Cazarabet conversa con... Juan José Morales Ruiz, autor de “Franco y la masonería. Un terrible enemigo que
no se rinde jamás” (Masónica)
Franco y la masonería.
Juan José Morales Ruiz se adentra en la
relación de Franco con la masonería y por qué no decirlo en el odio que te
tuvo, le retuvo…
La sinopsis del libro:
Francisco Franco Bahamonde, el Generalísimo,
el Caudillo, el dictador: nunca fue masón, pero estaba enfermizamente
obsesionado con la masonería y los masones. De hecho, fue el único Jefe de Estado que firmó una ley implacable para la
persecución de los masones. Recién acabada la guerra civil y durante toda su
vida repitió insistentemente en numerosos discursos y en más de un centenar de
artículos -curiosamente firmados con distintos seudónimos- que había que estar
en guardia contra las acechanzas de un extraño contubernio judeo-masónico-comunista,
basado fundamentalmente en rancias, pero muy eficaces teorías conspiratorias.
En España prevalece todavía la visión más oscura de la masonería, como la de un
ente secreto, satánico e infernal, causante de todos los males. Esta visión
estaba tan arraigada en la mente de muchos españoles -y probablemente aún lo
esté- que por eso los masones tuvieron que esperar unos cuantos años después
del fallecimiento de Franco para poder regresar del exilio. Y algo que también
parece muy significativo: la masonería no fue legalizada hasta dos años después
que el Partido Comunista de España (PCE). Franco, no podía dormir tranquilo
porque estaba convencido de que la masonería es un terrible enemigo que no se
rinde jamás. Esa era la peor de sus pesadillas.
El autor:
Juan José Morales Ruiz es Doctor en Ciencias
de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Profesor del Master
de Historia de la Masonería en España y América en el Departamento de Historia
del Derecho y de Historia de las Instituciones de la Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED); miembro del Centro de
Estudios Históricos de la Masonería Española (CEHME); y Profesor Tutor de
Historia Contemporánea de España (UNED). Se ha especializado en el estudio del
discurso antimasónico y la represión de la masonería en la guerra civil
española y durante el franquismo.
Nosotros ya tuvimos un Conversa con Juan José
Morales Ruiz:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/palabrasasesinas.htm
Cazarabet
conversa con Juan José Morales Ruiz:
-Amigo,¿
qué es lo que te llevó a investigar
sobre la obsesión que tenía Franco con la masonería y los masones?, teniendo en
cuenta que, además, al parecer Franco
pretendió antes que ser “perseguidor de masones”, ser masón… --aunque yo no veo por ningún lado,
pero cada uno de sus pretensiones hace lo que quiere--- .-Te lo voy a preguntar de otra manera: En tu
caso como estudioso de la masonería y de su historia.-¿Hay o hubo algún
incentivo o razón de razones qué te ha hecho os ha hecho investigar sobre e la
relación de Franco con la masonería?
- Hace ahora treinta años, en 1992,
publiqué mi libro “La publicación de la Ley
de represión de la masonería en la España de postguerra”. Después he
publicado numerosos trabajos de investigación sobre la historia de la
masonería, y algunos libros dedicados al tema de la represión de la masonería
durante la guerra civil española y durante el franquismo. Por ejemplo, en 2017
publiqué “Palabras asesinas. El discurso
antimasónico en la guerra civil”.
Inmediatamente después me planteé la
conveniencia de estudiar más fondo la figura de Franco y el tema de la
Masonería. El resultado de estos cinco años de trabajo es mi último libro “Franco y la masonería. Un terrible enemigo
que no se rinde jamás”, que presenté el pasado 2 de mayo en el Ateneo de
Cádiz, donde celebramos un Seminario Internacional sobre Historia de la
Masonería.
Confío en que, a
través de sus páginas, el lector tendrá oportunidad de conocer más a fondo la
cuestión de por qué Franco persiguió tan denodada y cruelmente a la masonería,
y sobre su enfermiza obsesión antimasónica. Creo que se trata de una
investigación histórica que todavía exige un extenso estudio.
-¿Hasta
qué punto puede o no estar probado que Franco quisiera ser masón porque no hay prueba
documental de que siquiera existiese la logia Concordia en Madrid---aunque al
parecer sí que existió ,lo que no se ha encontrado es prueba tangible--…?-¿Qué
puede motivar en una persona tal obsesión que desemboca, según comentas, en un
“odio brutal” …. la educación religiosa y
tradicional por parte de su madre, el desengaño con su padre…son los
factores que desarrollan todo ese odio, es, crees, eso posible? -La relación
con su hermano Ramón el más parecido en carácter a su padre Nicolás, ¿cómo era?. Además Ramón Franco era abiertamente extrovertido,
anticlerical y masón… eso ¿cómo crees que lo llevó Franco?-Una vez se obsesiona
uno y se entra en bucle ya no hay quien lo pare,¿ cómo desarrolla la obsesión a
través de la represión?. -Esa obsesión, ese odio ¿le acompañan hasta el final
de sus días; cómo y de qué manera?
-Digo que Francisco
Franco Bahamonde, el Generalísimo, el Caudillo, el dictador: nunca fue masón,
pero estaba obsesionado con la masonería y los masones. Eso parece que está
bastante claro, subsisten algunos misterios y enigmas todavía sin resolver. Y
formulo unos cuantos:
¿Franco intentó ser admitido en la
masonería, y aún encima por dos veces consecutivas? ¿Es verdad que fue
rechazado, una vez en África, en una logia de Larache y otra, años más tarde,
en una logia madrileña y con el voto en contra de su propio hermano?
En caso afirmativo, ¿en la
hipotética humillación que debió de haber sufrido si hubiera sido rechazado,
estaría la explicación de su odio y de la implacable persecución de la
masonería española? ¿El accidente de su hermano Ramón, fue un accidente o una
venganza? ¿Tuvo algo que ver la masonería, o el propio Franco? ¿Es verdad que
en su dormitorio veneraba la reliquia del brazo incorrupto de Santa Teresa, y
que tenía también la reliquia de un brazo de San Francisco Javier, y la Espada
de San Pablo?
Lo de
que hubiera intentado alguna vez ser masón es una fantasía, parece una cosa muy
improbable, y dadas las características de la persona de Franco tiene visos de
ser un tremendo disparate. Pero, sin embargo, hay que reconocer que la cosa
tuvo éxito, y que el mito fue creciendo, prácticamente desde su fallecimiento
hasta la actualidad, y todavía de vez en cuando vuelve a la palestra y no
resulta fácil aclararlo porque, aunque no existe ninguna prueba documental, al
final siempre cabe la duda de si fuera verdad.
Franco
ha caído casi en el olvido, y dentro de nada estará prácticamente olvidado,
como una mala pesadilla. Ni siquiera la
polémica sobre la inhumación y traslado de su cadáver desde su tumba en el
Valle de los Caídos, a un nuevo emplazamiento en el cementerio de El Pardo, ha
logrado que persista vívidamente su recuerdo, al margen de que siempre salte a
la actualidad algún tema de su familia, porque siempre resulta morboso, sobre
todo, si está tratado de un modo sensacionalista.
Lo de
su obsesión con la masonería y los masones es otro cantar. Tiene otro calado,
aunque siga siendo una cuestión bastante inexplicable. Y es que es un hecho
cierto que Franco firmó una ley específica para la persecución de los masones
en los años cuarenta, recién acabada la guerra civil, y que durante toda su
vida repitió insistentemente en numerosos discursos y en algunos artículos
–curiosamente firmados con distintos seudónimos– que había que estar en guardia
contra la existencia de un extraño contubernio judeo-masónico-comunista, basado
fundamentalmente en rancias pero muy eficaces teorías conspiratorias. En
realidad, ¿Franco se creía eso del contubernio, o simplemente lo utilizó para
mantenerse en el poder durante tantos años, y a pesar de tantas adversidades?
Sea
lo que sea, lo que parece verdad es que mucha gente no sabía y posiblemente no
sabe todavía hoy, a qué se refería Franco en realidad, cuando hablaba de la
masonería y del famoso contubernio. Lo que sabemos es que el general fue un
personaje singular que se hacía llamar Generalísimo y Caudillo, y que dirigió nuestro
país con mano firme durante casi medio siglo. Eso, parece que está fuera de
toda duda.
Y
parece también que Franco creía en una serie de teorías conspiratorias, y se
sentía víctima de las acechanzas de un misterioso contubernio-judeo-masónico-comunista
internacional. A este respecto, como a veces había declarado, decía que nunca
se le perdonaría haber sido el único que lo había vencido, en una guerra
fratricida de una crueldad sin límites, y esto por la sencilla razón de que la
masonería es un enemigo que no se rinde jamás.
En
todo caso, se resistía a verse a sí mismo como el verdugo que, sin embargo,
lamentablemente resultó ser. Incluso, cuando al final de su vida, en su
testamento político, a la hora de hacer la reflexión más íntima y personal de
quien se sabe, cómo él, al borde irremediable de la muerte, pidió perdón,
solicitó que se mantuviera la unidad de España y volvió a la cantinela de
siempre: «No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana
están alerta. Velad también vosotros y deponed, frente a los supremos intereses
de la Patria y del pueblo español, toda mira personal».
En
estado de alerta. Así, quedaba lo de la masonería, insinuado implícitamente,
pero no explícitamente, porque Franco era así. Entonces lógicamente surge la
duda ¿Eso de la masonería y de los masones, estaba incluido en la nómina de los
peligrosos «enemigos» de España, que, al parecer, durante tantos años le
quitaron el sueño y le amargaron la vida? Ahí queda la pregunta hasta el final.
Un día Francisco Umbral publicó en un significativo libro sobre el Caudillo,
que «los masones eran los judíos de Franco», en una. clara referencia a la obsesión
antisemita de Hitler y la persecución de la masonería durante el franquismo.
Sí, los masones
eran los judíos de Franco, estaba obsesionado con ellos, pero, nadie sabe, a
ciencia cierta por qué, ni cómo. Tenía miedo a morir. Dormía siempre cerca de
la reliquia del brazo incorrupto de Santa Teresa, (de la que nunca se separaba)
en su mesilla de noche y que tenía una réplica de la Espada de San Pablo, entre
otras reliquias dignas de su devoción. Sabemos que fue socio de la Adoración
Nocturna desde su adolescencia y durante toda la vida, y que también murió con
un manto de la Virgen del Pilar que le trajo al hospital el arzobispo de
Zaragoza, monseñor Cantero Cuadrado, cuando no conseguía morir, en una larga,
interminable y dolorosa agonía, pero esto, es harina de otro costal.
Y que Franco no
se fiaba de nadie, no se fiaba ni de su propia sombra. Y todavía perduran
algunos misterios sin resolver, aunque nunca se sabe, y probablemente no se
sabrá. La inexplicable relación de Franco con la masonería y la persecución de
los masones, están fuera de toda duda. La persecución de los masones fue una
terrible realidad que provocó en la práctica, la total destrucción de la
masonería española, causando un enorme dolor que no convendría olvidar.
Pero, claro,
entre luces y sombras cabe preguntarse qué es la Masonería y por qué fue tan
perseguida durante el franquismo. La respuesta a estos dos interrogantes es el
objetivo principal de mi libro.
En
todo caso, parto de la idea de que en España prevalece aún todavía la visión
más oscura de la masonería, como la de un ente secreto, satánico e infernal,
causante de todos los males de España, como repitió tantas veces el Caudillo.
Una
visión que estaba tan arraigada en la mente de muchos españoles –y posiblemente
todavía lo esté– que por eso los masones tuvieron que esperar todavía unos
cuantos años después del fallecimiento de Franco, para poder regresar del
exilio. Y algo que también me parece muy significativo: la masonería no fue
legalizada hasta dos años después que el Partido Comunista de España (PCE).
Franco, no podía dormir tranquilo porque estaba convencido de que la Masonería
es un terrible enemigo que no se rinde jamás. Y esa era la peor de sus
pesadillas.
Es
difícil explicar el odio que tenía Franco a los masones. La tesis principal es
que todo se debía a que, en su etapa africana había intentado ingresar en una
logia de Larache, y muchos años después en otra logia de Madrid, sin haberlo
conseguido en los dos casos porque sus compañeros militares habían votado en
contra de tal pretensión, lo que provocó un tremendo resentimiento.
Esta
sería la razón de que cuando consiguió el mando supremo del Ejército Nacional,
y la máxima autoridad del Estado se dedicará a perseguir implacablemente a los
masones, como nadie lo había hecho en España. El problema es que todo son
especulaciones. No hay ninguna prueba real de que Franco hubiera solicitado
entrar en la Masonería, ni en África, ni en Madrid, pero el mito persiste, y el
mito de la frustración de Franco se niega a desaparecer.
Entonces,
¿por qué la masonería se convirtió para Franco en una obsesión que no le dejaba
vivir? ¿Por qué había que perseguirla? ¿Por qué la persecución de los masones
fue tan importante durante el franquismo? ¿Cómo se explica que el propio
dictador tuviera que ocuparse personalmente de atacarles con todas las armas de
que disponía? ¿Qué hizo que Franco dispusiera toda una legislación especial
para reprimir implacablemente a los masones? ¿Por qué les dedicó una ingente
cantidad de discursos y más de un centenar de artículos (aunque con varios
seudónimos) que publicó en el periódico falangista madrileño «Arriba» que tuvieron
que publicar obligatoriamente el resto de los periódicos españoles? ¿Y que, posteriormente fueron recogidos en un
libro?
-La
represión necesitaba de muchos elementos, factores y sujetos, ¿verdad?,
coméntanos por favor… ¿Cómo la lleva a cabo –me refiero a la represión--, y
quién la desarrolla…porque tuvo a alguien que era como el brazo ejecutor del
Franquismo frente a la masonería, ¿no? La
escenificación de esa represión tenía mucho que ver, además, con ese discurso
retroalimentándose con la represión, ¿no? -Amigo ese odio, esa represión
posterior, esa persecución viene dada porque él sentía en la masonería como una
especie de “contrapoder” o crees que, incluso, les podía tener como una especie
de miedo, frustración …
-En
la segunda parte estudio la represión de la masonería en la guerra civil y
durante el franquismo. Digo que, junto con el tema de la obsesión antimasónica
del Caudillo, la represión de la masonería fue uno de los elementos más
definidores de la dictadura franquista. Franco se sirvió fundamentalmente de
dos leyes específicas para afrontar ese singular combate contra la masonería
que consideraba como uno de los enemigos más peligrosos de España.
El 1 de marzo de
1940 se aprobó la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo. Esta Ley fue
junto con la Ley de Responsabilidades Políticas, el mecanismo jurídico con el
que el franquismo persiguió a los masones españoles hasta prácticamente la
muerte de Franco. En la segunda parte de mi libro estudio los aspectos
histórico-jurídicos en los que se basó la represión de la masonería, teniendo
en cuenta que ésta se circunscribió en el marco general de la represión.
Al
triunfar el golpe militar del 18 de julio de 1936 y declararse el estado de
guerra, la represión de los republicanos y no adictos al nuevo régimen se
ejerció, en gran parte por juzgados militares, y por tanto bajo jurisdicción
militar. La utilización de esta jurisdicción fue masiva y generalizada durante
la guerra civil con miles de condenas a muerte y cientos de miles de procesados
y mantuvo su carácter preponderante durante el posterior quinquenio, 1940-1945.
La represión golpeó de un modo brutal a los masones españoles. Prácticamente
hasta después de la muerte de Franco la masonería estuvo estigmatizada y
perseguida en España.
Los
ecos de la represión resuenan todavía. La Ley de Responsabilidades Políticas
primero y posteriormente después la Ley de Represión de la Masonería y el
Comunismo, sirvieron para la persecución de los masones, incluso de los que
habían fallecido antes de la guerra civil. Las Auditorias de Guerra fueron los
tribunales militares que juzgaron en Consejos de Guerra a los prisioneros de
guerra republicanos capturados en acción bélica, así como a infinidad de
civiles detenidos por la autoridad militar durante y después de la guerra
acusados de rebelión militar, auxilio a la rebelión, tenencia de armas,
terrorismo, etc. Los Consejos de Guerra se realizaron fundamentalmente mediante
procedimientos sumarísimos, en los que con escasas o nulas garantías legales se
instruían, juzgaban, condenaban y ejecutaban las sentencias en un plazo de
tiempo brevísimo, incluso sólo de horas.
Durante
la postguerra, el régimen franquista aplicó la legislación represiva generada
durante la guerra civil española (1936-1939), ampliada por un con-junto de
órdenes, decretos y leyes de carácter complementario. De 1939-1948, el eje de
la política represiva fue la «justicia militar», que, mediante sumarios de
urgencia y consejos de guerra, llenó las cárceles de presos, y en algunos casos
los cementerios de ejecutados (el Decreto de 28 de julio de 1936 se mantuvo
hasta julio de 1948).
La
legislación militar fue completada con la Ley de Responsabilidades Políticas,
de 9 de febrero de 1939 (reformada el 1942, y derogada el 1945, aun-que sus
expedientes estuvieron vigentes hasta 1966), con la finalidad de extorsionar
económicamente a las personas y a las familias del bando republicano y a sus
herederos en caso de fallecimiento del encausado.
La Ley de
represión de la Masonería y el Comunismo de 1 de marzo de 1940 (vigente hasta
el 1964); la Causa General (abril de 1940) y la Ley de Seguridad del Estado, de
11 de abril de 1941. El 3 de enero de 1945, entra en vigor el Código Penal
franquista, y el 18 de abril de 1947, la Ley de Represión del Bandidaje y
Terrorismo. Finalmente, en los años sesenta se creó el Tribunal de Orden
Público (1963-1977), que llegó a procesar a miles de españoles antifranquistas,
produciendo más de 22.660 sentencias.
Debemos recordar
que desde el mismo inicio de la guerra civil fueron fusilados los masones en el
bando rebelde, por el simple hecho de serlo y sin necesidad de ninguna prueba,
ni de ninguna otra acusación. Incluso, se dio el caso de que fueron fusilados
algunos que no eran masones pero que habían sido acusados de serlo.
Franco
en unas declaraciones publicadas en el periódico «L’ Echo de París, el 16 de
noviembre de 1937, manifestó que los objetivos de la guerra civil eran
«nacionales» y «religiosos». «Nuestra guerra –dijo – es una guerra religiosa.
Nosotros, todos los que combatimos, cristianos o musulmanes, somos soldados de
Dios y no luchamos contra los hombres, sino contra el ateísmo y el
materialismo, contra todo lo que rebaja la dignidad humana, que nosotros
queremos elevar, purificar y ennoblecer».
En todo caso, el franquismo, que se definía a
sí mismo como un régimen «nacido de la Cruzada», y que por tanto llamaba
cruzada a su golpe de estado y a la destrucción que ocasionó, encarnó fielmente
el espíritu inquisitorial. Este espíritu destructor fue impulsado desde algunas
publicaciones falangistas, como por ejemplo Arriba España, en cuyo primer
número –publicado el 1 de agosto de 1936–, se leía en primera página:
«Camarada, tienes la obligación de perseguir al judaísmo, a la masonería, al marxismo
y al separatismo. Destruye y quema sus periódicos, sus libros, sus revistas,
sus propagandas».
El Papa Pio XII
en el mensaje navideño de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, todavía
hablaría de la necesidad de llevar a la práctica este espíritu belicoso
cristiano: «El precepto de la hora presente no es el lamento, sino la acción
[...] Conviene a los mejores y más selectos miembros de la Cristiandad,
penetrados por un entusiasmo de cruzados, reunirse en espíritu de verdad, de
justicia y de amor, al grito de Dios lo quiere, dispuestos a servir, a
sacrificarse, como los antiguos Cruzados».
-¿Y qué nos puedes
decir del discurso antimasónico…?
En la
tercera parte estudio el discurso antimasónico de Franco. Este tema continúa
mis estudios anteriores que abordé en mi último libro titulado “Palabras
asesinas. El discurso antimasónico en la guerra civil española”. Digo que la
producción antimasónica del Generalísimo –como sucede también con los discursos
antisemitas de Hitler, y las proclamas fascistas de Benito Mussolini– es
extensísima. Lógicamente no todas son igual de logradas.
Y
algunas han pasado a la Historia, como su último discurso, aquel que pronunció
el 1 de octubre de 1975, desde el balcón principal del Palacio Real, con motivo
de una manifestación de apoyo al gobierno, frente a las protestas que se
produjeron contra las últimas ejecuciones del 27 de septiembre de 1975.
Es de
sobras conocido que, en esa oportunidad, como había hecho siempre, volvió a
denunciar la existencia de un contubernio, contra España, sosteniendo que «todo
se debía a una conspiración masónico izquierdista, en contubernio con la
subversión terrorista-comunista en lo social». Pero, evidentemente otros
discursos del dictador en clave antimasónica que he estudiado con anterioridad,
también son memorables.
Dedico
al tema de la legalización de la masonería española un amplio capítulo. Y otro
a los masones y la memoria histórica. Finalizo con un apartado dedicado a la
bibliografía y otro a la cronología de Franco.
-¿Cómo
ha sido el proceso y la tarea ardua de investigación que, además tiene mucho a
ver con el proceso de documentación?-La investigación, la recopilación de
documentación, el contrastar todo ello…el aproximarse a testimonios más o menos
directos sobre vuestro trabajo…es un trabajo que requiere de trabajo, minuciosidad, pero también de mucha
gratificación….¿qué nos puedes decir?-¿Y qué metodología de trabajo sueles
seguir? ¿Trabajas sobre un guion de
cuestiones y/o preguntas sobre las que ir encontrando respuestas?
- Mi libro está estructurado a la
manera clásica, tiene un prefacio, una introducción, tres partes que me parecen
significativas. La primera parte se dedica al tema de la obsesión antimasónica
de Franco; la segunda a la represión de la masonería; y la tercera al discurso
antimasónico. Y un amplio capítulo de bibliografía, y otro de cronología.
Mi libro es el resumen de cinco intensos
años de trabajo historiográfico. Considero que la figura de Franco –como el
franquismo-, debe ser estudiada con rigor y profundidad.
-¿Nos
puedes decir en qué estás trabajando ahora?
-Ahora, en la actualidad,
estoy estudiando la doctrina pontificia antimasónica porque me parece que es
una de las fuentes intelectuales fundamentales que explican –si pueden ser
explicables- las causas y las consecuencias del combate antimasónico franquista
que lamentablemente produjo la total eliminación de la Masonería en España.
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