Cazarabet conversa con... Miguel Delibes
de Castro, autor de “Cuaderno del carril bici. Pedaladas de un viejo
naturalista en Sevilla y más allá” (Tundra)
Tundra
Editorial nos ofrece un libro pletórico….una especie de reverencia al viaje sin
tener el peso de las prisas y del
desasosiego para la madre naturaleza que es el hacer viajes a golpe de
petróleo…
El pedaleo
lleva a este naturalista a Sevilla y cómo dice el libro: “… y más allá”.
Este libro
desde la pluma de Miguel Delibes de Castro forma parte de la Colección de
literatura de Naturaleza y cuenta con las ilustraciones de Ignacio Mateos.
Es un libro
estructurado como un “diario del viaje desde la bicicleta”.
Lo que nos
dice la sinopsis del libro:
Este libro
relata las alegrías y las penas de un ciudadano corriente y mayor, de oficio
naturalista, que utiliza la bici cada día para ir al trabajo en Sevilla, y de
vez en cuando para pasear por el campo. En la ciudad observa la poda de los
naranjos, a los cormoranes pescando en la dársena y a las cotorras invasoras
gritando en los parques. En el campo, a poco más de media hora de casa, sigue
el ciclo anual de los cultivos en las marismas del Guadalquivir desecadas, y se
asombra ante unos cientos de flamencos flameando al sol o unos miles de moritos
oscureciéndolo. Por el mundo, pedalea cuando puede disfrutando del entorno.
Demuestra que montar en bici es placentero, mejora la salud física y emocional,
alivia el medio ambiente y constituye, además, una atalaya privilegiada para
atisbar con otros ojos (o a otro ritmo) el mundo cotidiano. Ojalá su afición
sea contagiosa y, al terminar el libro, al lector le entren ganas de cabalgar
una bicicleta.
El autor y
la pluma de Miguel Delibes de Castro: No presume de ser ciclista, pero monta y
se maneja bien porque lo hace desde niño—le viene de familia--. Es biólogo y
entre los años 1969 y 1972 redactó la Enciclopedia Salvat de la Fauna, dirigida
por Félix Rodríguez de la Fuente….con el que aprendió a trasladar sus
inquietudes y conocimientos a la sociedad. Dedicó y defendió su tesis doctoral
al lince ibérico en 1977. Ingresó en el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas donde ha ido desarrollando su vida profesional .Es actualmente
Profesor ad honorem. Entre el año 1988 y el año 1996 dirigió la Estación
Biológica de Doñana. Este biólogo ha publicado
muchísimos artículos de carácter científico en revistas internacionales , así
como otros muchos artículos y libros de divulgación en particular La naturaleza
en peligro; La tierra herida(este con su padre el también escritor Miguel
Delibes) ; y Pequeño mamífero(con el Doctor Adolfo Gómez Papí).
Es fundador y actual presidente de la Sociedad Española para la Conservación y
Estudio de los Mamíferos—SECEM—Su labor científica y divulgativa le ha hecho
merecedor de distintos premios entre
ellos el Premio nacional “Félix Rodríguez de las Fuente a la Conservación de la
NATURALEZA”; EL Premio a la Protección del Medio Ambiente “Rey Jaime I” y el
Premio Nacional de Investigación “Alejandro Malaspina”.
Es, además Doctor Honoris Causa por la Universidad de Málaga y Académico de
número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
Estos
enlaces te harán ver mejor quién es este autor: https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Delibes_de_Castro ; http://www.ebd.csic.es/web/delibes ; https://www.muyinteresante.es/naturaleza/articulo/miguel-delibes-de-castro ;
Cazarabet conversa con
Miguel Delibes de Castro:
-Miguel, ¿qué es lo que te llevó en su día a
escribir este libro que pedalada a pedalada nos enseña Sevilla y
alrededores..?, seguramente que bajo la filosofía que lo que no se enseña,
nunca se puede estimar, respetar…
-En
realidad, me pareció que pedaleando veía y disfrutaba de cosas bonitas, y que
contándolo podría animar a otros a usar más la bicicleta y menos el coche
-El viaje respetuoso con
la naturaleza nace ya utilizando la fuerza mecánica nuestra con el
pedal…el aire en la cara y sin contaminar…
-Obviamente,
no hay viaje más natural que el basado en las propias fuerzas, caminando,
pedaleando, remando en un kayak…
-El hecho de no llevar o de
no denotar que eras preso de prisas y de ese estrés que se transmite en algunos
viajes es muy de agradecer, te lo digo como “simples lectores”…
-Desgraciadamente,
algo de prisa siempre se tiene, aunque solo sea para llegar a casa a tiempo de comer
o antes de que se haga de noche. Pero es cierto que en general prefiero viajar
percibiendo el derredor, aunque necesite más tiempo.
-¿Cómo te documentas
antes de plantearte este libro-dietario de un largo viaje por Sevilla “y más
allá”?
-Me
reconozco “raro”, en el sentido de que suelo documentarme a posteriori. La
observación me genera curiosidad, y cuando vuelvo a casa me pongo a leer y
reflexionar sobre lo que he visto.
-¿Por qué quieres
estructurar el libro como “un dietario de viaje”…? ¿en lo más simple y sencillo
es donde mejor se transmite lo que uno quiere?
-No
me considero capaz de hacer Literatura con mayúsculas, así que contar
sencillamente lo que me sucede y las reflexiones que me suscita me parecía la
mejor forma de llegar a otros.
-Todos los viajes por el entorno natural tienen una
particular fuerza que lo hermanan con todo lo culturo-social,
¿no?
-Me
gusta mucho la frase de Benedetti que abre el libro (“cada ciudad puede ser
tantas como amorosos la recorren”). Viajando en bicicleta se recrean tanto la
ciudad (sus hábitos, sus tradiciones, su sociedad) como el entorno natural, los
dos se ven de otra manera, como si se vivieran por primera vez.
-Seguramente porque la
naturaleza es un ser vivo integral y que sí entiende de su naturaleza
holística, ¿cómo lo ves?. Si nosotros fuésemos capaces
de entenderlo y vivirlo de esa manera todo sería más sencillo y quizás no
tendríamos al planeta a punto de agonizar…
-Tendríamos
que sentirnos parte de la naturaleza, ser conscientes de que dependemos de
ella, que nos engloba. En lugar de ello, tendemos a pensar que estamos por
encima y que le hacemos un favor cuando la protegemos.
-¿Todos deberíamos
visitar, a modo de receta médica, a la madre naturaleza para hermanarnos más
con ella al tiempo que eso nos acompasaría más a nosotros mismos como seres
humanos?
-Sin
duda. Disfrutar del aire libre, sentirse, humildemente, parte de ese todo que
es la naturaleza, es una receta para ser feliz.
-¿No estimamos o empatizamos más con la naturaleza y con sus integrantes
porque la desconocemos o por qué?
-Creo
que sí que estimamos la naturaleza, pero nos han enseñado a vivir dañándola,
aunque apenas nos demos cuenta de que lo hacemos.
-El viaje poco a poco…a
merced del aire en la cara a nuestro paso---vigoroso o no…..- o a golpe de
pedal es una de las mejores maneras de convivir con un entorno, el inmediato
que, a menudo pasa como desapercibido, como desconocido…
-Sí,
creo que lo he contestado antes. En bicicleta percibimos cosas que suelen pasar
inadvertidas.
-¿Pero no te da la
impresión de que la concienciación a bien que vaya está llegando un poco tarde?
-Indudablemente.
Nos damos cuenta de que nos ahogamos cuando ya tenemos el agua al cuello.
Probablemente como animales humanos estamos mal preparados para detectar
riesgos a medio o largo plazo, pero como seres racionales es nuestra obligación
hacerlo.
-Miguel somos de los que pensamos que cada uno es lo que es
por él o ella mismo…aunque el entorno: amistades, maestros, profesores,
familia, compañeros de trabajo…influyen….¿cómo han ido
esas influencias en ti…eres el hijo de uno de los más destacados escritores que
además se acercaba con sigilo a nuestro entorno, Miguel Delibes y estuviste
trabajando de la mano de Félix Rodríguez de la Fuente…?
-Estoy
con vosotros en que uno es lo que es por sí mismo y por los que lo rodean. Yo
he tenido mucha suerte. Mi padre me hizo amante de la naturaleza, mis hermanos,
hijos y sobrinos me acompañan disfrutándola, a pie, en bici, en piragua (el
pasado agosto estuvimos en Noruega, más allá del Círculo Polar), Rodríguez de
la Fuente me enseñó a contarla…
-Además, todos lo que
ibais pasando alrededor de la figura de Félix,--se coincidiese o no--- tienen,
guardan y miman unas características singulares diferentes y que todavía son
reconocibles, ¿no?—recuerdo ahora a Luis Miguel Domínguez, Joaquín
Araujo….----Tenéis todos claros que hay que enseñar a la criaturas, que hay que
saber cómo aproximarlas…
-Félix
tenía una gran capacidad para absorber lo que le contaban y reproducirlo luego
más bonito. Quienes aprendimos con él intentamos, modestamente, cautivar con la
naturaleza como él lo hizo.
-Félix sentó escuela y
definió muy bien el camino, ¿verdad?; ¿cómo y de qué manera lo viviste y cómo
lo recuerdas?-Siempre he leído y escuchado el testimonio de que Félix era de
los que hablaba de la naturaleza y de sus habitantes con tal habilidad
pedagógica que no necesitaba ni teniéndolo escrito….tú necesitas de la tinta y
el papel….ambas cosas son igualmente válidas y aún más valiosas si el resultado
es emocionar y conmover a la lectora, lector o televidente…¿qué nos puedes
decir?
-Sobre
la capacidad asombrosa de comunicar de Félix acabo de contestar. Con respecto a
mis recuerdos, son muy positivos. Trabajábamos juntos, a diario, en un chalet
de Madrid y creo que todos –él y sus colaboradores- aprendíamos haciéndolo.
Luego me he dedicado a la ciencia y la habilidad para contar que Félix me
transmitió me ha sido muy útil en este campo.
-Amigo, ¿cómo fue el
viaje este que nos relatas en Cuaderno del carril bici?
-Ha
sido para mí un viaje sorprendente, pues a los recorridos en la bicicleta he
sumado un viaje por el interior de mí mismo que no esperaba.
-Cuando ves a los negacionistas del
cambio climático o a políticos aplicar recortes en políticas de movilidad o en
los carriles bici por ejemplo, ¿qué sientes?; ¿qué luchamos como Quijotes?...
-Siento
muchas cosas. Por una parte, indignación, pues creo que mucho del negacionismo obedece a intereses muy concretos que intentan
engañar a la sociedad. Por otra, tristeza, porque la presión social no sea lo
suficientemente fuerte como para obligar a cambiar políticas. Y también
decepción; no pienso que seamos Quijotes, sino más bien que no hemos
descubierto aún cómo dar con la tecla para tener más éxito.
-Indudablemente.
Pero, como planteáis, en una educación que vaya más allá de la escuela y de la
familia. Desde niños se nos educa para consumir, y en la idea de que la
naturaleza es inagotable y está para servirnos. No se nos enseña que hay
límites que no podemos transgredir, y tampoco que se puede ser feliz con pocas
cosas.
-¿Partimos ,
desgraciadamente, siempre de la utilización de la naturaleza a beneficio del
hombre?, me refiero y es que para degustarla o pasearla se tiende a
hacer en masa…casi no hay pueblo que no organice caminatas muy numerosas,
marcadas con lazos de plástico, con puestos de mantenimiento plagadas de
plástico, con demasiados botellines de agua y andar por andar sin mirar,
observar…o eso o la utilización de sendas, caminos y demás paraqué bicis y
bicis vayan muy, muy deprisa…demasiado porque el entorno se resiente y no poco
-Ahí
tocáis un problema difícil de resolver. A veces pienso que los naturalistas
podemos morir de éxito, porque incitamos a mucha gente a hacer lo mismo que
nosotros, y luego nos disgusta que el campo esté abarrotado. Uno de mis
hermanos suele comentar que todo lo que hacíamos él y yo de niños y nos hizo
naturalistas (pescar cangrejos a mano, buscar nidos, hacer arcos y flechas con
varas de avellano…) está prohibido ahora, y yo le respondo que somos tantos que
la naturaleza no resistiría que todos lo hiciéramos. Regular el uso de la
naturaleza es imprescindible, pero al hacerlo nos
alejamos de su esencia.
-Amigo ¿cómo ha sido
editar con Tundra?
-Un
placer. Hemos sufrido algún retraso, pero por culpa de terceros. Editor y autor
nos hemos entendido muy bien.
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Cazarabet
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