La
Librería de El Sueño Igualitario
Francisco Javier Fernández Guillén escribe
para Mira Editores escribe sobre los vericuetos más recónditos que rodean a la historia de algunos de los mandatarios
más conocidos…
El libro nos llevará de “sorpresa en sorpresa”
por nombres que ya imaginábamos, pero también por otros que no imaginábamos y
es que hay cosas que no las mitiga ningún apellido…
En los Burdeles no todos, pero algún criterio
de igualdad sí se cumplía… siempre llega el momento, el de la cópula, en que no
se distingue el color de la sangre.
Lo que nos dice la editorial Mira del libro:
Alfonso XIII fue hijo
de Alfonso XII pero no de la reina Cristina (María Cristina de Habsburgo
Lorena). La madre de Alfonso XIII fue una preciosa granadina: Adela Lucía de la
Santísima Trinidad. Isabel II nunca copuló con su marido y primo Francisco de
Asís, resultando que Alfonso XII fue parido por la reina pero concebido por los
espermatozoides del capitán de Ingenieros Enrique Puigmoltó.
Isabel II no fue hija de Fernando VII porque este Borbón era impotente.
La puttana ma
pia (así llamaba el papa Pío IX a Isabel II)
era hija de la reina María Cristina de Borbón Dos Sicilias
(cuarta esposa de Fernando VII) y el guardia de Corps Fernando Muñoz. La
marquesa de Mejorada, Francisca de Borja, fue concubina fiel durante
veintisiete años del inquisidor general Ramón José de Arce. ¿Tuvieron hijos? La
reina María Luisa, esposa de Carlos IV y amante de Godoy, aseguró que ellos
tres eran la Santísima Trinidad; de este ménage
à trois resultaron dos vástagos: Isabel de
Nápoles y Francisco de Paula, que no eran hijos del rey sino del valido. El
holocausto nazi se inspiró en la Gran Redada organizada por Fernando VI contra
los gitanos. Las ordenanzas militares de Carlos III aseguraron la pérdida del
Imperio. María Luisa Gabriela de Saboya, primera mujer de Felipe V, se negó a
folgar en su noche de bodas; ocurrió en Figueras (Gerona). Felipe V firmó en
1713 la autorización para vender en la América española ciento cuarenta y
cuatro mil esclavos negros, por tiempo de treinta años, cobrando el rey un
mínimo de doscientos mil pesos escudos. Luis I, primer Borbón enterrado en El
Escorial, estuvo casado con la princesa francesa Luisa Isabel de Orleans, a la
que le gustaba desnudarse en público, emborracharse e ir in puribus por
Palacio. Carlos II, el Hechizado, impotente sexual, tenía como pasatiempo capar
gatos. Felipe IV nació el 8 de abril de 1605, que era Viernes Santo y, por
tanto, Viernes de Dolor; para que se pudiera celebrar el nacimiento, Roma
declaró esa fecha Domingo de Resurrección. Felipe III trasladó la Corte a
Valladolid en 1600, propiciando un caso de corrupción urbanística solo superado
durante la Constitución de 1978. Felipe II podía acostarse con su esposa (tuvo
cuatro) previa autorización de su ayo Juan de Zúñiga.
Carlos I arruinó España para sobornar a los príncipes electores que debían
nombrarlo emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Burdeles reales explica
con detalle estas y otras muchas peripecias del curso de nuestra historia,
enlazándolas con sus coetáneas de otras Cortes y de otras costas.
La pluma de este libro, Francisco Javier González Guillén:
Licenciado en Derecho, ha desarrollado su vida
profesional como ejecutivo de varias empresas multinacionales en el área
internacional. Por exigencias de su trabajo, ha visitado cuarenta y nueve
países. En todos ellos ha estado, al menos, dos veces:
tal sería el caso de las Antillas Neerlandesas, Argentina, Brasil, Corea del
Sur y Transnistria. Con sesenta y dos viajes a China
(entre 1989 y 1995), fue pionero entre los españoles que pusieron en marcha
varios negocios en aquel mercado. Sus actividades en Vietnam fueron previas a
la existencia de la embajada española en Hanói. Desde Albania hasta Indonesia,
desde Honduras hasta Kósovo, desde Haití hasta Japón ha viajado
ininterrumpidamente durante más de treinta años. Conferenciante invitado por el
Club de Hombres de Negocios de Karachi (Pakistán), la Universidad de San Pedro
Sula (Honduras) y otros centros académicos, entre ellos varios españoles, es
autor de diversos libros relacionados con algunas facetas de su actividad
profesional. En 1983 publicó Marketing
para la Pyme (Asociación para el Progreso de la Dirección), al que
siguieron otros títulos. Una vez jubilado, retomó su afición por la Historia y
la Sociología, dos disciplinas que lo entusiasmaron cuando cursó sus estudios
de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, primero en el
edificio de la calle de San Bernardo, y años después en la renovada Facultad
del Campus de Moncloa. Tras muchos meses de investigación, en 2008 vio la luz El artillero, relato histórico sobre un episodio de la
Guerra Civil española en el castillo de Montearagón
(Huesca). Burdeles
reales es el resultado de otros cinco años de trabajo.
Cazarabet conversa con Francisco Javier González Guillén:
-Francisco, estamos ante un libro de un
trabajo inmenso. ¿Qué te inspiró a escribir esta obra?
-Me inspiró una duda: saber si las historias
de la Historia que me habían enseñado en la Facultad de Ciencias Políticas en
Madrid y en la Facultad de Derecho en Zaragoza eran verdad y además ciertas
o, por el contrario, me habían instruido con una versión interesada de la
verdad, a la vez que me habían ocultado la certeza de otros hechos. Esta duda
fue el resultado de una reflexión conmigo mismo, cuando disfrutaba de los
primeros años de mi jubilación, durante algunos días en que me entretenía
reorganizando mi biblioteca y algunos archivos de mi época universitaria.
Así que, disponiendo de tiempo, decidí concederme el placer de navegar por
singladuras distintas de las oficiales en el mar arcano del pasado
-Te ha llevado cinco años, pero ¿cómo fue el proceso
de documentación?
-Fue un proceso inverso al curso de la historiografía tradicional.
Inicié el estudio de los personajes más modernos (el rey Alfonso XIII,
por ejemplo) y proseguí el enlace con sus ascendientes oficiales, ancestros
potenciales y antepasados furtivos tanto en las plumas de los escribas de
palacio como en los misterios de las sacristías. Desde Alfonso XIII hasta
los Reyes Católicos he disfrutado de una amena excursión de cinco años,
husmeando miles de páginas impresas y otras tantas virtuales. Cientos de
fuentes. Casi mil seiscientas para ser preciso. Pero, además, ha sido un
excitante paseo como trabajo de campo. Porque, en alguna ocasión, he tenido que
recabar datos con mediación de abogado cuando los registros públicos han
querido escamotear la información que les había pedido. He visitado bibliotecas
por el anverso y el reverso de sus fondos, junto al placer de haber percibido
la pátina de incunables y haber residido en entrañables hospederías como la del
Monasterio de Guadalupe (Cáceres) adosada a los anaqueles que cobijan más de
cien mil libros. Este es el bagaje de certezas que aporto en las alforjas
de Burdeles Reales.
-¿Qué metodología de trabajo llevaste a cabo para , después de reunir la información y demás, ordenarla ,
darle forma y conseguir este libro…?
-Burdeles Reales está ordenado
en 47 capítulos. Todos son independientes pero están entrelazados porque la
Historia es una cadena de eslabones que sujetan el presente y el pasado.
Cada uno de los capítulos tiene su propia enjundia y puede ser leído
separadamente, pero hay reiteradas alusiones a unos y otros episodios porque
nada que sucedió ayer nos es ajeno. Para entender el número de Premios Nóbel de Literatura que tenemos en lengua española hay que
explicar la derrota del almirante inglés Vernon cuando intentó conquistar
Cartagena de Indias en 1741. Allí se encontró con un héroe español,
(cojo, manco y tuerto por heridas de guerra), Blas de Lezo,
que defendió la plaza hasta que la flota inglesa tuvo que abandonar el asedio.
Hoy podemos leer a García Márquez, Pablo Neruda, Octavio Paz, Gabriela
Mistral, Vargas Llosa y otros autores que han merecido el premio Nobel de
Literatura en lengua española gracias a la gesta de los defensores de Cartagena
de Indias. Ocurrió hace 276 años pero sus efectos están vigentes.
-¿A quién te parece que le pueda agradar el acercarse
al mismo?
-A cualquier persona con curiosidad. Todo lector que esté
interesado en descubrir aquello que no nos han contado en el proceso del
sistema educativo oficial, encontrará en Burdeles Reales una fuente de
inspiración para replantearse las presuntas verdades del pasado.
-Aunque creo que el ir investigando, tirando de hilos,
sin caer en la mera rumorología, debe ser de lo más trabajoso; aunque también
de lo más edificante. ¿Qué nos puedes comentar?
-El trabajo del investigador siempre supone un esfuerzo pero está
recompensado por los hallazgos que aportan los descubrimientos. El caso
de los matrimonios y la descendencia de Fernando VII podría
servir de ejemplo. Este individuo contrajo cuatro matrimonios; el primero
cuando tenía 18 años (casó con María Antonia de Borbón); el segundo con su
sobrina portuguesa Isabel, en 1816; el tercero, diez años más tarde, con María
Josefa Amalia de Sajonia que tenía 15 años cuando el rey ya había cumplido 39.
Durante los veintisiete años que duraron estos tres matrimonios (1802-1829) no
hubo descendencia. Los escribas de palacio anotaron varios abortos, una
horrible cesárea con muerte del nasciturus y otras
falacias. Pero no hubo hijos. Sin embargo, cuando Fernando VII se
casa por cuarta vez, en esta ocasión con su sobrina María Cristina de Borbón
(el rey contaba 45 años y la contrayente 23), se produce un milagro: la reina
da a luz dos preciosas niñas: Isabel y Luisa Fernanda. ¿Quién era el padre?
Porque Fernando VII era impotente, sufría una macrosomía
genital y arrastraba un linfoedema. Con Fernando VII
el linaje de los Borbones tiene de nuevo un eslabón polémico.
-Pero lo que sí es cierto que “cuando el
río suena, agua lleva…”, ¿no?
-A partir de este refrán, me pregunté si podían ser ciertos los relatos
de los trovadores que explicaban el fallecimiento de Fernando el Católico por
haber tomado un exceso de vesicante afrodisíaco. Comprobé que la viagra de la época era conocida como "la mosca
española" y que la expresión "spanish fly" todavía está vigente en el lenguaje coloquial del
Reino Unido. Ese vesicante afrodisíaco era (y es) el extracto de cantárida;
en el Museo de Farmacia de Llivia (Gerona), cuyos
orígenes se remontan al siglo XV, pude encontrar un pote cerámico con esa
inscripción. Burdeles Reales explica estos detalles y otros muchos sobre
las causas que propiciaron la nefritis aguda que acabó con la vida de Fernando
el Católico en Madrigalejo el 23 de enero de 1516.
-Puede que en “los burdeles” fuera de los pocos
sitios, aún puede que lo sean en los que hay como “más igualdad”….allí no hay
“sangre azul que prevalezca sobre la del pueblo llano”….
-Burdeles Reales utiliza la
expresión burdel en un sentido metafórico. Son burdeles las casas de lenocinio,
lupanares y prostíbulos en que se practica la prostitución. Pero también son
burdeles otros muchos centros de la vida pública donde el contubernio entre
políticos, sindicalistas, empresarios y representantes de otras instituciones
es de mucho mayor volumen que el negocio de la prostitución carnal. Contubernio
y pecado al cual no son ajenos los individuos uniformados con sotanas, cofias y
otros disfraces que se rigen por el Código de Derecho Canónico.
-Y tampoco, los que se llaman de “sangre azul” son
para nada recatados…quizás al contrario, más desatados cuando ven un poco de
escapatoria porque se pasan muchas horas del día como encorsetados, “haciendo
lo que siempre se espera”, “actuando políticamente en lo correcto”. ¿Qué nos
puedes decir?
-La expresión "sangre azul" tiene su origen en la diferencia
del tono y color de la piel en manos y brazos. Los agricultores,
ganadores, estibadores, carpinteros, mineros, herreros y en general el trabajo
de todos los oficios desde la Edad Media hacía que las manos y brazos se
muscularan, broncearan y ensuciaran, ocultando las venas e impidiendo ver la sangre
azul. Por el contrario, los reyes, los aristócratas, los arzobispos y
eclesiásticos junto a nobles y otros elegidos por la diosa fortuna,
podían ser de sangre azul porque se podían ver sus venas... y su sangre
azul. Los individuos de sangre azul nunca han vivido encorsetados ni han
tenido obligaciones distintas que vivir plácidamente a costa de los demás.
-El mundillo alrededor de la Corte y demás, son de un
enredo antaño muy parecido al actual, ¿no crees?
-Decimos que la Historia se repite y es una gran
verdad porque ha cambiado la tecnología pero no ha cambiado el hombre. En
realidad las historias de la Historia son sucesos que se suceden sucesivamente
y que se sintetizan en la magnitud del ser humano. El acontecer de la dinastía
de los Austrias y la saga de los Borbones nos ofrecen
un escenario permanente de cinco siglos presididos por los siete pecados
capitales: soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y pereza.
Estos pecados magnificados en toda su grandeza por estar coronados.
-Y es que la historia se retroalimenta y si
no se aprende se llega a auténticos momentos de putrefacción que pueden
embadurnar a toda una estructura me refiero a la estructura del Estado…
-Sí, en efecto. En cada momento histórico la putrefacción merece
uno u otro nombre: ahora se habla de las cloacas del Estado, pero aguas
sucias ha habido siempre. Por suerte, en esas alcantarillas además de
ratas también podemos encontrar personas excepcionales que son el oxígeno que
nos permite disponer todavía de esperanza y optimismo; cito un caso que ocupa
bastantes páginas de Burdeles Reales: Ramón y Cajal.
-No se deja títere con cabeza, por ejemplo hasta con
la Iglesia (conste que no me sorprende) hemos topado
-La historia moderna de Occidente es inseparable de la historia de las
religiones monoteístas. Europa no se entiende sin la influencia del
cristianismo y éste precisa que se estudie la Reforma y la
Contrarreforma, es decir, el movimiento protestante (Lutero, Calvino, etc.)
para explicar con rigor el nacimiento del liberalismo y del capitalismo. Las
diferencias, hoy, entre la Europa del norte y la Europa del sur hay que
entroncarlas con las raíces de la Reforma y el posterior Concilio de Trento que
fue auspiciado y financiado por Felipe II.
-Me refiero que alrededor de estos enredos la prensa
más subversiva, en sus días, debían hacer puntería sarcástica, ¿qué nos puedes
comentar?
-La prensa ha sido siempre un ariete
importantísimo para golpear los muros del silencio impuestos por el poder. Sin
libertad de prensa no puede haber libertad de conciencia. La libertad
(posiblemente el valor más preciado del ser humano) es inseparable de que los
medios de difusión puedan desarrollar su trabajo. La prensa mereció el
calificativo de ser el cuarto poder. Hoy, la sociedad dispone también del
quinto poder: las redes sociales. La interconexión mundial a través de
las redes aporta un nuevo escenario para el estudio y el ejercicio de la
libertad.
-Tus trabajos, como hablábamos desde un principio, son
inmensos y de mucho tiempo de investigación, estudio y documentación. Amigo,
casi te imagino metido en alguna harina, ¿nos puedes explicar o dar alguna
pista?
-He
iniciado un proceso de investigación sobre una parte de la historia relacionada
con el comportamiento del ser humano en un estudio comparado de varias
culturas; desde Mesopotamia y la civilización del trigo, China y la
civilización del arroz, las Indias occidentales y la civilización de la patata,
hasta la revolución electrónica del presente: la civilización de internet y los
dispositivos móviles Se trata de un proyecto sociológico que me tendrá
felizmente ocupado durante bastante tiempo.
23733
Burdeles
reales. Francisco Javier González Guillén.
Prólogo de Túa Blesa
672 páginas 17 x 24 cms.
29.00 euros
Mira
Alfonso
XIII fue hijo de Alfonso XII pero no de la reina Cristina (María Cristina de
Habsburgo Lorena). La madre de Alfonso XIII fue una preciosa granadina: Adela
Lucía de la Santísima Trinidad. Isabel II nunca copuló con su marido y primo
Francisco de Asís, resultando que Alfonso XII fue parido por la reina pero
concebido por los espermatozoides del capitán de Ingenieros Enrique Puigmoltó. Isabel II no fue hija de Fernando VII porque
este Borbón era impotente. La puttana ma pia (así llamaba el papa Pío
IX a Isabel II) era hija de la reina María Cristina de Borbón Dos Sicilias (cuarta esposa de Fernando VII) y el guardia de
Corps Fernando Muñoz. La marquesa de
Mejorada,
Francisca de Borja, fue concubina fiel durante veintisiete años del inquisidor
general Ramón José de Arce. ¿Tuvieron hijos? La reina María Luisa, esposa de
Carlos IV y amante de Godoy, aseguró que ellos tres eran la Santísima Trinidad;
de este ménage à trois
resultaron dos vástagos: Isabel de Nápoles y Francisco de Paula, que no eran
hijos del rey sino del valido. El holocausto nazi se inspiró en la Gran Redada
organizada por Fernando VI contra los gitanos. Las ordenanzas militares de
Carlos III aseguraron la pérdida del Imperio. María Luisa Gabriela de Saboya,
primera mujer de Felipe V, se negó a folgar en su noche de bodas; ocurrió en
Figueras (Gerona). Felipe V firmó en 1713 la autorización para vender en la
América española ciento cuarenta y cuatro mil esclavos negros, por tiempo de
treinta años, cobrando el rey un mínimo de doscientos mil pesos escudos. Luis
I, primer Borbón enterrado en El Escorial, estuvo casado con la princesa
francesa Luisa Isabel de Orleans, a la que le gustaba desnudarse en público,
emborracharse e ir in puribus por Palacio. Carlos II, el Hechizado, impotente sexual,
tenía como pasatiempo capar gatos. Felipe IV nació el 8 de abril de 1605, que
era Viernes Santo y, por tanto, Viernes de Dolor; para
que se pudiera celebrar el nacimiento, Roma declaró esa fecha Domingo de Resurrección.
Felipe III trasladó la Corte a Valladolid en 1600, propiciando un caso de
corrupción urbanística solo superado durante la Constitución de 1978. Felipe II
podía acostarse con su esposa (tuvo cuatro) previa autorización de su ayo Juan de Zúñiga. Carlos I arruinó España para sobornar a
los príncipes electores que debían nombrarlo emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico. Burdeles reales explica con detalle estas y otras muchas peripecias
del curso de nuestra historia, enlazándolas con sus coetáneas de otras Cortes y
de otras costas.
Índice
1. Mamá, ya
no soy virgen / 2. Alzad el velo de las novicias y... / 3. El Borbón daba
rejonazos a los obreros / 4. La persona del rey es sagrada e inviolable / 5. El
costumbre real el robar y los Borbones / 6. Bragas iluminadas con advocaciones
divinas / 7. Bis sextus dies
ante calendas martii / 8. Una rusa puso el primer
árbol de Navidad / 9. ¡Ha llegado el consolador! / 10. Cuarenta y dos años de
emasculación intelectual / 11. También se casaban con sus cuñadas viudas / 12.
Democracia fofa, de sexo autonómico / 13. Un imperio gobernado por putas y
cabrones / 14. ¡Dale la mano a Pepe, que te ha hecho rey! / 15. Negocio
sufragado por 390.000 cadáveres / 16. Un sordo más en la dinastía / 17.
Caciques con derecho de pernada / 18. El festival nacional del estiércol / 19.
Me casaré si ustedes me buscan novia / 20. El Olimpo de los zánganos / 21.
Quedó consumado el Pacto de El Pardo / 22. “De guapa y de bé
feta era de lo que no s´habia vist”
/ 23. Mi general, ¡ahí va eso! / 24. Todos eran soplapollas con título / 25. Quedó
casada ante dios y virgen ante los hombres / 26. Nos falta el culto de la
patria grande / 27. Finalmente, M.ª Josefa de Sajonia accedió
a copular / 28. ¿De quién eran los espermatozoides 29.
Fecundación per cannam auream
/ 30. Nómada de su propia vida / 31. La puta, el cabrón y el alcahueta / 32. La
guillotina demostró lo contrario / 33. La sodomizaba a mano y... / 34. Borbón e
Hijos S.A.U. / 35. Consumaron el matrimonio aquella noche/ 36. La Gran Redada /
37. Le gustaba ir in puribus / 38. Cucarachas de cochinilla, femeninas y
vírgenes / 39. A Carlos tampoco se le puso enhiesta la verga / 40. La muerte
tenía un precio y en divisa convertible / 41. Ese día se organizó la de dios es
cristo / 42. La profanación real del himen de Chirel
/ 43. Prosperaron hasta llegar a ser molt honorables
/ 44. ¡Oh, dios mío! ¡La reina es una mujer! / 45. En Yuste comenzó a padecer
de hemorroides / 46. Aquella rizada mata de púbicos cabellos rubios / 47. El
cardenal era un playboy / Anexo final con 689 notas
Francisco Javier González Guillén (1945) nació
en Zaragoza. Licenciado en Derecho, ha desarrollado su vida profesional como
ejecutivo de varias empresas multinacionales en el área internacional. Por
exigencias de su trabajo, ha visitado cuarenta y nueve países. En todos ellos
ha estado, al menos, dos veces: tal sería el caso de
las Antillas Neerlandesas, Argentina, Brasil, Corea del Sur y Transnistria. Con sesenta y dos viajes a China (entre 1989
y 1995), fue pionero entre los españoles que pusieron en marcha varios negocios
en aquel mercado. Sus actividades en Vietnam fueron previas a la existencia de
la embajada española en Hanói. Desde Albania hasta Indonesia, desde Honduras
hasta Kósovo, desde Haití hasta Japón ha viajado ininterrumpidamente durante
más de treinta años. Conferenciante invitado por el Club de Hombres de Negocios
de Karachi (Pakistán), la Universidad de San Pedro Sula (Honduras) y otros
centros académicos, entre ellos varios españoles, es autor de diversos libros
relacionados con algunas facetas de su actividad profesional. En 1983 publicó
Marketing para la Pyme (Asociación para el Progreso de la Dirección), al que siguieron
otros títulos. Una vez jubilado, retomó su afición por la Historia y la
Sociología, dos disciplinas que lo entusiasmaron cuando cursó sus estudios de
Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, primero en el edificio
de la calle de San Bernardo, y años después en la renovada Facultad del Campus
de Moncloa. Tras muchos meses de investigación, en 2008 vio la luz El
artillero, relato histórico sobre un episodio de la Guerra Civil española en el
castillo de Montearagón (Huesca).
Prólogo
La ingente
bibliografía que el autor maneja deja poco lugar a la duda. Y es que hay que
destacar que los hechos que se refieren en estas páginas no son dimes y
diretes, sino que están apoyados por inmensa documentación, lo que les otorga
la categoría de auténticos hechos, de verdad. El relato se presenta, pues, dado
el aparato documental, como el de un historiador apasionado, tanto que aquí y
allá deja atrás la neutralidad que caracteriza en general a la investigación
para teñir con adjetivos y apreciaciones varias, aunque ¿habría de exigirse la
simple exposición ante las manipulaciones de la realidad, ante hechos que
indignarían al más templado de los narradores? El autor de Burdeles reales no
oculta su indignación, y, como el lector verá, bien la justifica mucho, casi
todo, de lo que aquí se cuenta, y él mismo sentirá que algo se remueve ante
comportamientos tan poco ejemplares.
Su lectura resulta
de lo más amena y entretenida, además, claro está, de informativa. Burdeles reales,
como tantas novelas, está plagado de peripecias, si no heroicas, sí
vergonzantes, jocosas además no pocas de ellas, plagado de personajes, antes
que héroes, villanos, y contado con gracia narrativa. Por todo ello, el efecto
en el lector es múltiple. Ofrece, por lo menos, el goce de leer una narración
que no decae en
ningún
momento, el conocimiento de la otra cara de tantos y tantos personajes
«ilustres» de nuestra historia de ayer y de hoy, y tantos y tantos hechos que
se suelen contar desde otra perspectiva y que aquí aparecen desvelados. Pasen y
vean.
Túa Blesa, Universidad de
Zaragoza
_____________________________________________________________________
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