La
Librería de El Sueño Igualitario
Un
libro, desde editorial Comares, sobre las actitudes
sociales ante la violencia del franquismo, del franquismo a la dictadura
argentina.
Antonio
Mínguez Macho realiza un estudio, una investigación completísima de lo que
significó la violencia social del franquismo en la Dictadura Argentina.
Lo
que nos dice la editorial del libro:
Esta obra aborda el problema de las actitudes sociales ante
la violencia desde distintas perspectivas, ofreciendo contrastes que ayuden a
comprender la complejidad de la cuestión más allá del discurso del franquismo/antifranquismo o de juicios de intenciones. Ni verdugos ni
víctimas centra su atención en diferentes aspectos del franquismo y se acerca
también a la dictadura argentina, apostando por una perspectiva global de un
tema que todavía late en nuestra memoria.
La comprensión de los procesos de violencia
masiva que sacudieron a diferentes sociedades en el siglo XX no solo se reduce
a las dicotomías entre víctimas y verdugos, o a la amplia gama de
comportamientos sociopolíticos que transitan desde la resistencia a la
colaboración. Es fundamental comprender además la variada gama de actitudes
sociales que tuvieron cabida ante los procesos violentos, especialmente en lo
referido a una gran mayoría que no fue estrictamente ni víctima ni verdugo.
Existen multitud de trabajos sobre las víctimas
del franquismo y también de los mecanismos de consolidación de la dictadura.
Pero es necesario responder a una pregunta básica para comprender cualquier
proceso de violencia estatal masiva como la iniciada en España en 1936: ¿qué
actitud adoptó la ciudadanía ante el hecho radical de los asesinatos que se
sucedían en la retaguardia primero y en la posguerra después? Es una pregunta
incómoda que otras sociedades se han mostrado dispuestas a abordar y que esta
publicación afronta directamente.
El autor, Antonio Miguez Macho
Antonio Miguez Macho
(1979) es Doctor en Historia con Premio Extraordinario por la Universidade de Santiago de Compostela. Ha sido
investigador invitado en The London School of Economics y en la
Universidad Nacional de Tres de Febrero. En 2008 obtuvo el Premio de
Investigación Alexandre Bóveda en Ciencias Sociales y en 2012 el Premio de
Ensayo Histórico Domingo Fontán (con Miguel Cabo).
Entre sus publicaciones destacan: La construcción de la ciudadanía a través de
los movimientos sociales. El movimiento obrero en Galicia (1890-1936)
(Santiago, 2008), O que fixemos en Galicia. Ensaio sobre o concepto de práctica xenocida
(Ourense, 2009), Historia breve de Galicia (Madrid, 2011), La genealogía
genocida del franquismo. Violencia, memoria e impunidad (Madrid, 2014), The Genocidal Genealogy
of Francoism. Violence, Memory and Impunity (Brighton,
2016). Actualmente es Contratado Ramón y Cajal en el Departamento de Historia
Contemporánea y de América de la USC y miembro del Grupo de Investigación
HISTAGRA.
Cazarabet conversa con
Antonio Miguez:
-Amigo Antonio, ¿globalmente cómo definirías a la
violencia social en dictaduras como la franquista o la que tuvo lugar en
Argentina?
-La violencia es constitutiva en
ambas dictaduras, representa su elemento fundacional y su praxis cotidiana.
Mejor sería decir “las violencias”, porque se expresa por distintas vías y con
diversas intensidades según los momentos y las circunstancias. Pero siempre se
halla presente.
En relación a la tipología de las
violencias que el “movimiento” y el “proceso de reorganización nacional”
comparten, destaca el carácter genocida de su fundación, esto es, la intención
por medio de la praxis violenta de destruir a determinados grupos sociales que
se construyen como enemigos de sus proyectos. En ambos casos, la violencia es
instrumental como una herramienta para alcanzar el poder, pero también es un
fin en sí misma, ya que se concibe como objetivo último la creación de una
nueva nación, una nueva España y una nueva Argentina, por la vía de la
extirpación quirúrgica de los elementos infecciosos e indeseables.
-Desde “lo social” cómo se alimentó a la violencia que amedrentó a la
ciudadanía y que ha instalado la “cultura del miedo” que, de alguna manera,
todavía, además, es utilizada hoy y ahora?
-La práctica violenta intrínseca a
las dictaduras franquista y argentina no dejó a nadie al margen. Aunque los que
apretaron el gatillo fueron menos, la violencia necesita en su ejecución una
amplia participación social, desde los que dan las órdenes a los que miran para
otro lado y se benefician de los espacios que dejan libres aquellos que son
víctimas. Por eso la conceptualización de este tipo de prácticas violentas como
violencia política puede ser equívoca. Parece que solo concierne a quienes
militan en política o son parte directa de las luchas políticas. Sin embargo,
el hecho de que una parte de la sociedad sea convertida en un enemigo que debe
ser liquidado aduciendo razones políticas, ideológicas, religiosas o
socioeconómicas, va mucho más allá que una disputa política y se filtra por
todo el cuerpo social. ¿El miedo actúa entonces como un elemento fundamental en
la explicación de las actitudes sociales en ese contexto? No puedo afirmarlo,
no tengo elementos para hacerlo. Las razones que explican el más simple de
nuestros actos podrían ser objeto de difícil evaluación por nosotros mismos, no
digamos si tuviésemos que adivinarlo en el actuar de otros. Ahora, lo que sí
sabemos es que el miedo funciona como una explicación total que encubre otras
muchas motivaciones más prosaicas, como el beneficio personal y/o material. Más
que una cultura del miedo, en este sentido, pienso que existe una cultura de la
negación y el encubrimiento, producto de la impunidad.
-¿Qué “heredó”, qué copió o en qué se inspiró la dictadura Argentina, desde
el punto de vista de la violencia social, desde la dictadura franquista?
-Que la dictadura argentina
tuvo una inspiración ideológica en el franquismo en su anticomunismo y su
cruzada civilizatoria es algo sabido. Igualmente, los militares argentinos y
sus apoyos aprendieron del “milagro económico” español para destruir los
cimientos de la economía social de su país y la política de industrialización
por sustitución de importaciones. En la praxis violenta empleada, posiblemente,
sus influencias estuvieron en mayor medida mediatizadas por los grandes modelos
antisubversivos vigentes en aquellos años de Guerra Fría: el que procedía de
Norteamérica, la Escuela de las Américas, y el francés de Argelia. Lisandro
Cañón es un especialista en esta cuestión y así lo deja ver en su capítulo. Sin
embargo, más allá de las formas adoptadas en el combate, la herencia que adopta
la dictadura argentina del franquismo se define por la idea de que era
necesario eliminar a un grupo social enemigo de la nación para que esta nación
fuese purificada, y que ese grupo se definía por la oposición los valores
de la patria, de la religión y de la tradición. El modo en que los individuos
eran incluidos en ese grupo por una gran disparidad de razones que a los ojos
de los perpetradores se hacían evidentes, también es una relación evidente
entre ambos regímenes. No hay aquí posibilidad de atestiguar el carácter de la
potencial víctima por su ascendencia racial o religiosa. Tampoco por su lugar
específico de residencia. El rojo y el subversivo son creaciones que se
asemejan por su carácter difuso y definido a un tiempo.
-Y crees que la violencia social del franquismo viene, en parte, desde
cierta inspiración fascista, bebiendo del fascismo y “la imagen” en torno
a Mussolini y a sus iconos, la imagen en torno al fascismo de Mussolini
si creemos fue como copiada; o el estilo, y también , la propaganda que también
vino inspirada por el nazismo de Goebbels. ¿Qué nos
puedes decir?
-Es una discusión historiográfica
clásica y todavía vigente en algunos de sus aspectos la cuestión del carácter
fascista, fascistizado o parafascista del franquismo.
Hay personas mucho más autorizadas que yo para tratar esta cuestión, el propio
Miguel Ángel del Arco sin ir más lejos. Al respecto de la violencia,
específicamente, la inspiración es genérica y relativa a un tiempo. Genérica
porque la violencia también ocupa un papel esencial en el ser de los regímenes
fascistas, como es bien sabido. Pero relativa porque frente a los casos
concretos que señala la pregunta, el fascismo italiano y el nazismo, la
práctica genocida fundacional del franquismo es su marcha sobre Roma y su
incendio del Reichstag a un tiempo. La guerra fascista, permiso Javier Rodrigo,
es un concepto que se liga al genocidio de modo automático: en Libia, Etiopía,
en Europa Oriental... Las prácticas genocidas del franquismo están ligadas a la
retaguardia y a la postguerra, su naturaleza difiere en lo ideológico porque no
proceden de un proyecto fascista específico, aunque lo abrazan y lo comparten
en muchos aspectos. En eso coinciden también con el ciclo de prácticas
genocidas que arrancan en América Latina con el Golpe de Estado de 1964 en
Brasil y llegan hasta el de Argentina en 1976.
-Hay mucho más, detrás de la violencia social que meros verdugos y
víctimas, ¿no?, ¿qué nos podéis decir o comentar?
-Esto es un aspecto esencial de este
libro, como resulta evidente por el propio título. Constituye el gran desafío
historiográfico de este tiempo, a mi modo de ver. Hemos disociado la violencia
fundacional del franquismo de su devenir como régimen político, resolviendo el
problema por la vía de acotar el estudio de la “represión” a sus víctimas y
anunciando que era tiempo de dar nombre a los verdugos. Pero al expresar el
nombre de los verdugos, necesitamos llenar el significado del concepto y
calibrar el flujo de participación social en la violencia que esta engendró. Es
un problema que trasciende al ámbito historiográfico, como es evidente, porque
la historia de héroes y villanos que hemos construido a gusto del consumidor al
respecto del franquismo se digiere mucho mejor que una historia de actitudes
ambiguas, contradictorias y moralmente difícilmente evaluables.
Dualidades compatibles dicen Concepción Sánchez y Magali Trillo en la obra,
zona gris para Claudio Hernández, son conceptos que rompen con la visión
dicotómica de un proceso de violencia estatal masiva que se desencadenó en el
contexto español a partir del Golpe de julio de 1936.
-Si no fuimos capaces, en tiempos inmediatamente después de la dictadura
franquista o Argentina o aún ahora, de plantar cara a la pregunta sobre la
actitud de la ciudadanía ante la violencia social y los asesinatos del
franquismo y de la dictadura de los generales en Argentina sino somos capaces
de reflexionar sobre ello cómo seremos capaces de cerrar las heridas de la guerra
civil española, de la larga y dura dictadura franquista y de la Dictadura
Argentina?
-Pienso que como historiadores e
historiadoras nuestra aportación a este desafío que señala la pregunta debe ser
estudiar el tema y presentarlo de un modo inteligible. Ese es el nuevo relato
del que habla Lourenzo Fernández Prieto en su
capítulo del libro y sobre el que organizamos un congreso en Santiago de
Compostela en el pasado mes de julio. También se desprende de la obra una
determinada actitud ante el conocimiento y análisis de esos hechos, que en este
caso es sustancialmente mi posición, aunque no dejo de verla reflejada en las
aportaciones de los diversos autores. Cuando se analizan actitudes sociales
ante la violencia no se pretende juzgarlas, condenar o disculpar a nadie por lo
que hizo o no hizo. Ante los dilemas morales que plantea la cuestión de la
culpabilidad, se puede optar básicamente por dos grandes senderos: transitar la
vía del conocimiento o seguir el camino de la negación. Aunque la vía del
conocimiento no es fácil y del conocimiento no se derivan propiedades
taumatúrgicas que anulen cualquier relación traumática con nuestro pasado, el
camino de la negación no es inocuo tampoco. Eso que se refiere como
"heridas abiertas" no deja de ser una de sus consecuencias.
-Según cómo lo miremos detrás de cada actitud social violenta habrá un
verdugo, pero a su manera, también, una víctima potencia en un futuro más o
menos cercano, ¿no?
-Recientemente se publicó en The Guardian una entrevista con Brunhilde Pomsel, quien trabajó
como secretaria personal de Goebbels. A sus 105 años
responde con absoluta lucidez que ella no se siente culpable y que aunque nadie
la cree, no sabía nada. Sus palabras reflejan de un modo nítido el problema de
las actitudes sociales ante la violencia y la cuestión de la culpabilidad. En
el caso del nazismo, estamos acostumbrados a reflexionar sobre este tipo de
actitudes, porque forma parte del corpus de conocimiento disponible y porque
forma parte de las políticas públicas de la memoria en Alemania y muchos otros
países europeos confrontar estos dilemas. Confrontarlos no supone una
valoración necesariamente positiva, pues el modo de abordar la relación con el
pasado nazi en Europa presenta numerosos claroscuros. Pero sí se puede
constatar que el debate público existe y ha existido. En el caso del
franquismo, la reivindicación de la condición de víctima y la existencia de
personas, movimientos sociales o incluso políticos que defienden sus derechos
forma parte del imaginario común. No sucede lo mismo con la reflexión sobre los
verdugos, que es fragmentaria, escasamente fundamentada en el conocimiento y
con poca repercusión pública. Dando la vuelta a la pregunta que se me plantea,
cuanto más conocemos sobre el tema de las actitudes sociales ante la violencia
más nos convencemos de que es probable que detrás de cada víctima puede haber
no solo un verdugo, sino muchos. Peter Anderson fue pionero en el estudio de la
cuestión de la delación en el caso del franquismo. Más allá de la delación, la
denuncia, está la cotidianeidad que impone el contexto de violencia que provoca
la laminación social de los enemigos, incluyendo a todo un elenco de
potenciales víctimas que son privadas de su identidad, sino de su vida. De este
modo, al desconocer el problema de las actitudes sociales ante la violencia,
creamos un escenario atrofiado que no nos permite calibrar aspectos esenciales
del proceso histórico que estudiamos, lo que también afecta al estudio de las
víctimas.
-Amigo Antonio, ¿cómo ha sido trabajar con las diferentes firmas que han
reflexionado sobre diferentes aspectos de la violencia social?
-He tenido la suerte de colaborar en diversos
proyectos con todos los colegas que participan en la obra. Conocía su valía y
su profesionalidad, así como también la necesaria pluralidad de aproximaciones
y puntos de vista que cada uno atesora. Son además colegas que se encuentran en
muy distintos momentos de la vida académica, desde aquellos que dan sus
primeros pasos, a otros que están consagrados y son referentes. Es evidente
también el peso de las tesis en curso de finalización, ese momento especial
donde nadie es más especialista de un tema que uno mismo, como en el caso de
Erik Zubiaga. Creo que la pluralidad de visiones y de situaciones ha
contribuido a mejorar significativamente el resultado final. Incluyendo también
la presencia de otros casos en donde puede existir un campo de comparación
interesante, como Argentina.
Necesitamos crear espacios genuinos de debate y acabar
con esta suerte de tiranía de las inercias en que estamos instalados. Nadie
tiene en propiedad el estudio de ningún tema, incluido también, por supuesto,
el tema del franquismo. Aunque son casi siempre los mismos y las mismas a
quienes llaman en los medios para sentar cátedra cuando a estos temas nos
referimos, el panorama historiográfico español ha mudado mucho en los últimos
quince años. Una obra que se gesta en Santiago de Compostela y se edita en Granada,
y contiene autores de diversas universidades y procedencias, no solo no resulta
periférica, sino que supone una aportación original y central al debate
historiográfico de nuestros días. Me permito decirlo porque me siento orgulloso
del resultado y ello se debe, fundamentalmente, a esa pluralidad de firmas a la
que hace referencia la pregunta.
-¿Cómo ha sido
la metodología de trabajo?
-Quien me conoce sabe que siento pasión por el debate
y confío plenamente en las virtudes de la dialéctica para el avance del
conocimiento. En el trasfondo de la obra se halla un proyecto de
investigación en el que embarqué a los participantes. No son todos los que
están, ni están todos los que son, pero sin duda fue un elemento de cohesión.
Queríamos estudiar la cuestión de las actitudes sociales en contextos de
violencia estatal masiva, con la premisa de que esto solo se podría conseguir
acudiendo a las fuentes, fuesen estas nuevas o fuesen las preguntas que les
formulábamos distintas, y que era necesario también una aproximación que diese
valor específico a las trayectorias individuales. Aunque la pintura final fuese
la de un colectivo, abordar el problema de las actitudes sociales supone seguir
actitudes de individuos concretos. Esto es evidente en la obra, donde hay muchos
nombres y datos concretos sobre personas. Véase el capítulo de Óscar Rodríguez Barreira como un ejemplo palmario de esto, en donde además
se vislumbra una sensibilidad extraordinaria que yo llamo thompsoniana.
Esta última referencia no es en vano, porque el libro es también una apuesta
clara por el potencial de la historia social para precisamente hacernos
comprender las texturas del pasado más complejo.
Además de esto, metodológicamente fue necesario
mantener un contacto frecuente en el curso de las investigaciones y realizar un
seminario que reuniese a los autores. Fueron unas jornadas de debate en la sede
del Consello da Cultura Galega, en Santiago de
Compostela, en las que se discutió mucho y con franqueza con cada uno de los
borradores presentados por los autores. Todos discutimos de todo y por eso el
resultado final es un poco deudor de cada uno de nosotros.
-La masa social
de hoy en día: hijos e hijas, también nietos y nietas de la represión y la
violencia social del franquismo o de dictaduras como la argentina, ¿viven como
dentro de una bombilla del miedo, esperando a que nadie encienda el interruptor
por demasiado rato para que no se quemen las polillas?
-Es una manera hermosa de decirlo, sí. Los derechos de
verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, empleando el
lenguaje de los organismo internacionales que velan por el cumplimiento de los
derechos humanos, son reconocidos como propios por España y sus instituciones,
por Argentina también. No depende de la voluntad de nadie concreto, ni de las
circunstancias cambiantes de la política, el hecho de garantizar estos derechos
que afectan a las víctimas y a sus descendientes, pero no solo: son un
patrimonio de la sociedad en su conjunto. Por ello, cuando se consagra la
impunidad y el Estado se niega a hacer frente a sus obligaciones, se nos está
privando, siguiendo con la metáfora de la bombilla, de la luz a todos y a
todas. Pero más allá de esto, cuando esta actuación compete a funcionarios y
servidores públicos, incluyendo jueces, se está prevaricando. Prevaricar, igual
que negar, no es lo mismo que olvidar o equivocarse: es actuar injustamente a
sabiendas de que esa actuación es injusta. Cuando una sociedad niega los
derechos de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición a las
víctimas se los niega a sí misma y se convierte en prevaricadora.
23641
Ni verdugos ni
víctimas. Actitudes sociales ante la violencia, del franquismo a la dictadura
argentina. Antonio Miguez Macho (ed.)
168 páginas 17 x 24 cms.
16,00 euros
Comares
Esta obra aborda el problema de
las actitudes sociales ante la violencia desde distintas perspectivas,
ofreciendo contrastes que ayuden a comprender la complejidad de la cuestión más
allá del discurso del franquismo/antifranquismo o de
juicios de intenciones. Ni verdugos ni víctimas centra su atención en
diferentes aspectos del franquismo y se acerca también a la dictadura
argentina, apostando por una perspectiva global de un tema que todavía late en
nuestra memoria.
La comprensión de los procesos de violencia masiva que sacudieron a diferentes
sociedades en el siglo XX no solo se reduce a las dicotomías entre víctimas y
verdugos, o a la amplia gama de comportamientos sociopolíticos que transitan
desde la resistencia a la colaboración. Es fundamental comprender además la
variada gama de actitudes sociales que tuvieron cabida ante los procesos
violentos, especialmente en lo referido a una gran mayoría que no fue
estrictamente ni víctima ni verdugo.
Existen multitud de trabajos sobre las víctimas del franquismo y también de los
mecanismos de consolidación de la dictadura. Pero es necesario responder a una
pregunta básica para comprender cualquier proceso de violencia estatal masiva
como la iniciada en España en 1936: ¿qué actitud adoptó la ciudadanía ante el
hecho radical de los asesinatos que se sucedían en la retaguardia primero y en
la posguerra después? Es una pregunta incómoda que otras sociedades se han
mostrado dispuestas a abordar y que esta publicación afronta directamente.
Antonio Miguez Macho (1979) es Doctor en
Historia con Premio Extraordinario por la Universidade
de Santiago de Compostela. Ha sido investigador invitado en The
London School of Economics
y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. En 2008 obtuvo el Premio de
Investigación Alexandre Bóveda en Ciencias Sociales y en 2012 el Premio de
Ensayo Histórico Domingo Fontán (con Miguel Cabo).
Entre sus publicaciones destacan: La construcción de la ciudadanía a través de
los movimientos sociales. El movimiento obrero en Galicia (1890-1936)
(Santiago, 2008), O que fixemos en Galicia. Ensaio sobre o concepto de práctica xenocida
(Ourense, 2009), Historia breve de Galicia (Madrid, 2011), La genealogía
genocida del franquismo. Violencia, memoria e impunidad (Madrid, 2014), The Genocidal Genealogy
of Francoism. Violence, Memory and Impunity (Brighton,
2016). Actualmente es Contratado Ramón y Cajal en el Departamento de Historia
Contemporánea y de América de la USC y miembro del Grupo de Investigación
HISTAGRA.
Introducción: 1961. LOS TÉRMINOS DEL DEBATE SOBRE LA NATURALEZA DE LA VIOLENCIA
FRANQUISTA. Antonio Miguez Macho
EL FIN DE UN VIEJO CONFLICTO. LA PROPIEDAD, LA FORJA DE FRANQUISTAS Y DEL
«NUEVO ESTADO» DURANTE LA GUERRA CIVIL. Miguel Ángel de Arco Blanco y Peter
Anderson
1. Propiedad y conflicto entre la caída del Antiguo Régimen y el inicio de la
guerra civil
2. La violación de la propiedad durante el dominio republicano en la guerra
civil
3. La vuelta a la «verdadera España»: propiedad y orden tras la conquista
franquista
4. Conclusiones
DONDE EL MIEDO HABITA: EL FUNCIONAMIENTO COTIDIANO DE LA REPRESIÓN FRANQUISTA
(1936-1951). Claudio Hernández Burgos
1. Sangre, lágrimas y miedo: los infinitos rostros de la represión
2. Actitudes y comportamientos ante el castigo: promoción, atenuación,
expectación
3. Conclusiones
SEÑOR TEN PIEDAD - DISCURSO PÚBLICO, CULTURA POPULAR Y RESILIENCIA EN LAS
CARTAS DE LOS PRESOS AL GENERALÍSIMO. Óscar Rodríguez Barreira
1. Pater Noster
2. Salve, Regina
3. Kyrie Eleison
LO QUE NO PUDO HACER ZUMALACÁRREGUI, LO VAMOS A HACER NOSOTROS. EL «CASTIGO»,
LA «CONQUISTA DE ALMAS» Y LAS ACTITUDES SOCIALES EN BIZKAIA DURANTE LA
INMEDIATA POSGUERRA (1937-1942). Erik Zubiaga Arana
1. El «castigo». La represión
2. La «conquista de las almas». Las políticas de captación
2. Las actitudes sociales
3. Balance
LAS ACTITUDES SOCIALES ANTE EL GOLPE. LA «INTERMEDIACIÓN» A TRAVÉS DEL CASO DE
BUEU (PONTEVEDRA). Concepción López Sánchez y Magali Trillo González
1. El estudio de las actitudes sociales ante el Golpe y la retaguardia
2. Un ejemplo de actitudes intermediarias a través de la Causa militar
3. Análisis de la intermediación
3.1. Perfiles y complejidades de comportamientos
3.2. Función de la declaración
3.3. Patrón: promoción social-declaración
3.4. El caso de Bueu y la presencia de las mujeres
como intermediarias
4. Conclusiones
PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL (1976-1983). VIOLENCIA ESTATAL PERSECUTORIA
Y PEDAGOGÍA DEL MIEDO EN CONCEPCIÓN DEL URUGUAY (ARGENTINA). Julio Lisandro
Cañón Voirin
1. Guerra ideológica y aniquilación
2. Concepción del Uruguay: una microhistoria de la violencia estatal
persecutoria
3. Patriciado y nobleza cultural apoyo y consenso. Jerarquía militar y
patriciado: ensayo de un proyecto político
4. A modo de cierre
Reflexiones finales: AMBICIÓN DE SABER, FACTORES LIMITANTES Y NECESIDAD DE UN
NUEVO RELATO SOBRE LA «GUERRA CIVIL». Lourenzo
Fernández Prieto
1. Rendimientos decrecientes. Tres factores limitantes
2. Mirando de nuevo: cuarenta años después de cuarenta años: victimas,
verdugos, «salvadores»
3. Coda
AUTORES
_____________________________________________________________________
Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
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