Cazarabet conversa con... Vicent Sampedro Ramo, autor de “Inhabilitación
absoluta y perpetua. La represión franquista contra los masones de Castelló”
(Universitat Jaume I)
Vicent Sampedro Ramo escribe este ensayo de
investigación dentro de la colección Historia, Memoria de Publicacions de la
Universitat Jaume I de Castelló.
El libro analiza de manera minuciosa y
pormenorizada la represión franquista contra los masones de Castelló.
Hagamos un poco de memoria y pongámonos al día
sobre “lo básico”: https://es.wikipedia.org/wiki/Francmasoner%C3%ADa
La sinopsis del libro de investigación sobre
la masonería en Castelló:
En el ochenta aniversario de la infame Ley
sobre Represión de la Masonería y el Comunismo de 1 de marzo de 1940, este
libro representa fruto de varios años de investigación, sobre la represión de
los masones de la provincia de Castelló, tanto los que formaron parte de alguno
de los cinco pequeños talleres masónicos, una logia en Vila-real y cuatro
triángulos ubicados en Nules, Castelló de la Plana y Torreblanca, en activo
entre 1905 y 1938, como de aquellos castellonenses iniciados en logias del
resto del país, entre los que se cuentan personajes de la talla de Marco Miranda,
Sos Baynat, Royo Gómez,
Pascual-Leone o Peña Masip.
El régimen franquista fue esencialmente represor y los masones fueron unas de
sus principales víctimas, a veces injustamente olvidadas. Vicent
Sampedro realiza un ejercicio de memoria histórica, con un estudio en
profundidad de quienes fueron los masones castellonenses y de cómo la
pluralidad de formas de la represión les castigó, especialmente por parte del
TERMC, con actuaciones que se prolongaron hasta 1964. Merecen una reparación,
inspirada por los principios de memoria, dignidad, justicia y verdad. Junto al
resto de las víctimas constituyen una referencia ética para nuestro sistema
democrático.
Vicent Sampedro Ramo: es licenciado por la
Universitat de València y Doctor en Historia Contemporánea por la Universitat
Jaume I de Castelló. Miembro del Grupo de Estudios Históricos de la Masonería
Española, forma parte como investigador de la Cátedra Interuniversitaria de
Memoria Democrática. Especialista en la historia de la masonería en el País
Valenciano y la represión franquista, entre sus monografías destacan: La maçoneria valenciana i les lògies
accidentals durant la
Guerra Civil —Consell Valencià
de Cultura, 1997--- Julio Cervera Baviera, republicano y masón-UJI, 2015—Y Los
hijos de la viuda. La masonería en la ciudad de Alicante 1893-1939—Universitat
d´ Alacant, 2017--.Junto a Ricard Camil
Torres publicó publicó: 1936 València-Barcelona. El
nacionalista Josep Rodríguez Tortajada, regidor i president del València F.C—Editorial Tres i Quatre, 2014---.Ha publicado cuarenta artículos y ponencias
en revistas y obras colectivas, ha impartido conferencias y participado en
varios congresos.
El Grup d´ Història Local i Fonts Orals de la Universitat Jaume I tiene su implicación en
este libro. Así que vamos a tratar de explicar cuáles son sus objetivos: “el
objetivo prioritario investigar y rescatar la memoria colectiva de momentos
históricos cruciales como la Segunda República, la Guerra Civil, el Franquismo
y la Transición Democrática y el papel que en el escenario de España ha jugado
Castellón y nuestros pueblos. Por otro lado, pretendemos mostrar cómo nuestros
antepasados vivieron y percibieron la realidad: normas, representaciones y
formas de vida cotidiana, modelos de género, profesiones tradicionales y
modernas, celebraciones religiosas y profanas ,
espacios de sociabilidad y de ocio.
¿Quiénes forman ente colectivo?; “El colectivo
está formado por profesionales de la historia y los archivos….”
¿Qué actividades realizan?: “….entre las más
destacadas realizan entrevistas orales,
recoge fuentes gráficas e inventaría y cataloga archivos públicos y privados
para facilitar la búsqueda de la historia de los pueblos de Castellón…”.
¿Qué han conseguido?:” Fruto de estas tareas
surgió la creación del Centre de Documentació de Recuperació de la Memòria Històrica Local en la Universitat Jaume I en 2005 para
recoger este patrimonio histórico y acercar la historia de nuestras comarcas a
la ciudadanía”
Cazarabet
conversa con Vicent Sampedro:
-Amigo, ¿nos puedes poner en antecedentes de lo que fue la francmasonería
en Castellón y provincia?
-Como en
todo el resto del país la masonería fue un fenómeno que se extendió en la
provincia de Castelló durante el Sexenio Democrático y tuvo un fuerte impulso y
desarrollo durante la Restauración hasta lo que denominamos la crisis
finisecular de la masonería, cuando, en agosto de 1896, la policía del gobierno
conservador de Cánovas del Castillo irrumpió en la sede del Grande Oriente
Español de Madrid, deteniendo a algunos de los allí presentes y confiscó
documentación. La causa fue las acusaciones de connivencia con los rebeldes
filipinos del Katipunan, que se habían rebelado
contra el dominio colonial español. Se inició una persecución que afectó al
resto de obediencias y por la cual las actividades de la masonería española
prácticamente desaparecieron. Las logias castellonenses, sobre las que Joan
Carles Usó Arnal realizó un profundo estudio a principios de la década de 1980,
dejaron de trabajar y desaparecieron. Pero no solo se vieron afectadas por
estas circunstancias, puesto que ya desde 1892 se apreciaron síntomas de crisis
internas y la salida de la masonería de buena parte de los principales
dirigentes del republicanismo castellonense, que habían sido los grandes
impulsores de la institución. El primero fue Fernando Gasset Lacasaña, el líder del republicanismo en la provincia hasta
el inicio de la Guerra Civil, quien en 1891 pidió la plancha de quite,
entrando, como se dice en el lenguaje masónico “en sueños”. Gasset había
llegado a ostentar el grado 30 y fue venerable maestro de la logia Esperanza 5ª
nº 214, de Castelló de la Plana. En los años sucesivos, otros líderes
republicanos, como Emilio Santa Cruz, Manuel Bueso,
José Cortés, Enrique Dávalos, Matías Ferrer Porcar,
José Forcada o Carlos Llinás siguieron su ejemplo.
Como ya expresó Joan Carles Usó y yo he corroborado, las causas de la crisis
fueron la falta de motivación y desinterés de los miembros de las logias,
reflejada en el absentismo a los trabajos, factores de tipo económico, motivados
por la grave crisis de aquellos años y la enorme presión que los sectores
conservadores e integristas ejercieron contra la masonería, especialmente en
Castelló a través de la revista católica La
Verdad. Y no hay que olvidar que el fortalecimiento y el liderazgo del
republicanismo castellonense experimentó en estos años hizo derivar los
esfuerzos hacia el campo de la política por parte de sus principales dirigentes
que en la década de 1890 consiguieron consolidar su dominio en la política
municipal y mantuvieron representación en las Cortes en varias legislaturas. Lo
mismo sucedió, curiosamente a partir de 1928. Aunque en 1895 aún estaban en
activo personajes como Francisco Fletcher, Mateo Asensi, Sebastián Esparducer,
Vicente Gea Mariño o Vicente Sos
Ferrando, en 1898 ya no hay constancia documental de actividad de la masonería
en la provincia de Castelló que, a diferencia de lo que sucede en Alacant y
València no pudo superar la fractura producida en este periodo. Ninguno de los
grandes protagonistas de la masonería castellonense volvió a la actividad tras
la superación de la crisis, en los primeros años del nuevo siglo. Hay un
elemento de ruptura total con la etapa anterior en los talleres surgidos a
partir de 1905, que fueron esencialmente fruto de la influencia de la masonería
valenciana, o de la catalana en el caso del triángulo de Torreblanca. En
nuestro trabajo, nos hemos centrado en los cinco talleres masónicos –cuatro
triángulos y una logia- que se constituyeron en la provincia de Castelló en las
tres primeras décadas del siglo XX, en las que hemos identificado a un total de
treinta y seis masones, aunque en algún caso fueron miembros de dos talleres
distintos. Pero fundamentalmente nos hemos centrado en lo que significó la
represión que el régimen franquista ejerció contra los masones castellonenses
en la posguerra, con la aplicación de la Ley de 1 de Marzo de 1940 sobre
Represión de la Masonería y el Comunismo y el establecimiento del Tribunal
Especial, que los condenó. Fueron un total de veintiséis sumarios, que
afectaron a veintinueve de los masones castellonenses. De los otros siete no
hay constancia documental de su incoación. También hemos analizado la
trayectoria y las condenas de un total de treinta y dos masones castellonenses
que fueron miembros de logias fuera de la provincia, especialmente en Valencia,
Madrid, Barcelona y Alicante, muchos de ellos destacadas personalidades de la
política en aquellos años, como lo fueron seis de los diputados elegidos en la
circunscripción en las tres legislaturas republicana o tres gobernadores
civiles de la provincia en los años de la Segunda República. Como la represión
franquista contra los masones fue una auténtica aberración jurídica, se les
incoó sumarios a muchos de los masones del siglo XIX, que en el caso de los
escasos supervivientes hacía casi cinco décadas que no estaban en activo. Como
muestra hemos analizado once de estos sumarios y señalado muchos más. En total
hemos analizado sesenta y nueve sumarios del TERMC, que afectaron a setenta y dos
masones, a los que añadimos un sumario por delito de comunismo, del que también
se ocupó este Tribunal Especial, aunque fueron muchos menos que los que
afectaron a los masones.
-¿Cómo eran los diferentes triángulos
y qué características presentaban?
-El primer
taller masónico que se crea en el siglo XX en la provincia de Castelló fue el
triángulo Hijos de la Severidad nº
56, de Nules, que tuvo como logia madre la Severidad
nº 102 de Valencia, de la que procedían sus fundadores. Tuvo entre 1905 y 1912
siete miembros. En la década de 1920 aparecen el triángulo La Montaña nº 1, también de Nules, con doce componentes entre 1923
y 1928, la logia Sol Naciente nº 8 de
Vila-real, que tuvo dieciséis miembros entre 1924 y 1928 y el triángulo Castalia nº 2 de Castelló, un taller del
que apenas hay referencias, del que hemos identificado a tres de sus miembros.
Todos ellos fueron auspiciados por el Grande Oriente Español (GOE) y los
talleres de los años veinte lo fueron por la Gran Logia Simbólica Regional del
Levante, tras la reforma federal del GOE. En todos estos casos sus fundadores
fueron iniciados en logias valencianas, la Federación
Valentina nº 2 y la Patria Nueva
nº 4. Ninguno de estos talleres consiguió llegar en activo a la década de 1930
y todos se caracterizaron por una escasa implantación. Lo mismo sucedió con el
único taller masónico existente durante los años de la República, el triángulo Francisco Ferrer y Guardia nº 113 de
Torreblanca, fundado por un masón, Daniel Ahís, que
había residido en Barcelona y se había iniciado en la logia Adelante nº 8, auspiciada por la Gran
Logia de España (GLE), obediencia. Al establecerse en Torreblanca en 1935,
fundó el triángulo, auspiciado por la GLE.
Los masones
castellonenses fueron fundamentalmente de ideología republicana, aunque en
buena parte de los casos estaban adscritos al Partido Republicano Autónomo de
Castelló, liderado por Gasset, aunque también hay militantes de partidos como
Acción Republicana, radical-socialistas, Izquierda Republicana, Unión Republicana
Nacional y la Esquerra Valenciana de Marco Miranda. Un socialista como José
Castelló-Tárrega, alcalde de Castelló de la Plana en
1936 fue acusado de ser masón, pero no lo era en esos momentos, aunque sí lo
fue en su exilio en México. Los masones de Nules y Vila-real se iniciaron en la
masonería en unos momentos en que la Dictadura de Primo de Rivera coartaba las
libertades esenciales y vieron en la masonería la red de sociabilidad más
adecuada para luchar contra este régimen en pro de la República, fenómeno que
se dio en todo el país, a pesar de las reticencias de los miembros del Supremo
Consejo del Grado 33 y de algunos de los principales dirigentes del GOE, que
querían evitar la politización de las logias. Y cuando el régimen entró en una
profunda crisis, a partir de 1928, muchos masones y entre ellos los
castellonenses abandonaron la masonería para centrarse más profundamente en la
actividad política.
-A qué obedecían los diferentes
nombres y las diferentes nomenclaturas?
-En el caso
del primer triángulo de Nules, el Hijos
de la Severidad, su nombre hacía referencia explícita a su logia madre, la
logia Severidad de Valencia. Del triángulo
La Montaña, creemos que hace referencia a la Serra d’Espadà,
lugar emblemático para el valencianismo. El triángulo fue fundado por uno de
los miembros de Hijos de la Severidad, con el apoyo directo de Vicent Tomás i Martí, natural de Artana,
que era uno de los más destacados líderes del valencianismo político y
cultural, que en aquellos años residía en Valencia y era un destacado miembro
de la logia Les Germanies nº 6. Había sido el
fundador de una revista, El Crit de la Muntanya,
fundamental en la concepción del valencianismo agrarista y creemos que de ella
sacó el nombre el triángulo, cuyos otros dos miembros fundadores fueron su tio, Juan Martí Portalés y su
hermano Joan.
En cuanto a
la logia Sol Naciente, el nombre hace
referencia a uno de los elementos simbólicos de la masonería, que representa la
Luz que libera de las tinieblas. El triángulo Castalia hace referencia tanto a
su localización como a una de las logias del siglo XIX de Castelló de la Plana.
Finalmente, el triángulo de Torreblanca adoptó su denominación en homenaje al
pedagogo catalán Francesc Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna,
masón y mártir de la libertad, pues fue ignominiosamente ejecutado por el
gobierno de Maura en 1909, bajo la falsa acusación de ser uno de los promotores
de la Semana Trágica de Barcelona.
-¿Lo más al norte que llegaron
algunas de las logias o círculos masones más conocidos era Torreblanca?,
coméntanos por favor….
-Como hemos
señalado, el núcleo fundamental de la masonería castellonense en estas primeras
décadas del siglo XX estuvo centrado en la Plana Baixa,
especialmente en Nules i Vila-real, aunque también hubo miembros de estas
logias que residían en Artana, Borriana
o Betxí. Todos sus componentes estuvieron bastante
interrelacionados, dándose algún caso en que formaron parte de los dos
talleres. La ciudad de Castelló de la Plana tuvo masones entre sus naturales y
vecinos, aunque mayoritariamente afiliados a logias de Valencia o Madrid,
puesto que el triángulo Castalia
apenas tuvo entidad y una vida muy efímera. El caso de Torreblanca en la Plana
Alta tuvo características especiales, sin ninguna relación con los talleres
masónicos anteriores. Como hemos dicho, su fundador se estableció en la
localidad en 1935, procedente de Barcelona. De este triángulo, como en general
del resto de la masonería castellonense, se ha conservado muy poca
documentación original, hasta el punto que solo conocemos a dos de sus
miembros. Para constituirse un triángulo, al menos se necesitan a tres masones
y creemos que seguramente fueron algunos más, pero no aparecen más referencias
y tampoco los órganos represores del franquismo las encontraron.
-¿Qué relación directa con la
política llegó a tener la francmasonería?;¿le podemos
poner nombres de políticos que más o menos destacasen en la vida política y
pública y que fuesen masones?
-Por las
características especiales de la masonería castellonense, a diferencia de lo
ocurrido en València o Alicante, no podemos hablar de una relación directa o de
una influencia de la masonería en la política. Como
hemos comentado, los dos talleres más importantes, el triángulo La Montaña de Nules y la logia Sol Naciente de Vila-real surgen en un
momento de represión del republicanismo, durante la dictadura de Primo de
Rivera. Los republicanos, que veían coartada su actividad política, vieron en
la masonería una institución afín en cuanto a los ideales y con unas
características, especialmente la discreción en sus actividades (que no el
secreto) que les venía muy bien. Era una red de sociabilidad muy adecuada a sus
intereses. Sin embargo, con la crisis de la dictadura, la actividad política
prevaleció sobre la masónica y ambos talleres desaparecieron, fracasando el
intento de crear una nueva logia en Borriana. Las dos
figuras políticas más destacadas de estos dos talleres fueron Manuel Usó Jarque, alcalde de Vila-real entre 1931 y 1936 y Rafael
Arnau Catalá, primer alcalde republicano de Borriana.
Donde sí encontramos un protagonismo político mucho más relevante es en los
castellonenses que fueron masones en logias fuera de la provincia. Y su
militancia política y su actividad masónica estuvo muy
entrelazada. Como hemos comentado, el líder del republicanismo castellonense
Gasset Lacasaña había sido masón en la década de
1880. El caso más relevante fue el de uno de los principales líderes del
republicanismo blasquista y posteriormente fundador
de Esquerra Valenciana, Vicent Marco Miranda, natural
de Borriana, que fue uno de los principales líderes
al mismo tiempo de la masonería valenciana, grado 33 y primer Gran Maestre de
la Gran Logia Regional del Levante en 1925. Diputado en las tres legislaturas
republicanas y primer alcalde republicano de València en 1931, siempre llevó
con orgullo, incluso en sus intervenciones en el Congreso de los Diputados. Lo mismo sucede con
otros personajes como José Royo Gómez, ilustre geólogo y paleontólogo y
diputado en 1931, que fue un alto cargo, al mismo tiempo, de la masonería
madrileña; Álvaro Pascual-Leone, natural de Vinarós, diputado en las tres legislaturas y magistrado del
Tribunal Supremo en 1936, miembro de las logias valencianas Les Germanies
y Blasco Ibáñez. También fueron
masones los diputados Francisco Gómez-Hidalgo, Francesc Casas Sala y el
segorbino Darío Marcos Cano, o el presidente de Acción Republicana de Castelló,
Miquel Peña Masip, que había sido miembro de la logia
valenciana Federación Valentina y ya
hemos señalado la condición de masón de uno de los promotores del valencianismo
político y cultural de los años veinte, Vicent Tomás
i Martí. Tres gobernadores civiles de la provincia de Castelló eran masones:
Francisco Escola Besaba, Antonio Navarro Sánchez de
Úbeda y José Jorge Vinaixa. De todos ellos hemos
analizado su trayectoria masónica y política y sus condenas por parte de la
represión franquista.
-¿Qué perfil tenía el ciudadano que se aproximaba a la francmasonería en
la provincia de Castellón? ¿Y el político en particular?
-Las
características comunes de quienes se acercaron a la masonería en las décadas
de 1920 y 1930 eran fundamentalmente una actitud progresista, favorable a la
laicidad y en algunos casos cercanos al anticlericalismo imperante en los
sectores más avanzados de la sociedad. Su ideal político era la República, no
dudando en oponerse frontalmente a la Dictadura de Primo de Rivera. Sin
embargo, la evolución política que sufrió el país durante el periodo
republicano hizo que algunos de ellos, adscritos al republicanismo radical,
liderado por Lerroux y por Gasset en Castelló, evolucionaran hacia posiciones
moderadas, no dudando en aliarse con la derecha a partir de 1933 y en oponerse
al Frente Popular en 1936, por lo que llegaron a sufrir alguna persecución
durante los primeros meses de la guerra. Fue el caso especialmente de Usó Jarque y algunos otros miembros de la logia de Vila-real.
En el resto de los casos no dudaron en alinearse en la defensa de la República
tras la sublevación militar de 1936 y en la posguerra fueron castigados por
ello, tanto por la Jurisdicción Militar como por los Tribunales Especiales de
Responsabilidades Políticas, cuyos expedientes en el caso de los masones castellonenses
hemos también analizado, como, por supuesto, por parte del Tribunal Especial de
Represión de la Masonería y el Comunismo.
-Tener cierta militancia
política---de izquierdas con todo el abanico de matices , republicano..--- y ser masón eran dos ingredientes para que la
represión se encarnizase más, ¿no?
-El régimen
franquista fue, esencialmente, un régimen represor. Todos aquellos que se
opusieron de alguna forma al levantamiento militar y que defendieron a la
República fueron severamente castigados tanto por la Jurisdicción Militar, como
por los Tribunales Especiales de Represión creados al efecto en 1939 y 1940. Y
también todos los procesos depurativos que afectaron a colegios profesionales,
funcionarios y entidades de todo tipo. Se buscaba la eliminación física del
adversario o su castigo a través de la cárcel, pero también llevar a la miseria
a las familias y en definitiva la muerte civil de todos los opositores. La
represión fue dura y larga en el tiempo, desde el mismo 18 de julio de 1936
hasta la muerte del dictador. Y tuvo un carácter pluriforme.
Se iba contra las personas, pero sobre todo contra las ideas. Pero de lo que no
cabe duda es que comunistas y masones fueron las bestias negras del franquismo,
quedando amalgamados, junto a los judíos, en esa expresión que ha calado en el
inconsciente colectivo español, presente incluso en la actualidad en algunos
sectores y que encarnaba a los
responsables de todos los males: el «contubernio judeo-masónico-comunista»,
que fue un lugar común en la construcción ideológica del régimen franquista, en
la que se englobaba a los enemigos de la patria y la religión y a la que Franco
hizo referencia constante, incluso en su último discurso público, en la Plaza
de Oriente, el 1 de octubre de 1975. Fue una entelequia que sin embargo se
convirtió en la base de toda una construcción teórica de la represión y del
afianzamiento del nuevo régimen. Los militares rebeldes y buena parte de sus
partidarios, entre los que destacaba la jerarquía eclesiástica, veían en la francmasonería,
que era identificada plenamente con el régimen republicano, la personificación
de todos los males de España y la causante, aliada con judíos y marxistas, de
innumerables crímenes contra la religión y la patria que debían ser purgados de
la forma más dura y sistemática posible. Los masones fueron repudiados por
todas las facciones que conformaban el universo de los sublevados. La Iglesia
condenaba los principios secularizadores y de laicidad que pregonaba la
masonería. La vieja derecha su ideal democrático y los nuevos fascismos la
acusaban de decadente y cosmopolita y fundamentalmente de estar dirigida desde
el extranjero por unas fuerzas ocultas que protegían los intereses de la
plutocracia judía. Los valores que defendía la masonería eran los que
condenaban absolutamente los sublevados. A los masones se les castigó por el
hecho de serlo. Si a eso se unía una militancia política en alguno de los
partidos que defendieron el Frente Popular y la República o actuaciones en
contra de la sublevación, se les aplicaba toda la legislación represiva que fue
mucha, por lo que podemos hablar, sin ningún ámbito de duda del carácter pluriforme de esta represión.
-Háblanos de esa represión, ¿cómo
era?; ¿en qué consistió?
-Desde el
mismo inicio de la sublevación militar, en las zonas que cayeron en manos de
los militares rebeldes se persiguió con saña a la masonería. Sus locales fueron
asaltados, su documentación, enseres, joyas y distintivos, requisados y sus
miembros detenidos y en muchos casos asesinados, mediante la aplicación del
Bando de Guerra, es decir, sin juicio previo. Fue lo que les pasó a muchos
masones andaluces, aragoneses, gallegos, de las provincias castellanas o del
Protectorado de Marruecos durante los primeros meses de la guerra. Se inició un
proceso de acumulación de pruebas mediante la creación de diversos organismos
que culminaron en mayo de 1938 con la creación de la Delegación del Estado para
la Recuperación de Documentos a cuyo mando Franco puso al carlista Marcelino de
Ulibarri, antiguo amigo suyo. Los equipos a su mando
se encargaron de la requisa y confiscación de miles de documentos, tanto
políticos como masónicos, que eran enviados a Salamanca donde fueron ordenados
para su utilización como prueba documental. Y los documentos masónicos conformaron
una parte importante de esta requisa. En 1938 un jurista afín a los sublevados,
el catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Salamanca Isaías Sánchez-Tejerina fue encargado de realizar un dictamen que sirviera
de base legal para perseguir a los masones, puesto que hasta el inicio de la
guerra ser masón no era delito y las logias se encontraban amparadas por la Ley
de Asociaciones de 1887, presentando sus estatutos y reglamentos para su
aprobación por parte de los gobiernos civiles. En base a ese dictamen se
tipificó el delito de Masonería como un delito de traición, que cometían los
masones contra la patria, extendiéndola al delito de crimen de lesa patria, por
estar supuestamente al servicio de una potencia extranjera –Gran Bretaña- y también
por su carácter supranacional. La masonería era anti-española por ser
extranjera y enemiga del catolicismo y era delito en España en un doble
sentido, por sí misma y por su actuación. Con el fin de la guerra se realizó un proyecto
de Ley para condenar a masones y comunistas, aunque de estos ya se encargaba la
Jurisdicción Militar y los Tribunales de Responsabilidades Políticas. En
principio se propuso la pena de muerte para los masones de alto grado, pero
ante la oposición de algunos ministros, se modificó este proyecto y finalmente
el Consejo de Ministros aprobó el 23 de febrero de 1940 y publicó en el BOE el
1 de marzo la conocida Ley sobre Represión de la Masonería y el Comunismo, un
palmario ejemplo de arbitrariedad jurídica. Los delitos de masonería y
comunismo serían castigados con la pena de reclusión menor (desde 12 años y 1
día), aunque si concurría alguna de las circunstancias agravantes expresadas en
el artículo 6º de la Ley, la pena sería entonces de reclusión mayor (hasta 30
años). Todas las condenas llevaban aparejadas unas penas accesorias de
separación e inhabilitación absoluta y perpetua, lo que suponía la muerte civil
del condenado.
A través del
Tribunal Especial creado por la Ley se juzgó a todos los masones, tanto los que
habían permanecido en España, como los exiliados e incluso a los fallecidos,
puesto que fueron incoados sumarios a muchos de los masones del siglo XIX. El
Tribunal, presidido en principio por Ulibarri, empezó
sus actuaciones en 1941, presidido ahora por el teniente general Saliquet, que fue sustituido por el general Cánovas hasta
su disolución tras la creación del Juzgado y Tribunales de Orden Público en
diciembre de 1963, aunque durante un tiempo continuó funcionando su Comisión
Liquidadora y aún a principios de 1964 siguieron realizándose vistas. Se
instruyeron a lo largo de estos años, algo más de 64.000 expedientes judiciales
por parte de los tres juzgados de instrucción del Tribunal Especial
Con la Ley
de 1 de Marzo de 1940 se despreciaba la seguridad jurídica de los acusados, con
total ausencia de garantías procesales, pues no contaban con un abogado
defensor, quedando quebrantado el principio de irretroactividad de la ley penal
desfavorable, puesto que se castigó la pertenencia a la masonería con
anterioridad a la entrada en vigor de la Ley. Hubo muy pocas absoluciones,
siendo la condena más frecuente, en casi la mitad de los sumarios la de 12 años
y un día de reclusión menor y las accesorias. Sin embargo a los masones que
habían demostrado una posición política moderada o de derechas, que habían sido
perseguidos por el Frente Popular o que actuaron de alguna manera en favor de
la sublevación, en muchos casos fueron condenados únicamente a la sanción que
marcaban las accesorias, es decir, a la separación e inhabilitación. Es lo que
sucedió a algunos de los masones de Vila-real. El Tribunal hizo gala de una
gran arbitrariedad, pues ante el mismo supuesto delito, los masones de Nules
fueron condenados más severamente que los miembros de la logia Sol Naciente.
Las condenas fueron muy duras en los primeros
años, suavizándose paulatinamente después, pues a partir de 1945 ya fue raro el
caso en que los condenados tuvieran que entrar en prisión, quedando en régimen
de prisión atenuada en su domicilio hasta la resolución de su recurso ante el
Consejo de Ministros, aunque con la obligación de presentarse periódicamente
ante las autoridades. En nuestro trabajo hemos realizado un análisis profundo
de un total de sesenta y nueve sumarios, que afectaron a setenta y dos masones castellonenses,
así como de la génesis y desarrollo del proceso de recuperación de documentos,
de la Ley de 1 de Marzo y del Tribunal Especial. También hemos analizado otros
aspectos como la actuación del Gobierno Civil en la persecución de los masones
o supuestos masones
-Me da que en este libro el proceso
de documentación, visitar archivos, bibliotecas fue tremendamente importante…
-Ha sido un
trabajo arduo, de mucho tiempo, enlazado con la investigación sobre la
masonería y su represión en el resto del País Valenciano. Nos hemos encontrado
con el problema que supone la desaparición de la mayor parte de la
documentación masónica, puesto que los mismos masones, poco antes del fin de la
guerra, la destruyeron o escondieron, pues sabían que iban a ser perseguidos
por los vencedores. Hemos realizado un trabajo paciente a través de la
documentación y los sumarios del TERMC que se encuentran en el actual Centro
Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, así como en el Arxiu Provincial de Castelló y el Arxiu
del Regne de València, puesto que no solo hemos analizado las condenas por masonería sino también
los expedientes de Responsabilidades Políticas de los masones castellonenses.
El trabajo de investigación ha sido complementado con numerosas referencias hemerográficas y bibliográficas. Todo ello nos ha permitido
identificar a la práctica totalidad de los masones castellonenses y toda su
trayectoria, especialmente en su faceta de víctimas de la represión franquista.
También hemos considerado importante el recuperar la imagen de estos
personajes, en la medida de lo posible, con un abundante material gráfico en la
edición.
-También la realización de
entrevistas, ¿verdad?, esto merece capítulo aparte, verdad?
-Desgraciadamente
el tiempo transcurrido ha hecho que incluso los hijos de los masones
castellonenses víctimas de la represión hayan ido desapareciendo. Tuvimos la
suerte de entrevistar a los hijos de Francisco y Giordano Martí, dos masones de
Moncofa, que nos relataron, por ejemplo, el momento
de la detención de sus padres y nos facilitaron fotografías de ellos. Nos hemos
enterado que uno de los entrevistados, D. Giordano Martí Picher
ya ha fallecido. También hemos realizado alguna entrevista telefónica o hemos
conocido muchos detalles a través de quien sí conoció, por ejemplo, a Joan Tomàs i Martí, el profesor Vicent
Franch, quien amablemente me contó muchas cosas sobre
él y su hermano Vicent y sobre Vicent
Marco Miranda.
-¿Cómo es y ha sido la metodología de
trabajo?
-Curiosamente,
hemos tenido que emplear la misma metodología que utilizaron los represores
franquistas de Recuperación de Documentos y de los Juzgados de Instrucción del
TERMC. A partir de las escasas referencias documentales fuimos realizando una
auténtica labor de encaje, en primer lugar sobre la identificación de los
propios masones. De los que aparecen en los escasos listados conservados, a
través de sus sumarios y también de sus declaraciones retractaciones, que se
vieron obligados a realizar por la Ley, donde se veían obligados a delatar a sus
hermanos de logia, aunque generalmente se nombraba a exiliados o fallecidos,
hemos ido completando los nombres. A continuación, fuimos consultando tanto sus
sumarios, como sus expedientes personales en Salamanca, lo que nos dio nuevas
pistas. Con la excepción del triángulo de Torreblanca, donde nos falta algún
nombre, del resto de los talleres de la provincia los tenemos identificados a
todos y también a bastantes castellonenses miembros de logias de otras
provincias. De los que estuvieron afiliados en València y Alicante, los tenemos
todos. Del resto de logias españolas, a bastantes, aunque es seguro que siempre
nos podrá aparecer algún nombre nuevo. Aunque cuantitativamente, el porcentaje
de los masones represaliados, dentro del amplio espectro de quienes sufrieron
persecución durante el franquismo en la provincia de Castelló, es pequeño, por
la escasa incidencia que tuvo la masonería en la provincia en las primeras
décadas del siglo XX, esto nos ha permitido pormenorizar cada uno de los casos,
sacando a la luz todo el proceso represivo al que se vieron sometidos. No hay
que olvidar que los masones han sido uno de los colectivos de represaliados más
olvidados. Solo en los últimos años, algunas instituciones se han preocupado
por ellos. Las sentencias han sido declaradas ilegales tanto por la Ley de 2007
como por el actual anteproyecto de Ley de Memoria Democrática de 2020… pero no
se han anulado.
-Todo esto se engrandece, lo del
trabajo en torno a la francmasonería en Castelló y provincia, porque
me da que la francmasonería aquí en Castelló está poco estudiada, poco
investigada, poco testimoniada…
-Efectivamente,
tras el gran trabajo pionero de Joan Carles Usó, poco se ha hecho más. Creemos
que este trabajo sobre las actividades del TERMC en Castelló viene a completar
las excelentes investigaciones y publicaciones del Grup
per la Recerca de la Memòria Històrica
de Castelló y Juan Luis Porcar en cuanto a las
víctimas de los Consejos de Guerra y las de Fernando Peña Rambla sobre el
Tribunal de Responsabilidades Políticas, que fueron los tres ejes fundamentales
de la represión franquista. Y por supuesto hay que mencionar y agradecer la
gran labor realizada por la profesora Rosa Monlleó
Peris, codirectora de la tesis doctoral que defendí en 2016 en la Universitat
Jaume I, de la que esta publicación es el fruto. La doctora Monlleó,
directora de la colección Història Memòria editada por Publicacions de la Universitat Jaume I,
donde se ha publicado la monografía, ha realizado una enorme labor en la
investigación sobre la represión franquista desde el Seminari
d’Història Local i Fonts Orals y el Centre de Documentació
de Recuperació de la Memòria
Històrica de la UJI. Y hay que resaltar también la
gran labor del Servei de Publicacions dirigido por
Carme Pinyana. Aunque cuantitativamente, el
porcentaje de los masones represaliados, dentro del amplio espectro de quienes
sufrieron persecución durante el franquismo en la provincia de Castelló, es
pequeño, por la escasa incidencia que tuvo la masonería en la provincia en las primeras
décadas del siglo XX, esto nos ha permitido pormenorizar cada uno de los casos,
sacando a la luz todo el proceso represivo al que se vieron sometidos. No hay
que olvidar que los masones han sido uno de los colectivos de represaliados más
olvidados. Solo en los últimos años, algunas instituciones se han preocupado
por ellos. Las sentencias han sido declaradas ilegales tanto por la Ley de 2007
como por el actual anteproyecto de Ley de Memoria Democrática de 2020… pero no
se han anulado. Como indicamos en la publicación, con esta investigación, hemos
pretendido realizar, fundamentalmente, un ejercicio de Memoria Histórica. El
valor de la memoria es la garantía final de que la sociedad española, no pueda
nunca olvidar a quienes fueron víctimas de la pluralidad de formas de represión
que aplicaron los sublevados desde el mismo 18 de julio de 1936 y que continuó
ejerciendo la dictadura franquista hasta sus últimos momentos. Consideramos que
las víctimas del franquismo, entre las que se encuentran los masones, deben
constituir una referencia ética para nuestro sistema democrático y, como un
acto de justicia, merecen una reparación, inspirada por los principios de
memoria, dignidad, justicia y sobre todo verdad, tal y como expresamos en la
introducción de nuestro trabajo.
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