La
Librería de El Sueño Igualitario
Editorial Anthropos nos trae una investigación de Javier Rodrigo que
se adentra en las historiografías del terror en la Europa del siglo XX.
Lo que nos dice la
editorial sobre el libro:
Existe, en la
historiografía contemporánea, una narrativa cada vez más sólida que interpreta
el siglo XX en clave de genocidios, exilios y eliminaciones de naturaleza
política, donde la guerra y la violencia colectiva forman el eje gravitacional
del pasado reciente europeo. Una historia de violencia: la que hizo del siglo
XX el tiempo histórico más brutal, sangriento y, en consecuencia, fundacional
del anterior milenio. Esa es la que se aborda en este libro, que reúne
diferentes estudios sobre las historiografías del terror: sobre las formas en
que la historiografía contemporánea ha analizado los procesos de guerra,
violencia o rememoración colectiva en la Europa del siglo XX.
El autor, Javier
Rodrigo:
Nosotros ya hemos
estado con él en varias conversaciones:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/rodrigo.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/guerrafascista.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/rodrigo.htm
Saborear un poco de
este ensayo:
https://issuu.com/anthropos-editorial/docs/historia_violencia_issuu
Cazarabet conversa con Javier Rodrigo:
-Javier, siendo breves y concisos,
¿qué ha supuesto el fenómeno de la violencia colectiva en este siglo XX que
ahora ya podemos mirar, históricamente hablando, con una mayor perspectiva?
-Breve
y conciso: desde el prisma histórico, ha supuesto posiblemente el mayor factor
de aceleración, cambio, transformación y radicalización de los procesos
político-sociales en su conjunto. Violencia colectiva fueron las guerras
mundiales, las guerras civiles, las deportaciones y desplazamientos forzosos,
los genocidios y politicidios. Es imposible pensar el
siglo XX sorteando esas realidades.
-¿Pero estamos sabiendo leer, analizar, reflexionar
convenientemente la historiografía sobre la violencia y en torno a ella para
hacer un buen ejercicio en torno a la Memoria Histórica?
-Tengo
dudas al respecto. La historiografía profesional y académica tiene sus propios
códigos, algunos de los cuales intento explicar en este libro, que la hacen a
veces más testigo del presente que analista del pasado. Además, su alcance es
bastante limitado. Difícilmente de la historiografía se pueden extraer políticas
y acciones concretas para el presente, y cuando eso acontece, suele hacerse
(con excepciones) bajo el prisma de la simplificación. Reconozco que soy muy
pesimista al respecto, aunque últimamente he podido conocer de primera mano
algunas instituciones, como la Scuola di Pace en Montesole (Italia) o el memorial del campo de concentración
de Ravensbrück (Alemania), modélicas en esos mecanismos de proyección de la
complejidad del pasado hacia nuestros presentes. Todas fuera de España, claro.
-¿Esta historia de historias de violencias del siglo XX nace donde
no acaban de cerrarse bien los anteriores conflictos?
-Es
evidente que los conflictos armados nunca terminan de cerrarse, y si eso es
así, considerar que se cierran “bien” es casi una utopía. De hecho, en todos
los procesos de guerra civil o internacional, de reconfiguración racial o
política, hay siempre un llamamiento al pasado, a la violencia pretérita, al
conflicto irresuelto. En la narrativa de la Gran Guerra está muy presente la de
la guerra franco-prusiana y el miedo tudesco a los francotiradores. En la
Segunda Guerra Mundial, tanto el Eje como sus enemigos construyen su propia
mitología legitimadora en base a elementos del pasado. Lo cual no quiere decir
que unos conflictos empiecen donde se han cerrado mal los anteriores. Más bien,
eso nos habla de la continuidad de narraciones y estereotipos que,
convenientemente utilizados, devienen herramientas para la movilización, la
revolución, la guerra o la violencia.
-Si nos paramos en pensar o en mirar a este siglo, verdaderamente
ha sido convulso, violento y sangriento en esta Europa del XX, pero ¿por qué?,
¿causas?
-Cada proceso tiene sus propias causas, que hay que leer con
detenimiento y después, poner en relación con las demás. No existen causas
homogéneas para procesos tan dishomogéneos, y los
pocos intentos de analizarlos, como la ciencia política, desde variables
dependientes e independientes, resultan a mi juicio un fracaso. Hace poco leía
un trabajo para el libro que ando escribiendo, que explicaba las guerras
civiles de España, Grecia y Yugolsavia como el
resultado de la tardía modernización, la pobreza estructural, la
dominación secular y los desequilibrios ancestrales. Eso no funciona. Lo que sí
es operativo es individuar elementos comunes: la progresiva totalización de las
guerras, la centralidad del marco político revolucionario como posibilidad real
para la toma del poder, la importancia gravitacional del problema de las
minorías étnicas, nacionales o lingüísticas... Son elementos recurrentes,
contingentes en diferentes procesos de violencia colectiva en Europa, que
ayudan a explicar, pero que no agotan la explicación. Como decía Engels, al final siempre tiene que haber quien dispare la
primera bala.
-La historia de la violencia en el
viejo continente es como una matriuska, como una
muñeca rusa, dentro de un conflicto aflora otro y dentro de éste otro y así
sucesivamente ¿por qué?
-Me
gusta la imagen de la matriuska: hay guerras que
contienen en su interior otras, lo que hace que cuando una se cierra, no
siempre se agotan con ella los conflictos ulteriores. La Primera Guerra mundial
pone los condicionantes necesarios para la sucesión de guerras que incendian
Europa entre 1918 y 1949. La Segunda contiene guerras internas en Francia,
Bélgica, Yugoslavia, Italia, e incluso alimenta la guerra contra el monte en
España. ¿Por qué? Pues porque en tiempo de guerra, que recordémoslo es el marco
legal e histórico por antonomasia de estos procesos de violencia masiva, no
solo se rebaja la sanción y se minimiza la persecución, sino que directamente
se propugna la violación de los códigos éticos y jurídicos. La guerra y la
violencia se asumen, dolorosa o alegremente, como los procesos necesarios para
reconfigurar la sociedad, para acabar con el enemigo, para expulsar al
invasor.
-En realidad todo esto dice muy poco a favor de los gobernantes…
-Y
mucho a favor de quienes se opusieron, de quienes trataron de buscar las
salidas menos gravosas a los conflictos que derivaron en guerras y violencias
intestinas, de quienes supieron anteponer la seguridad y la convivencia frente
a la violencia, la expulsión y la rapiña, de quienes propusieron armisticios
con tal de salvar vidas, de quienes los aceptaron. Entre 1914 y 1949, los
menos.
-Las violencias, algunas de ellas, obedecen al miedo a los
cambios, por ejemplo al miedo a las revoluciones de carácter social (aunque
también política por sus claros objetivos de querer cambiar desde lo político
con una dirección clara) como fue la revolución bolchevique?
-El
carácter contrarrevolucionario de una de las violencias predominantes en la
Europa del siglo XX, la fascista, es más que evidente. No la explica en su
conjunto, por supuesto, ni es su única clave de lectura. Pero el miedo a la
revolución inició dinámicas de contrarrevolución preventiva armada que
devinieron en el ascenso del fascismo al poder, en golpes de Estado cuyo
resultado fue la represión política o la guerra civil. 1917 marca,
posiblemente, un antes y un después: en las prácticas para la toma del poder
(lo que Curzio Malaparte
denominó las técnicas del golpe de Estado), en el marco de expectativas de un
movimiento obrero que adopta (piénsese en el 17 español) la técnica de la
huelga general revolucionaria, en las víctimas -económicas, políticas, culturales-
potenciales de la revolución.
-Revoluciones y contra revoluciones ¿qué ha supuesto más
violencia?
-En
Europa, la contrarrevolución. Hay poca duda al respecto. Si la forma que adopta
en Europa la contrarrevolución es el fascismo, y el fascismo es el tipo de
régimen que, con el objetivo de la protección de la comunidad nacional, con más
intensidad cualitativa y cuantitativa ha desarrollado políticas de limpieza,
reajuste y reubicación social, racial, demográfica o económica, entonces la
contrarrevolución (que, en la mayoría de los casos, ni siquiera necesita un
proceso revolucionario previo o latente para manifestarse: a sus impulsores le
basta la retórica) es la que más violencia ha generado en la Europa
contemporánea, al menos en el ciclo de las guerras mundiales y civiles
continentales. Pero que esto no sea leído como un blanqueado de expediente de
los procesos revolucionarios europeos. La mayor violencia de la
contrarrevolución no cuenta mucho si analizamos las tasas de muertos de la
Cataluña de 1936, o si lo que queremos entender es el impacto de las políticas eliminacionistas de la URSS postrevolucionaria.
-¿Se utilizan los nacionalismos, o lo
que es peor, se utilizan los sentimientos que algunos puedan albergar con una
nación para provocar violencia y conflicto?
-Se utilizan, sí, y cabe preguntarse si porque de esa manera se
maximizan y convierten en irresolubles conflictos que, de otro modo, habrían
podido resolverse sin violencia. La expulsión de los alemanes étnicos de Europa
del Este en la segunda posguerra mundial, por ejemplo: ¿era necesaria? ¿Era tan
importante la homogeneidad nacional en Polonia, Hungría, Checoslovaquia, como
para justificar un proceso que llevó al desplazamiento forzoso de entre 12 y 13
millones de personas, y a la muerte de varios cientos de miles de ellas? Polonia es un caso paradigmático, en la medida en que vio reducida
su complejidad nacional a un estado de práctica homogeneidad,
con la desaparición total o parcial dentro de sus fronteras de alemanes (del
2,3 al 1,4% de la población), ucranianos (del 13,8 al 0,7%) o bielorrusos
(del 5,3 al 0,6%). La nación es, en última instancia, una metáfora, un
constructo o, si lo llevamos al extremo, una mentira, pero es operativa. Los gobiernos nacionalistas deben afrontar siempre el reto de la
gestión de las minorías nacionales, y la verdad, salvo en los casos de
construcción de estados plurinacionales, los resultados dejan poco espacio al
optimismo.
-Javier, ¿por qué te da en estudiar, investigar, reflexionar sobre
la violencia y en cómo la historia la mira y “la reflexiona”?
-Yo
también me lo he preguntado a veces. Todos los historiadores, en mi opinión,
nos preguntamos por nuestros propios presentes, y el de mi formación coincidió
con una época muy específica, la de las guerras civiles en los Balcanes, en un
extremo, y el despliegue de la guerra de Irak, en el otro, con el 11S como
punto de inflexión. Supongo que eso ha ido marcando las elecciones temáticas.
También hay preocupaciones contingentes que intento resolver observando algunos
de los debates, teóricos e historiográficos, que tienen lugar fuera de nuestra
comunidad académica: al final, toda la historia es historia de la
historiografía, y la historiografía es, sobre todo, teoría de la historia. La
suma de ambas dinámicas es la que ha desembocado en este libro.
25970
Una historia de
violencia. Historiografía del terror en la Europa del siglo XX. Javier Rodrigo
192 páginas
14.00 euros
Anthropos
Existe, en la historiografía
contemporánea, una narrativa cada vez más sólida que interpreta el siglo XX en
clave de genocidios, exilios y eliminaciones de naturaleza política, donde la
guerra y la violencia colectiva forman el eje gravitacional del pasado reciente
europeo. Una historia de violencia: la que hizo del siglo XX el tiempo
histórico más brutal, sangriento y, en consecuencia, fundacional del anterior
milenio. Esa es la que se aborda en este libro, que reúne diferentes estudios
sobre las historiografías del terror: sobre las formas en que la historiografía
contemporánea ha analizado los procesos de guerra, violencia o rememoración
colectiva en la Europa del siglo XX.
Leer fragmento:
http://issuu.com/anthropos-editorial/docs/historia_violencia_issuu
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
..............................................................................
11
1. OSCURO, SANGRIENTO, SALVAJE. La violencia de la Europa
del siglo XX y sus narrativas
.................................................. 19
Narrativas ....................................................................................
21
Contingencias
..............................................................................
30
2. SU MAJESTAD LA GUERRA. Historiografías de la Primera
Guerra Mundial en el siglo XXI .............................................
43
De continuidades y rupturas
....................................................... 45
La guerra en la Guerra: el nacimiento de la violencia
contemporánea ......................................................................
54
Perspectivas
.................................................................................
62
3. BAJO EL SIGNO DE MARTE. La violencia y sus relatos en
las guerras civiles europeas, 1917-1949
................................ 69
(In)Definiciones
........................................................................... 72
Revolución / Contrarrevolución
.................................................. 78
La era del fascismo
......................................................................
84
Conclusiones
...............................................................................
93
4. ESPEJOS DEFORMANTES. Explotación y limpieza social:
hacia un modelo concentracionario fascista
........................ 97
Una premisa: la Guerra total
....................................................... 101
Internamiento y explotación
....................................................... 106
Limpieza social: el patrón fascista
.............................................. 112
5. PRESERVAR LA MEMORIA A COSTA DE LA HISTORIA.
Sobre la era de la memoria en Europa
................................. 123
EPÍLOGO. La ética de la memoria europea:
¿qué se debe hacer?, por Luisa Passerini...............................
153
BIBLIOGRAFÍA ...............................................................................
165
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c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
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