Cazarabet conversa con... Francisco
Melero, autor de “Amapola negra IV. Apocalipsis, 1917-1918” (Gregal)
Francisco Melero acaba su “tetralogía”
de la I Guerra Mundial….historia que empezó en el año 2014 y que finaliza
ahora…
Gregal es la editorial que nos ha
acercado esta magnífica historia de historias…dentro de la colección Terracel y bajo el proyecto Argán.
Aquello que nos cuenta esta cuarta
parte:
A la puerta de un cuartel donde un
hombre que le ponía ojitos a Sally se saltaba el
secreto debido y le transmitía, por cuentagotas, información clandestina, tan
confusa y sesgada que en lugar de menguar la desazón la incrementaba, habían
transcurrido parte de las peores horas de su vida. Y cuando verificó que el
nombre de Henry Taylor figuraba en una de las listas de heridos… Quería morir;
quería salir corriendo a encontrarse con él; quería creer que él no fallecería
de camino al hospital; que pensaría en ella mientras
le mortificaba el dolor físico; que se aferraría a su amor para no permitir que
la muerte le llevara.
El autor, Francisco Melero:
Francisco Melero Maíllo nació en
Barcelona en el año 1974. Es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma
de Barcelona y trabaja como técnico de la Diputación de Barcelona. Colaborador
literario en diversos medios de comunicación, quedó Tercer finalista del Premio
Planeta en el año 2009 con su primera novela, titulada El faro del
unicornio. Desde entonces ha publicado otra novela, Futbolopatía (2015)
y diversos relatos cortos, El pobre político (2013), Stille Nacht (2012), Esplendoroso
pasado (2012) y Cherno More (2011).
Apasionado de la Primera Guerra Mundial, ha iniciado el proyecto literario
Amapola Negra. El primer volumen de la tetralogía, relativo al año 1914,
apareció en 2014 de la mano de Editorial Gregal, coincidiendo con el centenario
del inicio del conflicto internacional. El segundo, que trata de los años 1915
y 1916, vio la luz en 2016.
Nuestros anteriores “Conversa
con…” con Francisco Melero sobre esta
tetralogía:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/amapola.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/amapolanegra2.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/amapolanegra3.htm
Cazarabet conversa con
Francisco Melero:
-Francisco, ahora ya con la perspectiva de estos años y
de verte la tetralogía ya en la calle, ¿qué nos puedes reflexionar sobre tu
paso por el mundo editorial dando a conocer tu historia de historias?-Más que
tetralogía, tú lo defines como proyecto literario, explícanos, por favor…
-Pues después de diez años dedicados a esta “peripecia literaria” en la que
se ha convertido el proyecto Amapola Negra creo que puedo contestar a esta
pregunta desde dos puntos de vista distintos. En primer lugar, este ha sido un
proyecto, más que una simple tetralogía literaria, porque no solo he tratado de
escribir una historia ambientada en una época concreta, sino que he procurado
estudiar ese periodo y sus circunstancias para ofrecer una visión completa (no
olvidemos que todavía no existía un proyecto sobre esta materia de estas
características) que permitan a un lector del siglo XXI entender unos hechos
cercanos en el tiempo pero alejados de nuestra forma actual de ser y comprender
la realidad social, política y global del planeta.
Por otra parte, hoy puedo valorar lo mucho que me ha aportado a nivel
personal adentrarme en la atmósfera que rodea al conflicto de la Primera Guerra
Mundial, ya que he comprendido que en esencia el ser humano es capaz, si se dan
las condiciones óptimas, de olvidar lo mejor de su naturaleza y lanzarse a una
lucha fratricida de imprevisibles consecuencias. De eso deberíamos extraer
conclusiones que sirvieran para modular nuestro carácter innato y aplacaran las
ínfulas de muchos de poner en marcha iniciativas bélicas catastróficas. Sin
embargo, después de haber finalizado el periodo de conmemoraciones de la guerra
que se ha extendido hasta finales del pasado año, no tengo tan claro que el
mensaje expuesto a través de trabajos como el mío haya calado lo suficiente
entre los seres humanos, y por desgracia dudo de que no se produzcan episodios
del estilo de los sufridos durante el siglo XX.
-Digo lo de “historia de historias” porque tu
tetralogía no deja de ser eso, ¿verdad?, un conjunto de historias dentro de
otras historias enmarcadas todas en el cruento escenario de la I Guerra
Mundial, ¿verdad?
-Así es. En el fondo, Amapola Negra narra los principales sucesos de la
contienda mediante personajes ficticios que se ven envueltos en ellos y que, a
su vez, les afectan personalmente de modo que desarrollan tramas que los
involucran en otros hechos históricos. Por esa razón era para mí tan importante
incluir personajes que pertenecieran a todas las partes en liza, con la
intención de que la visión a contemplar fuera completa, plural y diversa, como
lo fue la propria realidad. En otro caso, considero que dejar fuera a alguna de
las sensibilidades que se confrontraron en la Gran Guerra habría sido como
describir únicamente tres patas de una mesa de cuatro.
-Sin duda. La causa fundamental del estallido de la II Guerra Mundial fue
haber cosido tan mal las heridas producidas en la primera, debido a las prisas
de algunos países y a las ansias de otros por humillar al máximo a la vencida
Alemania. Lo que se produjo en el último año de la guerra fue la proliferación
de las conversaciones entre las naciones para intentar conseguir en las
cancillerías lo que se creía imposible en los campos de batalla. Y al respecto
cabe señalar la irrupción en el conflicto de los Estados Unidos de América. Hoy
en día no se cuestiona que su intervención anticipó la victoria militar sobre
las potencias centrales, pero al mismo tiempo se cree que, de no haber actuado
con su potencial, se habría llegado entre los países europeos a una paz pactada
que podría haber minimizado el impacto que representó la brutal derrota en
Alemania, un país que también usó a los recién incorporados EEUU como tabla de
salvación que ella misma hundió al defraudar las expectativas pacíficas
creadas.
-Amigo Francisco, ¿te ha
costado mucho darle el final a la vida reflejada en negro sobre blanco de los
protagonistas de esta tetralogía que, no todos ni todas, pero sí muchos nos han
acompañado, de alguna manera, desde el primer año de la contienda?
-Sinceramente, no. El final de la historia era una de las cuestiones que
tenía más claras casi desde el principio, incluso cuando mi idea pasaba por
escribir solo una novela y aún no hablaba de proyecto literario. Sabía cómo
finalizar las aventuras de cada uno de los personajes y confieso que con el
paso de los años esa conclusión se ha modificado muy poco. Si soy sincero, lo
complicado ha sido conducirlos durante el camino hacia sus actos finales,
desarrollarlos y hacerlos evolucionar, cada uno en su sentido específico.
Despedirme de ellos para siempre tampoco ha sido fácil, puesto que me han
acompañado y ocupado mis desvelos durante una década, si bien entiendo que han
cumplido a la perfección su misión, de paso, me han proporcionado innumerables
alegrías.
-En la Primera Guerra Mundial la humanidad quedó harta de la matanza sin
sentido en la que se convirtió la contienda en su recta final, y a la vez
sufrió una decepción enorme al constatar que ni los políticos que gobernaban
las naciones, ni siquiera los ejércitos a los que confiaban su suerte militar,
habían sido capaces de sacarlos con bien de aquel atolladero insufrible. Por
eso se dio, quizás por primera vez, un descreimiento hacia el poder y los
líderes que lo ejercían, y se comenzó a generar un sentimiento de desapego
hacia las élites mundiales. De ahí el rumbo dubitativo que siguieron esas
sociedades en los años posteriores, divididas entre abrazar ideas
revolucionarias como las rusas, que preconizaban la emancipación de los
trabajadores y la socialización de la vida en general, o seguir otras más conservadoras
que permitieran un orden parecido al previo, o bien inclinarse hacia posiciones
extremas que se centraban en recomponer la identidad propia perdida.
-Pues después de estudiar en profundidad el conflicto me atrevería a decir
que la Gran Guerra debió ser uno de los episodios bélicos en los que menos
cuestiones oscuras influyeron en su estallido, a exepción, por supuesto, de las
motivaciones que impidieron a Gran Bretaña hacer más por detenerlo en última
instancia. Y es que la todopoderosa nación que mandaba sin rival en los mares
del planeta no podía soportar la obcecación del káiser Guillermo por tener una
flota naval que le hiciera sombra y pudiera arrebatarle la primacía del
comercio internacional.
-Rusia en esta guerra tuvo un protagonismo más que
significativo... sus aguas internas no solamente se removieron sino que pasaron
de un capitán a otro… aunque el pueblo, las ciudadanas y ciudadanos, notasen
poco el cambio…
-Rusia en sí misma representa un universo propio dentro del devenir de la
Primera Guerra Mundial. Una consideración previa a hacer es la incoherencia de
que formara parte de una alianza (Triple Entente) junto a Gran Bretaña y
Francia, dos países de los que lo separaba un abismo en cuanto a idiosincrasia
e ideas. Rusia era la tradición y el conservadurismo. Los otros, la democracia
y la innovación. Por otra parte, su tamaño y potencia de guerra asustaba a
Alemania, y de ahí el diseño especial del plan de los alemanes para conquistar
cuanto antes Francia y concentrarse entonces en Rusia. Pobre y escasa de
armamento, Rusia disponía de un ejército numeroso en hombres pero poco
preparado para la guerra. Además, la idea de participar en un conflicto que no
les atañía de manera directa no entusiasmaba al pueblo. Por eso se produjo una
primera revolución que condujo a la abdicación del Zar Nicolás II y la
proclamación de un gobierno provisional que mantuvo a su ejército en la
contienda. Y por eso también calaron tanto en la soldadesca las promesas que
trajeron consigo Lenin y los bolcheviques (sin olvidar que quien sacó de su
exilio a Lenin y lo devolvió a Rusia fue Alemania, precisamente para que minara
el estado desde dentro), basadas en sacar de la guerra al país y darle a los
ciudadanos pan y tierra. Finalmente Rusia, para alegría de Alemania y pánico de
los aliados, abandonó la guerra a principios del año 1918. Pero en lugar de
instaurar una sociedad modélica, las facciones dirigentes se dividieron y se
enzarzaron en disputas que condujeron al país a la guerra civil que lo mantuvo
en la pobreza.
-Sí, y el caso paradigmático fue el de la sociedad alemana. En el último
mes del conflicto armado pesó sobremanera la situación insostenible y
desesperada que se vivía en el país, hasta el punto de que fue esta la que,
prácticamente, obligó a su ejército a firmar una rendición vergonzante, porque
no aguantaba más y su supervivencia física se veía amenazada. Asimismo, ya en
los años postreros las trincheras estaban plagadas de soldados cansados, hartos
de una vida miserable de miedo continuo y de penurias físicas, que sabían que
tenían más cosas en común con los soldados contra los que luchaban que con los
dirigentes de sus países o de sus propios ejércitos. Por eso no escasearon las
propuestas de desertar y de dejar tirados a los mandos, máxime cuando tuvieron
contacto con las ideas que exportaban los soldados rusos y las ideas
revolucionarias de los bolcheviques.
-Lo que yo creo es que hubo un impacto emocional que marcó de por vida a
todos aquellos que les tocó vivir un episodio tan duro para el conjunto de las
sociedades, en el frente y también en la retaguardia. Y que esas experiencias
las canalizaron los supervivientes como pudieron, tal vez a modo de fantasmas
que ya no les abandonaron. Siempre me ha impresionado mucho pensar en aquellos
seres de la época que no solo tuvieron que sufrir la infernal primera guerra
mundial, sino que además se vieron arrastrados a presenciar la segunda, con el
agravante de que en ese segundo caso ya sabían que no podían esperar nada
bueno. Considero que esos mazazos debían afectar seriamente al carácter de
cualquiera, y de ahí que las manifestaciones del arte fueran heterogéneas y muy
llamativas.
-¿Cómo empieza a recomponerse Europa después de la
guerra?, (justo en los primeros momentos)
-Fueron años duros en los que la gente prácticamente tuvo que aprender a
vivir de nuevo, en un marco social regido por reglas nuevas, tecnología nueva,
ciudades por reconstruir, infinidad de sujetos que no podían ser sustituidos y
que dejaban un vacío personal, profesional, colectivo... Los Estados Unidos de
América ejercen de paraguas salvador y es ahí donde adquieren su papel de
primera potencia, como suministrador de cuanto faltaba en Europa y de
prestamista del dinero necesario para recomenzar. En cuanto a Alemania y
Austria, nos podemos hacer una idea bastante aproximada y exacta a través de lo
que Stefan Zweig relata en su fantástico libro El Mundo de Ayer: Memorias de un
Europeo. Y un tema poco tratado, pero relevante, fue el de la recuperación de
cuerpos de soldados, entierros y gestión de los cementerios de guerra, un
trabajo ingente que hubo que afrontar para cerrar esas primeras heridas
derivadas del conflicto.
-Quien cogiera un mapa de Europa a finales de 1918 y lo contrastara con uno
de pricipios de 1914 pensaría que el creador del primero se había vuelto loco.
Probablemente nunca en la historia de la humanidad ha cambiado en tan poco
tiempo un orden político tan sólido y estable como era el que existía en la
Europa de principios del siglo XX. La desaparición del todo poderoso Imperio
Austro-Húngaro no la hubiera vaticinado nadie. Pero se resquebrajó y dio lugar
a un sinnúmero de países de distintas culturas. El Kaiserreich o Imperio alemán
también se vino abajo, aunque su pérdida podía haber sido mayor si lugares como
Baviera hubieran conservado la independencia que llegaron a proclamar como
república al final de la guerra. El enfermizo Imperio Otomano cayó de bruces y
se desgajó en migajas de las que sobresalió Turquía. Y finalmente el gigantesco
Imperio Ruso también desapareció, presa de una revolución que lo sumió en
guerras civiles y luchas internas por el control del poder. Cuatro imperios
desaparecidos, y algunas de las colonias que habían apoyado a Gran Bretaña,
como Canadá, con fuertes deseos de formar una nación propia. Intercambios de
territorios en favor de los vencedores, y con ellos la incorporación de los
correspondientes recursos económicos, y por encima de todo la hegemonía moral y
monetaria de los Estados Unidos, que ganó la mano a Europa y consiguió que esta
se resguardara bajo el cobijo de su ala protectora.
-En lo social también repercutió la guerra de manera decisiva. Muchos de
los trabajadores que habían sostenido la exigua economía de los países, y había
contribuido a ayudar a sus ejércitos a obtener la victoria o a retrasar la
derrota, comenzaron a exigir parte del pastel de los beneficios, o cuando menos
unas condiciones de trabajo más dignas. Al mismo tiempo, la mujer adquirió un
estatus que antes no se le reconocía, como trabajadora y como persona apta de
valerse por sí misma, lo que contribuyó a su independencia de los hombres y a
sus reivindicaciones personales, políticas y laborales. En general, las sociedades
tuvieron que reinventarse a partir de las ruinas en las que había quedado
Europa.
-Las sociedades que sobrevivieron a la guerra eran frágiles y temerosas,
con mucho trabajo de reconstrucción por delante en medio de un panorama de
incertidumbre constante. Si lo pensamos bien, ese es un terreno abonado para
los promotores de teorías políticas basadas en la reafirmación, el orgullo, la
firmeza, la apelación a los instintos colectivos de una nación, y tiene sentido
que los propulsores de este tipo de ideas fueran ganando la confianza del
pueblo llano y vistos como salvadores de patrias capaces de restaurar la gloria
de sus países. Aunque si nos fijamos bien, ese tipo de corrientes más radicales
triunfaron en países que habían sufrido una humillación (Alemania durante la
guerra, Italia a la hora de recibir el botín de guerra prometido) o donde su
propia historia reciente había creado un vuelco respecto a la precedente
(Rusia), y no tanto en las sociedades donde ya en los años de la guerra la
sociedad había consolidado la democracia mediante sistemas políticos que controlaban
los ejércitos y, a su vez, estaban sometidos a votación popular.
-La iglesia como institución tuvo un papel bastante irrelevante en el
transcurso de la guerra, en gran parte por su voluntad explícita de mantener
una posición de neutralidad que no le supusiera decantarse por uno u otro
bando. Y también porque los contendientes, dado que Roma no era un agente
activo en el que poder apoyarse y del que utilizar sus recursos, la dejaron de
lado y obviaron sus consejos, recomendaciones y deseos de que se restableciera
la paz lo antes posible. Las armas y la política se impusieron a las religiones,
que como máximo tuvieron expresión a nivel individual en los soldados que
debían mantener luchas encarnizadas y tenían la amenaza de la muerte en cada
minuto en el frente.
-Hay que reconocer que esta guerra
siempre tendrá unas connotaciones muy especiales que la diferencian de casi
cualquier otro enfrentamiento armado. La Gran Guerra fue un conflicto que nadie
quería; que estalló sin que los países lo buscaran, pero a la vez sin que
hicieran grandes esfuerzos para detenerlo; que una vez iniciado se acogió con
alegría para poner las cosas en su sitio en el orden mundial y sobre todo para
que se convirtiera en la última guerra de la humanidad (se hablaba de ella como
la guerra que acabaría con todas las futuras); que pronto se vio lo equivocados
que estaban los estrategas en sus previsiones; que involucró a millones de
soldados y de civiles en la retaguardia, sometiéndolos a unas condiciones jamás
soportadas hasta la fecha; que paradójicamente hizo evolucionar al mundo a
partir del ingenio en la construcción de armas que decidieran las batallas de
un lado o de otro; que cambió la perspectiva mística y gloriosa de los
enfrentamientos valerosos entre soldados en los campos de batalla; que extendió
la lucha a todos los ámbitos imaginados, aire, mar, agua, montañas,
subsuelo...; que se estancó y no había manera de desencallar; que los gobiernos
no eran capaces de solucionar en los despachos ni en las trincheras; y en
conclusión que supuso un cataclismo para una generación que nunca se recuperó
de las secuelas físicas y morales derivadas de aquellos años. Aunque lo peor
fue desaprovechar las enseñanzas de tanta devastación y abonar el caldo de
cultivo donde se fraguó el odio que desembocó en la siguiente guerra.
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