Cazarabet conversa con... Pablo Font Oporto, autor de “La
batalla por el colapso. Crisis ecosocial
y élites contra el pueblo”
(Comares)
Ediciones Comares edita este interesante ensayo
desde la pluma de Pablo Font Oporto.
Dentro de Comares lo edita en la colección Ecorama con el nº 21 y en la
materia Administrativa.
La sinopsis de este libro, editado por
Comares:
Una guerra se libra delante nuestra. Una lucha
encarnizada entre élites de diverso tipo por alcanzar las mejores posiciones
ante un posible colapso ecosocial. Un combate
sostenido en todos los terrenos que enfrenta a neoliberales frente a nacionalpopulistas, a oligarquías globales contra
aristocracias locales. Pero no debemos dejarnos engañar. Se trata de una
contienda que encubre el alma del auténtico conflicto que hay en disputa: la
supervivencia en condiciones dignas de la gran mayoría de la Humanidad. En
efecto, mientras la reyerta entre las élites es continuamente radiada, se
silencia cómo la civilización posindustrial parece encaminarnos a una terrible
crisis ecosocial multidimensional que golpeará (ya
está golpeando) de forma más rápida y acusada a las grandes masas populares,
especialmente a las más vulnerables. Y, puesto que parece que no hay nadie al
timón, cabe dudar si las visiones que pretenden aprovecharse de esta situación
para continuar una estrategia business as usual
encarnan el culmen del realismo o más bien el de un disparate que nos encamina
a la perdición conjunta.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué se oculta tras la hegemonía de unos
relatos que niegan todo tipo de límites en el obrar humano y tratan de
tranquilizarnos con salvíficas propuestas tecnocráticas? ¿Qué impacto político
tiene ya la crisis ecosocial en la que estamos
inmersos y cómo le afecta el enfrentamiento entre globalistas y nativistas? ¿En
qué medida la crisis pandémica actual, que emerge cuando aún son palpables los
efectos de la gran recesión de 2008, puede acelerar determinadas dinámicas y
precipitar ciertos acontecimientos? ¿Qué se oculta tras las estrategias
mercantiles que bajo el amparo del greenwashing están
obteniendo una autentica lluvia de millones para una supuesta transición
socioambiental?
Nos encontramos ante un libro necesario, que revela cuestiones de candente
actualidad y, desde una reflexión profunda y una perspectiva crítica, aporta un
planteamiento diferente, muchas veces silenciado.
El autor, Pablo Font Oporto: es Profesor de
Filosofía política, Ética y Filosofía del Derecho en la Universidad Loyola
Andalucía. Doctor con mención internacional por la Universidad de Sevilla. Sus
principales líneas de investigación son: derecho de resistencia histórico y
actual; colonialidad ecosocial
y extractivismo; dimensión política de la crisis
socioambiental; miedo social, pobreza y crisis del Estado social.
Especialista en el pensamiento político de Francisco Suárez, en Comares ha
publicado también El derecho de resistencia civil en Francisco Suárez.
Virtualidades actuales.
Tiene este otro libro: https://www.comares.com/libro/el-derecho-de-resistencia-civil-en-francisco-suarez_89081/
Cazarabet conversa con
Pablo Font Oporto:
-Amigo, ¿qué es lo que os llevó a investigar sobre cómo colapsa una sociedad, desde el prisma eco
social?
-Bueno, siempre me
preocupé por el tema ecosocial, tanto en la teoría
como en la militancia. Me empecé a acercar más al paradigma decrecentista
hace unos años, y de éste llegué al del colapso. Al contrastar lo que leía con
las investigaciones de potentes grupos y centros de investigación que conozco,
me reafirmé en la importancia de mostrar a una opinión pública adormecida las
debilidades del planteamiento dominante, que es en realidad negacionista.
Porque se puede negar directamente la gravedad de la crisis social, o bien
indirectamente, afirmando que, si bien existe un problema, tenemos la solución
(la tecnología, que desarrollará la ciencia y será incentivada y aplicada el
poder político), con lo cual al final desaparece en realidad el problema.
Cuando tomas conciencia de que las cifras no cuadran y de que no existen hoy
por hoy esas soluciones ni se las espera a tiempo, es cuando empiezas a constatar
que hay muchos intereses detrás. Y de que los negacionistas de hoy son los ecofascistas de mañana. Los que, al grito de “¡sálvese
quien pueda!”, correrán hacia los escasos botes salvavidas a los que ellos
tendrán acceso privilegiado (aunque ya veremos si les sirven de mucho…).
En todo caso, tal vez el
hecho de no tener una solución tecnocrática para esta grave crisis, sea una
oportunidad. No para hacer negocio (como piensa el capitalismo verde). Ni para
aprovechar la generación de nuevos puestos de trabajo, fruto de una supuesta
transición, para restablecer el pacto social, como defienden los partidarios
del Green New Deal. Difícilmente será posible esto, dadas las limitaciones de
las renovables y de la electrificación. Tal vez sea sólo una oportunidad para
reconfigurar nuestras sociedades, transformar profundamente nuestra cosmovisión
y resetear nuestra civilización. Pero es sólo un atisbo de esperanza que
pretende encontrar algo positivo, pues todo apunta a que las dosis de
sufrimiento serán (están ya siendo en algunas sociedades) terribles. Ojalá
podamos minimizarlas y que de los escombros brote una civilización mejor.
-¿Hay o hubo algún incentivo qué te ha hecho investigar sobre
esto?
-De otro lado, la
urgencia del problema, y el hecho de ser padre (y ponerle “carne” a las
generaciones futuras) me incitaron aún más a investigar sobre estas cuestiones.
Pero en particular este libro nace de la necesidad que observo de acercarnos a
este problema desde un enfoque más sociopolítico. Los problemas ecosociales no son simplemente una cuestión de las ciencias
naturales o de las ciencias exactas. Entre otras cosas, precisamente por las
limitaciones del enfoque tecnooptimista, así como por
los peligros e injusticias que encierran las soluciones tecnocráticas.
La crisis ecosocial es un problema que afecta a todas las dimensiones
de nuestras sociedades, y ahí entra la política como espacio de diálogo y
gestión de la cosa pública, de la comunidad política (la respublica,
que decían los escolásticos). Por otro lado, un examen de la situación actual y
de las perspectivas de un futuro a medio plazo indican que la crisis ecosocial es un terreno de disputa donde las élites
intentan no sólo asegurar sus posiciones, sino incluso mejorarlas. Se habla
incluso de que la luchas ecosociales son las luchas
de clases de nuestro tiempo. Por tanto, está claro que el factor político es
clave para comprender el desarrollo de esta crisis, sus posibles derivas y lo
que podemos hacer ante la misma. Yo sólo intento en este libro analizar algunas
de estas cuestiones.
De hecho,
originariamente quería entrar en la cuestión de la posible legitimidad de la
resistencia civil ante un sistema socioeconómico que puede derivar en la propia
destrucción de sociedades (ya ha destruido y sigue destruyendo algunas, las más
vulnerables). Se trataría de enfocar en tal caso la resistencia como legítima
defensa. Pero, al final, vi que este era un problema de dimensiones mucho más
complejas y que necesitaba analizar algunos problemas previos. Espero en un
futuro poder entrar de manera más clara en estos otros aspectos.
-¿Por qué este prisma de mirar a la sociedad solo cabe, para lograr
una buena reflexión y analítica, partir de una base reflexiva e investigadora
holística e integral…?
-Claro, es preciso una
mirada de ese tipo. Pero no es sencillo. Defiendo que el ser humano no se
encuentra preparado, en su naturaleza esencial, para abordar problemas que son
complejos (e interconectados), futuros y globales. Pero es que precisamente la
crisis ecosocial es un problema de este tipo (aunque,
cuidado, no tan futuros ni en sus causas ni en sus consecuencias).
Sin embargo, aunque existen estas limitaciones
del pensamiento humano, debe añadirse que para esta perspectiva holística no
ayuda precisamente la compartimentalización de los saberes a la que nos ha
llevado el enfoque de la racionalidad instrumental que interesa al capitalismo
productivista.
No es fácil, por tanto, aunque creo que la
filosofía es uno de los campos cuyo método y modo de acercamiento a la realidad
nos permite de manera más integral ir hacia las raíces más profundas que se
encuentran de manera compartida en muchos de los problemas actuales. Es lo que
también intento en mi libro, aunque mis posiciones en ese sentido se encuentran
en permanente evolución, dada la complejidad de estas cuestiones.
-Me refiero a que se debe mirar a la problemática del colapso
como si mirásemos un problema de salud en el que intervienen factores estructuroanatómicos, fisiológicos, de nuestra propia
manera de afrontarlos, de la psique, de la manera en que se nos ve y se nos
percibe como pacientes…en cómo nosotros percibimos todo eso… hasta de lo que
creemos o dejemos de creer, porque todo influye… En un trabajo así en el que en
lo eco social incide todo, ¿también lo miras?
-Evidentemente, es
imposible afrontar todas las dimensiones implicadas en un solo trabajo (y menos
uno que es relativamente breve), ni por parte de una sola persona. Lo que sí
creo que, para colaborar en la construcción de alternativas (que no tienen por
qué ser necesariamente completas ni prediseñadas, y probablemente no es bueno
que lo sean; ojo con la trampa tras la pregunta “¿qué modelo alternativo
ofrecéis entonces?”) es imprescindible ser consciente de que nadie tiene todas
las piezas del rompecabezas, y que por tanto no hacemos sino contribuir
parcialmente al gran puzle.
Ahora bien, dicho eso,
por supuesto que es fundamental indagar en la cosmovisión hegemónica actual, en
sus plasmaciones concretas en matrices culturales concretas y en productos y
resultados psicológicos a respecto. En el libro abordo, pues, el origen de
nuestro ideario como sociedades que niegan los límites. Pero también algunos
resultados de ideas que se inoculan en la sociedad en orden a obtener
determinados resultados, como son los miedos interesados. Eso sí, a lo que
realmente debemos tener miedo se oculta, y se tilda de catastrofistas a los que
lo señalan, porque hay intereses detrás también. Aunque no cabe duda de que las
propias élites tienen una visión restringida por la propia cosmovisión de
nuestra cultura, y eso les puede jugar una mala pasada también.
Ahora bien,
evidentemente no es posible abordar todas las aristas de estas cuestiones. Por
ejemplo, todo lo que es la potente industria cultural que el sistema
capitalista productivista dispone. Sería muy interesante, por ejemplo, analizar
las ideas dominantes en las series de TV, un producto que mucha gente consume
de manera acrítica después de jornadas de trabajo agotadoras, estresantes y en
muchas ocasiones alienantes. Después de la alienación de trabajos inhumanos,
llega la más sutil de los dispositivos (en un sentido foucaultiano)
de entretenimiento y control social.
-De las citas, creo recordar cuatro, no puedo estar más de
acuerdo en todas ellas… si me metiese en una obra de Shakespeare, por todas y
todos conocida, Julio César ….son cómo pequeñas
puñaladas que te van matando, y la última te lleva a esa especie de
lamentación…”ay, de los vencidos”, pero , amigo Pablo, es que en esta “batalla
del colapso” ¿puede a ver vencedores?, no los veo…bueno veo gente que se
enriquece, pero eso no es vencer.
-Pues sí, probablemente
no habrá una victoria completa por parte de los vencedores, en el sentido de
que es posible que las condiciones de vida de ellos y sus descendientes sufran
importantes restricciones respecto a las actuales élites. Pero no cabe duda de
que, si todo sigue esta dinámica, en un plazo no demasiado lejano, las
condiciones de vida de las mayorías populares sufrirán (ya están sufriendo) una
transformación a peor de manera espeluznante. Y en este sentido es en el que
las élites (de diferente tipo) están actuando para prepararse ante unos escenarios
complejos, de una manera (exprimiendo a las mayorías y desechándolas) que se
parece mucho a una guerra y en la que los que la han comenzado intentarán
ganarla, aunque ellos también pierdan algo (¿cuánto?; difícil saberlo) por el
camino.
-Todas estas citas—te voy a hacer unas pequeñas
reflexiones/preguntas con ellas-- mueven toneladas de razón, pero la de Ibn Rushd aka Averroes mueve una razón insondable…en la
ignorancia está la piedra angular de todo y aquí nos quieren bien ignorantes,
bien aborregados, como un rebaño y es tal cual. ¿Quién tiene o quiénes debemos
tener las llaves para sacudir a la educación hacerla más de todas y de
todos…con el principal objetivo de que de allí salgan personas capaces de
hacerse preguntas, de mirar a cualquiera a los ojos
contestar y preguntando, sin miedo; de poner en tela de juicio lo establecido…?.- Si no somos capaces de gestionar, con ciertas dosis de
realidad, ¿por qué es que no nos han enseñado a ello?.
-El problema es que
siempre los poderes han controlado lo que es percibido como “real”. Pero lo
cierto es que hoy día disponen de dispositivos y artilugios de una
sofisticación tan elevada, que son duros competidores incluso para un sistema
educativo orientado por el bien común.
Pero a esto debemos
añadir el hecho incuestionable de que los sistemas educativos y de
investigación han ido poco a poco cayendo en manos de los poderes del capital,
que han acabado incluso con la visión tradicional del saber cómo algo erudito.
Ahora sólo interesa en tanto en cuanto sea útil para sus propios fines
reproductivos de su poder y sus subsistemas asociados.
Por supuesto, pensar en
una visión de la educación como algo liberador es ya algo inmensamente
peligroso para esta visión, claro.
- El sufrimiento de los pueblos oprimidos, de los que sufren hoy
en día y lo vemos, lo presenciamos en pantallazos, vídeos porque todas y todos
llevan una cámara en la mano…todos estos exilios, todas estas muertes en
tránsito queriendo alcanzar una vida mejor, vengan de donde vengan---me da igual
la forma de sus ojos, el color de su piel, su lengua—todos se vienen porque en
realidad ya su realidad , en la que les parieron, se les hace insoportable y
las más de las veces es porque la gente se mata por los recursos de la tierra
habitada, por la hasta de ello o porque allí la sequía—por poner un ejemplo—ya
ha hecho más que estragos…¿qué te parece?,¿ qué nos puedes reflexionar?
-Evidentemente, todo
esto son demostraciones de que el colapso no es algo lejano, porque hay
sociedades que ya han colapsado. Todos esos microcolapsos
globales significan mucho sufrimiento, y en muchas ocasiones su origen es el
propio comportamiento depredador de las sociedades ricas, en particular de sus
élites, lo que unido a la crisis ecosocial acaba con
sociedades que son descartadas una vez que se les ha extraído todas sus
riquezas. Pero parece que a nadie le importa. Es uno de los problemas de la
Modernidad e la cual somos herederos. El proyecto racional de la Modernidad
legitima la colonización de otros pueblos bajo el pretexto de que son
irracionales, bárbaros. Esto conduce a visiones coloniales que justifican
dominaciones extractivistas que, en momentos de crisis de recursos, o de
disputa por los mismos, conducen al sacrificio de estos pueblos que
consideramos inferiores y a los que alegamos que vamos a salvar de su supuesta
barbarie.
-Esos escenarios de las crisis, por activa o pasiva, son participados
por todas y por todos…---digamos que mal haces si provocas las crisis, pero
casi peor si te giras de espaldas y no haces nada por pararlas---.
-En efecto, aquí nos
encontramos con dos verdades que son opuestas pero que conviven en su realidad.
Es cierto que las élites (globales o locales) son las grandes responsables de
las injusticias sociales en general, y de la justicia ecosocial
en particular. Pero también es verdad que todas las personas que pertenecemos a
las sociedades enriquecidas somos también cómplices directos de estas
situaciones que exportan los efectos colaterales de nuestro insostenible modo
de vida (no queremos nuestros residuos en nuestro patio trasero). Aunque
(volvemos a esa contradicción compleja), es verdad que no todos somos
responsables en la misma medida, y que las élites lo son mucho más. Es una
responsabilidad que debemos graduar.
-Una vez está aquí la crisis o parece que las vayamos solapando…
que, como dice la gente estos días en la cola del pan---,”ostras
es que no hemos acabado con una que ya estamos con otra…”, ¿cómo es que, de
repente, todo parece desbocarse a peor, sin más…a ir hacia ese precipicio, será
porque no tenemos resortes en el sistema o porque el miedo y el pánico nos hace
cometer muchos errores?
-El problema es,
seguramente, que hemos vivido de espaldas a la realidad de la limitación y la
vulnerabilidad humanas. Somos seres que precisamos unas condiciones de vida muy
determinadas para poder vivir, y por tanto lo que ocurra a nuestro entorno socioambiental
no es ajeno a nuestra propia existencia. Del mismo modo, hemos construido unas
sociedades que sólo pueden subsistir alimentadas o por el insumo permanente de
unas determinada energía y materiales que son, por su propia naturaleza,
ilimitadas. Y hemos pensado que podríamos vivir de espaldas a esta situación.
Es más, hemos creído que todo esto era ajeno a nuestra naturaleza, que hemos
considerado ilimitada. Suelo decir que, en realidad, el supuesto proceso de
secularización que se produce en Occidente en el paso de la Edad Media a la
Modernidad no es tal. No es que desaparezca Dios, sino que más bien hay un
proceso de sustitución. El ser humano sustituye al Dios judeocristiano, ocupa
su lugar. Desde entonces se afianza la creencia en un ser humano ilimitado, que
siempre puede encontrar soluciones a todo posible límite, que es sólo
transitorio. Esta visión ha calado hondo en nuestras sociedades tecnooptimistas, en las que hemos desarrollado
visiones religiosas sobre el desarrollo humano que se encuentran detrás, por
ejemplo, de la eterna búsqueda y la creencia confiada en el descubrimiento
seguro de energías con caracteres míticos: ilimitadas, limpias y sin efectos
colaterales.
-Aquí la globalización tan bestial, tan poco arraigada a la
tierra, costumbres y cultura de cada uno de nosotros no nos está ayudando,
¿verdad?
-Claro. La globalización
enlaza con este pensamiento mágico que hace creernos que todos nuestros
recursos aparecen de manera desvinculada de la realidad, como si fueran
inmateriales e inagotables. Es también una percepción colonial y depredadora,
que succiona los recursos de otras regiones hasta que se acaban, y entonces se
desplazan hasta otras, que si es preciso son dominadas y sometidas a procesos
de extracción.
Esos procesos
globalizadores rompen con la dependencia del territorio concreto, pero también
con el apego al mismo y las bases de socialización, cuidados y sororidad que la
permanencia y necesidad de sostenibilidad del propio territorio fomentan. Esas
comunidades arraigadas desarrollan, por propia necesidad de supervivencia,
modos de vida (de producción, de consumo, de cuidados intercomunitarios) que
son necesariamente sostenibles. Sin embargo, como insisto en mi libro, las
élites globales cosmopolitas construyen sociedades globales desentendidas no
sólo del territorio y sus comunidades arraigadas, sino también, evidentemente
de los modos de vida sostenibles que dichas comunidades habían desarrollado.
-Y cada crisis debería ser tratada como la medicina debería
tratar a las enfermedades…no como tales, si no hay enfermedades hay enfermos,
pero aquí se aplica un rodillo que hace del “presumible colapse que se avecina”
algo que seguro vendrá, se establecerá y nos sacudirá, pasándonos por encima…
-A mi juicio, el
problema es que la propia confirmación electoralista-partitocrática
de la democracia liberal representativa lleva a una mirada cortoplacista que no
indaga en las causas, sino que simplemente se dedica a paliar los síntomas de
manera urgente, que es lo que exige el juego electoral y termina las mayorías
de votos. La ignorancia de grandes masas (ignorancia interesada y fomentada por
los poderes fácticos e implementada en el modo de gestión de la educación por
parte de la clase dirigente) se no percibe esas casusas profundas y se contenta
con una gestión política que presenta su gobernanza superficial y cortoplacista
como una labor eficiente y profesional.
-Y la gente, poco a poco, casi sin querer, aunque muchas veces
ves pocos esfuerzos escuchan la respuesta fácil, se adhieren a la protesta
fácil o al que chilla más y si eso va sazonado con una buena dosis de nación ya
no te digo nada…surge, como de entre las entrañas, el nacional populismo más
bestia y el que lo empaña todo….¿viene para quedarse o ser “efecto botella y
descorche de botella de cava”?, pero en nuestra contra tenemos el miedo,
siempre el miedo, después el pánico y ,ya ,tienes montada una crisis casi sin
vuelta atrás..-Siempre utilizo el “casi”, pero a veces no hay vuelta atrás de
ninguna manera, ¿verdad?; ¿por qué se llega a ese punto
de no retorno?; ¿nos convertimos en un hámster que no sabe bajarse de la rueda?
-Efectivamente, la
instrumentalización del miedo se ha convertido en un tópico de la política
actual, pero los grandes maestros en ese sentido son los nacionalpopulistas
de extrema derecha, que agitan el miedo al otro, al extraño desconocido, o bien
a las idead del diferente no patriota-disidente-peligrosos de nuestra
comunidad. No cabe duda de que estos temores irracionales son radiados con
mayor potencia (y encuentran simultáneamente mucho mayor eco) en situaciones de
conflicto por los recursos o en las que se prevé mayor escasez. Las cabezas de
turco impiden dirigir la irada hacia la profunda complejidad de los problemas
y, sobre todo, hacia las oligarquías que defienden a muerte sus intereses.
En esas condiciones es
verdad que son difíciles las vueltas atrás y una parada que nos permita
contemplar con serenidad los problemas y sus causas. Se entra en espirales
complejas, que justifican todo tipo de comportamientos excluyentes sobre chivos
expiatorios en bucles infernales que acaban justificando los medios, como por
ejemplo ocurrió con los fascismos en el periodo de entreguerras.
-¿Hay guerras , crisis y/o conflictos como “prefabricados”, esas
en la que nos ponen las élites…esos que se enriquecen de los conflictos---sin
dejar de hacerlo en el día a día---,pero que en los conflictos se mueven más
como peces en el agua…?.- Y “esas élites” ,los peces en el agua, no corren
nunca peligro…no sé cómo lo hacen para que seamos los demás los que sí nos
veamos, más o menos directamente, pillados y no poco…?
-Evidentemente, muchos
de los conflictos existentes (y no sólo la guerra de Ucrania, aunque esta de
una manera muy calara) obedecen a intereses de las élites. Para ellas—sobre
todo para las globales—siempre es una ganancia, pues lo que puedan perder por
un sitio lo ganarán por otro (por ejemplo, mediante la venta de armas o la
gestión de la reconstrucción). Y sí, mucho del relato detrás de estos
conflictos es construido de marea interesada, porque una guerra por los
recursos es algo demasiado crudo para que las opiniones públicas la acepten y
la gente esté dispuesta a dar su vida en estos conflictos.
-¿El resultado cada vez será más el de un mundo desigual y como
“bipolar” o serás más o menos boyante o serás más o menos de los que vas
apagando luces, poniéndote capas de abrigo, comparando precios hasta la locura,
privándote de algún “pequeño capricho” a la hora de comer, …..teniendo que
trabajar en más de un lugar y siempre con el
agua al cuello, sin poder pagar matrículas escolares
y/o universitarias, no pudiendo culturizarte, no pudiendo vivir con los tuyos
el tiempo que quisieras…?
-Como defiendo en mi
libro, creo que, si no se cambia de rumbo, vamos hacia algo que desbordará con
mucho los recortes y la actual paulatina decadencia y contracción de la clase
media o media-baja, y conducirá a una progresiva bipolaridad o dualización en la que, como ocurrió en fases
históricas precedentes (incluso las primitivas del capitalismo), existirá una
exigua minoría que acaparará el poder, las riquezas y (en este caso) el medio
ambiente sano y los declinantes recursos energéticos y minerales.
-Este libro llega y está entre mis lecturas cuando estamos
estabilizando la curva de la séptima ola de la Covid-19 en Aragón—la sexta en
el resto de Estado--, cuando una invasión versus guerra tapa a otras crisis: la
de Afganistán, la eterna crisis en Palestina, las guerras y conflictos en
África, las crisis ambientales que crean cada vez más crisis sociales y
migratorias….
-Todos estos procesos
parecen hitos en un camino de crisis civilizatoria que sólo puede ser detenida
por la lucha por una justicia ecosocial que pasa
inevitablemente por el decrecimiento planificado en las sociedades enriquecidas.
Pero las resistencias de las élites de estas empujan hacia el sentido
contrario: la acumulación exacerbada de lo poco que vaya quedando en un momento
en que estamos chocando ya con los límites del planeta en todas sus
dimensiones.
Por eso, no debe extrañarnos
que en los próximos años las situaciones de acaparamiento de recursos e
imposición armada de esos repartos absolutamente desiguales, se extienda a la
par que la disputa por ellos y los conflictos socioambientales. Pero, insisto,
esto ya lleva mucho tiempo produciéndose y provocando el colapso de las
sociedades periféricas (las que dependen de las decisiones de los centros de
poder), con el consecuente sufrimiento de estas, cuya población, que es la más
vulnerable, es sacrificada en aras a mantener sistemas insostenibles en islas
de bienestar cada vez más fortificadas e injustas. La diferencia es simplemente
que las crisis ecosociales están acuciante esta
situación, tanto para las mayorías débiles, que intentan sobrevivir, como para
las élites, que procuran no sólo mantener sus privilegios y mejorarlos, sino
tomar posiciones ante los posibles nuevos escenarios que están por venir.
-¿Cómo ha sido el proceso y la tarea ardua de investigación que,
además, tiene mucho que ver con el proceso de documentación?
-Bueno, evidentemente el
proceso de redacción de un libro de este tipo exige una investigación
bibliográfica, así como una reflexión a partir de las misma y el contraste con
la realidad y los análisis sociales más del día a día. En todo caso, a lo largo
de su confección la hoja de ruta se fue transformando hasta llagar
a un libro que pretende sólo abordar una de las aristas de estos problemas.
Ojalá sea posible seguir profundizando en el futuro en algunas de las que se
han dejado abiertas o que no fue posible tratar.
-La investigación, la recopilación de documentación, el
contrastar todo ello…el aproximarse a testimonios más o menos directos sobre
vuestro trabajo…es un trabajo que requiere de mucha labor,
minuciosidad, pero también de mucha gratificación… ¿qué nos puedes decir? -¿Y qué metodología de trabajo sueles seguir? ¿Trabajas sobre un guión
de cuestiones y/o preguntas sobre las que ir encontrando respuestas?
-Sobre esto último. Suelo empezar planteando
un índice-guión de los temas a tratar y orden lógico
de los mismos según sus interconexiones y posibles derivadas. Ese índice-guión permite la búsqueda de las lecturas que vea
necesarias, las cuales, a su vez llevan a una redacción que, como digo,
normalmente va transformando, en mayor o menor medida la idea original.
La gratificación es mucha en términos
personales, pero sobre todo por lo que uno entiende que puede hacer para contribuir
a la toma de conciencia social de estos problemas y a la necesaria movilización
que debería seguir a la misma. Creo que la Universidad en general no puede
permanecer aislada de la sociedad, sino que se debe a ella. Por tanto, y aunque
hoy puede parecer incluso inocente, junto con el prurito de erudición, y
algunas cuestiones pragmáticas inevitables, para mí lo esencial de la tarea
universitaria es que debe contribuir a la transformación social para construir
un mundo mejor. Qué mejor tema para esto que afrontar el problema más grave que
afronta nuestra civilización, el desafío ecosocial y
una salida justa al mismo. Un problema hasta el momento insoluble de manera
completa, dada su complejidad y su imbricación en las propias estructuras
básicas de nuestra matriz cultural y todos nuestros subsistemas humanos.
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