Cazarabet conversa con... Ubaldo
Fernández, autor de “La lectora de Saramago” (Doce Calles)
Una novela que es, a la vez, una invitación a
las lecturas que nos dejó Saramago, desde la pluma de Ubaldo Fernández.
La sinopsis del libro:
Un entramado onírico de recuerdos, de
melancolía y de esperanza, de varias historias dentro de una novela corta cuya
protagonista, Briseida, busca en las páginas de los libros de José Saramago lo
que quisiera cambiar del mundo. La obra es, pues, un homenaje al premio Nobel
portugués y está dedicado a los lectores que quizá no conozcan del todo su buen
hacer literario.
Cazarabet
conversa con Ubaldo Fernández:
-Ubaldo,
amigo, ¿qué te ha llevado a escribir La lectora de Saramago…?
- Gracias por
darme la oportunidad de hablar sobre La lectora de Saramago, ya en su segunda
edición. Bien, comencé leyendo La caverna de Saramago allá por los años
ochenta. Era simple curiosidad por conocer cómo el famoso "mito de la
caverna" de Platón había influenciado en el libro de este novelista
portugués. Pero, como si de un imán se tratase, después de la lectura de esa
novela fui atraído poderosamente a leer otra novela de este Nobel portugués y,
después, otra y otra... Al final acabé leyendo todo lo que había escrito este
novelista..., ¡hasta lo que se ha publicado después de su muerte! Hablamos de
Claraboya, las páginas de la novela que no tuvo tiempo de acabar -Alabardas-,
El cuaderno del año del Nobel, publicado el año pasado... Tanto caló la novela saramaguiana en mí que en 2013
publiqué un ensayo filosófico, En torno a Saramago, en el que analizo las
implicaciones religiosas, políticas, sociales y filosóficas que contiene toda
su obra.
-Te lo pregunto
porque parece que a ello te llevó tu estima por las obras de Saramago y el querernos
acercar a Briseida y a su manera a abrirse camino por la senda de la vida…
- Sobre la
protagonista, Briseida, ¿qué quieres que te diga? Su vida es un homenaje a
Saramago. Bautizarla con el nombre de Briseida fue un recuerdo de la Ilíada de
Homero, en la guerra de Troya, tema del libro, Briseida es una viuda raptada
por Aquiles, "el de los pies ligeros, como le nombra el autor. Ella pone
el aroma, el perfume de mujer que envuelve a mi novela. Briseida enamora a los
lectores masculinos, según me cuentan, y de las lectoras tengo opiniones de
todos los gustos.
-Pero el libro
tiene mucho de esa parte tuya que es el amor por acercarnos a la filosofía…
- Sí. La novela
tiene un barniz filosófico. Escribir no es sólo entretener, para mí también es
hacer pensar con espíritu crítico, "morder" al lector, según
aconsejaba Kafka. Aprovecho cualquier situación de los personajes para entrar
en la historia del pensamiento, de las ideas. Si el lector entra conmigo, si me
acompaña en ese viaje, ya está realizada la intención de la novela.
-Bueno, la propia
obra de Saramago es o viaja mucho por ese eterno preguntar y preguntarse, ¿no?
- Efectivamente.
Me decía una amiga, doctora en filología hispánica, que Saramago, más que un
novelista, es un filósofo. El Nobel portugués decía que su deseo fue siempre
escribir ensayos, pero se sentía impotente para ello. Dejó el ensayo por la
novela. Yo he recogido sus preguntas constantes. He arrastrado, a lo largo de
la novela, su denuncia social, su ateísmo, su marxismo libertario. En algunas
páginas he criticado a la psicología, porque siempre he pensado que, en su afán
de explicación, a veces el psicólogo entra a un lugar al que no ha sido
llamado.
-Me
recuerda un poco, salvando las muchas distancias…no se gusta nada el mundo de
las comparaciones a El Mundo de Sofía de Jostein Gaarder.
- ¡Ah! Jostein Gaarder... Mis alumnos,
nada más publicarse la novela, en 1991, tenían El mundo de Sofía como libro de
cabecera. Así me escuchaban y me entendían mejor en las clases de filosofía,
eso al menos me comentaban. Fue, realmente, un acierto el de este profesor
noruego de filosofía que, por cierto, nació en el mismo año y casi el
mismo mes que yo. ¡Qué envidia me dio! Supo incitar con aquella novela, como
con sus libros posteriores, a jóvenes y mayores para que viajasen desde la
Grecia clásica hasta los existencialismos del siglo XX. Yo no puedo, ni de
lejos, compararme con este filósofo. Intento un mínimo de filosofía desde
Saramago y, como dije antes, si un lector reflexiona y lee entre líneas, ¡misión
cumplida!
-Son
muchos los escritores que viajan por esas sendas, pero tú por qué te fijas o
qué te lleva a Saramago y a que su literatura y su narrativa te llegue más…-La
verdad es que Saramago como algunos otros escritores nos llevan por la mano de
no pocos mundos…escriben historias encajadas; historias dentro de cada
historia…
- Escribí en 2017
lo que titulé Cuentos sin moraleja. Me gusta contar historias. Unas son
arrancadas de gente mayor allá en La Mancha quijotesca, otras fruto de la
imaginación y otras son, diríamos, una mezcla de ambas: lo ficticio y lo real
al unísono. Encajar historias dentro de la historia principal y, alguna vez,
retorcer el relato para provocar al lector y hacer que se pierda entre
personajes que, por un momento, hacen olvidar a los protagonistas. Los sueños
son generosos y en ellos cabe cualquier situación por disparatada o ilógica que
parezca. Sueños y realidad, aquella famosa duda cartesiana compañera ahora de
Briseida. Y sueños que se cuelan en el sueño creando un mundo de magia,
misterio y sorpresa. Por lo menos esto es lo que he pretendido y sólo el lector
sabe si se consiguió el objetivo. Los personajes, no es la primera vez en la
historia de la literatura española que aparece este recurso, los personajes,
digo, se hartan y se quejan, se enfadan con el autor en un tono
amenazante...
-Es como un
músico que no acaba de concluir su propia sinfonía, ¿no? y eso lejos de ser un
“defecto” lo convierte en algo muy, muy positivo….en una de sus mayores
virtudes como creador, pensador de historias….
- Sí, como tú
bien dices, un músico que no acaba de concluir su propia sinfonía. De ahí que,
en la presentación de la novela el pasado diez de mayo, yo comentaba a los que
se acercaron por allí que, al leer la historia de Briseida, podían elegir entre
dos finales: uno hasta el final de la página 320 y el otro no leyendo el último
capítulo y quedarse con un final, diríamos, "feliz". Pero sí, como el
músico y la sinfonía, la novela no acaba en ningún momento. El lector tiene
espacio para la reflexión y la crítica, una continuación de ese leer entre
líneas que sigue incluso después de colocar la novela en la estantería junto a
otros libros que tuvieron su día y su éxito. Me refiero a un eje central,
amor-muerte, algo que ya dejé al descubierto en mis Cuentos sin moraleja, junto
a una especie de realismo mágico donde interviene la naturaleza, sus animales y
su color. Todo ello unido a un valor innegable como es el valor de la amistad.
Asoman también el estoicismo, los curanderos o las apariciones de muertos en
esa España profunda con el río Duero bañando a Zamora y buscando su muerte en
tierras portuguesas. En fin, no quiero dejar en el tintero ese roce, sólo roce,
con el tema de la eutanasia, asunto que no ha dejado indiferentes a ciertas
personas que, a los pocos días, ya me estaban interrogando sobre ello.
-La portada de la
ilustradora Marta Fernández ¿por qué mantienes que contribuye a tanto…como a
“redondear” la historias que nos trasladas?
-Mara Fernández,
no Marta, como erróneamente se menciona en la pregunta, es una joven artista,
licenciada en Bellas Artes, y que yo tengo la inmensa suerte de haber contado
con ella en la ilustración de la portada del ensayo En torno a Saramago,
también portada e ilustraciones, diez ilustraciones para diez relatos, en mis
Cuentos sin moraleja y, ahora cómo no, la portada de La lectora de Saramago.
¿Que si
contribuye la ilustración de Mara a "redondear la historia? Por supuesto,
tú, en primer lugar lee la novela y luego quédate unos segundos mirando los
ojos de la portada. Te llegarán imágenes de Briseida y detalles de su paso a
través de las 320 páginas. También, si quieres, antes de comenzar a leer la
primera página, puedes observar esa portada de la que hablamos. Mira los ojos y
te anunciarán lo que te espera, crearán en ti una sensación que, seguramente,
será la misma que mantendrás a lo largo de la lectura.
-Amigo, ¿cómo fue
tu trabajo con Doce Calles?
- Es la primera
vez que escribo para la editorial Doce Calles. Llegué allí de la mano de Nacho,
Ignacio Rodríguez. Luego conocí a Geobana y a Carlos.
Encantadores y dispuestos cuando necesitas algo de la editorial. Se han portado
bien conmigo: me han acompañado en las presentaciones, en la firma de la novela
en la Feria del Libro de Madrid, han sido rápidos y eficientes en preparar una
segunda edición... En fin, buena gente, como se dice en estos casos.
-¿Nos puedes
comentar en qué te encuentras trabajando ahora?, no sé darnos alguna pista…
- De vez en
cuando me llega una especie de destello anunciándome detalles o historias de
una posible segunda parte de La lectora de Saramago, aunque eso de
segundas partes, hay quien opina, que nunca fueron buenas. Pero es el lector,
siempre el buen lector, quien te hace llegar de alguna forma su interés por
seguir leyendo lo que le has ofrecido.
Además de esos
anuncios lumínicos que me llegan, como te he dicho, sugiriendo la continuación
de lo ya escrito, ahora en octubre comenzaré a impartir unas Jornadas de
Filosofía y a dirigir una actividad de Cine y Filosofía. Todo ello durante este
curso 2019/ 2020. Próximamente tengo dos presentaciones nuevas de la novela: la
librería Libros de Arena y el Teatro de la Casa de Vacas del Retiro escucharán
los avatares de Briseida. Ya me dijo un amigo que volviese a mis clases de
Filosofía si quería descansar un poco... La verdad es que empieza a superarme
tanta actividad. En fin, gracias por este rato de charla.
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