La
Librería de El Sueño Igualitario
Eliseo Trenc
Ballester, hijo de albeldenses es un historiador de
arte interesado, también con el exilio.
Cazarabet conversa con Eliseo Trenc Ballester:
-Eliseo, eres hijo de exiliados, ¿nos puedes explicar
en casa qué clima se respiraba me refiero tanto a lo humano por haber vivido el
exilio directamente como también a lo político?
En mi casa la mayoría
de los amigos y relaciones de mis padres eran españoles, y en su mayoría
aragoneses, sobretodo de la Litera y de la provincia de Huesca. Se hablaba
castellano y el catalán de la Franja, de Albelda.
Todos los amigos y compañeros de mis padres eran de la CNT,
anarcosindicalistas, casi sin excepción. No había comunicación alguna con los
comunistas y socialistas. Toda esa comunidad de exiliados cenetistas que vivían
en el departamento de l’Ariège, en torno a la ciudad
de Pamiers, eran proletarios o trabajadores en la
agricultura, todos bastante pobres pero después de la Liberación de Francia,
nadie sufrió el hambre. Había un gran ambiente de solidaridad entre ellos,
todos se ayudaban mutuamente. Los habitantes de Mazères,
donde vivían mis padres, habían llamado su casa la « embajada
española », ya que pasaban por ella continuamente españoles refugiados.
-¿Qué te contaban a ti del país que habían dejado atrás?, más concretamente
háblanos de lo que te contaban de Alberlda
-Mis padres y sus amigos
albeldenses hablaban mucho de su pueblo, de su vida
de campesinos, de las costumbres, de las fiestas del pueblo. Tenían mucha
nostalgia de Albelda y sobretodo creo que sentían
mucho el estar separados de sus familiares, padres, hermanos, tíos y primos que
se habían quedado en España.
-¿Y de la diáspora del exilio?
Yo de pequeño no sabía
gran cosa de la diáspora del exilio, sólo en ocasión de algún mitin importante
en Tolosa me pude dar cuenta que había miles de españoles exiliados en el Sur
de Francia. También en ocasión de un viaje de mis padres en La Grand Combe,
cerca de Alès, pude comprobar que también allí había
exiliados de la Litera, de Albelda y Alcampell, trabajando en las minas. Y después cuando a los
10 años mis padres se trasladaron a vivir a París, pude darme cuenta de que
había españoles exiliados por todas partes en Francia. Se da el caso que parte
de mi familia, los Llasera Ballesté,
primos de mi madre, estaban afincados en el Jura, en Pontarlier,
a la frontera Suiza y yo pasé alguna vacaciones de verano allí, y me encontré
con otro grupo de españoles exiliados.
-Amigo, ¿cómo es vivir en el exilio, nacer en él…?
-Esto es un tema muy
subjetivo y personal, y difiere mucho de un individuo a otro. Lo que he podido
comprobar es que los niños que nacieron en los años 1930 y que entraron en
Francia en torno a los 10 años lo pasaron mucho peor que mi generación, los que
nacimos en Francia al final de la segunda guerra mundial. Yo, en mi pueblo
natal de Mazères (Ariège), nunca padecí de racismo o xenofobia
por parte de mis compañeros de escuela y siempre me consideré y fui considerado
como un niño más del pueblo. En París, como adolescente, pasó lo mismo.
Considero que el exilio, con frecuentes viajes a España, concretamente a
Barcelona, Terrassa y Albelda desde los 10 años, fue
para mí una posibilidad de tener acceso a una doble cultura, francesa y
española, que en mi caso no presentó problemas de elección y competencia entre
ellas, sino más bien una suerte de complementariedad enriquecedora. De todas
formas, no considero que el exilio mío, de la segunda generación del exilio
español, se pueda comparar con el exilio de nuestros padres, ellos sí que son
verdaderos exiliados que padecieron unas condiciones terribles de subsistencia
al llegar a Francia, mientras que mi generación, la de los hijos de los
exiliados, en nuestra inmensa mayoría, nos hemos integrado en la sociedad
francesa y no se nos puede calificar de exiliados, sino de hijos de exiliados,
lo que no es lo mismo.
-Como historiador y dada tu experiencia directa con el exilio ¿en qué se
diferenciaba el vivir el exilio en Francia que en cualquier otra parte?
-No sé muy bien, ya
que no tengo experiencia de los otros exilios de la Guerra civil en otros
países europeos y en Sudamérica. Lo que sí creo que jugó un papel relevante es
el exilio masivo español que permitió a los exiliados agruparse, reunirse y
ayudarse, y así no se sintieron aislados y perdidos en un país ajeno. La
contrapartida de este hecho es que no se integraron rápidamente en la sociedad
francesa, y en algunos casos no se integraron casi nunca, conservando sus
costumbres, su lengua y su identidad española.
-De entrada tuvieron que vivir otra guerra, la Segunda Guerra Mundial…-De
esta manera, tal como dices y explicas en el libro, se empieza a vivir el
exilio a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, ¿no?
-Hasta la finalización
de la Segunda Guerra Mundial los refugiados españoles vivieron a salto de mata,
con el peligro constante para los hombres de ser enviados a Alemania en los
campos de trabajo o en los campos de concentración, y nadie podía tener alguna
idea de su futuro. Sólo al final de la Guerra y la consolidación del franquismo
en España los refugiados políticos españoles se dieron cuenta que estaban condenados
a un margo exilio.
-¿Alguna vez tus padres hablaron de qué les hubiese acontecido,
hipotéticamente, de haberse dado otro “resultado” en la Segunda Guerra Mundial
o de haberse prolongado este conflicto?
-No recuerdo que me
hablasen mucho de ello. Lo que era seguro para ellos es que con una victoria
del fascismo en Europa lo hubieran pasado muy mal y posiblemente hubieran sido
exterminados como antifascistas.
-¿En el exilio francés sobretodo se esperaba que dado la derrota del
fascismo italiano y el nazismo alemán que sepultaba al fascismo europeo le
hubiese deparado otra suerte a la dictadura franquista?
-Todos los refugiados
españoles esperaban que con la victoria de los Aliados, el franquismo sería
condenado y se hundiría, pero como sabemos, no fue así.
-Entre el círculo cercano tuyo del exilio había
personas conociste a personas vinculadas, más o menos directamente, en la
resistencia contra el fascismo desde la liberación de Francia y/o mirando más
allá de los Pirineos…
-Mis padres conocían
bien a algunos de los guerrilleros anarquistas que actuaron principalmente en
Barcelona. El enlace de la CNT entre el exilio i el interior, Català, pasó varias veces por casa de mis padres en Mazères. La mujer de Quico Sabater, Leonor, vivió unos años
en Mazères y fue amiga de mi madre. Ésta había estado
en la escuela de militantes que Felix Carrasquer habia creado en Monzón y guardó siempre el contacto con él,
incluso epistolariamente, durante sus largos años de
cárcel en los años 1950 por haber intentado crear un grupo de la CNT en
Barcelona.
-De todas formas, es verdad que la Guerra Civil, el exilio, la Segunda
Guerra mundial debió de dejar una herida psicológica muy difícil de cerrar…el
tiempo todo lo puede, pero el tiempo para estas cosas suele pasar muy, muy
lento…
-Creó que ningún
refugiado español de la Guerra civil en Francia pudo olvidar el período trágico
de los campos de concentración de las playas del Rosellón y las peripecias de
la Ocupación alemana. Sin embargo, la mayoría logró sobrevivir y consiguió
emprender una segunda vida en Francia.
-Pero nos interesa en todas estas cuestiones que te planteamos que nos
hagas un referente a los vecinos y vecinas de Albelda…
-Como lo demuestro en
el libro, el exilio de los albeldenses es muy parecido
para todos. Como la mayoría eran campesinos y gente del pueblo, padecieron las
mismas aventuras con más o menos suerte.
-¿Cuándo la gente empieza a volver a España, cuándo empiezan a dejar atrás
al exilio?
-Las mujeres y sus
hijos en su mayoría regresaron a pasar las vacaciones de verano en Albelda a lo largo de los años
1950. Los hombres, en su mayoría, por odio al franquismo y para guardar sus
papeles y las ventajas de refugiado
político (los que nos se habían nacionalizado en Francia) no regresaron hasta
la muerte de Franco en el 1975. A pesar de volver a menudo a su pueblo natal,
la mayoría decidió quedarse en Francia, donde vivían sus hijos y escogieron así
un exilio definitivo. La España del post franquismo a pesar de su estado
democrático, no se parecía ya en nada a la España de la Segunda República que
habían vivido en su juventud con ideas de revolución social que habían
desparecido o bien eran muy minoritarias en el país. Eso puede explicar que no
se afincaran de nuevo en España.
25438
El exilio albeldense en Francia. Eliseo Trenc
Ballester
96 páginas
10.00 euros
Ayuntamiento de Albelda
Dosier fotográfico en
cuadernillo central; reproduce fotografías y documentos procedentes del fondo
del autor y de varios archivos particulares.
Incluye índice onomástico.
Editado con la colaboración del Instituto de Estudios Altoaragoneses y el
Centro de Estudios Literanos / Centre d’Estudis Lliterans (CELLIT).
_____________________________________________________________________
Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069