La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Miguel Marco
Igual, autor de “La injusticia de un
olvido. El mundo de Marcelino Pascua (1897/1977) médico y político”
(UNED)
Miguel Marco Igual escarba y nos
aproxima la vida de un hombre, médico y político fundamental. El libro lo ha
editado UNED.
Enlaces que te pueden ir bien:
https://www.youtube.com/watch?v=GYaVyFz2wFI
Ya escribió ,
Miguel Marco, un anterior libro:
Sus colaboraciones en prensa,
artículos y demás:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=2453603
Este libro es una publicación de la
Editorial UNED en colaboración con el Centro de Estudios de Migraciones y
Exilios de la UNED (CEME-UNED). El CEME-UNED se creó en 2010 con el objetivo de
constituirse en un espacio de referencia para la investigación, el conocimiento
y la divulgación del fenómeno migratorio histórico y contemporáneo. A través de
diversos proyectos multidisciplinares fomenta la colaboración entre
instituciones nacionales e internacionales dedicadas al estudio de estos temas.
Marcelino Pascua (Valladolid, 1897 - Ginebra, 1977) es prácticamente un
desconocido en la actualidad, pero fue un protagonista destacado de la medicina
y la política española de su época. Es la figura más importante de la
estadística médica y epidemiología españolas, y su prestigio se extendió al
ámbito internacional como especialista de la Sociedad de Naciones y director de
la División de Estadísticas Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud
(OMS).
Cazarabet conversa con Miguel Marco Igual:
-Miguel, ¿nos puedes
acercar a Marcelino Pascua, más allá del médico? Nos interesa mucho cómo era
como persona…te habrás podido hacer una buena idea, después de investigar tanto
sobre él...
Podemos intuir
en su juventud un deseo de salir al extranjero y conocer mundo; de ahí su
rápido aprendizaje de los idiomas francés, inglés y alemán. Otra de sus
cualidades más importantes era su firme reserva para los temas en los que debía
guardar discreción, lo que fue clave para desenvolverse en política y, en
parte, gracias a ello y a su meticulosidad, conservó tantos documentos de la
época de la guerra de España, para que quedara constancia cabal de las
delicadas tareas que había desempeñado. Durante la guerra civil, afirmaba a sus
amigos que él solo se debía a sus ministros de turno, al jefe del Gobierno y,
en parte, al presidente de la República. Si alguien dudaba de alguna de sus
actuaciones, sus documentos hablarían por él en el futuro, como así ha sido.
Aunque algunas
personas lo tachaban de rígido y distante, era sociable y buen conversador, y
sabía discutir los argumentos de los demás de manea educada. Probablemente,
como contrapartida a su origen humilde, tenía un prurito algo exagerado por
vestir de manera elegante y era aficionado a la buena mesa, un gourmet.
-¿Y como médico?; ¿por
qué hablas de “su formación peculiar”?
-¿Qué te ha hecho investigar sobre este médico y también político?. ¿Qué supuso Marcelino Pascua como médico y como
político…en las huellas de la memoria?
-Hace una
década llevé a cabo una investigación sobre los médicos republicanos españoles
que residieron en la URSS. El más destacado de ellos fue el embajador Pascua,
que permaneció 18 meses en Moscú, entre 1936 y 1938. Me dio la sensación de
encontrarme con un personaje misterioso y casi desconocido, a pesar de que en
su tiempo llegó a ser bastante popular, y me propuse desentrañar esa paradoja.
Aparte de las descalificaciones franquistas, no aparecieron en España
referencias sobre Marcelino Pascua hasta las notas necrológicas que se
escribieron a raíz de su muerte en 1975, y el interés de algunos autores como
Josep Bernabéu-Mestre en su faceta médica y Ángel Viñas en la política.
-Sus orígenes, la
manera de ver y percibir las circunstancias, las compañías a las que se acerca,
las amistades que hace y todo su alrededor,¿ hace que su ideología se
aproxime al PCE y vaya evolucionando hasta situarse en el PSOE o qué
crees que lo hace aproximarse más a esa ideología que a cualquier otra?. ¿Qué significaba el “ser socialista” o el dar el paso
hacia el socialismo…en aquellos años para un médico?
-La familia
Pascua tenía un origen obrero y su hermano mayor Antonio era de ideas socialistas.
El joven Marcelino se formó políticamente en Valladolid de la mano de Remigio
Cabello, una de las figuras más señeras del socialismo de la época. Es evidente
que sus preocupaciones sociales debieron ser un factor importante en su marcha
a Madrid en 1919 y allí ocuparon una parte destacada de su tiempo, hasta el
punto de descuidar sus estudios de Medicina. Afiliado a la Agrupación
Socialista Madrileña, era uno de los miembros más activos de la Escuela Nueva,
una especie de escuela socialista para obreros, a la que representó en el
proceso que condujo a la fundación del PCE. Como muchos otros militantes de
primera hora del Partido, pronto abandonaría la militancia comunista y a
finales de la década de 1920, tras pasar bastante tiempo en el extranjero, se
reintegraría al PSOE.
-Dices o manifiestas,
con la misma certeza, ya desde el mismo título, que era tan médico como
político, ¿tanto le podía la política en su particular mundo?. Era pasión lo que sentía por la política?
Como diputado
a Cortes Constituyentes, además de defender los intereses de la provincia de
las Palmas, a la que representaba, participó activamente en la defensa de su
departamento y en diferentes comisiones parlamentarias, como la del Estatuto
Catalán. Luego, la amistad incondicional con Juan Negrín le condujo a aceptar
durante la guerra civil puestos de gran responsabilidad como embajador en Moscú
y París, siendo una de las personas más cercanas al presidente del Gobierno.
Asimismo, como
activo institucionista que era, se integró desde los años 20 en muchas
iniciativas político-culturales, siendo miembro de la directiva de la Escuela
Nueva, de las Misiones Pedagógicas o de la Junta Constructora de la Ciudad
Universitaria de Madrid. Resumiendo, Marcelino Pascua eran un animal político
por vocación.
-Claro sus
amistades le “reafirman”, tanto a nivel humano como a nivel político,
-Pascua,
aunque reservado para los temas que requerían su discreción, era un ser
sociable y abierto con las personas que le inspiraban confianza. Tenía muchos
amigos, tanto entre los políticos como entre los institucionistas y los
profesionales de la Medicina que colaboraron con él en la gestión de la
Sanidad. Entre los políticos, no cabe duda que sus grandes amigos fueron Juan
Negrín, Pablo Azcárate y Julián Zugazagoitia, que consideraban a don Marcelino,
que era soltero, como un miembro más de sus familias, en las que ejerció de
"tío" y a veces de tutor para sus hijos. También era uno de los
miembros más vitales de la Institución Libre de Enseñanza, en la que fueron sus
amigos más cercanos, aparte de Negrín, Paulino Suárez, Santullano, Jiménez
Fraud y Hernández Guerra, entre otros. Sólo hay que leer la correspondencia con
Zugazagoitia o Vicente Polo, su número dos en Moscú, para darse cuenta del
afecto y fidelidad que profesaba hacia sus amigos. Personas como Zugazagoitia,
Cruz Salido, Méndez, e incluso el president
Companys -otro amigo de Pascua, a pesar de que la fama que tuvo de
anticatalán-, utilizaban a don Marcelino para que influyera sobre Juan Negrín,
que tenía fama de inabordable.
-Tal como vamos
leyendo tu libro vamos intuyendo a un humanista, ¿es así?
-Además tiene un rasgo
muy común con mucha gente que califico como humanistas, le gustaba mucho
escribir cartas desde sus dos pasiones: la medicina y la política, ¿verdad?
Aquí veo mucho el paso por la Institución Libre de Enseñanza, ¿es así? Se le
debe mucho a lo que somos y hacemos en nuestro período maduro al período de
formación, ¿verdad?...período que, a menudo, parece que dejamos un poco “...a
la suerte…” y es más que importante y trascendental, ¿qué nos puedes
reflexionar?
-No es nada
sorprendente tanta correspondencia, dado que Pascua pasó largas temporadas en
el extranjero. Ejemplo de ello, son sus cartas y postales dirigidas a su amigo
León Sánchez Cuesta, el librero de la Generación del 27, durante su época de
formación en Londres y Baltimore, y desde Ginebra y otras ciudades europeas
cuando ya trabajaba para la Sociedad de Naciones, documentos que se conservan
en la Residencia de Estudiantes.
Esto también
es evidente en su correspondencia durante la guerra civil. Hemos de tener en
cuenta que sólo vivió en España hasta septiembre de 1936 y tuvo el hábito de
conservar muchas de sus cartas y telegramas, que se conservan en el Archivo
Histórico Nacional (AHN) gracias a la iniciativa de Ángel Viñas. Sus
interlocutores principales fueron Julián Zugazagoitia, dotado de una prosa ágil
y vivaz, y Vicente Polo, su colaborador en la embajada de Moscú. También hay
correspondencia con Negrín y Jiménez de Asúa, y otra más oficial con sus
ministros de Estado, Giral y Álvarez del Vayo y cargos del Ministerio. En
cambio son escasas las cartas que se conservan en el AHN de sus amigos
institucionistas, aunque tuvieron que ser frecuentes, porque estaba al tanto
del devenir de muchos de ellos, especialmente durante el exilio. Lo mismo pasa
con Pablo Azcárate, probablemente su amigo más intimo, del que se conserva poca
correspondencia entre esos documentos. En la segunda mitad de los años 40
sostuvo un intercambio postal fluido y cordial con Indalecio Prieto y su médico
personal Rafael Fraile, a pesar de ser Pascua una de las personas más cercanas
a Negrín.
-Un médico
muy, muy comprometido en crecer en su formación de forma continua y continuada,
¿lo ves, también, así?
-Era un gran
estudioso, estaba al día de las principales revistas de su ramo, como Biometrika, cuyos números parecía
conocer al dedillo desde su fundación en 1901. Cuando escribió su tratado sobre
Bioestadística, publicado en 1965, utilizaba como fuentes bibliográficas los
artículos originales, a veces de principios de siglo e incluso solicitaba
autorización a sus autores, si estaban vivos, para citarlos. Era muy meticuloso
y se mantuvo siempre en primera línea de la Estadística sanitaria y la
Epidemiología de su tiempo.
-Salir a impregnarse
e interrelacionarse en otras escuelas, institutos, centros hospitalarios,
fundaciones por aquellos años le debió de enriquecer mucho y poner muy por encima
del digamos nivel general, ¿cómo lo vivía él esto?; Se dice que ese intercambio
nos hace mejores en todos los sentidos y, claro está, en el profesional. ¿Cómo
lo ves mirando la figura de Marcelino Pascua?. Aunque él parte como un
médico vocacional, ¿verdad?
-Amigo, vamos a
ponernos un poco en situación y/o contexto histórico. ¿Cómo y en qué momento se
encontraba la sanidad española en los años en que Pascua se acerca a la
medicina con paso decidido?
-¿Qué cambios quiere
imprimir la II República en la Sanidad Pública?, pero a muchos de estos cambios
no llega…
13.-El paso
por la Guerra Civil es difícil para todos y todas, ¿cómo lo vive él en
particular?, teniendo que marchar muy, muy pronto a requerimiento del
presidente Largo Caballero para ser nombrado embajador en Moscú…
-Pascua tuvo
un papel activo desde meses antes de la sublevación dirigiendo en la Telefónica
el Servicio de escucha de las conversaciones en lenguas extranjeras, y en las
primeras semanas de la guerra como intérprete en entrevistas de los miembros
del Gobierno con algunos visitantes extranjeros. Luego, tras el año y medio
pasado en Moscú, y otro año más en París, ya no regresaría a España.
En el plano
personal, la experiencia fue muy dura, sufriendo por su familia, de la que no
podía tener noticias fácilmente, y lidiando con asuntos diplomáticos de gran
envergadura para los que no recibía instrucciones concretas, en los que debía
improvisar, aunque reconocía que las decisiones que tomó en Moscú coincidían
con las líneas argumentales del Gobierno. En el ámbito familiar, Julián
Zugazagoitia, estuvo muy pendiente de lo que sucedía en Valladolid y realizaba
todas las gestiones que le eran posibles.
14.-Desde la URSS, en concreto desde su puesto de embajador en
Moscú, experimenta un sentimiento de “soledad” en todas las perspectivas y
sentidos, ¿no?, muy duro debió ser, ¿verdad?. No le
debió ser fácil ver cómo funcionaba URSS y vivir tragedias como la del
asesinato de José Robles…-Pero en aquella embajada y en aquel país no encontró,
según lo que voy leyendo, ese sosiego…experimentó, en cambio, la
desilusión y el desengaño?.- Fue una de las pocas
personas que se entrevistaron con Iosef Stalin, sucesor de Lenin, y presidente
de la URSS y del archipoderoso Partido Comunista y cuando digo que era el cabecilla
del partido en URSS miro un poco más allá porque su sombra, la de Stalin y la
del Partido, no conocía de fronteras, ¿verdad?
Suena a
tópico, pero Pascua mostró siempre una gran fidelidad para sus amigos. Le dolió
mucho la muerte de José Robles en 1937 a cargo de los servicios secretos
soviéticos, tanto como en 1940 le afectaría la de Julián Zugazagoitia. Hizo
todo lo que pudo para ayudar a las familias y movió todas sus influencias para
evitar el fatal desenlace en el caso de Zugazagoitia.
-¿Cómo fue para él
vivir la guerra desde fuera?, veía como gente conocida iba muriendo bajo las
botas del fascismo…teniendo en cuenta que también pasa a ser designado
embajador en París…tierra, también, de desengaños para los valores
republicanos, ¿no?.¿Cómo lo experimentó él, en particular, como embajador?
Vivió, de primer plano, la planificación del exilio en cuanto autoridades
y altos cargos, como embajador ,pero ¿cómo captó el
triste exilio que experimentaron en carne propia millares de españoles y
españolas expuestos a las inclemencias climáticas y al delirio de confinar a
ciudadanos de la humanidad entre alambradas?
-Como ya he
comentado, se encontró muy aislado en Moscú, recibiendo pocas indicaciones
desde España, lo que le obligaba a menudo a improvisar, en un periodo en el que
todavía no se adivinaba el desenlace de la contienda. Sufría por su familia y
sus amigos, tenía pocas noticias, de las que se enteraba por las cartas de
Julián Zugazagoitia y sus frecuentes viajes a España.
París fue otra
cosa, tan cerca de España y con un ambiente tan enrarecido. Poner orden en la
embajada le granjeó numerosas enemistades y se fraguaron intrigas contra su
persona. Su tarea era muy difícil, con un gobierno francés de centro-derecha
dependiente de Londres, que tenía una política exterior dirigida por Georges
Bonnet, italianizante, que no simpatizaba con la República española. Intentó
convencer a los franceses de que debían mantener una política exterior más
independiente de los británicos y, a pesar del cierre de la frontera, logró que
se enviara material de guerra a España a través de procedimientos alternativos.
En París tuvo la cercanía física del Gobierno de Barcelona y del otro gran
embajador republicano, su amigo Pablo Azcárate, pudiendo trabajar de una manera
más coordinada. También formó parte de la Comisión Especial de Hacienda, que
gestionaba los recursos económicos de la República en el exterior, y seguía de cerca
a otras como la Comisión Técnica de Compras. Asimismo, supervisaba desde la
distancia muchos asuntos de la embajada de Moscú. Cuando se produjo la debacle
de 1939, coordinó tanto como le fue posible la atención a los internados en los
Campos del Sur de Francia y los primeros pasos de la emigración hacia
Latinoamérica. Le resultó muy desagradable la presencia en la embajada de don
Manuel Azaña y su séquito, con quienes no congeniaba, y que le interferían en
sus actividades más urgentes, como eran la ayuda a los refugiados y las
negociaciones políticas con el Gobierno francés. Años después recordaría esta
época como una de las más difíciles de su vida.
Don Marcelino,
ya en su retiro de Ginebra, dejó varios textos escritos que podían ser parte de
un libro de recuerdos que se proponía escribir. En uno de ellos pormenorizaba
la estancia del presidente en la embajada de París, y en otros dos comentaba
sus libros de memorias y la novela Azaña, que escribió Carlos Rojas. También se
explayó sobre los intentos de negociación de paz durante la guerra civil, y
escribió un texto biográfico sobre Juan Negrín, que ha sido utilizado por
diversos autores al hablar del político canario. Uno de estos trabajos,
dedicado al asunto del oro de Moscú, apareció publicado en 1970 en Cuadernos para el Diálogo.
A partir de
1939, desde su atalaya norteamericana, contempló con dolor las luchas
intestinas entre diferentes sectores de la emigración, desde las tormentosas
reuniones de la Diputación Permanente de las Cortes en París, con el
enfrentamiento entre Prieto y Negrín, hasta las peleas que sucedían en
territorio mexicano. También observó con cierto distanciamiento la pléyade de
libros sobre la guerra civil que escribieron en 1939-1940 algunos de sus
protagonistas.
-Estados
Unidos fue su destino después de que marchase de
Francia al reconocer este país al régimen de Franco…un crimen para cualquier
persona que cree en los valores de la República, ¿no?, ¿qué nos puedes
reflexionar? Es que, por parte de los países europeos y demás, la II República
no recibió más que verdaderas cargas de traición, después de tantos años
todavía nos queda esa sensación, ¿no es así?. ¿Cómo
deviene la estancia de este país?
-Marcha, después, a
Baltimore donde vive, así a priori y desde fuera, experiencias muy fructíferas,
pero a él parece que se le hace “como aburrido”, ¿por qué?; ¿puede que lo más
enriquecedor fuesen las relaciones humanas?
El bagaje
profesional que adquirió en esa época le sirvió como trampolín para trasladarse
en 1948 a Ginebra en calidad de alto funcionario de la OMS.
-Y después la
Organización Mundial de la Salud y “su nuevo trabajo en Ginebra…el sabor
agrio del resultado del paso por la política, el exilio y demás se saciaba con
su “buen hacer” profesional? Y a partir de ahí cómo
médico e investigador, ¿qué podemos destacar?
-En la OMS,
como responsable de la División de Estadísticas Sanitarias, fue uno de los
principales impulsores de las revisiones periódicas de la Clasificación
Internacional de Enfermedades y Causas de Defunción en su Sexta (1948) y
Séptima (1955) Revisiones, con la
experiencia de haber participado previamente en la Cuarta, de 1929. Era una
primera espada mundial en el campo de la Estadística sanitaria, siendo
ejemplares sus investigaciones sobre morbilidad y mortalidad en España a partir
de 1900. Zugazagoitia bromeaba con él en 1939, alegando que dedicándose a
contar muertos no iba a llegar a ninguna parte. En la OMS coordinaba diferentes
comités de expertos internacionales en estadísticas sanitarias globales,
hospitalarias, de cáncer y de mortinatalidad, así como la publicación de
informes y el análisis de series temporales de mortalidad y morbilidad de
diferentes países europeos. En el último periodo de su estancia en el organismo
se dedicó a viajar por diferentes países en desarrollo de todos los continentes
para asesorarlos en temas epidemiológicos y estadísticos. Durante un paréntesis
de nueve meses, en 1957-1958, dirigió en Santiago de Chile la creación del
Centro Latinoamericano de Enseñanza e Investigación Demográficas (CELADE), que
aún funciona en la actualidad, para regresar posteriormente a Ginebra.
-Lo que leo y
constato es que no paraba como humanista en constante formación: con sus
escritos, su lectura pormenorizada de la prensa, sus lecturas muy atinadas de
los libros…
En el aspecto
de la cultura general fue un ávido lector hasta el final de su vida. En sus
últimos años se interesaba especialmente por la situación del Este de Europa,
la guerra fría y la historia reciente de la URSS.
-Él se fue al exilio,
pero su familia no toda marchó o si marchó, ¿cómo lo pasó?, ¿qué fue de ellos y
ellas?
-Sus
familiares permanecieron en Valladolid, donde sufrieron una dura represión por
ser familia de quien eran. Su sobrino Ángel fue fusilado en mayo de 1937 y su
hermano Antonio, que era un padre para él, perdió la salud en prisión y ya no
la recuperó cuando salió de los campos de concentración en la primavera de
1940, y durante años no se le permitió salir fuera de Valladolid. Solamente se
reencontraron en una ocasión en Biarritz, en el año 1959. La postguerra fue muy
dura para toda la familia, pero eran gente laboriosa y fueron saliendo adelante
regentando un negocio de material eléctrico. Sus sobrinos y los hijos de estos
visitaban periódicamente al tío Marcelino en Ginebra. También mantenían una
fluida correspondencia postal en la que él figuraba como “M.P.Martínez” y les
enviaba las cartas a nombre de Mª Luisa Martínez Redondo, esposa de su sobrino
José. El apellido Pascua no aparecía en los sobres.
-En estos largos, dilatados
y exigentes exilios, los regresos tenían, como dices, mucho “sabor a
despedida”, siempre llegaba demasiado tarde, ¿verdad?
.-¿Consideras, amigo Miguel, que la memoria ha sido injusta con Marcelino
Pascua?, ¿por qué o desde qué perspectivas se piensa que se ha obviado más su
labor y su persona?
-Sí, la historia oficial ha sido
tremendamente dura con don Marcelino, especialmente en el ámbito político. Su
cercanía a Juan Negrín y el hecho de haber sido embajador en Moscú pesaban
demasiado.
En el ámbito médico ha sido más bien
ignorado, pienso que por inercia, pero en este punto hay que agradecer el
esfuerzo de los sanitaristas españoles que sí que reivindicaron su figura en
los "Encuentros Marcelino Pascua", una serie de reuniones que
desarrollaron a lo largo de los años 90 y que culminaron en 1997, conmemorado el
centenario de su nacimiento.
Creo que ya es hora de que el doctor
Pascua entre en nuestra memoria colectiva y reciba la atención que merece en
los libros de Historia y de Medicina, así como que algunas instituciones y
lugares públicos, como calles o plazas, especialmente en su tierra, reciban su
nombre. Nunca será demasiado tarde para que reciba el reconocimiento que
merece.
26888
La injusticia de un
olvido. El mundo de Marcelino Pascua (1897/1977) médico y político. Miguel Marco Igual
425 páginas
25.00 euros
UNED
Este libro es una publicación de la Editorial UNED en colaboración con el
Centro de Estudios de Migraciones y Exilios de la UNED (CEME-UNED). El
CEME-UNED se creó en 2010 con el objetivo de constituirse en un espacio de
referencia para la investigación, el conocimiento y la divulgación del fenómeno
migratorio histórico y contemporáneo. A través de diversos proyectos
multidisciplinares fomenta la colaboración entre instituciones nacionales e
internacionales dedicadas al estudio de estos temas. Marcelino Pascua
(Valladolid, 1897 - Ginebra, 1977) es prácticamente un desconocido en la
actualidad, pero fue un protagonista destacado de la medicina y la política
española de su época. Es la figura más importante de la estadística médica y
epidemiología españolas, y su prestigio se extendió al ámbito internacional
como especialista de la Sociedad de Naciones y director de la División de
Estadísticas Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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