12- Portada. Ana López Gallego (La Carolina).jpgCazarabet conversa con...   Santiago de Córdoba Ortega, autor de “Ana López Gallego. Una aproximación histórica de su tiempo: La Carolina, 1918 - Madrid, 1939” (Ayuntamiento de La Carolina)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La historia aproximada y sutil de Ana López Gallego, una de las trece rosas.

El Ayuntamiento de La Carolina la ha nombrado recientemente alcaldesa honoraria y ha editado un libro, bajo la supervisión, la escritura y el cuidado en la edición de Santiago de Córdoba sobre esta mujer que fue una más de las reconocidas 13 rosas.

El autor y redactor del libro Santiago de Córdoba nos aclara: “…es una síntesis de las 751 páginas que tenía el expediente que redacté para el ayuntamiento de La Carolina. El objetivo era  para respaldar el nombramiento de Ana López Gallego como Alcaldesa Honoraria de La Carolina”.

Ana López Gallego tenía apenas, en aquel verano del 39, veintiún años y  fue una de las 13 Rosas, nacida en este pueblo minero La Carolina de Jaén y fusilada por Franco el 5 de agosto de 1939 en el Cementerio del Este de Madrid.

Ana López nacida  en esta localidad jienense, marchó a Madrid siendo muy joven.

Santiago de Córdoba reivindica como nunca a Ana López, a su memoria y a la lucha digna que ella llevó adelante y que no lograron terminar ni en aquella tapia víctima del plomo…lo hace con un libro, editado, también por el Ayuntamiento de La Carolina.

El Ayuntamiento de esta localidad ha editado el libro, presentándolo el pasado 27 de febrero. La propia edición es en sus formas y propósito todo un ejercicio muy firme de memoria histórica:”…. la edición, de unos 250 ejemplares, se está repartiendo en los colegios e instituto de La Carolina, además de las bibliotecas públicas de los 97 ayuntamiento de la provincia de Jaén…”.

Un breve acercamiento biográfico a este historiador, Santiago de Córdoba: Santiago de Córdoba es un historiador y político español. Estudió en el colegio de los jesuitas de Andújar y en 1962 marchó a Francia a ampliar estudios y allí tomó contacto con republicanos españoles exiliados. Fue contratado en 1963 por la Agencia Francesa de Cooperación con los países de África como profesor ejerciendo la enseñanza en Benín y Senegal hasta 1967. Regresó a España e ingresó en 1969 en el Departamento Extranjero del Banco Central de Madrid, tomando parte activa en el movimiento de oposición al franquismo dentro de los Grupos Unitarios de Banca, vinculados a Comisiones Obreras. Después de la huelga general de enero de 1976, y tras ser apercibido de expulsión por su empresa, fue trasladado a Andújar, donde inició con otras personas la reconstitución del PSOE y la UGT en la provincia de Jaén. Fue concejal y teniente de alcalde del ayuntamiento de Andújar y miembro del consejo de administración de la Caja Provincial de Ahorros de Jaén.

Respecto a nuestro amigo Santiago de Córdoba, añadir que  podemos hacernos partícipes de una noticia ,bastante reciente, de este hombre trabajador, divulgador, comprometido y tan sutil como amable en el trato:; así el Ministerio de Cultura, en PARES (el Portal Archivos Españoles) le ha incluido en su Web como una de sus autoridades en el Archivo Nacional de la Memoria Histórica (Salamanca) y en el Archivo Oral del Sindicalismo Socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero (Madrid). En la entrada que me hacen, se relata brevemente mi biografía (sindicalista, político e historiador) y en otro apartado, en la Biblioteca Nacional se catalogan alguna de mis publicaciones: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/137982

 

 

-Ana López Gallego: una aproximación histórica de su tiempo: La Carolina, 1918 - Madrid, 1939.

-Andadura hacia la libertad. Documentos para la historia de la UGT de Jaén.

-Diccionario Biográfico del Socialismo Español: La Carolina (Jaén), 1879-1975

-Andújar, luces y sombras

-Las inundaciones en el valle del Guadalquivir. Síntesis histórica de los elementos naturales y artificiales que intervienen en las inundaciones de Andújar

-Todos los nombres de Jaén aproximación criminal del franquismo en la provincia de Jaén, 1936-1952

 

 

Cazarabet conversa con Santiago de Córdoba:

01- 2018-10-28 Entrevista Diario Jaén.JPG-Santiago, amigo, ¿cómo ha sido; qué es lo que te ha hecho acercarte, también desde la escritura, a Ana López Gallego, una de las Trece Rosas?

-Mi vinculación con el pueblo minero de La Carolina, donde nació Ana López Gallego, ha sido el camino que me acercó a ella.

Cuando dejé Madrid en 1976 comencé a recorrer los pueblos de Jaén reconstituyendo las organizaciones socialistas PSOE y UGT. Para mí esta población fue desde entonces  la simbiosis más perfecta de la provincia: Sierra Morena, la minería y el olivar. Es una trilogía que ha dado a sus habitantes la reciedumbre que tuvo Ana López Gallego. Desde noviembre de 1976 que visité su polígono industrial durante la huelga general convocada por los sindicatos UGT, CCOO, USO…, entonces ilegales, recordé aquellas  estrofas de Pedro Garfías:

Mineros de Linares

y de La Carolina

qué bien rima mi pecho

con vuestra dinamita.

Cuando en la sierra brava

Alguien dio la consigna,

surgisteis de las bocas

obscuras de las minas.

-¿Cómo era ella, amigo?… ¿cómo ves, has leído y sientes que la han recordado?

-En el 2007, investigando las víctimas jiennenses por la represión franquista en la provincia y fuera de la misma, localicé su nombre en una publicación de mi amiga Mirta Núñez Díaz-Balart, “Los consejos de guerra. Los fusilamientos en el Madrid de la posguerra, 1939-1945” y lo incluí en el expediente de las víctimas jiennenses que entregué en la Audiencia Nacional el 22 de septiembre de 2008. Después en el 2011 fue la lectura de la novela no ficticia de Carlos Fonseca, “Las Trece Rosas Rojas, La historia más conmovedora de la guerra Civil”. En ese año comencé a asistir al homenaje que la Asociación Memoria y Libertad rinde a las víctimas del franquismo fusiladas el cementerio de La Almudena de Madrid. Fue entonces cuando redacté una breve biografía de Ana López Gallego en un blog memorialista y su sobrina Ana López Fuentes se puso en contacto conmigo, transmitiéndome datos y emociones de ella y de la familia. Todo ello me acercó al personaje y a la brava mujer que era esta Rosa carolinense.

Como te he manifestado antes, mi vinculación con La Carolina y relación personal con viejos compañeros de los tiempos de clandestinidad, Pablo Martínez, Miguel Aglio y las nuevas generaciones de socialistas representados por dos mujeres socialistas, Ángeles Férriz, exalcaldesa y Parlamentaria Andaluza, y Yolanda Reche, alcaldesa desde la pasada legislatura, me pidieron que redactara un informe sobre Ana López Gallego para nombrarla Alcaldesa Honoraria del Ayuntamiento de La Carolina. Así comenzó todo, profundizando en su vida y todo lo que estuvo delante de sus ojos, siendo niña en La carolina y después, a partir de 1922, en el barrio de Tetuán, que hasta 1959 pertenecía a Chamartín de la Rosa, ciudad dormitorio de Madrid.

04- López Gallego Ana-.jpg-¿Te ha sido fácil aproximarte a Ana López Gallego?

-No fue fácil por la falta de documentación, pero el fuerte compromiso con su tiempo me acercó a ella a través de la historia que condicionó su vida y la de su generación. Tenía por ello la convicción de que Ana no fue ajena a lo que estaba sucediendo a la generación a la que ella pertenecía. Ella, como esa juventud, fue víctima de la radicalidad y violencia política, y del conflicto de múltiples intereses, que se resolvieron con las armas.

Como he repetido en las entrevistas que me han hecho, ante la falta de datos mínimos sobre Ana, salvo los de inscripción judicial, los de una acusación hecha a medida para condenarla y los pocos que su sobrina Ana López Fuentes me facilitó, después de casi 70 años de silencio, el relato biográfico no daría más que dos o tres páginas, insuficientes para conocer lo que desde niña, adolescente y mujer tuvo delante de sus ojos. Es por ello que mi objetivo en el expediente, que confeccioné a petición del Ayuntamiento de La Carolina, fue relatar cómo fue aquel tiempo desde su nacimiento y muerte, pero  circunscrito al ámbito donde Anita nació (La Carolina), el de Madrid capital y Chamartín de la Rosa, donde creció, estudió, trabajó, tomó consciencia política de su clase y fue víctima de un régimen criminal: la dictadura de Franco. Con este objetivo, conocer aproximadamente el tiempo histórico que le tocó vivir a nuestra protagonista, no sería posible sin haber estudiado la violencia que impregnó y condicionó a la sociedad española durante la interminada década de la República. También he empleado una extensa bibliografía y la prensa, especialmente el periódico madrileño La Libertad, testigo de su tiempo y lugar; en Chamartín tenía a un corresponsal muy activo, que incluso fue concejal de esta ciudad. Con estas fuentes conseguí el objetivo: describir la atmósfera social en la que vivía Ana, reduciendo a lo mínimo lo episódico. 

Como decía antes, Anita era una muchacha común entre las 205.717 mujeres que con 21 años vivían en España en 1939, o entre las 14.622 de Madrid. Su origen  familiar obrero y las circunstancias que le tocó vivir, no le permitió más transcendencia que la de tener como cuna la cuenca minera de La Carolina y después ser una modistilla en un barrio de Chamartín de la Rosa: Tetuán de las Victorias. De ahí, por la falta de documentación y fuentes orales, salvo un poco de su sobrina, la importancia de conocer los hechos más decisivos de su tiempo: cómo vivían sus vecinos de La Carolina entre 1918 y 1922  y de Madrid a partir de 1922 hasta que el 5 de agosto de 1939 fue fusilada. Ella tenía 21 años y sus otras doce compañeras de dieciocho a veintinueve. Hoy son la leyenda de las “Trece Rosas”.  La biografía real de Ana, como las de otras doce compañeras de destino, fue una mezcla de hechos familiares, comunes a las familias españolas de clase obrera, con las circunstancias de su entorno social y físico. No obstante fueron esas circunstancias y las decisiones que tomó sobre las mismas las que determinaron el destino diferenciado de ella con el que tuvieron la mayoría de las mujeres de su edad y condición. Ortega y Gasset decía que la circunstancia es el mundo vital en el que cada uno se halla inmerso, lo que resumió magistralmente con la frase “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.

2018021619191360372.jpg-¿Qué particularidades resaltarías de su personalidad?

-El constante compromiso político en las Juventudes Socialistas Unificadas, con la defensa de la República y la familia cuando decidió no exiliarse con su novio a Francia y permanecer con la familia, que la llevó a la muerte.   

-Te has tenido que documentar y demás, pero me parece que has tenido muy pocas fuentes, ¿verdad? De todas maneras háblanos un poco de ese proceso, el de la documentación.

-Para relatar los periodos de su vida, he acudido a las fuentes clásicas de cualquier investigación: las escritas (archivos, publicaciones, etc.) y las orales. No obstante, cuando inicié la investigación sobre la biografía de Ana, tuve las siguientes dificultades importantes:

-La escasísima documentación que existía en concreto sobre ella, a pesar del boom editorial del que las “13 Rosas” fue objeto. Documentalmente sólo pude investigar el padrón de habitantes 1918-1925 (Archivo Histórico Municipal del Ayuntamiento de La Carolina), la actas de nacimiento y fallecimiento (Registro Civil de La Carolina y del Distrito de Chamberí –Madrid) y la Sentencia del Consejo Permanente de Guerra número 9 de Madrid (causa judicial número 30.426), dictada el 9 de agosto de 1939, por el procedimiento sumarísimo de urgencia seguido contra José Pena Brea y 57 más (Archivo de la Capitanía General de la Primera Región Militar, Madrid). Toda esta documentación redactada con la máxima brevedad y laconismo informativo. 

-Fue imposible recoger el testimonio de testigos directos de su vida. Desde la fecha de fusilamiento de Ana, 5 de agosto de 1939, habían pasado 78 años. Los principales testigos tendrían entre 95 y 125 años: habían fallecido sus padres, dos de los tres hermanos y el que quedaba de la saga, José Luis, tenía entonces 5 años cuando fusilaron a Ana.  

-Otro tanto sucede con muchos otros testigos y protagonistas de la guerra civil española, que no terminó en 1939 porque después el régimen franquista, con el enemigo “cautivo”, continuó hasta su exterminación. La desaparición de la mayoría de los componentes de aquellas generaciones, por tanto la pérdida emocional en primera persona sobre los hechos de ese pasado, difícilmente el historiador puede transmitirla con otras fuentes, salvo aquellas personas que recogieron o publicaron su propio testimonio y el de otros; es el caso de Tomasa Cuevas Gutiérrez, que desde abril de 1939 sufrió los estragos de las cárceles franquistas y la tragedia de Anita en el infierno de Ventas. Las memorias publicadas de Tomasa Cuevas, militante y coetánea de las Trece Rosas, sobre todo su libro “Cárcel de mujeres: Ventas, Segovia, Les Corts”, me sirvieron para acercarme más a Ana López Gallego. 

Este es el motivo por el que la biografía de Ana, a pesar de la falsa apariencia de tener suficientes datos para redactar su devenir familiar, personal y político, se sustenta en el escenario histórico de su tiempo donde podamos ubicarla, conociendo las condiciones económicas, sociales y políticas que sus padres vivieron primero en La Carolina y después en Madrid, de cuya etapa nuestra Rosa tomó consciencia. A partir de este conocimiento se puede prever por qué decidió ser de las Juventudes Socialistas Unificadas, voluntaria y miliciana de la retaguardia republicana y, cuando el de 28 de marzo de 1939 todo se había perdido con la rendición de Madrid, seguir con la lucha clandestina para ayudar a sus compañeros y compañeras presos.

02- 2017-11-01 -03.jpg-¿Cómo te fue  después (o mientras tanto), dar forma a lo que ibas recopilando…cómo ha sido la metodología de trabajo empleada en este libro?

-Aunque parezca reiterativo, redacté lo que ella tuvo delante de sus ojos, desde La Carolina hasta Chamartín de la Rosa. La metodología fue seguir cuál eran las circunstancias políticas, sociales y económicas en este recorrido vital que siguió, pero sobre todos los hechos que más influyeron el devenir de la historia que ella vivía desde muy cerca: estudios de primaria, aprendiz en un taller de costura y trabajar como modistilla, sucediendo entre tanto la proclamación de la República y hechos cruciales como la quema de conventos, siendo Chamartín de la Rosa con la quema de dos conventos y una escuela religiosa uno de los focos más importantes de la geografía Española; el voto de la mujer, la Revolución de octubre de 1934, las elecciones generales de febrero de 1936 y la sublevación militar del 18 de julio de 1936. La guerra fue más cruel con Madrid que con el resto de las capitales de provincia. Madrid y las poblaciones limítrofes sufrieron de forma intensa el asedio por tierra y aire desde el 6 de noviembre de 1936 al 28 de marzo de 1939; precisamente el barrio Tetuán, donde vivía Ana, Calle Lérida, 94, sufrió continuos bombardeos y varios cientos de muertos que la prensa nacional e internacional se hizo eco.

-¿Cómo era la Ana López Gallego que recibió a la II República?

-La década de los años treinta comenzó con la alegría de un sainete y terminó en tragedia. Anita López Gallego pasó de niña a mujer, de la escuela al trabajo con la aguja. Durante el breve recorrido de la República, entre los 13 a los 21 años, ella y muchos de sus vecinos y vecinas de las calles que se encontraban a un lado y a otra de la gran arteria de Chamartín de la Rosa, la calle Bravo Murillo, fueron testigos de la movilización política que fue la proclamación de la Segunda República. El 14 de abril de 1939 Ana tenía 13 años. En aquella época, a esa edad, la mujer y el hombre maduraban antes porque la subsistencia había que buscarla al terminar los estudios de primaria, en el caso de tener la suerte de haber ido al colegio de una forma continuada. El padre de Ana, Juan Pedro López Martínez  no tenía “afinidades políticas, pero sí tenía claro que la gente de dinero era de derechas y los pobres de izquierdas”. Todo lo contrario a su padre, Ana se implicó y fue declararse la guerra cuando meses después ya era militante de las Juventudes Socialistas Unificadas. En cierto modo era lógico, su edad y la proximidad del cuartel central del famoso Quinto Regimiento, a menos de quinientos metros de donde ella vivía, produjo el efecto llamada.

2019-02-28-presentación-del-libro-Ana-López-Gallego-1-1280x640.jpg-¿Qué hizo o en qué anduvo involucrada al estallar la Guerra Civil?

-Ana mantuvo comunicación con cuatro de las 13 Rosas. Entre esas conexiones fue con Pilar Bueno Ibáñez. En 1936 Pilar desempeñaba la tesorería del Radio Norte y después, hasta marzo de 1939, asumió la secretaría de organización. Durante ese tiempo Ana fue la secretaria femenina del Radio de Chamartín de la Rosa. Es lógico que, al tener responsabilidades políticas en el mismo ámbito, ambas mantuvieran continuos contactos para solucionar desde la retaguardia los múltiples problemas que provocaba la guerra, incluso desplazarse a los frentes para aprovisionar de ropa a los jóvenes que luchaban. Carlos Fonseca describe a Pilar Bueno, que también puede servir para Ana, como una joven que “tenía veintisiete años y vivía desde los cuatro en casa de sus tíos, en el número 83 de la calle del Príncipe de Vergara. Pilar era modista de profesión, y como tal se ganaba la vida hasta que estalló la guerra. Trabajaba en un taller que cosía para gente «bien» por un escaso jornal que le obligaba a prolongar su jornada en casa si quería llegar a fin de mes, ya que la muerte de su tío, impresor de profesión, había convertido su salario en el único ingreso de la familia. Las interminables horas doblada hacia adelante en una silla de mimbre, aguja y dedal en mano, y las miles de puntadas diarias, habían hecho crecer en ella la semilla del sentimiento de clase”. Es lógico que en esta situación, junto con otras compañeras, Ana adquiriera el compromiso político desde muy joven.

El advenimiento de la República, primero, y después la revolución de octubre de 1934 que en Chamartín de la Rosa fue de cuerpo a cuerpo, de calle a calle, terminaron por convertir a Ana en una mujer comprometida en la lucha contra las injusticias que veía a su alrededor y, cuando un sector del Ejército se levantó en armas contra el Gobierno legítimo, no dudó en ofrecer su granito de arena contra los golpistas formando parte de la Juventudes Socialistas Unificadas en Radio Chamartín.

-¿Cómo fue su trabajo en Radio Chamartín?

-Como Secretaria Femenina de las JSU en el sector de Chamartín, las obligaciones de Anita iban más allá de la mera actividad orgánica. Ganar la guerra era el objetivo y para ello, además de movilizar la juventud de su Radio, debía organizar actividades que aportaran medios para las tropas republicanas que luchaban en los frentes de guerra, incluso desplazarse a ellos con la intendencia. Algunos frentes se encontraban tan cerca como el que recorría prácticamente la margen izquierda del río Manzanares a su paso por Madrid; otro era el frente del norte de la provincia de Madrid, en las laderas de las sierras de Somosierra y Guadarrama, donde las temperaturas entre diciembre y febrero bajaban hasta 20 grados bajo cero; y los nuevos frentes que abrió Franco para rodear y asfixiar Madrid cortando sus entradas por las carreteras de La Coruña, de Valencia y de Barcelona.  Diciembre de 1936 y enero de 1937 fueron meses muy invernales en Madrid: bajas temperaturas, niebla, fuertes lluvias y nevado copiosamente. En tales condiciones las tropas republicanas estaban muy condicionadas física y anímicamente por la metereología. La prensa republicana hacía continuas llamadas a sus lectores para ayudar con ropa de abrigo y con productos de higiene para las tropas que defendían Madrid. También, se solicitaba gramófonos y discos para los soldados. Cuando los frentes se estabilizaban, aunque siempre en alerta para responder a las frecuentes escaramuzas del enemigo, la impaciencia por permanecer quietos en las trincheras se hacía interminable; la mejor manera de aliviar aquella inquietud era escuchar en los gramófonos los discos con canciones populares de guerra. Como pedía el periódico La Libertad el 3 de diciembre de 1936, había que ayudar a las milicias.

unnamed.jpg-Además, guardaba mucho cuidado de esos hermanos con las que iba a diario al Auxilio Social a por pan y sardinas....y hubiese podido marchar a Francia, al exilio con su novio, pero eligió seguir con su familia…

 -A Ana le toco vivir bajo el yugo de la cultura social y familiar del patriarcado. Eran tiempos en los que la mujer tenía que compartir la casa con el trabajo a domicilio y, si había suerte, en la fábrica.  A la mujer se le signaba el cumplimiento de su maternidad y en el mundo laboral repetía los roles establecidos en su destino de género: lavanderas, cocineras, trabajadoras domésticas, nodrizas, costureras. El 28 de marzo de 1939, cuando el ejército de Franco entró a Madrid por la Ciudad Universitaria y Chamartín de la Rosa, Ana comprobó que su padre estaba hundido y ella, con 21 años, asumió el rol de cabeza de familia. No podía dejar a sus hermanos y padres, marchando para Francia. Tuvo que buscar chatarra con su padre y cuando llegaba la hora de la comida, ponerse a la cola del Auxilio Social, lo que representaba un peligro porque los falangistas o quintacolumnista de barrio se apostaban en las cercanías y podían reconocerla por su participación activa en las milicias de las Juventudes Socialistas; pero ella tomó el rol con la misma valentía que lo hizo cuando iba a los frentes para avituallar al Ejército republicano.

-Ella nace en La Carolina, pero las condiciones, allí debían ser muy penosas para tener que elegir marcharse a Madrid. Coméntanos, por favor. Y dinos, ¿cómo les fue a los López Gallego en la capital?

-Anita nació el 26 de febrero de 1918, en la calle Mendizábal, número 6, de La Carolina (Jaén). Su padre era minero maquinista. En 1920, como consecuencia de los acaparadores de la mayoría de las viviendas de los obreros, sus padres obligados por la crisis de la minería y la carestía de las subsistencias, cambiaron el domicilio a una casa de la calle Ondeanos, número 11, donde vivían cuatro familias.

Un informe del Ministerio de Trabajo sobre Jaén, afirmaba que “el flujo de la guerra europea se dejó sentir en todas las industrias, pero muy especialmente en la explotación de las minas de plomo, metal de primera necesidad en la industria militar para la fabricación de proyectiles”. Sin embargo, a partir de 1918 (-unos meses antes de que terminara la Primera Guerra Mundial-), la producción descendió y con ella los precios por falta de demanda. Es entonces cuando los propietarios de la minería en Jaén, mayoritariamente extranjeros, venden parte de sus participaciones financieras, pasando el capital extranjero a manos del accionario español. En La Carolina se reestructuraron algunas empresas como “Minera Sierra Carolina”, o “New Centenillo Silver” que se transforma en “Minas del Centenillo, S.A”; las minas “El Guindo” (propietaria de los yacimientos de plomo “El Guindo”, “La Manzana”, “La Urbana”, “Aquisgrana, etc.), se encontraban en manos de grupos financieros de los Bancos Urquijo y Central.  A pesar de la inicial euforia de beneficios durante la primera guerra mundial, estos beneficios quedaron lejos de sus trabajadores. A partir de 1918 no sólo descendieron los beneficios, sino que se inicia un lento y agónico camino de paro y falta de perspectivas de trabajo, carencia y gran inflación de productos básicos alimenticios, lo que  acentuaría más la degradación del nivel de vida de la población trabajadora de la provincia.

Anita había nacido en un periodo caótico socialmente y de crisis económica para España. Siete meses después de la huelga general de 1917 y meses antes del final de la primera guerra mundial.

La provincia de Jaén era conocida por varios tristes liderazgos: la más alta tasa de analfabetismo (75,45%); el 68,85 de la población trabajaba en el sector primario, sufriendo un paro estructural del 35 al 45%, aunque éste alcanzaba el 100% casi todo el año cuando se unían la adversa climatología y la bajada en la bolsa de valores agrícolas y de minería (plomo); el 48,85% de las tierras útiles catastradas se encontraban acaparadas por el 0,81% de propietarios absentistas o caciques locales, que se turnaban en el gobierno de los ayuntamientos; y finalmente, la nula actividad industrial, salvo la fabricación de aceite (el 73,4% de las fábricas eran almazaras) y el “islote productivo” de la minería en manos del capital extranjero, que después pasaría parte al español.

Desde que nació Anita hasta 1922, el corresponsal del periódico El Socialista escribía continuas crónicas de huelgas, accidentes mortales y despidos en las mimas “Santa Lucía”, “Santa Paula”,La Manzana”, La Rosa”, El Guindo”,  La Urbana”, “Aquisgrana”, etc.; también otros sectores (panaderos, albañiles, etc.) mantenían sus propias reivindicaciones, además de solidarizarse con los mineros porque eran muy dependientes de su actividad. Casi todos los meses del año, por las calles y ante el ayuntamiento de La Carolina las sociedades obreras de la Casa del Pueblo se manifestaban con pancartas, casi siempre con el mismo slogan: “Pedimos pan y trabajo”.

Era tal la situación de hambre y convulsión social en La Carolina, los padres decidieron marchar a Chamartín de la Rosa.

Cuando los padres de Anita emigraron a Chamartín de la Rosa (Madrid), no se fueron al paraíso, sino a un lugar con más oportunidades de trabajo y también para su hija. Aún no habían nacido sus otros hermanos. En su pueblo natal, latifundista y minero, cualquier otra salida era quimera o  miseria, la que sufría la mayor parte de la población: la mitad se encontraba en paro y la otra en eventualidad sumisa a quienes les contrataba. Iban con el reclamo de un puesto de trabajo que les había hecho su tío José López, propietario de una pequeña empresa de fotografías y marcos. Después de unos años, Juan Pedro López fue contratado, por su buena caligrafía y formación, como oficinista en la empresa metalúrgica Andrés Invarato, ubicada en la calle Raimundo Fernández Villaverde, a penas a un kilómetro y medio de su domicilio en la calle Lérida, 94-1º. El padre de Anita “No era un hombre erudito, pero sabía las cuatro reglas y era un estupendo pendolista, y tener buena letra en aquellos tiempos le abría a uno muchas puertas”.       

Diciembre de 2000 la prejubilación.JPG-¿Por qué la detienen?—sabemos de su vinculación, compromiso, ideas y vinculaciones políticas…pero…---

-El 18 de mayo de 1939, el escritor falangista Ernesto Giménez Caballero dijo en su alocución en Radio Nacional de España: “La guerra no ha terminado. La guerra sigue. Sigue en silencio: en frente blanco invisible. Y una guerra tan implacable como la que sufrieron hasta el 1 de abril nuestros cuerpos y nuestras vísceras. Es la misma guerra, son los mismos enemigos. Es la misma canalla que no se resignará hasta su aplastamiento definitivo, histórico.

Desde antes de entrar el ejército de Franco fue por Chamartín de la Rosa, a través del gran eje de su calle Bravo Murillo y paralelamente por el inacabado Paseo de La Castellana, Chamartín de la Rosa, conocido como “la pequeña Rusia” estaba señalada en el mapa como centro militar de primer orden durante la resistencia de Madrid. Desde el cuartel del Quinto Regimiento salían continuas columnas formadas y equipadas para los frentes del norte de la provincia y el que más castigaba a la ciudad, el frente que se extendía a ambas orillas del río Manzanares, principalmente desde el Cerro Garabitas de la Casa de Campo.

El 1 de abril Ana vio cómo los “moros de Franco” del batallón San Quintín entraban y acampaban frente a su casa. El 15 de mayo, la Dirección General de la Policía Urbana conocía la estructura organizativa y nombres de las JSU, El director general Aurelio Fernández Fontenla rubricaba las investigaciones de sus agentes infiltrados entre las Juventudes socialistas Unificadas. El parte era muy preciso. Decía “Por confidencias llegadas a este organismo comenzaron las investigaciones policiales que han dado por resultado el presente atestado. Éstas han dado un eficaz resultado en el sector de Chamartín de la Rosa, Tetuán y Estrecho, de donde se tuvo noticias de estar actuando clandestinamente las juventudes socialistas y comunistas unificadas, sabiéndose que ya funcionaban los grupos, al parecer por distritos, que recibían las órdenes de un Comité Provincial”. Entre el 11 y 16 de mayo se Ana López Gallego y a sus compañeras y vecinas Pilar Bueno Ibáñez, Virtudes García, Mari Carmen Vives, Dionisia Manzanero y Carmen Barrero fueron detenidas.

 -¿Cómo es el tiempo que pasa en prisión, el juicio…?

-Desde su detención el 16 de mayo de 1939 en la Comisaría de Tetuán y traslado a la Cárcel de Venta el 6 de junio, esperaba ser juzgada en un consejo de guerra, pasar un tiempo en prisión, sufriendo miedo y vejaciones, y al final salir en libertad condicional. Pero esta perspectiva cambió de repente por un hecho en el que ella, como sus compañeras, no estaban implicadas: el asesinato del comandante franquista Galbadón, su hija y el chofer sucedió en Talavera de la Reina.

En la noche del 29 de julio de 1939  tres afiliados a las JSU, conocidos por “los audaces” asesinaron con fría cobardía al comandante del SIMP Gabaldón, a su hija y al chófer en los aledaños de una carretera de la provincia de Toledo.

El comandante de la Guardia Civil Isaac Gabaldón Irurzun, adscrito a la Policía Militar, salió vestido de paisano a las cinco de la tarde de su domicilio de Talavera, acompañado de su hija Pilar y del conductor del coche oficial. Tomaron la carretera de Extremadura para ir por Oropesa hasta Puente del Arzobispo, donde el militar se estaba haciendo una casa. Gabaldón pertenecía a los servicios secretos del régimen, concretamente al SIMP. Tenía fichas de cientos de personas de toda clase social de Talavera y comarca, catalogados como izquierdistas o como masones.

Los conocidos por “audaces” vestidos de militares nacionalistas, se colocaron en la cuneta esperando elegir el mejor transporte con dirección a Talavera de la Reina. Dejaron pasar a varios vehículos esperando al que mejor les convenía para llevar a cabo el atraco que les había llevado hasta allí. Hasta que vieron un coche Ford que circulaba con moderación y mostraron su uniforme de oficial para que el coche detuviera su marcha. Era el comandante Gabaldón. Subieron y uno de los tres “audaces” desenfundó su pistola y encañonó al conductor, mientras los otros dos hicieron lo mismo con Gabaldón y su hija. Después de sacarlos al campo, los asesinaron vilmente. Volvieron a Madrid, pero fueron detenidos. Su detención el 1 de agosto facilitó que los tres, bajo tortura, delataran a sus compañeros de las JSU y el PCE. La mayoría de los nombres denunciados hacía más de un mes que habían sido detenidos, entre ellas las 13 Rosas.

Dos días después de la detención de los tres “audaces”, el régimen franquista utilizó el asesinato del comandante Gabaldón como una excusa para organizar rápidamente un proceso, llevado a cabo el 3 de agosto. El Juzgado Militar número 9 de Madrid terminó apresuradamente la causa número 30.426 contra 45 afiliados del PCE y de las JSU y las 13 Rosas. Se buscaba un doble objetivo, dar un escarmiento ejemplar y con sus muertes terminar con una organización a la que temía precisamente por estar compuesta por jóvenes capaces de plantear continuamente problemas durante mucho tiempo, aunque la hipótesis del atentado fue finalmente descartada por las autoridades judiciales, ya que no figura en el texto de la sentencia dictada el 3 de agosto.

El 4 de agosto de 1939 era condenada a muerte por la siguiente acusación literal: “RESULTANDO probado, y así lo declara el Consejo, que la procesada ANITA LÓPEZ GALLEGO, perteneciente a las JSU, formaba parte de uno de los grupos de aquélla, interviniendo igualmente en las actividades de la misma… Fallamos que debemos condenar y condenamos Anita López Gallego a la pena de MUERTE”

Llegó la noche del 4 de agosto, todas las reclusas después del recuento, intentaron dormir. La noticia de 13 sentencias de muerte entre ellas las había sumido en estado de shock. No sólo eran unas amigas o conocidas en el patio de Ventas, sino que tan terrible sentencia podía desencadenar otras de igual naturaleza y la mayoría de ellas estaban pendientes de ser llamadas a “jueces”. No habían conciliado el sueño cuando, después de las once y en el silencio de la noche, sonó el chirrío de los cerrojos, el tintineo de las llaves y las pisadas de las funcionarias. Se trataba de un alerta temido por todas. La directora Carmen de Castro y su lugarteniente, la funcionaria María Teresa Igual, recorrían las celdas en las que se encontraban las 13 mujeres condenadas a muerte el día anterior y llevarlas a capilla.

Terminó la vida de las Trece Rosas el 5 de agosto de 1939. A las 4,30 horas de la madrugada sonó los disparos. Cuando María Teresa Igual, la funcionaria que las acompañó, se presentó en la cárcel de Ventas ,dijo que habían muerto muy serenas y que Ana López Gallego no había fallecido con la primera descarga y gritó a sus verdugos: “¿es que a mí no me matan?".

-Amigo, ¿cómo nos fue llegando su historia a todos nosotros?

-El periodista Carlos Fonseca, basándose en las cartas de despidida de algunas de las 13 Rosas, más los testimonios de los familiares, investigó durante dos años la vida de cada una de ellas, siete de las cuales eran menores, afiliadas a las JSU, que al terminar la guerra fue la escusa para su detención, juicio y ejecución. En el 2004 publicó el libro las “Trece Rosas Rojas. La historia más conmovedora de la guerra civil”, describiendo con realismo los hechos. Anita tiene alguna presencia en varios capítulos. Según confiesa Carlos Fonseca: “No conocía la historia, no la busqué; ésta me buscó a mí a través de unos documentos que guardaba un tío de mi padre que pasó 20 años en la cárcel. Localicé el sumario, investigué; los familiares pusieron el material que tenían a mi disposición”. No obstante, el periodista Jacobo García investigó este asesinato masivo de mujeres jóvenes en 1985 y, según él, para el régimen, las JSU representaba un gran peligro: "Dada la juventud de sus militantes, estaba destinada a sobrevivir durante muchos años y a plantear problemas al régimen franquista a corto, medio y largo plazo". Debían desaparecer. También el escritor Jesús Ferrero noveló la historia publicando su libro “Las trece rosas” (Siruela, 2003), dedicando un capítulo a cada una de las trece rosas, dotando a cada una y a sus verdugos de una vida muy cercana a la literatura, entre ficción y los hechos; según confesaba en una entrevista: “La historia las trataba de una manera neutra y la leyenda las mitificaba. Partí de esas dos fuentes consciente de que en una novela hay que usar las dos… Salvo las Trece Rosas, casi todos los demás personajes aparecen con nombres falsos. Por dos razones: una literaria y proustiana, y la otra, que tampoco quiero herir la dignidad de ninguna familia sea de la ideología que sea. Como dice Muñoz Molina, la historia de España es un campo minado en el que hay que tener mucho cuidado con las palabras. Y porque en mi procedimiento narrativo prefiero una novela llena de silencios a una de gritos”.

Finalmente, el director de cine Emilio Martínez-Lázaro proyectó en las pantallas la película “Las 13 rosas”, tomando como cuerpo de la trama el libro de Carlos Fonseca y a través de los testimonios que éste recoge confecciona el filme. Casi todos los personajes se desenvuelven con un alto componente de ficción, salvo el papel de Pilar López de Ayala, que se ajusta a la vida real de Blanca Brisac, joven católica cuyo delito fue ayudar a un amigo de su marido afiliado al Partido Comunista. Este director, cuando en el 2007 presentaba la película, afirmó: "No me propongo objetivos con mayúsculas como recuperar la memoria histórica; eso se lo dejo a los historiadores…Hay cierto miedo de acercarse a estos temas porque se pueden herir las susceptibilidades de quienes nos hirieron sin piedad durante 40 años". El filme se centra en cuatro de las trece rosas: Blanca Brisac (Pilar López de Ayala), Julia Conesa García (Verónica Sánchez), Virtudes González García (Marta Etura) y Adelina García Casillas (Gabriela Pessión), y en Mari Carmen Cuesta (Nadia de Santiago), una menor de 15 años, compañera de las 13 Rosas en la prisión de Ventas, que fue condenada a 12 años y un día de reclusión. El papel secundario de Ana López Gallego fue representado por la actriz Alba Alonso Bayona.

-Para ti, ¿qué ha significado rescatar para su pueblo natal a esta mujer?

-Satisfacción. Ana López Gallego en La Carolina es un referente histórico que políticamente pertenece a una sigla, a las Juventudes Socialistas Unificadas, pero por su dimensión histórica y enseñanza a la juventud, pertenece a La Carolina sin siglas. Mi libro “Ana López Gallego. Una aproximación histórica de su tiempo: La Carolina, 1918 – Madrid, 1939”, se lo dedique a las 13 Rosas para que sus nombres no se borren en la historia, y también a la Juventud de La Carolina porque son la historia de nuestro futuro.   

Vuelvo al principio de esta entrevista. Mi vinculación personal como político e historiador es de más de cuatro décadas con La Carolina. Soy socialista, pero como historiador mi vinculación es con todo el pueblo de La Carolina. Así lo manifesté en el Centro Cultural cuando presentaba el libro sobre Ana: “nací en Andújar, pero soy de La Carolina”. Una prueba es la trilogía que he dedicado a La Carolina: desde 2015 a hasta hace dos meses, han publicado el ayuntamiento y la Agrupación Socialistas tres de mis libros.

Finalmente, querida amiga Anna, gracias por acordarte de mí, también gracias a Javier, porque ambos, a pesar de la lejanía, cientos y cientos de kilómetros que nos separan, es un placer el seguir a quienes hacen de su vida un predicamento de la cultura, del libro, del  medioambiente y de la amistad. Por ello, esta entrevista que me haces no sólo es un homenaje a una de las Trece Rosas, Ana López Gallego.

 

 

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