La
Librería de El Sueño Igualitario
CAZARABET CONVERSA CON VICENTE AUPÍ,
AUTOR DE “EL GENERAL INVIERNO” Y “EL TRIÁNGULO DE HIELO”.
Se trata de un periodista, escritor e
investigador sobre temas de meteorología, astronomía….
Ambos libros han sido editados por Dobleuve.
Sobre El General
Invierno.
El General Invierno y la Batalla de
Teruel es el primer libro sobre el impacto de los temporales de frío y nieve en
este decisivo episodio de la Guerra Civil Española, en el que más de 15.000
combatientes padecieron congelaciones que llevaron a la muerte en unos casos y
a traumáticas amputaciones en otros, con un balance de bajas equiparable al
causado por las balas y las bombas. La Batalla de Teruel es un caso único en la
historia de España, ya que por la magnitud de sus fríos pertenece a las guerras
del General Invierno, la imaginaria figura que se hizo leyenda en Europa al
expulsar a Napoleón y Hitler de Rusia y al actuar como implacable juez en
algunas de las más grandes batallas, como las de la Gran Guerra del Norte y el
gran asalto de la Caballería Francesa a la Armada Holandesa.
Como otros capítulos de la
contienda española, el de Teruel ha sido objeto de análisis en libros históricos
y militares, pero sorprendentemente faltaba su estudio fundamental: el de las
condiciones meteorológicas del crudísimo invierno 1937-1938, durante el cual se
combatió a temperaturas inferiores a los -20 ºC y el campo de batalla estuvo
continuamente inmerso en oleadas de aire polar. El lector encontrará aquí la
revelación del gran paralelismo entre los hechos históricos de la guerra y los
fenómenos atmosféricos, que tuvieron un papel determinante en el desarrollo y
desenlace de la batalla, ya que los dos ejércitos mandaron sus filas a Teruel
sin tener en cuenta la crudeza del invierno. Asimismo, los estudios de campo
realizados por el autor para esta obra aportan luz sobre algunas de las causas
que pueden explicar la gran incidencia de las congelaciones merced a procesos
meteorológicos como el de la inversión térmica, de consecuencias devastadoras
para las tropas que se vieron obligadas a pernoctar en el frente a cielo
abierto.
Las Brigadas Internacionales llamaron a Teruel
"el Polo Norte", mientras que corresponsales como Herbert Lionel Matthews, de The New York Times,
escribieron que nada les impresionó tanto como el mal tiempo en el que se libró
la batalla. Además de los datos meteorológicos, el lector encontrará en estas
páginas la crónica humana de quienes padecieron el atroz invierno que acompañó
el acto central de la Guerra Civil Española, con un relato ilustrado por una
gran colección de imágenes de algunos de los grandes fotógrafos que se dieron
cita en el Frente de Teruel, como Robert Capa, Harry Randall,
Walter Reuter, Kati Horna, Agustí Centelles y Luis
Vidal Corella, entre otros. Sus fotos han sido cedidas para esta obra por
instituciones como la Biblioteca Nacional, el Centro Documental de la Memoria
Histórica y la Universidad de Nueva York.
Sobre El Triángulo de
Hielo.
El triángulo geográfico que forman
Teruel, Calamocha y Molina de Aragón está considerado el Polo del Frío español.
Su singularidad climática ha deparado las temperaturas más bajas de España, con
datos extraordinarios como los -30 ºC de diciembre de 1963 y los -28 de enero
1952 y enero de 1971, que constituyen los récords de frío oficiales en zonas
habitadas.
La frecuencia de episodios con
temperaturas inferiores a los -20 ºC ha convertido este triángulo de hielo en
uno de los iconos del clima de España, en el que se funden cielo y tierra y
donde la nieve y el hielo propician paisajes de gran belleza.
Este libro reúne las crónicas del clima
del Polo del Frío de España, así como el testimonio humano de sus pobladores,
en especial el de los observadores del tiempo que han sido testigos de los
grandes acontecimientos atmosféricos de la historia reciente, gente que todavía
hoy, en pleno siglo XXI, sale cada día a anotar la temperatura a riesgo de
congelarse en el corazón de la Península Ibérica, donde aún no han acabado los
tiempos heroicos de la meteorología.
La web del autor, una iniciativa muy
edificante:
http://www.estrellasyborrascas.com/
Alguna entrevista que puede acompañarte:
https://www.youtube.com/watch?v=UL2LCKbcUOs
Cazarabet conversa con Vicente Aupí:
-Vicente,
amigo ¿de dónde te viene esa afición por la meteorología, la astronomía..?
El germen fue el cielo de Teruel. Desde
hace muchos años digo, y presumo, que Teruel tiene el mejor cielo de Europa, y
yo sucumbí a sus noches estrelladas cuando era pequeño y veraneábamos en
Torremocha del Jiloca, el pueblo en el que tengo mis raíces familiares y en el
que resido desde hace años. También me influyeron algunos libros de astronomía
que compraba mi padre y cuya lectura me dejó fascinado. No entendía muy bien lo
que me pasaba, pero había algo que me impulsaba a mirar hacia arriba cuando
todavía era un nano. En aquella época vivíamos en Valencia y sólo pisábamos
tierras turolenses durante el verano, lo cual me desesperaba, porque no me
interesaban sólo las estrellas. Cada vez que veía u oía en el Telediario algo
sobre el frío de Teruel o leía en el periódico que había nevado en la zona, le
pedía a mis padres y a mis hermanos que me trajeran a ver la nieve, pero no me
hacían caso y no lo conseguí hasta los 12 años. Lo cierto es que la nieve me ha
fascinado siempre. No sé, hay algo en el cielo de Teruel, tanto en lo cósmico
como en lo atmosférico, que me hipnotiza desde niño, y eso es lo que me llevó a
comprarme mi primer telescopio al poco de empezar a trabajar y, más tarde, en
1985, a emprender la gran aventura que supuso crear por mi propia cuenta el
observatorio que tengo en Torremocha, del que en otoño de 2015 celebré su 30
aniversario. Aquí he observado y fotografiado muchos de los grandes
acontecimientos astronómicos de las últimas décadas, como el paso del cometa
Halley, y he consumado una serie climatológica de 30 años en uno de los
lugares más singulares de España desde el punto de vista meteorológico. Llevo
más de 30 años observando el tiempo y los astros, que se dice pronto pero me
llena de satisfacción. Mi devoción por Teruel ha sido tan grande que incluso de
joven, cuando aún vivía en Valencia, tenía los telescopios en Torremocha y
siempre venía a observar desde aquí. Hubo épocas en que realizaba el trayecto
de ida y vuelta tres o cuatro veces por semana. No me interesaba observar las
estrellas desde Valencia; prefería hacerlo aquí por la pureza del cielo. Y en
lo meteorológico, cuando leí a los 23 años que el récord de frío de España eran
los 30 bajo cero de Calamocha, me quedé boquiabierto y decidí que también debía
instalar un pequeño observatorio en Torremocha, que no ha dejado de funcionar
desde noviembre de 1985. Desde entonces no he parado de investigar el clima ni
de observar y fotografiar el cielo. Y lo que realmente empezó como una afición
lo acabé vinculando a mi actividad profesional como periodista. Más tarde,
todas esas inquietudes y experiencias se trasladaron a mis libros. Lo que me
convirtió en escritor fue la necesidad de compartir todo eso: los momentos de
magia que he vivido observando y fotografiando el cielo, o asistiendo a las
manifestaciones de la naturaleza de las que he sido testigo durante los
episodios meteorológicos más notables.
-Desde hace unos años que "se miman" en los Telediarios y en
diferentes espacios las informaciones vinculadas a la meteorología, al clima, a
saber qué tiempo nos espera en la semana, a la imagen que gracias a todo ello
podemos captar.¿ a qué crees que se ha debido?
Hay varios motivos, pero el fundamental
es que el tiempo, el estado de la atmósfera, nos afecta a todos sea cual sea la
vida que llevemos o el trabajo que tengamos. Hasta mediados del siglo XX, los
únicos que mostraban un interés continuo eran las gentes del campo y del mar,
pero ahora, en los medios de comunicación, tanto audiovisuales como escritos,
la información meteorológica es una de las que más atención recibe por parte de
todo el mundo. Hasta las actividades de ocio dependen actualmente del tiempo, o
los viajes y nuestras vacaciones. Y no digamos el mundo empresarial. Pero,
además de todo eso, lo que ha ocurrido de un tiempo a esta parte es que se ha
conjugado el auge de las nuevas tecnologías con un creciente interés popular
por el medio ambiente, por la naturaleza en general y por su observación en
particular. En este momento hay en España miles de aficionados a la
meteorología, muchos de los cuales observan además el tiempo en mayor o menor
medida tomando las temperaturas y anotando la lluvia que cae en su lugar de
residencia. Y gracias a internet se accede a una nube de información
meteorológica extraordinaria, hasta el punto de que podemos conocer en tiempo
real no sólo las condiciones que tenemos donde vivimos, sino en el otro lado
del planeta. Y eso es fascinante. Por tanto, creo que la clave que explica el
extraordinario interés por la meteorología es una confluencia entre nuestra
dependencia del tiempo que hace y la notable sensibilización social que se ha
producido hacia la naturaleza. Puede parecer una contradicción, pero es verdad
que al mismo tiempo que nos estamos cargando el planeta como civilización
aumenta el número de personas que disfruta del entorno natural y que no se
conforma con ir de excursión, sino que además gusta de observarlo como hacían
antiguamente los naturalistas.
-Me
refiero y enlazo un poco con la pregunta anterior que "el tiempo",
"el cielo", la astronomía han tomado un protagonismo que antes era
casi "ornamental", pero que ahora es fundamental y eso está muy, muy
bien porque la gente aprendemos mucho cuando se nos explican bien los fenómenos
que tienen que ver con el mundo de la meteorología. Coméntanos.
Eso es verdad, pero no sólo porque se
explique bien, que es muy necesario, sino porque realmente las cosas son
bastante más fáciles de entender de lo que la mayoría de la gente se piensa.
Cuando doy alguna charla, sobre todo en colegios o institutos, les cuento a los
chavales que en sólo una o dos noches es posible conocer las principales
constelaciones y algunos aspectos básicos sobre el firmamento y la observación
del cielo. A partir de ese momento, uno nunca deja de aprender, pero ya dispone
de los resortes necesarios para abrirse camino por el Universo. Lo sabemos bien
todos los que lo hemos experimentado, pero uno de los momentos mágicos que te
ofrece la vida es estar una noche en un paraje natural, alejado de las luces
urbanas, y descubrir que la estrella que estás señalando con el dedo en un
planisferio es ese punto brillante que deslumbra en el firmamento y que tienes
ahí arriba, justo encima de ti. Y también observar los anillos de Saturno por
el telescopio. He visto llorar a algunas personas después de contemplarlos.
O ver las cuatro lunas principales de Júpiter rodeando como puntitos brillantes
este gigantesco planeta. Cuando vemos esas cuatro lunas por el telescopio
varias noches seguidas comprobamos que van cambiando de posición debido a su órbita,
y estamos experimentando lo mismo que Galileo en 1610, cuando fue el primer
humano que las vio y se le vino abajo toda su concepción del Universo. Entonces
todo el mundo creía que la Tierra era el centro del Universo, y Galileo, al ver
la danza orbital de aquellas lunas alrededor de Júpiter, entendió que las cosas
eran diferentes a lo que creía, porque no todo giraba alrededor de la Tierra.
También había astros que giraban alrededor de otros mundos. Lo meteorológico,
como ya he comentado, interesa a todos porque el tiempo nos afecta de una forma
u otra, y hay miles de aficionados que miden la lluvia con sus pluviómetros
caseros o que anotan diariamente las temperaturas máxima y mínima. Sin embargo,
el caso de la astronomía es sorprendente, porque aparentemente, en la vida
diaria nos afecta menos que lo meteorológico, y a pesar de ello el número de
aficionados es muy superior; hablamos de millones y millones de personas en
todo el mundo. Y, como digo, eso de que lo astronómico nos afecta menos es sólo
una apariencia, porque si mañana no sale el Sol se acaba todo… Lo que sucede es
que no reparamos en su importancia. Pero es determinante: el ser humano es una
mota de polvo desde una perspectiva cósmica, porque somos una nimiedad;
diminutos organismos que habitan un pequeño planeta que orbita alrededor de una
estrella enana perdida en un medio de una galaxia normalita en la que también
hay otros 150.000 millones de soles, y esa galaxia, la Vía Láctea, es una
más entre miles de millones de galaxias que, a su vez, forman gigantescos
cúmulos y supercúmulos de galaxias. Nuestra grandeza,
o nuestro privilegio, consiste en que a pesar de ser esa mota de polvo
insignificante podemos observar el universo al que pertenecemos y ser
conscientes de que formamos parte de algo tan increíble.
-Has escrito dos libros El General Invierno y la Batalla de Teruel y El
Triángulo de Hielo en los cuales te centras o miras muy de cerca a nuestra
tierra, destacando esos picos de frío gélido que, en algunos años más que en
otros abrieron brecha.. (Amigo, quien diga que Teruel no existe es que no ha
estado en invierno). De todas maneras, ¿qué nos puedes comentar sobre tu
experiencia de investigar sobre esos "picos gélidos" en el corazón de
la provincia de Teruel?
Me empecé a interesar por el clima de
Teruel al descubrir su singularidad. En uno de los primeros libros que leí
sobre el clima vi datos que me parecieron increíbles, como los 30 bajo cero que
se registraron en 1963 en el observatorio de Calamocha-Fuentes Claras y que
constituyen, hoy por hoy, el récord de frío en zonas habitadas de España. Eso
me pasó a mediados de los años 80 y me impulsó a investigar y a observar,
porque me di cuenta de que merecía la pena al tratarse de una zona de España
especialmente interesante por su clima. La provincia de Teruel tiene dos
grandes singularidades climáticas: una son sus conocidos fríos y la otra las
tormentas, ya que aquí se encuentran los puntos con mayor actividad tormentosa
de España. Para los aficionados a la meteorología Teruel es, por ambos motivos,
uno de los grandes iconos del clima de España. En mi caso, en lo que concierne
a mi experiencia, en los 30 años de observaciones en Torremocha ha habido
episodios muy notables, de los cuales el más importante, sin duda, fue el de
diciembre de 2001, en el que llegamos a 25 bajo cero. La última semana de aquel
año estuvimos bajo cero permanentemente, sin interrupción, con varias noches
seguidas en las que se cayó por debajo de los -20 ºC y a mediodía el termómetro
no remontaba los 7 u 8 bajo cero. Sí, sí… Siete u 8 bajo cero de máxima. La de
2001 fue la última gran ola de frío comparable a las clásicas de mediados del
siglo XX, como las de enero de 1945, febrero de 1956 y las navidades de
1970-71.
-Teruel
en la Guerra Civil fue escenario de varias batallas importantes para el devenir
de la contienda… aquel invierno 1937-38 fue, además, de una crudeza sin igual
encima de lo cruel que ya es la guerra… Así la batalla de Teruel se convirtió
en algo más que en una batalla entre dos bandos. El intensísimo frío fue cruel
con los soldados y se cebó con ellos. Cuéntanos un poco al respecto.
Cuando empecé a investigar sobre el
tema de la Batalla de Teruel no sabía lo que me iba a encontrar. Me interesaba
mucho, pero el temor a que las miserias de la guerra hubiesen generado un mito
me hacía dudar. Leas el libro que leas sobre la Guerra Civil Española menciona
el asunto del frío al hablar de la Batalla de Teruel, pero nunca encontrabas
datos; sólo testimonios, opiniones y cifras contradictorias. Sin embargo, he de
decir que El General Invierno y la Batalla de Teruel, pese a ser mi
noveno libro, ha supuesto el proyecto más emocionante, hasta el punto de que en
algunos momentos no he podido contener las lágrimas cuando lo escribía.
Calculo en el libro que sufrieron congelaciones no menos de 15.000
combatientes de los dos ejércitos. Unos murieron y otros sufrieron la tortura
de las amputaciones, en un episodio que supuso un antes y un después para la
sanidad militar. La crudeza se resume en que republicanos y nacionales
combatían no sólo por la propia guerra, sino también por los postes de madera,
que eran uno de los pocos recursos para encender fuego y calentarse. Y las
imágenes de los grandes fotógrafos de guerra delatan el alcance de la
situación: no hay ninguna otra batalla en la que se vea con tanta reiteración a
los soldados con su correspondiente manta, que era más importante que un fusil
para salvar la vida. Una de las citas importantes que recojo en mi libro es la
de Herbert Matthews al referirse a la Batalla de Teruel:
“Nada en toda esa campaña me impresionó tanto como el increíble mal
tiempo en el que se libró la batalla, y estoy seguro de que para los
historiadores militares será el aspecto más digno de estudio”. Este
testimonio, escrito por uno de los grandes corresponsales internacionales que
estuvieron en la Guerra Civil, me causó gran impacto y me convenció
definitivamente de que la Batalla de Teruel es uno de los grandes episodios de
nuestra historia.
-De todas formas, ¿piensas que aquel invierno,
especialmente cruel, fue importante en el devenir final en la batalla de
Teruel. O en qué valoras que influyó aquel invierno del 37-38?
Ésa es una de las claves del libro.
Inicialmente, mi primer objetivo fue aportar el primer estudio sobre las condiciones
meteorológicas tan adversas que se dieron aquel invierno, pero en seguida me di
cuenta de que el frío, la nieve y el hielo se convirtieron en el tercer
combatiente, influyendo de manera decisiva en algunos de los episodios
fundamentales de la Batalla de Teruel. El caso más evidente es el de la nevada
de la nochevieja de 1937, una jornada apocalíptica
por numerosos motivos, pero fundamentalmente porque la gran nevada se alió con
el Ejército Popular para detener a las tropas de Franco cuando estaban a las
puertas de la ciudad, a punto ya de reconquistarla tras el avance republicano
de las semanas previas. Ese vínculo entre los hechos de la guerra y los agentes
atmosféricos es el que me impulsó a incluir en el libro un apéndice con un
diario en el que anoto el parte de guerra y el parte meteorológico, día por
día, para que el lector pueda comprobar en detalle lo que cuento. Y esta
circunstancia es la que me ha llevado a incluir la Batalla de Teruel en el
historial de guerra del General Invierno. Hay un paralelismo evidente
entre lo que sucedió en Teruel y lo que padecieron las tropas napoleónicas en
la estepa rusa en el invierno 1812-1813 y en la expulsión de los nazis de Rusia
durante la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, la Batalla de Teruel es un
caso único en la historia de España.
-Los
inviernos, también los veranos han sido cruciales y decisivos en otras
contiendas. De sobras es sabido que Rusia no pudo "ser comida" por
Napoleón por el frío y la prepotencia y, también, los alemanes se encallaron
sucesivamente en los lodazales, las nieves y los gélidos cuando intentaron
tomar esas mismas tierras. ¿Qué nos puedes reflexionar?
A Napoleón y a Hitler les fue muy mal
en Rusia. El General Invierno se alió con los soldados rusos para echar a los dos
invasores, pero en Teruel republicanos y franquistas tuvieron un enemigo común,
totalmente inesperado, en el General Invierno. En el libro opino, y lo sigo
pensando, que en ninguno de los casos se puede decir que fue el frío fue el
único causante que decantó las guerras hacia uno u otro lado, porque las
batallas se ganan o se pierden en función de las estrategias, organización,
capacidad y preparación militar. Pero es evidente que el frío influyó de manera
decisiva, y en el caso del ejército nazi no deja de ser sorprendente que 130
años después Hitler cometiera en Rusia los mismos errores que Napoleón.
En la Batalla de Teruel el destino hizo que uno de los peores inviernos del
siglo XX coincidiera casi milimétricamente, desde el 15 de diciembre de 1937 al
22 de febrero de 1938, con los sucesos en el frente. Quizá ésa sea una de las
evidencias que mejor explica que los temporales de frío y nieve fueron uno de
los factores determinantes, hasta el punto de que pese a favorecer inicialmente
a los republicanos, al final la persistencia de las bajas temperaturas
fue demoledora de cara al desgaste final del Ejército Republicano, que ya
estaba muy desmoralizado, durante la Maniobra del Alfambra, que permitió a
Franco reconquistar la plaza. Por otra parte, además de este análisis, creo que
una de las principales aportaciones de mi libro es el estudio de campo sobre
las peculiaridades que se dan en la provincia de Teruel en las condiciones
extremas de invierno, como las que se dieron durante la batalla. En el ámbito
de la meteorología se conoce bien el concepto de la inversión térmica, que es
el que explica que a veces haga más frío en los valles, a menor altitud, que en
las zonas de montaña. Pero durante la Batalla de Teruel sucedió algo más, y me
lo han constatado mis observaciones en Torremocha durante estos 30 años: en las
noches más frías de invierno, sobre todo si el suelo está cubierto de nieve,
las temperaturas a ras de suelo pueden ser de 5 a 7 grados más bajas que las
que se dan a un metro y medio de altura. Eso quiere decir que si a un metro y
medio había 20 bajo cero, a ras de suelo pudo haber entre 25 y 27 bajo cero. El
problema es que buena parte de las tropas de ambos bandos se vio obligada a
pernoctar al raso durante la Batalla de Teruel, y para dormir lo que hacían era
tender algún elemento protector, como plásticos, mantas o lonas, y tumbarse
sobre ellos para intentar conciliar el sueño. Aunque muchos lo hacían en grupo
para darse calor, al tumbarse en el suelo perdían varios grados de temperatura
respecto a los gélidos valores que ya se daban, y los que permanecían de pie en
las guardias acababan con sus pies congelados. Es decir, que el proceso de
inversión térmica que se da en esas condiciones extremas contribuyó
de forma evidente a la proliferación de casos de congelación. En fin, un
desastre al que también contribuyeron la falta de equipos adecuados y el hambre
y la desnutrición.
-¿Crees que en aquellos tiempos, como en los actuales, no se tiene en cuanta
como se debería a los fenómenos meteorológicos a la hora de llevar las
determinadas gestiones desde un país, esté o no en guerra?
En aquella época no es que no
quisieran, sino que no podían. Como cuento en el libro, la Guerra Civil estalló
a los pocos años de una de las grandes modernizaciones de la meteorología en
todo el mundo gracias al telégrafo, la radio y la aviación. Durante el siglo XX
hubo un cambio comparable al que se ha gestado recientemente gracias a
internet, porque el telégrafo y la radio permitieron que los observatorios y
centros meteorológicos de todo el mundo se comunicaran entre sí muy
rápidamente, lo cual supuso un avance extraordinario en la elaboración de mapas
y predicciones. Pero esa información, pese a aquel gran avance, estaba mucho
más basada en las observaciones que en las predicciones. Es decir, en la
difusión de los datos observados de presión atmosférica, condiciones del cielo,
temperatura y precipitación. Eso facilitó una mejora en las predicciones, pero
aun así eran muy limitadas si las comparamos con las actuales. Hoy, gracias a
los satélites, vemos en directo lo que sucede en la atmósfera con una
perspectiva planetaria, y eso, además de otros logros extraordinarios como los
modelos predictivos, nos permite ver las cosas en tiempo real y acertar, casi
al cien por cien, el tiempo que hará mañana. En la Batalla de Teruel, como en
muchos otros episodios históricos, saber el tiempo que iba a hacer no era
posible más que de manera intuitiva, y eso explica que la nevada del 11 de
diciembre de 1937 obligara el Ejército Popular a aplaza cuatro días su ataque a
las posiciones franquistas en Teruel. Ninguno de ambos bandos contaba con una
buena predicción, no por ineptitud, sino porque en aquella época nadie disponía
de los medios para poder realizarlas en ninguna parte del mundo. En cualquier
caso, es probable que los republicanos tuviesen mejor información que el bando
sublevado, ya que lograron mantener la tutela del Servicio Meteorológico
Nacional, que dependía del Gobierno, y además contaron en Barcelona con el
apoyo del Servei Meteorològic
de Catalunya.
-Volvamos a Teruel. Se asocia a Teruel con tierra de frío. Es verdad, Teruel
es una amplia provincia y presenta varios "tipos" de frío. Háblanos
de ellos porque no es el mismo frío que hace en los valles, por ejemplo en la
cubeta de Mas de las Matas que en, por ejemplo Cantavieja.
En mi libro El Triángulo de Hielo
evoco La Brevine, un pequeño pueblo de Suiza al que
llaman “la Siberia” de aquel país, porque tiene su récord de frío, con casi 42
grados bajo cero. Lo curioso es que cuando entras por internet en la web
oficial de La Brevine te encuentras que presumen de
sus fríos, y puedes leer este texto: “Las temperaturas más bajas se alcanzan
de madrugada tras una hermosa noche estrellada. Una niebla glacial cubre
después el fondo del valle, y los primeros rayos del Sol, la escarcha que cubre
los árboles, los techos y el tendido eléctrico, todo, nos dibuja un hermoso
cuadro. Los días que siguen a estas noches son fríos pero espléndidos...”.
Ellos han sabido sacar la esencia a la belleza de sus paisajes invernales, y es
evidente que tenemos un paralelismo en el invierno turolense, en el que el
blanco de la nieve y el hielo forma un hermoso
contraste con el azul del cielo una mañana típica de enero. Pero, como dices,
hay notables contrastes en toda la provincia de Teruel, que es muy palpable
entre los valles y las zonas de montaña. Suelo explicar en mis charlas que lo
habitual es que por el día haga más frío en las zonas de montaña y de madrugada
en los valles, porque el aire frío es más denso y durante las largas noches
invernales se va deslizando lentamente hacia los puntos más bajos. Por eso a
veces, cuando se dan condiciones de inversión térmica, las mínimas son
inferiores en el valle del Jiloca o en el del Alfambra que en zonas altas de Gúdar o de los Montes Universales, aunque en estas dos
zonas hay gente estudiando puntos especialmente propensos a los fríos en áreas
llanas que también son muy propicias para las inversiones térmicas. Asimismo,
en las zonas de montaña nieva más que en los valles, tanto en Montes
Universales como en el Maestrazgo, donde la cercanía del Mediterráneo favorece
las nevadas porque aporta humedad que se mezcla con el aire frío. Todo esto es
así, pero no me canso de repetir que el frío de Teruel se ha mitificado en
parte. Poniendo como ejemplo a la capital, es cierto que se trata de la ciudad
española en la que más frío hace por la noche en invierno. Pero durante el día
las cosas cambian y, en las condiciones normales de un día típico de enero o
febrero, tanto la capital como buena parte de la provincia ven subir los
termómetros por encima de los 10 o 12 grados, cosa que no consiguen a mediodía
en extensas zonas de las mesetas, como bien saben los habitantes de Castilla y
León. Burgos, Ávila, Soria y Segovia son más frías de
día que Teruel en las condiciones normales de invierno, aunque luego, por la
noche, aquí hiela más. Y en gran parte de Teruel y su provincia tenemos más de
2.500 horas de sol al año, un balance comparable al de muchas zonas de la costa
mediterránea. Eso también es muy importante. Por tanto, en contra de lo que se
piensa mucha gente, el clima invernal de Teruel también tiene su lado benigno,
y esos valores tan famosos, de los que hablo en mi libro, que nos han llevado a
bajar de los 20 bajo cero y llegar al récord de los -30 en 1963, sólo se dan de
vez en cuando, en episodios que suceden cada 10, 15 o 20 años.
-Pero también Teruel es tierra de calor muy, muy intenso y
tórrido y eso parece que no se entienda cuando lo hablas. Pero es que hablamos
de tierra de contrastes. Lo que a mí parecer lo hace muy, muy atractivo. ¿Qué
nos puedes decir?
Es que uno de los factores decisivos es
la insolación, que es muy notable. Es el factor fundamental que alimenta los calores
estivales y las tormentas del semestre de abril a septiembre. En un día clásico
de julio o agosto, el Sol caldea el suelo y el aire que está en contacto con la
superficie asciende al calentarse. Pero conforme va subiendo se enfría, y al
enfriarse se termina condensando y forma gotitas, que a su vez dan lugar a la
formación de las nubes y, si alcanzan el tamaño necesario, acaba lloviendo. Es
un fenómeno clásico de todo Teruel en los meses más cálidos, hasta el punto de
que si uno mira el balance de precipitación de numerosos observatorios
turolenses se dará cuenta de que más de la mitad de la lluvia la aportan las
tormentas. Respecto al calor, en el Bajo Aragón, además, hay un elemento muy
importante a tener en cuenta, que es su menor altitud, que explica que las
temperaturas diurnas de julio y agosto sean claramente más altas en Alcañiz, a
menos de 400 metros, que en Teruel, cuya altitud supera los 900. O también que
en Valdelinares, Griegos y Bronchales, que están todos por encima de los 1.500 y figuran
entre los pueblos más altos de España, haya nevado alguna vez en septiembre, y
muchos días de verano, cuando el viento rola a cierzo, ni siquiera se alcancen
allí los 20 grados. Son grandes contrastes, como dices, que los suelen marcar
la altitud y el relieve. La cercanía del Mediterráneo, que ya he mencionado
antes, también influye mucho, especialmente en que tengamos en Gúdar uno de los lugares más tormentosos de España y en que
la provincia en general tenga ese carácter tan propenso a los rayos y truenos.
Pero esos mismos contrastes climáticos se plasman, a su vez, en la diversidad
del paisaje y convierten a Teruel en una de las provincias más espectaculares
de España por la riqueza de su patrimonio natural.
-Pero déjame que insista en lo del frío porque es verdad que está ese
triángulo del que hablas que ha batido verdaderos records a la baja con lo de
las temperaturas ¿Qué condiciones se dan, tanto
geográficas como de otro tipo, para que esto se dé. ¿Qué componentes tiene de
periodicidad?
Como cuento en El Triángulo de Hielo,
para que se baje de los 20 bajo cero hacen falta unas condiciones muy
especiales que sólo se dan con cierta periodicidad. Zonas como el Jiloca y el
Alfambra son especialmente propensas porque están muy altas, en el entorno de los
900-1.000 metros de altitud, pero al mismo tiempo son llanas y de
horizontes abiertos, lo que favorece las pérdidas de calor por radiación
durante las largas noches de diciembre y enero. Pero, tal como cuento en el
libro, todos los grandes episodios de frío en los que se han alcanzado mínimas
inferiores a los 20 bajo cero exigen siempre los mismos ingredientes: cielo
despejado, viento en calma y suelo cubierto de nieve. Cuando esos tres factores
confluyen después de una entrada de aire polar con nevadas, es más que probable
que en algún lugar de la provincia de Teruel los termómetros caigan por debajo
del umbral de los -20. En cambio, si después de esa entrada de aire polar con
nevadas el cielo no se despeja o hace viento y la atmósfera no se calma, las
condiciones no lo permiten. Esto último es lo más habitual; a veces,
simplemente se produce un cambio de viento y tras las nevadas entra una masa de
aire cálido de procedencia atlántica que barre todo el aire frío. Pero si se
dan esas tres condiciones, puede haber récord o valores muy próximos. Eso es lo
que sucedió en diciembre de 2001, en el último de los grandes episodios:
después de las nevadas que hubo en la víspera de nochebuena,
el tiempo anticiclónico subsiguiente calmó la atmósfera y despejó el cielo, lo
que unido al enfriamiento por el suelo totalmente cubierto de nieve determinó
que en Alfambra y Torremocha se alcanzaran los -25 y que Monreal llegara hasta
los -22. Con sus matices, las circunstancias fueron similares en los otros
episodios clásicos, como los de enero de 1945 y 1946, diciembre de 1963 y las
navidades de 1970-71. Pero que nadie piense que esto ocurre todos los
inviernos; ni mucho menos. Hablamos de intervalos de 10 a 15 años en promedio.
VICENTE AUPÍ
Datos biográficos
Nacido en Valencia en
1960, de raíces turolenses. Profesional del periodismo desde 1978 hasta 2008.
Autor de 9 libros de divulgación científica. En 1985 crea por su cuenta el
Observatorio de Torremocha del Jiloca (Teruel), en el corazón del Polo del Frío
del triángulo Teruel-Calamocha-Molina de Aragón, con sus propios telescopios y
una estación meteorológica que en el otoño de 2015 ha culminado una serie
climatológica de 30 años. Durante todo este tiempo investiga de forma paralela
el clima de España y se especializa en divulgación científica y
astrofotografía.
RESUMEN DE LA TRAYECTORIA
PROFESIONAL COMO PERIODISTA (1978-2008)
-Inicio de las actividades
profesionales en 1978 en Radio Popular
de Valencia como informador deportivo y, posteriormente, redactor de información
general.
-Redactor de Hoja del Lunes de Valencia desde
1983 hasta 1991.
-Redactor del diario Levante-EMV desde 1991 hasta 2008,
especializado en las áreas de ciencia, urbanismo y medio ambiente.
-Colaborador de El País Semanal, La Vanguardia, TVE y Canal 9 entre otros medios
informativos.
LIBROS PUBLICADOS
-El General Invierno y la Batalla de Teruel. Editorial Dobleuve Comunicación, 2015.
-El Triángulo de Hielo. Estudio Climático del Polo del Frío Español.
Editorial Dobleuve Comunicación, 2013 y 2014.
-Guía del clima de España. Ediciones Omega, 2005.
-Guía para exploradores del cielo. Ediciones Omega, 2003.
-Los enigmas del Cosmos. Editorial Planeta, 2001.
-Fotografiar el cielo. Editorial Planeta, 1999 y 2006.
-Atlas del firmamento. Editorial Planeta, 1998 y 2007.
-Biografía de Santiago Grisolía. Universidad politécnica de Valencia, 1998.
-Biografía de Eduardo
Primo Yúfera. Universidad Politécnica de Valencia,
1994.
PREMIOS
—Premio de Periodismo
sobre Difusión de la Investigación de la Universidad de Valencia (1990 y 1992).
—Premio de Periodismo de
la Universidad Politécnica de Valencia (1992).
—Dos premios del Instituto
de Astrofísica de Canarias (IAC) por un reportaje y fotografía del cometa Hyakutake (1996).
—Premio al libro de
divulgación científica mejor ilustrado, concedido al Atlas del firmamento por la Casa de las Ciencias de La Coruña
(1999).
EXPOSICIONES FOTOGRÁFICAS
-Exposición de
astrofotografía de la Asociación Valenciana de Astronomía. L’Hemisfèric,
Valencia, 2001. (Colectiva).
-Estrellas y Borrascas.
Ayuntamiento de Torremocha (Teruel), agosto 2009. (Individual).
-Estrellas y Borrascas.
Fundación Teruel Siglo XXI, Teruel, invierno 2009-2010. (Individual).
-Memorias del Halley. El
Pecado de Eva, Teruel, otoño 2011. (Individual)
-Punto Photo,
Teruel, verano 2012. (Colectiva).
-Librería Railowsky, Valencia, invierno 2014-2015. (Colectiva).
ASOCIACIONISMO Y OTRAS
ACTIVIDADES
-Colaborador de la Agencia
Estatal de Meteorología (Aemet) (actualmente)
-Miembro de la Sociedad Española
de Astronomía (SEA) y la Asociación Meteorológica Española (AME) (actualmente).
-Miembro de la Escuela
Documentalista de Astrofotografía (DSA) (actualmente).
-Colaborador de The World at Night (TWAN): www.twanight.org
-Presidente del Grupo
Astronómico Apex (1985-1995).
20714
El General Invierno y
la Batalla de Teruel.
Vicente Aupí. Prólogo de Ramón Buckley
256 páginas 17 x 24 cms.
22,50 euros
Dobleuve
115 fotografías, 16 tablas, 8
mapas de reanálisis meteorológico, 11 mapas históricos.
- Cronología histórico-meteorológica de la Batalla de Teruel día por día
El General Invierno y la Batalla de Teruel es el primer libro sobre el impacto
de los temporales de frío y nieve en este decisivo episodio de la Guerra Civil
Española, en el que más de 15.000 combatientes padecieron congelaciones que
llevaron a la muerte en unos casos y a traumáticas amputaciones en otros, con
un balance de bajas equiparable al causado por las balas y las bombas. La
Batalla de Teruel es un caso único en la historia de España, ya que por la
magnitud de sus fríos pertenece a las guerras del General Invierno, la
imaginaria figura que se hizo leyenda en Europa al expulsar a Napoleón y Hitler
de Rusia y al actuar como implacable juez en algunas de las más grandes batallas,
como las de la Gran Guerra del Norte y el gran asalto de la Caballería Francesa
a la Armada Holandesa.
Como otros capítulos de la contienda española, el de Teruel ha sido objeto de
análisis en libros históricos y militares, pero sorprendentemente faltaba su
estudio fundamental: el de las condiciones meteorológicas del crudísimo
invierno 1937-1938, durante el cual se combatió a temperaturas inferiores a los
-20 ºC y el campo de batalla estuvo continuamente inmerso en oleadas de aire
polar. El lector encontrará aquí la revelación del gran paralelismo entre los
hechos históricos de la guerra y los fenómenos atmosféricos, que tuvieron un
papel determinante en el desarrollo y desenlace de la batalla, ya que los dos
ejércitos mandaron sus filas a Teruel sin tener en cuenta la crudeza del
invierno. Asimismo, los estudios de campo realizados por el autor para esta
obra aportan luz sobre algunas de las causas que pueden explicar la gran
incidencia de las congelaciones merced a procesos meteorológicos como el de la inversión
térmica, de consecuencias devastadoras para las tropas que se vieron obligadas
a pernoctar en el frente a cielo abierto.
Las Brigadas Internacionales llamaron a Teruel "el Polo Norte",
mientras que corresponsales como Herbert Lionel Matthews,
de The New York Times, escribieron que nada les
impresionó tanto como el mal tiempo en el que se libró la batalla. Además de
los datos meteorológicos, el lector encontrará en estas páginas la crónica
humana de quienes padecieron el atroz invierno que acompañó el acto central de
la Guerra Civil Española, con un relato ilustrado por una gran colección de
imágenes de algunos de los grandes fotógrafos que se dieron cita en el Frente
de Teruel, como Robert Capa, Harry Randall, Walter
Reuter, Kati Horna, Agustí Centelles y Luis Vidal
Corella, entre otros. Sus fotos han sido cedidas para esta obra por
instituciones como la Biblioteca Nacional, el Centro Documental de la Memoria
Histórica y la Universidad de Nueva.
Presentación del libro en Teruel este jueves 18 de junio
El escritor Vicente Aupí presentará en Teruel este
jueves, 18 de junio, su nuevo libro, 'El General Invierno y la Batalla de
Teruel', en el que aborda el impacto de los grandes temporales de frío y nieve
que acompañaron este episodio de la Guerra Civil española, en el que más de
15.000 combatientes de los dos ejércitos sufrieron congelaciones que les
causaron la muerte o amputaciones.
El acto tendrá lugar a las 20.00 horas en la Librería Senda, según han
informado desde la editorial Dobleuve Comunicación.
En él intervendrán el propio autor y Ramón Buckley,
responsable del prólogo 'Nieve y fuego' e hijo de Henry Buckley,
el corresponsal de The Daily
Telegraph en la Batalla de Teruel.
Henry Buckley trabajó durante toda la Guerra Civil
como corresponsal y estuvo continuamente en el frente de Teruel, donde llegó a
pasar la Nochebuena de 1937 junto a las tropas republicanas.
Objeto de numerosos análisis desde las ópticas histórica y militar, el Frente
de Teruel ha sido estudiado en numerosos libros, pero sobre él estaba pendiente
la investigación acerca de las adversas condiciones meteorológicas del invierno
1937-1938, durante el cual se combatió a temperaturas de hasta 20 grados bajo
cero.
Estos aspectos, así como el paralelismo entre los sucesos de la guerra y los
acontecimientos meteorológicos, que fueron decisivos para el desarrollo y
desenlace de la Batalla de Teruel, constituyen el eje central del nuevo libro
de Aupí, cuyos estudios de campo aportan, además,
algunas de las claves para entender la avalancha de casos de congelación que
hubo en ambos ejércitos entre diciembre de 1937 y febrero de 1938.
Junto a ello, el libro profundiza en la crónica humana de quienes padecieron el
atroz invierno que acompañó el acto central de la Guerra Civil, con un relato
ilustrado por una gran colección de imágenes de algunos de los fotógrafos que
se dieron cita en el Frente de Teruel, como Robert Capa, Harry Randall, Walter Reuter, Kati
Horna, Agustí Centelles y Luis Vidal Corella, entre otros.
Vicente Aupí, cuyas raíces son turolenses, es
un escritor especializado en divulgación científica. Es autor de 'El
Triángulo de Hielo. Estudio climático del Polo del frío Español'. Asimismo,
en 1985, creó un observatorio dedicado a la astronomía y la meteorología en
Torremocha del Jiloca, en pleno corazón del Polo del Frío, que este año 2015
celebra sus 30 años de registros climáticos.
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