Cazarabet conversa con... José Ignacio Gaspar, autor de “La casa y los ángeles”
(Mira)
José Ignacio Gaspar Escayola escribe una
novela que nos recuerda y toca al “realismo mágico”.
Esta novela de ficción se suma a la colección
Sueños de Tinta.
La sinopsis del libro: En noviembre de 1868,
para evitar la cárcel a la que iba a conducirlo la miseria que lo ahogaba, León
Mayoral se apunta voluntario a la guerra de Cuba. Allí vive un extraño episodio
que marcará su vida, tras el que le aparece en el pecho una sombra densa, la
mancha de un ave que recuerda a un buitre (el aura), y la furia se apodera de
él. Después de ese incidente será conocido como el General. Esta marca, que se
va oscureciendo conforme a la vileza de sus actos y que se transmite a sus
herederos, es el primero de los elementos mágicos vinculados, como un estigma,
a su vida y a la de su familia en el entorno de la llamada Casa Mayoral, una
hacienda en un pueblo perdido en un territorio inclemente, que consigue de
forma irregular y que, a partir de ese momento, se convierte en el símbolo de
su nueva situación social de poder.
Germán y León, primogénitos varones de las siguientes generaciones, en una
lucha donde solo el amor puede vencer a la maldad, intentarán no devenir en el
ser violento y cruel al que parece predestinarlos la posesión del aura. Al fin,
una lluvia de fuego, en conjunción con la constelación de los prodigios unidos
a su estirpe, acabará con la Casa Mayoral y sus moradores. De este escenario
arrasado surgirá, también, su única posibilidad de redención.
En La casa y los ángeles, alegoría de algunos temas que vertebran la
España de la segunda mitad del XIX y que se prolongan en buena parte del siglo
XX (el caciquismo, la sumisión a la Iglesia, el patriarcado, el machismo, los
privilegios de las clases sociales altas, la indefensión de los más
débiles...), el autor bebe de la tradición del realismo mágico para presentar
al lector una historia donde «lo extraordinario, lo insólito, lo real
maravilloso...» nos hace reflexionar sobre el miedo a convertirnos en lo que
más odiamos. ¿Podemos elegir quiénes queremos ser?
Se asomaron y vieron el aura a los pies del
árbol del General, ya solo un esqueleto de maderas retorcidas; con las garras
arañaba la base e introducía el pico en las grietas para despedazar y arrancar
las raíces. No se detuvo hasta que el árbol se desplomó, dejando al aire un
amasijo de tierra y plumas, del que surgieron espinos y enredaderas que rodearon
al ave hasta hacerla desaparecer. «Mirad», gritó uno de ellos desde una de las
ventanas. Estaba apoyado en el alféizar y con una mano señalaba la silueta de
tres mujeres que se recortaba en el camino. En el centro, una anciana llevaba
de la mano a dos muchachas, tan resplandecientes y leves que parecían flotar en
un horizonte de azafrán.
El autor, José Ignacio Gaspar Escayola:
(Zaragoza, 1956) ha trabajado como médico especialista en Medicina Familiar y
Comunitaria y, durante la mayor parte de su carrera profesional, en el ámbito
de la gestión sanitaria en el Gobierno de Aragón. Jubilado desde 2016, ya puede
dedicarse «a tiempo completo» a su pasión por la escritura, pasión que ha
complementado con cursos de relato breve, técnicas de novela, tutorial de narrativas,
guión... Ha publicado los relatos «El ascensor» (revista Demencia, 2018),
«Marilyn» (Dpto. de Ciudadanía y Derechos Sociales del Gobierno de Aragón,
2020), «El color del cristal» (Microterrores V, Grupo Diversidad Literaria,
2021), y las novelas Infiernos domésticos (Libros Indie, 2020) y La madona de
las pompas de jabón (Avant Editorial, 2020).
Cazarabet conversa con José Ignacio Gaspar:
Amigo, ¿qué pretendías al sumergirnos
en este ejercicio narrativo en el que tus composiciones dan con el resultado
que es una novela de realismo mágico…?
-Lo que pretendía, como creo que
pretende cualquier escritor, es captar el interés del lector. Porque
cuando el realismo mágico funciona, potencia el relato que se está narrando en
la novela y multiplica la atención del lector. El realismo mágico es como las
especias, que potencian el sabor de los guisos. Pero, al igual que hay que
saber usarlas para no utilizar aquellas cuyo gusto y aroma sean opuestos a los
de los componentes principales del plato, ni aquellas que sean tan fuertes
que los anulen hasta convertirse en lo único predominante en el guiso, lo
"mágico" debe acompañar a lo que se está contando, haciéndolo más
interesante, o más ameno, o más divertido, o más terrorífico, lo que sea, con
tal de que incite a seguir leyendo. Eso sí, lo "mágico" nunca debe de
convertirse en lo principal, ni, sobre todo, plantear dudas sobre su
realidad.
-José Ignacio, ¿cómo te ha dado por irte de
viaje a la novela de realismo mágico que me recuerda a tantos autores de centro
y Suramérica como García Márquez, Cortázar, Carlos Fuentes, Borges, Rulfo…?
-Como he sugerido antes, creo que el realismo
mágico aporta una segunda visión de la novela en la que se integra. Por una
parte, está el relato, digamos realista, de lo que se está narrando. De forma
paralela, fluye el relato mágico, en el que una serie de elementos o
componentes "mágicos" potencian lo que está ocurriendo en el mundo
real. Es importante que ocurra esto, que lo mágico potencie pero no distorsione
el relato, que el lector centre e incremente su atención en los hechos que
se le narran, pero que no se desvíe su atención a lo mágico, ni se pregunte
sobre su naturaleza y realidad. Por ejemplo, en mi novela, el lector debe
aceptar que la figura imponente de un general montado a caballo en un enorme
cuadro colocado en un salón siniestro y oscuro le hable a su nieto sobre cosas
que solo ellos conocen. No debe importar que sea un cuadro; lo único importante
es que entre abuelo y nieto hay una complicidad que refuerza y ayuda a entender
lo que está ocurriendo.
-¿Ellos te han
inspirado, te han ayudado en la construcción de esta obra en la que hay un
desarrollo más dinámico e implicado de la imaginación?
-Por supuesto; ya en la introducción de la
novela se cita a alguno de ellos como guías que me han señalado el camino, es
el caso de Gabriel García Márquez, Juan Rulfo y Eduardo Barrios. Hay
otros que, aunque no los he relacionado, su influencia en lo que narro es
también importante, como Arturo Uslar, William Faulkner
o Miguel Delibes. Quiero también señalar el influjo que personajes y obras
clásicas (Orestes, Antígona, Jekyll y Hide) han tenido a la hora de
abordar en esta novela algunos hilos argumentales básicos, como la
venganza, la figura del tirano y el desdoblamiento.
-Se nota, --esta
pregunta José Ignacio, la hago mucho, pero en algunas lecturas se nota más que
en otras—que te lo has pasado muy bien escribiendo, creando e imaginando esta
historia, ¿no?; en parte será, presupongo, porque habrás sido un devorador de
lecturas de este corte, me refiero de realismo mágico…
-Me lo he pasado estupendamente, hasta el
punto —supongo que esto es un comentario común de muchos escritores— de que, en
ocasiones, no era consciente del tiempo que había pasado escribiendo. Con
respecto a la lectura de este tipo de literatura, lo he hecho desde hace mucho
tiempo. Era un adolescente cuando leí Cien años de soledad y me
impresionó tanto que personajes, escenas, paisajes y tramas de esta novela no
pude apartarlas de mi cabeza durante meses. Pocos libros lo consiguen, y para
mí es el mejor indicador de que un libro funciona. Tras leerlo, me interesé por
ese movimiento literario y por otros similares, como lo real
maravilloso (hay voces que dicen que son lo mismo). El caso es que cayó en
mis manos Pedro Páramo que, no es que me impresionara, es que me
conmovió; el asombro de su lectura se hizo gigante con El llano en llamas.
Después vinieron Carpentier, Cortázar, Uslar Pietri, Faulkner, Asturias...
Es lógico que me entusiasmara.
-Bueno, me permitirás
que te diga que tu trabajo como médico de familia te tendrá como saturado, como
abotagado, como sacudido de “demasiada realidad” y necesitas más dosis que
otros para subirte a un limbo de imaginaciones, ¿qué piensas?
-Ahora mismo no estoy saturado de trabajo
porque llevo ya tiempo jubilado, por lo que escribir se ha convertido en uno de
mis nuevos trabajos. Pero han sido muchos años dedicados a la
asistencia sanitaria, primero, y en la gestión pública de la salud, después,
que son tan gratificantes como abrumadoras. Cuando lo dejo, me meto en el mundo
de la escritura, y después de aprender la metodología básica, encuentro la
posibilidad de contar lo que yo quiero, como yo quiero y en el contexto que yo
quiero. Es divertido y liberador.
-¿Por qué,
anteriormente a esta novela larga y generosa, te dio más por los relatos?
-Antes de formarme en las técnicas de novela,
empiezo con dos cursos de relato breve en los que, como parte de la formación,
se incluía la elaboración activa de relatos. Me gustó y seguí.
-¿Cómo has experimentado el tránsito del
relato a la narración más larga?
Está también relacionado con lo que he
comentado antes: después de los dos cursos de relato, hice tres cursos sobre
técnicas de novela, que tenían que terminar con la elaboración de una novela.
Al principio fue complejo porque, de una forma natural, tienes tendencia a
tratar los argumentos, los capítulos, los personajes, de forma separada, como
cuentos independientes. Y, claro, no funciona, porque hay que montar un puzzle
hasta que las piezas desaparezcan para formar algo nuevo que es mucho más que
la suma de las mismas, tu novela. Es apasionante.
-Es la narración, ante todo, de un
superviviente, de alguien que quiere vivir y que se marcha para salvar el
cuello a una guerra cruenta contra armas, trincheras, balas calores insolentes
e insectos, ¿no te parece?; al menos, un poco paradójico, sí que es…
Más que un superviviente, es un hombre
vencido, un perdedor, que, siendo aún muy joven, es protagonista y testigo del
derrumbe de sus sueños y de cómo en su caída arrastra a su familia, a su
mujer y sus hijos, principales motores de su existencia. La guerra —en
este caso, en un sitio lejano y en un medio hostil desde todos los puntos
de vista— es su única posibilidad de escapar de la cárcel, es una huida.
-Cuba,
amigo, significó el fin de muchas cosas, más allá de lo colonial, político y
social…allí se perdieron no pocas inocencias como en todas las guerras en donde
se pierden generaciones jóvenes que apenas han arrancado a desperezarse en los
avatares de este tránsito…esa sinrazón, ese enfado, al menos me lo parece a mí,
se traslada aquí…
-El enfado de León, el
protagonista inicial de la novela, es existencial y, como tal, devastador: ha
pasado de la adolescencia a la madurez a base de matarse a trabajar, de
hambre, de derrotas y del
dolor de ver a su mujer y a sus hijos en la ruina, sin ser capaz de
proporcionarles un futuro mejor. Luego se va a la guerra y todo cambia a peor.
En esa guerra no solo pierde su inocencia, de la que ya solo tenía un leve
recuerdo, sino que pierde su humanidad.
-Y tú sometes a
León a una experiencia, como sobrenatural, que le cambiará la vida y no
solamente a él, también a los que, desde ese día, la vida lanza a su encuentro…
-Sí, va a la guerra y todo cambia. Todas las
guerras son sucias, porque están basadas en la codicia de unos pocos y en el
miedo de muchos otros. Pero en la guerra de León, además del horror de todas
las guerras, hay un elemento especial, “mágico”, que marcará desde
entonces su vida, porque, a través del miedo, se adueña de su voluntad y de su
esencia de ser. El miedo es el arma más poderosa que existe, capaz de conseguir
lo peor, lo inimaginable.
-Y entra en
acción el lado oscuro que todos llevamos dentro, pero que, ni mucho menos,
todos desvelamos…hasta la maldad.
-Exacto. En una de las refriegas en las que
interviene, hundido en una mezcla de tierra y hojas, León ve que la altura de
los árboles es un manto de fuego y que un velo oscuro, una sombra
densa desciende lentamente y se posa en su pecho hasta calarlo. Desde ese
momento, esa oscuridad gobierna su cabeza y su corazón.
-En el realismo
mágico el drama parece que no es tan drama, siempre presientes como lector que
el escritor te brindará otra vuelta de tuerca, ¿no? y que nos lanzará como un
flotador para estar siempre con un ánimo como más lineal, ¿qué nos puedes
decir?
-En esta novela, las vueltas de tuerca, las
posibilidades de cambio, de salvación, las tienen los tres protagonistas. Pero
hay que tener en cuenta que también entran en juego la predestinación y
el libre albedrío. En este sentido, es curioso cómo el final tiene varias
interpretaciones: donde se puede ver desolación, yo veo la derrota de la maldad
y la posibilidad de redención.
-Y para más suma esa
especie de estigma pasa de generación en generación… ¿cómo se te ocurre esta
treta literaria?
-Nace de una conversación sobre el origen de
la maldad: ¿con la maldad se nace o la maldad se hace? ¿La maldad se hereda
como se hereda la predisposición a padecer una enfermedad o está relacionada
con factores ambientales, sociales, relacionales que van modulando el
comportamiento? La marca, el "estigma", no es sino el símbolo de esa
incertidumbre. Es lo que planteo en la novela: los protagonistas ¿están fatalmente
destinados a la maldad que parece determinada por la posesión de ese
"estigma", o pueden luchar para evitarla? Como se dice en la
sinopsis: ¿Podemos elegir ser quienes queremos ser?
-Pero en
contraposición a la maldad se encuentra, también, entrando en acción, el amor
que, generación tras generación, lucha contra esa furia que no viaja, al menos
para tener buen viaje, con razones…
-En esta novela todo gira en torno a la maldad
y en la lucha de los protagonistas contra ella, una lucha descarnada por evitar
convertirse en el ser perverso y cruel al que parecen estar
predestinados. En esta lucha, el amor es lo único que parece ser capaz de
vencer a la maldad y eliminar el estigma. En la novela, se plantea el
dilema: ¿será el amor más fuerte que el miedo a albergar la maldad? Como
ves, otra vez el miedo.
-¿Son los
personajes, los que muestras y haces desfilar en tu historia los que
han ido cambiando tal como los pensaste en un inicio bajo el influjo de la
trama o es más bien algunos rasgos de la trama los que cambian bajo
el influjo, influencia o enamoramiento al que te someten, como escritor,
algunos de los personajes?
-Después de leer la novela, un
amigo me dijo que, con respecto a algunos personajes, parecía que yo era
el albacea que recogía lo que ellos me contaban. Además de suponer para mí un
halago inmenso como escritor, define muy bien lo que me preguntas. Hay otro
lugar común entre algunos escritores que es decir que "es la novela la que
te va llevando". En este caso es así; había personajes y escenas en las
que, cuando leía lo
que había escrito, me preguntaba: ¿cómo he llegado a esto? Hay personajes
de esta novela que casi se han encarnado, que me siguen emocionando.
-En esta novela
hay mucha pasión, lucha de emociones y emotividades y que se mete de manera
incisiva en aquello en que la novela se va adentrando: la ambición , la
codicia, la lucha por la vida, la sumisión, el control sobre los demás, la
manipulación de otros seres—en este caso coprotagonistas de la trama---…-Todas
estas miserias humanas digamos que se trasladan a la esfera global de toda una
sociedad sumergida con los dominios de la Iglesia y no pocas
sumisiones, ante el machismo y el patriarcado, ante la frustración del poder de
poderes perdidos…por eso aparece el cacique y el clasicismo, la aversión al
débil que, a la vez, les es imprescindible…
-En esta novela hay mucha pasión. Es lógico
porque es lo que el medio natural y social en el que se desarrolla requiere.
Este escenario tiene un gran protagonismo. La geografía y el clima —donde
coexisten un calor abrasador con un frío helador y un viento que enloquece— y,
especialmente, el ambiente social, determinan el desarrollo de los
acontecimientos. Se trata de un paisaje y un clima muy duros, en los que los
protagonistas son unos caciques que gobiernan la vida y la muerte de los
desheredados, en los que los privilegios de los poderosos son
incuestionables, la indefensión de los débiles lógica, el patriarcado y el
machismo la norma y la sumisión a la Iglesia una imposición divina, elementos
todos ellos que marcan la vida y el porvenir de unos y otros.
-En esta novela
hay maldad, lo decíamos, pero me da que el interruptor que la activa es el
miedo…y, amigo, todas y todos, tenemos “nuestros miedos” …
-Ya he comentado antes que el
miedo es un arma muy poderosa y en esta novela es demoledor. Pero el miedo
de los protagonistas no es tan solo a estar predestinados a la maldad
por la posesión del estigma, sino, y especialmente, a convertirse en
quien tanto se ha odiado.
-¿Es por esto el
título alberga como un “doble lugar” donde albergar nuestras peores y nuestras
mejores pasiones que nos llevan a construir un mundo más o menos
equilibrado?
-El título quiere albergar todas las
dualidades de las que he hablado. Además, en esta novela, la casa tiene un
papel fundamental, porque es tanto el símbolo del ascenso social del
protagonista y metáfora de su victoria, como del lugar donde reside el mal. Del
mismo modo que los ángeles son una metáfora de la victoria sobre la
“sombra” con la que empieza todo.
-Y luego, está el
amor que lucha de una manera casi reivindicativa para hacerse un lugar entre la
trama, los personajes y las evasivas…
-En esta novela, el amor es el arma capaz
de vencer la maldad y la oscuridad.
-Amigo, ¿nos puedes
hablar del proceso de documentación, búsqueda de fuentes, lectura de libro y
demás que hay detrás de este libro?, porque, seguramente, para meterte entre
Cuba, su guerra de la Independencia y las épocas posteriores ha habido algo de
trabajo extra más allá de meterte a escribir, ¿no?
-Ha sido un trabajo largo y
esforzado, pero muy divertido. Desgraciadamente, de estudiante, la historia no
fue una asignatura que me explicaran bien, así que ahora he tenido la
oportunidad de leerla con tranquilidad y de relacionarla con los fenómenos
culturales, sociales, políticos y económicos que lleva aparejados. La
historia ya no es un compartimento estanco que hay que aprender de memoria,
sino que todo está conectado. He leído sobre la guerra de Cuba, sobre la pérdida
de las colonias, sobre la España de finales del siglo XIX y principios del XX,
especialmente, desde el punto de vista social, hasta descubrir que era una
sociedad caciquil, clasista, machista, beata y sometida, hasta límites
bochornosos, al gobierno de los más fuertes.
-¿Y cómo ha sido
el día a día de trabajo?
-Se dice que hay dos tipos de escritores, los
"mapa", que necesitan tener todo planificado antes de ponerse a
escribir, y los escritores "brújula", que funcionan más a impulsos.
Por mi personalidad y forma de ser, yo pensaba que sería mapa, sin embargo, soy
brújula, lo que conlleva no tener ni sitios concretos ni horarios
específicos para ponerme a escribir, y que unos días no escriba, otros poco y
otras largas horas.
-Este trabajo, ¿te
ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de los aspectos
tratados en el mismo?; ¿nos puedes hablar de aquello en lo que andas metido
ahora?
-Sí, claro. De hecho, ahora estoy en una
historia relacionada con la guerra de Filipinas. Es un relato mezcla de ficción
y realidad en el que un hombre joven consigue de modo fortuito el diario de
cuando su abuelo, prácticamente un desconocido para él, estuvo en Filipinas.
Tiene muchas esperanzas de que ese diario le dé luz sobre el pasado y la
realidad de su familia, pero nada es sencillo.
_____________________________________________________________________
Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las
Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069