Cazarabet conversa con... Jesús Vicente
Aguirre, autor de “Lo que pasó (Historia de una saca del 36)” (Pepitas de
Calabaza)
Jesús Vicente Aguirre, autor de uno de
los libros más exitosos sobre el trabajoso ejercicio de MEMORIA HISTÓRICA, Aquí no pasó nada y de la “secuela” Al fin de la batalla y muerto el
combatiente, nos escribe ahora una historia, revestida de reflexión, tan “apasionante” como triste y desgarradora,
la historia de una saca del 36.
El autor vuelve sobre la historia y
sobre la memoria histórica, ahora, con una novela, pero con ese ejercicio que
reflexiona sobre lo hasta ahora investigado por su persistencia…la de los
pueblos “dominados” y agazapados, así como castigados por el alzamiento y los
alzados….pueblos que casi sucumbieron bajo la represión, la violencia, los
silencios, los vacíos, el escarmiento….
El libro ha sido editado por la
editorial riojana, Pepitas de Calabaza que tiene en su haber un exquisito
catálogo.
Jesús Vicente Aguirre, también es
conocido por el mundo cultural por su labor como cantautor y poeta.
Nosotros, como proyecto de difusión
cultural, hemos conversado, ya, con este autor:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/aguirre.htm
Lo que nos dice la sinopsis del libro:
Lo que pasó es una novela que
sintetiza en una historia, como solo la ficción permite hacer, todo aquello que
se sigue negando que ocurrió durante y después de la Guerra Civil española: la
represión, la venganza y el terror que impusieron los vencedores.
Lo que pasó es la historia de una
saca agosteña de 1936. Y sus circunstancias. Las de antes y las de después.
Circunstancias, llenas de vida y no solo de muerte, que brincan con sus
protagonistas por el tiempo y van dejando un rastro imborrable de aquello que
nos mantiene en pie: el amor, la pasión, el compromiso…
Lo que pasó es una novela que
tiene la voluntad de acercar a todos los públicos un trocito de aquella
historia para mostrárnosla al completo. Una historia conformada por muchas
historias que nos siguen escalofriando cuando pensamos en los miles de
habitantes de aquella España —muchos de ellos aún sin identificar— siguen
enterrados en fosas comunes, muchas de ellas sin localizar.
Lo que pasó sucede en un pueblo
sin nombre, tan real e inexistente como el que la narración describe. Podría
ser cualquiera de los que se encuentran entre Arnedo,
Calahorra y Logroño. Pero lo mismo pudo haber sucedido en cualquier pueblo de
la retaguardia sometida por el franquismo: Navarra, Galicia, Soria, Valladolid y
otras zonas de Castilla, Andalucía o Aragón. Allá donde tras la sublevación no
hubo frente, ni trincheras. Solo sacas y cunetas.
El autor, Jesús Vicente Aguirre:
ha publicado numerosos artículos en diferentes medios de comunicación, además
de los siguientes libros: La Rioja empieza a caminar, Aquí nunca pasó
nada. La Rioja 1936 y Al fin de la batalla y muerto el combatiente, y
los poemarios La vida que te empuja, Antes de que suene el primer
vals y Ejercicio de escritura.
https://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_Vicente_Aguirre
Cazarabet
conversa con Jesús Vicente Aguirre:
-Amigo, Jesús Vicente, ¿nos puedes explicar, les puedes explicar a nuestros
lectores qué es lo que te ha hecho escribir este libro—esta novela--, más bien
en forma de reflexión ficticia---sobre acontecimientos de no-ficción--, sobre
la saca del 36 a la que ya has investigado, dejando constancia en otros libros,
anteriormente editados en otros géneros, AQUÍ NUNCA PASÓ NADA?
-En
primer lugar, debo decir que siempre quise llegar a escribir alguna novela. Que
tengo ideas y papeles escritos desde hace muchos años perdidos por algún cajón.
Y algunos proyectos con nombres y apellidos que acabarán siendo, espero, otras
novelas, pero ahora mismo detenidos por la aparición de LO QUE PASÓ. ¿Por qué
LO QUE PASÓ? Bueno, parece lógico verla como una respuesta a mi libro anterior
sobre la represión en La Rioja: AQUÍ NUNCA PASÓ NADA. Y algo de eso ahí, claro
está. Pero mi intención no era quedarme en eso, contestar únicamente a los que
conocían este trabajo y decirles ahora, bueno, aquí tenéis lo que pasó. No sólo
eso. Mi intención es llegar, con la novela y sin ningún refuerzo anterior, a
cualquier lugar, a cualquier persona. Sí, esto es una saca del 36, con sus
personajes, algunos entre la vida y la muerte, la tragedia y la esperanza. Y
que cualquiera pueda leerlo.
-Quizás
donde “se decía”, “…aquí nunca pasó nada”, es donde más pasó, ¿no?
-Yo
escribí AQUÍ NUNCA PASÓ NADA en La Rioja y desde La Rioja. Y era un trabajo
sobre la represión en una región concreta, pero hay muchas más donde las cosas
sucedieron igual, donde entre 1936 y 1939 no hubo guerra ni trincheras. Sólo
represión, muerte y sacas con nocturnidad y alevosía. Sin embargo mucha gente
en esas provincias y regiones, y sus periódicos y sus dirigentes, trataron de
contar, incluso de hacer vivir a los que podían hacerlo, como si no pasara nada
más, como si no existieran las madrugadas, las cunetas y los tiros en la nuca.
-¿Te ha
sido muy difícil “revestirte” de autor o escritor que debe manejar la
no-ficción con el mundo de la novela…con una trama que lógicamente está como
encorsetada por lo que aconteció, por unos personajes, por el escenario….?
-No,
porque siempre me he sentido como escritor. De canciones, de poemas, de
trabajos sobre la música, sobre el proceso autonómico de La Rioja, o sobre la
represión y otros aspectos de la Guerra Civil. En este caso, tenía de fondo una
realidad que conozco bien, y de la que podía extraer hechos, paisajes y
personajes ficticios pero que también podían haber ocurrido en esa realidad. Por
lo demás me he sentido muy a gusto con los personajes ficticios, a los que he
acabo sintiendo tan cercanos que a veces me parece que existieron de verdad. Al
menos, para mí. También aparecen personajes y situaciones que fueron reales.
Ahí sigue habiendo recuerdo y homenaje.
-Lo que
lo diferencia este libro de los otros libros de investigación en
materia de Memoria Histórica que has ido escribiendo es el género porque una
cosa es la novela ficticia o casi ficticia porque está basada , pensada y
vivida en hechos reales y otra cosa son los libros “plenamente de investigación
histórica”…Tenemos en Lo que pasó a una novela que transcurre en
un pueblo sin nombre…y el tratamiento narrativo que hace que
escribas novela en vez, como en anteriores libros, de ensayos de investigación,
¿qué es?, supongo que se necesitas, como escritor y bisagra entre el pasado y
el presente, desligarte de un método de transmisión de
información, ¿por qué?; ¿para que puedan llegar las historias a más gente?; para
que más gente, de una forma u otra, se acaben enterando “de lo que pasó”, ¿no?
-Un
poco de todo. Ciertamente, una novela puede llegar a más gente. Y son 200
páginas, en vez de las 1000 de AQUÍ NUNCA PASÓ NADA. Y, claro, es una forma más
directa y más sencilla de contar, de resumir podíamos decir, LO QUE PASÓ. En un pueblo sin nombre, claro, porque aunque
lo situemos en algún lugar de la Rioja Baja, ese pueblo (y sus personajes y
situaciones), podría existir en cualquier otro lugar de la geografía española.
-El ejercicio
de “hacer Memoria Histórica” es difícil, por muchas cosas y bajo muchas
circunstancias, pero quizás porque es un ejercicio que acaba siendo revestido
de mucha tristeza y eso no repara en los géneros tanto es o
da igual que sea ensayo de investigación o novela, ¿verdad?
-Claro,
hay tristeza. Pero también esperanza. Muerte, por supuesto, pero también vida.
Esto lo puedo reflejar mejor en una novela, en LO QUE PASÓ. En un libro como
AQUÍ NUNCA PASÓ NADA, se trata de revisar pueblo a pueblo y nombre a nombre, la
muerte de dos mil personas. Duro, y triste, Y aún así, intentamos revestirlo
con la dignidad, la resistencia y las ideas de las víctimas. Con aquello de que
“y para que no se repita jamás”. Porque siempre está el futuro, y la esperanza.
Pero, vuelvo al principio del párrafo, eso es más fácil dejarlo claro en una
novela. En esta novela al menos, esa ha sido mi intención.
-Sí el
pueblo que aquí retratas es un pueblo dominado desde el minuto cero por “el
alzamiento y los alzados” y sí bien podría ser parte de Castilla, La Rioja,
parte de alguna zona de Aragón…es la historia de la represión desmedida, del
resentimiento volcado en la violencia, del escarmiento…del silencio…?
-Sí,
yo quería contar una historia de ficción entre tantas historias reales que
conozco y que he vivido con los familiares de las víctimas. Sólo represión,
sólo llamadas de madrugada “para declarar”, en pueblos, el pueblo sin nombre de
la novela por ejemplo- donde la gente ha convivido sin grandes problemas hasta
el 18 de julio… Y de repente va a estallar la violencia extrema (aquello que
escribía Mola “la acción ha de ser en extremo violenta), y en muchos casos
desaparece el factor humano de algunos seres humanos. Claro, y luego, además de
la muerte, estarán los castigos, los expedientes, el pelo cortado al cero… Y el
silencio y el miedo ante el dolor y la amenaza. Y así casi por los siglos de
los siglos, que los vencedores, después del 1 de abril de 39 y durante 40 años,
siguieron venciendo cada día a los vencidos.
-Esos
pueblos—ahora escapemos de la ficción—existen y palpitan entre nosotros,
¿verdad?; ¿cómo y de qué manera persisten entre nosotros?, lo pregunto desde el
presente y mirando al pasado que hemos heredado…
-En
general, los pueblos que sufrieron la represión, vivieron las dos realidades de
vencedores y vencidos. El tiempo, evidentemente, no pasa en balde. Y hay un
futuro, debiera haberlo, para todos. Pero no hay futuro sin pasado. El olvido
no sólo es imposible, también es inhumano. Y por eso nosotros hablamos siempre
de la verdad (saberlo todo, yo insisto mucho en esto: pero ¡todo!), la justicia
y la reparación. Sin olvidar que en ese camino, en ese futuro, debemos
encontrar una forma de vivir juntos. A pesar del franquismo recalcitrante, de
siempre, que en estos tiempos aún asoma con más descaro. A mí me gusta la idea
y el trabajo sobre reconciliación que, salvando todas las diferencias y
sabiendo que tampoco es la panacea final, se ha llevado a cabo en Sudáfrica.
-La violencia engendró
al escarmiento, ¿estás de acuerdo?….¿llevó este último al miedo, al silencio y
a cierta dosis de conformismo?.
-La
violencia y el escarmiento van de la mano. En mi novela, los “matadores” lo
dicen claramente: “por rojos y por hijoputas”, pero
lo dejan más claro en la frase siguiente “pensaban que iban a mandar para
siempre”. No olvidemos que la sublevación lo que quiere cortar son las reformas
de la República. Claro que para eso, van a cortar, además muchas cabezas. Depués de esa violencia extrema, mucha gente sintió miedo,
terror incluso. Y en muchas casas no se hablaba. Más por ese miedo que por
conformismo. Sí que en otros miles de hogares se aceptó ese conformismo de los
hechos consumados: ahora mandan estos, y además quieren esto, y hay que hacer
aquello, y… lo que haga falta. Se trataba de sobrevivir.
-¿Parte
de todo lo que reflexionábamos en la pregunta anterior nos está dando
repercusiones, hoy y ahora?
-En
este país, si escarbas en muchos aspectos, especialmente y por ejemplo en la
crispación que nos regaló Aznar y que retoma con brío inusitado Casado, hay un
poso de guerra civil inacabada. De heridas sin cerrar. Y, claro, si además a
los que intentamos cerrarlas se nos acusa de “reabrirlas”… Este país debió
condenar el franquismo hace muchos años. Bueno, no se ha hecho, pero habrá que
hacerlo. Del todo y por parte de todos.
Y el gobierno debiera haberse hecho cargo de la búsqueda y exhumación de las
fosas de los fusilados y asesinados. Si lo hubiéramos hecho hace algunos años
(no digo en 1979, pero sí por supuesto antes del 2000), viviríamos en otro
país, con diferencias ideológicas por supuesto, pero sin esa crispación que, si
escarbas un poco…
-¿Qué
especie de locura llevaba a ”las sacas” y a
su elaboración?
-Se
ha escrito mucho sobre lo que llevó a las sacas. En los dos lados por cierto. En
la retaguardia sublevada porque así se había querido y anunciado desde el
principio. Una violencia sistemática, de arriba hacia abajo, y de abajo hacia
arriba. En la republicana, porque se rompen los equilibrios, casi desaparece el
gobierno durante unos meses, y, como decíamos antes, y en todas partes, hay
seres humanos que pierden esa condición de seres humanos, que, además, tampoco
se la conceden a sus enemigos.
-Es de
pensar que las cosas no se hacían de hoy para mañana…lo que quiero decir que
para llevar a cabo esto de “las sacas” debían haber listados de gente que los
alzados consideraron “peligrosos o peligrosas”. Listas elaboradas días antes,
tiempos antes. ¿por quién?. Quien las elaboraba ya
sabía, más o menos que aquellos listados no les iban a deparar a los que allí
figuraban nada de aragüeño, ¿no es así?
-En
LO QUE PASÓ, vemos una lista que forman republicanos y sindicalistas que van a
morir. Siempre hubo listas que recogían a la gente que debía morir, o más
tarde, a la que debía hacerse cargo de los expedientes de responsabilidades politicas. Normalmente cada pueblo tenía su camarilla
redactora, en la que figuraban los dirigentes de la Nueva España (desde el
nuevo ayuntamiento, los jefes de las milicias, falangistas o carlistas, algún cacicón, y los poderes de siempre: el clero y la guardia
civil). Pero conviene recordar que en las listas de víctimas, podían entrar o
salir gente, por cuestiones personales o de otro tipo.
-“Las
sacas” equivalen, inevitablemente, a muchas “vidas truncadas”, ¿verdad?
-Claro,
evidentemente. Y como esto acompaña a la presentación de mi novela LO QUE PASÓ,
sí me gustaría recordar aquí a Patricio Escobal y su
biografía carcelaria, titulada, precisamente LAS SACAS. Y que él vivió en
primera línea desde su reclusión en la cárcel de Logroño y en las otras
cárceles habilitadas de la ciudad: el fontón Beti Jai y la Escuala industrial.
El libro de Escobal no sólo es el decano de los
estudios sobre la Guerra Civil en La Rioja, sino seguramente en toda España.
-La
guerra sin trincheras, sin resistencia ni campo de batalla o confrontación se
llevó a cabo bajo otros paámetros,¿verdad?,
¿qué nos puedes explicar?
-Si
no hay frente ni trincheras, no hay guerra. Solo muerte y asesinatos. Es
increíble que esto ocurriera así. Que gente, hasta entonces normal, fuera capaz
de hacerlo. Y de vivir después con eso en su conciencia. Todo eso también
aparece en LO QUE PASÓ, y como en la realidad, veremos que muchos de los
asesinos no tuvieron por ello y después muchos remordimientos…
-¿Qué quedaba después de tantas sacas…no todo terminada en fosas o cunetas?
-El
miedo, el terror, ya lo hemos dicho antes. La construcción de una Nueva España,
un “paraíso” sin partidos políticos, sin oposición, sin sindicatos. Con una
Iglesia Católica que lo bendice todo, a cambio de llevarse su parte: la
universalidad de la religión católica, controlar la educación, las costumbres…
-Has
pasado de la “autoedición” si no recuerdo mal a editar con una editorial
humilde, pero que retiene entre su catálogo verdaderas exquisiteces, ¿cómo te
ha ido, cómo ha sido trabajar con Pepitas de Calabaza?
-Bueno,
creo, por lo que sé, que Pepitas tiene ya un prestigio editorial que me encanta
compartir. Así, de ida y vuelta. También hay que decir que AQUÍ NUNCA PASÓ
NADA, fue una realización de Editorial Ochoa que asumió, entre otros, el riesgo
económico de sus ocho ediciones. Pero sí, Pepitas de Calabaza es otra cosa. Y
claro, estoy orgulloso de que LO QUE PASÓ forme parte de su catálogo, y de que
con ellos sea más fácil llegar a cualquier librería de España. Donde se puede
encontrar. Eso ya es algo, ahora lo que hace falta es que la gente, además, la
compre. Y que la lea.
-Amigo
Jesús Vicente, ¿nos puedes avanzar o dar alguna pista si estás trabajando en
algo en concreto?
-Siempre hay proyectos en
la cabeza, y ahora, en el ordenador. Entre otros, una novela que se
desarrollaría en estos tiempos. O el relato, a caballo entre el ensayo y la
autobiografía, del tiempo que nos tocó vivir, en algunos casos con mucha música
de fondo. Hay más.
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