La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Francisco
Espinosa Maestre, autor de “Lucha de
historias, lucha de memorias. España, 2002-2015” (Aconcagua)
Francisco Espinosa Maestre, vuelve a escribir una obra
magistral, completa, exigente y precisa sobre la historia y su conjunción con
la memoria…poniendo no pocas tildes sobre las palabras. Francisco narra sobre
cómo , desde la propia historia, se ha hecho historia…se ha rebuscado en los
cajones más perdidos de la historia, los de los años de la guerra, dictadura y
sobre los episodios en los que unos pocos valientes empezaron a sacar
informaciones que ponían muchas tildes en párrafos donde casi no había ni
uno…tildes sobre el genocidio de una guerra y una dictadura…y tildes que,
enseguida, eran, de nuevo, cuestionadas, escupidas , pisoteadas…La lucha de
esos historiadores por escribir, con dignidad, historia es el eje central de
este libro…si leen el prólogo de Francisco Moreno Gómez, seguro que les quedará
, todo, mucho más claro. El prólogo de este historiador no es de los que uno
pueda saltarse, si es que hay prólogos que uno deba saltarse, pero éste es, si
mucho me “aprietan” mucho más necesario que otros…
El libro de Francisco Espinosa: “Lucha de historias. Lucha
de memorias” es mucho más necesario que lo que nos imaginamos, porque investiga
y ha trabajado mucho mirando la propia historiografía y sus propias maneras de
hacer historia. El trabajo ha sido inmenso y más necesario que nunca…alguien
tenía que poner orden en este gallinero que, a veces, ha parecido “el
particular mundo de los historiadores”. Donde muchos han vomitado mentiras sin
sentir o querer ver lo sensible que es
todo esto….
El prólogo de Francisco Moreno Gómez es también una
invitación….nos pone, a los lectores en bandeja de plata la investigación de
Espinosa…..y les recomiendo encarecidamente que no pasen de él, hoy no. Vayan y
lo: no tiene desperdicio porque, además, pone a mucha gente en su sitio
El libro ve,
como en metáfora, a un trozo de mantequilla como su fuese la historia y le va
clavando el cuchillo…para luego depositarla en una sartén que la derrite muy
poco a poco…
Por su parte Aconcagua Editorial vuelve a acertar, como viene siendo costumbre,
con este libro con un oficio y una valentía sin igual…
Lo que nos explica y nos argumenta Aconcagua:
Este libro es un compendio de treinta artículos que el historiador Francisco
Espinosa ha elaborado durante estos últimos 13 años. La mayor parte de ellos
son inéditos y el otros han sido publicados en
revistas de difusión limitada para el gran público.
Como indica en su prólogo el
historiador Francisco Moreno:
“Después de leer las páginas de este nuevo libro de
Francisco Espinosa, sobre la historia y la memoria de la guerra civil española,
debo confesar que, aparte del sumo interés e importancia de este estudio, la
sensación resultante es de asombro y una infinita estupefacción ante las
resistencias que este tema suscita en nuestro país”.
“Lo que en este libro hace F. Espinosa es presentar el
“vía crucis” del proyecto de la memoria histórica en España, el surgimiento del
movimiento memorialista y todos sus avatares, además otros muchos temas, todo
un conjunto pluritemático: el combate por la
historia, la lucha contra el olvido, los enemigos de la historia y de la
memoria de la represión franquista, el desastre de la desmemoria y del “pacto
de silencio”, en una democracia pésimamente construida (pese a los aduladores y
arúspices oficiales), las hipocresías de las “saturaciones” y de los olvidos, los
intentos aberrantes de excluir el pasado del presente y la batalla persistente,
a pesar de todo, por la memoria democrática en esta España farisaica”.
La sinopsis que nos facilita Aconcagua:
Dentro de cierto tiempo habrá quien diga que la lucha
de ciertos historiadores a partir del final de la dictadura por restablecer la
verdad de lo ocurrido y el movimiento social pro memoria desde fines de los
noventa y muy especialmente de la pasada década, no existieron o no tuvieron la
menor importancia. No sería la primera vez que esto ocurre en nuestro país.
Este libro, escrito por un historiador implicado en el
movimiento pro memoria, reúne una serie de artículos cuyo factor común es
precisamente ese: gira en torno a esas luchas que dan título a la obra. El autor
fue consciente de la importancia de la memoria vivida desde sus primeros
trabajos. Al menos tanto como la de esos documentos que tanto nos ha costado
ver, parte de los cuales aún oculta el poder.
Apoyó proyectos pioneros como el de AGE (Archivo
Guerra Exilio), fue durante cinco años coordinador científico del
proyecto Todos los Nombres y ha colaborado en numerosos encuentros y
jornadas. Por otra parte ha investigado alguno de los grandes proyectos
republicanos, caso de la reforma agraria, y, muy especialmente, la implantación
del fascismo, agrario y clerical, en la zona suroeste de España.
Lo que ahora se presenta es el trabajo de muchos años de
reflexión y de lo que algunos llaman de manera peyorativa historia “militante”.
Esta militancia, en el sentido de combate dialéctico, nace de la seguridad de
que, en lo que respecta al pasado histórico, nadie nos va a regalar nada. Lo
que tenga que quedar de aquella época está en nuestras manos, no en la de
instituciones que no desean que se conozca su pasado ni en la de un personal
político y administrativo a su servicio.
De todo ello trata esta obra que ahora reúne treinta
artículos publicados a lo largo de trece años, años clave que encontraron su
final en la llegada del PP al poder tras la caída de un PSOE caracterizado
siempre por su tibieza en estas cuestiones.
El autor:
Francisco Espinosa Maestre (Villafranca de los
Barros, Badajoz, 1954), doctor en Historia e historiador. Por otra parte es
autor de diversos libros y artículos sobre la República, la guerra civil y la
represión franquista en el suroeste y sobre su memoria e investigación
posterior. También fue autor del Informe sobre la represión franquista entregado al juez Garzón y miembro de la comisión que le
asesoró en su iniciativa. Ha coordinado trabajos sobre las consecuencias del
golpe militar en todo el país, caso de Violencia Roja y azul. España,
1936-1950. Desde su fundación en 2005 y hasta 2010 fue coordinador
científico del proyecto Todos los Nombres. Entre sus obras destacan La guerra civil en
Huelva (1996), La columna de la muerte (2003), La
justicia de Queipo (2005), La primavera
del frente popular (2007), o Callar al mensajero (2009).
Leer más: http://www.aconcagualibros.net/news/lucha-de-historias1/
El autor del prólogo, Francisco
Moreno Gómez, tiene una dilatada “carrera” como historiador, divulgador e
investigador:
http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=179758
Cazarabet conversa con Francisco Espinosa Maestre:
-Francisco, escribir sobre el
oficio de historiador y sobre cómo “se hace y se trata a la historia” es muy
serio como para encontrarte con tantas frivolidades desde las librerías, los
libros de texto, los documentales…
-Eso es
inevitable. Empecemos por el mundo del libro. Las librerías van mal, la venta
de libros no le va a la zaga y, como es lógico, el ensayo es lo que va peor.
Vivimos en un país que lee muy poco, tanto prensa como libros. Según la última
encuesta del CIS sólo un 29% de los encuestados tiene la costumbre de leer; el
resto, alguna vez, nunca o casi nunca.
Es normal,
por lo que se refiere a la historia, que con este panorama persista la
mitología franquista y que vulgares propagandistas pasen por historiadores.
Pensemos que se ha hecho muy poco, y siempre desde la sociedad civil, contra la
permanencia de la memoria histórica
del fascismo español. La “ley de memoria” de Zapatero (cualquiera sabe cómo se
llamaba aquello) quedó en un simple amago de lo que podría haber sido una
verdadera Ley de Memoria Histórica.
La
Universidad, salvo honrosas excepciones, ha entrado en esto tarde y por la
presión de la realidad. Para colmo tenemos santones que ejercen gran influencia
en el mundo académico que vienen pregonando hace años que historia y memoria no
tienen nada que ver. Como ninguno de ellos ha investigado los aspectos más
sucios del fascismo español no entienden que haya reductos a los que sólo
podemos acceder a través del testimonio oral, de la memoria de la gente. Y es
que, aunque historia y memoria no sean lo mismo, la memoria sí es un recurso
más de la historia.
Hay,
además otros problemas. Aquí se hace la historia como buenamente se puede.
Nunca ha existido un verdadero plan de archivos. Por no haber no hay ni una Ley
de Archivos. Todo remite a la calculada ambigüedad de la Ley de Patrimonio
Documental Español de 1985. En relación con la etapa más negra de la dictadura
no sabemos ni los fondos documentales que existen. Y de los que conocemos su
existencia muchos de ellos no están ni catalogados. El mejor que había, el de
la Guerra Civil de Salamanca, un modelo de archivo, lleva camino de convertirse
en un cajón de sastre. O sea que no sólo no se ha mejorado sino que lo que
funcionaba bien lleva camino de no poder superar lo que se le ha venido encima.
Es este un terreno en el que no parece que haya interés alguno en que nos
parezcamos a Europa.
Dejar
toda (la que nos ha llegado) la documentación judicial militar bajo custodia
militar puede que tenga alguna ventaja en ciertos casos, pero son más los
inconvenientes: a los militares, en general, no les gusta que se aireen sus cosas y esto puede estar detrás de
que algunos fondos documentales estén en perpetua catalogación; digamos que no
son muy partidarios de exponer sus
papeles a la luz pública. Tampoco parecen estar de acuerdo en que se
desclasifiquen de una vez documentos que debían estarlo hace ya décadas.
Pensemos en los “10.000 documentos” que se pensaron desclasificar en tiempos de
Carme Chacón. Y esto era una selección de documentos desde 1936 a 1968.
¿Cuántos son realmente los documentos que aún no podemos ver basándose en una
ley de secretos oficiales de la dictadura (1968)?
Digamos
pues en conclusión que es un trabajo el de historiador al que se ponen
demasiadas trabas. Parece que el poder, en el sentido amplio de la palabra, no
sólo no quiere oír ciertas cosas sino que tampoco quiere que lleguen a la
sociedad.
-Pero lo más grave viene cuando, desde las “altas
instituciones” esto se sigue contemplando con esa frivolidad que solo contempla
dar algún nombre, llenarse la boca de adjetivos, promesas y frases vacías o de
mentiras y fraudes…
-Vivimos
en una ceremonia de confusión. Hace años que vengo manteniendo que la
investigación de la destrucción de la II República, la represión, la guerra y
la eterna posguerra ha constituido un auténtico combate por la historia. Las
trabas para que se llevara a cabo han sido constantes y en todos los niveles,
desde los archivos nacionales hasta los archivos municipales, tanto civiles
como militares como eclesiásticos. Los partidos políticos, cada uno por sus
razones, no han querido implicarse en esta tarea. A finales de los setenta hubo
una serie de pueblos que decidieron sacar los restos de sus vecinos de las
fosas y hacerles una sepultura común digna. Las cúpulas de los partidos
actuaron como si no fuera con ellos y, al mismo tiempo, desde los gobiernos
civiles se dificultaron estas iniciativas, llegando a multar a alguno de los
alcaldes que intervinieron en estos actos.
Otros se
contentaron con vaciar la fosa común y trasladar los restos a otro lugar
erigiendo un monolito en recuerdo de los demócratas o de las víctimas inocentes
asesinadas. Pero no se consideró oportuno intentar recuperar los nombres de las
personas allí enterradas ni por supuesto buscar la manera de que se reparara a
las familias.
Se
cambiaron nombres de calles pero no todas las que había que cambiar. Sin llegar
al extremo de Madrid, donde permaneció buena parte del callejero fascista, en
numerosas localidades se eliminaron los nombres más señalados pero se dejaron
otros relativos al Ejército como institución y a la Iglesia. Las lápidas
adosadas a los muros de las iglesias con los nombres de los “caídos”
desaparecieron por lo general, pero las cruces con el rótulo de ¡PRESENTES!
fueron sustituidas en numerosas zonas y por decisión política por otro que
decía “Por todos los Caídos en las guerras de España”. Más ambigüedad no se
podía pedir. Había que agradar a todos, hasta en los lugares donde solo hubo
represión fascista.
Simplemente
se tenía miedo a llamar las cosas por su nombre. Incluso a mirar atrás. El
principio creado por el historiador francés Pierre Vidal-Naquet
en el sentido de que “el primer deber de la democracia es la memoria” aquí no
ha regido nunca. Los conceptos de “verdad, justicia y reparación” tampoco se
cumplieron en modo alguno. Ni entonces ni ahora. Todo esto permitió que la
derecha campase a su antojo, repitiendo hasta la saciedad la versión que la
dictadura había dado sobre su origen y desarrollo, un cúmulo de propaganda
fascista.
- ¿Por qué “los autores de la
transición”, herederos muchos de ellos del franquismo nos han estado mintiendo
y han defraudado la historia de su
propio país cuando, por ejemplo, no miran que en este país hay niños robados,
muertos en las cunetas, familias que han sufrido el expolio y muchos que
todavía sufren del escarmiento o de un síndrome muy parecido al “síndrome de
Estocolmo” (tenemos la memoria secuestrada)…? Hay mucha población que tiene sus
ideas, sus idearios secuestrados y eso se ha permitido en este país que no ha
pasado por la “caja registradora de la justicia” ni al régimen fascista, ni a
sus herederos…
Por dos
motivos. Porque se consideran la “generación de la transición”, hecho que
elevan al rango de momento clave de nuestra historia reciente, y porque por
este mismo hecho siempre se han preocupado más por el futuro (su futuro) que
por el pasado (el de los demás). Siempre han sido conscientes de que todo lo
que sea ahondar en el pasado (República, golpe, guerra y dictadura) va en
detrimento de la transición, que queda reducida a un apaño dirigido por la derecha
y orientado a volver a una normalidad admisible por esta misma derecha a la que
ya le estorbaban los límites que imponía la dictadura. En un país democrático
tanto el Estado como la Justicia debieron interesarse por las fosas comunes, el
gran expolio sobre los vencidos, los niños robados… pero aquí los poderes del
Estado mantuvieron la continuidad. Mucha gente ignora lo que pasó. Sabe sólo lo
que le contó la propaganda fascista. Asumió como culpa lo que le contaron. No
han querido hablar nunca de sus familiares asesinados porque el fascismo los
convenció de que si acabaron así es “porque algo habrían hecho”. Se llega al
extremo de tener que contarle a la gente lo que
vivieron ellos o sus padres y abuelos, porque ni lo saben ni lo
recuerdan. Salvo que existiera una clara conciencia de lo que ocurrió o que más
tarde haya habido una reelaboración de lo vivido a base de conversaciones o
lecturas, normalmente se tiene una conciencia muy primaria de hechos gravísimos
que cambiaron totalmente el sentido de la vida de la gente. El miedo caló y
sigue ahí.
-Y lo más triste es que, hoy, cuando levantas la
pesada alfombra con la que cubrieron la transición y con la que están cubriendo
muchas etapas de la democracia…te miran, todavía, con esa mirada llena de reproche,
casi de odio…
Los que
vivimos la transición somos conscientes que la mayor parte de la gente, tanto
de derechas como de izquierdas, ignorábamos lo que iba a pasar. Se estaba
cociendo fuera de nuestra vista. En aquellos años terribles que van de 1976 a
1981, con cerca de seiscientos muertos por violencia política, lo que primaba
era el miedo. Supongo que alguna vez, cuando se desclasifiquen los documentos
relativos a aquella etapa en los archivos de los EEUU y Alemania –doy por
supuesto que aquí no los veremos– nos enteraremos qué pasó realmente. Lo cierto
es que la derecha proveniente del fascismo captó pronto que no corría peligro,
que aquel pasado de horror del que procedían iba a quedar a salvo. Habría
elecciones pero nadie tocaría nada fundamental. El pasado era sagrado y la
nueva democracia asumiría las estructuras procedentes de la dictadura: fuerzas
armadas, aparato judicial, poderes económicos, el renovado acuerdo con la
Iglesia, etc. La alfombra no la levantaría nadie. Y por si había alguna duda la
amnistía del 77 lo había borrado todo. Por si fuera poco el quinquenio lo cerró
un golpe militar del que aún tampoco sabemos nada salvo que benefició a la
monarquía y reavivó el miedo. El mensaje era claro: no olvidéis que aún estamos
aquí dispuestos a lo que haga falta. La imagen del guardia civil con bigote y
tricornio no podía ser más chusca. Efectivamente seguían allí.
-Hasta los socialistas, por mucho
que quisiera José Luis Rodríguez Zapatero decir, solo decir y pintar, solo
pintar…nunca se han involucrado de pleno en una lucha por la recuperación de la
Memoria Histórica… ¿A qué temen, a qué nos enteremos o cercioremos que muchos
de ellos se han levantado sobre un “cierto tufillo” cuando otros muchos
socialistas todavía yacen bajo los suelos de un país que prefiere ignorarlos?
-El PSOE
nunca quiso conectar con el pasado republicano ni con alguna de las corrientes
existentes en su partido antes del golpe de estado. En realidad el PSOE que
surge de Suresnes nada tiene que ver con el PSOE de
los años treinta. En teoría pueden decir que tienen no sé cuántos años de
historia, pero en la práctica una y otra vez nos dejan claro que es un partido
surgido en la transición. Se presentan como partido socialista y obrero pero se
trata en realidad de un moderado partido de centro. De ahí su éxito en 1982. Se
trata de un partido carente de programa, pragmático, cuyo único objetivo fue
siempre mantenerse en el poder. Ahora que se han movilizado ante la posibilidad
de un pacto PSOE-Podemos da vergüenza verlos y escucharlos. En realidad tanto
bipartidismo los ha convertido en algo similar al PP, hasta el punto de que
podrían firmar un pacto con estos. Si realmente les importaran los socialistas
que siguen en las fosas hubieran tomado algunas decisiones en los catorce años
que estuvieron gobernando. La ley de memoria histórica de Zapatero no colmó ni
una sola de las expectativas que el tema había suscitado. Puede parecer baladí
pero pienso que bajo esta actitud del PSOE está la negativa de muchos a asumir
el pasado familiar. Y si no asumían el suyo, ¿cómo iban a asumir el de los
demás? De ahí su decisión de “no mirar atrás”.
-Cómplices de los anteriores, se necesitan unos a
otros, están numerosos historiadores, escritores, periodistas que, ya desde un
primer momento, pero han ido “in creciendo” se visten de “cierta buena dosis de
divinidad”. Son los que no aportando nada van dinamitando la lucha de los
historiadores que pretenden escribir solamente la verdad, investigar y dar
difusión, sin más…
-Estos
surgieron hace ya años. Parte de la Universidad practicó el ninguneo, en el que
es maestra. Para ellos los investigadores del golpe y sus consecuencias no
existieron durante años. Muchos de ellos sentían aquellas investigaciones como
vulgares intrusiones, como si alguien hubiera ocupado sus posesiones.
Finalmente tuvieron que sumarse a la investigación para no quedar mal. Pero
algunos lo hicieron insultando, llamando “historia militante” o “frentepopulista” a la que habíamos hecho, y otros
repartiéndose algún temita secundario con ayuda económica y becario incluido.
Sus objetivos no han sido otros que los que podríamos llamar flecos de la
represión. Así han querido pasar a la historia.
En los
escritores ha habido algunos muy buenos y una mayoría que sin tener gran idea
del asunto se sumó al filón de la guerra civil. Raro será el que quede sin
haber escrito su libro sobre la guerra. Supongo que esto ha sido también
fomentado por las editoriales. El periodismo se ha movido en un terreno mucho
más partidista. Incluso ha habido periódicos que llegaron a sacar colecciones
de libro hechos especialmente para la ocasión. Fue el caso de El Mundo en aquel despropósito titulado
“La guerra civil mes a mes” (2005). En unos medios ha contado más su historia e
ideología, sería el caso del diario monarco-fascista ABC, y en otros el peso de sus
colaboradores. El País, por ejemplo,
ha prestado bastante atención al movimiento de memoria histórica desde 2002,
cuando incluyeron en un suplemento dominical las imágenes de una exhumación.
Sin embargo, entre sus colaboradores fijos ha contado con algunos de los más
acérrimos enemigos del fenómeno de la memoria histórica.
-Esto de aquí afuera, en materia
de historiografía e historiadores, es una jungla donde nombres como Cercas,
Juliá, Trapiello (por poner tres ejemplos destacados…) van aportando polvo y
paja para esconder lo que otros muchos van publicando con un esfuerzo
infrahumano sin el apoyo de grandes grupos de comunicación ni de grandes
respaldos editoriales porque éstos últimos son parte de los que alimentan el
latido del sistema actual, heredero de la transición mal fecundada por una
dictadura que lo dejó todo , eso sí, muy bien atado….
El caso
de Juliá resulta especialmente significativo. Ha sido uno de esos columnistas
militantes contra la memoria, que él opone a la historia. Como nunca ha
investigado la represión fascista se permite decir barbaridades como que aquí
ya se abrieron fosas en la transición, como quedó reflejado en la revista Interviú. Olvida, porque lo ignora, que aquellas exhumaciones
constituyen precisamente la prueba de la inhibición del Estado y de los
diferentes gobiernos en dar sepultura digna a las personas asesinadas y
arrojadas como perros a fosas comunes abiertas en cementerios, fincas, cunetas,
etc.
Otra de
las consecuencias de no haber investigado nunca la represión fascista es que no
tome conciencia de que la memoria en este terreno viene en ayuda de la
historia. En todo lo relativo a la represión fue tal la ocultación practicada
por los perpetradores de la masacre que se requiere el recuerdo de los que
vivieron aquellos hechos o de los que más tarde los escucharon. La
inconsciencia absoluta en que se mueve este sociólogo en este terreno lo
muestra que, al mismo tiempo que lo anterior, haya escrito que hay que sacar a la
gente de las fosas.
Evidentemente,
como otros tantos, a esto no se puede negar. Pero desear esto en abstracto es
como no desear nada. La exhumación sería la parte final de un proceso que
debería comenzar por disponer de un conocimiento mejor que el que tenemos sobre
la desaparición de personas entre el 17 de julio de1936 y finales de febrero de
1937. Las fuerzas que llevaron a cabo la masacre, con los militares golpistas
en cabeza, deberían sacar a la luz pública la documentación que poseen. Me
refiero al Ejército, a la Guardia Civil y a la Policía (heredera de las
antiguas Delegaciones de Orden Público creadas por los fascistas). Luego
vendría un vasto trabajo de campo para localizar las fosas comunes y finalmente
las exhumaciones con la dignificación de los restos. Todo esto debería hacerse
bajo control judicial. Una fase final establecería las responsabilidades y
trataría de reparar el daño hecho a miles de personas. Con la desfachatez con
la que se tiran aquí los millones de euros no puede ser el dinero motivo para
no afrontar esta obligada reparación. Llegados a este punto se habrían
producido las tres fases obligadas en este tipo de procesos: el conocimiento de
lo ocurrido, la intervención de la justicia y la reparación del daño causado. Y
si alguien, como podría ser el mismo Juliá, habla de los del “otro bando” se le
recuerda que seguir este proceso con las víctimas de los vencedores sería
repetirlo, pues ya lo hizo el fascismo. Quien lo dude que acuda a la llamada
Causa General.
Los Trapiellos, Cercas y Molinas, promocionados por potentes
editoriales y publicitados hasta la saciedad por medios como El País van sembrando loas a esa
supuesta “tercera España” que estaba por encima de rojos y azules y, al mismo
tiempo, desprecio por la memoria histórica. Alguno de ellos dice estar ya harto
de la guerra civil pero curiosamente no deja de escribir sobre ella. Con todo
lo que queda por hacer sobre aquella época resulta penoso tener que soportar
las ocurrencias de estos individuos. ¿Por qué no hacer una buena biografía de
Chaves Nogales que completara el trabajo de Maribel Cintas o una verdadera
biografía de Enric Marco? Es posible que sea porque
hacerlas resulta bastante más trabajoso y menos rentable que inventársela.
Trapiello
mostró una vez más su mala baba en un artículo publicado no hace mucho en El País. En él daba pábulo a la campaña
de la caverna mediática, en la que hay que incluir al periódico referido,
contra la reforma del callejero madrileño. Sólo en la mente enferma de la
derecha más rancia cabía semejante dislate, ya que todo era falso. Por si fuera
poco arremetía contra Margarita Nelken acusándola de
ser responsable de “paseos”. Será que ha leído a García Oliver. Este tipo de
campaña en el que, sin prueba alguna, se coloca a alguien el sambenito de chequista ya lo conocimos con Alberti hace años. En
cualquier caso, los que acabaron en Badajoz con la calle de la diputada
socialista M. Nelken mientras mostraban como prueba
irrefutable la imagen de Mika Etchevéhère
con el pistolón al cinto recibirán con gusto Trapiello en el Aula de Hoy, lugar
muy apropiado para él.
19056
Lucha de historias,
lucha de memorias. España, 2002-2015. Francisco Espinosa Maestre. Prólogo de Francisco Moreno
Gómez
590 páginas
25,00 euros
Aconcagua
Este libro es un compendio de treinta artículos que el historiador
Francisco Espinosa ha elaborado durante estos últimos 13 años. La mayor parte
de ellos son inéditos y el otros han sido publicados
en revistas de difusión limitada para el gran público.
Como indica en su prólogo el historiador Francisco Moreno:
“Después de leer las páginas de este nuevo libro de Francisco
Espinosa, sobre la historia y la memoria de la guerra civil española, debo
confesar que, aparte del sumo interés e importancia de este estudio, la
sensación resultante es de asombro y una infinita estupefacción ante las
resistencias que este tema suscita en nuestro país”.
“Lo que en este libro hace F. Espinosa es presentar el “vía
crucis” del proyecto de la memoria histórica en España, el surgimiento del
movimiento memorialista y todos sus avatares, además otros muchos temas, todo
un conjunto pluritemático: el combate por la
historia, la lucha contra el olvido, los enemigos de la historia y de la
memoria de la represión franquista, el desastre de la desmemoria y del “pacto
de silencio”, en una democracia pésimamente construida (pese a los aduladores y
arúspices oficiales), las hipocresías de las “saturaciones” y de los olvidos,
los intentos aberrantes de excluir el pasado del presente y la batalla
persistente, a pesar de todo, por la memoria democrática en esta España
farisaica”.
SINOPSIS:
Dentro de cierto tiempo habrá quien diga que la lucha de ciertos
historiadores a partir del final de la dictadura por restablecer la verdad de
lo ocurrido y el movimiento social pro memoria desde fines de los noventa y muy
especialmente de la pasada década, no existieron o no tuvieron la menor
importancia. No sería la primera vez que esto ocurre en nuestro país.
Este libro, escrito por un historiador implicado en el movimiento
pro memoria, reúne una serie de artículos cuyo factor común es precisamente
ese: gira en torno a esas luchas que dan título a la obra. El autor fue
consciente de la importancia de la memoria vivida desde sus primeros trabajos.
Al menos tanto como la de esos documentos que tanto nos ha costado ver, parte
de los cuales aún oculta el poder.
Apoyó proyectos pioneros como el de AGE (Archivo Guerra Exilio),
fue durante cinco años coordinador científico del proyecto Todos
los Nombres y
ha colaborado en numerosos encuentros y jornadas. Por otra parte ha investigado
alguno de los grandes proyectos republicanos, caso de la reforma agraria, y,
muy especialmente, la implantación del fascismo, agrario y clerical, en la zona
suroeste de España.
Lo que ahora se presenta es el trabajo de muchos años de reflexión
y de lo que algunos llaman de manera peyorativa historia “militante”. Esta
militancia, en el sentido de combate dialéctico, nace de la seguridad de que,
en lo que respecta al pasado histórico, nadie nos va a regalar nada. Lo que
tenga que quedar de aquella época está en nuestras manos, no en la de
instituciones que no desean que se conozca su pasado ni en la de un personal
político y administrativo a su servicio.
De todo ello trata esta obra que ahora reúne treinta artículos
publicados a lo largo de trece años, años clave que encontraron su final en la
llegada del PP al poder tras la caída de un PSOE caracterizado siempre por su
tibieza en estas cuestiones.
DEL AUTOR:
Francisco Espinosa Maestre (Villafranca
de los Barros, Badajoz, 1954), doctor en Historia e historiador. Por otra parte
es autor de diversos libros y artículos sobre la República, la guerra civil y
la represión franquista en el suroeste y sobre su memoria e investigación
posterior. También fue autor del Informe sobre la represión franquista entregado al juez Garzón y miembro de la comisión que le
asesoró en su iniciativa. Ha coordinado trabajos sobre las consecuencias del golpe
militar en todo el país, caso de Violencia Roja y azul. España, 1936-1950. Desde su
fundación en 2005 y hasta 2010 fue coordinador científico del proyecto Todos
los Nombres. Entre sus obras destacan La guerra civil en
Huelva (1996), La columna de la muerte (2003), La justicia de Queipo (2005), La primavera del
frente popular (2007), o Callar al mensajero (2009).
Leer más: http://www.aconcagualibros.net/news/lucha-de-historias1/
Índice
Prólogo, por Francisco Moreno Gómez . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
1. La investigación del pasado reciente: un combate por la historia
. . . . 31
2. Contra el olvido. La lucha historiográfica en torno
a la represión franquista (1936-1996) . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Planteamiento general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 51
El problema de los desaparecidos . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
El enemigo exterior contraataca . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Las cifras exactas de Salas o la fascinación de los números .
. . . . . . . . . 67
El precio de la muerte: la ley de pensiones de guerra de 1979 . . . . . . . .
74
Combate por la historia: la recuperación de la memoria .
. . . . . . . . . . . . 76
Reflexión final . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
3. Historia, memoria, olvido: la represión franquista .
. . . . . . . . . . . . . . . 91
La negación de la memoria (1936-1977) . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . 93
La política del olvido (1977-1981) . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
La suspensión de la memoria (1982-1996) . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . 98
El resurgir de la memoria (1996-2002) . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . 108
Las fosas del franquismo . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Un pasado por definir . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Reflexión final . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
4. Política, historia y memoria. España, 1977-2003:
un proceso inacabado . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Memoria y transición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 133
El punto de partida . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
Las posibilidades de difusión . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
Las palabras y la historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 139
Las consecuencias de la desmemoria . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . 142
El poder y el problema de la represión . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . 143
El poder y la memoria . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
La Iglesia española y la guerra civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . 149
5. La memoria de la represión y la lucha por su reconocimiento. . . . . . 155
Política y memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
Tratamiento de la cuestión represiva: los orígenes de la Causa General . 160
El problema de los desaparecidos . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
Fascismo y necrofilia . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
La Comisión Interministerial ante el pasado oculto . .
. . . . . . . . . . . . . 180
6. Nueve propuestas sobre la memoria histórica . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . 189
7. De saturaciones y olvidos. Reflexiones en torno a un pasado
que no puede pasar . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
Durante la transición no se investigó la represión . .
. . . . . . . . . . . . . . . 198
Un mes después insiste: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . 205
La transición no recuperó memoria alguna . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . 208
Un intento de explicación . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214
Un pasado que no puede pasar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . 223
8. Cómo acabar de una vez por todas con la memoria histórica
. . . . . . . 227
¿Por qué todavía la guerra civil? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . 227
¿A qué tanto revuelo con la llamada memoria histórica? . . . . . . . . . . .
229
¿Solo la izquierda tiene memoria? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . 231
¿Qué hacer con una derecha que no rompe con el pasado? . . . . . . . . . . 232
Cómo acabar de una vez por todas con la memoria histórica .
. . . . . . . 233
Reflexión final . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236
9. Sobre la represión franquista en el País Vasco . . . . . . . . . . . . . . .
. . 241
La excepción vasca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 242
Una documentación excepcional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . 250
La represión franquista en Euskadi y el resto de España .
. . . . . . . . . . . 253
Un fascismo especial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 260
10. Empar Salvador y el increíble caso de las fosas
de Valencia . . . . . . 267
Las mayores fosas comunes de Europa . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . 268
La entrevista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269
Entre la credulidad y la ignorancia . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Anexo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . 275
11. Badajoz, 1936: la propaganda que no cesa. Estragos del
pensamiento legionario . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277
Pilo y la matanza de Badajoz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . 279
Donde dije digo, digo Diego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . 281
La obra definitiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . 284
Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . 289
12. Cuando el presente excluye el pasado . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
Todos fueron asesinos . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
Todos los muertos son iguales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . 294
Franco nos salva del sóviet . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 296
Y al final del camino… la “tercera España” . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . 298
13. La lucha por la memoria democrática. Crónica de una
batalla perdida (2007-2010) . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
Sin justicia todo es amnesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . 303
Hacia la ley de memoria . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 310
Comienza la batalla . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
Los días contados de la iniciativa del juez Garzón . . . . . . . . . . . . . .
. . 326
Inhibición y desconcierto . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
Retorno a la ley de memoria histórica . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . 334
Objetivo: acabar con Garzón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . 341
Anexo: La Iglesia española y la memoria histórica . . . . . . . . . . . . . . .
. 353
14. Sepultando la Historia . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 359
15. Política, historia y memoria: el caso andaluz . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . 363
16. La guerra en torno a la historia que ha de quedar .
. . . . . . . . . . . . . 369
Desacuerdos básicos en torno a un pasado por definir . . . . . . . . . . . . .
369
Palabras para definir una matanza . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 376
El recuerdo del terror y la “liberalización” del franquismo .
. . . . . . . . . 380
Historia oficial y pensamiento dominante . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . 383
Todos fueron iguales . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385
17. La represión franquista. Las circunstancias de la muerte
. . . . . . . . . 391
De las exhumaciones de posguerra a la fosa de Priaranza
del Bierzo . . 391
Las circunstancias de la muerte . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 394
Epílogo para forenses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 398
18. La justicia española, Baltasar Garzón y los crímenes franquistas
. . 403
Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 404
El fracaso de la ley de memoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . 404
Garzón abre el proceso contra los crímenes de la dictadura. . . . . . 407
La justicia frena a Garzón. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . 409
El juicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 412
24 de enero. Cuestiones previas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . 412
31 de enero-7 de febrero. Los testigos de la defensa. . . . . . . . . . . . 415
Prueba documental e informes finales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. 419
Final: la sentencia . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 424
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 428
Anexo: alegato final del juez Garzón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . 431
19. Alfredo Grimaldos y el honor de los Rosón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 433
Vuelta atrás: prevalencia del derecho al honor sobre
la libertad de información . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . 437
¿Quiénes eran los Rosón? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . 441
20. De nombres y números. La represión franquista
en Villafranca (Badajoz) . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 447
La obsesión por las cifras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 447
El caso de Villafranca . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 452
Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . 457
21. Por qué podemos hablar de plan de exterminio . . .
. . . . . . . . . . . . . . . 459
Algunos antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459
Los Moas y la Academia . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461
Las raíces del plan de exterminio . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
Ni hubo dos bandos ni todos fueron iguales . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . 468
22. La selva archivística española . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 473
23. Crímenes que no prescriben. España, 1936-1953 . .
. . . . . . . . . . . . . . . 477
El concepto de desaparición forzada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . 477
La ocultación de la matanza . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 479
Ocultación y destrucción de pruebas . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . 484
El uso incesante de la propaganda . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 487
La lógica de la Transición . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 493
Consideraciones finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . 500
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 502
24. Sobre el discurso histórico dominante: claves para un
proyecto colectivo de desmemoria . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . 503
25. Nuevos retos de la investigación histórica de la represión
franquista: ¿un genocidio? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . 511
26. Consecuencias represivas del golpe militar de julio de 1936:
un problema no resuelto . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 521
27. Políticas de memoria, políticas de olvido. España, 1977-2014
. . . . . . 527
28. Represión y archivos . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 535
29. Literatura e historia. En torno a Manuel Chaves Nogales y
la “tercera España” . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 541
Resumiendo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 550
Volviendo al principio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 551
La “tercera España” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 555
Ni literatura ni historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . 562
Trapiello y la memoria histórica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . 566
Reflexiones finales . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 571
30. Cercas y el gran negocio de la “memoria histórica” .
. . . . . . . . . . . . 575
Procedencia de los trabajos . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 583
_____________________________________________________________________
LA LIBRERÍA DE CAZARABET - CASA SORO (Turismo cultural)
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069