La
Librería de Cazarabet Indignado
Un libro para Queimada Ediciones de un escritor que
dará mucha, mucha batalla Gonzalo Martín Parra.
El libro, más bien la novela, forma parte de la
colección La Casa Roja de esta Editorial.
¿Qué nos dice la editorial del libro?
Estamos en un Madrid conmocionado por la
proclamación, al día siguiente, de una nueva Constitución, después de las
convulsiones políticas desatadas tras la muerte de Mariano Rajoy, «el
Presidente felón», a manos de una mujer desahuciada, durante una visita a
Vigo.
Durante toda esa noche, un grupo de
personajes, habituales de la marginalidad madrileña, entrecruzan sus caminos en
medio de un desbarajuste de relaciones, alcohol, drogas, sexo y muerte,
mientras se prepara un conflicto surrealista entre diferentes facciones
afectas y opuestas al poder del momento.
El relato nos lleva de los tugurios del
Madrid más oscuro y la fauna que los recorre cada noche, a supuestos
templos de una intelectualidad más reconocida pero no menos oscura,
reflejada por un "artisteo" decadente
autoproclamado como vanguardia y tan limitado de capacidades como el
propio país.
Estos personajes, heilipus,
insectos sociales que invaden y corrompen el interior de la propia
sociedad, forman en cualquier caso parte de ella, y conviven diariamente
con nosotros mientras realizan su labor y viven y se desarrollan entre la
propia putrefacción que producen.
El autor de esta novela que es, además, poeta:
Detrás del nombre de MARTIN PARRA,
se oculta un licenciado en historia por la Universidad Autónoma
de Madrid, un joven autor cuya segunda hija nace en 2013, año en que
se publica su primera novela, Un insólito día para Silvestre
Mendo, editada por Araña Editorial, con la que también
ha publicado un tratado filosófico titulado Licaón.
Ha colaborado en medios como Diario Siglo
XXI, Revista Crítica Dinámica, Madrid 15M, La Galla Ciencia o el
periódico Vallecas Va, donde en marzo de 2014 fue elegido para,
como en nuestro caso, inaugurar una nueva sección, un espacio de
opinión llamado «Tribuna Vallecana».
El año pasado tuvimos el placer de publicar su
primer libro de poesía, Corruptia. Aforismos
desde la trinchera.
Cuando mencioné a unos amigos lo que estaba
diciendo, me comentaron que para que la gente no cayera en ciertas jugarretas
interpretativas puede que mejor que dejase claro los términos del título del
libro…bien, por si a alguien no le había quedado claro:
Epitafio: https://es.wikipedia.org/wiki/Epitafio
Heilipus:
https://es.wikipedia.org/wiki/Molytinae
Cazarabet
conversa con Gonzalo Martín Parra:
-Amigo
llegaba a nuestra casa tu libro, Epitafio para heilipus,
el día que en Compostela Mariano Rajoy recibía aquella sonora bofetada…uufff y tu libro arranca desde la proclamación de una Nueva
Constitución, tras un tiempo convulso acaecido por la muerte de Mariano Rajoy…
¿por qué llevas a este límite este punto de salida del relato…?
-Lo llevo al límite para evidenciar, precisamente,
que no hay límites. Supongo que el chico que agredió a Rajoy no quería acabar
con su vida, pero de haberse tratado de otra tentativa distinta podría haber
ocurrido. Sencillamente. En España nunca hemos sido capaces de llevar a término
revolución alguna; tal vez ésta pase por perderle el miedo a las alturas.
Vamos, que todo es contingente.
-En tiempos de plena
recesión, de recortes a diestro y siniestro, si lo piensas bien, no hay que
exprimirse mucho la cabeza para saber que alguien va a experimentar ideas que
pueden pasar de las palabras descomunales ante el televisor, o después de oír o
escuchar una noticia a la vera de una radio, a la acción directa…descabellado,
no estará bien—pensado en frío---pero mucha gente ha tenido que vivir tanto al
límite que…la agresión ha estado viajando al borde de una fina línea roja, muy
fina…
-Cuando el Gobierno de la Segunda República
desterró a Franco a Canarias, en intuiciones de Alzamiento, éste sufrió varios
intentos de atentado. Uno de éstos le pilló en pijama. Me imagino al generalito gritando “¡Pistoleros! ¡Pistoleros!”, mientras
la otra soñaba con Santa Teresa, en la habitación de al lado.
Pues eso: que qué pena que no haya más pistoleros,
y que vivamos tan encapsulados la realidad social y política.
-Es una historia que a
priori puede parecer que tenga mucho de independiente, de cierto desasosiego,
casi desorden…pero que encuentra el equilibrio en eso mismo, en esa especie de
embrollo que parece que instales en Madrid…
-La obra orbita ese lugar periférico en donde las
emociones se agitan, se denuestan; que tome lugar en Madrid no tiene por qué
decirnos gran cosa. Madrid es un pretexto, para el cual sirve su condición de
metrópoli, de ciudad grande. Se necesitaban los ingredientes de una ciudad
grande, de un centro administrativo. Generalmente es ahí donde más patentes se
hacen las diferencias entre grupos, y el tratamiento que se reserva a cada
grupo.
-De
todas maneras el ambiente lo has condensado, lo has como revestido de una
atmósfera llena de claustrofobia…¿Por qué?
-Acaso sea ése el modo en que yo vivo cada día.
Creo que lo extraordinario habría sido lo contrario: una novela pausada y cabal.
Pero, sí, el barniz agónico es deliberado. El tipo de trama que ideé (el relato
transcurre en una noche, la noche previa a la Sanción de una nueva Constitución
en España) obliga a referir todo con urgencia. No quiere decir que el lector
quede obligado a unos límites cronológicos, porque se pretende aquí una
historia de expansiones. Que uno quiera replegarse en un personaje, en un
pasaje concreto, está bien; no menos hacemos cada día, con cada elección que
acometemos; pero la tentativa abarcaba más posibilidades. Todas. Queda, al fin,
una cosa abierta a interpretaciones.
-Además sus personajes,
las características de todos ellos, sus viajes internos y lo que externalizan
es cosa de todos, lo que hace del relato un relato muy, muy coral. ¿Qué nos
puedes comentar?
-Me aburren los monográficos, la cosa narrativa en
panorámica sobre un único personaje, en función del cual todo lo demás queda en
un segundo plano. Casi lo creo un desperdicio de papel, porque, eh: ¿y si a mí
me interesan más las motivaciones de ese otro personaje, ése al que sólo has
aludido, tan de pasada? Una cosa a varias voces dice siempre más, y mejor,
porque al final se trata de crear ambientes, de concretar el mayor número de
adhesiones posible, y hay ciertas cosas que no se pueden resolver con meras
alusiones. Si volviendo una, dos... diez veces sobre un paisaje, un entorno,
una plaza, se segrega su esencia del resto en mejores condiciones, ¿por qué voy
a limitarme a la subjetividad de una única percepción? Además, ya hemos dicho
que el protagonismo recae en la ciudad, como conglomerado de estímulos; el
resto, simples termitas de un mismo retablo.
-El trabajar en un
relato de ficción, pero con personajes de no-ficción, debe ser muy complejo
porque debe haber como ciertas líneas difíciles de cruzar, y demás, ¿no? ; hay
que ir, además, muy en cuidado a la hora de ponerse en la piel de los
personajes que no componen la ficción…
-Lo difícil es instalarse, a la hora del hecho
creativo, en la objetividad. También ser consciente de que es muy, muy, difícil
dejar de frivolizar, provocar, y que se puede llegar a herir ciertas
sensibilidades. Sin embargo, el error consiste en creer que se puede
responsabilizar a un autor de la deriva de su obra. El autor es una
instrumentalización del instante, de lo reactivo y brutal de la inventiva, y
consiente con casi todo, menos con su propia cobardía. De tal modo, crea en
desasosiego, el autor, porque se trata de sobrevivir a uno mismo, y termina
diciendo con mucho susto, porque el que dice con susto siempre dice mejor. Lo
que uno no puede permitirse son las restricciones, si la palabra escrita es el
canal elegido. Precisamente porque la palabra escrita es una descodificación de
las certezas cotidianas.
-Amigo Gonzalo, ¿cómo ha
sido trabajar con Editorial Queimada?
-Pues supone siempre trabajar en un ambiente
comunicativo, en que se atienden y discuten los diferentes puntos de vista, sin
alucionaciones paraliterarias.
Parecen consideraciones ociosas, pero qué va.
-¿Nos puedes adelantar
si estás trabajando con algo, nos puedes dar alguna pista?
-Acabo de terminar otra novela, titulada Camille.
Viñeta amorosa, de extensión algo superior al Epitafio, pero con el que
comparte “cosmogonía”. Y alguna otra cosa que uno va empezando, pero que sin
duda son cosas ya autónomas, y que por sí mismas deciden: suicidio u
oportunidad. Será cuestión de bajar a la calle, a ver por dónde me sopla la
veleta.
22139
Epitafio para heilipus. Una deflagración. Martín Parra
135 páginas
10.00 euros
Queimada
Estamos en un Madrid
conmocionado por la proclamación, al día siguiente, de una nueva Constitución,
después de las convulsiones políticas desatadas tras la muerte de Mariano
Rajoy, «el Presidente felón», a manos de una mujer desahuciada, durante una
visita a Vigo.
Durante toda esa noche, un grupo de personajes, habituales de la marginalidad
madrileña, entrecruzan sus caminos en medio de un desbarajuste de relaciones,
alcohol, drogas, sexo y muerte, mientras se prepara un conflicto surrealista
entre diferentes facciones afectas y opuestas al poder del momento.
El relato nos lleva de los tugurios del Madrid más oscuro y la fauna que los
recorre cada noche, a supuestos templos de una intelectualidad más reconocida
pero no menos oscura, reflejada por un "artisteo"
decadente autoproclamado como vanguardia y tan limitado de capacidades como el
propio país.
Estos personajes, heilipus, insectos sociales
que invaden y corrompen el interior de la propia sociedad, forman en cualquier
caso parte de ella, y conviven diariamente con nosotros mientras realizan su
labor y viven y se desarrollan entre la propia putrefacción que producen.
Gonzalo Martín Parra
Detrás del nombre de MARTIN PARRA, se oculta un licenciado en historia por la
Universidad Autónoma de Madrid, un joven autor cuya segunda hija nace en 2013,
año en que se publica su primera novela, Un insólito día para Silvestre Mendo,
editada por Araña Editorial, con la que también ha publicado un tratado
filosófico titulado Licaón. Ha colaborado en medios
como Diario Siglo XXI, Revista Crítica Dinámica, Madrid 15M, La Galla Ciencia o
el periódico Vallecas Va, donde en marzo de 2014 fue elegido para, como en
nuestro caso, inaugurar una nueva sección, un espacio de opinión llamado
«Tribuna Vallecana». El año pasado tuvimos el placer de publicar su primer
libro de poesía, Corruptia. Aforismos desde
la trinchera.
NO UN AMATEUR DE RIESGOS (Prólogo de
Angel Antonio HERRERA)
Martín Parra le pega a la
prosa con masiva maestría, pero no recae nunca en la joyería fácil del que
tiene el lenguaje, porque lo suyo va incluyendo un aguarrás de sorpresa, un
manadero de peligro, un desvarío de precisiones. Aquí está su último mérito,
“Epitafio para Heilipus”.
Un conocimiento suyo, y mío,
Francisco Umbral, se obstinaba en distinguir a quien escribe de aquel que sólo
redacta, y coloco aquí el recordatorio porque en Martín Parra se da el oxígeno
loco de la escritura, y se persigue el metal inacabable de la palabra, siempre
militante, nuestro autor, en la enemistad dura del tópico, que es el estribillo
de tantos grafómanos del cartonaje de El Corte Inglés, o de otros sitios aún
peores. De modo que estamos ante un creador, que le mete al tema bulto, marcha,
locura, esa fiebre, en fin, del decir con sobresalto de sintaxis, o de
adjetivo, o todo junto, porque el que dice con susto, siempre dice mejor y
siempre dice más. Estamos ante un libro que gusta de mirarse mucho en los
espejos de los abismos diversos de la ciudad insomne, con su taifa de gentes
desportilladas, con su liceo de cafés adúlteros, con su orfeón de ociosos que
lo mismo le dan a la farlopa que a la ternura. En
este libro suele ser de noche, da igual la hora, porque se pasea un Madrid de
costado oculto, que es el Madrid donde pasan las mejores y las peores cosas.
Martín Parra luce cátedra en
el arte de escoger gentes de entre el oro del malvivir, porque el malvivir
tiene más literatura que los barrios de notarios, entre otras cosas, y en él
las putas se manejan sin boutique previa. Martín Parra gasta de un lumpen de
vitola, para sus historias, y pone a ese lumpen a hablar tal y como el propio
Martín Parra escribe, logrando así un birlibirloque imposible que repercute
natural, insólito, y de alto efecto, porque es algo así como si pusiera la
literatura a hacer barra. Las gentes de Martín Parra hablan un empaque de
fracasados, y un barroco de esquina, incluso, llevando la frase bien hecha, y
de invención, a la urgente cháchara del copeo o el alterne. No voy a reventar
ahora lo que aquí se cuenta o no se cuenta, porque no es mi estilo, y porque
pretende este atrio celebrar antes al escritor que al narrador, un escritor al
que podemos halagar “la calidad de párrafo”, que es lo que Pedro Salinas
diagnosticó para Marcel Proust.
Yo en Martín veo género
literario, una insolencia vocacional, y que su escritura le va a ir dando para
lo que quiera. Se despeña por lograr una buena frase. No está de moda la página
artística, digamos, porque ahora hasta los concejales se perpetran su librito,
pero conviene no olvidar que escribir no es escribir correctamente, sino todo
lo contrario. Martín está entre los contados que se iluminan por dirección
prohibida, justo en derrotero contrario a los carromatos del último auge, o
éxito, y aquí está para quedarse con una prosa rica, desperezada, minuciosa, y
bajo compás de aguda alhaja canalla. Le ha salido un libro sin costuras, un
artefacto sólido, que vive de una respiración larga, que es su modo de ver, y
de escribir, porque el escritor es un cruce de pupila y muñeca. La mirada, sí,
y luego la gimnasia no necesariamente benéfica de escribir lo visto.
Lo que en este libro se cifra,
en fin, es una biografía del idioma, yo creo, un incendio del diccionario, por
encima o por debajo de su madeja de relato, o de relatos, donde unas gentes de
corazón más bien salvaje se conocen, se aman, o se matan. Es lo que tiene la
noche de Madrid, que aún se demora a mediodía. Bien lo sabe Martín, que no es
amateur de riesgos. Aquí se avala.
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