La
Librería de El Sueño Igualitario
Ediciones B, desde la pluma de Julio Martín
Alarcón edita este libro que nos acerca a los miles de judíos, que Sanz Briz
salvó como funcionario de estado, del holocausto en la II Guerra Mundial.
Budapest, capital de una Hungría agarrotada y
saturada, fue su escenario de acción y
de lucha.
Con el ejemplo
de Sanz Briz nos damos cuenta que, en aquellos días, la ética, la
voluntad y la determinación pudieron salvar a muchos de los campos de
concentración y de exterminio.
El escritor, Julio Martín Alarcón, hace,
además que el libro se lea con una facilidad inusitada.
Sans Briz pasó casi desconocido ante tan
tamaña epopeya y sólo su determinación, obstinación, sentido humano,
humanitario, con grandes brotes de ética, pudieron hacer mella ante la
maquinaria nazi que hizo verdaderos descosidos entre la sociedad húngara, sobre
todo entre colectivos como los de judíos y gitanos…
Lo que nos explica Ediciones B de este gran
libro:
La historia de Sanz Briz en Budapest emociona
por su sensibilidad y compasión durante un episodio inhumano de la historia de
Europa. Es la epopeya de los miles de judíos que tuvieron la fortuna de
sobrevivir y salir del país gracias a la ayuda de los diplomáticos, y también
una aventura repleta de reveses y tramas, entre los despachos y las calles de
Budapest, los asesinos húngaros del Partido de la Cruz Flechada y los propios nazis,
con uno de sus dirigentes más emblemáticos a la cabeza.
Ángel Sanz Briz, a pesar de ejercer como
funcionario de un estado, consiguió aplicar sus convicciones y su determinación
a las normas de la diplomacia y el derecho: la burocracia fue la herramienta y
el ideal humanitario el objetivo que guió sus actos. Las peripecias y trabas
que tuvo que sortear, poniendo en riesgo su seguridad y la de su familia,
constituyen la trama de este emocionante libro que también esclarece cómo, en
contraposición, Adolf Eichmann, teniente coronel de
las SS y responsable de las deportaciones del Reich,
siguió la burocracia y el derecho alemán en su aplicación estricta e inhumana
de las ordenanzas. Los planes de Eichmann y la
progresiva evacuación por toda Hungría es lo que el español combatió con su
ingenio.
El autor, Julio Martín Alarcón.
Julio Martín Alarcón (1977),
periodista del diario El
Mundo y la revista La
Aventura de la Historia desde 2004, ha
dedicado su carrera a la divulgación de la historia y los reportajes de actualidad
relacionados con la memoria y la investigación. Formó parte del equipo
coordinador de la colección La Guerra Civil mes a mes, del diario El Mundo y firmó uno de sus tomos, La ofensiva
de Cataluña. Colaboró con el periodista
británico Ben McIntire en la investigación para la
obra El hombre que nunca existió. Operación carne picada. Actualmente coordina la sección digital de historia
de El Mundo.
Algunos enlaces que pueden ir
bien para saber más, documentándose y
demás:
https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_Sanz_Briz
Un documental:
https://www.youtube.com/watch?v=sMsVwSrfyeg
Adolf Eichmann:
https://es.wikipedia.org/wiki/Adolf_Eichmann
El papel de Hungría en la II Guerra Mundial:
https://es.wikipedia.org/wiki/Hungr%C3%ADa_en_la_Segunda_Guerra_Mundial
El partido de la Cruz Flechada húngara:
https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_de_la_Cruz_Flechada
La Resistencia húngara contra los nazis:
https://es.wikipedia.org/wiki/Hannah_Szenes
Otro diplomático que trabajó en Budapest
contra la apisonadora nazi:
https://es.wikipedia.org/wiki/Raoul_Wallenberg
Comunidad judía en Hungría:
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_los_jud%C3%ADos_en_Hungr%C3%ADa
Los Sefardíes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Sefard%C3%AD
Yad Vashem:
http://www.yadvashem.org/yv/es/
http://www.yadvashem.org/yv/es/museum/overview.asp
Cazarabet
conversa con Julio Martín Alarcón:
-Hungría y Budapest sufrieron, de manera particular, una
especie de ocupación-colaboracionista con el régimen nazi. Coméntanos un
poco por favor
-Hungría se convirtió en aliado del Tercer Reich, en parte porque siguieron el modelo de la Francia de
Vichy del mariscal Pétain; se veía inevitable una invasión en caso de negarse y
al mismo tiempo, los nazis les ofrecieron recuperar los territorios que Hungría
había perdido tras la Primera Guerra Mundial por el Tratado de Trianón. Sus tropas combatieron contra el ejército
soviético, porque al igual que Franco en España, el regente Horthy,
que era almirante, consideraba al bolchevismo como una amenaza para Hungría.
Esa alianza les permitió una independencia frente al Tercer Reich
por lo que hasta 1944, aunque había leyes antisemitas y servicio de trabajo
obligatorio para los judíos en el frente, no se les persiguió, ni se les
asesinó. Entre 1943 y principios de 1944 cuando la guerra se decantaba ya
claramente del lado aliado el gobierno tanteó una paz con los aliados motivo
por el cual fueron invadidos por los nazis, que sin embargo mantuvieron a Horthy y un gobierno húngaro. El regente aceptó y facilitó
la tarea a los nazis ya que impusieron la Solución Final con la aquiescencia
del viejo establishment húngaro,.
A partir de ahí, se convirtió en un gobierno títere, una situación que empeoró
en octubre de 1944 cuando definitivamente depusieron al almirante conservador y
dejaron el país en manos de la Cruz Flechada de Fernec
Szalasi, un partido nazi local absolutamente salvaje.
-Hungría y
Budapest sufrieron, de manera particular, una especie de
ocupación-colaboracionista con el régimen nazi. Coméntanos un
poco por favor.
-No, el caso húngaro fue excepcional. Adolf Eichmann el teniente coronel de las SS encargado de
implementar la Solución Final en Hungría, se vanaglorió de la rapidez y
eficiencia con la que lo hicieron. En Alemania tardaron casi 10 años, en
Polonia dos, en Hungría aglutinaron a los judíos de las provincias en guetos en
apenas semanas, y en dos meses habían deportado a unos 400.00 húngaros, de los
cuales, el 90% fueron directamente de los trenes a las cámaras de gas de Auschwitz. Era el final de la guerra, lo que resulta aún
más dramático, pero el engranaje de la Solución Final estaba en su apogeo. La
fuerza de Eichmann era muy escasa, sin la activa
colaboración del gobierno húngaro, la policía, los gendarmes etc jamás lo habrían logrado en tan poco tiempo. La
capital, Budapest, fue más excepcional aún, no hubo un gueto hasta casi el
final del cerco soviético, antes se les confinó en las llamadas casas
amarillas, marcadas con la estrella de David donde fueron aglutinados los
judíos, aunque las casas se encontraban en su mayoría en el histórico barrio
judío no era un gueto como tal. A finales de noviembre se tomó finalmente la
decisión de hacer un gueto al uso, que fue terrible. Al mismo tiempo
permitieron un llamado gueto internacional donde los judíos protegidos por las
misiones extranjeras, entre ellas la legación española de Sanz Briz, pudieron
estar más a salvo de los desmanes de la Cruz Flechada.
-¿Qué papel
tuvo en todo esto el Partido, partidario de la Cruz Flechada?.
-La Cruz Flechada de Ferenc
Szalasi, apoyada por los nazis en octubre de 1944 se
hizo con el poder en Hungría. Fue, en parte, un movimiento revolucionario, como
ellos mismos lo definieron, ultranacionalista y fascista, cuando la guerra
estaba a punto de terminar y el fascismo había sido derrotado. Durante su breve
periodo asesinaron a miles de judíos sembrando el terror en las calles de
Budapest, pero ya no hubo deportaciones en trenes hacia los campos de
exterminio porque el Tercer Reich ya carecía de
transporte y los campos se estaban desmantelando. Fue la última furia asesina
contra lo que quedaba de la comunidad judía húngara en la capital, pero
paradójicamente menos efectiva que durante el periodo anterior cuando las
deportaciones funcionaban a pleno pulmón.
-¿Cuándo
empezó Sanz Briz a “movilizarse” para empezar a salvar a los judíos?.
-Sanz Briz denunció la persecución de los judíos
desde que se produjeron las primeras medidas antijudías con la invasión nazi.
Informó a Madrid de la brutalidad que comenzaba a apoderarse del país y de lo
que ocurría en Auschwitz puesto que el informe de dos
judíos eslovacos que se fugaron del campo llegó a su despacho en la Legación en
julio de 1944. Fue en Budapest, en las embajadas neutrales como la española
cuando todas las sospechas de la terrible verdad de la Solución Final se
confirmaron y se hicieron públicas. Se sumó a las protestas del resto de
diplomáticos y lograron que Horthy detuviera las
deportaciones. Después de denunciar las atrocidades durante meses obtuvo el
beneplácito de Madrid a finales de octubre para extender protección diplomática
a los judíos, ya que las presiones de las organizaciones judías en EEUU sobre todo,
después de darse a conocer el horror de Auschwitz
hicieron mella en el gobierno de Franco que quiso congraciarse con los aliados.
-Por
favor, explícanos un poco, ¿cómo lo
hizo…?
-Estaba todo por hacer, porque cuando comenzó a
diseñar su plan para salvar judíos ya gobernaba la Cruz Flechada por lo que
tuvo que negociar con unos dirigentes que vivían una ilusión alejada de la
realidad. Convenció a las autoridades de que existía una comunidad judía
sefardí vinculada a España -escasísima- y que según un decreto de Primo de
Rivera de 1924 se les consideraba españoles, a partir de lo cual consiguió
convencerles de que se le permitiera extender pasaportes. El decreto se había
utilizado ya en Salónica por el cónsul español Romero de Radigales
pero en Hungría era más peliagudo porque realmente no existía esa comunidad a
diferencia de Grecia. Primero consiguió un cupo de 100, después de 300.
Demostró un gran valor y audacia diplomática ya que convirtió los pasaportes en
documentos colectivos, cada pasaporte podía proteger a una familia y no sólo a
un individuo. Paralelamente, extendió las llamadas Cartas de Protección, más de
1.800, que servían para reconocer la vinculación de esos judíos con España, lo
que les daba la posibilidad de evitar la persecución al ser ciudadanos reconocidos
por España. Por supuesto, no existía esa vinculación, Sanz Briz extendió cartas
y pasaportes a todos los judíos que pudo jugando un equilibrio muy astuto con
las autoridades húngaras para lograr que fueran respetados. Entre otras cosas,
donó dinero para las víctimas húngaras del avance del Ejército Rojo, lo que le
granjeó respeto entre los Cruciflechados de forma que
los documentos españoles no cayeran en saco roto. Además, escondió a judíos en
su propia casa, lo que era indefendible ante el gobierno a pesar de ser
diplomático y en la legación española lo que se escapaba claramente de sus
atribuciones.
-Corrió
riesgos, muchos riesgos porque, además,
desde Madrid se le abandonó a su suerte…
-Madrid no le abandonó a sus suerte, estuvieron
informados de cada paso, el cruce constante de de telegramas con el Ministerio
de Exteriores en los meses finales así lo demuestra. No hubo directrices
concretas y Sanz Briz fue el artífice de las negociaciones, pero con
conocimiento y placet de sus superiores. En cualquier
caso, Budapest era una ciudad ya prácticamente sitiada, en manos de un gobierno
y unas milicias callejeras asesinas, además de ser una una
ciudad bombardeada con bastante frecuencia por los aliados. Cuando el mayor
riesgo se hizo evidente que era, paradójicamente la entrada de las tropas
soviéticas que liberarían Budapest, la posición de Sanz Briz se hizo insostenible
y Exteriores le dio la orden de abandonar la capital antes de que el ejército
de la URSS tomara la capital, lo que hizo en diciembre de 1944 cuando la caída
de la ciudad era inminente.
-Sentía como cierta
“deuda” histórica con los judíos
expulsados de España años atrás. No sé, como cierta culpabilidad por cómo
se trató a ésta como a otras comunidades?. Su lucha, en particular,
miraba mucho sefardíes, cuéntanos.
-Sinceramente, no lo sé, el edicto de los Reyes
Católicos era muy antiguo pero es cierto que en España durante el XIX y
principios del siglo XX, el peso de la deuda con los sefardíes estuvo en el
debate nacional y hubo intentos por reparar esa expulsión. Cristalizó en el
decreto de Primo de Rivera de 1924, que permitía regularizar la nacionalidad a
los herederos pero fue sólo temporal, cuando Sanz Briz lo esgrimió ya había
caducado. Paradójicamente, durante la Segunda Guerra Mundial se utilizó para
salvar a judíos pero sólo como una solución provisional durante la guerra, el
gobierno de Franco nunca quiso que los sefardíes volvieran a España, de hecho
exigió que los refugiados que llegaron que lo hicieran solo como paso previo
hacia otros lugares. Franco, aunque no persiguió a los judíos, creía en el
edicto de los Reyes Católicos y prohibió que se establecieran de nuevo en
España.
-En
el subtítulo del
libro se lee:”…la
lista de Sanz Briz, el Oskar Schindler
español…”; pero hubo otros que no fueron Schindler
(que puede que sea el más conocido) , pero estuvo Raoul Wallemberg que, por cierto, también
estuvo trabajando para salvar a judíos en
Budapest, Hungría y que desapareció con la entrada de las tropas soviéticas y nunca más se supo…
-Sí y también Carl Lutz,
secretario de la embajada Suiza y el nuncio apostólico Angelo
Rotta, enviado diplomático del Vaticano así como el
embajador portugués. Colaboraron entre ellos y se reunieron en varias ocasiones
coordinando sus acciones. Wallenberg ha sido sin duda
el más reconocido de todos ellos porque su labor fue increíble y además fue el
único que no sobrevivió al invierno de Budapest. Wallenberg
desapareció con la entrada del Ejército Rojo. Durante años la URSS negó su
implicación pero las investigaciones realizadas hasta la fecha ya no ponen en
duda que murió a manos de los soviéticos. El destino de Sanz Briz habría
corrido, sin duda, el mismo destino, mucho más después de que Franco, aunque
neutral, enviara a los voluntarios de la División Azul a luchar en el Frente
Este junto a los nazis. España era un país abiertamente anticomunista y
beligerante incluso. De ahí las órdenes de Madrid. Sanz Briz no podía
permanecer como enviado diplomático en un país ocupado por la URSS.
-Sanz
Briz, tuvo más
suerte. ¿Qué fue después, vitalmente hablando, de que
este zaragozano se convirtiese en un verdadero “ángel” para muchísimos judíos?.¿Qué fue de
su carrera en la diplomatura?
-Tuvo una carrera brillante como diplomático fue
destinado a San Francisco como cónsul, a El Salvador, Guatemala, vice cónsul en
Nueva York donde formó parte del equipo español en las Naciones Unidas,
embajador en Holanda y el primer embajador de España en la China comunista de
Mao. Murió, de hecho, ejerciendo su labor como el enviado español en la Santa
Sede. Fue un gran diplomático, un gran funcionario de estado además de su
acción ejemplar en el Budapest de 1944.
¿Cómo fue
la entrada en acción del Cónsul Italiano Perlasca?
-Giorgio Perlasca se
presentó en la legación española pidiendo protección. Esgrimió su pasado en la
Guerra Civil como voluntario italiano al lado de las tropas de Franco. La
situación era muy peligrosa en Budapest desde la invasión de los nazis y Sanz
Briz lo acogió. Ayudó a las labores del diplomático español de forma ejemplar
hasta la partida de Sanz Briz. Fue entonces cuando trató de continuar la labor
del español y se autoproclamó ‘cónsul’ sin ningún permiso. La labor crucial
correspondió a Sanz Briz ya que como representante oficial de un país neutral
garantizaba las negociaciones con las autoridades húngaras para la protección
de los judíos. En sus memorias se otorgó un papel más relevante del que en
realidad tuvo aunque sin duda ayudó y mucho durante aquellos meses.
-En
la década
de los 60 el Vad Vashem lo
nombra justo entre las Naciones. ¿Qué significa o debe significar recibir este “nombramiento”?
-Sí, Israel concedió el título de Justo entre las
Naciones a Sanz Briz la más alta distinción de
ese país que se puede otorgar a un extranjero. En ese momento como la
España de Franco no tenía relaciones diplomáticas con Israel y Sanz Briz seguía
siendo diplomático de España, el régimen franquista le impidió aceptar la
distinción. Se la otorgarían de nuevo a finales de los 80 cuando ya había
fallecido.
-¿Cómo fue,
amigo Julio, el proceso de documentación para llevar a cabo este libro?, es de
suponer que de lo más apasionante de esta aventura, ¿no?
-Desde luego, bucear entre los archivos y la
documentación de la época, es un aspecto crucial y para mí muy emocionante
aunque sea también arduo. Además viajé a Budapest y Londres donde conocí a
algunos supervivientes y testigos de algunos episodios clave de la historia, y
a otros investigadores del periodo y de la figura de Sanz Briz que me mostraron
la ciudad del 44. Sin duda, fue un honor poder reconstruir la historia del gran
diplomático además de una gran responsabilidad al tratarse de un tema tan
escalofriante como fue el Holocausto en Hungría donde no sólo hay que contar la
historia de los que salvaron sino
también, más si cabe de los que no lograron hacerlo. Por eso dediqué una parte
importante del libro a documentar cómo fue la implementación de la Solución
Final en Hungría, no solo por parte de las SS al mando de Adolf Eichmann, otro de los protagonistas del libro, sino el
papel de las autoridades del país, de los diferentes gobiernos y del regente Miklos Horthy, jefe del Estado
durante gran parte de los acontecimientos.
24590
El ángel de Budapest. La
lista de Sanz Briz, el Oskar Schindler
español. Julio
Martín Alarcón
300 páginas 15 x 23 cms.
20.00 euros
Ediciones B
La historia de Sanz Briz en
Budapest emociona por su sensibilidad y compasión durante un episodio inhumano
de la historia de Europa. Es la epopeya de los miles de judíos que tuvieron la
fortuna de sobrevivir y salir del país gracias a la ayuda de los diplomáticos,
y también una aventura repleta de reveses y tramas, entre los despachos y las
calles de Budapest, los asesinos húngaros del Partido de la Cruz Flechada y los
propios nazis, con uno de sus dirigentes más emblemáticos a la cabeza.
Ángel Sanz Briz, a pesar de ejercer como funcionario de un estado, consiguió
aplicar sus convicciones y su determinación a las normas de la diplomacia y el
derecho: la burocracia fue la herramienta y el ideal humanitario el objetivo
que guió sus actos. Las peripecias y trabas que tuvo que sortear, poniendo en
riesgo su seguridad y la de su familia, constituyen la trama de este
emocionante libro que también esclarece cómo, en contraposición, Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS y responsable de las
deportaciones del Reich, siguió la burocracia y el
derecho alemán en su aplicación estricta e inhumana de las ordenanzas. Los
planes de Eichmann y la progresiva evacuación por
toda Hungría es lo que el español combatió con su ingenio.
Julio Martín Alarcón (1977), periodista del diario El Mundo y la revista
La Aventura de la Historia desde 2004, ha dedicado su carrera a la divulgación
de la historia y los reportajes de actualidad relacionados con la memoria y la
investigación. Formó parte del equipo coordinador de la colección La Guerra
Civil mes a mes, del diario El Mundo y firmó uno de sus tomos, La ofensiva de
Cataluña. Colaboró con el periodista británico Ben McIntire
en la investigación para la obra El hombre que nunca existió. Operación carne
picada. Actualmente coordina la sección digital de historia de El Mundo.
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