La
Librería de El Sueño Igualitario
EXILIOS Y ODISEAS.
La historia secreta
de Severo Ochoa.
Juan Fueyo narra, casi desnuda con un retrato muy minucioso, la
historia que estaba detrás de Severo Ochoa en una obra de ficción para Milenio
editorial.
Lo que nos dice
Editorial Milenio sobre este libro:
El
Premio Nobel, como insinuó Tolstói, puede ser una
maldición. Exiliado en los Estados Unidos, Severo Ochoa se afianza en Nueva
York y gana el Nobel de Medicina. Pero conseguido su sueño, la recompensa no es
la felicidad sino consecuencias inimaginables: un año después del Nobel
descubren que su estudio estaba equivocado. Marcado por el error y a punto de
exiliarse de la comunidad científica, se enfrenta a sus contradicciones y
frustraciones. El resultado de esta odisea interna es el renacer de un hombre
que luchará por demostrar al mundo que su inteligencia y su carácter están por
encima de la farsa de los premios.
Enlaces
que nos pueden ayudar:
https://es.wikipedia.org/wiki/Severo_Ochoa
El
autor, Juan Fueyo: Este ovetense nació en una familia
de mineros, ferroviarios y empresarios. Se trasladó a Barcelona donde estudió
medicina y donde realizó la residencia neurología. Desde hace más de veinte
años, junto con su esposa Candelaria Gómez Manzano se dedica a la manipulación
genética de virus para tratar tumores cerebrales en el Hospital M.D Anderson de
Houston, Texas—EEUU--, donde, además es profesor y director de Investigación en
el Departamento de Neurooncología. Su trabajo ha sido
mencionado , entre otros medios, en CNN, HBO, BBC,
TVE, El Mundo, El País, ABC, La Vanguardia, La Nueva España. Es un “lector
insaciable” que publica, muy asiduamente, artículos científicos y comentarios
de opinión en prensa. Exilios y odiseas es su debut en ficción.
Cazarabet conversa con Juan Fueyo:
-Juan, ¿qué te inspiró a
escribir este ensayo de acercamiento e investigación sobre uno de los
científicos más influyentes del siglo XX?-
-La chispa inicial no tuvo nada que ver con la ciencia. Me interesaron
mucho los que Severo Ochoa pasó en La Residencia de Estudiantes, un centro de
educación vanguardista, antes de la guerra civil. Como médico que hace
investigación, siempre me ha interesado la vida y obra de Severo Ochoa, pero
fue imaginármelo junto a Buñuel, Dalí y Lorca lo que me impulsó a escribir
sobre él. Comencé situándolo en el teatro viendo el Don Juan Tenorio que
dirigió Buñuel, y luego quise verle hablando con Miguel de Unamuno o Juan Ramón
Jiménez. Ver al científico en aquel ambiente tan extraordinario, rodeado de una
pléyade de genios, me atrajo con fuerza irresistible. La relación entre la
ciencia y el arte es un motivo constante en Exilios
y Odiseas donde se habla mucho de temas culturales, sobre todo de
literatura, pero también teatro, cine y ópera.
-¿Qué ha supuesto para ti , como científico y
médico, escribir este libro sobre una personalidad tan destacada en el mundo de
la ciencia y la medicina?.
-Una lección de humildad. Severo Ochoa tenía un talento excepcional y
su trabajo fue crucial para abrir una nueva disciplina científica: la biología
molecular, una herramienta para entender por ejemplo las causas del cáncer y
diseñar nuevos tratamientos para los tumores. Solo él y Ramón y Cajal han
ganado el Nobel de Medicina en España, así que siento por Severo un profundo
respeto. Por otro lado, debido a mi profesión y mi propia biografía, me siento
cercano a él. Me fue fácil imaginármelo en América porque vivo en Houston, y
puedo comprender lo que debió esforzarse para adaptarse. Como él, dirijo un
laboratorio, así que verlo en esa atmósfera, de batas blancas y matraces, tanto
trabajando como guiando al equipo no me resultó difícil. Salvando la enorme distancia
entre nuestros talentos, nuestras biografías de médicos españoles que hacen investigación y
trabajan en los Estados Unidos tienen puntos en común. Esos aspectos
coincidentes me ayudaron a crear el marco de la novela.
-¿Por qué lo calificas como “la historia secreta de
Severo Ochoa”?, Bueno, tienes razón sabemos muy poco de nuestros científicos
destacados y, a menudo, los encumbramos sin saber nada o bien poco, para luego,
fruto del propio devenir de su trabajo, cuando su estudio o parte del mismo “se
cae” somos (o parte de la sociedad) es capaz de crucificarlo, apartarlo,
hacerle el vacío.
-Sí, todo eso que dices es verdad. La historia secreta también se
refiere al hecho de que ganó el premio Nobel por error. Esto es lo que en
realidad muy pocos saben. Y hay otro componente más positivo y aún menos
conocido. Severo Ochoa debió haber ganado un segundo premio Nobel en 1968. Esta
historia nunca ha sido contada con detalle al público general. La relación real
de Severo Ochoa con el premio Nobel, que no tiene nada que ver con la versión
oficial, es lo que constituye el elemento secreto de la novela. No es que nadie
nos ocultase nada sobre él, pero ha habido una falta de transparencia en el
análisis histórico de la relación de Severo con Estocolmo. Las biografías
oficiales tienden a acabar con el viaje a Suecia, con el vals, con ser
aristócrata por un día. Lo que ocurrió después pocas veces ha sido el tema
principal. Y sin embargo, podría decirse que fue quizá lo más interesante.
-Te lo pregunto, amigo Juan, como
científico que tiene una visión global y a su manera “sufridora”, pero
¿qué pasa en este país que no todo lo mejor, pero si gran parte del
potencial científico se exilia por el motivo que sea, da igual que sea por
motivos económicos (al no encontrar trabajo aquí) que por motivos políticos,
marchándose a otros países a desarrollar sus conocimientos?.
-Sé a que te refieres, pero en este caso
también tenemos que pensar que Severo Ochoa se exilió durante la guerra civil.
En aquel momento, era previsible que la práctica de la ciencia básica, como la
que hacía Ochoa, se paralizaría durante diez o veinte
años. La necesidad de marchar al extranjero para poder continuar investigando
era absoluta. Lo absurdo fue que se exilio a Alemania donde su mentor, que era
judío, sufrió persecución por los nazis y Severo y su mujer huyeron
a Inglaterra,
primero, y luego cuando los alemanes atacaron Londres, durante la segunda
guerra mundial, se desplazaron a los Estados Unidos. Así que su exilio se
complicó con una odisea. Ahora los científicos viajan al extranjero buscando
mejores oportunidades de trabajo y aunque no es una situación óptima no puede
compararse con el exilio, cuando tu país está en guerra y la posibilidad de
regresar es remota. Dicho esto, estoy de acuerdo con tu crítica a la
indiferencia de la sociedad hacia el trabajo del científico que lleva a lo que
se ha llamado la fuga de cerebros, expresión que no deja por ser cliché de ser
verdad.
-Si nos paramos a reflexionarlo
puede que sea verdad, los premios no nos tienen porqué aportar más
consecuencias positivas que negativas, muy a menudo es al contrario, como más
alto se sube de más alto se cae. ¿Qué nos puedes reflexionar?.
-Es una reflexión profunda. La psicología insiste en dar un gran valor
al refuerzo positivo, y en ese sentido, los premios son importantes en
educación. Sin embargo, es verdad que en la vida adulta los premios juegan un
papel engañoso. En muchos de ellos, incluyendo el Premio Nobel, los ganadores
forman un grupo en el que en realidad, en muchas ocasiones, ni están todos los
que son ni son todos los que están. Si no piensa en el Nobel al boson del 2013, fue compartido por dos científicos, pero la
identificación de lo que se ha llamado la Partícula de Dios fue realizada por
dos equipos muy numerosos del CERN. ¿No hubiera sido más lógico darle el Nobel
al CERN?. El Nobel otorga fama mundial y el valor del
laureado aumenta considerablemente tanto en la universidad como en la vida
pública. La fama siempre es un arma de doble filo y muchas veces se convierte
en un precio, y muy alto, que los premiados han de pagar sin rechistar. Hubo u
científico que recibió el Nobel por descubrir una bacteria que causaba todos
los tipos de cáncer. Luego se supo que esa bacteria no existía. ¿Cómo fue su
vida después del Nobel cuando quedó claro su error? A Fermi, un físico
Italiano, le dieron el Nobel por error, porque no supo ver la fisión nuclear en
sus datos. Fermi es una gran científico cuyo nombre está manchado por el error
del Nobel.
-En cuanto a los premios, ¿por qué dar premios, por
qué esa necesidad?; ¿por qué dar premios por realizar lo mejor
posible nuestros trabajos, trabajos y oficios?.
-Creo que los premios como elemento motivador en el trabajo tienen
aspectos positivos. Sin embargo, conllevan dos problemas. Uno es que hay
empleados que solo trabajan para ganar la recompensa, y eso incluye a más de un
Premio Nobel, y después del reconocimiento su interés por el trabajo puede
desaparecer. Otro problema es que hay empleados que se convierten en cazadores
de premios, que necesitan constantemente ese estímulo para soportar la rutina
del día a día. En mi ambiente profesional son solo unos pocos los que se llevan
los premios. He conocido a un viejo profesor que teniendo todos los premios
posibles, creó uno con su nombre y acabó dándoselo a sí mismo. El Nobel de la
Paz se originó por la idea de una amiga de Alfred Nobel y ella fue la primera
laureada. Los premios, particularmente en ciencia, dibujan un mundo irreal,
porque ahora mismo la investigación es un trabajo colectivo, global, donde
investigadores de varios países normalmente interaccionan y cooperan. Darle el
premio a uno, dos o tres personas es un poco absurdo.
-No es el caso, pero ¿no pueden
derivar “esta política de los premios, premiados y demás” en una
mala conducta de las competencias entre los premiados o del “síndrome de los
divismos” o en el fomento del egolatrismo?.
-En eso no podría estar más de acuerdo contigo. De hecho el Premio
Nobel convierte a los científicos o científicas en divas de la ciencia y muchas
veces ello les lleva a hablar de temas que no conocen o no entienden. Algunos
premios Nobel han sido acusados de machismo y de racismo. En otras ocasiones
las vidas privadas de los Nobel dejan mucho que desear y por ejemplo Gajdusek, que ganó el Nobel de Medicina en 1976, fue
condenado por pedofilia. Otros Nobel ha tenido mala influencia en otros campos
de investigación, como los que han negado que el virus del SIDA sea la causa de
la enfermedad. Sí, creo que el divismo es en ocasiones un problema.
-Vamos, si te parece, a
sumergirnos un poco en la persona de nuestro protagonista: Severo Ochoa, desde
la narración se desprende que era una persona muy fuerte, con convicciones firmes,
consecuente porque supo reponerse a lo que le vino después del éxito del Nobel.
¿Qué nos puedes comentar?, aunque le costó lo suyo desde todos los puntos de
vista, ¿no?.
-Creo que hemos de ver la figura de Ochoa como la de un líder, alguien
que toma constantemente decisiones y sabe enfrentarse a problemas y fracasos
con una mentalidad de vencedor, de número uno. Cuando se supo que los
experimentos por los que le habían dado el Nobel estaban equivocados no dejó de
investigar, siguió hacia delante y se hizo merecedor de un segundo Nobel. Como
tu bien dices, se trata de una persona con gran fortaleza moral y gran
autoestima. Su vida es un ejemplo de cómo vencer obstáculos y además con mucha
clase, porque su estilo de vida está marcado por sus principios y su rectitud
ética.
-Todos los
científicos sufren, a menudo, que su experimento, tesis se vea revocada por
otro experimento posterior muchas veces elaborado por uno mismo, pero si por el
experimento o por la tesis te premian ,nada más y nada menos, que con un Nobel.
Me da que la caída que sufres como científico y como humana es mayor, mucho
mayor. ¿Qué nos puedes explicar como persona que has estudiado la figura de
Severo Ochoa en el que te has fijado para escribir este libro?.
-El investigador está constantemente expuesto al escrutinio de lo que
hace y de cómo lo hace. Cuando un resultado o un avance se publica,
otros grupos intentan reproducirlo para comprobar si es verdad. Los resultados
de esos estudios también serán publicados. Los datos son presentados en
congresos y allí cientos o miles de colegas examinaran las publicaciones y
emitirán juicios sobre las mismas. La ciencia es un proceso que se autocorrige,
el conocimiento es lo importante y el que lo promueve o lo transmite no está
blindado, sino todo lo contrario, esta frente a la crítica. Es un proceso muy
duro y muy necesario a la vez. Si los resultados de tu trabajo son buenos
puedes tener una visibilidad enorme en tu campo de trabajo. Si te dan el Nobel
la visibilidad es global, puedes salir en portadas de revistas como Time y tu cara ser reconocida en todo el
mundo convirtiéndote en una celebridad del calibre de un cantante o una actriz.
Si conseguida esa fama resulta que te ha sido dada por error, ese error puede ser
muy visible, puede ser que se entere todo el mundo. En el caso de los
científicos esa contrafama no suele afectarles mucho
porque el Nobel tiene visibilidad, y Suecia barre los errores del Nobel bajo la
alfombra y nunca los corrige. Pocos son los que saben que a Severo Ochoa le
dieron un Nobel que no se merecía, y muchos saben que le dieron el Nobel y nada
más. La leyenda ha prevalecido sobre la realidad.
-Pero lo que le hace mejor
científico es reponerse, aunque parte de la comunidad científica no
se lo puso nada fácil… .
-En Exilios y Odiseas se elabora sobre las repercusiones personales y
sociales que tuvo el error que cometió Severo Ochoa. Por un lado hemos de
aceptar que cuando los experimentos fueron repetidos por otros investigadores y
se llegó al resultado correcto, estos científicos deberían haber ganado el
Nobel, pero no pudo ser, porque el Nobel lo tenía Severo Ochoa en su casa y
Estocolmo nunca corrige sus decisiones. Pero sí que debió de haber resquemor.
Fíjate que en la esquela de Severo Ochoa que publica el New York Times algunos
de los discípulos de Severo opinan que el título de su Nobel debería
reescribirse y explican como los resultados obtenidos por Ochoa fueron lo
contrario de lo que ocurre en las células. Debió de ser duro. Pero el trabajo
de Ochoa después del Nobel fue más importante que su trabajo anterior. Eso no
hay quien lo niegue.
-¿Cómo y de qué manera renace Severo Ochoa?;¿qué
cambios debió de sufrir como científico y como ser humano?.
-A mí me gustaría pensar que su mujer Carmen fue esencial para que él
saliese adelante con la fuerza que lo hizo. Severo y Carmen no tenían hijos y,
como ocurre con frecuencia con las parejas sin descendencia, vivían muy unidos,
especialmente en esa etapa en Nueva York, cuando Severo realiza la parte más
importante de su investigación, y donde creo que fueron felices. Creo que un
cambio que se produce cuando el mundo exterior te decepciona y traiciona, como
le pasó a él, es que interiorizas la mirada y te examinas por dentro para
buscar tu auténtico yo. En este proceso te preguntas por qué has elegido el
tipo de vida que llevas y si quieres seguir hacia delante con él. En
particular, severo debió plantearse si en esas circunstancias, con un Nobel
equivocado en el bolsillo, el motivo por el que hacía investigación. ¿Era para
ganar premios? Bueno, pues debió aceptar que no sirve de nada, porque hasta el
premio mayor puede ser una falsedad. ¿Era para aumentar el conocimiento de la
humanidad? Si es así, entonces sigue adelante sin mirar a los lados. Creo que
Severo se reafirmó en la necesidad de producir un avance científico verdadero
que quede como su auténtico legado. Creo que dejar un legado de gran
investigador es lo que le motivó a seguir después del Nobel. Eso y tratar de
ayudar a que despegase la biología molecular en España. Porque Severo dio mucho
a España después del Nobel.
-A menudo, con empeño y honestidad puede surgir una mejor persona y, por
tanto un mejor científico y por ese orden. ¿Cómo lo ves?.
-Pues sí, estoy completamente de acuerdo. Todos hemos tenido que
resucitar alguna vez y replantearnos el mundo en el que vivimos y volver a
reconsiderar el papel que jugamos y el que desearíamos jugar. Crecer de modo
moral, hacernos mejores es clave para poder hacernos más grandes. Hay excepciones
porque los científicos son seres humanos y es evidente que pueden cometer
muchos errores y faltas, incluyendo crímenes. Pero creo que es difícil crecer
como científico sin medrar como persona. Y Severo Ochoa fue un ser humano
bueno, en el mejor sentido de la palabra. Y su trayectoria después del Nobel
fallido demuestra la sublimación del error y el triunfo del científico puro.
-Como científico y como persona, ¿qué
te ha supuesto terminar este estudio, darlo a conocer; te sientes
como un iluminador dando luz a un episodio poco conocido?.
-Una de las funciones del escritor, como intelectual, es disparar
procesos de catarsis que ayuden a los grupos sociales a reflexionar sobre temas
polémicos. En ese sentido Exilios y Odiseas cuenta una
historia que tiene la importancia de aclarar aspectos sobre la vida de uno de
los españoles más importantes y relevantes del siglo XX. De Severo Ochoa se
habla poco y si la novela fuese capaz de iniciar el debate, que aun no se ha
realizado, sobre su obra y el papel del Nobel en su biografía creo que sería
bueno para todos. Parece una broma, pero la última vez que se habló
públicamente y con cierta repercusión en el lector general sobre Severo Ochoa
fue debido a un rumor de su relación sentimental con una actriz, algo nunca demostrado…
Entiendo que Exilios y Odiseas cuenta una historia más
veraz y divertida, y a la vez profunda.
En resumen, si Exilios y Odiseas:
la historia secreta de Severo Ochoa consigue que se hable del científico, y
se hable de aspectos que hasta ahora permanecían secretos, habré cumplido con
mi obligación de escritor.
-¿Cómo fue, amigo Juan, el proceso de documentación para este libro?;
¿y la metodología de trabajo?.
-¡Me llevó diez años buscar el material y escribir los muchos
borradores de la novela! Al principio no sabía que Severo había ganado el Nobel
por error, solo me interesaba su vida en La Residencia de Estudiantes. Luego la
investigación en las fuentes oficiales y no oficiales sobre su vida me llevaron
a escribir la versión final de Exilios y
Odiseas, que es una historia de amistad, de amor, de intriga, de triunfo y
de fracaso, donde el personaje principal evoluciona y aprende de sus errores:
el Severo del final de la novela tiene poco que ver con el de las primeras
páginas. Mi técnica de escribir se basa más en imágenes que en un guión
estricto. Severo Ochoa como personaje de ficción me sorprendía cada día con
nuevas muestras de inteligencia y de ingenio y dejé que él guiara mi mano. En
ese sentido, el libro está escrito en clave de misterio y el lector nunca sabe
lo que puede ocurrir en la página siguiente y no podrá imaginarse el final. Es
un final con sorpresa y con un giro espectacular, que espero que deje al amigo
lector con un fantástico sabor de boca. Eso me ha dicho los que ha leído ya Exilios Y Odiseas.
-Como “lector insaciable”:¿qué te gusta leer?, ¿qué
estás leyendo en la actualidad?.
-Creo que Exilios y Odiseas es una mezcla entre Parque Jurásico y EL
Código da Vinci. Es decir una novela entorno a un misterio científico. Así que
leo superventas, sobre todo en aeropuertos y aviones. Sin embargo, mis libros
favoritos son: El corazón de las
tinieblas de Conrad, Fiesta de Hemingway y De
ratones y hombres de Steinbeck. Creo que he leído
todo lo publicado de Borges, y releo con frecuencia sus opiniones sobre
literatura y sus prólogos de libros. De los autores españoles me gustan todos.
Ahora estoy leyendo la última novela de Javier Cercas y releo con frecuencia La
tabla de Flandes, El Club Dumas y El maestro de esgrima, las novelas de la primera
etapa de Arturo Pérez-Reverte. Leo también poesía incluyendo a Machado, Lorca y
Celaya. También leo o veo en vídeo las obras de teatro de Calderón y Lope de
Vega. Soy un lector muy ecléctico, en mi mesita de noche duermen juntos
Shakespeare y Stephen King.
-Has escrito, lo veo muy
natural, numerosos artículos científicos, ¿qué es lo que te hizo dar el paso de
pasarte a la ficción y de esta manera , además de con este protagonista?.
-Sí, he publicado un centenar de artículos científicos y una decena de
artículos de opinión en la prensa, pero nada se parece a escribir una novela.
Alejarse de la realidad y comenzar a escribir ficción ha sido infiltrarse en
territorio no explorado y abandonar la zona de seguridad de mi profesión. Me
gustó comprobar que la novela permite contar la verdad de un modo muy diferente
a la biografía. Hay más libertad para ahondar en posibles causas y efectos, y
se pueden proponer situaciones que ayuden a llegar al fondo del asunto de un
modo tangencial, más suave e ilustrativo. Nunca hubiese escrito una biografía
sobre Severo Ochoa, entre otras cosas porque ya hay varias. Al ser una novela
he podido escoger el ángulo desde el que se cuenta la historia de Severo Ochoa
en Exilios y Odiseas, y quiero pensar que es inédito. Como científico, y aunque
parezca paradójico, he disfrutado enormemente el proceso creativo, dejando la
mano libre de todas las normas, requisitos y restricciones de la literatura
científica. Escribir un libro para entretener a lectores de cualquier edad y
nivel de educación me ha resultado muy gratificante. Creo que repetiré la
experiencia. Los planes para publicar una segunda novela están avanzados.
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Exilios y odiseas. La
historia secreta de Severo Ochoa. Juan Fueyo Margareto
308 páginas 15 x 24 cms.
19.00 euros
Milenio
El Premio Nobel, como insinuó Tolstói, puede ser una maldición. Exiliado en los Estados
Unidos, Severo Ochoa se afianza en Nueva York y gana el Nobel de Medicina. Pero
conseguido su sueño, la recompensa no es la felicidad sino consecuencias
inimaginables: un año después del Nobel descubren que su estudio estaba
equivocado. Marcado por el error y a punto de exiliarse de la comunidad
científica, se enfrenta a sus contradicciones y frustraciones. El resultado de
esta odisea interna es el renacer de un hombre que luchará por demostrar al
mundo que su inteligencia y su carácter están por encima de la farsa de los
premios.
Desde la ficción, la novela descubre, por un lado, el funcionamiento de los
premios Nobel, sus secretos, las curiosidades y sus entresijos; y por el otro,
nos descubre un poco más de la figura de Severo Ochoa.
Ver
primeras páginas: http://www.edmilenio.com/media/docs/9788497437110_L33_23.pdf
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