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AMAPOLANEGRAIII.jpgCazarabet conversa con...   Francisco Melero, autor de “Amapola negra III. Apogeo, 1916-1917” (Gregal)

 

 

 

 

 

 

 

 

Una novela, la tercera, de Francisco Melero sobre el “apogeo” que siguió la Gran Guerra o I Guerra Mundial  entre 1916-1917.

El libro, como los dos anteriores episodios de la Gran Guerra los edita, con mucho gusto,  Editorial Gregal, formando parte del proyecto Argan.

La sinopsis de esta tercera parte de lo que es, ya, una “saga literaria”, Amapola Negra:

http://terracel.cat/gregal/fitxa_producte.asp?id_prod=176&id_cat=21

El año 1916 aporta a la historia de la humanidad algunas de sus páginas más negras. En el decurso de la guerra ambos bandos incrementan su actividad bélica y ponen en marcha grandes acciones para romper el frente. Fruto de ello son dos de las batallas más largas, crueles y sanguinarias de toda la contienda. En la de Verdún, los alemanes buscan dañar el orgullo de Francia y desangrar a su ejército; y en la de Somme, los nuevos ejércitos británicos deben sobreponerse a un inicio lamentable que supone la pérdida de gran parte de sus efectivos. En los mares, las potencias dirimen la supremacía naval. Y en los cielos, los aviones, cada vez más sofisticados, imponen su poderío. En el sur del continente, Italia y el Imperio austro-húngaro se enzarzan en ofensivas y contraofensivas que cuestan miles de vidas.

En este contexto, Brigitte Labenne sufre un cataclismo que modifica su escala de prioridades, Otto von Durnstein se ve arrastrado a tomar parte activa en la batalla de Verdún, Henry Taylor vive de primera mano el desastre del primer día de la batalla del Somme, a Baltasar Moné le pasan factura sus experiencias en la guerra y cae en un desánimo existencial y Enzo Salandra emprende un cambio de ejército con la misión de proteger a su hermano.

El autor, Francisco Melero:

Francisco Melero Maíllo nació en Barcelona en el año 1974. Es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona y trabaja como técnico de la Diputación de Barcelona. Colaborador literario en diversos medios de comunicación, quedó Tercer finalista del Premio Planeta en el año 2009 con su primera novela, titulada El faro del unicornio.
Desde entonces ha publicado otra novela, Futbolopatía (2015) y diversos relatos cortos, El pobre político (2013), Stille Nacht (2012), Esplendoroso pasado (2012) y Cherno More (2011). Apasionado de la Primera Guerra Mundial, ha iniciado el proyecto literario Amapola Negra. El primer volumen de la tetralogía, relativo al año 1914, apareció en 2014 de la mano de Editorial Gregal, coincidiendo con el centenario del inicio del conflicto internacional. El segundo, que trata de los años 1915 y 1916, vio la luz en 2016.

Si os parece nos ponemos un poco al día, recordando nuestras dos anteriores entrevistas con este autor:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/amapola.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/amapolanegra2.htm

 

 

Cazarabet conversa con Francisco Melero:

Foto.jpg-Amigo Francisco, ¿qué es lo que más puede trascender, históricamente hablando, de este año 1916-1917 en el transcurso de la I Guerra Mundial?

El periodo que comprende los años 1916 y 1917 supone un punto de inflexión en la contienda. En 1914 los Estados en guerra pensaban que el conflicto duraría apenas unas semanas, para acto seguido tener que aceptar la cruda realidad de que no sería así. En 1915 la lucha se estancó en posiciones fijas bien defendidas, difíciles de atacar y conquistar, de modo que hubo escasos avances. Pero en 1916-1917 los países deciden tomar la iniciativa en su deseo de romper las líneas enemigas, organizando grandes batallas y estrategias que muevan las piezas del tablero. Si bien esos movimientos sentarán las bases de lo que acaecerá el año siguiente, el último de la contienda, el balance inmediato fue negativo y desalentador para ambos bandos.

-¿Sostienes tú, según lo que has podido ir estudiando, leyendo y documentando que es el año en que las batallas fueron, aún peores…?

Sí, ya lo creo. De hecho, en este periodo se produjeron las dos batallas más largas y sangrientas de toda la guerra, la de Verdún y la del Somme. La guerra de estancamiento comenzaba a ser insostenible para los políticos y los Estados Mayores de los ejércitos de ambos bandos, por lo cual se buscaba encontrar el punto débil del enemigo que forzara su rendición y retirada definitiva.

-Bueno, ¿estábamos en el momento álgido de la guerra?, ¿se puede entender así?.

Así es. En este periodo las potencias tiran la casa por la ventana y procuran inventar y hacer uso de cuantas armas y herramientas tienen a su disposición para finalizar la contienda con una victoria gloriosa. Pero lo que no sabían entonces es que ambos bandos todavía estaban demasiado igualados en aspectos militares como para que se decidiera de manera clara para uno u otro.

-Aunque uno de los intérpretes de este drama no había entrado en escena, me refiero a Estados Unidos…--recordemos que entró en Abril del 17-en la contienda--, pero cada vez se le miraba más y “se le presionaba” también más, ¿no?. ¿Nos puedes hablar un poco de esas presiones?

La voluntad de los Estados Unidos al estallar la guerra en Europa fue la de mantenerse neutral, entre otros motivos porque allí interesaba más la política interna del propio país y también debido a la existencia de una amplia e influyente comunidad alemana entre la ciudadanía estadounidense. Si bien lo más importante para ese país era la libertad de las transacciones económicas que podían realizar aprovechando el conflicto bélico, y de ahí que criticaran a la par los excesos de los alemanes (hundimiento de barcos mediante la llamada guerra ilimitada submarina que perjudicó sus intereses) y las condiciones estrictas del bloqueo naval impuesto por Gran Bretaña a Alemania con el objetivo de asfixiarle económicamente, pues le impedían comerciar con libertad.

20161117_182110.jpg-Los ataques de los submarinos, por parte de Alemania, indiscriminados, tensaron demasiado la cuerda y resultaron decisivos para que EEUU entrase en la contienda, ¿es así?… Y de paso, ¿qué papel juega aquí México?. Creo que es más importante de lo que se piensa o se cree. A menudo en las guerras solo vemos a las partes muy, muy implicadas, pero no vemos los “juegos geoestratégicos”…

La situación inicial descrita respecto al papel neutral de los Estados Unidos fue variando a medida que transcurrían los meses de guerra. Dentro del país se fueron creando corrientes favorables a uno u otro bando, que en general se unificaron en un único sentido debido a determinados incidentes provocados por los alemanes. El factor de la guerra submarina pesó mucho, como ya avisara el embajador alemán en EEUU a sus propios compatriotas. El hundimiento de barcos con innumerables muertes de civiles, como fue el caso del Lusitania en el año 1915, estuvieron a punto de forzar la entrada del país en la contienda, aunque finalmente se aplacaron las olas de peticiones. Gracias a las presiones de EEUU, Alemania interrumpió durante un tiempo ese tipo de tácticas agresivas, pero finalmente en el año 17 volvió a recurrir a la guerra submarina como única vía para contrarrestar la inferioridad que se iba haciendo evidente. Y las protestas de la opinión pública hicieron que el gobierno de Wilson tuviera que ser más firme en sus quejas oficiales. Sin embargo, la gota que colmó el vaso de la paciencia americana fue el telegrama interceptado a Alemania, dirigido a su embajador en México, mediante el cual reclamaba el apoyo militar de ese país a cambio de una alianza contra EEUU que le permitiera recuperar territorios que le habían pertenecido en el pasado. Ese “telegrama Zimmermann” desató la ira de los políticos y el gobierno sometió a voto su entrada en la guerra y la declaración oficial de la misma a Alemania, en abril de 1917.

-¿Cómo vas desarrollando o cómo te vas planteando aquí el seguimiento, casi acompasado, de los personajes, porque el escenario lo tienes muy, muy sujeto…?

En todo el proyecto Amapola Negra he procurado seguir la misma estructura narrativa, basada en la explicación de los sucesos siguiendo una línea temporal estricta de los hechos, de manera que cada escena descrita ocurre antes, o como máximo en la misma fecha, que la siguiente. Así, mi labor principal consiste en situar a cada personaje en un lugar determinado y mediante la ficción de ese personaje tratar de reproducir los hechos objetivos históricos vividos en aquella fecha concreta, casi siempre significativos dentro de un conjunto tan heterogéneo como es la Gran Guerra.

-Si nos fijamos en el año 1917.Hace exactamente 101 años, tuvieron lugar una serie de acontecimientos históricos en la Rusia del Zar que casi eclipsan a esa Gran Guerra….¿Lo ves así?

Desde los primeros compases de la guerra, para Alemania era fundamental alcanzar la victoria lo antes posible. Uno de los principales motivos de esto era evitar la movilización militar completa de Rusia, apodada “el Oso” por su enorme potencial, un país que podía presionarles en el este hasta hacer fracasar su ofensiva en el oeste, en Francia. Por eso siempre estuvieron pendientes de contenerlo en el campo de batalla. Sin embargo Rusia, internamente, tenía numerosos problemas sociales y económicos, y nunca se llegó a entender demasiado en la sociedad que el país se embarcara en una contienda en la que tenía poco que ganar y mucho que perder. En efecto, en febrero y marzo de 1917 el pueblo se movilizó en protesta por el desabastecimiento general y el hambre que sufría la población, hasta el punto de que se forzó la abdicación del todopoderoso Zar, figura intocable con anterioridad. Ese giro dio lugar a un gobierno moderado que intentó enderezar el rumbo de Rusia, aunque siempre con el lastre pesado de la guerra que costaba mucho dinero y vidas.

20161117_201509.jpg-Seguro que la Revolución Rusa influyó en la Gran Guerra, quizás incluso desde el febrero del 1917, empezando “como a relajar” a Alemania en el frente del Este…

A resultas de la abdicación del Zar Nicolás II y la formación de un nuevo gobierno que quería cambiar la política anterior, en las potencias aliadas que luchaban contra Alemania se instaló un miedo de grandes proporciones ante la posibilidad cierta de perder al aliado que más efectivos podía aportar y que evitaba con su activo frente que la totalidad de tropas alemanas se concentrara en Francia y Bélgica. El gobierno de Kerensky no rompió los pactos que mantenía y continuó combatiendo a Alemania a pesar de las voces discordantes que en Rusia reclamaban una salida inminente del conflicto. Se generó una incertidumbre que tambaleaba la posición aliada y que llevó a Alemania a tomar la decisión arriesgada de introducir en el seno de Rusia a un elemento que terminara de desestabilizar la moderación del gobierno instaurado: Lenin. 

-Lo que sí me parece un poco más claro es que la presión sangrienta que sufrían las tropas del Zar y del Gobierno Menchevique de Kerensky, respectivamente, fueron un factor que jugó a favor de que la Revolución en Rusia tuviese el éxito que se ansiaba desde hacía muchos años antes… (Recordemos que más que nunca se abre una brecha en 1905 con la matanza en la manifestación en San Petersburgo…)

Los dirigentes provisionales de Rusia, con Kerensky a la cabeza, si bien no tenían un interés particular en mantenerse dentro de la guerra, tampoco querían incumplir sus pactos internacionales y romper las alianzas que tenían porque, en realidad, no les favorecía en absoluto que Alemania ganara la guerra. Por eso mantuvieron posiciones equidistantes sin renunciar a las batallas en que les tocaba participar. En cambio, la llegada a Rusia de Lenin y el resto de exiliados que Alemania propició, hizo que el pueblo extremara sus peticiones, aupara el bolchevismo y exigiera a sus dirigentes el regreso de sus soldados movilizados. El famoso lema de Lenin, “el pueblo necesita pan, trabajo y tierra” se convirtió en un arma poderosa que transformó la sociedad rusa hasta derivar en los enfrentamientos de la denominada Revolución de Octubre, en ese mes de 1917. Con el ascenso de Lenin al primer plano político, enseguida se vio que Rusia estaba firmemente dispuesta a salir de la guerra, para regocijo de Alemania. 

-¿Ya en el año 1917 en Rusia se mascaba y se atisbaba que su participación en la I Guerra Mundial no tenía mucho futuro?

Esa participación de Rusia en una guerra innecesaria, como percibían el conflicto las amplias clases bajas de la sociedad rusa, provocó la primera revolución, la de marzo, con la caída del Zar. Luego ese sentimiento se agravó y afianzó a través del bolchevismo de Lenin. Y finalmente se estableció en el ideario oficial de los ganadores de la revolución de octubre. Por lo tanto, es totalmente cierto que a finales de 1917 los aliados veían peligrar el papel de Rusia en la contienda, y temían las funestas consecuencias que podía traer la ruptura definitiva del frágil hilo que todavía les permitía contar con su ayuda.

-Pero el sentimiento de estar contra la contienda, ya no era tan solo parte de un país--- o de los que se mantenían neutrales--…creo que hay en estos años como un punto de inflexión (más que en un principio que hay cierta “euforia”, por ambas partes) porque , tal como la guerra se fue enfangando más entre las trincheras y los alambres, sin avances se entiende más que es una guerra de “imperialismos” y “ de élites”, ¿no?

Una de las particularidades que posee en exclusiva la Gran Guerra es la impresionante evolución que experimentan los soldados de todos los ejércitos en liza a medida que transcurren los meses de batalla. Quienes se alistaron voluntarios y encantados de participar en el conflicto armado por cuanto suponía, se dieron cuenta con el tiempo de que los intereses en juego ya no estaban tan claros, y sobre todo se pretendían logar a costa de unas condiciones de vida individuales que jamás había vivido ninguna tropa. La guerra de trincheras, los gases tóxicos, los cañones gigantes y obuses que mataban a distancia, sin preverlo, los bombardeos aéreos, los ataques de los nuevos tanques, etc, todo eso modificó el pensamiento y valoración de los soldados y llegó a producir un hartazgo sin igual que se transmitió a todas las zonas de lucha. En 1917 y sobre todo 1918 ya existía la conciencia generalizada de que no tenía sentido seguir peleando en una guerra estática, y que convenía buscar una salida pactada mediante la firma de la paz entre los bandos. Aunque es avanzarme a la siguiente parte de Amapola Negra, se puede decir que ese movimiento dentro de los ejércitos tuvo una fuerza notable en el inicio de contactos diplomáticos para fijar unas condiciones satisfactorias que pusieran punto y final a la guerra. 

-Hasta te diría que Europa se indigna con los gobiernos y gobernantes que dejaron que demasiadas gentes, de diferentes nacionalidades, perdiese la vida o se viese la vida truncada en el campo de batalla, ¿lo ves así?; ¿qué nos puedes reflexionar?

En este aspecto, se podría distinguir claramente entre los dos bandos. Mientras las potencias del eje central, Alemania, el Imperio Austro-húngaro y el Imperio Otomano, mantenían el poder centralizado en la cúpula militar, y no se admitían discrepancias de ningún tipo en las decisiones tomadas, en los países aliados se produjo el factor contrario. Los gobiernos de Francia e Inglaterra enseguida pusieron frenos y contrapesos a los mandos militares, de modo que sus decisiones se supeditaban a las de los políticos. Y eso provocó que se criticaran ofensivas, se supervisaran los planes militares y se sustituyera a los mandos que no cumplían con las expectativas generadas o la manera de manejarse en el campo de batalla decidida de antemano. En Francia, por ejemplo, en 1917 hubo importantes motines contra el envío indiscriminado de hombres a operaciones inviables que acababan en masacres. Gracias al acierto de tratar estos asuntos con mano izquierda se evitaron situaciones que podían haberse convertido en irreversibles. 

Foto-con-Amapola-Negra.jpg-Hemos estado hablando mucho de geopolítica que se retroalimentaba de la guerra, pero poco de lo que acontecía en el corazón de una Europa con los frentes de batalla más en auge. Haznos un poco un comentario sobre lo que aconteció en Europa y en el campo de batalla…

En 1916 todavía las fuerzas están muy igualadas. Por eso las dos batallas mencionadas antes que se planean para vencer, Verdún y el Somme, no permiten dar los frutos deseados, sino que sirven casi en exclusiva para engrosar los estadillos de víctimas de ambos contendientes. En 1917 se comienza a atisbar cierta ventaja aliada, aunque es una apariencia teórica basada en la mayor aportación de efectivos y material que pueden generar, ya que sobre el terreno las posiciones se mantienen invariables e incluso la posible salida futura de Rusia podría dar un vuelco a las cosas y precipitar una victoria alemana. Por otra parte, durante ese periodo existe otro frente muy activo. Es el italiano, poco conocido pero que depara una larga lista de batallas sangrientas en las que los italianos, aun cuando tienen escasas posibilidades de imponerse a los austriacos, no cejan en su ímpetu de desgastar al ejército invasor. En Europa ya se oyen rumores de conversaciones de paz, a los que EEUU quiere contribuir como valedor objetivo externo en su calidad de estado neutral. Pero en general, la muerte se extiende y pocos intuyen que la guerra acabe en breve.

-¿Se iba, con todo lo que fue pasando, vislumbrando cómo sería el final de la contienda?

Para nada. Ni siquiera a mediados de 1918 se vislumbraba un final cercano para el conflicto, y muchos estadistas pronosticaban que en ningún caso se podría acabar antes de 1919 o 1920. En 1916 y 1917 esa visión de futuro era todavía más pesimista, porque ninguno de los dos bandos encontraba la manera de romper la línea enemiga. Y eso conducía a un estancamiento insostenible que crispaba los nervios de las cúpulas militares y políticas de los países hasta el punto de forzar nuevos intentos de victoria.

-Bien, amigo Francisco, y para cuándo crees que podrás sacar el cuarto volumen de Amapola Negra que será el desenlace final?

Pues en esta cuestión tengo muy buenas noticias, ya que mi editor me ha confirmado que la cuarta y última parte, el desenlace de la historia de Amapola Negra, saldrá coincidiendo con la conmemoración del centenario del fin de la guerra, exactamente este próximo noviembre de 2018. Así que estoy muy contento porque la publicación completa del proyecto habrá coincidido con el periodo que rememora los cien años de la Gran Guerra, entre 2014 y 2018.

 

 

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