Cazarabet conversa con... Miguel Ángel del Arco, de Editorial Comares por el libro “Campos de concentración.
Una breve introducción” de
Dan Stone
Imprescindible
libro sobre lo que fueron los Campos de Concentración, desde una introducción
breve, pero muy directa y sin dejarse nada en el zurrón, desde el estudio, la
pluma, la investigación de Dan Stone.
Un libro muy, muy
serio y contundente sobre los campos de concentración…
El libro está
corregido, desde la traducción, por
Vicente María Jaén.
La sinopsis del
libro: Los campos de concentración de la Alemania nazi son los más famosos de
la historia, pero el confinamiento sistemático de elementos determinados de la
sociedad tiene su antecedente en décadas anteriores en Filipinas y en las
Guerras de los Bóeres. Han sido utilizados en múltiples lugares, no siendo la
última vez en el genocidio de Bosnia, y se han convertido en símbolos
definitorios del punto y de los actos más bajos a los que ha llegado la
humanidad.
Dan Stone nos presenta una historia global de los campos de concentración y del
propósito que tenían de eliminar determinadas secciones de la población
percibidas por el estado como amenazantes o traidoras. Basándose en relatos
contemporáneos, reflexiona sobre lo que los campos pueden decirnos sobre la
naturaleza del mundo moderno, así como de sobre determinados regímenes.
El autor San Stone:
es Catedrático de Historia Moderna y Director del Instituto de Investigación del
Holocausto en Royal Holloway (Universidad de
Londres). Es autor o editor de dieciséis libros, entre los que se encuentran:
¿Adiós a todo aquello? La historia de Europa desde 1945 (Comares, 2018);
Histories of the Holocaust
(2010); The Oxford Handbook
of Postwar European History (2012); The Liberation of the Camps: The End
of the Holocaust and its Aftermath (2015). También ha
publicado unos ochenta artículos académicos. En la actualidad está concluyendo
una monografía sobre el Servicio Internacional de Búsqueda y escribiendo un
libro sobre el Holocausto para Penguin.
Cazarabet
conversa con Miguel Ángel del Arco, editor de Comares:
-Amigos de Comares, amigo editor ¿qué es lo que
te ha llevado a editar este libro, una introducción, muy certera y minuciosa,
sobre los Campos de Concentración?
-Estaba buscando un
libro que abordase alguna cuestión fundamental sobre el siglo XX. Una cuestión
que no se limitase a un país, sino que tuviese una dimensión mundial. El libro
de Dan Stone tiene esas características: es una síntesis, una puesta al día
sucinta sobre los campos de concentración en la época contemporánea, desde su
surgimiento a finales del siglo XIX hasta la actualidad. Además de cumplir con
esos dos objetivos, a nuestro juicio el libro tiene otra virtud: habla de uno
de los temas más relevantes de nuestro pasado más traumático, como son los
campos de concentración. Es uno de los pocos estudios globales que existe sobre
la materia. Por todo ello merecía la pena publicarlo.
-Háblanos
de la pluma, de lo que aporta de diferencial la pluma y mirada de Dan Stone; preguntado de otra manera:¿a tu
entender qué aporta esta publicación, desde Comares, al estudio del holocausto
y de todo lo que de él se deriva?.
-El libro de Stone
escapa de lo descriptivo. No es una mera historia de los campos de
concentración, sino que aborda sus orígenes, su evolución, su paisaje humano,
sus fines en cada momento, sus influencias. Es un texto eminentemente reflexivo
y sugerente. Por supuesto, el Holocausto y los campos nazis ocupan un lugar
principal, pero también hay tiempo para los precedentes (campos españoles en
Cuba o británicos en las guerras anglo-bóeres de África), el gulag o los
“campos” que siguieron al fin de la II Guerra Mundial, incluido los que podría
haber en el presente.
-¿Qué
te has encontrado en esta escritura de Dan Stone sobre el tema de los “campos
de concentración” como “de nuevo”, como de aportación, desde esa minuciosa
introducción, por la cual la crees imprescindible de sumar a la colección
Historia de Comares?
-Lo más sugerente,
a mi juicio, es esta idea que sostiene Dan Stone: los campos no son sólo
importantes por lo que son, por lo que sucede dentro de ellos, por el
sufrimiento que comportan a quienes los sufrieron. Lo más sugerente es lo que
nos dicen de la sociedad que los crea: de sus miedos, de sus enemigos, de lo
que persiguen, de cómo ordenan y conciben la sociedad más allá de las
alambradas. El campo es un reflejo del poder soberano y de la sociedad que los
levanta, de sus miedos y de sus temores.
Otra cuestión
relevante, a mi juicio, es que Stone coloca en un lugar preeminente a los
campos de concentración franquistas. No tuvieron el mismo fin de Auschwitz o
los campos de exterminio nazis. Pero no tiene duda, siguiendo el trabajo de
Javier Rodrigo y de otros historiadores, que se trata de un campo de
concentración propio de los regímenes dictatoriales de la Europa de entreguerras.
-Este libro viene a cubrir más información de la
que conocemos “de entrada” sobre los campos de concentración, ¿no? Quizás
seamos más conocedores del holocausto en Alemania, pero hubo más Campos que, si
no de exterminio, sí eran, al menos de Concentración: España y
Latinoamérica—por poner dos ejemplos, están ahí---.Como editor, también como
historiador, ¿crees que se ha escrito lo suficiente sobre los campos de
concentración?; ¿la historiografía está haciendo justicia a saber más sobre el
amplio abanico desde los campos de concentración?
-Creo que no es
exagerado decir que la historiografía ha hecho un excelente trabajo. A pesar de
las dificultades relacionadas con las fuentes históricas, diversos
historiadores han acudido a la necesidad imperiosa de estudiar los campos de
concentración. Y lo han hecho con solvencia. Así pues, creo que es un tema
bastante abordado, aunque seguramente no cerrado. Ejemplo de todo ello es el
caso del Gulag soviético, del que se ocupa esta obra. O el de los campos de
concentración de Franco, al que ya aludimos. O el caso Argentino, también
presente en el libro.
-¿Por
qué el tema y/o temas que tocan a Campos de Concentración llaman tanto la
atención…?
-A mi juicio,
porque se relacionan con el holocausto. Es un tema con el que todos, en la
distancia, nos podemos sentir más o menos cómodos. Consideramos que no tenemos
ningún vínculo con ellos, puesto que Europa occidental pertenece al mundo que
venció al Eje en la II Guerra Mundial. No obstante, quizá en España seamos algo
parciales y no resaltemos lo suficiente (de cara al gran público) la relación
que la dictadura franquista tuvo con todo aquel proyecto de sus entonces
aliados fascistas.
No obstante, pienso
que esa identificación del “campo” con el proyecto genocida nazi plantea
algunos problemas en España. El primero, ya lo acabo de sugerir, es desvincular
los campos franquistas con el espíritu que tenían los campos de concentración
en el periodo de entreguerras. El segundo, que pensamos que los campos es algo
propio del nazismo o del comunismo, sin llegar a plantearnos la necesaria
cuestión si, por ejemplo, los campos de refugiados actuales o los Centros de
Internamiento de Extranjeros (CIE) contienen algún eco de todo aquello, pese a
sus diferencias.
-¿La
educación debe de hacer más en torno a este episodio de la historia, el de los
campos de concentración?. Y ¿cómo debe de enseñarse o
educarse ante un acontecimiento de este carácter?
-Conocer el pasado
de la violencia es esencial para construir una sociedad plenamente democrática,
consciente de su historia, de los avances que tiene y del futuro que desea
construir. Por eso los campos de concentración deben ser un tema esencial en lo
que la sociedad conozca de la historia. Creo que en esto la aportación de Stone
es esencial: no sólo porque nos acerca a la historia de todos ellos; sino
porque nos hace reflexionar sobre las sociedades y los estados que los
construyen, viéndonos obligados a adoptar una mirada crítica respecto a nuestro
presente.
-Pero
hemos aprendido poco, hoy Europa tiene un gigantesco “Campo de Concentración”
en el Mediterráneo y en tierra también, acogiendo a los refugiados en
condiciones infrahumanas, ¿qué nos puedes decir sobre ello?
-El libro hace una
diferenciación clara entre “campos de concentración” y “campos de
internamiento”. La a veces borrosa línea que separa unos de otros es la
existencia de unos mínimos derechos en los últimos: posibilidad de ser
representado por un abogado, poder realizar procedimientos burocráticos,
recibir correspondencia. Un ejemplo de estos últimos podrían ser los campos de
Estados Unidos durante la II Guerra Mundial, donde fueron recluidos muchos
japoneses o americanos de origen japonés sospechosos de estar aliados con el
enemigo.
La situación del
Mediterráneo es lamentable y tiene evidentes ecos históricos. No se trata de
campos de concentración al modelo nazi ni soviético. Pero si supone un
internamiento forzado en una situación socioeconómica lamentable. Familias
enteras, niños, ancianos. Creo que aunque Stone no los tildaría de campos de
concentración (como tampoco lo haría con Guantánamo), lo cierto es que nos
ponen frente a frente de lo que somos. Una sociedad que tiene miedo ante la
llegada de emigrantes desde zonas asediadas por guerras o por el hambre.
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