Cazarabet conversa con... Maggie Torres, autora de “Anarchism and Political
Change in Spain. Schism, Polarisation and Reconstruction
of the Confederación Nacional
del Trabajo, 1939-1979”
(Sussex Academic Press)
La historiadora Maggie Torres analiza “el cisma, la polarización y la
reconstrucción en la CNT entre 1939-1979.
Cazarabet
conversa con Maggie Torres:
¿Por qué has querido dedicar una investigación en
torno a la CNT entre 1939-1979?
-Bueno, para mi tesis doctoral quería hacer algo
sobre el movimiento obrero español,
un tema que siempre me ha interesado mucho. Decidí hacerlo sobre el
anarcosindicalismo, un movimiento que me fascinó y quería saber más de su
historia. Tenía curiosidad por la época de clandestinidad a partir de 1939,
porque se había hecho poca investigación sobre ello – me refiero aquí a los años setenta;
últimamente se ha hecho muchos más. Como era una tesis sociológica, la hice
principalmente a base de entrevistas y cuando fui a España en 1978 eso es lo
que realicé con antiguos militantes que habían actuado en la CNT bajo el
franquismo. Hice unas cuantas entrevistas, pero una vez allí, me interesó mucho
por lo que estaba pasando dentro de la CNT en aquel entonces, en la época de la
reconstrucción de la organización. Así que, al final, hice mi tesis doctoral
sobre la reconstrucción de la CNT, 1976-1979, aunque incluí un capítulo
relativamente corto sobre el período de clandestinidad y la evolución del
movimiento obrero bajo el franquismo. Èste
lo he ampliado para el presente libro. Mi tesis también tuvo una parte teórica;
el debate entre el Marxismo y el anarquismo histórica y actual, que no está
incluido en el libro.
-¿Qué te atrajo a
ello?
-Tenía curiosidad por saber que causó el declive
tan acusado desde 1939 de una organización que fuera tan poderosa como la CNT
durante un siglo, sobre todo en la guerra civil, cuando controló zonas enteras
de Cataluña,
particularmente Barcelona, y cuando
defendió con ardor la revolución tan extendida allí. Por supuesto, la
represión draconiana del franquismo hizo estragos a la CNT desde 1939, pero
otras organizaciones obreras, como el Partido Comunista, también sufrió esa
represión dura, pero supo reorganizarse a partir de los años cincuenta, y los
Socialistas hicieron lo mismo desde los años sesenta, mientras la CNT, como organización,
desapareció durante el franquismo. Tampoco me convencieron los argumentos de
los marxistas ortodoxos, de que el anarquismo ya era ‘desfasada’ y que no tenía
nada que decir en el mundo contemporáneo, como conocía la obra de Noam Chomsky
y Murray Bookchin y me parecieron pensadores muy
relevantes en el mundo actual. Así que me puse a investigar este período de la
CNT en profundidad para poder dar explicaciones más rigurosas a la
cuestión.
-Hablemos de ese
cisma dentro de la CNT, ya en torno al exilio…
-La cisma gorda dentro de la CNT viene de su
actuación en la guerra civil, cuando la organización entró en los órganos del
estado republicano, rompiendo así con uno de los preceptos fundamentales del
anarquismo histórico – el anti-politicismo. Después de la guerra los militantes
cenetistas se dividió en dos bloques: los que consideraban que la CNT debía
seguir actuando en el plano político, y no sólo en situaciones excepcionales
como la guerra civil, y los que pensaban que la organización cometió un error
tremendo en entrar en el ‘juego político’ y que debía volver a su postura
tradicional de anti-politicismo. El debate fue más agudo en el exilio, en
Francia, como el liderazgo del movimiento se instaló allí y, a partir de 1945,
hubo posibilidad de expresarse. La organización en Francia estaba dividido
entre los ‘políticos ’ – una minoría – y los
anti-políticos, compuesto por la mayoría de los militantes y el liderazgo. Pero
la lucha entre los dos sectores en Francia no fue sólo una lucha ideológica;
también fue una lucha para controlar la CNT y sus recursos, y para el liderazgo
Esgleas/Montseny, una
manera de prevenir cualquier crítica de su actuación durante la segunda guerra
mundial. En España los cenetistas
estaban sufriendo una represión atroz en aquellos años del franquismo
triunfante, así que estaban a favor de continuar con la estrategia política y
actuaban con otras fuerzas políticas en frentes comunes – como la Alianza de
Fuerzas Democráticas - para instalar un régimen democrático.
-Aunque antes, te
diría casi siempre, han tenido sus divergencias, quizá por su propia
idiosincrasia horizontal, no jerárquica… por el asambleísmo al que no se estaba
– ni se está – acostumbrado.
-Pues, claro que sí, el anarquismo español siempre ha
tenido divergencias y, también, luchas entre los distintos liderazgos para
ejercer control sobre la organización, luchas que fueron muy intensos en los años treinta, en la
República. En ese aspecto el movimiento
anarquista no es tan diferente que otras organizaciones obreras, o cualquier
organización humana. Pero históricamente, cuando la CNT era una organización
potente, una organización de masas, había presión de la base, de militantes
activos en los barrios o en los sindicatos, que podían influir en la dirección
que tomaba la organización. Pero esa democracia interna de la CNT se fue
perdiendo durante la guerra civil, cuando la organización iba centralizándose
cada vez más. Esa tendencia se agudizó mucho en el exilio; sin un movimiento
activo, involucrado en la realidad, la CNT no podía ser viva, abierta a nuevas
ideas y intervenciones. Es ese contexto la brecha
dentro de la organización se convirtió en un artículo de fe, en una razón de
ser.
-Crees que el
anarquismo español
atrae más, quizás, en el extranjero, por ejemplo en el Reino Unido, que en el
propio estado español?
-Pues no sé, quizás sí. Quizás algunos escritores
académicos ingleses – no todos, claro – muestran una actitud más distanciada
hacia el anarquismo español;
quizá hay menos carga histórica en las evaluaciones que hacen sobre el
anarquismo español
que en España.
Hay un par de historiadores ingleses – Chris Ealham y
Angel Smith – que han hecho trabajos históricos espléndidos
sobre el anarquismo en Cataluña.
Rompieron con concepciones anteriores y desfasadas de lo que representó el
movimiento anarquista obrero allí. No creo que exista este tipo de trabajo de
investigación en España entre
historiadores académicos.
-¿Cómo llegó el
anarquismo al exilio o a los exilios en 1939?
-No hay duda que al final de la guerra los
anarquistas obtuvieron mucho menos ayuda de las organizaciones republicanas que
otras formaciones políticas, aunque militantes destacados – los que estaban en
los comités más importantes - tuvieron más suerte que los cenetistas de base.
Así que los cenetistas tuvieron que improvisar como pudieron para salir de Espada. 80,000 salieron
de Cataluña
en febrero 1939 a Francia, y una vez allí fueron detenidos en ‘campos’, donde
fueron abandonados a su suerte, sin comida ni cobijo, con temperaturas bajo
cero. Incluso había campos de castigo para refugiados republicanos en Francia,
donde refugiados fueron sometidos a un régimen de cárcel. Desde luego las
autoridades francesas trataron a los refugiados españoles como
criminales, y la respuesta a su situación fue encarcelarlos, castigarlos y
aislarlos del resto de la población. A pesar de vivir en estas condiciones
pésimas, militantes cenetistas crearon las primeras organizaciones de la CNT en
Francia en los campos. De los otros países que fueron cenetistas, no se tanto,
pero de manera anecdótica sé que los ‘anarquistas’ tuvieron problemas en todas
partes, aparte de Méjico, donde todos los refugiados españoles fueron bien
acogidos, en general.
-¿Por qué allí, en vez de unirse con los años se fueron produciendo tantas confrontaciones?
En torno a que temas de discusión solían girar esas confrontaciones? ¿Cómo se fueron definiendo y cómo se fueron terminando?
-Pues, se puede decir que las confrontaciones
dentro de la CNT en el exilio en Francia iban siendo más agudas, más violentas
con el paso de los años.
Aparentemente estas confrontaciones giraban en torno a diferencias ideológicas,
como entre los que estaban a favor de una dirección política para la
organización y los que querían que la CNT volviera a su anti-politicismo de
antaño. Pero en la práctica, en cuanto a la
estrategia que proponían los dos bandas, había poca
diferencia. Los dos sectores abogaban por un sindicalismo democrático, y, a
pesar del lenguaje ‘revolucionario’ de lucha armada de los anti-políticos de Esgleas y Montseny, este sector
nunca desarrolló una estrategia coherente al respecto y no apoyó a los
guerrilleros Sabaté y Facerías cuando intentaron volver
a Espada
para lanzar una campaña allí. No, no se puede ver la agudización de las
confrontaciones en la CNT en el exilio en Francia como el resultado de
crecientes diferencias ideológicas, porque un debate ideológico nunca se dio.
Lo que sí se ve es una creciente burocratización (uno de cada dos cenetistas
estaban en comités y había muchos puestos remunerados), y osificación
ideológica de la organización, como el liderazgo de Esgleas/Montseny había parado el reloj de la historia en 1939.
Además, para seguir controlando la organización este liderazgo y sus fieles
tenían que crear todo un tinglado de contactos y un sistema de favores
recíprocos que convirtieron la CNT en una organización de ayuda mutua, sin
proyección hacia fuera. La CNT se convirtió en una secta semi
religiosa, que expulsaba a cualquier hereje que osaba desafiarles. Eso fue la
verdadera tragedia de la CNT bajo el franquismo, porque no hubo un liderazgo en
el exilio que pudiera ayudar y impulsar un movimiento
en España
que podría aprovechar los cambios habidos en el movimiento obrero.
-¿Crees y piensas
que el anarquismo o que entre los anarquistas se dieron los perdedores entre
los perdedores? ¿los represaliados entre los
represaliados?
-Se puede decir que sí. No hay duda que la CNT
recibió menos ayuda de las distintas organizaciones republicanas de socorro
para salir del país que otras formaciones políticas después de la guerra. Las
otras organizaciones políticas también tenían respaldo de Europa o de la Unión
Soviética, mientras a los anarquistas les faltaba eso. Hay que tener en cuenta
también que fueron los líderes de todas las organizaciones republicanas que
pudieron escaparse del país. Los militantes de base no pudieron salir y así que
fueron ellos que tuvieron que sufrir la represión tan atroz de los primeros años del franquismo.
Además, el régimen franquista reprimió mucho más duramente a las organizaciones
obreras, y la CNT, con casi dos millones de miembros en la guerra – la
organización obrera más numerosa en aquel entonces – sufrió una represión que
aplastó a la organización. A finales de
los años
cuarenta, la CNT ya no existió como organización.
-¿Cómo trató de
reorganizarse le CNT en Francia en 1939? Tarea difícil porque las botas del
nazismo y el ‘régimen de Petain’ ya amenazaban como nubarrones ¿no?
-Pues sí, tarea muy difícil. Como te dije, los
primeros comités de la organización fueron creados en los campos en 1939, y
luego algunos en las ciudades y los pueblos donde iban a residir
cenetistas. Pero claro, pronto, en 1940,
cayó Francia y fue instaurado el régimen de Petain. Durante los años de la ocupación
nazi la CNT no funcionó tanto como organización de comités, sino más bien a
nivel de individuos o pequeños
grupos. Muchos cenetistas iban a luchar con los Maquis o en la Resistencia, y
muchos otros acabaron en campos de concentración; 80,000 españoles anti-fascistas
murieron en el campo de concentración de Mauthausen por ejemplo. Refugiados
españoles
también fueron mandados a la Legión Extranjera Francesa, y el gobierno de Vichy
mandó 40,000 españoles
a España
y a las cárceles de Franco. Uno de ellos era el distinguido militante
cenetista, Juan Peiró, que fue ejecutado en 1942. A
pesar de la situación de persecución en Francia, muchos libertarios destacaron
en la Resistencia, como Francisco Ponzán y su grupo,
que montaban una red de rutas de escape en Francia que extendían a Espada. Sus contactos en
la CNT de Espada
hicieron actividades de espionaje para los Aliados. Se calcula que Ponzán y su grupo salvaron las vidas de unos
1,500 personas, entre ellos muchos judíos.
-¿Se produce un
choque entre los más ortodoxos o miembros de la FAI y otras gentes que sentían
el ideal libertario?
-¿Te refieres al exilio en Francia a partir de 1939?
Bueno, el liderazgo de Esgleas/ Montseny
y sus seguidores eran de la FAI, y como acabo de explicar, la ideología de
estos iba evolucionando hacia la dogma; verbalmente se veneraban la revolución
a ultranza, mientras en la práctica no se hacían nada. Pero el mantenimiento de
la ideología revolucionaria era importante para este sector, como les confería
legitimidad histórica que fue crucial en su lucha con los ‘reformistas’, los
políticos. En cuanto al funcionamiento de la organización, fue la FAI que preparaba
mítines y congresos, así que podía ‘organizarlos’ de tal forma que seguía
dirigiendo la organización. Claro que había mucha oposición a esta manipulación
y control – de Las Juventudes Libertarias, de destacados militantes y miembros
de la misma FAI – que sólo dio como resultado confrontaciones muy desagradables
y violentas y una oleada continúa de expulsiones. Se puede decir que la
burocracia ganó la batalla y los que verdaderamente sentían el ideal libertario
fueron derrotados, como fueron aquellos que seguían controlando la CNT durante
todo el período.
-Amiga ¿Cómo ha ido
el proceso de documentación, investigación, estudio del anarquismo en esta
franja temporal?
-Como te dije, la fuente más importante de mi
investigación ha sido las entrevistas, porque quería saber cómo las personas
‘sentían’ los acontecimientos; era una manera de investigar la historia desde
abajo, y de incorporar eso como parte de la historia y como, naturalmente,
influye en la historia. Pero, claro, hay que corroborar lo que te cuenta la
gente, porque las personas, en general, quieren aparecer ‘buenas’ y chulas, así
que hay que entrevistar a mucha gente para corroborar hechos, y, cuando sea
posible, consultar la documentación. Realicé más de ochenta entrevistas y
charlaba con muchísimas personas más. Asistía a mítines y charlas, y visitaba
una cantidad de federaciones locales. Tenía mucha suerte en encontrar
documentación sobre la reconstrucción de la CNT antes de que hubiera archivos
sobre ella (muchas gracias a los amigos cenetistas por eso), y también los
grupos autónomos me dejaron sus documentos y escritos que fueron indispensables
para contar como surgió el movimiento autónomo y como se extendió en los años setenta. Sin la
ayuda y apoyo de todos estos amigos no hubiese podido hacer la investigación
que hice. Así que este libro está dedicado a ellos.
-Proceso,
seguramente muy, muy trabajoso, pero
que, dado su resultado, suele compensar…
-Pues, si,
claro, ha sido mucho trabajo, pero lo he disfrutado mucho, y aprendido mucho,
en una cantidad de aspectos – tantos históricos como personales – haciendo esta
investigación. Quizás la parte que más me ha gustado ha sido investigando el
movimiento de los grupos obreros autónomos en Barcelona que surgieron a finales
de los años
sesenta. Me pareció fascinante, ideológicamente, en cuanto al futuro de un
movimiento obrero de nuevo tipo, basado sobre aspectos del anarquismo y del
Marxismo, un movimiento abierto a distintas influencias que pondría fin a los
sectarismos del pasado, que ha hecho tanto dado al movimiento obrero histórico. Su énfasis en
la importancia de la conducta personal democrática, – una clara influencia del
anarquismo – también me pareció importante, y fundamental si queremos crear un
socialismo auténtico. Muchos de ellos acabaron en la CNT a finales de los años setenta, y
desgraciadamente, sus ideas no prosperaron allí. Quizás el peso de los
preceptos con que se ha vivido mucho tiempo es, para mucha gente, difícil de
superar. Pero yo sigo siendo optimista, porque lo que esta investigación me ha
enseñado
más que nada es que sí, que hay personas que pueden, y quieren superar las
viejas categorías y están dispuestas a llevar nuevas ideas a la práctica. En
estos momentos tan catastróficos para la humanidad, creo que es más importante
que nunca mantener esa esperanza; la esperanza de que el ser humano es capaz de
cambiar y así crear un mundo nuevo.
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