La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Eduardo Juárez Valero, autor
de “Crónicas de un Real Sitio. Lucha
política, guerra y represión (1934-1939)” (HG)
Un libro
desde la pluma del historiador Eduardo Juárez Valero.
Lo que
nos dice la editorial hg del libro:
“La
historiografía española ha realizado en las últimas décadas un gran esfuerzo
para recuperar en su plenitud períodos de la historia de España fundamentales
para entender el pasado más inmediato y comprender nuestro presente…”
“trabajos
como el que tenemos en las manos significan para la historiografía española y,
primordialmente, para los ciudadanos de La Granja”.
“el
historiador y Cronista de este Real Sitio, Eduardo Juárez Valero, ha dado un
paso importante en la recuperación de la historia de su amada localidad y de
obligada consulta para el conocimiento de nuestro controvertido pasado”.
Ángel Herrerín López
Cazarabet conversa con Eduardo Juárez Valero:
-Eduardo, arrancas
tu estudio en 1934, cuando ya estaba bien arrancada la II República ¿Por qué
eliges ese tiempo?
-Es evidente que en 1934 se produce
una fractura, principalmente social, tras la entrada de los conservadores en el
gobierno a finales de 1933. Sin embargo, no justifica la hipótesis de los neofranquistas que establece allí el inicio de la guerra
civil española. El objetivo de dar comienzo ahí el estudio era desmontar esas
falsas hipótesis. El primer muerto en el supuesto enfrentamiento, en La Granja,
se produce a finales de julio de 1936, ya empezada la guerra. Y no hay que
olvidar que La Granja, el Real Sitio en general, contaba con sindicatos
socialistas, conservadores e, incluso, anarquista. Que el enfrentamiento
político y social provocado por la evolución republicana fue patente desde casi
el inicio de la República. Hubo huelgas, enfrentamientos entre sindicatos,
lucha por los puestos de trabajo, cierre de sedes sindicales, de bares
asociados a tendencias políticas. El enfrentamiento político llegó hasta el
punto de prohibirse la celebración del 1 de mayo en 1936. El único lugar en
toda España donde ocurrió. Y, sin embargo, no hubo una sola muerte. Es el golpe
de estado de 1936 lo que provoca que se cruce la frontera del horror y no la
lucha política propia de un sistema democrático en un país con el modelo de
estado en evolución.
-¿Es porque en ese tiempo despega el llamado Bienio Negro,
tiempo, dentro de la II República bajo mandato de la derecha?
-No, en realidad. Si fuera así, debería
haber empezado por exponer el bienio reformista, causa del bienio negro. Mi
interés iba más hacia la búsqueda de los orígenes de la guerra civil más que en
la quiebra del sistema republicano.
-Hasta
el momento que te pones con la narración, la de 1934… ¿cómo fue la “recepción”
de la República ideas y valores?; ¿Y cómo transcurrieron los primeros tiempos
de la República?
-Bueno, pues, como puedes imaginar,
muy complicado. La batería de reformas del gobierno de Azaña tocaron todos los
aspectos posibles de aquella sociedad y eso provocó la reacción de los sectores
más inmovilistas de la tradicional sociedad española, bloqueando todo cuanto
pudieron. Por otra parte, las reformas republicanas fueron tantas y con tan
poco tiempo para su desarrollo que acabaron siendo superficiales. Esa falta de
penetración en las estructuras de la sociedad es lo que favoreció un clima de
enfrentamiento civil, sin duda.
-Hablemos un poco de la batalla de La Granja. Te voy a realizar
una serie de preguntas que las puedes contestar una a una o realizar uno o
varios comentarios. Vamos allá. ¿En qué consistió La batalla de La Granja?-¿Por
qué se produjo?; ¿Qué resultado tuvo? -¿Por qué captar la
atención intentando tomar Segovia atacando, los republicanos, La Granja de San
Ildefonso en la Sierra de Guadarrama?, ¿A qué se debió la importancia
estratégica?
-Muchas y seguidas, tienes razón.
Veamos, la batalla de La Granja se desarrolla entre el 30 de mayo y el 6 de
junio de 1937. Es la consecuencia del cambio de gobierno. El 17 de mayo de 1937
accedía a la Presidencia del Gobierno Juan Negrín y,
con él, Indalecio Prieto como Ministro de Defensa Nacional. Su primer objetivo
fue montar una ofensiva que detuviera el avance franquista hacia el norte
industrial. Plantearon rápidamente Segovia, pues todo hacía de la empresa algo
factible (falta de defensas, cercanía con la capital, pequeñas dimensiones). A
la vez, podría significar la conquista de una capital franquista, lo que no
había ocurrido hasta entonces y, por supuesto, poner a prueba el recién formado
Ejército Popular de la República, donde habían fusionado milicias, tropas
profesionales y Brigadas Internacionales. Planificada la ofensiva seguramente
por Miaja y no por Vicente Rojo, como muchos han llegado a decir,
estratégicamente resultaba sencilla, pero de gran dificultad táctica por la
falta de conocimiento del terreno, por la agresiva orografía y por las
posiciones defensivas franquistas, bien abastecidas por Enrique Varela. En
realidad, lo que más dificultó la ofensiva, que pasó de ser el ataque sobre
Segovia (como lo llamó Robert Capa) a la Batalla de La Granja (objetivo mucho
menor), fue, indudablemente, la tradición y táctica de la época. Si bien muchos
han descrito la Guerra Civil Española como preludio de la II Guerra Mundial, en
muchos, la mayoría diría yo, de los aspectos, la Guerra Civil fue un epílogo de
la I Guerra Mundial. Con esa visión de guerra de posiciones se puede comprender
cómo las unidades republicanas, dirigidas por Domingo Moriones y el General
Walter, pudieron fracasar en la toma de La Granja, Valsaín
y, más allá, Segovia, encelados en conquistar las posiciones de los Cerros del
Puerco y Cabeza Grande. El segundo día de la ofensiva, perdida la sorpresa,
Miaja era consciente de la inutilidad de la maniobra. El resultado final,
similar para los dos bandos. Ambos quedaron en las mismas posiciones de
partida.
-¿Qué importancia, a tu manera de ver, tuvo la batalla de
La Granja en el devenir de la guerra?
-Pues, sinceramente, en lo que se
refiere al transcurso estratégico y táctico de la guerra, insignificante.
Sirvió, eso sí, para fijar un frente activo durante toda la contienda,
impidiendo que progresara en sentido alguno. Ahora bien, influyó en el
perfeccionamiento y mejora de la efectividad del ejército republicano, como se
pudo ver al mes siguiente en la ofensiva de Brunete.
Curiosamente, desde un punto de vista literario, se convirtió en inspiración de
la novela más famosa de Hemingway, “¿Por quién doblan las campanas?” y objeto
del estudio fotográfico de Gerda Taro y Endré Friedman, creadores del
personaje de Robert Capa.
-En lo puramente humano: ¿cuántas vidas se cobró esta batalla?,
¿y cuántos heridos?
-Como siempre, las pérdidas humanas
fueron considerables. Cerca de 3500
bajas, incluyendo heridos, desaparecidos y los cerca de 1500 muertos; Valsaín totalmente destruido y el bosque horadado en más de
treinta y cinco zonas, generando un trauma perenne en la memoria de toda una
generación del Real Sitio.
-Háblanos del papel que tuvieron en esta batalla las BBII
-Hablar de la Batalla de La Granja es
hablar de la 14ª Brigada Internacional, conocida como La Marsellesa. Formada en
su mayoría por franceses, tuvo la mala suerte de chocar con las posiciones
franquistas en el Cerro del Puerco y Valsaín. Durante
más de cuatro días trataron de tomar aquellas posiciones en altura, fracasando
en todos los intentos. Dirigidos por el polaco Karol Wacław
Świerczewski, General Walter, perdieron todos
los enfrentamientos y su condición de brigada de choque, quedando, a partir de
ese momento, como brigada de apoyo. Dejó en las lomas del Cerro del Puerco y
Matabueyes más de 300 brigadistas, entre ellos el hermano del dramaturgo alemán
Bertold Bretch.
-Más allá de la guerra hubo represión. Háblanos de ella
-Indudablemente, lo más grave para el
Real Sitio. La constitución del mismo como núcleo socialista de primer orden
(los principales dirigentes segovianos eran de La Granja o Valsaín)
con la existencia de tres sindicatos socialistas, provocó que, una vez dominada
la posición por las tropas franquistas, a partir del 22 de julio de 1936, se
desatara una política de limpieza social encaminada a erradicar el marxismo del
Real Sitio. Más de cuatrocientos presos, un 10% de la población, y cerca de 60
ejecutados mediante juicios y sacas de la cárcel, contribuyeron a la ruptura
social sólo superada con la llegada de la democracia a finales del siglo XX.
Fue tal la represión que se constituyó la cárcel provincial de Segovia en La
Granja, empleando para ello las antiguas Caballerizas de la Reina. Muchos de
los ejecutados aún descansan en fosas comunes por descubrir, provocando un
agujero funesto en la memoria de los vecinos, principalmente, de Valsaín, donde la represión fue más profunda y sostenida.
No hay que olvidar que la mayoría de los ejecutados lo fueron en 1936, siendo
asesinado sólo un vecino en 1937.
-La gente, el día a día, durante la batalla y tras ella,¿ cómo fue transcurriendo?
-Os podéis imaginar. Durante la
batalla, especialmente desde el 30 de mayo al 2 de junio, encerrados en casa o
en los refugios habilitados para protegerse durante los bombardeos de la
artillería, viendo cómo bajaban camiones repletos de heridos y muertos. Durante
el año siguiente, sobrepasados por la presencia militar. El General Enrique
Varela, encargado de la zona, reforzó las posiciones serranas todo lo que pudo,
llenando el Real Sitio de tropas. Llegaron a convivir cerca de cuatro mil
vecinos con más de cuatro mil soldados de diferentes unidades, incluyendo
regulares y tropas africanas. Ahora bien, mientras estuvieron, no faltaron
suministros en La Granja. Una vez hubo terminado la última ofensiva franquista
para recuperar el paso del Reventón y basculado el interés de la guerra al
frente del Ebro, la cosa cambió radicalmente. De los suministros variados y
continuos se pasó al hambre y al racionamiento, adelanto de lo que se habría de
soportar durante la postguerra.
-Amigo
Eduardo, ahora ¿en qué estás trabajando, nos puedes dar una pista?
-Pues, la verdad, siempre tengo muchos frentes abiertos.
Sigo con mi línea de investigación en recuperación fuentes medievales y
técnicas paleográficas. En lo que se refiere a la guerra civil, estoy
trabajando especialmente en la difusión y formación en arqueología de los
restos de la Guerra Civil. También ando presentando la edición de las memorias
del brigadista internacional Nick Gillain, tituladas
“El Mercenario: diario de un combatiente en la guerra de España”, que he
publicado con la editorial Interfolio y tengo a la espera de editar las memorias
de Higinio Canga, destacado líder fundador de las comisiones obreras asturianas
durante el franquismo. No obstante, actualmente estoy
inmerso en la terminación de mi cuarta novela, de la que os hablaré en otra
ocasión.
21988
Crónicas de un Real Sitio. Lucha
política, guerra y represión (1934-1939).
Eduardo Juárez Valero
424 páginas
15,00 euros
HG
EAN: 9788494003578
“La historiografía española ha realizado en las últimas décadas
un gran esfuerzo para recuperar en su plenitud períodos de la historia de
España fundamentales para entender el pasado más inmediato y comprender nuestro
presente…”
“trabajos como el que tenemos en las manos significan para la historiografía
española y, primordialmente, para los ciudadanos de La Granja”.
“el historiador y Cronista de este Real Sitio, Eduardo
Juárez Valero, ha dado un paso importante en la recuperación de la historia de
su amada localidad y de obligada consulta para el conocimiento de nuestro
controvertido pasado”.
Ángel Herrerín López
Eduardo Juárez Valero
Doctor en Historia por la UNED, es profesor titular de Cultura y Civilización
Españolas en AHA International España (University of Oregon), profesor de Paleografía y Diplomática del Máster
de Archivística de la Fundación Carlos de Amberes-UNED, profesor-tutor del
Máster en la España Contemporánea en el Contexto Internacional del Departamento
de Historia Contemporánea en la Facultad de Geografía e Historia de la UNED y
profesor de Historia de España en el programa de verano de la Georgia Southern University en Segovia.
Desde 2007 es presidente del Centro de Investigación de la Guerra Civil
Española (CIGCE). Entre sus publicaciones científicas destacan La Batalla de La
Granja: historia de un enfrentamiento olvidado (2008) y El corredor de la
Batalla de La Granja: de campo de batalla a Sitio Histórico. Además, ha
publicado varias novelas, entre ellas El Bebedor de Tiempo (2007), Caminos de Joffá (2009) y Vérrum (2011). Es
colaborador del diario El Adelantado de Segovia y autor de la revista Historia
de National Geographic Society. En diciembre de 2012 fue nombrado por el pleno
municipal de San Ildefonso Cronista Oficial del Real Sitio.
INTRODUCCIÓN
Indudablemente, la Guerra Civil Española dio comienzo a finales del
día 19 de julio de 1936, cuando las tropas sublevadas de la columna dirigida
por el General Emilio Mola, provenientes de Valladolid, se enfrentaron a las
milicias republicanas, organizadas a toda prisa en Madrid, en las inmediaciones
del puerto de Guadarrama, conocido como el Alto del León. Establecer otro punto
de partida para la contienda anterior a la rebelión militar iniciada en los
cuarteles norteafricanos, obligaría a realizar un análisis de la historia
reciente de nuestro país que incumpliría los principios básicos de la
contingencia histórica, esto es, que las consecuencias impulsaran el
establecimiento de las causas; que el fin, tergiversando a Machiavello
al estilo de Robespierre, no sólo justificara los
medios, sino que estableciera el principio de las cosas. Algo muy distinto es
situar, no ya el inicio de la Guerra Civil, sino la casuística de tan terrible
periodo histórico, dejando bien claro que origen de la Guerra Civil no tiene
que significar, necesariamente, inicio de la misma.
En lo que se refiere a las múltiples causas que
dieron paso al conflicto fratricida, como bien establece Enrique Moradiellos[1][1],
hay una disparidad considerable entre los principales historiadores, no
aceptándose, a día de hoy, dicotomías del pasado que focalizan causas unitarias
o, al menos, centradas en una única variable. Sin embargo, en lo que se refiere
al presente libro, analizar el proceso socio-político previo al enfrentamiento
armado y cómo éste afectó al Real Sitio de San Ildefonso, obliga a reflexionar
desde unos años antes del estallido de la Guerra Civil, justo a mediados de
1934, cuando el gobierno radical-cedista amenazaba
con quebrar el sistema republicano, dirigiéndolo, a decir de la mayoría de los
historiadores, “mediante un giro autoritario”, hacia una “restauración
monárquica o una dictadura corporativa similar a la existente en Portugal y
Austria”[2][2].
La derrota que experimentaron los partidos republicanos en 1933 tas
romper su coalición con los socialistas[3][3],
dejó a éstos últimos ante una disyuntiva hasta entonces sólo deseada por los
llamados izquierdistas o revolucionarios dentro del PSOE y liderados por
Francisco Largo Caballero, de contemporizar hasta lograr otra coalición al modo
de la llevada a cabo en 1931 con la izquierda republicana y burguesa, o
promover una revolución que estableciese una república socialista, en contra de
los moderados de su propio partido, representados por Julián Besteiro.
Los partidos republicanos burgueses de Diego Martínez Barrio, Manuel
Azaña o Felipe Sánchez Román, trataban, por su parte, de recomponer el frente
tras la victoria de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA),
sorprendidos por la disposición manifiesta del partido Radical de Alejandro Lerroux, principal partido político republicano en el
parlamento de 1933, de gobernar con aquellos como aliados.
Los sindicatos, por el contrario, siguieron caminos
opuestos: CNT, buscando el atajo revolucionario que llevaban persiguiendo desde
hacía más de treinta años; UGT, dispersa en luchas internas que intentaban
capitalizar el socialismo en el país, bien en manos de Besteiro,
bien en las de Largo Caballero. En cualquier caso y como consecuencia, el
frente obrero quedaba fracturado por estas disensiones y por la falta de
consenso ideológico, dificultando la acción conjunta y la labor esencial del
sindicato, esto es, la defensa de los trabajadores, como quedaría tristemente
claro en la fallida revolución de octubre de 1934. Y todo ello, sin duda, tuvo
espacio en los sucesos de 1934 y los enfrentamientos políticos y sociales
previos al golpe de estado y la guerra civil en San Ildefonso, objetivo
esencial de este libro.
Esa característica señalada, la existencia de todas las fases
políticas y sociales en el devenir del advenimiento del Frente Popular y la
Guerra Civil en San Ildefonso, convierten, sorprendentemente, la historia de
este pequeño municipio, claro ejemplo de microhistoria, en una muestra casi
canónica del proceso general experimentado en la totalidad del país, en un paso
de la microhistoria a la macrohistoria con muy pocos
o ningún matiz reseñable.
Por ello, la consideración general, múltiple, con grupos de causas
estructurales, coyunturales e inmediatas, conforman un espectro lo
suficientemente amplio para no dejar resquicios a la interpretación sesgada y
tendenciosa. De la ruptura del parlamentarismo durante la Restauración
Borbónica con la Dictadura del General Miguel Primo de Rivera al establecimiento
de una República donde no todos los actores aceptaban las reglas del juego; de
la incapacidad para establecer un modelo económico durante la Primera Guerra
Mundial a la profunda crisis propiciada por el crack de 1929 y que impidió el
asentamiento de la II República; de la inexistencia de un escenario político
que asumiera todas las posibilidades, alejando los deseos insurreccionales y
revolucionarios, a la incapacidad del estamento político de llevar a fondo las
reformas planteadas en los primeros años de la Republica; de la dogmatización y militarización de las masas a la profunda
división de un ejército con una parte en el pasado colonial y africanista y
otra en un futuro de obediencia civil.
Y todo ello hay que enmarcarlo en un entorno internacional explosivo.
La agresividad de los estados nazi-fascistas, basada en la política de los
hechos consumados era contrarrestada
por la inacción de las democracias occidentales, cuya política de apaciguamiento
tan solo daba una imagen de debilidad aprovechada por Alemania e Italia y
explorada por la URSS. La Francia socialista, atenazada entre la locura de
Hitler y Mussolini y la posibilidad de una España fascista, no fue
suficientemente agresiva en sus políticas ante la desidia británica, más
preocupada de dinamitar cualquier revolución socialista en la vieja España que
en prevenir una eclosión de los regímenes fascistas, abriendo un camino sin
retorno hacia una guerra total. Qué decir de los Estados Unidos, expectantes
por la lejanía de Europa y la fuerza creciente de los lobbies cristianos,
contrarios a la política religiosa de la
II República, aviso claro, según sus analistas, de una revolución
comunista.
Esta multiplicidad de causas, algunas entrelazadas, y de graves
consecuencias tuvieron, como ya he señalado, un reflejo evidente en el Real
Sitio de San Ildefonso, lo que no debe sorprender. Podría pensarse que en el
tránsito de la Monarquía a la República, San Ildefonso, perdido en aquel viaje
el título de Real Sitio, habría pasado a un segundo plano como el resto de
residencias reales del país. Por el contrario, el primer Presidente de la
República, Niceto Alcalá Zamora, tomó la decisión de mantener el Paraíso
segoviano como residencia veraniega de la Jefatura del Estado.
Convertido, por tanto, en capital veraniega de la II República, San
Ildefonso experimentó el proceso republicano en primera persona. Si a ello se
suma que más de las tres cuartas partes de la población eran obreros asalariados
de la administración pública o privada, la politización de la sociedad de San
Ildefonso fue a la par de la del resto del país. Desde el partido Radical
Socialista al PSOE, la CEDA, Acción Popular, Acción Católica, CNT, UGT,
Izquierda Republicana e, incluso, el Radio Comunista del PCE, la mayor parte de
las formaciones políticas republicanas tuvieron representación en el municipio.
Del mismo modo, cualquier situación nacional, a excepción de víctimas mortales
previas al 18 de julio de 1936, tuvo su reflejo en San Ildefonso: huelgas,
manifestaciones, revoluciones, enfrentamientos, lucha callejera, represión,
golpe de estado y guerra civil, hasta el punto de sorprender el paralelismo
existente con el conjunto de la nación.
Y esa sorpresa no ha de ser extraña después de analizar la
bibliografía existente al respecto. El vacío historiográfico en lo que se
refiere al periodo analizado por esta monografía, si bien puede alarmar, debe
ser comprendido por la enorme dificultad de acceso a las fuentes primarias.
Hasta que a finales de 2009 no terminó la constitución del Archivo Histórico
Municipal del Real Sitio, proceso dirigido por el que suscribe, siendo
prácticamente imposible la investigación al respecto con anterioridad. Los
cerca de diez mil documentos cotejados en este archivo en la búsqueda de los
orígenes de la Guerra Civil Española en San Ildefonso y la fractura política y
social de su comunidad, esenciales para comprender todo el proceso, habrían
permanecido ilocalizables, perdidos entre la maraña del archivo administrativo
municipal.
Los expedientes principales sobre los vecinos del Real Sitio
represaliados tras el golpe de estado han dormitado ochenta años entre los
depósitos de documentos de la Audiencia Provincial y el Archivo Histórico
Provincial de Segovia, algunos de ellos trasladados allí desde el Archivo
Municipal de San Ildefonso a finales de la Dictadura. No sin un permiso
especial de la Secretaria de la Audiencia Provincial, pudo este humilde
historiador, tras cuatro meses de espera, llegar hasta aquellos informes.
En el extremo contrario estaría la documentación existente en el
Archivo del Conde de Álbiz, custodiado por Luis Comyn y al que tuve acceso gracias a su amabilidad y
disposición para la difusión de la historia del Real Sitio que siempre ha
demostrado tan representativa familia.
Desde el punto de vista militar, la facilidad de acceso de los
Archivos Generales Militares, en concreto los de Ávila y Segovia, y la
fantástica colaboración del Brigada Enrique Gallego Lázaro, han consolidado la
investigación del proceso bélico, iniciada hace más de siete años y concluida
en estas líneas y completada con documentación del Archivo Histórico Nacional y
del Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares.
Más accesible, sin duda, fueron los fondos hemerográficos de los diarios El Adelantado de Segovia y El
Norte de Castilla. Muy útiles en lo referente al periodo republicano, el
interés de sus contenidos decae alarmantemente durante el golpe de estado
–ambos periódicos dejaron de publicarse los primeros días de la Guerra Civil– y
se torna instrumental tras la caída de Segovia en zona nacionalista, al ser
intervenidas ambas redacciones.
Por todo ello, no ha de extrañar la inexistencia de monografía alguna
al respecto que pueda considerarse de rigor histórico. En lo que se refiere al
proceso represor tras el golpe de estado, los trabajos de Santiago Vega Sombría[4][4]
analizan el citado aspecto en el conjunto de la provincia. Si bien describen a grosso modo lo acaecido en San
Ildefonso, adolecen de la falta de profundidad que la imposibilidad del acceso
a la citada documentación conlleva, no dejando de ser obras de referencia para
cualquier estudio sobre la represión del franquismo que se precie. Respecto al
proceso republicano y a los pocos meses de gobierno del Frente Popular, lo
acaecido en San Ildefonso carece de referencia bibliográfica alguna, más allá
de la Memoria de Licenciatura de Aurora Andrés[5][5]
dirigida por el malogrado Maestro Javier Tusell,
pudiendo decirse lo mismo del desarrollo del golpe de estado, a pesar de
existir artículos que sí profundizan en la catarsis experimentada por la
provincia segoviana en aquellos terribles momentos[6][6].
Más referencias se encuentran de los acontecimientos bélicos,
centrados esencialmente en la Batalla de La Granja, ampliamente analizada por
este autor[7][7].
El primero en referirse a los citados enfrentamientos de mayo y junio de 1937
fue el despechado brigadista belga, Nick Gillain,
cuya descripción de la batalla, tras las aportaciones de la documentación
hallada a lo largo de los años, resulta incierta y cuestionable[8][8].
Junto a él, Ernest Hemingway posee el honor de haber
sido el primero en escribir sobre aquellos días, aunque la libertad poética
esgrimida por el autor haga prácticamente imposible seguir pasaje alguno de la
batalla y provoque cómicas confusiones y búsquedas de puentes imaginarios[9][9].
El teniente coronel López Muñiz, jefe del Estado Mayor del General
Varela, fue, por su parte, el primer militar que publicó su experiencia en la
batalla[10][10],
englobándola, como un movimiento secundario, en la batalla de Madrid, del mismo
modo que hizo posteriormente Fernando Gil Osorio[11][11].
Años más tarde, José Manuel Martínez Bande, con un
tono menos propagandístico y literario que López Muñiz, analizó el
enfrentamiento citado en varias publicaciones[12][12],
al igual que Ramón Salas Larrazábal[13][13]
con su análisis del ejército popular de la República y el trabajo de su
hermano, Ángel Salas Larrazábal, sobre la aviación durante la guerra civil[14][14].
Hizo éste último interesantes alusiones a la lucha aérea desatada sobre los
montes de Valsaín, tema, por cierto, también tratado
en las memorias de Frank Tinker, piloto americano al
servicio de la República, que refutan muchas de sus conclusiones[15][15].
Con la llegada de la democracia, las publicaciones sobre aspectos
tácticos y estratégicos fueron perdiendo presencia frente a los estudios
centrados en la recuperación de la memoria histórica. Desde entonces, el número
de Historia 16 de José Luis Martín Herrero[16][16]
o las recientes obras de Manuel Redero y Pablo García Colmenares, de carácter
general, que apenas dedican unas líneas[17][17],
como tantos otros afamados especialistas, jalonan el haber historiográfico de
este hecho histórico. En ninguno de los casos citados, por cierto, se describe
el proceso bélico completo, desde las primeras acciones destinadas a fijar el
frente o la toma de los puertos del Reventón y La Flecha con el objetivo de
acabar con la acción de la artillería republicana, aspectos inéditos del
presente libro, fruto de la documentación encontrada en el largo proceso de
investigación sostenido durante más de siete años.
Todo ello ha quedado reflejado consecuentemente en esta monografía,
estructurada en tres grandes bloques para facilitar la comprensión del complejo
proceso político, social, económico y militar experimentado por el municipio de
San Ildefonso en los años señalados. El libro comienza, sin embargo, con una
contextualización del entorno de San Ildefonso en el año 1936, estableciéndose
las características del mismo, sus infraestructuras, actividad económica y
señas demográficas esenciales.
El primer bloque, titulado Del
revanchismo al golpe de estado, analiza el devenir político, social y, sobre
todo, laboral, de la comunidad de San Ildefonso desde el fracaso de la
revolución de octubre de 1934 hasta el estallido de la Guerra Civil Española,
tratando de profundizar en las consecuencias que la represión llevada a cabo
por los gobiernos radical-cedistas tuvo en la
constitución del Frente Popular y en la posterior represión desatada tras el
fracaso del golpe de estado de julio de 1936.
El segundo, llamado Estado de
Guerra, trata de mostrar de forma
definitiva los hechos militares acaecidos en la zona, desde los escarceos de
finales de julio hasta la ofensiva republicana sobre Segovia, pasando por la
eliminación de las posiciones artilleras republicanas de los altos de la
sierra.
El tercer bloque, bajo el título Viviendo
en Guerra, pretende mostrar la
dureza de la vida en San Ildefonso durante los años de la guerra. Iniciado con
el análisis de las consecuencias que la represión tuvo para los habitantes del
municipio, el capítulo profundiza en la vida cotidiana de las poblaciones de
San Ildefonso, para terminar con un estudio en profundidad de la labor llevada
a cabo por el Ayuntamiento, así como su implicación en el proceso represor
iniciado a finales de julio de 1936.
Para terminar, más allá de las obligadas conclusiones y un epílogo
evocador de lo que la guerra dejó en el Real Sitio, la monografía incluye un
índice onomástico donde poder encontrar las referencias a los centenares de
vecinos de San Ildefonso cuyos nombres son citados a lo largo de estas páginas.
Al fin y al cabo, este libro trata única y exclusivamente de personas.
Empujadas a luchar por sus ideales, por sus familias, por su futuro o a
responder por su pasado. Personas ligadas a un entorno único, sometidas a un
indescriptible proceso que cambiaría una sociedad, enfrentada y dividida,
durante más de cuarenta años. Quizás en los sufrimientos inherentes a los
errores cometidos se pueda encontrar la semilla de la paz en que hoy,
afortunados de nosotros, nos desenvolvemos. Sirvan estas páginas, por tanto,
como recuerdo imborrable de lo que nunca debió pasar. De lo que nunca, espero,
tengamos que volver a arrepentirnos.
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[1][1] MORADIELLOS, E., 1936. Los mitos de la Guerra Civil, Ed. Península, Barcelona,
2008, pp. 19-32.
[2][2] GIL-PECHARROMÁN, J., Segunda Republica Española (1931-1936), Biblioteca Nueva, Madrid,
2006, p.283.
[3][3] THOMAS, H., La Guerra Civil Española, Grijalbo, Barcelona, 1976,
Vol. I, pp. 130-131.
[4][4] VEGA SOMBRÍA, S., De la esperanza a la persecución: la represión franquista
en la provincia de Segovia, Crítica, Madrid, 2005. Tras las rejas franquistas, Foro por la Memoria Madrid, 2008. La política del miedo: el papel de la represión en
el franquismo,
Crítica, Madrid, 2011.
[5][5] Conversación mantenida con Aurora Andrés.
Septiembre de 2014.
[6][6] GIBAJA, J.C., “La vida cotidiana en Segovia
durante la Guerra Civil”, Estudios Segovianos nº 86 (1989), pp. 163-198. FONTECHA, A.,
GIBAJA, J.C., y BERNALTE, E., “La vida en retaguardia durante la Guerra Civil
en zona franquista: Coca-Segovia (1936-1939), Historia y memoria de la Guerra Civil. Vol. II (1988), Valladolid,
pp. 183-309.
[7][7] JUÁREZ VALERO, E. et alii, La Batalla de La Granja: historia de un
enfrentamiento olvidado, CIGCE, Segovia, 2009. CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R., JUÁREZ
VALERO, E., PORTERO FONTANILLA, J., RAMOS CASTRO, R., SCHNELL QUIERTANT, P., El corredor de la Batalla de La Granja: de campo de
batalla a Sitio Histórico, HG Ediciones-CIGCE, Madrid, 2012.
[8][8] GILLAIN, N., El mercenario, Tánger, 1939.
[9][9] HEMINGWAY, E., For whom the bell talls (Por quién doblan las
campanas), New York, 1940.
[10][10] LÓPEZ MUÑIZ, G. et Alii, La batalla de Madrid, Madrid, 1943.
[11][11] GIL OSORIO, F., “Oficiales provisionales”, Revista de Historia Militar, 9 (1961), Madrid.
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