La
Librería de El Sueño Igualitario
Una obra sobre
las vivencias de la gente corriente en la primera mitad del siglo XX
Lo que nos dice la entidad
encargada de la edición, Centro de Estudios Andaluces:
El origen de esta obra es una investigación sobre la
represión en la provincia de Almería, en concreto del proyecto de investigación
‘Fuentes orales para el estudio de la represión franquista en Almería’,
financiado por el Centro de Estudios Andaluces.
‘Memorias de Los Nadie’ es un amplio estudio realizado
por Sofía Rodríguez, doctora en Historia Contemporánea que trabaja desde el año
2000 como especialista en fuentes orales para la Universidad de Almería, la
Fundación Cajamar y el Centro de Estudios Andaluces,
con proyectos dedicados a la represión, la colonización agraria, la vida
cotidiana y las relaciones de género en la dictadura.
Este libro pretende ofrecer al lector un análisis
reposado de la coyuntura que discurre entre la crisis de 1929 y el final de la
autarquía en 1959, treinta años críticos en los que se sucedieron las políticas
y cambios sociales más trascendentes en la historia reciente de nuestro país.
A caballo entre la historia y la memoria, este libro
convierte las fuentes orales en protagonistas, reivindicando el uso de las
mismas en la historiografía y su incontestable utilidad frente a los relatos
convencionales. Los hombres y mujeres entrevistados nacieron en torno a la Gran
Guerra y llegaron a 1939 marcados por su origen, extracción social, el
analfabetismo, la organización del trabajo campesino, las estrategias
familiares, la religión o el caciquismo imperante en el medio rural.
La autora plantea un recorrido por la España rural
representada en esa Almería de la primera mitad del siglo XX donde abunda
“gente corriente”, “capas populares” y personajes anónimos a los que por
primera vez se les da voz. El libro, dividido en cinco bloques temáticos,
comienza con un capítulo dedicado a las trayectorias sociales y familiares de
las personas entrevistadas que nos introducen en el imaginario colectivo de
aquella época: su cosmovisión de la vida, el trabajo, lo cotidiano y lo
trascendente.
Una vez enmarcado este universo simbólico de la
muestra –formada por 70 personas en 50 pueblos de la provincia- la autora se
detiene en los recuerdos que conservan de la Segunda República, la Guerra Civil
y el Franquismo, y en sus impresiones sobre las políticas de la Transición a la
democracia.
Este trabajo quiere ser una contribución significativa
a los estudios sobre la represión y la violencia política en consonancia con
las investigaciones más actuales: una historia que desde lo particular sea
explicativa de las dinámicas sufridas en otras geografías y que introduzca
nuevas categorías tipológicas y conceptuales en el análisis de la gente
corriente.
La publicación ha sido posible gracias al Archivo de
Historia Oral del País Vasco, una iniciativa promovida por el Grupo de
Investigación Consolidado, Experiencia Moderna del Departamento de Historia
Contemporánea de la Universidad del País Vasco.
Cazarabet conversa con Sofía Rodríguez López:
-Sofía, la generación “del sombrerillo en la mano”. ¿Quiénes
son? (perdona mi ignorancia). ¿Qué nos puedes decir de ella?
-La
expresión proviene de uno de los testimonios recogidos en el libro y la escogí
como leit motiv porque
me parecía clarificadora. Enseguida me imaginé esos desheredados, esos “santos inocentes” representados por
Alfredo Landa y Paco Rabal cuando se postraban ante el “señorito”. La
generación del “sombrerillo en la mano” es la de los hombres y mujeres
perdedores de la guerra, la de los emigrantes económicos y los exiliados
políticos, la de los analfabetos y los muertos de hambre.
Construir
una historia, una historia de historias, a partir de los testimonios orales…el
peso y la importancia del testimonio oral, ¿qué supone? Háblanos de cómo has ido localizando a las
voces que componen y alimentan este libro testimonial y coral…
Los
testimonios fueron recogidos por mí y otros compañeros (Maribel Ruiz García,
Óscar Rodríguez Barreira y Nuria Espigares) mientras
trabajábamos en el proyecto del “Mapa de Fosas”, auspiciado por la Consejería
de Justicia y Administraciones Públicas de la Junta de Andalucía. Como sólo
detectamos la existencia de tres fosas comunes en Almería (la del cementerio de
la capital, el de Berja, y una de dos maquis en
Sierro), utilizamos la financiación y el apoyo de la Asociación Guerra, Exilio
y Memoria Histórica de Andalucía (AGEMHA) para llevar a cabo un trabajo de
campo por la mitad de los pueblos de la provincia. Durante el mismo, recogimos
información de los archivos municipales y pudimos hablar con decenas de
personas acerca de su historia de vida y, especialmente, de su experiencia
durante la guerra y el franquismo. Los contactos nos los proporcionaron en los
ayuntamientos, centros de día o asociaciones de tercera edad. A partir de ahí,
nos dirigíamos a ellos con nuestra grabadora y un guión de entrevista semi-estructurada, al que respondieron prestándonos una
colaboración desinteresada que trascendía el mero cuestionario, y que nos llevó
a conseguir entre una y tres entrevistas por cada municipio que visitamos.
-¿Cómo ha sido el proceso
documental alrededor de este libro?
Por
una parte, la labor de documentación se ha llevado a cabo en esos archivos
municipales, así como en los registros civiles de los juzgados de paz. En los
primeros consultamos las actas capitulares y la correspondencia de Secretaría
en que se hablaba de los presos políticos, la redención de penas o las juntas
de libertad vigilada. En los segundos, localizamos los fallecidos de forma
violenta entre 1936 y 1948, año en que se decreta el fin del Estado marcial.
Finalmente, ha sido en el transcurso de nuestra investigación sobre este
periodo y el trabajo en otros archivos, en el que hemos recogido y completado
gran parte de los datos que se recogen en el libro.
-El captar el testimonio
de manera tan directa, pudiendo casi leer o detectar el lenguaje no verbal, el
de los gestos, es muy importante, ¿no?
Así
es. Lo ideal para quienes hacemos historia con fuentes orales, así como para
los socio-lingüistas, antropólogos, sociólogos, etc., es realizar entrevistas
de vídeo, ya que el registro sonoro no puede captar ese lenguaje corporal que
nos acompaña a todos y nos delata. No obstante, la cámara sigue inhibiendo y
requiere de un dispositivo técnico algo más sofisticado del que no siempre se
dispone o conviene a nuestra investigación. De ahí que decidiéramos grabar las
entrevistas en MP3 y realizar después un trabajo escrupuloso de transcripción
con ellas. En el mismo, no sólo se recoge cada expresión literal y cada pausa,
sino que queremos mostrar cómo respiran y cómo se sienten nuestros
entrevistados en cada momento, detectando qué les apena, alegra o
incomoda.
-La gente del campo andaluz era considerada como el extracto
más bajo de la sociedad andaluza…eso es muchísimo peso que llevar y levantar a
las espaldas…. ¿qué nos puedes decir?
Digo
que el campo andaluz era muy grande y que tampoco podemos generalizar. No es
comparable la estructura de la propiedad en la Alta Andalucía o las Alpujarras,
con la de la Baja Andalucía; ni la agricultura de secano, que la de los campos
irrigados en los años 40 por el Instituto Nacional de Colonización. “Gente del
campo” eran los jornaleros, pero también las familias campesinas, los capataces
y hasta los “aguatenientes” o la aristocracia
latifundista. Andalucía era eminentemente rural, pero dentro de esa realidad
existen múltiples realidades distintas. Yo he tratado de recoger algunas de
ellas, siendo quizás la más significativa la distancia existente entre el
temporero y el señorito absentista, que sólo iba al cortijo para llevarse el
mejor bocado de su hacienda.
-Por eso, supongo y por
ser como “los hijos del campo y la tierra” eran considerados como los nadie,
¿no?
El título fue una búsqueda transaccional con la
editorial. En principio se iba a llamar Lugares
Comunes, porque la técnica de la historia oral nos lleva a buscar esos
enclaves de la memoria que conforman un tópico, un punto de saturación en el
que los testimonios coinciden y se repiten. No obstante, nos decidimos por esta
otra opción porque el protagonista del libro es un sujeto colectivo anónimo y,
en muchos casos, proscrito. No es que en época se les llamara así. “Los Nadie”
es un concepto acuñado por Eduardo Galeano en El libro de los abrazos, que me atrapó desde un principio, y al que
se han dedicado ya numerosos ensayos. Con su reciente pérdida, lo hemos
convertido también en un homenaje póstumo a ese uruguayo universal definidor,
como pocos, de los desheredados.
-Sobre todo los
consideraba así el poderoso, el terrateniente, el señorito de botas altas y
relucientes, a los que les venía bien, demasiado bien, que no acabasen
teniendo voz…era primordial criarlos bajo la ignorancia, bajo las reglas
rígidas de lo “de siempre”, con una educación sin letras ni libros…sirviéndose
para todo ello de la religión, de estrictas normas de sociabilización…
Así
es como lo expresan los propios entrevistados. En la Andalucía oriental no era
tan común la imagen estereotipada del señorito andaluz-sevillano, aunque
existieran especímenes parecidos… aún los hay. En muchos casos ni siquiera se
dedicaban a la tierra, sino que eran abogados, banqueros o altos funcionarios
del Estado residentes en capitales de provincias, y que negaban a sus mandados
todo aquello que proporcionaban a sus hijos: educación, comodidades, ocio o
lecturas prohibidas… La religión ha sido la adormidera para todos
ellos desde la noche de los tiempos.
-De todas formas, sus
experiencias, aquello vivido se les quedó tan impregnado que ha ido pasando de
generación en generación, de manera que, muchas veces, tan solo tienes que mirarles
para imaginar que hay todo un mundo detrás de su mirada, detrás de “Los
Nadie”….
Las
historias de esta gente están marcadas por la guerra, el miedo y, sobre todo,
el hambre. Ellos saben de la crisis más que nadie, lo que ocurre es que no
sufrieron el desclasamiento que hoy experimentamos los que crecimos con la
burbuja inmobiliaria pensando que eso era “lo normal”. Siempre recordaré a
María, humillada por su madrastra como una cenicienta, hasta que ingresó en el
comité antifascista; o a Rosenda, que decía que a la guerra sólo iban los
gandules, porque los campesinos no tenían tiempo para la política. Creo que
tampoco olvidaré algunas de sus miradas y sus silencios.
-Y es que me pregunto:
¿hay algo que identifique más al ser humano con “lo social” y el entorno
natural que el trabajar la tierra y con la tierra…? Amiga, ¿se cumplirá algún
día aquello de “la tierra es de quien la trabaja”?
No
parece que los tiempos vayan en esa dirección. Se dice que los años 60 y la
irrupción de la sociedad de consumo, relajaron la jerarquización del país,
haciendo aparecer las clases medias, pero la situación actual demuestra que las
desigualdades no han hecho más que aumentar con la crisis, y que los pobres son
más pobres que nunca, los aspirantes a pequeños propietarios han sido
desahuciados de sus casas, y los ricos “se han frotado las patitas”, viendo una
oportunidad de negocio en el abaratamiento del parque inmobiliario, tanto
urbano como rural. Es lo que Susana Narotzky
y Gavin Smith denominan la “hipoteca humana”.
-Háblanos de la educación
y de la escuela en el mundo de los que trabajaban el campo andaluz…
Como
ya se ha dicho, la educación en aquellos años de analfabetismo rampante, cayó
en descrédito, hasta el punto de pasar de lo que se ha denominado la “edad de
plata” durante la II República, a la triste imagen de posguerra, de escuelas
semiderruidas. Fueron muchos factores los que contribuyeron a esa situación: a
nivel estructural, la inversión en colegios fue prácticamente nula en los años
40, siendo constantes las denuncias del magisterio ante las juntas de
instrucción primaria, por la mala situación de los locales y casas de maestros.
A nivel humano, hay obras como la Historia
de una maestra, de Josefina Aldecoa, que resultan clarividentes para
entender el abandono de los pueblos, tan poco atractivos por su incomunicación
para los docentes recién graduados, y que dejaron abundantes puestos sin
cubrir, provocando las quejas de los padres y, sobre todo, de las madres. Por
otra parte, las familias necesitaban la mano de obra de sus hijos desde que
echaban los dientes, para ayudar a escardar en el campo, a cuidar los hermanos
pequeños y los rebaños de la sierra, o siquiera a espantar los pájaros.
Finalmente, tenemos que referirnos a la depuración profesional del magisterio
republicano, que abocó a los ya depauperados maestros, a la clandestinidad o la
miseria, haciendo popular en aquellos años a la figura del bachiller ambulante
(con título o sin él), que iba por los cortijos para enseñar, mal que bien, las
primeras letras a tantos hijos de trabajadores.
-La Iglesia y la religión, tenían mucho peso y, a su manera,
todavía lo tienen y a mi entender empobrecieron la libertad de aquella gente
coartada en muchas dimensiones ¿Qué nos puedes comentar?
Yo
no creo que mi papel sea expresar aquí mi opinión sobre la Iglesia, sino el que
la sociedad de entonces le otorgó. España era un país eminentemente católico y
su poder era enorme: en la política, en las instituciones, la educación, la
sanidad, el sindicalismo, las organizaciones benéficas y el apostolado seglar…
La movilización social provocada por la secularización del Estado en la
Constitución de 1931 prácticamente no tuvo parangón entre las mujeres, y
cualquier signo de modernización que supusiera privarla de ese status, encontró
numerosos detractores. Ahora bien, hasta en los pueblos más modestos de la
provincia de Almería surgieron logias, ligas ateas y de librepensamiento en las
primeras décadas del XX, opuestas a ese dogmatismo. Y cuando trató de llevarse
a cabo la revolución social en el verano de 1936, los primeros símbolos en ser
atacados fueron los católicos, identificados con la tradición más rancia y el
apoyo a los poderosos. ¿Significa eso que España había dejado de ser católica?
No, y ahí están los testimonios. La iglesia siguió marcando el ritmo de los
días en el medio rural, los actos sacramentales que servían de ritos de paso a
sus moradores, y los únicos espacios de sociabilidad existentes en el
franquismo. Porque esa Iglesia, unánimemente reaccionaria hasta 1962, cuidaba a
la “minoría selecta” mientras convencía a los pobres de su imposible promoción
social.
-La mujer era visto como
“algo secundario”….pero la mujer ha luchado y no paró de luchar y está
luchando…la mujer, se dice, que es la tierra ¿A base de qué se ha ganado esa
igualdad….qué sujetos del sufrimiento ha ido dejando por el camino…?
Yo no creo
que la mujer responda a esa visión poética de “la tierra”, porque eso
significaría remontarnos a la mitología clásica, que la esencializaba
como el elemento pasivo, capaz sólo de recibir la acción germinadora del
hombre. Como parte de Los Nadie, me
interesan las mujeres porque son ellas quienes se llevan la peor parte entre
los pobres, los perdedores y los marginados. El sexo casi siempre ha jugado en
su contra, aunque a mí no me gusta hacer una historia victimista,
sino analizar precisamente cómo el “género”, que es un concepto cultural, se ha
utilizado a lo largo del tiempo como un mecanismo de poder… y también de
resistencia. Las mujeres tienen sus propios repertorios de combatividad, sus
propias luchas y demandas, estrategias genuinas de resistencia… y todo se
analiza de forma transversal, haciendo que, por primera vez, mi libro no esté
dedicado específicamente a las mujeres, sino a cómo éstas se comportan en el
conjunto de la sociedad. Por eso no aparecen sólo representadas como madres,
esposas o hijas de campesinos, sino que las hay también que cogieron las armas
y el arado, exiliadas, amantes del maquis y, sobre todo, supervivientes:
emigrantes, enfermeras clandestinas y unas cuantas estraperlistas.
-En aquellos años se
llegaban a “arreglar” los matrimonios con lo que esto generaba: inestabilidad a
todos los niveles en la familia y en cada uno de sus componentes y en la
convivencia plácida de unos con otros…
Lo
que demuestran los testimonios orales es que las estrategias matrimoniales eran
algo que incumbía a toda la familia, y que las decisiones sobre el futuro de
sus miembros no se adoptaban de forma individual, sino atendiendo a lazos
emocionales y a intereses de grupo. Esto se debe a la existencia de una
“estructura de sentimiento”, concepto empleado en el libro para explicar por
qué era necesario que un hombre encontrara a una mujer de su misma clase y
formación, para explotar la tierra como colonos; en qué condiciones se podía
emigrar en pareja o por separado; o por qué tantas mujeres tuvieron que dejar
los estudios, mientras sus hermanos varones podían desarrollar una carrera
profesional.
-La II República, irrumpe
y estoy segura que pretende romper, y en su medida lo hace, con muchos muros,
tabúes, estereotipos… ¿Qué nos puedes decir?; ¿Cómo se recibe la reforma
agraria en el campo andaluz, sobre todo entre el campesinado?
Uno
de los primeros capítulos del libro está dedicado precisamente a la fiesta desencadenada
con la proclamación de la Segunda
República y a todas las expectativas que ésta trajo consigo. En una situación
social tan crispada como la crisis de los años 30, con un enorme paro obrero y
los mercados internacionales bloqueados a nuestra economía de exportación, tras
el crack de 1929, la reforma agraria vino a insuflar aire entre los sin tierra
o desposeídos del campo. Pero ése no era el principal problema para los
pequeños propietarios de las Alpujarras que contemplaron con pavor las expropiaciones
y las primeras colectivizaciones. De ambas partes nos hablan nuestros
protagonistas, algunos hijos de los responsables de fincas incautadas, que
vieron cómo tras la guerra esos “experimentos” les salieron muy caros.
-La gente del campo
se lanza a la militancia, toma la voz que siempre se les había negado ¿Qué
significa esto para los que siempre habían tenido voz?; ¿y qué cambios se
experimentan entre los propios militantes?
Fueron
muchos los hijos de cortijeros, temporeros y aparceros que, hartos de la
obediencia y lealtad que sus progenitores profesaban a los “señoritos”, se
radicalizaron durante los años 30, rompiendo con el atavismo de la tradición,
sindicándose y militando por primera vez en partidos políticos, con la firme
intención de cambiar ese status quo y
forzar el sino de las cosas. Fueron ellos los primeros en saludar la República
como una ventana de oportunidad para ese cambio, y en definirse conforme avanzó
la guerra, y el Frente Popular se identificaba cada vez más con el comunismo. Para
los que hasta entonces habían llevado la voz cantante, esa imagen del pueblo en
armas, vestido de alpargatas y mono obrero, era la viva imagen de la subversión
en el orden normal y “moral” de las cosas, por eso para ellos también fue una
lucha contrarrevolucionaria por el mantenimiento de sus privilegios.
-Llega el Golpe de
Estado, para mucha gente, además con la guerra desatada, un jarro de agua fría,
casi helada… ¿no?
La
guerra sólo era necesaria para los que la desataron y la ganaron. Aunque todos
la sufrieron, no afectó por igual a las provincias que albergaban frentes de
combate, que a las retaguardias rendidas o resistentes ante el enemigo.
Mientras los testimonios de derechistas hablan de cómo pasaron a zona nacional
a través de Sierra Nevada o por barcos hasta Málaga y el campo de Gibraltar,
los voluntarios que fueron con apenas 17 años a luchar por la legalidad
gubernamental, describen la crudeza del conflicto, en toda su magnitud: la de
las muertes, los heridos, el miedo, el frío y el hambre. Las mujeres, ejército
de reserva para la República, hablan mientras tanto de su lucha cotidiana por
el abastecimiento, de los refugios antiaéreos, de las colas de racionamiento y
de la necesidad de sobreponerse cuando llegó el final.
-Y llega, después de tres
años de guerra, la derrota, los castigos, el botín de los vencedores, el
escarmiento, el hostigamiento…todo pasa, pero ¿cómo pueden llegar a
soportarlo…cómo pudieron soportarlo?;¿Cómo se desarrollan las resistencias en
aquellos arduos años?
Como
en todas las sociedades mediterráneas, un factor fundamental de resistencia fue
la solidaridad familiar. Mientras se imponía el castigo y la delación entre
vecinos, la gente aprendió a vivir emparedada en sus casas, a darles las
vueltas a los forros de los abrigos y a cocinar con harina de algarrobas. Tras
la desarticulación de la oposición armada y el Socorro Rojo, el franquismo
consiguió acabar con el espacio público y que la gente corriente olvidara la
“alta política”, volviéndose hacia lo privado y centrándose en la supervivencia
diaria. Comer se convirtió entonces en un acto de resistencia. Vivir para no
morir en las cárceles, los campos de concentración y el resto de esa inmensa
geografía penitenciaria. Para ello se acudió a todo tipo de estrategias: desde el
contrabando de matute, hasta los pequeños hurtos y fraudes a la Fiscalía de
Tasas o el Servicio Nacional del Trigo.
-¿Cómo ha sido, amiga
Sofía, ordenar tanta documentación, tanto testigo…cómo ha ido la metodología de
trabajo?
Unos años
después de que finalizara el proyecto el “Mapa de Fosas”, en 2011, solicité una
ayuda al Centro de Estudios Andaluces y fui contratada durante un año por la
Universidad de Almería para dedicarme a la transcripción de todos los
testimonios utilizados en el libro. Cada entrevista utilizada tiene una
duración entre 1 y 2 horas, y ocupa una media de 15 folios de extensión. Para
conseguir trasladar de forma escrupulosa el relato oral al papel, se emplearon
en torno a 4 horas de trabajo por cada hora de entrevista. Estos cálculos arrojarían
un resultado de 560 horas y casi mil páginas. Lo más duro para entonces estaba
hecho, pero quedaba lo más difícil: analizar cada relato, sintetizarlos, buscar
un hilo conductor entre ellos y encajarlos en el marco histórico y la
epistemología acerca de dicho periodo. Para entonces, ya me había dado cuenta
que aquel tesoro sobrepasaba con mucho el estudio de la represión, y planteaba
un friso temático y cronológico más amplio: la vida de la gente corriente en el
mundo rural, desde su infancia, al término de la Gran Guerra, hasta su madurez,
tras hacer la mili o el Servicio Social, casarse, y plantar la tierra o
decidirse a emigrar en los años 60.
-Ya la última reflexión,
paciente amiga: más vale una imagen que mil palabras; ¿qué nos puedes decir de
la portada que retiene una fuerza sin igual, sin medida….? .Hay pocas portadas
que digan tanto como la presente…
La imagen de
la cubierta es de la fotógrafa almeriense Luisa Reche,
una de mis mejores amigas. Tenía claro que quería un retrato con fuerza, un
primer plano de alguien que representara a Los Nadie, a tanta gente anónima
curtida por la vida y el trabajo. Ella me lo brindó de la mano de esta mujer
peruana que captó cuando realizaba un máster de fotoperiodismo en la comarca de
Cajamarca… Da igual que sea de aquí o de allí,
“nadies” los hay al Sur de todo el mundo.
20790
Memorias de Los
Nadie. Una historia oral del campo andaluz (1914-1959). Sofía Rodríguez López
557 páginas
18,00 euros
Centro de Estudios Andaluces
El origen de esta obra es una
investigación sobre la represión en la provincia de Almería, en concreto del
proyecto de investigación ‘Fuentes orales para el estudio de la represión
franquista en Almería’, financiado por el Centro de Estudios Andaluces.
‘Memorias de Los Nadie’ es un amplio estudio realizado por Sofía Rodríguez,
doctora en Historia Contemporánea que trabaja desde el año 2000 como
especialista en fuentes orales para la Universidad de Almería, la Fundación Cajamar y el Centro de Estudios Andaluces, con proyectos
dedicados a la represión, la colonización agraria, la vida cotidiana y las
relaciones de género en la dictadura.
Este libro pretende ofrecer al lector un análisis reposado de la coyuntura que
discurre entre la crisis de 1929 y el final de la autarquía en 1959, treinta
años críticos en los que se sucedieron las políticas y cambios sociales más
trascendentes en la historia reciente de nuestro país.
A caballo entre la historia y la memoria, este libro convierte las fuentes
orales en protagonistas, reivindicando el uso de las mismas en la
historiografía y su incontestable utilidad frente a los relatos convencionales.
Los hombres y mujeres entrevistados nacieron en torno a la Gran Guerra y
llegaron a 1939 marcados por su origen, extracción social, el analfabetismo, la
organización del trabajo campesino, las estrategias familiares, la religión o
el caciquismo imperante en el medio rural.
La autora plantea un recorrido por la España rural representada en esa Almería
de la primera mitad del siglo XX donde abunda “gente corriente”, “capas
populares” y personajes anónimos a los que por primera vez se les da voz. El
libro, dividido en cinco bloques temáticos, comienza con un capítulo dedicado a
las trayectorias sociales y familiares de las personas entrevistadas que nos
introducen en el imaginario colectivo de aquella época: su cosmovisión de la
vida, el trabajo, lo cotidiano y lo trascendente.
Una vez enmarcado este universo simbólico de la muestra –formada por 70
personas en 50 pueblos de la provincia- la autora se detiene en los recuerdos
que conservan de la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo, y en
sus impresiones sobre las políticas de la Transición a la democracia.
Este trabajo quiere ser una contribución significativa a los estudios sobre la
represión y la violencia política en consonancia con las investigaciones más
actuales: una historia que desde lo particular sea explicativa de las dinámicas
sufridas en otras geografías y que introduzca nuevas categorías tipológicas y
conceptuales en el análisis de la gente corriente.
La publicación ha sido posible gracias al Archivo de Historia Oral del País
Vasco, una iniciativa promovida por el Grupo de Investigación Consolidado,
Experiencia Moderna del Departamento de Historia Contemporánea de la
Universidad del País Vasco.
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