Cazarabet conversa con... Carlos
Tundidor, autor de “Esperaré a que hayas muerto” (Mira)
Una novela sobre la
más cruda posguerra del escritor zaragozano Carlos Tundidor, editada por Mira.
El escritor acercándose
a miembros de la Brigada Político Social…se acerca a los miedos, obsesiones,
sueños rotos, castigos, represiones de un régimen que empezaba a zozobrar ante
la agonía del dictador…el mismo que se alzó un tórrido verano del 36 y que
haciéndose sitio entre los demás alzados, a codazos, se acercó al poder , se
hizo con él e impuso una dictadura dura y represiva, haciéndose valer de brazos
como la BPS que afianzó la dictadura, a golpe de miedos, cuarenta largos años…
Lo que nos cuenta
la editorial, Mira. La sinopsis:
Esperaré a que hayas muerto es una novela actual, cruda, sin tapujos, un relato que cabalga de
manera descarnada por los últimos cuarenta años de la historia de nuestro país
a través de las trayectorias de unos personajes que formaron parte de la BPS,
la temida Brigada Político-Social franquista.
La búsqueda por parte del protagonista, héroe de este particular western de
venganzas y ajustes de cuentas, de sus torturadores (el siniestro «quinteto de
percusión») nos conducirá a distintos escenarios (Madrid, Valencia, Zaragoza,
Córcega, Iparralde, París, Zuera…) en los que la
víctima y los verdugos se convierten en las piezas de un tablero de ajedrez
cuyas figuras parecen obedecer los designios de un fatum que
lanzara al aire una moneda con dos caras, la vida y la muerte… Y el amor,
también el perdón, como redención y bálsamo para curar las heridas.
Y, como telón de fondo, la transición democrática, la matanza de los
abogados de Atocha, el 23-F, los años violentos de ETA y del GAL, la corrupción,
la impunidad... sirven de marco para ir tejiendo la trama con un toque de
suspense desde el comienzo de la novela. La narración, con el ritmo vertiginoso
de una montaña rusa, nos acerca y aleja a un tiempo de la persecución,
verdadero hilo conductor y leitmotiv de Esperaré a que hayas muerto, al último
miembro del quinteto, alias el Niño, el ex policía más sangriento del grupo, el
núcleo de ese ovillo de Ariadna por cuyas hebras caminaremos, capítulo a
capítulo, de la mano de Juan Valdivia hasta llegar a descubrir la identidad de
su verdugo.
«—¿Y qué pretendías? ¿Arruinarme la vida?
—Denunciar a todos los que han querido, como tú, falsear y ocultar la historia.
Impedir que personajes de tu calaña vuelvan a cometer las fechorías que tú
perpetraste si no ponemos los medios para evitarlas. Que nuestros hijos y
nietos sepan que existió un submundo de maldad, de terror, un submundo en el
que la libertad se mataba a golpes (…). Te dije que no te odiaba. Pero, para
que esbirros como tú no existan, nunca deberíamos olvidar los motivos, las
causas, la historia, en suma. Y eso es lo que he hecho, recordar la historia. Y
te olvidas de una cosa vital: yo puedo perdonarte pero la historia, la
justicia, no».
El autor, Carlos
Tundidor: arlos Tundidor Diaus (Zaragoza, 1948), ingeniero químico, ejerció
profesionalmente como director gerente de una empresa de Ingeniería fundada en
1976. Desde 2010, año en el que Certeza editó su primer libro de
relatos, Susurros al viento, ha publicado, en este mismo sello, El
pueblo que no sabía reír; 7 días de Gloria, novela de corte social ambientada
en Madrid; 10 historias bajo el felpudo; y Banderines de enganche. En
Huella Digital, publicó en 2015 Cuando las bestias se disfrazan de
hombres, un ensayo novelado sobre seis poetas republicanos, y, en 2016, su
primer poemario, Madruga con rabia el horizonte. También en 2016 publicó
su segunda novela, El viejecito de los zapatos rojos y otros cuentos
inmorales y, ya en 2018, su último libro publicado hasta la fecha, La
salvaje mirada del agua, una colección de diez textos articulados en torno al
agua.
Ha participado en algunas antologías. Entre ellas, Salou en la
memoria, Palabras contadas, Un día de fiesta, Plazuelas para el
sosiego, Fondeadero de sueños…
Vinculado a distintas asociaciones culturales (Asociación Aragonesa de
Escritores, Amigos del Libro, Asociación Cultural Albada...), es coordinador
del premio de relatos Albada-Comuniter-Serret, ya en su séptima edición, cuyo tema para
concursar, Terra Vacua, es el problema de la despoblación del mundo rural.
Cazarabet
conversa con Carlos Tundidor:
-Carlos, ¿desde dónde surge esta novela; qué
necesidad como tuya e interna viene a “llenar”?
-Tenía trece años cuando unos timbrazos
anunciaron la visita de dos individuos malencarados,
groseros y violentos. Eran dos especímenes de la temida BPS del régimen. Venían
a registrar el piso. Lo dejaron “patas arriba”
comportándose con extrema violencia hacia mi madre o hacia el crío, en este
caso yo, que les salió preguntando los porqués. Mi hermano había “caído” con la
acusación de pertenencia al partido comunista. Esa es la primera imagen que
tengo de esos individuos que torturaron y mataron con total impunidad para que,
al final, ayudados por unas estructuras incólumes, nadie los importunara por
sus crímenes en la llamada “Transición”.
-Acercarse
a la Brigada Político Social, aunque hayan pasado unos años…no debe resultar
nada sencillo, verdad, ¿qué nos puedes explicar?
-Ahora, el tema está en candelero y espero
que las conciencias de los tipos que mataron y torturaron estén inquietas, que
les cueste dormir, al menos por la inesperada “fama” de estos meses. La novela
la terminé hace casi tres años, y la recogida de documentación es anterior. No
fue sencillo compilar la trayectoria de algunos de sus más famosos pistoleros,
pero se consiguió, al menos parcialmente. Evidentemente, los nombres son de
ficción, pero en muchos de los acontecimientos que se narran, la mano de
algunos de estos sicarios llegaba hasta allí, de nuevo a matar y conspirar.
-¿Qué
te hizo cómo tomar el pulso a esta BPS?
-Una de las estructuras que quedó intacta en
la Transición ―y después de ella― fue la Brigada Político Social.
Otra de las estructuras que se mantuvo intacta fue el T.O.P. (Tribunal de Orden
Público), hasta el punto de que algún juez de este Tribunal franquista, con las
manos llenas de sangre, ascendió por “méritos” hasta el mismísimo Tribunal
Supremo. España fue una dictadura en la que, con la excusa de una amnistía
general, fueron prescritos delitos de genocidio. Y estos dos pilares del
franquismo, la policía política y los tribunales políticos fueron determinantes
en ese inmenso genocidio de cuarenta años, con muchos miles de muertos,
torturados y presos. El sentido de justicia más elemental es el que me hizo
remover en el asiento y escribir esta novela.
-Las
víctimas convivían, en esta ciudad, Zaragoza, en crecimiento y recrecimiento,
por las sucesivas migraciones del mundo rural que se iba vaciando con los
verdugos….me da que formando como una especie de “subconjunto social” o
“submundo” en el que debieron de llegar a conocerse todas y todos, ¿verdad?
-Zaragoza, en los años críticos del
franquismo (1960-1970) era una ciudad de poco más de 300.000 habitantes. Una
ciudad cuyo mundo cultural, tanto el proveniente de la Universidad como el
originado por las organizaciones obreras, se concentraba en un espacio
relativamente pequeño, alrededor de Independencia y de la Universidad. Es fácil
que las personas concienciadas con los problemas de falta de libertades, no
demasiadas, a pesar de la clandestinidad obligada se conocieran. También, por
las mismas razones, el submundo de los policías políticos se intentaba ocultar,
pero no era desconocido. Si hubiera existido la posibilidad de hacer
“escraches”, más de uno los habría tenido. El jefe de todos ellos, señor Gilaberte, vivía en plena calle San Miguel.
-¿Qué
conocías, antes de escribir la novela, de la Brigada Político Social?
-Como te he comentado, en los años sesenta y
pocos los conocí en su salsa y de la manera más cruda posible. Pocos años
después, militando en el partido comunista, tuve de ellos alguna referencia
más. En realidad, el mayor conocimiento de la BPS como estructura viene, no de
aquellos años, sino de hace muy poco: de los meses en los que estuve recopilando
datos.
-Ahora, seguro, que conoces mucho más a esa BPS y
para ello el proceso de investigación, lectura, recogida de documentación,
contrastación de informaciones y demás debió de ser de lo más trabajoso, pero ,
a la vez, interesante y estimulante. Por favor, ¿qué nos puedes explicar?…
-Efectivamente, ahora tengo más datos y
documentación. La suficiente para estar preparando una conferencia con el
título de “La BPS y el TOP después de la Transición”. La policía política, formada
para tal cometido desde los inicios de la dictadura, tuvo una trascendencia
casi absoluta para su permanencia. Fueron 22.000 policías los que,
exclusivamente, se ocuparon de la aniquilación política del disidente. Con este
dato, puedes imaginar que los espiados, los informes, los fichados, las
detenciones, las torturas, se contabilizaron no por miles, sino por docenas o
centenares de miles en algunos casos.
-¿Hubo
mucho silencio tras el paso de la BPS?; ¿por qué crees que es así?
- Si lo que quieres decir son las razones del
silenciamiento de la BPS, creo que obedece a lo siguiente. Algunos de los temas
de la Transición se solucionaron a medias. Uno de ellos fue la forma del Estado
que no se preguntó a nadie. Otro fue sepultar bajo una pretendida Ley de
amnistía, que no respondía a criterios de los Derechos Humanos (los crímenes de
genocidio no prescriben), a los cientos de miles de delitos, crímenes,
torturas, que se dieron en el franquismo. Por ello, las estructuras de la
policía política y el TOP tuvieron todo el tapadillo posible. Se disolvieron
las instituciones, pero las personas se mantuvieron, incluso con honores.
-¿Cómo
actuaba y bajo qué criterios la BPS...más o menos bajo las mismas premisas que
en otras ciudades del Estado Español?
-En todos los lugares, la BPS actuaba bajo
los mismos criterios y bajo órdenes directas del Ministerio de Gobernación. Era
una policía política con los mismos objetivos, tácticas y medios que las
restantes policías políticas de otras dictaduras: la PIDE de Salazar, la
SECURITATE de Ceaucescu, la STASI de Alemania del
Este, el FBI de la caza de brujas del macartismo, etc. El objetivo era
aniquilar, incluso físicamente, a cualquier persona disidente. Las tácticas
eran el espionaje, la eliminación de libertades, incluso de las mínimas en
cualquier sociedad (léase el secreto de correspondencia o el secreto
telefónico), la intimidación… Los medios eran la checa, las torturas, el
aislamiento sin defensa, los interrogatorios, las palizas, la muerte muchas de
las veces.
-Pero
en esta novela los personajes tienen mucho a decir….el eje puede que sea la
BPS, pero los personajes son lo que le da alma, ¿qué nos puedes comentar?
-Naturalmente. He pretendido denunciar a
estos asesinos, sus métodos, la ausencia de cargos, pero también ha querido
dotar de “alma” al menos a uno de ellos. Al coprotagonista de la novela. Al
torturador que le da pánico confesar de qué iba su trabajo a la hija que no se
atreve a preguntar, a ese monstruo en principio que, poco a poco, comprende la
magnitud de los crímenes cometidos junto a otros cuatro compañeros: “el
quinteto de percusión” como eran llamados. Esa conciencia de los crímenes y su
arrepentimiento, da lugar a la existencia de una química especial entre el
torturado y el torturador. Y que se atisbe, también, el perdón, que no el
olvido.
-Pero
el escenario, Zaragoza, también tiene su protagonismo…tú te acercas a la
capital del Ebro sagaz, pero sutilmente como espiándola…
- Aprovecho que uno de los fondos, uno de los
paisajes que retrato en la novela es Zaragoza para que el protagonista se cuele
por sus calles, por la Expo del Agua, por sus rincones. En esta novela hay
muchos paisajes retratados: Madrid, Valencia, el País Vasco-francés, París,
Córcega, Zuera, también la ciudad del Ebro. El trato que doy a estos paisajes
es como si tuvieran vida, como si fueran otros tantos protagonistas; el lector
lo entiende y se introduce en esos lugares como si fuera uno de los actores.
-Este
tipo de novelas ¿podrían ser contributivas del movimiento en torno a la Memoria
Histórica—en parte vista desde el período de la transición--, desde la
literatura?
-La Memoria Histórica tiene un importante
papel que jugar reivindicando cerrar las heridas abiertas por causa de los
miles y miles de asesinados en las cunetas sin devolverles su dignidad en unas
fosas, a causa de las sentencias condenatorias de unos tribunales franquistas
que, todavía, en muchos casos, no se han revocado. Aquí, he querido jugar otro
papel. He querido plantear la Transición, los últimos 40 años de nuestra
democracia, vistos bajo la óptica de unos asesinos sueltos. Y de lo que esos
asesinos podían cometer al amparo de otras instituciones. He querido dotar a la
novela de un ritmo casi cinematográfico y de un ambiente de thriller: la
búsqueda de unos asesinos, pero también el fresco de las cuatro últimas décadas
con nuestras virtudes y con nuestras miserias. He querido plasmar las
deficiencias de una Transición que tenemos que cerrar entre todos, al menos por
la mayoría, mejor que entonces para que de aquellos polvos no vengan más los
lodos actuales.
-Carlos, por favor, explícanos a qué estrategias
o a qué metodología de trabajo te has acercado y te has hecho tuyas para,
finalmente, escribir este libro? ¿Se cambia de
“metodología” según de qué se escriba o qué historia se quería reflejar?;
Háblanos, por favor, de esas posibles diferencias, por favor….
-Supongo que sí, que dependiendo del tipo de
novela que se escribe cambia la metodología. Esta es una novela que, aunque no
tiene la categoría de documento histórico, ―es de ficción― sí que
necesita una documentación ingente para poder describir los fondos históricos
con un rigor documental. Es verdad que, en algunos momentos, interviene la
ficción, la imaginación del escritor, pero en esta novela las precisiones
históricas están muy contempladas y llevadas al máximo detalle. Por lo tanto,
en “Esperaré a que hayas muerto” el principal componente es el acopio de
documentación contrastada. Cuando los protagonistas están con el fondo
histórico y paisajístico de la ETA o del GAL, por ejemplo, contrasto multitud
de fuentes, de documentos, de libros, para que la visión del fondo sea lo más
certera y exacta posible. Luego estará la opinión de cada uno para que una
posible respuesta vaya por un lado o por otro, pero el entramado histórico no
se ha falseado.
-Es
una novela, pero flanqueada por hechos históricos…el escritor aquí ejerce la
creación como encorsetado por unos hechos que son o no son… ¿cómo te sientes
partiendo de este papel?
-Desde el primer momento quise hacer una novela, no un documento
histórico ni un ensayo. Quise dotarla de acción, de suspense, de un ritmo
trepidante que la hiciera ágil, entretenida, que el lector/a la siga,
ávidamente, hasta el final. Creo que eso se ha conseguido. Es una novela que se
lee hasta la última página con la sensación de querer llegar, de querer más.
Novela que, no solo entretiene, sino que también informa sin deformar en
absoluto. Sabiendo eso desde el principio, creo que me metí de lleno en los
personajes y les insuflé esa vida que hace que sean creíbles. En cualquier
novela, película, el tema, los personajes, los actos de estos, deben de ser
creíbles para que el lector, o espectador, se meta en la piel de los
personajes. Pienso que, aquí, en esta novela, se ha conseguido. Por lo tanto,
me encuentro muy satisfecho al final de este camino.
-¿Qué
ha significado para vos trabajar con Mira Editores? ¿Cómo ha sido la
experiencia? ¿Qué ha significado para ti como escritor y como persona…?
-Trabajar con Mira ha sido, en primer lugar,
un placer. Me he sentido acompañado, arropado por Berta, por el filólogo que ha
querido completar un trabajo digno, por la actitud de Joaquín Casanova. Muchas
veces no es suficiente que la novela sea inteligente, interesante, imaginativa,
ha de tener estilo, ha de embarcarse en las normas de la creación literaria. Y
en eso he de confesar que he aprendido mucho, mucho y bien. Y la mayor parte de
eso, por no decir todo, lo tengo que agradecer a todo el equipo de Mira
Ediciones y, vuelvo a repetir, fundamentalmente a Berta. Creo que este libro es
el número once o doce de mis publicados, pero ha sido este el que me ha
enseñado más, cosas necesarias para el proceso de escritor. Como persona,
trabajar con Mira me ha supuesto mirar el horizonte con más humildad,
comprendiendo que estoy aprendiendo el oficio, día a día.
-Amigo
Carlos, sabemos que andas siempre entre letras, libros, creaciones, ¿nos puedes
dar alguna pista sobre lo que andas haciendo en estos momentos?
-Tengo tres o cuatro libros totalmente
terminados a falta de corrección y de encontrar editor: una novela histórica,
un libro de relatos, otro de artículos, una antología de novelas cortas y otra
de teatro breve. De todas las formas, me he planteado aprovechar este año para
tratar de promocionar este libro lo máximo que pueda. Es muy duro, durísimo,
tratar de impulsar un libro cuando no se dispone de apoyo mediático, pero voy a
intentar lo que esté en mi mano. Aparte de esto, a finales de año comenzaré la
coordinación de otra nueva edición del Concurso “Terra Vacua” con el tema
despoblación y mundo rural. En 2019 hay varios aniversarios que vale la pena
ofrecer algo de mi tiempo para hacerles un homenaje y estoy en ello. Sigo
promoviendo actos culturales en la Asociación Cultural de la que soy socio
fundador, Albada. Participo en un Ateneo Republicano que intenta retomar las
funciones didácticas de los Ateneos. Y, en los ratos, libres, sigo escribiendo
relatos más o menos cortos. Muchas gracias por las preguntas y por
vuestro interés.
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