La
Librería de Cazarabet Indignado
Cazarabet conversa con... William Davies,
sobre su libro “La industria de la
felicidad” (Malpaso)
William Davis nos enseña,
nos muestra y nos demuestra cómo el sistema del capitalismo, tanto productivo
como social y humano nos: engatusa, engaña y “castiga” haciéndonos confundir
valores que van de lo humano e individual hasta lo social, lo común…lo de todos
y todas para todos y todas.
Hay cosas que de la
misma manera que no se pueden medir, contar o cuantificar…se escapan si las
intentas atrapar como el agua entre las manos y los dedos.
Más vale,, en la
casi totalidad de las andanzas, “comer poco, pero que las digestiones sean
plácidas”; y esto solamente se consigue cuando no nos dejamos manejar por las
campañas que se nos imponen desde el poder que puede ser, a veces, público,
pero que viene alimentado muchas veces por los intereses fácticos y los poderes
de quien quiere solamente ganancias, aún a costa delo más sagrado, la felicidad
….ésta que no tiene nada que ver con los bienes materiales, ni los inmuebles,
ni los coches, relojes….
Lo que nos cuenta
esta editorial, Malpaso, sobre el libro:
En
"La industria de la felicidad" William Davies recorre los pasillos de
empresas, laboratorios y oficinas gubernamentales para describir cómo se
construye la noción dominante de felicidad, cómo se mide, cómo se vende. En el
camino dibuja un implacable retrato del capitalismo contemporáneo y delinea
otra idea de felicidad, acaso menos rentable pero más esperanzadora.
Cazarabet
conversa con William Davies:
-Amigo
William, si somos o hemos sido capaces de convertir la felicidad en algo a
cuantificar, mal empezamos…
-Sí, mi libro es una crítica de esto. Argumento que la
felicidad no es un objeto biológico o natural que pueda ser cuantificado.
-Cuando el capitalismo que ya , personalmente, a muchos nos incomoda como sistema
productivo y económico se incorpora, se sumerge dentro de nuestro día a día y
afecta a nuestra decisiones humanas, de interacción social y demás:¿Por qué o
qué hemos hecho mal para que esto haya pasado?; ¿Cómo se idea el trazado para
convertir, por ejemplo, las compras en un factor que muchos asimilan con
“sentirse bien”?
-El capitalismo siempre ha necesitado expandirse hacia
nuevas áreas para prosperar. También enfrenta el problema de conseguir
legitimarse y mantener la demanda para una expansión sin fin de nuevos
productos. Desde el comienzo del siglo XX la psicología ha sido uno de los
principales instrumentos para hacer esto posible. La psicología ofrece teorías
y evidencias para saber cómo persuadir a la gente para que realice determinados
actos, en tanto que consumidores y trabajadores. La relación entre estar sano y
ser productivo se ha venido enredando con el paso del tiempo, y así ahora
tenemos una sola idea de cómo es una persona “positiva” y exitosa y la manera
en la que vive. Me parece que la enorme cantidad de esfuerzo que se ha puesto
en este proyecto por parte de los diferentes negocios implicados en ello hace
bastante difícil que uno se pueda resistir a aceptar esta idea. También resulta
un modo de capturar las energías que de otra manera podrían dedicarse a la
actividad política, por lo tanto los gobiernos han sido muy proclives a ayudar
a los negocios a controlarnos en este sentido, y así consiguen suprimir otras
alternativas políticas.
-Hasta el punto que hay mucha gente
que va de compras como una especie de “paliativo” contra la ansiedad…
-Me parece algo triste. Supongo que ir de compras
ofrece una cierta sensación reconfortante porque es algo que podemos hacer y es
predecible. Puedo entender esto hasta cierto punto. Pero desde luego que ir de
compras no resuelve frontalmente el problema de la ansiedad, su origen.
-Debería “estar penado” esto de
utilizar “el Estado de Bienestar”, porque, además es todo tan relativo en esta
sociedad de consumo que lo que es bienestar para mí, puede ser concebido de
otra manera por otros. ¿Cómo lo ves?; ¿Qué nos puedes reflexionar?
-El concepto de “Bienestar” es un concepto holístico.
Significa salud, felicidad, calma y estar con uno mismo aceptando las
circunstancias personales. Por supuesto que es incluye también un cierto estado
económico mental, que implica que uno está trabajando duro y es optimista, lo
que encaja bastante bien con un punto de vista neoliberal de alcance mundial.
Al tratarse de un concepto holístico es capaz de juntar cuestiones de salud con
otras económicas.
-Y es que con la dignidad humana no
debería jugarse, lo que pasa que nos hemos neo liberalizado hasta con las
formas…
-Sí, estoy de acuerdo con esto. El neoliberalismo
busca llevar todos los aspectos de la vida humana al espacio económico, tanto
da si fuera o dentro del mercado. Es algo que potencialmente puede albergarlo
todo.
-De esta manera hacen del consumismo
y de un capitalismo neo liberalizado, a todos los niveles, un arma para
mantener como “obnubilados” a los ciudadanos y ciudadanas… Mientras compran o
están concentrados en ello, mientras se realizan adquisiciones de cosas que, a
menudo no necesitamos y casi ni utilizaremos. Pues, mientras tanto, los
trabajadores, por poneros un ejemplo, del supermercado y de la grande superficie
está trabajando con unos contratos basura, con condiciones denigrantes…
-El consumo muy a menudo utiliza ideas políticas y
símbolos para dirigir el deseo de la gente. Por ejemplo el ideal político de la
libertad es un buen modo para que la gente compre más. Pero al mismo tiempo,
tal como dices, una distracción de lo que realmente sucede en el terreno de la
política.
-Además, por no hablar de cómo
esta “rueda de espinas que revisten de felicidad” basada en el neo consumismo
se carga los cimientos de la subsistencia de muchas familias que ya eran
felices con su pequeño comercio de ultramarinos---desgraciadamente ya casi no
quedan ni en los pueblos—o de cualquier tipo de comercio…
-No tengo nada en contra de esto. Pero, por supuesto
que no representa un desafío para el capitalismo. A menudo estas pequeñas
tiendas van a ser compradas por otras más grandes cuando se vuelvan exitosas.
Así que, de alguna manera, funciona como miniempresas
de investigación y desarrollo, que se toman todos los riesgos y luego si funcionan
son engullidas por otras empresas más grandes.
-Hoy en día, los que no tenemos
cierta gama de coches o de móviles, encima somos catalogados de “raros”…
-¡Mis felicitaciones! No es nada fácil resistirse a
esas tentaciones.
-Es que yo me resisto y me acojo a un
clavo ardiendo si el aparatillo me funciona y además no necesito nada más…si no
lo necesito como herramientas ,muy necesaria, para mi vida, mi trabajo…¿para
qué lo quiero?, ¿para qué quiero cambiarme cada dos por tres de móvil?
-La obsolescencia y la necesidad constante por crear
nuevas generaciones de cosas implica que constantemente se hagan esfuerzos
publicitarios y ello crea nuevas necesidades.
-El otro día hablando con un
comerciante de electrodomésticos, ( que también los arregla, si puede o da de
sí)…saqué el tema de la obsolescencia y me argumentaba ,ya al final ,que era
necesario que los aparatos durasen menos porque así había más trabajo en las
fábricas porque si los aparatos se pudiesen ir alargando en vida y arreglos
esto detendría el incremento de plantillas…pero ¿cómo se puede pensar así?, si
él igual seguiría vendiendo, poco más o menos los mismos aparatos, pero serían
mejores y además podría arreglar los que hoy en día se tiran prácticamente
nuevos por una avería de nada, contaminando, además, el planeta..Además, es que
no ve que también habría trabajo en personas que arreglarían, reciclarían y les
seguirían dando vida a los aparatos “heridos”
-No es algo que sea realmente conocido por todo el
mundo, la obsolescencia. Es terrible para el medio ambiente. Pero las compañías
seguirán creando este tipo de trucos para seguir vendiendo.
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La industria de la
felicidad. William
Davies
323 páginas 21 x 14 cms.
18,50 euros
Malpaso
Un ensayo demoledor que nos
enfrenta a una gran pregunta: ¿estamos obligados a ser felices? Es más, ¿quién
dicta qué es la felicidad? Tener o ser, esa es la cuestión.
De un tiempo a esta parte,
parece como si estuviéramos obligados a ser felices. Tanto los Estados como el
mercado y la tecnología nos animan a dejar atrás el malestar (y, de paso, la
inconformidad) y a disfrutar (¡sin protestas, por favor!) del presente. Pero,
¿eso es la felicidad? La industria de la felicidad –un oportuno antídoto contra
esas frágiles obras de superación personal que atestan las mesas de novedades−
explora el modo en que nuestras emociones se volvieron, para bien para mal, la
religión de esta era.
En La industria de la felicidad, William Davies recorre los pasillos de las
empresas, laboratorios y oficinas gubernamentales para descubrir cómo se
construye la noción dominante de felicidad, cómo se mide, cómo se vende. En el
camino dibuja un implacable retrato del capitalismo contemporáneo y delinea
otra idea de felicidad, acaso menos rentable, pero más esperanzadora.
William Davies es sociólogo, analista de economía y política y profesor en Goldsmiths, University of London.
Colabora con las publicaciones New Left Review, Prospect y Financial Times. Además
de La industria de la
felicidad, es el autor de The Limits of Neoliberalism: Authority, Sovereignty and The Logic of Competition.
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