La
Librería de El Sueño Igualitario
Un
libro, editado por Comuniter, desde su colección “Es
un decir”.
Aquello que nos
cuenta la editorial Comuniter
sobre la obra de Rajadell:
Midi Libre, el periódico de referencia en Montpellier, dedicaba
su portada del 19 de mayo de 1948 al macrojuicio que
se celebraba en la Corte de Justicia de Toulouse contra una célula
colaboracionista desmantelada en el sudeste francés. En la fotografía de los
acusados que ilustra la información, aparecen tres refugiados españoles. Su
líder es el anarquista Juan Bautista Albesa Segura
‘Batiste’, nacido en Valderrobres en 1911 y que fue prototipo del ‘hombre de
acción’ anarcosindicalista. El episodio colaboracionista no es más que una de
las múltiples caras de un personaje poliédrico que, todavía hoy, despierta los
sentimientos más encontrados entre quienes le conocieron.
Murió en 1999 como un honrado hortelano en Perpignan tras una intensa vida al servicio del ideal
libertario, combinando la propaganda, el ejemplo personal y la violencia. En
los años treinta del siglo XX, fue uno de los fundadores de la CNT en
su pueblo natal y uno de los pistoleros con más prestigio en la CNT. Durante la
Guerra Civil, lideró un grupo guerrillero dedicado a los sabotajes en
campo enemigo y defendió a punta de pistola las colectividades de Aragón.
El arrojo y la valentía que Juan Bautista Albesa derrochaba se contrapesaban con un espíritu
solidario que le empujó a crear la colonia infantil de La Beguda en Barcelona, un alojamiento cálido y
confortable para doscientos niños evacuados del Aragón republicano. Batiste
presumirá de aquel refugio de paz durante el resto de su vida. Una existencia
en la que se combinan, a veces de forma retorcida, el idealismo, el
pragmatismo, la fuerza y la ternura.
El autor, Luis Rajadell:
Redactor de Heraldo de
Aragón en Teruel desde 1989, se inició en la prensa escrita unos años antes
como corresponsal del periódico La Comarca en su localidad natal,
Valderrobres. Nacido en 1965, trabajó en la explotación agrícola familiar hasta
los 24 años, cuando desertó del arado para dedicarse al periodismo. Licenciado
en Geografía e Historia, ha publicado los libros ‘Tret
de la memòria’, ‘Mort al monestir’, ‘A la vora del riu’ y ‘1956, l’any de la gelada’, todos escritos en catalán, su lengua
materna. Cuando, a finales de los años ochenta, se iniciaba en
el periodismo, entrevistó al entonces septuagenario Juan Bautista Albesa, un célebre anarquista nacido en Valderrobres. Fue
la semilla que treinta años después ha germinado en este libro.
Lecturas que te pueden ayudar:
http://www.memoriadelasmigracionesdearagon.com/retratos_1.php?retratos_id=204
Cazarabet conversa con Lluís Rajadell:
-Lluís este libro tiene mucho del Rajadell periodista (bien pensado, tus anteriores libros,
sobre todo el de ‘La Gelada del 56’, también tienen
mucho de crónica), pero aquí has tirado mucho de tus labores de periodista. De
hecho, es el punto de arranque de todo, el hilo conductor por el que vas más
allá de una entrevista y un artículo y te pones a documentarte, investigar y
demás: ¿Qué nos puedes comentar?
-Me planteé investigar la vida de Bautista Albesa
‘Batiste’, un célebre anarquista de mi pueblo, Valderrobres, como un trabajo
periodístico. Mi profesión es la de periodista. No he pretendido escribir un
libro de historia. No soy historiador. He recurrido a los testimonios orales, a
la hemeroteca y a los archivos. El origen de todo fue un trabajo periodístico:
la entrevista que mantuve con el propio Albesa al
final de su vida.
-¿Cómo puede un anarquista
terminar abrazando al “colaboracionismo” francés que claudicó y apoyó la
invasión alemana de los nazis, los mismos que ayudaron a Franco a derrotar a la
República?
-Ni siquiera después de leer la sentencia que condenó a Batiste
por colaboracionista, las informaciones de prensa, los testimonios orales y los
documentos que abundan en el mismo sentido, sigo sin tener claras las
motivaciones que tuvo para acercarse a los nazis. Entre las posibles causas de
este acercamiento, podrían estar su delicada situación personal –era padre de
una niña de solo cuatro años y estaba al frente de una explotación agrícola semicolectiva que acogía a varios refugiados republicanos-,
su voluntad de quedarse al margen de la II Guerra Mundial y su radical
anticomunismo. Pero solo son hipótesis.
-¿Todo se justifica por la
supervivencia? Porque no me cabe en la cabeza que sea un “hombre de aventura”,
uno de esos que quiere, solamente, “vivir al día”, cuando lo más importante
debería ser llevar a cabo con la mayor dignidad posible tus ideales…
-La supervivencia personal y la de su familia pudo influir, pero
no creo que entendiera su amistad personal con un coronel de las SS de
Montpellier como una traición a su ideal de una sociedad libertaria en España.
-Pero cuéntanos, Juan
Bautista Albesa Segura, este personaje, este
protagonista, tiene más caras y en cada una de ellas un comportamiento, una
manera de ser.
-Me sorprende un personaje que utiliza la violencia de forma
implacable en algunas circunstancias –como pistolero anarquista en los años
treinta, como líder de un grupo guerrillero dedicado a operaciones en la
retaguardia franquista o en la represión de la retaguardia republicana- se
desvela para proteger a los refugiados republicanos que huyen del Bajo Aragón
y, sobre todo, a los más pequeños, para los que pone en marcha una colonia
infantil. También es contradictorio que un antifascista de la Guerra Civil se
acerque a los ocupantes nazis de Francia. Aunque, como ya he dicho, nunca
renunció a su objetivo de una sociedad libertaria.
-Era, además, todo un
camaleón en cuanto a la personalidad ¿Es de los que intentaba embaucar?.
-Muchos testimonios lo describen como un hombre de personalidad
arrolladora, un hábil polemista y un seductor, intelectualmente hablando.
-¿Qué concepto tenía de la
violencia?
.La consideraba un medio útil para sus objetivos y, en muchos
casos, imprescindible.
-¿Cómo veía, mirando atrás,
sus días vividos? ¿Cómo te lo contaba?
-Solo hablé con él una vez pero me dio la impresión de que no se
arrepentía de nada de lo que había hecho. Al contrario, reivindicaba su pasado.
En una larga entrevista con los historiadores Encarna y Renato Simoni y en las cartas que remitió al historiador Antonio
Téllez, transmite la misma impresión.
-Háblanos un poco del papel
que tuvo aquí en España en la guerra?
-En la Guerra Civil, destacó como líder un grupo guerrillero
conocido como ‘Grup de Batiste’ que se dedicaba a
operaciones tras las líneas enemigas como espionaje, evacuación de republicanos
atrapados en Zaragoza, sabotajes, voladuras… Al empezar la guerra formó parte
de la columna Carod-Ferrer, que entró en Aragón por Calaceite
y empujó a los rebeldes hasta Azuara, a las puertas
de Zaragoza. Participó en las batallas de Belchite y Teruel. En la primera de
ellas, contribuyó destacadamente a la conquista de la población zaragozana, una
victoria pírrica. Terminó la contienda como capitán con la caída de Catalunya.
-Fundador
de la CNT en Vallderrobres ¿cómo se le recuerda en su
pueblo natal?
-Como cabría esperar de una trayectoria como la de Batista, es un
héroe admirable para muchas personas de izquierdas –aunque no todas- y un
demonio para las conservadoras.
-¿Cómo y de qué manera
empieza el pistolerismo a formar parte de la vida, además de forma tan activa,
de Batiste?
-Varios testimonios orales afirmaron que participó en atracos y
otras acciones violentas como hombre de acción de la CNT o la FAI, pero la
principal acción documentada fue su participación en el intento de secuestro de
Joan March Monjo, primo
hermano del ‘banquero de Franco’, Juan March Ordinas.
Con varios compañeros anarquistas de Teruel, se desplazó a Mallorca para raptar
a March Monjo y pedir un
rescate por él, pero la operación se frustró por una delación que partió del
seno de la propia CNT. Uno de los secuestradores murió y el resto acabaron en
prisión.
-Marcha a Francia, ¿cómo se
va adentrando en el colaboracionismo?
-Según se contó durante el juicio al que fue sometido en 1948, un
destacado colaboracionista le dijo a Batiste que figuraba en la lista de
republicanos españoles a vigilar por los nazis, pero que no le pasaría nada si
colaboraba con ellos. Parece que aceptó cooperar con el ejército invasor hasta
el punto de que un coronel nazi fue su amigo personal. La colaboración se
extendió a otras personas del entorno de Batiste, también exiliados
republicanos.
-En tus conversaciones con
él notaste, se mostró o te relató algún atisbo de arrepentimiento por alguna
decisión tomada en vida?
-No me pareció que se arrepintiera de nada. Aunque también es
verdad que en ninguna de las entrevistas –ni la mía ni la de Simoni- se le preguntó directamente por su condena por
colaboracionista.
-Un hombre controvertido en las formas
y en el fondo. Comprometido, aquí, con el anarquismo, con la idea libertaria;
que emplea la violencia y que marcha a Francia y que allí se afianza con el
colaboracionismo, pero que deja, aquí una obra que es impresionante porque
funda la colonia infantil de La Beguda en Barcelona.
Un hombre cromático, casi bipolar en el comportamiento, en el ideario, pero,
diría, que más en las formas ¿qué nos puedes reflexionar?
-A pesar de ser partidario del recurso a la violencia siempre que
fuera útil al ideal libertario, admiraba a la infancia por su desinterés
material, por su franqueza y por su tolerancia y falta de prejuicios. Se
desvivía por la colonia de niños que fundó en La Beguda
(Barcelona), jugaba con los pequeños y le gustaba mezclarse con ellos. El
título de libro evoca esa contradicción.
-El título del libro “La ternura del pistolero”
que viaja entre la memoria y el testimonio, evoca a que es algo romántico lo
que te llamó la atención. ¿Es así cómo veías a Batiste? Con el paso del tiempo,
ahora, ¿cómo lo ves, cómo lo recuerdas?
-Batiste es un producto de una época marcada por las desigualdades
sociales abismales, por el analfabetismo y la miseria. Me contó que en sus
circunstancias no tenía nada que perder y por eso se hizo anarquista. También
pesó su convicción de que la CNT era la única organización capaz de acabar con
aquella injusticia. Luego, al analizar su vida, aparecen las contradicciones,
la violencia y las críticas de muchos compañeros cenetistas desengañados con el
que fue su líder.
24061
La ternura del pistolero.
Batiste, el anarquista indómito. Lluís Rajadell
250
páginas 23 x 16 cms.
18.00 euros
Comuniter
Midi Libre, el periódico de referencia en
Montpellier, dedicaba su portada del 19 de mayo de 1948 al macrojuicio
que se celebraba en la Corte de Justicia de Toulouse contra una célula
colaboracionista desmantelada en el sudeste francés. En la fotografía de los
acusados que ilustra la información, aparecen tres refugiados españoles. Su
líder es el anarquista Juan Bautista Albesa Segura
‘Batiste’, nacido en Valderrobres en 1911 y que fue prototipo del ‘hombre de
acción’ anarcosindicalista. El episodio colaboracionista no es más que una de
las múltiples caras de un personaje poliédrico que, todavía hoy, despierta los
sentimientos más encontrados entre quienes le conocieron.
Murió en 1999 como un honrado hortelano en Perpignan
tras una intensa vida al servicio del ideal libertario, combinando la
propaganda, el ejemplo personal y la violencia. En los años treinta del siglo
XX, fue uno de los fundadores de la CNT en su pueblo natal y uno de los
pistoleros con más prestigio en la CNT. Durante la Guerra Civil, lideró un
grupo guerrillero dedicado a los sabotajes en campo enemigo y defendió a punta
de pistola las colectividades de Aragón.
El arrojo y la valentía que Juan Bautista Albesa
derrochaba se contrapesaban con un espíritu solidario que le empujó a crear la
colonia infantil de La Beguda en Barcelona, un
alojamiento cálido y confortable para doscientos niños evacuados del Aragón
republicano. Batiste presumirá de aquel refugio de paz durante el resto de su
vida. Una existencia en la que se combinan, a veces de forma retorcida, el
idealismo, el pragmatismo, la fuerza y la ternura.
Lluís Rajadell
Redactor de Heraldo de Aragón en Teruel desde 1989, se inició en la prensa
escrita unos años antes como corresponsal del periódico La Comarca en su
localidad natal, Valderrobres. Nacido en 1965, trabajó en la explotación
agrícola familiar hasta los 24 años, cuando desertó del arado para dedicarse al
periodismo. Licenciado en Geografía e Historia, ha publicado los libros ‘Tret de la memòria’, ‘Mort al monestir’, ‘A la vora del riu’ y ‘1956, l’any de la gelada’, todos
escritos en catalán, su lengua materna. Cuando, a finales de los años ochenta,
se iniciaba en el periodismo, entrevistó al entonces septuagenario Juan
Bautista Albesa, un célebre anarquista nacido en
Valderrobres. Fue la semilla que treinta años después ha germinado en este libro.
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