Cazarabet conversa con... Fernando Mikelarena, autor de “La
(des)memoria de los vencedores. Jaime del Burgo, Rafael
García Serrano y la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz” (Pamiela)
Fernando Mikelarena
desvela esa “parte en el olvido” de los vencedores acercándose a Jaime del Brugo, Rafael García Serrano
y a la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz.
La sinopsis del libro:
Memoria y desmemoria son términos
necesariamente complementarios en el caso de los vencedores del golpe de 1936 y
la guerra provocada en Navarra por carlistas, falangistas y militares
golpistas. Tanto por lo que entraña el significado de lo que exaltaron,
haciendo una adaptación para Navarra de lo acuñado por la religión política
franquista, como por el sentido de lo que ocultaron para instaurar una política
de omertà que silenciaba el
alcance de la cruel limpieza política de 1936-1937 contra los desafectos.
Los argumentos discursivos de esa memoria y de
esa desmemoria se completaron con relatos autobiográficos como los de Jaime del
Burgo, por el lado requeté́, y de Rafael García
Serrano, por el lado falangista, y con la creación de infraestructuras para el
recuerdo perpetuo de los golpistas como el macro monumento erigido en Pamplona,
«Navarra a svs muertos en la Crvzada»,
custodiado por asociaciones memorialísticas
como la carlista Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz. Todo ello fue
posible por el monopolio del poder durante décadas y la desmemoria posterior.
Increíblemente, a la altura de 2019 la memoria
y la desmemoria creada por los golpistas siguen condicionando y obstaculizando
el conocimiento de la historia e impidiendo que se haga justicia con las miles
de víctimas, muchas de ellas todavía desaparecidas.
El autor, Fernando Mikelarena:
Es doctor en Historia por la UNED
(1992), profesor titular de la Universidad de Zaragoza y autor de más de un
centenar de artículos sobre temas relacionados con la historia de la población,
la historia agraria, la historia social, la antropología histórica, la historia
de las mentalidades y de las ideologías, la historia política, la historia
constitucional, la historia de las identidades y la historia de la Guerra Civil
y la represión fascista, preferentemente centrados en la Navarra en los siglos
XVIII, XIX y XX, publicados en revistas regionales, nacionales e internacionales.
Su trayectoria investigadora hasta
el momento ha sido reconocida por la Comisión Nacional Evaluadora de la
Actividad Investigadora con cuatro tramos de investigación (sexenios).
Coautor de los libros Historia
del navarrismo (1841-1936). Sus relaciones con el
vasquismo (Pamplona, 2002) y Sartaguda
1936. El Pueblo de las Viudas (Pamiela, 2008), es
también autor de:
- Demografía y familia en la Navarra
tradicional (Pamplona, 1995)
- Sin piedad. Limpieza política en Navarra, 1936 (Pamiela,
2015, Premio Euskadi de Ensayo en castellano)
- Muertes oscuras. Contrabandistas, redes de evasión y asesinatos políticos
en el País del Bidasoa (Pamiela, 2017)
- La [des]memoria de los vencedores. Jaime del Burgo, Rafael García Serrano
y la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz (Pamiela,
2019).
Cazarabet
conversa con Fernando Mikelarena:
-Amigo,
¿qué es lo que te ha hecho escribir este libro…?,
escribir sobre lo que no quieren o han borrado deliberadamente de la mente los
vencedores es escarbar , casi sobre sus propios silencios y/o vergüenzas, ¿no?.
-Efectivamente, en el libro se
habla de los ítems que componen la memoria de los vencedores en Navarra, pero
también de la conformación de su desmemoria a través del análisis de las
autobiografías de dos representantes eximios de los suyos: Jaime del Burgo
Torres, por el lado requeté, y Rafael García Serrano, por el lado falangista.
También se analizan los elementos que han intervenido en el mantenimiento de la
omertá, del silencio cómplice, para el silenciamiento
de la cruel limpieza política vivida en Navarra con más de 3.000 asesinados, en
1936-1937 y de la que ya hice un estudio exhaustivo en mi libro Sin Piedad,
publicado en 1915 y que obtuvo el Premio Euskadi de Literatura de Ensayo en
Castellano. Y por último, se estudian las características de una asociación de
excombatientes, primordialmente requeté, encargada del mantenimiento de la
memoria de los vencedores hasta hoy mismo, la Hermandad de Caballeros
Voluntarios de la Cruz, surgida a finales de 1939, y que ha sido la entidad que
impulsó la construcción del Monumento a los Caídos de Pamplona, edificado por
la Diputación, patrimonializando su uso durante
décadas.
-Libro
que no deja de ser de intensa investigación y allá donde hay investigación debe
de haber previa documentación, estudio, reflexión, analítica….¿cómo
te has apañado en eso?, ¿cómo ha sido este viaje que, presumimos, siempre es
trabajoso, pero dando sus frutos?
-Tal y como he hecho en mis dos
libros anteriores acerca de la represión carlofascista
en Navarra (el ya mencionado Sin Piedad. Limpieza Política en Navarra 1936.
Responsables, Colaboradores y Ejecutores, así como en el publicado en 2017 Muertes
Oscuras. Contrabandistas, Redes de Evasión y Asesinatos Políticos en el País
del Bidasoa, 1936), mi punto de partida es un vaciado exhaustivo de la
totalidad de la documentación disponible y, a partir de ahí, encajar piezas
como en un puzzle.
-En
esta investigación ¿has encontrado trabas por tocar intereses que unos pocos
piensan que mejor que el común de los mortales no sepamos?
-La principal traba es la
imposibilidad de consulta de documentación que fue absolutamente destruída como la de la los gobiernos civiles, la de las
Delegaciones de Orden Público y la del partido unificado FET y de las JONS,
algo común a toda España, porque fue algo ordenado por el Gobierno Suárez en
1977, así como el expurgo de la documentación de la Junta Central de Guerra
Carlista de Navarra, el órgano que gestionó la represión por el lado requeté.
Tampoco existe documentación de la Comunión Tradicionalista. Pero, así y todo,
existen alternativas para paliar esos vacíos documentales, bien que ciertamente
mucho más trabajosos.
-Aunque
en este caso un camino doloroso….o como decepcionante por la situación de
situaciones a las que sometió la represión de la larga dictadura…y a ese
especie de pacto de no remover que hubo incluso después de la misma…
-Además del silencio obligado
que tuvieron que padecer las víctimas, rompiéndose en la mayoría de los casos
la cadena de la memoria en su entorno familiar y del pacto de silencio labrado
en la Transición, la realidad es que hoy en día sigue siendo ausente la
voluntad de esclarecer las características formales y los protagonistas de la
represión franquista por el lado de los verdugos. Aunque la percepción de la
opinión pública pueda ser la contraria, la verdad es que siguen habiendo tabús.
-¿Nos
puedes hablar de cómo vuelcas lo documentado, lo investigado…cómo es tu
metodología de trabajo…cómo trabajas?
-No parto de puntos de vista
previos, sino que hago una recopilación exhaustiva de la documentación
disponible en los archivos, en la prensa y en la bibliografía, y a partir de
ahí tiendo a ir conformando poco a poco un discurso. En ocasiones, como por ejemplo
en el caso de mi libro Muertes Oscuras, la realidad es tan compleja que hay que
abandonar sendas trilladas y buscar rutas inexploradas y sorprendentes.
-Háblanos de la estructura de este trabajo, me da que es como
“muy académico” ,muy didáctico…como si nos quisieras
llevar de la mano entre los silencios de los vencedores
-Sí, es verdad. El eje esencial
de libro ha sido la deconstrucción del discurso de los vencedores que,
paradojas de la vida, no es tan contestado ni criticado como se piensa. En este
terreno hay que recurrir a Bourdieu y a sus
categorías de capital simbólico y de violencia simbólica, así como a Gramsci y
a su concepto de hegemonía cultural. La realidad es que todavía resulta difícil
rebatir discursos que han sido tan difundidos durante décadas. Pero bueno, en
esa labor estamos, tratando de reajustar la visión de la opinión pública
porque, además de tratar de reconstruir la realidad de lo que pasó, también
tenemos que dirigirnos hacia la cuestión de la gestión de la memoria, de cómo
se ha gestionado el recuerdo de todo aquello. Y repito: la memoria de los
vencedores está mucho más difundida de lo que pensamos y confrontarla es una
empresa mucho más disruptiva de lo que pueda parecer.
-¿Los
silencios de los vencedores eran parte de las lágrimas y los sufrimientos de
los derrotados?
-Claro. Porque la memoria de
quienes vencieron se fundamentaba en la derrota de los que perdieron, en el
obligado silencio que tuvieron que guardar los familiares de las víctimas por
el proceso de atemorizamiento a que fueron sometidos
y en la omertá surgida entre los ganadores porque en
retaguardia se trató de que se manchara las manos de sangre el mayor número de
gente posible para así garantizar que los ganadores de base también guardaran
silencio.
-¿Qué desmemoria
pueden retener y acumular los “vencedores”?; la de la vergüenza por la
represión de todo tipo que llevaron a cabo?; ¿la de
los pillajes; de la las violaciones de todo tipo; la de faltar a su religión en
“pro” de una “Una España grande y libre”?, pero “libre” ¿para quién?
-Nadie del bando vencedor ha
reconocido la magnitud de la limpieza política registrada ni en su poliformismo ni en la barbarie implícita en sus
características formales ni en los caracteres de la cadena de mando que iba
desde las autoridades civiles carlistas y falangistas y las autoridades
militares a los escuadrones de la muerte de boina roja y de camisa azul. Y es
más terrible todavía que los descendientes de los vencedores todavía siguen practicando el negacionismo y el relativismo. Lo que
es comprensible en cierta medida cuando esos descendientes siguen anclados en
las coordenadas ideológicas de la derechona. Pero es
más difícil de entender en el caso de quienes han mutado a la izquierda, sea
templada o radical. Y en el caso de estos últimos también se da un vértigo al
pasado.
-Lo
que está claro que los vencedores no debieron terminar con la conciencia muy
tranquila, ¿verdad?...y no hay nada mejor que correr tupidas cortinas de
(des)memoria para acabar con la memoria, ¿no?
-Bueno, eso es lo que
quisiéramos pensar, que al menos tenían escrúpulos de conciencia por las
barbaridades cometidas. Pero la verdad es que su obcecación por el negacionismo
y el relativismo también invita a pensar lo contrario: que estaban muy
orgullosos de lo que hicieron. Tampoco hay que olvidar que muchos de los
vencedores consiguieron a través de la victoria una posición social y
económica, incluso en algunos casos un reconocimiento intelectual, que nunca
podían haber imaginado si no hubiera mediado la enorme distorsión del golpe de
estado de julio del 36.
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