La
Librería de El Sueño Igualitario
El libro de Manuel Casal Lodeiro
y con el prólogo, valiosísimo, de Teresa Moure es
como una “hoja de ruta” que nos “marca” una serie de “apuntes para un debate
urgente”.
Lo que nos dice la sinopsis del libro:
La
crisis vino para quedarse. Su base energética pone en jaque nuestro modelo
civilizatorio y fuerza a las izquierdas a reconsiderar estrategias, programas y
acciones.
¿Volver
la senda del crecimiento? ¿Alcanzar el pleno empleo? ¿Mantener el Estado del
Bienestar? ¿Desarrollo sostenible? Este ensayo defiende que las pretensiones de
las izquierdas políticas y sociales mayoritarias son inviables en un contexto
de irremediable colapso civilizatorio. Tan sólo unos pocos movimientos, aún muy
minoritarios, son conscientes de ese rumbo suicida del que nos viene alertando
la ciencia cada vez con más urgencia. Tenemos ya muy poco tiempo para evitar un
colapso catastrófico. Este libro es una llamada urgente para la conversión de
las izquierdas en una fuerza que contribuya a un desenlace alternativo a este
brusco declive, en una fuerza capaz de emprender la defensa un nuevo modelo de
civilización, mucho mássimple, más local y más justo.
El autor, Manuel Casal Lodeio,
acerquémonos a su web : http://casdeiro.info/wiki/doku.php
Es uno de las firmas de esta magnífica
publicación: https://www.15-15-15.org/webzine/suscribete-es/
Cazarabet
conversa con Manuel Casal Lodeiro:
-Manuel
“la civilización industrial” no ha hecho nunca falta que se colapse para abusar
de los trabajadores y trabajadoras, ¿no?
-No, por supuesto. Ni siquiera el capitalismo
tuvo que hacerse industrial para abusar de las personas, como nos llevan
explicando numerosos autores desde los clásicos anarquistas y marxistas,
pasando por historiadores de izquierda del s. XX o Silvia Federici,
quien en "Calibán y la bruja" lo enlaza además con los abusos a las
mujeres en los países centrales del capitalismo y los indígenas en las
colonias. Y quizás el abuso principal que está ahora haciéndose más evidente es
el abuso sobre la propia biosfera, de la cual, obviamente la Humanidad y su
parte "trabajadora" forma parte. Quizás ahora cobra especial protagonismo
ese abuso mortal en diferido que ha supuesto la explotación irracional de los
combustibles fósiles, las consecuencias sobre el futuro de nuestra descendencia
y sobre nuestro propio presente, en forma de Caos Climático, Sexta Extinción a
escala planetaria, y un tétrico listado de crisis ecosociales
que se realimentan mutuamente. Eso también es "abuso" sobre la clase
trabajadora, aunque tristemente apenas los ecosocialistas
y ecoanarquistas parecen reconocerlo en su adecuada
medida.
-Aunque ante la crisis o colapso de una “civilización
industrial”, pues claro éstos, me refiero a los trabajadores y trabajadoras,
están como más vulnerables…
-Sí, a eso me refería. Pero no lo veo tan sólo
como una mayor "vulnerabilidade". Amenaza a
nuestra propia existencia: en primer lugar como trabajadores, puesto que sin
industrialización pierde sentido la
clase proletaria entendida como se ha venido entendiendo durante los dos
últimos siglos. Y en último lugar, nuestra propia existencia como seres
humanos, al poder en peligro nuestra alimentación (lo analizo en mi libro
"Nosotros, los detritívoros") y la satisfacción del resto de nuestras
necesidades básicas. Estamos ante un problema sin solución, derivado
especialmente de la confluencia de las dos caras del mismo fenómeno: la
inminente escasez energética y un cambio climático desatado que puede acabar,
potencialmente, con toda la vida en la Tierra. Pero antes de llegar a esos
extremos las personas ya están sufriendo un proceso de desposesión generalizado
que adopta múltiples formas: acaparación de tierras y
patentes sobre la vida; expolio del Estado bajo la insultante denominación de
"austeridad"; privación de derechos y libertades, etc.
-Aunque si el
Estado, y hay muchas maneras dentro de la izquierda de concebir el Estado, les protegiese no debería de ser así, ¿no?
-Así es. Si el Estado debe cumplir un papel
más o menos regulador y protector de la sociedad, debería no sólo ponerse freno
al capitalismo sino directamente ponerle fin, pues la ciencia ha demostrado que
es inviable seguir creciendo sin fin y este sistema socioeconómico lo necesita
para seguir existiendo. Desde esa consciencia un Estado cabal y justo, que no
estuviera puesto al servicio de ese proyecto suicida, debería comenzar
nacionalizando sectores estratégicos como el energético, el financiero o
incluso el agroalimentario, y por supuesto el agua. Así, cabría quizás la
posibilidad de organizar el colapso civilizatorio de una manera más humana, e
ir reduciendo la complejidad y la intensidad energética de nuestro modo de
vida. Por no hablar de la capacidad que tendría el Estado para promover un
cambio de valores. Ya se ha hecho en otras épocas históricas cuando le convenía
al capital o al poder, y ahora tendríamos la ventaja de medios como la TV, los smartphones, Internet, etc. para provocar un "cambio
de fase" o un "pulso" (en términos de Howard y Elisabeth Odum). Eso sería una "transición civilizatoria"
desde arriba. Pero ni es probable que haya voluntad ni capacidad política para
llevarla a cabo ni podemos contar con tener esa capacidad estatal durante mucho
tiempo, porque el colapso de la civilización industrial-capitalista seguramente
se llevará al Estado por delante, al menos tal como lo hemos venido conociendo
desde hace al menos medio siglo, y puede quedar reducido al final a un doble
mecanismo de expolio y control social basado en recaudadores de impuestos y
cuerpos represivos (ejército y policía), desentendiéndose de cualquier servicio
social (ya estamos en ese camino desde hace tiempo con las privatizaciones y la
dichosa pseudo-austeridad). Y el camino tendría que
ser justo el contrario: mantener los servicios sociales buscando su
sostenibilidad, reduciendo si hace falta, pero manteniendo lo básico y sin
sacrificarlo para pagar acreedores de una deuda no sólo ilegítima sino
imposible de devolver en un contexto de final de la Era del Crecimiento.
-¿Por
qué, digamos que se fió todo a una “civilización industrial” usurpando otras
derivas que llevan a beber a un país sin depender tanto de un solo sector?
-Intuyo que fue porque el metabolismo
industrial era el que mejor podía aprovechar esa inmensa energía que nos ha
venido aportado los combustibles fósiles (primero el carbón, después se sumó el
petróleo y más tarde el gas natural) para generar plusvalías, el alimento del
sistema capitalista. Además, ha sido tal la exuberancia energética y material que
ha permitido, que le ha facilitado al capital una paz social de décadas, al
disponer de una "tarta" siempre creciente. Ahora ese espejismo de
deshace ante nuestros ojos y aparece el capitalismo tal como es: un sistema
inhumano y explotador. Aunque quizás ahora pasemos a un sistema más de
dominación que de explotación. Pese a todo aún queda un recorrido de duración
muy incierta hasta que el sistema se derrumbe y durante el mismo veremos
atrocidades como posiblemente una vuelta a la servidumbre o a una especie de
esclavitud para buena parte de la clase obrera: en numerosos países de hecho
viene siendo una realidad desde hace tiempo, y ahora nos tocará a los
"afortunados" proletarios de los países "desarrollados". No
olvidemos que, a falta de petróleo, la fuerza humana es un factor que el
sistema no va a dejar de aprovechar, aunque está por ver cómo nos alimentarán
sin ese excedente fósil que nos ha permitido multiplicar exponencialmente la
población durante la época fósil-industrial, puesto que antes de ella el
planeta nunca pudo albergar más de mil millones de seres humanos.
-Lo mismo puede
llegar a pasar si se colapsa todo el circo, toda esa burbuja que se va creando
en torno a lo turístico, la hostelería…si eso explota, la economía…uuuff, no lo quiero ni pensar…
Todas esas burbujas hijas de la delirante
época del crecimiento infinito deben ir explotando para que pueda surgir un
mundo nuevo, o mejor dicho, muchos mundos nuevos, tan variados como son las
diversas zonas del planeta, como de hecho lo eran antes del advenimiento de la
industrialización y su postrera etapa mundializadora
y estúpidamente homogenizadora. Ahora cada zona, cada
sociedad, deberá aprender a vivir de nuevo de lo que se produce naturalmente en
cada lugar, aprovechando sus fuentes de energía renovable, las cuales, por
supuesto, no podrán mantener el mismo nivel de vida material que nos ha dado el
petróleo y el resto de energías finitas. No somos pocos los que queremos ver
una oportunidad en este colapso, para crear nuevas sociedades que tendrán que
conformarse con menos, pero que pueden ser mucho más justas y dignas de ser
vividas. Pero habrá que pelearlo con un capitalismo herido de muerte que será
más peligroso que nunca (simplemente pensemos en el intento de prolongar esta
civilización inviable a base de fracking, de más
nucleares, de transgénicos, de nanotecnología, etc.). Es una oportunidad
histórica para la emancipación pero al mismo tiempo tendrá que ser una lucha
por la mera supervivencia.
-Pero ya digo
antes de los colapsos están , siempre, los abusos…quizás se colapse porque, de
entrada, ya se piensa solo en ganar, ganar y ganar…una concepción más que neo
liberalizadora de la civilización industrial…¿no crees?;¿qué nos puedes
explicar o reflexionar ?
Sí, antes del colapso está el abuso (podríamos
concluir incluso que se ha llegado a colapsar debido al abuso; incluso la
ciencia apunta en esa dirección, como el estudio de Motesharrei
et al. publicado en 2014, que señala a las propias élites como factor crucial
en el camino al colapso). Y durante y después del colapso estamos viendo que el
riesgo de multiplicar los abusos es muy real, y que nos enfrentamos a la repetición
de la opción nazi (conviene recordar a Carl Amery que
nos advertía de que Hitler no era una anomalía irrepetible sino más bien un
anticipo de lo que podría ser el s. XXI). La etapa neoliberal sin duda ha
agravado los problemas y, sobre todo, pienso que ha impedido que se evitase en
última instancia el colapso, pues su triunfo tuvo mucho que ver con que se
ignorase la advertencia que en 1972 lanzó aquel importantísimo trabajo que fue
"Los límites del crecimiento". Ya entonces nos trataba de advertir la
ciencia de que teníamos poco tiempo para evitar el rumbo de colapso que llevaba
nuestro tipo de metabolismo civilizatorio, y en lugar de una rectificación a
tiempo, lo que tuvo el mundo fue a Reagan, Thatcher...
y Pinochet, no lo olvidemos. En lugar de las propuestas basadas en la ciencia
de Meadows, Randers y
muchos otros, se impusieron los delirios anticientíficos de Milton Friedmann. Y perdimos la última oportunidad de sostener
esta civilización. Ahora la palabra "sostenibilidad" ya no tiene
sentido.
-Tú nos ofreces
un libro como una hoja de ruta de temas a hablar, reflexionar y debatir ¿es
demasiado tarde para debatir y reflexionar para realmente cambiar las cosas?.
Es tarde si pretendemos sostener lo que hay
(de ahí la renuncia que propongo, junto con Dennis Meadows,
al concepto de "sostenibilidad"), pero no para proponer construir
algo nuevo mientras desmontamos controladamente lo que hay. Desgraciadamente,
la inmensa mayoría de la izquierda política y social está aún en parámetros
obsoletos, pensando que el medio ambiente es un "área" más de un
gobierno, y un par de páginas en un programa electorales. No, tienen un grave
error de concepto, que a estas alturas es sumamente peligroso: el
medioambiente, los recursos energéticos y materiales, las fuentes y sumideros
de la biosfera, son la base de absolutamente todo lo demás que puedan pretender
llevar a cabo. Y si les falla la energía, p.ej., no podrán mantener políticas
sociales. Y si no se dan cuenta, le abrirán la puerta al populismo autoritario
o incluso al totalitarismo más insolidario, que asoma ya valientemente la
cabeza por todas partes ante la inopia de la izquierda. En mi libro propongo
estrategias para cambiar esa situación y, en paralelo, para tomar la iniciativa
desde abajo, sin esperar a que se vire el rumbo desde supuestos gobiernos de
izquierda. Es lo que llamamos algunos "estrategias duales", que creo
son muy asumibles para ambas ramas históricas de la izquierda, la estatalista y la libertaria.
-Pero si nos
abocamos a debatir y reflexionar deberemos hacerlo, teniendo en cuenta que
luego debe de venir el cambio, la rectificación, ¿no?.
¿Está el “sistema” preparado para asumir esto porque hasta ahora los esfuerzos
los ha hecho el ciudadano y ciudadana?
-Por supuesto: el debate que estamos
proponiendo es un debate para la acción, algo así como el famoso "Qué
hacer" de Lenin, pero agravado por la urgencia de la situación. Estamos
hablando de poner en marcha planes de emergencia civilizatoria al nivel de un
estado de guerra, a nivel mundial, nacional y local. No nos jugamos una mayor o
menor justicia o liberación de la explotación: nos va la vida, la nuestra, la
de la posteridad y la del resto de seres vivos en el planeta. No cabe mayor
responsabilidad, y es nuestro deber estar a la altura. En cuanto a si el
"sistema" está preparado, pues no cabe duda de que no lo está, porque precisamente el "sistema" es el
problema. Lo que cabe hacer es abrir grietas en él y conectarlas, como dice Holloway. Y quizás, con suerte, podamos hacer emerger de
esas grietas un nuevo sistema, incluida una nueva cultura, nuevos mitos que nos
devuelvan a un lugar encajable en la biosfera, y no
una amenaza para ella.
-A mí, de da que
sí es una crisis financiera, económica, pero ¿no da las trazas más de una
crisis montada, de una estafa?
-Hay quien especula con que podría existir un
intento de ciertas élites por hacer una quema controlada del sistema, para
sacrificar parte del mismo ante la consciencia de que es demasiado monstruoso
para seguir adelante en un contexto de declive energético. Pero no hay pruebas
de ello. A nosotros sólo nos cabe, haya o no ese componente de montaje o
conspiración, reaccionar con la consciencia de que por detrás hay algo muy
grave, que como dice Emilio Santiago Muíño, lo que
tenemos en realidad no es una "estafa" sino una "crisis",
pero de civilización, nada menos. Yo diría más que una "crisis", un
"colapso", para no dar la sensación de que de la crisis se puede
salir (el famoso lema de "salir de la crisis", en boca de todos).
Pues no, esta crisis no acabará nunca, en certeras palabras de Antonio Turiel. De aquí vamos a otro sistema, pero la crisis del
actual es terminal.
-Aunque, hasta
que todo esto fue aparente, me refiero a la crisis/estafa, se estableciese…
creo que ya hacía tiempo que se paseaba
con nosotros como “la parca” que nos mira para familiarizarse con las próximas
víctimas y poder entrar y darnos muerte. Bien, ante todo lo que noté es que la
crisis se trasladó de inmediato a lo social, al ciudadano y entre los
ciudadanos…esta crisis, amigo, nos ha dividido como solamente un “derbi
futbolístico” sabe hacer… ¿qué nos puedes comentar? (me refiero a que la gente,
aún siendo amigos, se han distanciado, se han perdido
hasta amistades)
-Es lo que más me preocupa: el surgimiento de
la insolidaridad, la destrucción de los pocos lazos sociales que nos quedaban. Existen
estudios que apuntan a que en situaciones de crisis repentinas, como un terremoto,
un gran incendio, etc. tiende a prevalecer el comportamiento solidario en
nuestra especie. Sin embargo, ante situaciones de progresivo deterioro, es
justo al contrario. Es algo de lo que debemos ser conscientes para ponerle
freno y buscar mecanismos previsores que mantengan la solidaridad, pues la
revolución que necesitamos es la de la "solidaridad" (Carlos de
Castro), es una revolución ética, que dé la espalda a ese individualismo que
sólo se ha sostenido gracias al excedente energético proporcionado por el
petróleo. Antes, la gente estaba forzada a ser solidaria porque dependíamos los
unos de los otros, y tendrá que ser de nuevo así, pero ¿cómo deshacer el mal
que ha hecho la moral capitalista y competitiva? Nos costará quizás un par de
generaciones hacerlo. Ahí están germinando experiencias de cambio por todas
partes, pero está por ver que puedan sobrevivir ante la incipiente avalancha de
insolidaridad, que puede verse agravada desde el poder por estos nuevos
demagogos autoritarios, estilo Trump.
-Por unas parte hay muchos que
piensan, creen:”Ande yo caliente…” y por el otro están todos los demás… ¿lo ves
así?
-Eso es. Lo podemos expresar aun más
brutalmente: "Que se jodan los demás". Eso está trasluciendo incluso
en la cultura popular. Me llamó mucho la atención por ejemplo que el grupo de
rock Marillion titulase su último disco "Fuck everyone and run". La gente lo está percibiendo, la cosa se está
pudriendo... La partida se jugará más en el terreno cultural y ético que en el
energético, en realidad. Pero una cosa alimentará a la otra. Por eso me parece
tan importante que las izquierdas retomen su papel pedagógico y expliquen a la
gente sin tapujos lo que se avecina, intentando motivarlos todo lo que puedan,
para no caer en la desesperación, sino tomar toda esa furia ante la gran estafa
histórica que ha sido la industrialización capitalista, y convertirla en una
fuerza creadora (de las nuevas civilizaciones). Necesitamos personas valientes
y que sepan comunicarlo a la gente, porque no somos tontos y podemos entenderlo
y aceptarlo, siempre y cuando se nos dé un motivo por el que luchar, una
esperanza de que nuestros hijos no van a ser esclavos o no van a morir
abandonados en las calles, sino que van a ser más libres, que pueden aprender a
"vivir mejor con menos", como dice ese acertado lema decrecentista.
-Por otra parte,
yo no noto que la crisis/estafa se haya ido. Vino, se instaló, escarmentó y
sigue escarmentando…sigue atenazando de miedo a muchos trabajadores y
trabajadoras y así la crisis sigue y seguirá… -En estos momentos el miedo y el
conformismo son los mejores aliados de la crisis/estafa ¿No?
-No, la crisis no ser irá. Es terminal. Es el
primer paso para ser conscientes de que no hay salida, no hay vuelta atrás al
Estado del Bienestar, a la "paz" entre las clases sociales... Una
manera de liberarse del miedo es abrazarlo en todas sus dimensiones.
Necesitamos convertir ese miedo en algo útil, pero no para servir a los
proyectos excluyentes e insolidarios de la derecha, sino para ponerlo al
servicio de la construcción urgente de un mundo poscapitalista,
poscrecimiento, neocomunalista...
Si no, efectivamente, el miedo de "aliará" con otros factores que
realimentan positivamente la crisis en un círculo vicioso que nos lleva a un
colapso trágico. Hay que salirse de esa rueda, desertar de esas consignas y
modos de vida inviables y prepararnos rápidamente un "plan C", porque
ya no nos vale el "plan B" de la izquierda mayoritaria.
-Sabiendo todo lo
que sé sobre el crecimiento y de los efectos colaterales que conlleva….tengo
mis dudas…más vale ir poco a poco, repensar las cosas, reflexionar qué queremos
verdaderamente ser y tener un poco menos cada uno para que todos tengamos
dignidad, educación y las necesidades básicas más que garantizadas…prefiero eso
que los coches, el consumismo, la PS4, la tecnología de última generación, caer
en la obsolescencia…-Porque, amigo, a tu parecer si continuamos así…¿dónde
crees que podemos volver a terminar?
-Aunque es imprescindible esa reflexión
personal que tú dices, no soy amigo de estrategias "paulatinas". En
mi libro de "La izquierda ante el colapso de la civilización
industrial" dibujo varias estrategias y esa es arriesgada, porque nos puede
"pillar el toro" de un declive energético que nos exponga a
explosiones sociales de ira incontrolada en cuestión de muy pocos años.
Imaginemos con el panorama actual, con la poca consciencia social de las causas
entrópicas de la crisis, con los medios de comunicación que tenemos en manos de
quienes están, con el tipo de gobiernos que tenemos... que lleguen los
desabastecimientos a supermercados, gasolineras, farmacias. ¿Qué pasaría? Lo
poco que queda de democracia desaparecería en cuestión de pocos días. Por tanto
la opción individual por decrecer es útil porque nos prepara y éticamente es
adecuada, pero no basta. Necesitamos actuar a nivel social y sobre todo
reconstruir comunidad. Son dos elementos imprescindibles: decrecimiento y
comunidad. Si falla cualquiera de las dos, la cosa pinta realmente mal.
Terminaríamos donde nos advertía Amery: en un
"revival" nazi e insolidario, el todos contra todos hobbesiano, y llevándonos por delante la vida en el
planeta. Tenemos los ingredientes para poder evitarlo, aunque veo pocas
probabilidades, sinceramente.
-Encima
amanecemos estos días, según nos cuentan,
de que la inflación sube…otra vez ese fantasma, se entierra la “prima de
riesgo”, baja un poco el paro, aparentemente enmascarado con contratos basura….uuuufff, ¿de veras estamos mejor o tengo que tomar
psicofármacos para mejorar mi estado de ánimo?
-El psicofármaco más potente lo toma a diario
el 99% de la población, y se llama televisión. Yo aconsejo desenchufarse de la
tele y de los medios de comunicación de masas, pero no para caer en la nueva
droga paralizadora de los teléfonos móviles y las redes sociales dopaminérgicas, sino para reencontrarnos con nuestra
"comunidad" allá donde vivamos: con nuestro barrio, con nuestro
pueblo... Y al tiempo utilizar la capacidad de Internet para conocer y conectar
con otras luchas, para hacer divulgación de lo que pasa, para discutir y
aprender, como hace un siglo hacían los anarquistas en Europa, en América... Y
que ese conocimiento dé paso inmediatamente a la acción: construir redes de
solidaridad, de apoyo mutuo, de trasformación pospetróleo
del barrio, de la ciudad, de la aldea. Dejar de lado los cantos de sirena de
las
élites, no quedarnos escuchando tocar a la orquesta del Titanic
sino ponernos manos a la obra para organizar la salida del sistema que se
hunde, en lanchas salvavidas, incluso demoliendo parte del barco si es preciso
para construir más lanchas para todos. Creo que tomar esa determinación a nivel
personal y colectivo puede suponer un aliciente personal del máximo nivel,
aunque debamos pasar antes por las otras fases del trauma, según el conocido model de Kübler-Ross: la
negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. La aceptación
final debería ser: "no podremos volver a lo de antes, pero podemos crear
un mundo nuevo donde vivir todos de manera más modesta y liberadora". Y
para llegar ahí la izquierda debería cumplir un papel informando y motivando a
la gente, dejándose de engaños y medias tintas, y por supuesto renunciando a
metas que no sólo son imposibles, como "volver a la senda del
crecimiento", sino directamente genocidas.
24097
La izquierda ante el
colapso de la civilización industrial. Apuntes para un debate urgente. Manuel
Casal Lodeiro. Prólogo de Teresa Moure
288 páginas 13,5 x 21,5 cms.
19.00 euros
La Oveja Roja
La crisis vino para
quedarse. Su base energética pone en jaque nuestro modelo civilizatorio y
fuerza a las izquierdas a reconsiderar estrategias, programas y acciones.
¿Volver la senda del crecimiento? ¿Alcanzar el pleno empleo? ¿Mantener el
Estado del Bienestar? ¿Desarrollo sostenible? Este ensayo defiende que las
pretensiones de las izquierdas políticas y sociales mayoritarias son inviables
en un contexto de irremediable colapso civilizatorio. Tan sólo unos pocos
movimientos, aún muy minoritarios, son conscientes de ese rumbo suicida del que
nos viene alertando la ciencia cada vez con más urgencia. Tenemos ya muy poco
tiempo para evitar un colapso catastrófico. Este libro es una llamada urgente
para la conversión de las izquierdas en una fuerza que contribuya a un
desenlace alternativo a este brusco declive, en una fuerza capaz de emprender
la defensa un nuevo modelo de civilización, mucho más simple, más local y más
justo.
Manuel Casal Lodeiro
Este activista, nacido en 1970 en Barakaldo, lleva
desde los 90 promoviendo acciones culturales, sociales y políticas destinadas a
la difusión del choque de la civilización industrial contra los límites
biofísicos del planeta, y de las vías de respuesta social que necesitamos dar
ante los cambios históricos a los que este choque nos enfrenta.
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