La Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Loreto Urraca
Luque, autora de “Entre hienas” (Funambulista)
Loreto Urraca Luque indaga en este
libro sobre quién fue y cómo se lo hizo el agente que entregó a Companys.
El agente que entregó a Companys a la muerte
y que fue segando la hierba bajo los pies a la Resistencia contra los nazis en
Francia era su propio abuelo, Pedro Urraca.
No conforme con entregar al President de la República de Catalunya, Lluís Companys, este mismo agente fue el que
decapitó a la Resistencia Francesa.
El abuelo de la autora de este libro,
Pedro Urraca era el “hombre de Franco” en las sombras y entre los exiliados
españoles y republicanos…
La sinopsis del libro:
En esta indagación biográfica basada
en documentos inéditos, cartas y diarios, la autora desvela el alcance de la
colaboración entre los franquistas, los nazis y la Policía del régimen de
Vichy, trazando la peripecia existencial de su abuelo, Pedro Urraca Rendueles, oscuro policía franquista condenado a muerte en
rebeldía en Francia (1948) por connivencia con el enemigo durante la ocupación.
Huido a Bélgica, siguió trabajando para el Estado español hasta 1982.
Descubrimos también la historia de Antoinette Sachs, judía, pintora y amante de Jean Moulin,
en cuya vida se cruzó Urraca, algo que pudo haber sellado el destino trágico
del héroe de la Resistencia Francesa. Son también protagonistas los
republicanos españoles, los judíos y los resistentes, víctimas de la opresión
del totalitarismo.
Se revelan en el libro por vez primera detalles de la entrega de Lluís Companys
al régimen de Franco al tiempo que se plantea una tesis diferente sobre lo que
originó la captura del jefe de la Resistencia, Jean Moulin.
Un insólito y valiente
ajuste de cuentas literario que indaga en la memoria de los personajes para
denunciar la crueldad egoísta de unos fanáticos con poder. Una obra a caballo
entre la ficción y la Historia, que permite ahondar en la figura de Pedro
Urraca, «el cazador de rojos».
La autora, Loreto
Urraca: Licenciada en
Filología Hispánica por la Universidad Complutense. Los azares laborales la
llevaron a vivir en el extranjero durante su juventud. En 2008, descubrió por
la prensa la verdadera identidad de un abuelo apenas conocido. Desde entonces,
siguiendo las huellas del encargado de vigilar, perseguir y detener a los
republicanos exiliados en Francia, ha investigado la faceta más oscura del
primer franquismo y su implicación en la Segunda Guerra Mundial. En 2013, abrió
la página web www.pedrourraca.info Pedro
Urraca: Los ojos de Franco en Francia, para recopilar y compartir datos
sobre las personas mencionadas en los informes que el policía Pedro Urraca
enviaba desde París. Es la personal contribución de un descendiente de franquistas
a la recuperación de la memoria histórica y al restablecimiento de la dignidad
de los exiliados.
Con esta novela, basada en documentos de varios archivos, la autora aspira a
divulgar esa parte de la historia de España que deliberadamente se nos había ocultado.
También pretende despertar el interés de los investigadores por la escurridiza
trayectoria del agente Urraca en la red de espionaje Operación Gladio, desde su
inicio en 1946.
La web que ha creado la autora: http://www.pedrourraca.info/
Cazarabet conversa con
Loreto Urraca:
-Loreto, la pregunta es, quizás, muy previsible,
pero muy frecuentemente nos gusta empezar nuestros Conversas preguntando qué es
lo que te llevó a escribirlo, nos referimos al libro… Cuéntanos un poco, por
favor, la génesis de la historia.
-Hace diez años, ojeando El País, me topé con un artículo en el
que aparecía una foto de un abuelo al que apenas había conocido. El titular era
demoledor: El Cazador de rojos. La
sorpresa me empujó a leerlo. Era una extensa reseña de una tesis doctoral de la
Universidad de Barcelona sobre la persecución del exilio republicano (Jordi Guixé, La persecución
franquista en Francia). Me extrañó que ese abuelo despertara tanto interés,
pero leyendo lo que había hecho, comprendí que era el rostro de la represión.
Descubrí que Pedro Urraca Rendueles fue un policía
franquista destinado en Francia a partir de noviembre de 1939, con la misión de
perseguir y capturar a los líderes republicanos exiliados. Uno de ellos fue el
presidente de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys. Sentí rabia y
vergüenza, y tuve el presentimiento de que tarde o temprano, alguien me
vincularía con ese Pedro Urraca, por llevar este apellido tan poco común y
fácil de recordar. Pero en aquel momento, opté por no hacer nada, solo tratar
de pasar página y olvidarme del tema.
Algún tiempo después, me llamó una
periodista, Gemma Aguilera, que estaba redactando un
reportaje sobre Companys, en conmemoración del 70 aniversario de su fusilamiento.
El vínculo ya estaba hecho. La periodista me solicitó una descripción de mi
abuelo, que le contara mis recuerdos de pequeña. Comprendí que los
descendientes de las víctimas del régimen franquista estaban ávidos de
información, y como era inútil negar la evidencia de ser su nieta, sentí la
necesidad de desafiliarme públicamente de ese abuelo, al que solo había visto
en ocasiones esporádicas. Quería dejar constancia pública de que, a pesar del
parentesco, yo no tenía nada que ver con él, que no me había educado, ni
influido en mi personalidad. Pero yo no sabía nada de él. Tenía primero que
saber realmente quién había sido y qué había hecho, y me decidí a investigar
todo lo que pudiera sobre ese abuelo desconocido, para luego poder rechazarlo.
Fue entonces cuando me decidí a ir a
Barcelona, a leer la tesis, y según iba leyendo, fui recopilando todas las
fuentes documentales que se referían más a Pedro Urraca. A partir de esa lista,
empecé a consultar los archivos, para comprobar con documentos todas las
acusaciones que se le imputaban.
En cinco años visité varios archivos
en Francia y en España, y descubrí cómo los franquistas perseguían a los
exiliados gracias a la colaboración con los nazis y con la policía del régimen
de Vichy durante la ocupación de Francia. Pensé que era una parte de la
historia de España poco conocida y que había que divulgarla, y las historias
personales ofrecían materia de sobra para novelar.
-¿Cuándo y cómo te enteras de quién fue en
realidad, tu abuelo? Anteriormente a que saliese el artículo en prensa, ¿nunca
sospechaste nada?; ¿qué es lo que te contaban, escuchabas en el día a día y
sabías de tu abuelo? Porque me imagino en estos casos la persona a la que
conocemos y recordamos no tiene nada que ver con la que vamos descubriendo….para
bien o para mal…
-En mi caso no hubo una transmisión
de memoria ni por él directamente, ni a través de su hijo, porque mi padre se
fue de casa cuando yo tenía cuatro años. Por eso desconocía totalmente la rama
paterna de la familia y en mi casa, no se hablaba nunca de ellos. Mi padre reapareció con una
llamada desde Francia cuando cumplí 18 años, en 1982. Le conocí a él y a sus
padres unos meses después. En los siguientes años y hasta que Pedro Urraca cayó
enfermo hacia 1987, nos vimos en algunas ocasiones, pero yo intentaba
espaciarlas lo más posible, porque no me era agradable su compañía. Él
nunca me contó nada de su etapa en Francia, solo mencionaba que había sido
diplomático en Bélgica. Yo no le prestaba mucha atención, pensaba que eran batallitas
para deslumbrarme.
-Tu abuelo era policía y así, a priori, se podía decir que “cumplía
órdenes y con su deber”, pero, ¿además estaba convencido por lo que hacía?;
¿creía en “la Cruzada franquista”? Un espía para la dictadura franquista ¿tan
consagrado como hábil para escapar y seguir prestando los servicios para su
país hasta bien entrada, ya, la democracia…no?
-Entró en el Cuerpo de policía en
1929. De su trayectoria, deduzco que cumplió con más convencimiento las órdenes
de la época franquista, pero no he encontrado nada que confirme que era de
Falange, por ejemplo. Desde luego estaba convencido de lo que hacía y sabía muy
bien qué consecuencias tenían sus actuaciones. Está claro que era afecto al
régimen, pero también creo que su verdadera ideología era vivir bien durante la
guerra gracias a su situación.
Más que espía fue un agente de
policía del gobierno franquista, actuando en secreto en territorio extranjero.
Al acabar la guerra, la Policía francesa le acusó de colaboracionista con los
nazis, afirmando que les pasaba documentación de la valija diplomática
española. La CIA le utilizó más adelante como informador anticomunista, según
se lee en el informe Paper Mills and Fabrication.
-En
esos últimos años, ¿cómo los vivió?…la transición debió ser de lo más
“tediosa”, aunque cuando se perpetuó en el trabajo es porque se le precisaba,
¿no?… ¿Cómo y de qué manera continuó con el trabajo, después de su paso por la
Francia de Vichy? (Aunque de Francia le tocó marchar como “en busca y
captura”….Vivió con Francia una auténtica relación de “amor -odio”, ¿no?)
-En Agosto de 1944 escapa del París
recién liberado y se cierra su etapa en Francia. Terminada la guerra mundial,
le destinan a la embajada española en Bélgica como adjunto del agregado
comercial, aunque debía ser una tapadera, para continuar con su trabajo de
vigilancia. Como él mismo estaba en busca y captura por los aliados, se esconde
bajo su segundo apellido, Rendueles. Urraca no vuelve
a aparecer hasta que regresa a España, en 1982. Incluso su mujer utilizaba un
apellido falso, porque también se la buscaba.
De su etapa en Bélgica conozco menos, solo tengo la documentación de sus
expedientes en los Ministerios del Interior y de Exteriores, y algunos papeles
sueltos que se conservan en el Arxiu Nacional de
Catalunya. Su trabajo debió consistir en perseguir comunistas; el trabajo de
cloacas que todos los regímenes totalitarios emprenden contra sus disidentes.
Pero en la época de la transición, yo creo que los nuevos diplomáticos debieron
intentar arrinconarlo como a un mueble viejo hasta que le llegara la
jubilación.
-Fue enviado a Francia para localizar, seguir,
espiar y capturar, neutralizando a los exiliados que eran más relevantes,
importantes o activos en contra de la Dictadura…no solo dio con Companys, otros
estuvieron en su “punto de mira” y fueron entregados a las autoridades
franquistas o delatados a los nazis o al régimen de Vichy. ¿Qué nos puedes
decir de los demás nombres perseguidos y “cazados” por Pedro Urraca?
-Le nombraron agente policial en la
embajada en Francia en noviembre de 1939, aunque puede que estuviera allí ya
desde julio de 1939. Su cometido efectivamente fue localizar, vigilar,
perseguir y capturar a los exiliados más relevantes, los que figuraban en una
lista enviada desde Madrid.
Unos meses después de declararse la
Segunda guerra mundial, el gobierno francés obligó a los exiliados de todas las
nacionalidades a residir lejos de las grandes ciudades y de muchos de ellos,
conocía las direcciones. Cuando en junio de 1940, Francia queda dividida en la
zona ocupada por los nazis y en la zona no ocupada, en donde se establece el
régimen colaboracionista de Vichy, el destino de los exiliados es diferente
según en qué zona residieran.
A los que quedaron en la zona
ocupada, como Companys, Julián Zugazagoitia, o Juan
Cruz Salido, que fueron ministros de la República, fue fácil capturarlos. Bastó
una simple solicitud por parte del gobierno franquista, para que la Gestapo se
desplazara a detenerlos, se les envió a España y aquí fueron fusilados. Sin
embargo, otros consiguieron ocultarse, como la diputada Victoria Kent, que
estuvo escondida en París durante los cuatro años de la ocupación.
En la zona no ocupada, el que por su
relevancia política destaca más es Manuel Azaña, el presidente de la República,
a quien no lograron capturar gracias a que estaba protegido por el embajador
mexicano. Estaba muy enfermo, encerrado en una habitación de un pequeño hotel
en Montauban, convertido en la legación diplomática
mexicana, pero constantemente vigilado por la policía española, hasta que
murió.
Otros políticos relevantes como
Francisco Largo Caballero o Manuel Portela
Valladares, fueron arrestados por la policía de Vichy, aunque no fueron
extraditados, tal vez porque ya habían fusilado a Companys, Zugazagoitia
y Cruz Salido, y el gobierno francés, aunque filonazi,
no quiso entregarlos.
El presidente del gobierno de la
República al acabar la Guerra civil, Juan Negrín estuvo constantemente en el
punto de mira de la persecución franquista, pero logró escapar junto a
Francisco Méndez Aspe, el ministro de finanzas.
Otros nombres que aparecen de forma
recurrente en los informes que Urraca enviaba desde París son José Aguirre, el
lehendakari, Julio Alvárez del Vayo,
Mariano Ansó, José Calviño, Luis Fernández Clérigo,
Paulino Gómez Sainz, José Mantecón, Federica Montseny,
Nicolau D’Olwer, o Juan Peyró.
Algunos lograron escapar, pero otros, fueron enviados a campos de
concentración.
En la página web http://www.pedrourraca.info se
puede consultar la lista de todos los nombres que aparecen citados en los
informes de Urraca hasta 1942. A través del formulario de “Contacto” se puede
solicitar una copia del documento y la envío en pdf.
-¿Qué metodología de trabajo fue desplegando para
dar con Companys…? (por centrarnos un poco más en el libro presente)
-Companys vivía en La Baule, una localidad de la Bretaña francesa. Cuando los
nazis ocuparon Francia, sus allegados le aconsejaron que huyera, pero él no
quiso, porque esperaba recibir noticias sobre su hijo y aquella era la única
dirección en la que se le podía localizar. El hijo de Companys estaba internado
en un sanatorio que fue evacuado cuando el avance alemán; en la carretera
fueron bombardeados y en la estampida, el joven se perdió. Terminó apareciendo,
pero su padre no llegó a saberlo.
Entre otras cosas, los nazis
incautaron los ficheros de la policía francesa. Desde Madrid, se pidió que
fueran a detenerle y allí se presentó la Gestapo el 13 de agosto, junto a un
policía francés, Víctor Druillet, que posteriormente
colaboró con Pedro Urraca en la zona no ocupada. Una semana después, trasladaron
a Companys a la prisión de La Santé en París. Allí el
21, Urraca le interrogó y el 27, le recogió para trasladarle hasta Hendaya.
Por lo que se lee en los informes de
Pedro Urraca, cuando empezó, en noviembre de 1939, debía actuar prácticamente
solo. Vigilaba de forma discreta, para localizar los lugares de reunión de los
partidos políticos y de la Diputación Permanente de las Cortes. Posteriormente
menciona que se sirve de informantes; debía tener colaboradores infiltrados
entre los exiliados que le pasaban información. Con la ocupación de Francia, su
trabajo se hace más fácil, porque de algunas detenciones se encargan
directamente los nazis, como ocurrió con Companys o con Zugazagoitia
o bien Urraca cuenta con el apoyo de la policía francesa, y su red de
informantes se va agrandando y extendiendo hacia la zona no ocupada, que era
donde residían casi todos los exiliados.
La Policía francesa le asignó el
comisario Druillet como su colaborador en la zona no
ocupada. Detuvieron a varios exiliados, pero el Estado Francés tenía más
miramiento y exigía las solicitudes de extradición, que en varias ocasiones no
fueron aceptadas.
-Amiga con este libro biográfico, que presumo tiene mucho trabajo de
indagación e investigación: ¿has logrado conocer más a tu abuelo como ser
humano o al espía y a “sus maneras”?
-Cuando empecé a investigar sobre
Pedro Urraca, también iba buscando ese semblante humano que me habían pedido y
que no pude describir. Me he encontrado con una persona entregada a su trabajo
y metódica, pero implacable y fría. Desempeñó unas funciones desprovistas de
ética de forma profesional.
-¿Crees que tu abuelo se hacía una idea de lo que deparaba su trabajo?
Sus capturas, sus triunfos llevaron a la muerte a más de un exiliado… ¿Cómo,
crees, llevaba esto? Y cómo un espía, según la documentación que has podido ir
consultando y vas consultando, se cubría las espaldas porque hay que saber
espiar, pero hay que saber protegerse… ¿cómo lo hacía?
-Era consciente del fin que les
esperaba a los exiliados entregados a España, pero al estar convencido de
pertenecer al bando de los que, según él, llevaban razón, lo debió vivir como
algo normal. No creo que tuviera nunca ningún remordimiento.
No me parece que trabajara pensando
en cubrirse las espaldas. Sus informes no van firmados, pero los que están
escritos a mano tienen la misma letra que algunas cartas de acompañamiento en
las que sí firma. La discreción era su mejor manera de protegerse, usando
nombres falsos. La necesidad de protegerse debió surgir más adelante, porque
hay expedientes que han desaparecido de los archivos, como señalan los
historiadores.
-¿Crees que el dar a conocer el daño y las misiones
que llevó a cabo tu abuelo pueden ayudar a dignificar una parte de la Memoria
Histórica?
-Por supuesto, es precisamente mi
propósito con esta novela y con la página web http://www.pedrourraca.info/, que
puse en línea con todos los datos personales sobre exiliados que recopilé de
sus informes. Son retazos de historias de personas a las que con el propósito
de aniquilarlas, se les despojó hasta del derecho a ser recordadas.
-¿Cómo y de qué manera?, porque la web que has pensado y que trabajas, http://www.pedrourraca.info/, es una buena herramienta, pero , seguramente, que hasta a ti no te ha
dado tiempo de indagar todo el entramado de espionaje desplegado en Francia
para seguir de cerca y cazar a los más significativos…
-Tanto en los archivos españoles como
en los franceses hay muchísima documentación y parece que ahora empieza a haber
iniciativas para sacar a la luz esa etapa de nuestra historia que ha quedado
oculta tanto tiempo.
Los nietos de aquellos protagonistas
somos los más idóneos: con la suficiente lejanía emocional para que los lazos
afectivos no entorpezcan nuestra capacidad crítica, pero a la vez, con
curiosidad por conocer nuestro origen.
-Podemos afirmar o reflexionar que tu sensación cuando lees el artículo
que te muestra quién fue tu abuelo es de sentirte intimidada, como señalada a
través de tu abuelo…-Loreto, no me gustaría molestarte con nuestras preguntas
que lo primero que quieren es indagar, pero desde el respeto, pero…¿una persona puede llegar a sentirse “engañada” por los
suyos o sentir como “vergüenza” por los actos que llevó a cabo el abuelo?
-La lectura de aquel primer artículo
fue un shock, un zarpazo del pasado. Urraca llevaba casi dos décadas muerto, yo
le había olvidado completamente, había formado una familia, vuelto a España, y,
de pronto, aquel artículo me descubría mi origen, y era tan innoble, que me
sentí avergonzada y quise desvincularme de él. Me sentí intimidada por culpa
del apellido. Si hubiera tenido otro apellido más corriente, hubiera pasado
desapercibida y habría sido fácil diluirme en el anonimato de un nombre común.
Pero este apellido me delató.
-¿Cómo iniciaste tu propia investigación, me
refiero a la metodología, en torno a tu abuelo? Los archivos franceses,
españoles y qué más has ido rastreando…Me temo que no debe ser nada fácil
indagar en los archivos de los espías. Nos interesaría saber, cómo se vuelca
toda la información en los escritos, en este libro y demás como es la web que,
me imagino, por lo que voy viendo e indagando que no para de crecer.
-La verdad es que la única
metodología fue intentar obtener todo lo que hubiera en los archivos sobre
Pedro Urraca. Empecé por la lista que yo misma establecí de las fuentes documentales
de Guixé. El expediente personal en el ministerio del
Interior me lo enviaron, por ser su nieta; otros tuve que ir a consultarlos a
París y a Fontainebleau. En aquel momento no eran de
dominio público, porque no se habían cumplido los 25 años de la muerte de
Urraca. Ahora son públicos, se pueden consultar sin derogación.
Más tarde supe de los archivos del
PNV en Bilbao, en donde hay expedientes franquistas de cuando usaron la sede
del PNV de París, para instalar la Falange, la Policía y la Comisión de
Recuperación de Bienes Españoles. En agosto de 1944, el PNV pudo volver a
entrar en su sede y allí encontraron copias de los documentos de estos tres
organismos franquistas.
En el expediente judicial francés
contra la familia Urraca, por el que se condenó a muerte a Pedro Urraca,
encontré una pista que le involucraba en la captura de Jean Moulin,
el líder de la Resistencia francesa, y consulté la fuente de esa información en
los archivos personales de quien les denunció, Antoinette
Sachs, una pintora judía, que era colaboradora y
compañera de Moulin. Entonces estudié todo lo que se
sabía de la captura de un grupo de jefes de la Resistencia, entre los que se
encontraba Jean Moulin, y cotejando datos de las
biografías de Urraca, de Moulin y de Antoinette Sachs, llegué a la
conclusión de que bien pudieran ser ciertas las sospechas de Antoinette Sachs sobre la
implicación de Urraca en la captura de Moulin.
Los últimos archivos que consulté
fueron los militares de Vincennes, en donde apareció la ficha de Urraca como
agente de la Gestapo.
-Su paso, estancia y trabajo en Francia, también contribuyó a mermar y
de qué manera a la resistencia francesa con la detención de Jean Moulin…
supongo que estaba metido en ello porque en la resistencia francesa había
muchos simpatizantes y republicanos españoles a los que quería “cazar” y
porque, además, de alguna manera quería contribuir a que el nazismo versus
régimen de Vichy se afianzase en Francia… (Jean Moulin
y su círculo más inmediato, cayeron en manos de uno de los nazis que más poder
ostentó en Francia, Klaus Barbie, conocido como “el
carnicero de Lyon”). Pero ni con el icono de la resistencia, que podía ser Jean
Moulin, parecía que un espía de aquellos días saciase
su propia gula porque hasta delata a personalidades de origen judío como la
pintora Antoinette Sach…
Sabía que él ganaba con cada delación, pero en qué ganaba y cómo ganaba (no
creo que haya dinero suficiente para pagar la tarea de un buen espía). Haznos
una reflexión, por favor, alrededor de estas dos consideraciones…
-La colaboración entre las policías
de Vichy, nazi y franquista, para perseguir a resistentes, judíos y
republicanos era estrecha, precisamente porque entre los resistentes había
judíos y republicanos.
Sin embargo, la motivación de la
familia Urraca para perseguir a Antoinette Sachs no se debió a que ella fuera judía, aunque se
aprovecharon de esta condición. Desde 1934, ella vivía en París alquilada en un
apartamento propiedad de la suegra de Urraca. En junio de 1940 huyó y dejó el
apartamento vacío; pero el arrendamiento siguió en vigor. Hacia 1942, los
Urraca quisieron instalarse en él. A instancias de la mujer de Urraca y
aprovechando la comprometida situación de Antoinette Sachs, cuando se endurecieron las leyes antisemitas
francesas, empezaron a buscarla, para obligarla a rescindir el contrato. La
fatalidad es que era la compañera y colaboradora de Jean Moulin.
Es posible que Urraca pusiera a los nazis sobre la pista del resistente, porque
trataba de localizar a Antoinette Sachs.
-Tú llegaste a ver o notar cierto comportamiento
que pudiese delatar en tu abuelo, o en lo que contaban de él, estas ideas
entroncadas con el fascismo, el nazismo, hablo de ideas no de acciones… (pregunto por el ideario no por señales que te hiciesen
pensar a qué se dedicó)
-En la época en que le traté, yo
estaba más preocupada de mi porvenir, terminaba de estudiar, buscaba trabajo y
me sentía una ciudadana más de un nuevo país que iba a ser acogido en la
Comunidad europea. Había un ambiente de expectación ante la novedad. Cualquier
cosa que recordara el pasado, se descartaba, como si hubiera que liberarse de
ese lastre que nos impedía avanzar. En ese ambiente, no me interesaban sus
ideas políticas, precisamente porque sabía que no íbamos a coincidir.
-Me imagino que tu abuelo debía tener bastante “don de gentes” con
facilidad camaleónica para meterse en cualquier sitio, ambiente y para crear su
propia “red de informantes”… ¿qué nos puedes explicar?
-Indudablemente debió desarrollar la
habilidad de alternar con diferente gente en todos los ambientes. En algunos
informes detalla cómo capta a algunos exiliados para que le sirvan de
informantes. Algunos lo hacían por venganza y otros por necesidad.
Por otro lado, conseguir mantenerse
en activo hasta los 82 años, incluso tras la llegada de los socialistas al
gobierno, es una muestra de su capacidad de adaptación o del poder de la
información que manejaba.
-Pero tu abuelo se debió encontrar, de
alguna manera (directa o indirectamente), con otros “maestros” del espionaje
como “el mítico Garbo” que engañó a los nazis con el desembarco de Normandía…
-Yo creo que hay que desmitificar el
espionaje; las películas han adornado a los espías de un glamour
que no merecen y que desvirtúa la realidad. Pedro Urraca localizando y
persiguiendo exiliados no está espiando. Está cumpliendo las órdenes de su
gobierno, pero al encontrarse fuera de las fronteras, está actuando en contra
de la hegemonía de otro estado. Ese trabajo se sigue haciendo por parte de
todos los regímenes totalitarios, pero no es espionaje.
La policía francesa tras la guerra,
acusó a Urraca de espía por la supuesta información española que pasara a los
nazis, pero solo he encontrado las acusaciones, nada que me confirme que fuera
cierto.
Garbo sí era un espía. Un voluntario que
se presenta en el servicio de inteligencia británico, para ayudar a los
aliados. Hubo suerte y la intoxicación de falsas noticias a los nazis facilitó
el desembarco. Pero Garbo estuvo encerrado en una casa en Inglaterra. Urraca se
movía más en el ambiente ministerial y diplomático de Francia.
-Cuando los aliados ganan la guerra y Francia
recobra, para decirlo de alguna manera, su aliento como nación….se producen
muchas detenciones de colaboracionistas, espías y demás…entre ellos se señala a
tu abuelo que escapa, aún con la muerte pisándole los talones… pero no deja de
servir al régimen dictatorial de Franco, es entonces cuando Bélgica y los
refugiados, emigrantes y exiliados españoles en ese pequeño país del corazón de
Europa se ponen en su centro de la diana, ¿verdad?; ¿qué nos puedes explicar al
respecto?
-El juicio contra la familia Urraca
se inicia cuando ellos ya habían huido de Francia. Es cierto que hubo muchos
procesos contra los colaboracionistas, los llamados “juicios de la revancha”,
porque contrariamente al discurso del general de Gaulle de que toda Francia
estaba en contra del ocupante y todos eran resistentes, la realidad fue que los
franceses soportaron la guerra entre el acomodo a la ocupación y la
colaboración activa o pasiva con los nazis. Fueron muy pocos los que participaron en la verdadera Resistencia. Es posible que
en el caso contra la familia Urraca se vertieran acusaciones falsas o
exageradas por parte de los mismos policías franceses que habían colaborado con
Pedro Urraca, pero es fácil limpiar el expediente echándole toda la culpa a
quien no corre peligro porque ya no está.
-Loreto, me imagino que no debes dejar de investigar en torno a toda esa
larga sombra que dejó la actividad de tu abuelo, ¿es así?; ¿has colaborado con
periodistas, investigadores…? Has estado, por ejemplo, en contacto con Jordi Guixé que es el que en su tesis determinó que fue tu abuelo
el que entregó a Company?
-La época larguísima de Pedro Urraca
en Bélgica queda aún por investigar. Algunos historiadores y el documento de la
CIA apuntan a que fue uno de los agentes de la red Gladio y otros, a que fue el
único miembro civil del Alto Estado Mayor. Pero para seguir investigando,
necesitaría orientación sobre qué fondos consultar.
-Investigando esas actividades (me refiero a las de tu abuelo), amiga,
¿has llegado a conocer mejor ciertas facetas de tu abuelo en el plano
personal?; ¿has recortado más la memoria de tu familia? Es de suponer que esto
te habrá costado, en conjunto, más de un disgusto… el tratar de hacerse con la
verdad es lo que tiene…
-He conocido parte de las vidas de
mis abuelos, quiénes eran y qué hicieron, y gracias a esos datos, me puedo
hacer una idea de cómo eran. No les considero de mi familia porque no nos une
ningún lazo afectivo.
Ha sido un proceso de investigación
largo y penoso, y luego una etapa de escritura de la novela dura y azarosa.
Durante todo ese tiempo he ido asimilando mi origen. Ha sido una catarsis hasta
conseguir desvincularme totalmente de mis abuelos.
Afortunadamente no he tenido que
consultar, ni pedir permiso a nadie y eso me ha facilitado mucho la toma de
decisiones a la hora de insertar algunas escenas de la novela.
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