desplaza desde el taller de la calle Dormitalería, donde se fabrican santos y se deciden matanzas, hasta la tienda de artículos religiosos abierta al público en la avenida de Carlos III. Es alto, de cara desgraciadamente fea, pero en el recuerdo destaca ante todo el miedo que sembraba a su paso.

Las hermanas nunca pudieron hacer el duelo por su padre al que apresaron cuando trabajaba alicatando las paredes de lo que pronto sería el garaje de Unsain en la plaza ahora de las Merindades. Sus captores le dijeron: "No hace falta que te pongas la chaqueta. No la vas a necesitar". Se lo llevaron y aun hoy es un desaparecido. A su familia ni siquiera le permitieron que lamentara su ausencia. En su casa no pudieron expresar dolor ante nadie. Tampoco hubo posibilidad de superarlo, de paliar la pena, de encontrar consuelo. A sus hijas se les olvidó para siempre llorar. El miedo ocupó el lugar de las lágrimas. El miedo se alargó más y más en el tiempo, anuló la capacidad de reacción e incluso se intentó colar de refilón entre las transmisiones heredadas por la siguiente generación. Pero ahí se pilló los dedos. Se transmitieron el dolor, el trauma pero el miedo no. El miedo hubiera querido generar olvido entre los perjudicados pero ahí también fracasó estrepitosamente. Siempre hubo memoria. Cada vez hay más memoria.

En la Merced había rojos y también azules, seguramente menos, pero los había. "Saludaba todos los días a la señora Babila que vivía debajo –dice una de las hermanas–, y ella solo contestaba con portazos. La escuchábamos gritar apoyada en el alféizar de la ventana: "Hay que matar también a los hijos de los rojos!". Y nosotros niños, hijos de rojos ¿que podíamos esperar? ¡Ay!, qué miedo!". Pero las ganas de matar se avinagran o se pasan. ¡Vaya usted a saber! Nadie sabe qué le pudo ocurrir a la señora Babila pero un día en vez de contestar a los buenos días con un portazo hizo pasar a la niña a su casa. "Me cogió aupas –cuenta la niña ahora viejecita–, y me dio más besos de los que me había dado mi madre en toda su vida".

La niña tuvo que trabajar muy pronto. Era vendedora de leche a los ocho años. Unos la insultaban: "¡Culo tomate!", "Hija de rojo" y otros le pedían perdón. Algunas mujeres que habían acudido a la Vuelta del Castillo para aplaudir las ejecuciones no tenían la conciencia tranquila. Se arrepentían de sus risas y aplausos. Imploraban a las niñas huérfanas que les perdonasen. Tal vez lamentaban la miseria que habían ayudado a levantar porque la tenían delante de sus ojos. Además, entre los vencedores también había miedo. Había peticiones de perdón que más bien parecían egoísmos interesados. Por si acaso. Aquella lecherita cuenta: "Había quien pedía perdón y a continuación me decía: 'Ya nos protegerás si esto da la vuelta, no?".

La madre de las tres hermanas que ahora recuerdan no perdió la cordura ni la dignidad y aún le escuchan decir: "Hijas mías encontraréis gentes buenas y malas tanto entre los izquierdas como entre los derechas». Sin embargo le partía el alma saber que a los genocidas se les había elevado al nivel heroico de los guerreros merecedores de laureles de triunfo. "¿A jugar a los Caídos? –les contestaba a sus nietas–, no, ¡ahí no os llevaré nunca!».

Las instituciones mantuvieron el monumento funerario que glorificaba la memoria de Mola y de Sanjurjo para mayor oprobio de las víctimas. Sí. Allí estaba, en medio de la ciudad el elogio de la ignominia hecho piedra, panteón excelso para recordar las órdenes estrictas de Emilio Mola Vidal, director de la sublevación:

"Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta, para reducir lo antes posible al enemigo».

"Hay que sembrar el terror€ Hay que dejar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros».

Durante 57 años han permanecido enterrados en la cripta del Monumento a los Caídos de Iruña dos de los mayores genocidas: José Sanjurjo Sacanell y Emilio Mola Vidal. En noviembre de 2016 han podido ser exhumados y sus restos han sido entregados a sus familiares. Eso ha ocurrido merced a la gestión decidida de un gobierno municipal que ya no está en manos ni de los vencedores de la guerra civil ni de sus herederos ideológicos, de sus defensores, o de los que han mirado para otro lado, manteniendo a Mola y a Sanjurjo en el lugar de honor que no les correspondía. La sola presencia del monumento ha sido una afrenta continua, una espada sangrienta colgada en el aire para escarnio de las víctimas.

Las mujeres de la Merced demuestran con su testimonio hasta qué punto resulta vinculante la actitud de las instituciones civiles y eclesiásticas con el miedo de las viudas y de los huérfanos.

Ellas reconstruyen paso a paso los 79 años de persecuciones, con sus momentos de luz gracias a mayorías políticas puntuales que lograron reconocimientos en medio de polémicas dolorosas y los escasos meses de luz, de verdadera protección.

En 2003 el Parlamento navarro, el PSOE, IU, CDN, EA, PNV, la disuelta Batasuna y Batzarre apoyaron una declaración, propuesta por la asociación de familiares de asesinados y desaparecidos de la comunidad, en la que se expresaba el recuerdo y reconocimiento hacia los millares de republicanos (socialistas, nacionalistas vascos, anarquistas e izquierdistas de todas las tendencias) asesinados por los sublevados franquistas. Los 22 parlamentarios de UPN se negaron a apoyar aquel texto que encauzaba una primera reparación hacia las víctimas de las matanzas del 36. UPN gobernaba la comunidad y su presidente Miguel Sanz ejerció como representante de su grupo para justificar la negativa a la declaración. Esta postura provocó la indignación y los abucheos de los familiares de las víctimas que asistían a la sesión.

Hubo, además, otra intervención pública que tuvo su efecto directo en el corazón de las víctimas navarras del fascismo. El arzobispo de Iruña Fernando Sebastián, en vísperas del pleno, amenazó al Parlamento con denunciarlo ante los tribunales por injurias si aprobaba la declaración en los términos en que estaba escrita. En el texto se incluía una consideración según la cual las ejecuciones se habían llevado a cabo no solo con el beneplácito de la jerarquía católica, que se manifestó públicamente en favor del Alzamiento, sino en algunos casos con su participación directa. Ciertos sectores progresistas de la Iglesia ya habían tratado de influir en las asambleas de la asociación para suavizar el texto, pero los familiares rechazaron la propuesta por práctica unanimidad.

Estos hechos mencionados en la declaración parlamentaria fueron corroborados por el testimonio de innumerables personas que vivieron bajo el terror de los victimarios y de sus colaboradores directos. Sin embargo, para el arzobispo Sebastián ese párrafo del manifiesto que refería el papel jugado por la Iglesia no respondía a la verdad histórica y era gravemente injurioso. En su opinión los fusilamientos y atropellos que tuvieron lugar en Navarra en los primeros meses de la guerra civil se encuadraban en una situación general de debilitamiento de las instituciones públicas y duros enfrentamientos entre la población.

En lugar de pedir humildemente perdón por las responsabilidades que corresponden a la institución que en ese momento presidía, prefirió hurgar en la llaga de las víctimas. Estas recuerdan muy bien, porque lo asumieron como un hito más en la larga e injusta persecución padecida durante casi toda su vida.

No conforme con esto, el arzobispo Sebastián poco antes de la celebración de elecciones, invitó a sus feligreses a tener muy en cuenta opciones políticas como la Falange, la Comunión Tradicionalista Carlista y otras agrupaciones fascistas.

Suma y sigue. Su sucesor, Francisco Pérez no se mostró conforme en 2016 con la exhumación de los genocidas y promovió una apelación contra la decisión del Ayuntamiento de Iruña.

Las mujeres huérfanas de la Merced viven ahora un momento ilusionante en el que por fin han logrado superar el miedo. La más joven de las tres relata: "Conseguí llevar en mis manos un clavel rojo desde la plaza del Ayuntamiento hasta la plaza de la Libertad y desde allí hasta mi casa. Nunca hubiera tenido el valor de expresar en la calle este sencillo gesto si el gobierno siguiera estando en manos de UPN. Si así fuera, probablemente, ni siquiera me hubiera atrevido a estar aquí ofreciendo mi testimonio».

Bienvenidos sean los tiempos que hacen desaparecer el miedo.

2. Fumar mata

En años que cabalgaban entre dos siglos Francisca Armendáriz de casa Lanako de Obanos se pone a servir en la casa de un matrimonio que vivía en la calle San Antón de Iruña. El marido es militar y sus obligaciones de servicio lo mantienen las más de las veces lejos del domicilio conyugal. Presta servicio en las guerras de la época: Filipinas, Cuba y más tarde en destinos más cercanos, pero generalmente lejos del domicilio fijo establecido por la pareja en la capital navarra. La esposa morirá en su primer parto. Así, el niño recién nacido, Alberto Lorenzo Lamas, nunca conocerá a su madre y tampoco convivirá por largo tiempo con su padre. Las visitas paternas no serán frecuentes. Pero Alberto no está solo. Francisca se ocupará de él y lo criará como si fuera su propio hijo. En ausencia del padre, Francisca retorna a la casa nativa de Obanos donde vive su hermana Leocadia con su cuñado Balbino Vélaz y sus tres hijos. Alberto será uno más de la familia y solo regresará a la ciudad, con su amatxo de Valdizarbe, cuando venga el padre a visitarlo. Pronto será definitivamente huérfano de madre y padre y la familia obanesa será en adelante la única que le arropará en todo lo necesario. No le faltarán ni cariño, ni cuidados. Clara Vélaz Armendáriz, que heredará al pasar el tiempo la casa Lanako, lo querrá como a un hermano que le supera en edad por unos pocos años.

Alberto estudia Letras en Zaragoza y una vez licenciado vuelve a Iruña y dirige por un tiempo el periódico La Voz de Navarra, órgano del Partido Nacionalista Vasco. Sin embargo, sus diferencias con el PNV no se hacen esperar dadas sus inclinaciones ideológicas, más identificadas con opciones de izquierda. Junto al tipógrafo pamplonés Ramón Bengaray, dueño de una conocida imprenta, funda la revista Abril, en la línea de pensamiento de Izquierda Republicana. Salen a la calle muy pocos números porque el golpe de Estado corta de raíz las posibilidades de toda prensa libre. Debido a su condición de periodista Alberto Lorenzo puede acercarse al Gobierno Militar en vísperas de la sublevación y lo que ve no le gusta nada. Se disparan todas sus alarmas hasta el punto de refugiarse en Lanako de Obanos mientras se decide el rumbo de la historia. "Si el golpe fracasa vuelvo a mi quehacer –piensa–, y si las cosas se ponen feas, tomo el camino hacia Francia.» En Obanos nadie, salvo su familia, sabe de su presencia, porque dadas las circunstancias, conviene pasar totalmente desapercibido. A partir del 18 de julio se desatan las malquerencias y los inesperados odios. La discreción de un principio pasa a ser para el huido escondrijo que defiende su vida ante el peligro real de los requetés, que se han hecho dueños del pueblo. En el cuarto donde duerme hay una ventana que da a la huerta. Alberto es fumador empedernido y, apoyado en el alféizar, apura calada tras calada el cigarrillo que mata su ansiedad y entretiene un obligado ocio de far niente, sin advertir que en la oscuridad de la noche la brasa del tabaco toma fuerza con cada aspiración y está siendo observada por los vecinos carlistas que viven al otro lado de la huerta. "En esa casa no fuma nadie –certifican los delatores–, el que fuma solo puede ser Alberto.»

Emilio Jaurrieta preside la Junta de Guerra Carlista y recibe la denuncia de los vecinos cercanos a casa Lanako. El Caco Del Río es un personaje chiquito y malencarado de Garés que de la noche a la mañana se ha convertido en jefe comarcal del Requeté. Tarda muy poco en acudir a la casa sospechosa. Su llamada es atendida por Clara Vélaz, una joven de 22 años. "¡Que baje Alberto!», ordena el represor. Clara niega la presencia del muchacho pero Del Río no se quiere volver de vacío. Encañona a Clara y grita: "O sale Alberto o te pego un tiro aquí mismo». El joven baja precipitadamente de su cuarto y sus captores lo trasladan preso al Fuerte de San Cristóbal, en el monte Ezkaba. Su familia de adopción conoce a través de unos y otros el lugar donde se encuentra detenido y allí se dirigen Clara y Balbino, su padre, para intentar saber algo más y si es posible verlo. El intento resulta baldío. Poco antes del cinco de agosto llega un aviso. Ese día Alberto va a ser puesto en libertad. Nuevamente, padre e hija se desplazan al monte Ezkaba en el taxi del obanés Arana con la idea de volverlo a traer al pueblo. En la puerta del penal la espera se hace larga. Recuerdan entonces que Arturo Beguiristain, cura natural de Obanos, es capellán en el Fuerte y deciden preguntar por él. El religioso accede a recibirles. Se presenta con un arma de gran calibre diciendo: "No esperéis a Alberto porque esto se va a limpiar de rojos». Dan la vuelta cabizbajos y, ya en la puerta, un muchacho de Artajona que está haciendo guardia les reconoce y les dice: "No lo esperéis más. Esta mañana se los han llevado a la Bardena. Alberto me ha pedido un cigarrillo y yo le he dado todo el paquete sabiendo que era lo último que iba a fumar».

A día de hoy no se conoce todavía con exactitud el lugar donde Alberto Lorenzo Lamas fue asesinado. Es uno más entre la multitud de desaparecidos que fueron enterrados en tumbas y fosas comunes anónimas.

Lejos de arrepentirse, los delatores, que habían perdido un hijo en el frente, insistían en sus encuentros posteriores con la familia adoptiva de Alberto que este era el culpable de la muerte de su hijo, como si el voluntariado carlista tuviera que ver con la inocencia de un joven republicano asesinado por tener ideas distintas a las suyas.

 

 

 

Cazarabet conversa con Bingen  Amadoz:

matones-luz-1.jpg-Bingen, ¿qué es lo que te ha hecho escribir este libro testimonial sobre algo más que la represión derechista, fascista y carlista de unos navarros contra otros desde el primer minuto del alzamiento militar de julio del 36?,¿más que represión podemos hablar de odio contenido que se desbocó?

-El miedo generó silencio y este a su vez desconocimiento sobre lo ocurrido. Décadas de dictadura y más décadas de “no tocarlo…que es peor”, “de pasar página sin cerrar heridas” de negar evidencias, de obstaculizar investigaciones, de no colaboración en la labor directa de familiares que fueron exhumando los restos de los suyos que estaban en cunetas, fosas… Algunos, no pocos, nos sentimos en la obligación de sacar a la luz lo que la mayor parte de la sociedad desconocía para hacer justicia a todas las víctimas. No resultaba ya soportable tanta ignorancia sobre la memoria reciente. Ya se habían hecho muchas cosas pero me faltaban reconstrucciones de hechos concretos. Y me fui a preguntar a los que sabían.

En la época inmediatamente anterior a las matanzas del 36 había conflictos sociales y políticos, más en algunas comarcas que en otras. Yo no sé si se podría hablar de odio contenido. En todo caso no creo que las enemistades fueran mayores que las que, por ejemplo, se viven en la actualidad. De hecho esa explosión de violencia sorprendió a la mayor parte de los perseguidos que no esperaban de sus vecinos unas represalias como las que sufrieron

-No sé, es que ante lo leído y acontecido en Navarra me resisto a verlo como represión, me suena más como un programa de asesinatos debidamente planificado e instigado, ¿qué nos puedes decir?

-La represión fue planificada sin duda e instigada por autoridades y representantes del nuevo “orden”. Las Juntas de Guerra Carlista se ocupaban de recibir las denuncias, elaborar las listas de “fusilables”, también de ordenar sacas y otros castigos. Esto ocurría en las localidades de mayor población en general pero también hubo particulares que se tomaron la justicia por su mano reuniéndose en las casas de los ricos que alentaban y patrocinaban a sus esbirros. A veces los contubernios se celebraban en las propias casas de los que querían hacer limpieza ideológica en sus pueblos. Hay que decir que el clero que actuaba en la represión fue el principal instigador, desde los púlpitos, confesionarios y en su contacto con la feligresía. Muchas mujeres del bando sublevado actuaron también como instigadoras tanto en el seno familiar como en la calle.

-Un libro captador de testimonios, casi como un reportaje o larga crónica, que está escrito sin tapujos y que nos muestra cómo fue de cruel esa ausencia de guerra en Navarra y en la que solamente hubo, como de repente, un ataque al blanco a todo lo que no gustaba a unos cuantos que, por otra parte, no debían de ser pocos, ¿verdad? ¿qué nos puedes decir?

-Los sublevados, los golpistas en Navarra no eran pocos, no. Hay que recalcar que no todos los derechistas o simpatizantes de la sublevación fueron matones. Algunos, (¿muchos, pocos?) aun comulgando con las ideas que triunfaban se negaron a participar en las matanzas en ninguna de sus fases. Otros en cambio sí lo hicieron implicándose muy directamente denunciando, elaborando listas, guiando a los matones forasteros en las sacas casa por casa, disparando, violando, machacando en definitiva a sus adversarios políticos y a veces sin que mediaran diferencias de tipo político, es decir por envidias, venganzas y odios varios. Yo creo simplificando que hubo muchos matones que se implicaron en pocos asesinatos y unos pocos de ellos que intervinieron en muchas matanzas.

-¿Muestra todo lo que has ido captando y demás que todo estuvo mucho más planificado de lo que puede suponerse o como se sabían o se creían muy ganadores tanto les daba ser imprevisibles e improvisadores en las matanzas y asesinatos?

-Actuaban con total impunidad, sin miedo a ser castigados ni siquiera reprendidos. Se sentían dueños absolutos de la situación. Y lo eran. Después de las trifulcas e intentos de resistencia de primera hora en puntos muy concretos de la geografía navarra, Lodosa, Corella… ya nadie pudo hacer nada para defenderse. Los republicanos estaban desarmados. Solo les quedó, en el mejor de los casos, la huida. Los dueños de la nueva situación estaban respaldados por el ejército franquista, la Guardia Civil y el poderoso Requeté, cuerpo armado de los carlistas. También por la Falange que en Navarra carecía de bases importantes aunque su relevancia fue creciendo a raíz del golpe.

- Con  la presencia de esa tripleta o “lanza de cuatro puntas”—que abarca desde  el carlismo hasta el clero, pasando por la derecha, más derechista, e incluye también al movimiento de La Falange--que se sintió ganadora desde el primer momento y que lo mostró vertiendo sangre, dolor, duelo, ausencias y muchos silencios?

-El carlismo armado, la Iglesia, con honrosas excepciones, la Falange, recién incorporada a los poderes fácticos locales y el ejército y la guardia civil fueron efectivamente quienes manejaron todos los hilos represivos, sin olvidar la prensa, Diario de Navarra, El Pensamiento Navarro y el diario falangista Arriba España fueron los que sustentaron intelectualmente la sublevación, realizando además labores de denuncia y ocultamiento.

maxresdefault.jpg-El particular mundo en el que se desenvolvieron los delatores merece capítulo aparte, ¿no?; coméntanos, por favor... ¿a todos o todas les motivaban sus ideas políticas, el odio, la envidia...?; o ¿había intereses reservados a la economía, “su economía y beneficio” o a la crueldad, simple y llanamente?

-Los delatores procedían del entorno más cercano a las víctimas. Conocían bien su trayectoria vital por haber compartido instituciones, sociedades… En los conflictos se habían visto frente a frente. Los círculos de convivencia eran pequeños. Nadie pasa desapercibido en una sociedad como la navarra diseminada en centenares de pequeñas poblaciones. Había diferencias políticas especialmente destacadas en las numerosas y extendidas luchas en favor de la recuperación de los comunales, de vital importancia para las familias menos favorecidas. Envidias existían claro está. Familias muy humildes que se apuntaron al carro del vencedor ambicionaban casas y haciendas mejores que las suyas, que a veces pertenecían a  gentes de la izquierda, labradores mejor posicionados, pequeños empresarios que habían sido buenos emprendedores. Los ricos defendían sus intereses económicos y negaban a la plebe derechos y oportunidades. Seleccionaban a sus peones, condenando a la miseria a quienes no comulgaban con su ideología. Muchos ricos compraron armas y las distribuyeron entre sus esbirros para que hicieran frente a los campesinos con ideas socialistas, comunistas, anarquistas…

Hubo crueldad, extrema en algunos casos. Psicopatías, salvajismo, fanatismo… Sin duda estos fueron algunos de los ingredientes presentes en hechos espeluznantes protagonizados por elementos que actuaban contra las leyes básicas de la condición humana.

-Podemos hablar de odio gratuito y de crueldad desmesurada...sin más...

-Sí. Hubo odio exacerbado y actos de una crueldad tremenda. Hubo matones que disfrutaban con ello y que se vanagloriaban públicamente de lo que habían hecho. ¿Estaban afectados por enfermedades de tipo mental? Para algunos casos no hay explicación lógica posible. ¿Qué llevaba a cada uno de ellos a cometer tales atrocidades? Se escudaban siempre en los grupos, en las bandas de asesinos. No actuaban en solitario. Era gente que se crecía solo cuando sentían el apoyo de otros. Los psicólogos conocerán los pormenores de este tipo de personalidades que tanto dolor y duelo fueron sembrando en el paisaje.

-En el otro lado... se queda la desesperación, la angustia, la impotencia, el miedo de miedos, la tristeza infinita... tanto hay de dolor que queda y no se va que hasta el perro de los Amadoz lo siente en aquella noche en la que no para de llorar... ostras es que tocas la fibra más sensible desde la sinopsis, ¿qué nos puedes comentar?

-Pues en el lado de las víctimas solo quedó dolor, un inmenso dolor. Una carga muy pesada que nadie de los que tuvieron aquellas vivencias ha podido olvidar en cortas o dilatadas vidas. Cuando vas recolectando aquí y allá historias vividas por testigos que mantienen lúcida su memoria te das cuenta de la magnitud de la tragedia. Cuando con ventanas y puertas cerradas escuchábamos contar a nuestros mayores su propia experiencia, asumíamos a duras penas el dolor cercano. Pero cuando vas recogiendo los dolores ajenos, en casas, residencias de ancianos, clubs de jubilados, sociedades y paseos, sientes que se desbordan nuestras capacidades de asimilación. El terror vivido es de una magnitud difícilmente imaginable.

-El ambiente que rodeaba a los asesinos y las instrucciones que éstos recibían  ¿les daba como cobertura moral para hacer todo lo que hicieron?

-Sin duda. Se sentían poderosos, respaldados como estaban por las autoridades del momento, que a su vez habían derribado de la noche a la mañana a los que habían sido democráticamente elegidos. Actuaron sin que nadie les parara los pies, antes al contrario, amparados por Requeté y Falange, es decir por los que se habían autoerigido como representantes de nadie.

-¿Llegan a autoconvencerse de que es “moralmente útil” lo que están haciendo?

-El fanatismo religioso capacitaba moralmente a algunos de los matones (muchos, pocos… ¿Quien lo sabe?) Había no pocos curas que alentaban a matar, pasaban armas en los confesionarios, fabricaban bombas y alguno de ellos exigía a las bandas de pistoleros a seguir la tarea. Ellos eran para muchos creyentes el ejemplo a seguir. En esos primeros momentos del 36, eufóricos como estaban, los sublevados, sobre todo los requetés mataban en nombre de la religión. Más tarde ya no estaban tan seguros de la bondad de sus acciones.

-Pero cuando tienes la necesidad de “autoconvencerte de algo” es que sabes que algo de lo que has hecho no estuvo bien...

-El fanatismo religioso actuaba, y hoy en día sigue actuando, como un mandamiento ciego que no cuestiona otros valores que no sean los de lecturas religiosas llevadas al extremo y apoyadas por quienes en ello tienen más autoridad moral. Claro que cuando pasó un cierto tiempo, se dieron reflexiones en algunos de ellos y de ahí surgieron arrepentimientos y malas conciencias.

-Me pregunto, ¿qué nivel de arrepentimiento presentan a lo largo de los años estos asesinos y delatores?

-Pues hubo de todo. Hubo entre esas alimañas, personajes que nunca se arrepintieron de nada, algunos se jactaban públicamente de sus hazañas al principio, luego no tanto. Hubo quien no pudo soportar la voz de su mala conciencia. Se decía que algunos enloquecieron porque los recuerdos no les permitían vivir en paz, que deambulaban por el campo gritando incoherencias como si pretendieran acallar con ello sus voces interiores. Y hubo suicidios entre los matones. Se hablaba también de muertes prematuras… Algunos de ellos achacaban lo ocurrido a su inexperiencia, a su juventud temprana en el momento de los hechos y también a las malas influencias que otros habían ejercido sobre ellos.

-Por favor, amigo: haznos una especie de retrato de los represores, delatores y  asesinos... de esos “matones” que tú nombras en el libro...

-Los retratos de los represores son tan variados como lo son las personas. Lo más terrible es seguramente saber que antes de la sublevación eran gentes tan normales como sus víctimas. Como explico en algún capítulo había entre ellos sin duda psicópatas, violadores, personas con inclinaciones perversas que en situaciones de paz permanecían agazapadas sin atreverse siquiera a asomar. Pero el golpe de estado lo puso todo patas arriba y aprovechando que cualquier mequetrefe, cualquier advenedizo, podía aspirar a tocar poder de decisión pues… Había entre ellos pasiones desatadas, ambición, envidia… Eso entre los muy pobres. Creían los más miserables que se apuntaron a las tareas represivas, que iban a escalar posiciones en la sociedad gracias a sus crímenes. Los ricos pretendían mantener su posición de prevalencia y no se manchaban las manos. Organizaban, financiaban y ordenaban a sus criados para que estos sí, les hicieran las labores de campo.

-Háblanos del proceso de investigación de este libro; cómo te lo has hecho; cómo ha sido esa investigación... seguramente que tan doloroso como ponerse a escribir el relato de relatos, ¿no?. Por favor háblanos un poco de la metodología de trabajo que has empleado....

-Las bases del libro se afianzan en dos columnas principales. Una: Me he servido de mi memoria. En mi familia se habló siempre de todo esto. Yo siempre pregunté y he tenido la suerte de poder recordar. Dos: Entrevistas a testigos directos y también a indirectos de segunda generación que habían vivido tragedias en sus familias. Decenas de entrevistas en pueblos y ciudades. Los contactos con los protagonistas los conseguí a través de amistades y conocidos y con ocasión de reuniones celebradas a lo largo y ancho de la geografía navarra para inaugurar memoriales, homenajes, exhumaciones, etc. El mundo de la Memoria Histórica se encuentra en esos eventos y ahí he conocido a muchas personas que luego fueron entrevistadas. Las entrevistas se realizaron en los lugares elegidos por los testigos, en ambientes familiares o de amistad. Fui recogiendo mucho dolor y hacerme eco de todo ello en las historias que fui escribiendo no fue fácil en absoluto. Tuve que parar en unas cuantas ocasiones porque necesitaba respirar. Se fueron acumulando tantos testimonios dolorosos que me sentí a veces sobrepasado y tuve que tomar descansos mentales.

66780567_2663699230309782_7.jpg-¿Por qué fue tan diferente Navarra (¿por el carlismo y todo lo que comporta?) a cualquier otro tipo de represión que se dio en el Estado Español...no sé, incluso en lugares en los que también triunfó el alzamiento desde un primer momento...? o preguntado de otra manera, ¿qué ingredientes presenta Navarra respecto a otros lugares para que aconteciese lo que aconteció?

-La verdad es que no me atrevo a opinar sobre similitudes o diferencias sobre lo ocurrido en Navarra para compararlo con otros lugares. Ciertamente cada territorio tiene sus propias características conformadas por la historia, las luchas sociales particulares, la cultura. Y no puedo comparar porque no he investigado los hechos acaecidos en otras latitudes, aunque sean cercanas. Tengo solamente una noción más clara de las cosas en lo referente a Navarra, porque sus gentes son las que me han hablado. Es verdad que aquí la sociedad en 1936 era fundamentalmente conservadora y por añadidura habría que añadir que carlista. Pero el carlismo fue un movimiento muy presente en nuestra historia desde principios del siglo XIX sobre todo en la masa campesina, que era absolutamente mayoritaria en Navarra. A lo largo de los años el carlismo fue evolucionando, transformándose y para opinar sobre él no serviría seguramente tomarlo como referente inamovible. Creo que sería más correcto analizarlo desde momentos históricos concretos. Su papel en el 36 fue el que todos conocemos. Pero no hay que olvidar que las víctimas socialistas, anarquistas, comunistas de los matones del 36 procedían a su vez de familias carlistas. Sus padres habían luchado en la tercera guerra carlista y más tarde a principios del siglo XX, en sus primeras décadas, por influencia de las nuevas corrientes mundiales, algunos círculos carlistas se convirtieron en bloque al socialismo o al anarquismo, en menor medida. La Iglesia siempre estuvo muy unida al carlismo, antes (en el siglo XIX) y después. El sentimiento religioso estuvo siempre muy enraizado en la cultura de Navarra. Las gentes que de carlistas pasaron a ser socialistas no abandonaron las creencias religiosas en su mayoría. Quizás convendría recordar que en Navarra no hubo en ningún momento  ataques a la Iglesia, ni quema alguna de templos. En el 36, sin embargo, casi todo el elemento eclesial se comportó como si realmente hubiera sido atacado con anterioridad.

-¿Qué bases ideológicas tiene o se retienen desde el carlismo que unido a que mucha gente tenía armas en casa—y por lo tanto el instrumento de matar—hizo que pasase lo que pasó...?

-Como ya he comentado anteriormente, el movimiento carlista tuvo una dilatada existencia en la historia de Navarra y de otros territorios como Gipuzkoa, Bizkaia, Araba, también en comarcas de Catalunya y en el Maestrazgo aragonés y aunque en su sustrato, en su base ideológica, siempre tuvo algunos elementos permanentes (conservadurismo, estrecha relación con la Iglesia Católica, defensa de los fueros) su evolución en el tiempo hace que resulten difícilmente comparables su presencia y participación en distintos hechos históricos: Tres guerras carlistas del XIX, a principios  del XX  implicación directa en el primitivo cooperativismo agrario, identificación innegable con la sublevación fascista del 36 a la que siguieron sus decepciones de postguerra o el final de su recorrido, en los años 70- 80, cuando apostaba por el socialismo autogestionario.

En los años previos al golpe de estado del 36 el Requeté se va armando y son conocidas sus reuniones de entrenamiento en lugares más o menos apartados. En las casas los viejos carlistas (algunos convertidos ya en socialistas, comunistas o anarquistas) guardaban cuatro pistolones inservibles. Cuatro. Las armas del 36 eran de reciente adquisición. Los ricos aportaron su dinero para conseguirlas y los que las usaron no eran precisamente expertos tiradores.

-Amigo Bingen y, ¿cómo se sale de una de estas?, ¿cómo salió o consiguió salir ---si es que ha salido--la parte de la sociedad reprimida de Navarra, los hijos e hijas de las víctimas directas o las mismísimas víctimas directas si no fueron asesinadas, sí víctimas de la represión?

-Yo también me lo pregunto. ¿Cómo pudieron salir a flote todas aquellas familias reducidas a la miseria? ¿Cómo sobrevivieron aquellas mujeres, viudas, cargadas de hijos, que carecían de un sueldo principal que entrara en la casa? A algunas familias incluso les habían arrebatado tierras, su casa, su ganado.  Cada protagonista cuenta cómo consiguió salir adelante. Abuelos, abuelas, tías, tíos, parientes, colaboraron muy estrechamente, para dar lo que no tenían, en un ejercicio de solidaridad extraordinario. Muchas familias quedaron desmembradas: dos hijos con una abuela, otros dos con una tía… o todos los niños y niñas o algunos de ellos acogidos por entidades de beneficencia. Las mujeres, que habían quedado en la indigencia, tuvieron que trabajar en lo que pudieron, en el campo, sirviendo a los ricos y algunas buscaron solución en nuevos matrimonios. Soportaron con mucho dolor la vecindad de los matones. Y también emigraron en la postguerra, especialmente a la costa, a Gipuzkoa y a Bizkaia para trabajar en la industria. También a Catalunya y a América. En Argentina sobre todo tenían parientes a los que pudieron recurrir. En Francia se reunificaron algunas familias. Madre e hijos se reunieron allá con el padre que había conseguido huir. Hay niños y niñas, hoy día ancianos, que cuentan cómo fueron mendigos y también como tuvieron que dormir en escaleras de vecindad y en cuartos trasteros desprovistos de luz eléctrica. Y también hubo casos extremos en los que algunas mujeres tuvieron que acceder a casarse con uno de sus enemigos.

-Consecuencias son mucho miedo y silencio... buen caldo de cultivo para mentes ignorantes; de los que no “quieren abrir heridas”; de los que no quieren ni se preguntan nada… ni, quizás, busquen a los suyos... y mejor caldo de cultivo para que vuelva  a crecer el fascismo; ¿qué nos puedes reflexionar?

-Así es.  Después de la gran tragedia, miedo y silencio. Habían ganado los malos que se creían buenos y ellos mandaban sin que nadie pudiera rechistar. Fuera de los espacios privados y cerrados ni siquiera se podía hablar. En las casas de los culpables no se habló del tema, porqué al fin y al cabo y ya cuando las cosas se fueron serenando y hubo tiempo para la reflexión, muchos de los que habían matado no debieron considerar tan honrosas sus vivencias y no las transmitieron. Eso parece. En todo caso y si algo supieron o sospecharon sus descendientes, estos guardaron silencio absoluto. El tabú continúa existiendo a día de hoy. En las casas de las víctimas también hubo silencio, por miedo. En muchas familias represaliadas nadie escuchó nada a sus progenitores o si lo hizo fue en contadas ocasiones. En otras familias se transmitió todo el dolor vivido y finalmente prácticamente todos los descendientes de los asesinados han podido poner nombre y apellido a los culpables. Hace unos pocos años me sorprendí en ocasiones por el gran desconocimiento que de los hechos se tenía en la sociedad. Comprendí que el silencio y el miedo estaban detrás de esa ignorancia y que la memoria seguía agazapada esperando la ocasión propicia para dar a conocer lo que debía ser sabido. Ya no era posible conseguir justicia porqué los matones habían ido muriendo en sus camas, pero si se podía reparar la injusticia existente en relación a las víctimas directas de la violencia y a sus familiares. Me sentí obligado a preguntar para luego divulgar. Es una forma de reparación. La única que nos queda. No sé si conocer lo ocurrido parará los pies a quienes están dispuestos a seguir defendiendo el horror del fascismo. Creo sin embargo, que no conocer el pasado sería todavía peor.

-Y los asesinos, delatores, ¿cómo se mueven hoy por hoy?

-Pues, desaparecieron sin que la justicia cayera sobre ellos. Murieron. Algunos prematuramente y otros de puro viejos. Aun conociendo lo que hicieron, algunos hijos de matones los defienden como si fueran héroes, lo cual resulta sumamente hiriente para los descendientes de las víctimas de aquella sinrazón. Otros no los defenderán jamás. Por humanismo o incluso porque militan en organizaciones antifascistas. Las cosas evolucionan en el seno de las familias que a veces se hacen irreconocibles.

-La transición, la pseudodemocracia... se construye o reconstruye desde la dictadura ante una especie de pacto de pasar la página, de no pedir cuentas ante los delitos frente a los derechos humanos, de robos y pillajes de todo tipo y catadura...de tapar y tapar...así los silencios se perpetuán, los miedos siguen y se retroalimentan, el escarmiento está presente hasta en la sopa y la sociedad crece en una democracia carcomida, de plástico, maniatada...todo se vuelve demasiado irrespirable....y así sigue, solo que hoy es peor que ayer y quizás mejor que mañana...

-La transición consistió efectivamente en tapar, en mirar para otro lado. Todavía era tiempo para hacer justicia pero esto no era Alemania. Allá los fascistas habían perdido y aquí eran los ganadores y dictaban las normas que mejor les convenía para la nueva fase: Tapar, no hablar del tema. Las primeras exhumaciones las hicieron las familias sin apoyo de instituciones ni partidos. Y pasaron más años de pseudodemocracia repitiendo una y otra vez que aquello quedaba lejos, como si nuestra referencia más cercana, nuestros padres, fueran personajes de otro siglo y la Iglesia siguió diciendo que había que perdonar, sin que nadie hubiera pedido perdón. ¡Tenían tanto para hacerse perdonar¡. El movimiento en favor de la memoria ha tenido respuestas desiguales. En nuestro entorno, en Navarra,  surgió hace ya décadas un movimiento fuerte que ha investigado, difundido y honrado a los asesinados en numerosos lugares de memoria, diseminados por toda la geografía. En ese sentido considero que somos unos privilegiados aunque cierto es que nadie nos regaló nada. La iniciativa popular impulsó proyectos que pudieron hacerse realidad y finalmente las instituciones, Parlamento, Gobierno, Ayuntamientos, gracias a los aires renovados de la nueva política navarra han hecho suyas las reivindicaciones y peticiones de los grupos de memoria.

-Y esta catarata de despropósitos todavía se hace más evidente ante períodos históricos encuadrados en crisis humanas, sociales, sanitarias, ambientales, económicas y en esas andamos metidos, y de lleno, en este momento, ¿cómo lo ves?; ¿qué nos puedes reflexionar?

-La pandemia que estamos viviendo nos muestra efectivamente el carácter y las maneras de unos y otros. Ante las crisis, lo peor y afortunadamente también lo mejor del género humano, aflora para tristeza y alegría de todos los que vamos en el mismo barco. Mientras que los sanitarios y cuidadores, arriesgando su propia salud lo dan todo para salvar vidas, algunos de sus vecinos los rechazan cuando vuelven a descansar a sus casas, colocando carteles que les invitan a desalojar su vivienda habitual. Personas de edad que han logrado superar la enfermedad se encuentran con el rechazo de algunos convecinos cuando retornan a su domicilio. Incomprensible. Solo se entiende porque sabemos que el miedo y la maldad existen. Han surgido como setas en cambio iniciativas de ayuda vecinal para hacer más soportable este período a los más vulnerables. Ha habido mucha solidaridad y también lo contrario. Es indignante comprobar cómo día tras día, saltándose todas las precauciones que exige el estado de alarma, los más adinerados muestran exaltados sus exigencias antidemocráticas, haciendo caso omiso al bien común. ¿Pero cuando se preocuparon los dioses efímeros de las altas esferas por la vida los humildes?

 

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