La
Librería de El Sueño Igualitario
Un
estudio apasionado y una investigación humana y minuciosa de este investigador
manchego sobre los ciudadanos manchegos que participaron de la pérdida de Cuba;
aún después de una lucha encarnizada que los convirtió en carne de cañón.
El
libro lo acaba de editar Círculo Rojo.
Aquello
que nos explican del libro desde la propia editorial:
Detrás
de la política, detrás de los tejemanejes diplomáticos, detrás de las tácticas,
de los espías, de los mapas y de las estrategias…
Detrás de las guerras hay vidas humanas.
Vidas que son herramientas. Pequeñas piezas en el gran rompecabezas de la
guerra, pero grandes engranajes para las familias que los ven partir, a menudo
con el terrible presentimiento de que no volverán.
Atrás quedan mujeres, hijos, hermanos, padres… Y también paisajes, costumbres,
tradiciones, pueblos. Todo se descuelga de los hombros cuando el barco parte
hacia un rumbo incierto, pero quedan las imágenes en la cabeza: los campos
labrados, las tierras rojas, las calles polvorientas, las hogueras en la
madrugada, las paredes encaladas, los lagares y zaguanes, los hogares donde la
llama siempre calienta…
El
autor, Mariano Velasco Lizcano:
El autor, se presenta a sí mismo:”Vine
al mundo en Alcázar de San Juan, el año en que los soviéticos acabaron con el
alzamiento popular en Hungría, y en el mes en que se inauguraron los Juegos
Olímpicos de Melbourne, los primeros de la historia que se celebraban en el
hemisferio Sur. Sin duda en este lugar de La Mancha, en vez del calor que
reinaría allí, haría mucho más frío y quizá lloviera y tronara para hacer honor
a Santa Bárbara, patrona que se corresponde con el día en que nací. La verdad,
no fue un mal año.
Pero desde luego debieron de pasar muchas lluvias y muchos fríos hasta que
sentí la llamada que me permitió escribir algo razonable por primera vez. Fue
un artículo de opinión que publicó la prensa local y que aún hoy, todo hay que
decirlo, me sonroja leer. Porque la verdad es que en aquel entonces lo que yo
quería era escribir novelas y cuentos, y en el intento, lo que son las cosas,
varios de ellos merecieron el reconocimiento de algún galardón. Y así pasó el
tiempo hasta que un buen día desperté a la contemplación del Medio que me
rodeaba, lo que me llevó directo hasta el mundo de la investigación. Como
correlato llegó la Universidad, la licenciatura, y una Tesis doctoral que
alcanzó el I Premio de Investigación a Tesis Doctorales del Consejo Económico y
Social de Castilla La Mancha en el año 2002
Ya
hemos conversado más veces con este autor:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/velasco.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/velasco2.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/mancharoja.htm
Cazarabet
conversa con Mariano Velasco Lizcano:
-Mariano, en todas las guerras aparece el
termino de utilizar las tropas como «carne de cañón», y en el tuyo no es para
menos. Siempre aparecen soldados que fueron usados sabiendo que se les enviaba
a una muerte segura, tratados como colillas, sin que se estimase su vida. Y en
la guerra de Cuba no fue menos. Coméntanos.
-La
expresión "carne de cañón" goza ya de una larga trayectoria. El
diario ABC la utilizó por primera vez en 1892. Al Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) entró en 1952.
Mucho antes Shakespeare la empleo en Enrique
IV, 2ª parte, a finales del siglo XVI. En todo caso, a pesar de la
distancia en el tiempo, siempre con la misma acepción: jerga para referirse a
las tropas de combate que eran fácilmente sacrificadas para conseguir objetivos
militares dada la baja "calidad e importancia" social de sus
componentes.
Así,
pues, la elección de esta expresión como título de una novela cuyo contexto de
acción se circunscribe a las guerras coloniales cubanas de finales de siglo no
parece constituir ninguna excepción. Porque efectivamente, en todas las guerras
que han sido y serán, siempre se ha utilizado y se utilizará la "carne de
cañón". Pero en este caso la elección fue premeditada, porque a mi
parecer, los contingentes enviados a Cuba fueron doblemente considerados y utilizados como tales; una en el sentido
clásico de tropas bisoñas, mal preparadas, que podían emplearse y sacrificarse
sin pudor a los objetivos militares; pero en una segunda consideración
podríamos referirnos al conjunto social más desfavorecido, analfabeto casi en
su totalidad, sin medios económicos para redimir el servicio, que fueron
expuestos a condiciones infrahumanas de subsistencia, sacrificados a sabiendas
a los condicionantes climáticos y de insalubridad. Esto es, doblemente
utilizados como «carne de cañón»: contra los insurrectos cubanos, y contra las
enfermedades tropicales que los
diezmaron hasta convertir a Cuba en un gigantesco cementerio español.
-En tu opinión ha
habido algún punto de inflexión que haya marcado un antes y un después de este
concepto de «carne de cañón».
-Lamentablemente
tengo que responder con toda sinceridad que en mi opinión no ha habido ningún
antes ni después que haya conseguido modificar el concepto de "carne de
cañón". Si acaso para acrecentarlo transponiéndolo a otras cuestiones
sociales y/o aspectos de la vida. Hoy como «carne de cañón» podría considerarse
a ese enorme conjunto de la humanidad que eufemísticamente denominamos tercer
mundo o países en vías de desarrollo. "Conejillos de indias"
sacrificados en los frentes de la guerra económica que ha impuesto el bando
ideológico ganador tras la caída del Muro de Berlín: el neoliberal y sus
políticas de globalización.
-Para los
reclutas y gente sin recursos ya fue cruel el propio reclutamiento, ¿no?
-Durante
el periodo considerado (1868-1898) la duración del servicio militar fue siempre
muy larga. Entre 1856 y 1882 fue de ocho años, repartidos en cuatro activos y
cuatro de reserva, a excepción del año 1878 en el que se redujo a seis años.
Posteriormente la duración se incrementó hasta doce años, aunque se redujo a
tres el servicio activo (leyes de 1882, 1885 y 1896) y tres de reserva activa.
En todo caso los mozos reclutados que fueron enviados a Cuba durante los dos
conflictos bélicos (1868-1878 y 1895-1898) permanecieron todos ellos un mínimo
de cuatro años en el servicio activo. Lo que implicaba, además de su larguísima
duración, una penuria insufrible para sus familias que se veían privadas de la
ayuda y sustento de esos "brazos" durante tan largo periodo de
tiempo. Por otro lado, las leyes permitían "la sustitución" y la
"redención a metálico" para los quintos que pudieran abonar una
determinada cantidad (entre 1500 y 2000 pesetas), montos inalcanzables para la
inmensa mayoría del pueblo. Doble injusticia y sufrimiento: por la larga
duración del servicio, y porque sólo lo cumplían los más desfavorecidos.
-¿Cómo iban de preparados para la guerra en
aquel territorio inhóspito?
-Sencillamente
nunca fueron preparados. Las levas y reclutas se efectuaban siguiendo las
necesidades de la guerra, por lo que era frecuente que resultaran insuficientes
los reemplazos ordinarios teniendo que recurrir en muchas ocasiones a la
movilización de las fuerzas en la reserva. Tanto unas como otras —las tropas
recién reclutadas como aquellas que ya habían dejado el servicio activo— fueron
enviadas "al matadero" en unas penosas condiciones de preparación militar,
sin prevención alguna para enfrentarse a las duras condiciones climáticas ni
asepsia frente a las temidas enfermedades tropicales que los diezmaron nada más
llegar. Puede decirse que las bajas sufridas por el ejército expedicionario
español, en proporción de uno a seis, lo fueron por enfermedad, elevándose en
algunos frentes específicos, como fueron las trochas, a la proporción de uno a diez.
La
única excepción la constituyó el armamento de dotación: el fusil máuser, tal
vez la mejor arma para la infantería disponible en la época.
-¿Cómo les fue a
los manchegos en estas guerras?
-Pues
como a los demás, bastante mal. Hay que considerar que la recluta manchega, sin
excepción, pertenecía a las clases más bajas de su estrato social, hombres sin
preparación cultural alguna que si bien estaban curtidos por el durísimo
trabajo y condiciones del medio al que habían de someterse desde muy temprana
edad, nunca lo estuvieron para las condiciones de la vida militar en climas
como el cubano. La mortandad en ellos fue elevadísima, generalmente derivadas
de las fatigas durante las marchas agravadas por la enfermedad.
No
obstante algún caso hubo que forjó carrera militar por méritos de guerra. El
capitán Manuel Segura, Manuelillo, uno de los personajes
centrales de la obra, está inspirado en un ejemplo tomado de la vida real: el
capitán Negrillo, un pastor manchego que alcanzó el grado de oficial.
-La guerra de
Cuba engloba varias "fases", por llamarlo de alguna manera: ¿hubo
algunas de ellas con mayor participación o iniciativa manchegas?
-En
realidad se trata de episodios bélicos diferenciados. La primera guerra,
denominada "Guerra de los Diez Años" se desarrolló durante el periodo
de 1868 a 1878, y se dio por finalizada tras la Paz de Zanjón lograda por el
general Martínez Campos. Si bien fue seguida por un conflicto de menor entidad
"La Guerra Chiquita" desarrollada durante 1878-1879 por aquellos
insumisos que no estuvieron conformes con los acuerdos de Zanjón.
Posteriormente, en 1895, se inició un nuevo conflicto independentista que acabó
involucrando a los Estados Unidos que declararía la guerra a España en 1898. La
derrota frente a los americanos supondría el final del Imperio español.
En
todos estos conflictos bélicos la participación manchega sería siempre similar
y se limitaría a la recluta obligada de quintas por las leyes del servicio
militar. No se constata ningún contingente de voluntarios de la zona, si bien
los manchegos siempre fueron sumisos y fieles al cumplimiento de la ley, dándose,
a diferencia de otras zonas o regiones españolas, un porcentaje bajísimo de
prófugos y/o desertores. Mucha lealtad la de los manchegos para tan triste pago
oficial.
-¿Qué era lo peor que les tocaba vivir aparte,
claro está, del combate?
-Sin
lugar a dudas y con mucha diferencia las condiciones de vida y enfermedades. Ya
desde el instante mismo del embarque marítimo y la partida, hacinados en las
bodegas de los buques, aquejados durante días del "mal del mar", mal alimentados, infectados, casi comidos por los parásitos,
hasta el momento del desembarque, el encuentro con aquel sofocante calor
tropical, el nefasto trato cuartelero. Y posteriormente la cotidiana vida en
zonas de guerra donde lo de menos era el combate: días y días construyendo
rudimentarios fuertes y trincheras, agotados de fatiga por el ininterrumpido
trabajo, carentes de agua y casi alimentándose exclusivamente de palmitos… La
fiebre, el hambre, la sed, las cortinas de mosquitos, aquellos fueron los
auténticos enemigos que les iban a derrotar.
-¿Por qué dedicas
un libro a este episodio que si bien trascendente para Cuba, también lo fue
para España y los españoles?
-Creo
haber tenido en otras ocasiones la posibilidad de comentar mi pasión por la
historia, y más concretamente, por el estudio de la historia ecológica y social
contemporánea en mi territorio manchego natal, terreno en el que encontré un
vació historiográfico que admitía todo tipo de posibilidades para poderlo
estudiar.
Así,
pues, investigar los pasajes de la historia manchega a través de momentos
especialmente convulsos del acontecer nacional constituye una línea que se me
antoja idónea para elaborar un continuo no sólo histórico, sino cultural,
etnográfico y ecológico, del panorama político-social vivido en esta tierra,
por otro lado un solar olvidado, casi siempre desconocido más allá del Quijote
universal.
Surgieron
así varias obras: Mancha Roja, o la
más reciente Guerrilleros —la Mancha
durante las guerras napoleónicas—, un trabajo que me permitió reflejar la
Mancha en la transición del absolutismo a la modernidad (comienzos S. XIX). En
esta misma línea, las posteriores guerras cubanas de finales del siglo XIX me
han permitido estudiar el modelo de la sociedad manchega instalada ya en la
supuesta modernidad política liberal, si bien muy poco o nada evolucionada en
lo que se refiere a lo social. A ello quizá podría añadir un interés personal
por estos episodios bélicos que, aún sin saber muy bien por qué, siempre me han
ejercido una extraña fascinación.
-¿Tenía España el
concepto o se creía poseedora del estatus de polis, considerando como meras
colonias a Cuba, Filipinas, Guinea y lo poco que quedaba en el siglo XIX?
-Quizá
lo primero que resultaría conveniente matizar es que España a comienzos del
siglo XIX aún conservaba intacto su inmenso imperio colonial; un imperio que
comenzó a desmoronarse tras los movimientos de emancipación americanos
derivados de la inercia nacionalista surgida en la Península tras el
enfrentamiento con Napoleón. Pero todavía a finales del siglo XIX el balance
colonial español no era nada desdeñable. Aún continuaban dependiendo de la
metrópoli un conjunto de islas y archipiélagos repartidos por todos los mares y
a inmensas distancias: Fernando Poo y las islas del
Golfo de Guinea, Cuba, Puerto Rico, las islas Filipinas, Carolinas, Marianas,
Palaos, Río Muni… Extensísimos territorios que
suponían una fuente de constantes problemas para el Estado.
La
escasa capacidad diplomática, económica y militar de España como metrópoli la
hizo absolutamente dependiente en lo internacional de Francia e Inglaterra,
potencias a las que tenía que recurrir cuando surgía cualquier conflicto. Por
ello el papel de España como "madre patria" de un imperio colonial
siempre fue muy peculiar, excepción hecha de las islas antillanas —Cuba y
Puerto Rico— donde sí se ejerció con total impunidad el concepto de metrópoli
explotadora de su dominio colonial.
-Eran las
políticas de "las polis" las que asfixiaban a los países y a los
ciudadanos y ciudadanas (de aquí y de allí) como efecto en cadena; un efecto
colateral o secundario en su acción, ¿no?
-Sin
lugar a dudas. Las políticas administrativas y económicas impuestas a "las
islas" siempre lo fueron en un sentido unidireccional que favorecía en
todo los intereses de la polis, estableciendo normas restrictivas a la
importación-exportación, medidas arancelarias, etc., que prácticamente
convirtieron los suelos antillanos en una mera extensión del mercado nacional
sin que existiera reciprocidad. Ello coartaba enormemente las posibilidades de
progreso y desarrollo de sus ciudadanos. Lo que aumentó durante unos años un
sentimiento de agravio y explotación que tomó forma en el sentimiento
patriótico independentista que al final conduciría a la emancipación del resto
del imperio colonial.
-Mariano, ¿cómo
ha sido el proceso de documentación para la redacción de este libro? ¿Y la
metodología de trabajo?
-Muy
similar al utilizado para los trabajos anteriores: investigación cronológica,
geográfica e histórica, y sistematización de los datos para facilitar la
narración. Si bien Carne de cañón
presenta una especial singularidad, pues en principio fue concebida y escrita
como ensayo de investigación —en la línea de Mancha Roja— y sólo posteriormente, tras la razonable aceptación de
Guerrilleros como novela histórica, o
historia novelada según se quiera calificar, surgió la idea de trasladar el
ensayo previo a la forma literaria de novela histórica, lo que supuso
dificultades añadidas, desde la elección y caracterización de los personajes,
hasta su adaptación a una trama congruente con la investigación original. El
resultado, sin embargo, creo que ha valido la pena, si bien ha alargado
bastante el proceso de creación. En definitiva, tres años de trabajo tras Carne de cañón.
-¿Tan brutal fue
el efecto de la pérdida de las colonias?
-El
final del siglo XX marca un punto de inflexión en la concepción estratégica del
poder de las Naciones en el tablero mundial. Quedó bien reflejado en el
discurso que en mayo de 1898 pronunció lord Salisbury, a la sazón primer ministro
de Gran Bretaña, en el Albert Hall de
Londres, y que en esencia venía a definir que los procesos de la
industrialización aplicados a la industria armamentística había dividido el
mundo en naciones poderosas y "vivas", mientras que el resto quedaba
anclado en la concepción de naciones "moribundas" cuyo destino
resultaba inexorable y no era otro que el de quedar directa o indirectamente en
manos o bajo la influencia de las naciones poderosas.
La
pérdida colonial supuso de forma inmediata la caída de España al estatus de
"nación moribunda" sin ningún peso específico en el panorama
internacional. No sé si esto puede considerarse como un efecto
"brutal" para la España de la época. Lo que sí supuso, desde luego,
fue un alivio inmediato para las arcas del Estado al poder desligarse del peso
económico y social que suponía el anterior mantenimiento del imperio colonial.
-¿Nos puedes
avanzar algo sobre lo que estás haciendo ahora?
-Las
guerras africanas constituyeron la rémora o "coletilla" en el siglo
XX de una manera de entender el mundo: el de las naciones poderosas; un
exclusivo club que nos negábamos a abandonar. Ello significó de nuevo
sufrimiento y calamidades para los débiles y un cambio importantísimo en la
concepción político-ideológica del Estado que concluyó con la caída de la
Monarquía y la instauración de la II
República. Ese es el nuevo reto que me propongo narrar.
24491
Carne de cañón (La
Mancha-Cuba: 1868-1898). Mariano Velasco Lizcano
260 páginas 17 x 24 cms.
17,00 euros
Círculo Rojo
Detrás de la política, detrás
de los tejemanejes diplomáticos, detrás de las tácticas, de los espías, de los
mapas y de las estrategias…
Detrás de las guerras hay vidas humanas.
Vidas que son herramientas. Pequeñas piezas en el gran rompecabezas de la
guerra, pero grandes engranajes para las familias que los ven partir, a menudo
con el terrible presentimiento de que no volverán.
Atrás quedan mujeres, hijos, hermanos, padres… Y también paisajes, costumbres,
tradiciones, pueblos. Todo se descuelga de los hombros cuando el barco parte
hacia un rumbo incierto, pero quedan las imágenes en la cabeza: los campos
labrados, las tierras rojas, las calles polvorientas, las hogueras en la
madrugada, las paredes encaladas, los lagares y zaguanes, los hogares donde la
llama siempre calienta…
Mariano Velasco Lizcano
Vine al mundo en Alcázar de San Juan, el año en que los soviéticos acabaron con
el alzamiento popular en Hungría, y en el mes en que se inauguraron los Juegos
Olímpicos de Melbourne, los primeros de la historia que se celebraban en el
hemisferio Sur. Sin duda en este lugar de La Mancha, en vez del calor que
reinaría allí, haría mucho más frío y quizá lloviera y tronara para hacer honor
a Santa Bárbara, patrona que se corresponde con el día en que nací. La verdad,
no fue un mal año.
Pero desde luego debieron de pasar muchas lluvias y muchos fríos hasta que
sentí la llamada que me permitió escribir algo razonable por primera vez. Fue
un artículo de opinión que publicó la prensa local y que aún hoy, todo hay que
decirlo, me sonroja leer. Porque la verdad es que en aquel entonces lo que yo
quería era escribir novelas y cuentos, y en el intento, lo que son las cosas,
varios de ellos merecieron el reconocimiento de algún galardón. Y así pasó el
tiempo hasta que un buen día desperté a la contemplación del Medio que me
rodeaba, lo que me llevó directo hasta el mundo de la investigación. Como
correlato llegó la Universidad, la licenciatura, y una Tesis doctoral que
alcanzó el I Premio de Investigación a Tesis Doctorales del Consejo Económico y
Social de Castilla La Mancha en el año 2002.
_____________________________________________________________________
Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069