La
Librería de El Sueño Igualitario
Una
edición, de hace unos años, apoyada por el Gobierno de Aragón desde el programa
Amarga Memoria que conjuga otra manera de concebir la enseñanza, el aprendizaje
y la Recuperación de la Memoria Histórica.
Se trata
de un trabajo de Instituto, de Luisa Marco Sola que, trabajando la Memoria
Histórica, se convirtió en todo un libro contundente y en un referente de cómo
debería, quizás, afrontarse la enseñanza y más en materia como la historia.
El libro
cuenta con unas ilustraciones de Roberto L’Hotellerie
López.
Conversamos previamente con Enrique Satué, el profesor de Luisa Marco Sola en el Instituto
Ramón y Cajal de Huesca.
-Enrique, ¿desde
qué manera de “mirar”, “contemplar” y “entender” la historia invitaste a tus
alumnos a que se hicieran con esta manera de “aprender”, difundiendo
testimonios próximos que habían vivido la guerra?
-Creo mucho
en las posibilidades de la Etnohistoria. Facilita una visión muy amplia y
promueve la empatía. Estudiar las guerras a través de los libros es algo
limitado. Las guerras deberían ser irrepetibles y, por lo tanto, me parece
primordial trabajarlas desde la escuela cuando se puede dialogar con personas
que las vivieron. Esto, ojalá, jamás se pueda volver a dar.
-¿Crees que
es necesaria una vinculación directa del Alumnado para “elevar” o “despertar la
chispa” del alumno en materias como la historia?
-La historia
ha sido utilizada, y lo es en la actualidad, para adoctrinar. Eso es una
barbaridad. A la par que se enseña Historia se debe fomentar el pensamiento
crítico. Si los alumnos conocen la intención de este camino –metacognición- sentirán motivación por la asignatura.
-Es que aprender
y entender historia nunca debería ser “saberse como un lorito”: nombres,
fechas, datos…debería ser saber discernir, ir un poco más allá de la lectura de
un texto, reflexionar sobre él y saber interpretarlo…
-También las
fechas, los nombres y las secuencias son importantes. Ocurre lo mismo que con
la gramática en los idiomas. No puede haber estudio inteligente de la historia
si no se conocen las coordenadas de lo que vamos a estudiar.
-En este
caso, tú, además les animaste a conversar, preguntar, informarse,
leer, contrastar datos y luego construir una historia. Lo que queda claro que
de esta manera seguro que aprendieron, y lo que es más importante, se
implicaron con esa parte de la historia que si se hubiesen tenido que
“empollar” aquello que decíamos antes: nombres, datos, acontecimientos, datos….
-En Ciencias
Social, la relación de los alumnos con los mayores siempre supone un éxito
asegurado. Se produce un reencuentro mutuo, una puesta en valor, y los alumnos
se dan cuenta que tienen en casa un auténtico tesoro para entender la vida. De
estos trabajos siempre nace mucha afición a la Historia –grande y menuda,
oficial y popular.
-¿Cómo surgió
al final el hacer un libro desde el testimonio que nos aproximó Luisa?
-En los años
90 trabajaba en el IES Ramón y Cajal y en aquel entonces buena parte de los
abuelos habían vivido la Guerra Civil. Orienté el trabajo, lo hicieron muchos
alumnos y me di cuenta que había testimonios de alto interés. Unos años
después, cuando trabajaba en el CPR, pensé que era una lástima que todos
aquellos materiales no sirvieran para nada. Como yo no tenía tiempo, pensé en
Luisa, que había sido una brillante alumna del centro. Ella relacionó y
contextualizó los testimonios recogidos por los alumnos y generó este librito
que, luego, leyeron alumnos, padres y abuelos, con lo que, entre todos,
cerramos el círculo.
-¿Cómo fue el
incorporarlo dentro del programa Amarga Memoria?
-Gracias a
que Herminio Lafoz, que entonces ocupaba un cargo en
la administración, entendió el valor del trabajo. El libro se agotó enseguida.
-Qué pena que
los gobiernos del Partido Popular hayan ido exterminando estos programas, ¿no?
-Ignoro si ha
sido por falta de fe en este modo de trabajar o por falta de recursos.
-¿Cómo fue la
incorporación de Roberto L’Hotellerie en el proyecto?
-Roberto es
amigo y hace muchos años venimos colaborando, tanto en el Museo de Serrablo con en numerosas publicaciones. La compenetración
es perfecta. Hemos hecho cosas muy bonitas: Pedrón,
el diablo del Museo de Serrablo, As crabetas, Los niños del frente, etc.
-Por favor,
ya por último, ¿nos puedes valorar tu experiencia en torno a tu trabajo como
profesor y a proyectos, como el presente, en el que has interactuado de manera
especial con tus alumnos?
-Enseñar y
educar no es fácil pero constituye todo un premio. Durante los últimos años he
sido muy feliz en la enseñanza. Creo mucho en los centros de interés o
proyectos de trabajo. Dignifican y dan sentido a la educación.
Conversamos con Luisa Marco Sola:
-Luisa ¿cómo fue el realizar un
trabajo sobre historia, sobre la historia más reciente, la de la memoria
histórica desde el punto de vista y de arranque que os propuso Enrique Satué?
Fue una experiencia
fascinante. Un aprendizaje gigantesco y por el que estoy, y siempre estaré,
enormemente agradecida a Enrique.
Evidentemente la
fuente oral necesita una metodología propia, una crítica textual específica,
ser contrastada en su propia naturaleza. Pero cuenta con un potencial didáctico
mucho mayor al de la Historia, y debemos reivindicarlo y servirnos de él para
educar ciudadanos modernos y críticos. Y es que es el espíritu crítico lo único
que puede evitar que los errores del pasado se repitan.
-¿Cómo recuerdas tú el planteamiento del trabajo?
Tratamos (no sé si
lo conseguimos) de intentar que del libro se desprendiera una enseñanza
aplicable a nuestros días. Extraer conclusiones que nos puedan ayudar en
nuestras futuras tomas de decisiones como personas y ciudadanos.
Es un ejercicio
doloroso pero necesario. Sin ir más lejos, hemos pasado por una crisis
económica que ha dejado al descubierto una crisis moral y ética mucho más
profunda. Pero seguimos evitando el reflexionar sobre ésta. ¿Qué ha pasado para
que no seamos más intolerantes con la corrupción? ¿Cómo puede ser que haya
quien ponga los intereses económicos de algunos por delante del bienestar de
otros? ¿No es este capitalismo salvaje, este corporativismo que pisotea los
intereses de los trabajadores, una nueva forma de ideología totalitaria?
Debemos ser capaces
de reflexionar sobre nuestro pasado para comprender nuestro presente. Es la
única manera de que el ser humano, aunque siga siendo poco a poco, llegue a
civilizarse.
-¿Cómo fue el proceso de búsqueda de testimonios, de
voces?
La recopilación de los
testimonios fue mérito de Enrique y de la enorme generosidad de los alumnos que
tomaron parte, junto con sus familias, en el proyecto. Yo llegué al proyecto
después, mi tarea fue ordenarlos y darles un contexto mínimo. A partir de allí
la prioridad fue siempre tratar de respetar al máximo cada testimonio y la voz
de cada testigo.
-¿Seguramente también debiste de realizar una
búsqueda de documentación anexa?
Claro. Traté de
documentarme sobre los contextos, las coyunturas bélicas, los trasfondos de
unos testimonios que eran muy diversos. Pero siempre como soporte para esos
testimonios, que debían ocupar un primer plano con su propia voz y sin
modificaciones.
Lo importante del
proyecto era poner en valor el fantástico trabajo hecho por los alumnos y sus familias.
El haber sabido sentarse a hablar y compartir memorias tan dolorosas. Y su
generosidad al compartirlas con nosotros.
-¿Se aprende más trabajando la historia de esta
manera que de memorizando acontecimientos, nombres, fechas, listados
cronológicos…?
Por supuesto. Esa
es precisamente la labor de la Memoria. La gran virtud de la Memoria es que es
capaz de extraer la Historia de los libros y convertirla en lo que realmente
es, la vivencia de los hombres. Es más, la vivencia de hombres y mujeres como nosotros,
que nos muestran con su experiencia lo que podemos llegar a hacer, en qué
podemos llegar a convertirnos si no somos capaces de aprender de los errores
cometidos por otros. Otros que somos nosotros mismos en otras circunstancias.
Sin embargo, la propia
Historia como ciencia ha mantenido una relación conflictiva con la Memoria,
además, lo que tampoco ha ayudado a que esta lograra el reconocimiento que
merecía. Se cuestionaba su categoría como fuente. Aunque paradójicamente,
algunos de aquellos que criticaban la Memoria como fuente creían a pies
juntillas en fuentes escritas codificadas mucho tiempo después del
acontecimiento que referían. Y lo hacían sin tener en cuenta la deformación que
esa codificación tardía suponía.
Pero es que,
sorprendentemente, la tensión entre la historia oral y el mundo académico está
resultando una guerra larga y ardua. Ha habido grandes avances como la
concesión del premio Nobel de Literatura a la escritora Svetlana Aleixiévich o el Pulitzer que Studs Terkel ganó en 1985 por La guerra “buena”, una historia oral de la
II guerra mundial, es cierto, pero sigue sin tener un reconocimiento
unánime como fuente.
-Volvamos a aquellos días como alumna: ¿llegaste a
sentir la emoción de la historia, de las historias y a sentir que si no la
contabas se perdería como el agua que intentamos atrapar en las manos…?
Creo que esa es
precisamente la aportación que nos hace la Historia, y todavía más, la Memoria.
La Memoria tiene una fuerza inigualable a la hora de acercarnos a la vivencia de
las víctimas, lo que nos permite de algún modo una compensación hacia a ellas
al dotarlas de voz. Esa era la intención de Recuérdalo
a tú y recuérdalo a otros de Ronald Fraser, que
significó un hito en el panorama español.
Pero personalmente
me interesa todavía más la aproximación a la memoria del verdugo, porque creo
que es la que posee más fuerza didáctica. Es la que nos permite conocer los
caminos personales, ideológicos, de autoindulgencia,
que transitaron aquellos seres humanos que se convirtieron en verdugos o en
genocidas. Y es fundamental que los conozcamos, aunque sea un conocimiento
incómodo, para no llegar a recorrerlos nosotros algún día. Para no permitirnos
a nosotros mismos el recorrerlos. Para reconocer esos pensamientos en primera
persona a los primeros síntomas, aunque sea en contextos históricos y sociales
diferentes. Y para no consentírnoslos a nosotros mismos, como personas y como
ciudadanos.
-¿Cómo fue el colaborar con el resto de alumnos,
convivir con la historia que trasladaste en el libro y el tener contigo,
con vosotros, la aportación valiosísima de Roberto L´ Hotellerie?
Roberto es un
ilustrador fuera de serie. Nadie habría sido capaz de ilustrar de un modo tan
emotivo los testimonios del libro. Su sensibilidad y su capacidad para
proyectarla a través de obra es algo realmente extraordinario. Roberto logra
plasmar el sentimiento pero sin caer en el dramatismo. Fue una aportación
imprescindible para este trabajo.
Pero, como he
dicho, la aportación principal fue la de los alumnos que aceptaron tomar parte
en el proyecto y sus familias.
-Una vez visto todo en perspectiva ¿cómo crees, qué
opinas, de cómo se impartió la asignatura de historia, sobre todo
contemporánea, a los alumnos…(yo recuerdo que siempre
se quedaba muy atrás en el temario y que se llegaba muy justo , pasándose , a
veces de puntillas)?
El problema de la
asignatura de Historia en los centros educativos es, en mi opinión, el problema
que tienen las Letras en nuestra sociedad en general: no se les reconoce el
lugar que merecen.
Las Letras han
perdido el respeto que tenían ante la sociedad, y eso ha sido en buena medida
también responsabilidad de los propios intelectuales, que no han sabido poner
en valor, destacar la valía de su aportación a la sociedad.
Lo estamos viendo
ahora en lo referente al tema del yihadismo. Los
intelectuales en Francia se interrogan sobre los porqués, sobre cómo pueden
haber ocurrido las cosas que han ocurrido. Se publican libros sobre la figura
del “genocida”, el que perpetra el acto terrorista, que es a fin de cuentas, el
último de la cadena de mando. Centrándose en la naturaleza de esa multitud de
últimos ejecutores de los actos de barbarie, que nada tienen que ver con los
líderes que los planifican y los dotan de contenido ideológico.
Pero, sin quitar
valor a estos trabajos, que es enorme, se trata de cosas que ya sabíamos. Sólo
que las habíamos olvidado. Estos ejecutores no son diferentes, en su
naturaleza, de los alemanes que formaron el Tercer Reich,
ni de los hombres que construyeron los gulags, ni de todos los hombres
obedientes que perpetraron los grandes genocidios de la Historia.
Volvemos
continuamente, torpemente, como si no tuviéramos capacidad para aprender, a esa
“banalidad del mal” que tan bien reflejó Hannah Arendt
con motivo del juicio en Israel al nazi Adolf Eichmann.
Y eso es un
fracaso; hemos fracasado en crear individuos críticos, capaces de cuestionar
las órdenes, capaces de cuestionar el orden establecido si éste no respeta el
bienestar del otro, capaces de cuestionar una ideología que nos quiera
convencer de que hay cuestiones superiores a la vida humana. Es un enorme
fracaso de la Historia, de las Letras y de todos nosotros como sociedad.
-La ley de Memoria Histórica nació como nació, pero
al menos nació, pero con la llegada del PP todo se empezó a desvanecer desde el
presupuesto dedicada a ella, hasta el boicot a la justicia…etc.…¿cómo ha
afectada en la enseñanza esta especie de “congelación”?
La Ley de Memoria
Histórica ha tenido dos grandes problemas: El haberse encontrado con una crisis
económica desastrosa y la lectura política que se ha dado a la Ley. Pero es un
tema que nos interesa a todos. O nos debería interesar, al menos. Se trata de
no olvidar a nuestras víctimas, que son las víctimas de todos los demócratas, y
de aprender de los errores de nuestros antepasados. Porque son errores en los
que, llegado el momento, también nosotros podríamos caer.
-¿Estimas, tienes la esperanza que se pueda, de
nuevo, reiniciar las acciones en pro de la Memoria Histórica y qué papel crees
que debería atribuírsele a la educación, a la enseñanza?
Es fundamental que
la recuperemos. Tanto dentro como fuera de las aulas, nuestra máxima a la hora
de educar a las nuevas generaciones es la misma que la que debe ser nuestra propia
máxima como seres humanos y como ciudadanos: No tener que preguntarnos nunca
“¿en qué momento me convertí en un monstruo?”. Y la única forma de lograr eso
es alimentar el espíritu crítico y no olvidar los errores de nuestros
antepasados. Para no convertirnos en seres dóciles que obedecen órdenes sin
cuestionarlas, sin priorizar el respeto al otro. A un “otro” que podemos ser
nosotros mismos o aquellos que nos importan.
Por su parte el ilustrador de este libro, La Guerra de los abuelos, Roberto L’Hôtelleríe
nos contaba qué le significó, para él el participar en este libro: “La
propuesta de trabajar en “La Guerra de
los abuelos” me llegó a través de mi buen amigo Enrique Satué
Oliván. Se trataba de un trabajo educativo que se sumergía en la contienda española
(1936-1939). Su especificidad radicaba en
su bidireccionalidad, naciendo dentro de las aulas,
se nutría del exterior a través de
historias y testimonios familiares. Acepté ilusionado el reto y tras
documentarme y elaborar varios bocetos,
en poco tiempo tuve el trabajo acabado.
Las
temáticas se sujetaron con rigor a los testimonios que recabados por los
alumnos me habían hecho llegar. El texto
final quedó acompañado por 22 ilustraciones en formato DIN A-4. En
ellas, sin huir del dramatismo prioricé determinadas partes de la acción
poniendo el foco en un motivo central y
difuminando el resto mediante grises y tonos desvaídos. Desde un
principio tuve clara la elección del blanco y negro (pasando por su gradación de tonos lumínicos) sobre el color.
Técnicamente el reto quedó resuelto mediante el uso del claroscuro a través del
lapicero de grafito con algunas aportaciones de tinta y aguada.
Finalmente
quiero subrayar el hecho de que las imágenes nacieron con el propósito de
constituir un acompañamiento gráfico del texto, pero posteriormente intentaron
posicionarse tanto individual como colectivamente, en un
elemento educativo más para la reflexión y debate sobre los
horrores de la guerra en general y la nuestra en particular”.
L´Hôtelleríe ha participado en varios de los
proyectos llevados a cabo por Enrique Satué, él mismo
se presenta:” Roberto L´Hôtelleríe (Jaca, 1963) es
Doctor en Ciencias de la Educación, Licenciado en Bellas Artes y
Profesor de Secundaria. Trabaja en el IES Ramón y Cajal de Zaragoza. Como
ilustrador viene colaborando desde hace tiempo en numerosas obras de temática pirineísta y de corte solidario. Entre ellas destacan las realizadas con Enrique Satué Oliván: "Pedrón, El
Diablo del Museo de Serrablo" (Huesca,
1992), "Tfarrah,
el Sáhara desde aquí" (Huesca, 1999), "Fray Distinto de Somport"
(Jaca, 2001), "Los Niños del Frente" (Huesca,
2003), "As Crabetas", Libro-Museo
sobre la Infancia tradicional del Pirineo (Zaragoza, 2012), con Joaquín Villa Bruned en: "La
Sexualidad Mágica" (Huesca, 1997) y "La Magia de lo Inesperado" (Zaragoza, 2007), con Luisa Marco Sola en: "La
guerra de los abuelos" (Zaragoza, 2004), con Francisca Moreno Lizandra en: "Koropisti" (Huesca, 2011), con Rosario Ustaríz en: "Miquetas de L´alma", (Jaca,
2006), o con Marta Marín Bravíz en: "Cuentos de Siempre Acomodaus
ta lo Cheso" (Jaca, 2005)”.
1308
La guerra de los
abuelos. Luisa Marco
Sola
138 páginas 15 x 23 cms.
8.00 euros
Autoedición
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