La
Librería de El Sueño Igualitario
Un
libro desde la pluma de Julio Prada Rodríguez para Biblioteca Nueva.
Lo
que nos dice la editorial:
"La represión que sigue al fracaso del
golpe de Estado respondió a una doble lógica: inhibir cualquier demostración de
rebeldía y engendrar fidelidades compulsivas para asegurar la victoria. Este
es el contexto en que se sitúan las primeras suscripciones patrióticas y la
articulación de un sistema de exacciones económicas del que fueron víctimas
izquierdistas y otros ciudadanos que no demostraban el entusiasmo esperado a la
hora de contribuir al esfuerzo bélico o exteriorizaban conductas consideradas
«poco acordes» con las nuevas circunstancias.
El
autor, Julio Prada Rodríguez:
Es
profesor titular de Historia Contemporánea en la Facultad de Historia de
Ourense de la Universidad de Vigo y licenciado en Derecho, con especialidad de
la violencia política, la Segunda República y el Primer Franquismo. Ya ha escrito varios
libros y, también, numerosos artículos, así como aportaciones a congresos.
Entre sus últimas monografías, podemos destacar: La España mascarada; La represión
franquista de guerra y posguerra y Franquismo y represión de género en Galicia.
En la colección de Historia de la editorial Biblioteca Nueva ha coordinado la
obra, No solo represión. La construcción del franquismo en Galicia.
Cazarabet
conversa con Julio Prada Rodríguez:
-Julio,
¿cómo es que te acercas a profundizar en la represión económica en Galicia?
-Era un
tema pendiente desde mi tesis doctoral. Ya en ella había realizado una primera
aproximación al caso de la provincia de Ourense y años después, gracias a la
apertura de nuevos archivos y a la aparición de nuevas fuentes, pudo ampliarse
al resto de Galicia, no sin dificultades debido a las grandes diferencias en
cuanto a documentación conservada entre unas y otras provincias.
-
Y es que-la represión no se paró y no fue sólo en forma de ajusticiamiento,
pena de muerte, cárceles, campos de trabajo…
-No,
desde luego. Para entender lo que realmente significó la represión durante los
años de la guerra civil y la larga posguerra es necesario adoptar un enfoque multicomprensivo. Una visión que no puede renunciar a la
sistematización de los diferentes elementos desintegradores del tejido social
empleados por los vencedores (represión física, económica, social, cultural,
psicológica…), pero que a la vez debe hacer visible que forma parte de un programa
de acción global destinado a garantizar el completo sometimiento de los
vencidos.
-Podríamos
decir, pues, que muchas de las familias potentadas del franquismo, de la
transición y la democracia son herederas de la represión franquista, de
carácter económico, de aquellos años…
-Para
responder a esa cuestión tendríamos que analizar niveles muy diferentes. No hay
ninguna investigación, ni en Galicia ni en el resto del Estado, que confirme
afirmaciones que hace dos o tres décadas se hacían de modo gratuito y que
hablaban de la transferencia de enormes cantidades de riqueza de unas familias
a otras e, incluso, de unos sectores sociales a otros como resultado de la
represión económica. Debe tenerse en cuenta, en primer lugar, que la mayoría de
los que se vieron afectados por las incautaciones y por los expedientes de
responsabilidades civiles y políticas eran grupos sociales que no se
caracterizaban precisamente por poseer grandes patrimonios. En aquellos casos
en los que sí existía un capital sobre el que hacer efectivas las sanciones, no
siempre el Estado encontró personas dispuestas a pujar por los bienes de los
expedientados.
Naturalmente
que hay excepciones, pero, como regla general, el gran beneficiado de este
proceso fue el incipiente Estado franquista, que pudo disponer de una nada
despreciable cantidad de recursos para financiar la guerra y las necesidades de
la retaguardia en los momentos en que más los precisaba. No puede ocultarse que
una parte de las sanciones económicas impuestas por responsabilidades civiles y
políticas acabaron siendo condonadas, reducidas e incluso devueltas, pero lo
esencial del expolio económico se produjo vía Suscripciones Patrióticas y vía
multas gubernativas y esas no fueron devueltas.
En
términos generales, cuando hablamos de «familias potentadas» beneficiadas
económicamente por el régimen, los niveles de análisis deberían ser otros que
no se abordan en este libro: la corrupción, el mercado negro, el tráfico de
influencias…
-¿La represión económica se daba a la
par que las incautaciones, detenciones, juicios, condenas…?
-Por lo
general así ocurría. Una persona con un «currículo izquierdista» significado
podía ser víctima de un sinnúmero de procesos represivos, a veces simultáneos a
veces sucesivos en el tiempo. Imaginémonos un maestro afiliado a un partido
político integrado en el Frente Popular, que además fuese masón y tuviera un
cierto protagonismo público en la etapa republicana: lo normal es que fuera
separado de su profesión por orden gubernativa al producirse el golpe de
Estado, después un proceso administrativo confirmase esa separación; al mismo
tiempo fuese detenido, se le incoase un proceso militar y resultase condenado a
una pena de cárcel; mientras estaba en la cárcel y destituido se le podría
haber incoado un proceso de responsabilidades civiles que culminase con una
sanción equivalente a un tercio o incluso la mitad en lo que estaban tasados
sus bienes; por último, acabaría expedientado por el Tribunal de Represión de
la Masonería y el Comunismo a partir de 1940. A eso me refería cuando decía que
la represión franquista se configuró como programa de acción global destinado a
garantizar el completo sometimiento de los vencidos…
Ahora
bien, la represión económica también alcanza a individuos que no pasaron por
una cárcel ni por un tribunal militar como resultado de la aplicación mecánica
de la normativa que la reguló en sus diferentes modalidades. Desde este punto
de vista tiene un carácter no solo superpuesto sino complementario de otras
formas represivas.
-En
Galicia los sublevados “ganaron las plazas” más pronto que en otros lugares:
cuéntanos cómo fue en general a partir de ahí para los que creían y defendía
los valores de la República…La represión debió ser brutal….
-Las
alternativas no eran muchas. Los más comprometidos acabaron, más pronto que
tarde, en una cárcel donde, tras una exhaustiva investigación, se decidía su
suerte final: si estaban en edad militar y no aparecían implicados en
actividades de resistencia o en la primera línea política, el recurso al «voluntariado»
fue muy socorrido; en cambio, si habían tenido un cierto protagonismo político
o social, no podían esperar mucho más que el asesinato extranormativo
o la condena a muerte o a prisión tras pasar por un tribunal militar. La otra
posibilidad era intentar huir de Galicia, hacia Portugal o hacia Asturias, o
bien esconderse, convertirse en un auténtico topo…
-Perdona,
pero llegado este punto no puedo evitar recordar el libro, Los girasoles
ciegos…
-Es un
buen reflejo de esa realidad… No solo por la figura de Ricardo, oculto durante
años en su piso por el miedo a ser represaliado por su trayectoria ideológica
anterior. También porque visibiliza el miedo
con el que tuvieron que convivir durante los años más duros de la guerra y
la posguerra los simpatizantes de la República que no habían tenido un
protagonismo tan destacado como esos a los que nos referíamos antes. De nuevo
vemos ahí ese efecto multiplicador de la represión en todos los niveles….
-¿Hubo
extorsión, pagos por seguir teniendo un negocio, una tierras…? ; ¿Cómo
ejercían las presiones, extorsiones…?
-Seguramente.
Pero eso es siempre lo más difícil de documentar con «papeles». Solo cuando
alguien se atrevía a denunciar tales extorsiones, casi siempre en forma de
amenazas de denunciarte «por rojo», y las autoridades decidían abrir una
investigación podemos hacernos una mínima idea de lo que debieron ser tales
comportamientos. Las fuentes orales, a estas alturas del siglo XXI, son cada
vez más escasas.
-¿Las incautaciones, en Galicia, y la
represión económica era diferente que en otros lugares?
-No. La
legislación es la misma para el todo el Estado, aunque, evidentemente, no todas
las Comisiones de Incautaciones aplicaron exactamente los mismos criterios
punitivos. Un cierto margen interpretativo siempre existía.
-La
verdad es que Galicia tuvo, y todavía tiene, entre el poder, a muchas personas
influyentes: el propio Franco, Barrie de la Maza,
Pita da Veiga, Fraga….empresarios vinculados con
sectores estratégicos importantes… ¿Qué nos puedes decir?
-Gallegos
en primeros puestos de responsabilidad política o económica siempre los hubo.
Durante el franquismo, antes y después…
-¿Qué
papel jugó en todo esto la Iglesia?
-En
cuanto a la represión económica el papel de informante, sobre todo a partir de la
Ley de Responsabilidades Políticas, que incluye el informe del párroco entre
los que se debían recabar para graduar las sanciones, tanto en lo relativo a la
estimación del patrimonio de los encartados como, sobre todo, en lo que se
refiere a su conducta. A nivel práctico hubo de todo, desde sacerdotes que
procuraban atenuar las responsabilidad de sus feligreses hasta los que
pretendían agigantarla y reclamaban para ellos los castigos más agravados;
desde los que se mostraron reticentes a colaborar con las autoridades a los que
lo hicieron de modo entusiasta; desde quienes frenaron denuncias a quienes las
presentaron sin que nadie se las solicitase. Capítulo diferente es el tema de
las requisas por necesidades bélicas o de retaguardia: la Iglesia, como institución,
también vio requisados temporalmente un buen número de edificios. Y no siempre
las relaciones con los militares fueron tan fáciles o de colaboración como
pudiera suponerse a priori.
-Había
responsables de esta represión económica de los políticos, pero también de
civiles afines al régimen. Cuéntanos, por favor…
-Hay
diferentes niveles. Por un lado tenemos requisas, incautaciones, multas y
sanciones que podríamos denominar regladas.
Aquí el protagonismo en cuanto a la puesta en marcha de la maquinaria y de la
normativa represiva es militar, al margen, naturalmente, de que hubiera
multitud de civiles dispuestos a colaborar en la delación de sus vecinos.
Después están las no regladas, las
exacciones, los pillajes, las extorsiones que llevan a cabo elementos civiles,
ya fuesen individuos o milicias, que se aprovechan de la posición que ocupan en
la nueva coyuntura para apropiarse de toda clase de bienes, servicio o incluso
prestaciones personales de sus vecinos. En los meses que siguieron al golpe fueron
en parte toleradas por las autoridades militares, al menos en el sentido de que
no se aplicó la energía necesaria para cortarlas de raíz. A partir de 1937 las
cosas fueron cambiando, lo que no significa, ni mucho menos, que
desapareciesen.
-Las Comisiones Provinciales de
Incautaciones en Galicia: ¿cómo funcionaban internamente?; ¿tenían su
reglamento?¿cuáles fueron sus primeras actividades y
luego cómo y de qué manera fueron éstas evolucionando?
-Se
regulan, como en el resto, mediante una prolija normativa. En esencia, en cada
capital de provincia se creó una Comisión presidida por el gobernador civil y
de la que formaban parte un magistrado de la Audiencia y un abogado del Estado,
que actuaba como secretario. A continuación, nombraban un juez militar o de
carrera encargado de instruir los expedientes y con facultades para decretar el
embargo de los bienes. Culminado el expediente, la Comisión fijaba la sanción
que estimaba oportuna y luego se remitía a la autoridad militar competente, el
general de la VIII División, que confirmaba o modificaba la sanción a la vista
del informe elevado por cada Comisión Provincial y una vez oídos sus auditores.
Declarada la responsabilidad, se remitiría testimonio de la misma en unión de
la pieza de embargo al presidente de la Audiencia correspondiente para que se
ejecutase el acuerdo en los términos que establecía la Ley de Enjuiciamiento
Civil. En términos generales, desde A Coruña, sede de la División, se dictaron
algunas pautas para intentar unificar en lo posible la actuación de las
distintas Comisiones provinciales y también se puede apreciar con claridad que
las sanciones iniciales, que con frecuencia suponían el embargo total de los
bienes de los expedientados o una multa de la mitad o el tercio en que estaban
valorados los mismos, se fueron moderando con el paso del tiempo. La entrada en
vigor de la Ley de Responsabilidades Políticas confirmó esta tendencia.
-En
el transcurso de tu estudio, investigación, entrevistas y demás…¿has podido atisbar indicios o prácticas de corrupción?....no
sé, por ponerte un ejemplo, los campos de prisioneros y de trabajos forzados de
la posguerra estaban plagados de estas prácticas, por ejemplo se le decía al
escribiente, también prisionero político, escribe que entran 7 sacos, por ejemplo,
de lentejas cuando habían recibido 12, los restantes se vendían fuera….
-Cualquiera
que haya trabajado con documentación administrativa militar sabe que ese
esquema que describes resultaría de todo punto imposible. El escribiente
tendría que anotar 12 sacos de lentejas, aunque luego a los presos solo se le
distribuyeran 7 y los 5 restantes se desviasen al mercado negro. Lo mismo
ocurrió con las sanciones en forma de multas y con algunas suscripciones
patrióticas, nunca con los expedientes de responsabilidades civiles y
políticas: si una persona «donaba» 50 pesetas no le entregabas recibo e
ingresabas en la Suscripción la mitad o nada y eso era lo que constaba de modo
oficial, pero, como en otros ámbitos también se incrementaron los controles a
medida que pasaban los meses.
-Es de suponer, así lo tratas, que en
todo este ecosistema había muchas venganzas personales; miedos y maneras de
sobrevivir que se “salvaban “ con delaciones, acusaciones..-Pero,
al final, o mucho me extraña o todos conocen quien habla de quien; quien delata
a quien….y se tiene que convivir en una aldea, un pueblo o una ciudad…porque
quien suele delatar es alguien que te conoce y no poco…
-En
efecto, aunque es verdad que en no pocos casos se construyeron relatos y
representaciones equivocadas de las víctimas respecto a sus delatores en la
mayoría de los casos quienes informaban lo hacían a la luz pública y la propia
normativa decía quiénes debían hacerlo: el alcalde, el jefe de Falange, el
responsable del puesto de la Guardia Civil, las consabidas «personas de orden»…
-¿Cómo
eran los represaliados…qué denominadores comunes guardaban?
-No
resulta fácil establecer un denominador común debido a la amplitud de los
sujetos pasivos de las diferentes normativas. Dominan los varones casados cuya
edad media los incluye en los grupos socialmente más activos, pero con una
destacada presencia de jóvenes que nos pone sobre la pista de la importante
movilización sociopolítica protagonizada por estos desde finales de la
dictadura de Primo de Rivera. También su estructura socioprofesional
refleja de dónde procedían los apoyos del régimen republicano: empleados por
cuenta propia, pequeños comerciantes, profesionales liberales, funcionarios y
empleados públicos y trabajadores del sector secundario y terciario y también,
por su gran peso en la estructura demográfica, campesinos y jornaleros,
especialmente los que ocuparon cargos de naturaleza sindical. También hubo un
elevadísimo número de cargos locales que fueron encausados, demostración
palmaria del interés de los rebeldes en depurar a la mayor parte de la élite
política local, de forma muy especial a la que había accedido al control de
ayuntamientos y diputaciones en la etapa del Frente Popular representando a los
diferentes partidos y sociedades que lo apoyaron.
-Amigo,
¿cómo fue el proceso de documentación para este libro? ¿y la metodología de
trabajo?
-Realmente
laborioso debido a la enorme dispersión de la masa documental que le sirve de
base, repartida entre los Archivos Históricos de las diferentes provincias, el
Archivo Intermedio Militar Noroeste, el del Reino de Galicia, las Audiencias
provinciales, el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca,
archivos de Juzgados de Instrucción… Después tienes que gestionar los miles de
registros que vas obteniendo a través de bases de datos creadas para su
tratamiento para analizarlos en su conjunto. En fin, lo que hacemos los
historiadores…
23191
Marcharon con todo. La represión económica en Galicia durante
primer franquismo. Julio
Prada Rodríguez
280 páginas 17 x 24 cms.
22.00 euros
Biblioteca Nueva
La represión que sigue al fracaso del golpe de Estado respondió a
una doble lógica: inhibir cualquier demostración de rebeldía y engendrar fidelidades
compulsivas para asegurar la victoria. Este es el contexto en que se sitúan las
primeras suscripciones patrióticas y la articulación de un sistema de
exacciones económicas del que fueron víctimas izquierdistas y otros ciudadanos
que no demostraban el entusiasmo esperado a la hora de contribuir al esfuerzo
bélico o exteriorizaban conductas consideradas «poco acordes» con las nuevas
circunstancias.
Julio Prada
Rodríguez
Profesor titular de Historia Contemporánea en la Facultad de
Historia de Ourense (Universidad de Vigo) y licenciado en Derecho.
Especializado en el estudio de la violencia política, la Segunda República y el
primer franquismo, ha publicado varios libros y numerosos artículos y
aportaciones a congresos.
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