La Librería de El Sueño Igualitario

Sin título-1.jpgCazarabet conversa con...   Fernando Arlettaz, autora de "Religión, esfera pública, mundo privado. La libertad religiosa y la neutralidad del Estado en las sociedades secularizadas" (Prensas de la Universidad de Zaragoza).

 

 

Un libro que Prensas de la Universidad de Zaragoza (PUZ) engloba dentro de la colección dedicada a las Ciencias Sociales desde la pluma de Fernando Arlettaz.

Esta colección, la de Ciencias Sociales, es de las más “ricas” de la PUZ. Visitar el enlace es imprescindible: http://puz.unizar.es/colecciones/52/12-Ciencias+Sociales.html

Desde nuestras conversas ya nos hemos acercado a algunos de los títulos, de la colección de Ciencias Sociales, que, además tienen vinculación con la religión… Os animamos a que visitéis estos enlaces:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/virgen.htm

Otros títulos de Prensas Universitarias en materia de Ciencias Sociales y con los que hemos trabajado:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/rodrigo.htm

Términos a tener en cuenta en este libro:

Secularización.- http://es.wikipedia.org/wiki/Secularizaci%C3%B3n

http://es.thefreedictionary.com/Secularizaci%C3%B3n

La Tesis de la secularización, muy interesante por Hector Solsona Quillis http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/secular.pdf

 

La sinopsis del libro desde Prensas de la Universidad de Zaragoza:

A pesar de las teorías que auguraban la progresiva pérdida de influencia de la religión en la vida de las sociedades modernas, la religión sigue estando presente. Y actúa no solo como motivación de conductas privadas, sino también en la esfera pública, intentando influir en la adopción de decisiones políticas. A través del estudio de algunos conflictos contemporáneos, este libro realiza un abordaje teórico del, aparentemente, renovado vigor religioso. Para ello, se apoya en conceptos siempre controvertidos, como el de neutralidad religiosa del Estado o el de libertad religiosa, y discute el rol de los grupos religiosos en el contexto de las sociedades democráticas.

 

Fernando Arlettaz es Doctor en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas por la Universidad de Zaragoza. Se desempeña como investigador del Laboratorio de Sociología Jurídica de esta misma Universidad. Sus campos de investigación son la Filosofía y la Sociología Jurídicas y el Derecho Internacional Público. Sus trabajos están centrados en la laicidad del Estado y la libertad de conciencia, el estatuto de extranjeros y migrantes, y el multiculturalismo, entre otros temas. Colabora con la Cátedra Extraordinaria sobre la Laicidad de la Universidad Nacional Autónoma de México

Otros títulos de este autor: http://www.unirioja.es/dptos/dd/redur/busqueda/autores/arlettaz.htm

 

 

Cazarabet conversa con Fernando Arlettaz:

image_gallery.jpg-Fernando, deberíamos vivir en una sociedad en lo que todo lo concerniente a lo público fuese laico… sin intromisión de nada de lo religioso, pero todavía hay lugares con el crucifijo; capillas en Universidades o en los hospitales… es como llevar una carga arrastrando ya no sé si por dejadez, convicción o dejar estar…

-Estoy de acuerdo con lo que dices, aunque creo que se debe precisar un poco el sentido de la palabra público. Efectivamente, lo público debe ser laico, si por público entendemos todo aquello que involucra de algún modo a la autoridad pública. Tomarse en serio la igualdad de los ciudadanos significa que el Estado no puede declarar su preferencia por una religión en perjuicio de otra, y que por lo tanto no es legítimo que haya símbolos religiosos en los establecimientos públicos o que personas que ejercen funciones públicas participen en actos religiosos. Pero esto no quiere decir que todo el espacio público, entendido como los lugares físicos o discursivos que compartimos todos los ciudadanos, deba limpiarse de toda manifestación religiosa. La calle es un lugar público, y no veo ningún inconveniente en que por allí transite un cura con sotana o una mujer con burka, o que allí tengan lugar las tradicionales procesiones de Semana Santa (salvando, por supuesto, los requisitos mínimos de respeto a la seguridad y convivencia).

-¿Por qué es tan difícil conseguir una sociedad secularizada y laica? (respetando que luego cada uno haga lo que crea conveniente o lo que desee desde el plano  personal)

-Nuevamente creo que es conveniente aquí establecer una distinción, que de algún modo es paralela a la recién hecha. Conseguir un Estado laico es un objetivo central de cualquier opción política verdaderamente respetuosa de los derechos de los ciudadanos. El Estado no debería tratar a los ciudadanos de modo diferente en razón de sus pertenencias religiosas ni manifestarse a favor o en contra de las opciones religiosas que ellos hagan. Por supuesto, conseguir un Estado laico no es algo fácil, porque la inercia de la historia ha ido durante mucho tiempo en sentido contrario: durante la mayor parte de la historia de la humanidad la autoridad política ha tomado opciones religiosas fuertes. Y ahora la distinción: conseguir un Estado laico es un objetivo político legítimo, pero este objetivo no se extiende a la consecución de una sociedad secularizada, es decir, una sociedad en la que la religión pierde influencia en la vida de las personas. Así como no creo que sea legítimo que el Estado favorezca ciertas creencias por encima de otras, tampoco creo que sea legítimo que desde el Estado se busque secularizar a la sociedad. La sociedad será mayoritariamente católica, musulmana, agnóstica o atea según las opciones que libremente hagan los ciudadanos. El Estado debe garantizar que los ciudadanos puedan tomar esas decisiones de modo libre e informado, pero no puede decidir por ellos.

-En países como España que vivió una dictadura tan hermanada con el catolicismo (en realidad una dictadura nacional catolicista), ¿es más difícil el camino hacia la secularización o es más una cuestión de voluntad y de valentía política….? Se trataría de “obedecer” simplemente a la Carta Magna, ¿no?....

-Como decía, el camino hacia un Estado laico no es fácil. Y por supuesto, es más difícil en aquellos países que tienen una historia reciente en la que un grupo religioso concreto ha jugado un rol político decisivo. Creo por supuesto que se trata de una cuestión de voluntad política; pero la voluntad política descarnada no existe. Las circunstancias hacen que esa voluntad tenga más o menos margen de acción.

Y respecto de lo que dices de la Constitución, no creo que se trate simplemente de un problema de obediencia. Y esto por dos razones. En primer lugar, porque la Constitución española, como muchas otras constituciones, es el resultado de un consenso político. Los consensos sobre puntos discutidos exigen muchas veces que las definiciones constitucionales tengan cierto margen de ambigüedad. Y esto es lo que pasa en este caso: la Constitución dice que ninguna confesión religiosa puede tener carácter estatal, pero también dice que los poderes públicos deben tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y que deben cooperar con la Iglesia Católica (a la que menciona expresamente) y con las demás confesiones. Y en segundo lugar, porque incluso dejando de lado la particular ambigüedad de este caso, las definiciones constitucionales son siempre afirmaciones amplias, sujetas a la posibilidad de interpretación. Por ejemplo: a pesar de la clara fórmula de la Constitución de los Estados Unidos sobre la separación entre lo religioso y lo estatal, la Corte Suprema no ha encontrado ningún problema en que Dios sea mencionado en el himno, la moneda y el juramento presidencial de ese país.

-¿Por qué el Estado, este Estado (después de la dictadura, la transición y años de diferentes gobiernos…), no es neutro, religiosamente hablando… no hay más que mirar que aquí para muchas cosas o hay funerales o misas solemnes…? ¿Hubo quizás una especie de pacto, en la transición, entre diferentes fuerzas políticas que impidiesen los “pasos de la secularización” hacia un Estado laico verdadero y pleno?

-Sí, me remito a lo que acabo de decir. Efectivamente, hubo un pacto que quedó plasmado en la disposición constitucional de la que ya hablé. Quizá esa era la opción más viable teniendo en cuenta las circunstancias del momento. En cualquier caso, resulta preferible un Estado tímidamente aconfesional y cooperante a un Estado abiertamente confesional y represivo. Dicho esto, creo que todavía queda mucho margen, incluso con la redacción actual de la Constitución, para avanzar en una mayor laicidad del Estado. Y por supuesto, creo que ese avance sería deseable.

Sin título-2.jpg-¿Y qué pasa cuando en vez de ser la religión un elemento individual, voluntaria y opcional a elegir por cada individuo de manera libre pasa a ser, incluso, un elemento con el que juegan los partidos, unos más que otros en campaña electoral? (el vídeo de VOX  que incurrió en los últimos días de Campaña -Electoral de Andalucía 2015, no tiene desperdicio).

-Como ya decía, la laicidad es exigible al Estado. Y por eso creo que también es exigible a quienes aspiran a ocupar puestos públicos de dirección. Los partidos políticos no deberían lanzar mensajes en clave religiosa, porque lo que hacen (o deberían hacer, aunque no siempre lo hagan…) es presentar públicamente el programa que pretenden ejecutar si reciben la confianza de los ciudadanos. Y este programa no puede ser un programa religioso. En algunos países en los que el peso de una tradición religiosa concreta es muy grande (estoy pensando particularmente en el caso de México) la justicia ha debido intervenir para limitar el uso de símbolos y terminología religiosos en las campañas políticas. En el caso de España el uso no es tan abierto y marcado, pero la cuestión de principio es la misma.

-Fuera de lo público. Las diferentes religiones cómo intentan activarse, reactivarse e influenciar entre la ciudadanía… porque todos tenemos nuestras ideas, convicciones y demás….

-Sí, es verdad eso que señalas. De hecho, algunos hablan de un renacimiento de lo religioso. Sucede que durante mucho tiempo la interpretación dominante en buena parte de la teoría social era que a medida que las sociedades se modernizaban (es decir, que se industrializaban, aumentaba la población urbana en relación con la rural, crecían los niveles de alfabetización, etc.), la religión tendía a desaparecer como un factor relevante en la vida de las personas y de los grupos. Esta es la versión clásica del llamado paradigma de la secularización. Hoy las lecturas son más matizadas. Personalmente no estoy muy seguro de si es correcto hablar de un renacimiento de la religión, porque esto supondría que alguna vez la religión estuvo desaparecida, lo que no es completamente cierto. Lo que sí es cierto es que la religión tiene una presencia pública importante y que desde allí intenta influenciar a la ciudadanía y al Estado.

Dicho esto, no creo que haya nada de reprochable en esta presencia pública de la religión. Los grupos religiosos tienen el mismo derecho que cualquier otro grupo a hablar públicamente y a decir lo que piensan sobre cualquier tema de relevancia social. Ahora bien, lo que no pueden pretender los grupos religiosos es que las decisiones de la autoridad pública estén basadas en sus puntos de vista religiosos. Si quieren que sus puntos de vista sean tomados en cuenta por la autoridad pública deben hacer un esfuerzo por tornarlos comprensibles incluso para quienes no comparten su visión religiosa del mundo. Tienen que traducir su discurso religioso en discurso secular. Y tienen que admitir además que hay ciertos derechos que forman parte del consenso constitucional, y que sus puntos de vista no están por encima de esos derechos.

-Tú que eres un estudioso de todo esto: ¿cómo ves “el choque” entre lo político y lo religioso?

-No creo que haya un choque entre lo político y lo religioso. Lo que hay son relaciones siempre cambiantes y siempre complejas entre lo político y lo religioso. La forma deseable de esa relación en los Estados democráticos y constitucionales es la de la laicidad, aunque por supuesto se puede luego discutir mucho qué tipo de laicidad y con qué características.

-¿Crees que vivimos en una sociedad “libremente religiosa” o eso casi que no se consigue nunca porque si los que eligen que seas católico o no, en nuestro caso, ya son los padres cuando te bautizan a los pocos meses de edad….? (sí que es verdad que esto cada vez se da menos, pero…).

-Ese es un tema muy complejo. Efectivamente, la decisión sobre la pertenencia religiosa viene marcada en gran medida por las opciones religiosas de los padres. Pero esto sucede en muchos campos, y no sólo respecto de la religión. Las ideas políticas, los gustos estéticos y las concepciones morales de las personas también dependen en buena parte de la crianza que han recibido. Por supuesto, no se trata de una pura transmisión vertical. Muchas personas, en la juventud o en la edad adulta, cuestionan las ideas recibidas en sus casas. Muchas incluso se rebelan contra la formación que han recibido.

El estado de cosas actual protege el derecho de los padres a educar a sus hijos, incluso en materia religiosa. De hecho, el derecho de los padres a formar a sus hijos en sus puntos de vista religiosos y morales está protegido por varios tratados internacionales de derechos humanos. Esta es una opción acertada, porque la otra opción sería privar a los padres del derecho a educar a sus hijos. Sin embargo, el Estado debe velar por que la educación pública garantice una formación crítica suficiente como para permitir que las personas revisen las ideas recibidas de sus padres, de sus amigos, de los medios de comunicación. Así como el Estado no puede adoctrinar a nadie en determinadas convicciones religiosas, tampoco puede adoctrinar en el rechazo de las convicciones religiosas. La educación pública debe garantizar la autonomía del individuo. Luego cada quien decidirá si se mantiene las convicciones religiosas recibidas en casa o si las rechaza totalmente.  

Sin título-3.jpg-Tema del velo, del pañuelo… etc. ¿no es lo mismo que el llevar crucifijos o vírgenes colgadas del cuello? (personalmente a mí no me importa en absoluto, mientras lo lleven en plena libertad cada uno que vaya como quiera…). ¿Qué opinas?

-En el libro que acaba de publicar Prensas Universitarias de Zaragoza dedico un capítulo a las discusiones del velo. En cuanto símbolo de pertenencia a una determinada tradición religiosa, efectivamente el velo es equivalente a un crucifijo llevado por un cristiano o a una kipá llevada por un judío. Claro que el uso del pañuelo también tiene algunas connotaciones añadidas, reales o supuestas, que han llevado a su prohibición en diferentes lugares. En Francia se prohibió primero el pañuelo islámico en las escuelas y luego el velo integral en cualquier espacio público (con bastante hipocresía, por cierto, porque aunque estaba claro que las prohibiciones iban en contra del velo, las leyes decían que prohibían cualquier símbolo de pertenencia religiosas en las escuelas y cualquier prenda que ocultara el rostro en el espacio público, respectivamente). Bélgica también prohibió el ocultamiento del rostro en el espacio público y hace muy poco Holanda hizo lo mismo, aunque de modo más limitado. En España hubo intentos de algunos ayuntamientos de prohibiciones más o menos extensas, aunque el Tribunal Supremo dijo que los ayuntamientos no podían hacerlo (atención: no dijo que las prohibiciones eran en sí mismas ilegítimas, sino que los ayuntamientos no tenían competencia para establecer esas prohibiciones).

¿Cuáles son las connotaciones que se usan para justificar la prohibición? Aunque los debates sobre el tema tienen muchísimos matices, hay tres argumentos que son centrales. El primero es el de la igualdad: se asocia el uso del velo con la subordinación de las mujeres. Es verdad que en muchas corrientes religiosas (y no sólo dentro del Islam, obviamente) la mujer no está en pie de igualdad con el hombre. Pero esto no se combate prohibiendo que la mujer se vista de una determinada manera. Muchas mujeres que llevan el velo lo llevan por propia decisión. Se dirá que esta no es una decisión verdaderamente libre, porque muchas veces está influenciada por el contexto familiar de la mujer. Bien, de acuerdo. Pero, ¿acaso a alguien se le ocurre que nuestras decisiones son o pueden ser absolutamente libres de nuestro contexto? Mi decisión de usar estos pantalones vaqueros que llevo, ¿acaso es totalmente independiente del hecho de que todos mis amigos los usen y de que los vea día y noche publicitados en la tele? ¿Prohibimos entonces también los pantalones vaqueros?

El segundo argumento es el de la necesidad de ver la cara a nuestros conciudadanos. Cuando el año pasado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dijo que la prohibición del velo integral en las calles francesas no era contraria a los derechos humanos se basó en esta idea: que las personas tienen derecho a mirar cara a cara a sus vecinos, porque así se garantiza la comunicación mínima que está en la base de la convivencia de los ciudadanos. Personalmente creo que este argumento es tan absurdo como el anterior. En ninguna sociedad organizada sobre la base del respeto de las libertades individuales tiene una persona un derecho a entrar en comunicación con otra si esta otra no quiere hacerlo. Si tal derecho existiera tendríamos que obligar también a nuestros vecinos a que nos saludaran amablemente cuando los cruzamos en el ascensor…

Finalmente, el último argumento es el de la seguridad pública. Creo que este es el único argumento atendible, aunque por supuesto no permite justificar cualquier tipo de prohibición, sino sólo prohibiciones limitadas. Usted puede ir por la calle vestido como quiera. Pero cuando vaya a sacarse el carné de conducir, use una foto con la cara descubierta; y si en la carretera un policía le pide que se identifique, retírese cualquier cosa que le cubra el rostro para que podamos saber que usted es usted.

-Si no hay derechos de las minorías  y de todos los colectivos, así como de las libertades no creo que podamos hablar de verdadera libertad religiosa. ¿Qué piensas?

-Con la libertad de conciencia pasa lo que con cualquier otro derecho: es inseparable del principio de igualdad. La libertad de prensa para algunos y no para otros no es verdadera libertad de prensa. Una libertad de prensa extensa para unos y limitada para otros tampoco es verdadera libertad de prensa. Pues lo mismo puede decirse de la libertad de conciencia.

 

 

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Religión, esfera pública, mundo privado. La libertad religiosa y la neutralidad del Estado en las sociedades secularizadas. Fernando Arlettaz
297 páginas        15 x 22 cms.
20,00 euros
Prensas de la Universidad de Zaragoza



A pesar de las teorías que auguraban la progresiva pérdida de influencia de la religión en la vida de las sociedades modernas, la religión sigue estando presente. Y actúa no solo como motivación de conductas privadas, sino también en la esfera pública, intentando influir en la adopción de decisiones políticas. A través del estudio de algunos conflictos contemporáneos, este libro realiza un abordaje teórico del, aparentemente, renovado vigor religioso. Para ello, se apoya en conceptos siempre controvertidos, como el de neutralidad religiosa del Estado o el de libertad religiosa, y discute el rol de los grupos religiosos en el contexto de las sociedades democráticas.

Fernando Arlettaz es doctor en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas por la Universidad de Zaragoza. Ha desempeñado actividades docentes e investigadoras en diversas instituciones de España, Argentina, Francia, México y Colombia. Sus ámbitos de trabajo son la filosofía y sociología jurídicas, el derecho internacional público y los derechos humanos. Sus investigaciones abordan temas como la relación entre religión, derecho y democracia; la protección de las minorías y el multiculturalismo; y las migraciones internacionales. Actualmente es investigador del Laboratorio de Sociología Jurídica de la Universidad de Zaragoza y miembro del Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza.

 

 

 

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