La
Librería de El Sueño Igualitario
Comuniter Editorial de Zaragoza nos acerca a Teruel, la
capital y a su evacuación durante la Guerra Civil Española; porque si bien la capital de esta provincia
aragonesa fue conocida , desde la contienda , por tratarse de la única capital
de la República reconquistada por los republicanos a finales del 37, después
que en el alzamiento los rebeldes se
hiciesen con su poder…y aunque después se volviese a perder…Teruel , escondió
muchas historias que se desconocen, quizás porque “tocan” tanto en lo humano y
en lo social que , el poder de la dictadura…le diese, como en tantas otras
cosas, por poner un tupido velo sobre ella ( nos referimos a la historia que
rodea la reconquista de Teruel). Por eso, Teruel existió y existe y existirá
más allá de lo poco que se haya reflejado en la historia….Además, como bien
podemos observar y leer desde ejemplos como este libro, cada vez son más las
voces que claman por un Teruel retomado por las gentes de la calle y de a pie.
Lo que nos dice Comuniter:
Uno de los aspectos menos estudiados de la Guerra Civil lo constituye la
evacuación de la ciudad de Teruel tras la conquista republicana que tuvo lugar
a finales de 1937. Menos estudiados, pero no desconocidos, porque es frecuente
que quienes se refieren a ella y a la posterior reconquista por las tropas
franquistas, hagan alguna referencia (de pasada y sin mayor profundidad) a su
evacuación. En el campo rebelde, solo se admitió la pérdida del Seminario (su
último reducto defensivo), pero se evitó hablar de caída de la ciudad. Por el
contrario, la República presentó la conquista de esta como una de sus acciones
militares más importantes, ya que fue la única capital de provincia conquistada
en el transcurso de la guerra. Desde que las tropas llegaron a los arrabales de
la ciudad, los periódicos republicanos anunciaron que habían entrado en Teruel.
Y cuando se produjo la evacuación, muchos periódicos hablaron de ella. Los
numerosos libros publicados sobre la guerra apenas recogen noticias sobre la
evacuación, salvo la del obispo Anselmo Polanco, pero de la lectura de estas
narraciones no puede deducirse que la evacuación afectase más que a un pequeño
grupo de personas destacadas. Solo desde los años setenta comenzaron a
publicarse algunos testimonios, que ahora se recuperan y completan con
abundante información, que procede fundamentalmente de fuentes periodísticas.
El gobierno de la República diseñó desde el primer momento la evacuación como
el acompañamiento imprescindible de la conquista de la ciudad. La evacuación
tenía indudables ventajas para la posterior defensa de la misma. Permitía
vaciarla de enemigos (reales y potenciales) y facilitaba las operaciones de
abastecimiento. Pero la extraordinaria atención con la que fueron tratados no
sólo los evacuados, sino también los prisioneros, obliga a pensar que había
algo más: una calculada operación de propaganda. Las palabras del obispo
(«Tengo sumo gusto en testificar que desde mi evacuación del Seminario de
Teruel, hasta mi llegada a la estación de Rubielos de Mora, se me han guardado
toda clase de consideraciones y que de corazón agradezco») recorrieron el mundo
y, según sus biógrafos, eran reales. En total, fueron evacuadas doce mil
personas. Muchas fueron llevadas a las prisiones de Mora de Rubielos y San
Miguel de los Reyes, mientras que otras (sobre todo ancianos, mujeres y niños)
fueron trasladadas a Segorbe y Valencia, desde donde se dispersaron por toda la
Península. Este libro estudia su odisea.
Antonio Peiró Arroyo
Es director técnico de Relaciones Institucionales y Comunicación de la
Universidad de Zaragoza, de cuyo equipo de gobierno formó parte entre 1992 y
2000. Dirige la revista El Ebro y ha sido redactor-jefe de Andalán y miembro
del consejo de redacción de varias revistas, entre las que destaca Rolde.
Forma parte de la junta directiva del Rolde de Estudios Aragoneses y ha
presidido la Fundación Gaspar Torrente para la Investigación y Desarrollo del
Aragonesismo. Ha recibido los premios de investigación «Joaquín Costa» (1981,
en colaboración con Bizén Pinilla), «Ramón Pignatelli» de la Diputación General de Aragón al mejor
trabajo de investigación sobre el regadío (1987), y el Premio de Ensayo e Investigación
de la Delegación del Gobierno de Aragón, en su III Edición (2004). Ha publicado
una treintena de libros, que pueden agruparse en dos periodos cronológicos: la
Ilustración y el primer tercio del siglo XX y la Guerra Civil. Entre estos, hay
que destacar Nacionalismo y regionalismo en Aragón (1868-1942) (1981, con Bizén Pinilla), Orígenes del nacionalismo aragonés
(1908-1923) (1996), Historia del aragonesismo (1999, coordinador), Autonomía y
república. El Congreso y el Estatuto de Caspe de 1936 (2007), Miguel Alcubierre. Testimonio de la emigración y el exilio (2009)
y Años de sangre. República, guerra y represión de la UGT en el campo
zaragozano (2011).
Artículos:
http://www.diariodeteruel.es/noticia/43617/los-doce-mil-turolenses-olvidados-de-la-guerra-toman-cuerpo-en-un-libro
http://www.diariodeteruel.es/noticia/43618/la-republica-trato-de-que-la-evacuacion-fuera-lo-mas-justa-posible
Cazarabet
conversa con Antonio Peiró Arroyo:
-Es
verdad, aunque tampoco sea de los episodios sobre los que más tinta se ha
derramado, me refiero a la batalla por Teruel capital(lo diferencio del Frente
de Teruel) , ésta es bastante conocida y, por desgracia, desconocida…al lado de
otros acontecimientos, pero, al menos, hemos podido, poco a poco ir
reconstruyendo la historia fruto del trabajo de historiadores y demás..Pero
aquello que sí que era mucho más desconocido era la evacuación de la capital
con, nada más y nada menos, que unas 12.000 personas. En rasgos generales y
para poder ir abriendo boca a nuestros
lectores, ¿cómo fue el acontecimiento?
-Si me permite, hablaré primero del origen del libro. Surge al estudiar
la evacuación masiva que tiene lugar en Aragón cuando en marzo de 1938 se hunde
la línea del frente y las tropas franquistas ocupan rápidamente todo Aragón,
provocando que buena parte de su población huya, fundamentalmente a Cataluña y
Francia. La evacuación de Teruel fue inmediatamente anterior y era necesario
conocerla, para comprender mejor las fases siguientes. En total, entre
diciembre de 1937 y mediados de 1938 abandonaron Aragón 109.000 personas, el
29% de la población de la zona republicana, en la mayor pérdida de población de
su historia.
En el caso de Teruel, la única capital de provincia que los republicanos
conquistaron durante la guerra, con una ciudad en ruinas y difícil de
abastecer, la evacuación se planteó como una operación imprescindible para
poder defender la ciudad, y también como una operación de propaganda.
-En
invierno, pleno invierno, Teruel capital vivió sus peores horas. Dibújanos,
retrátanos un poco aquel escenario…
-La ciudad estaba en ruinas. Al final de la guerra se calculó que una
tercera parte de los edificios había quedado reducida a escombros, otra tercera
sufrió daños graves y ninguna casa quedó sin daños. Durante los bombardeos, una
parte de la población tuvo que refugiarse en cuevas, en parte para evitarlos y
en parte porque no tenía otro lugar donde vivir. La ciudad carecía de agua
corriente desde hacía varios días y el tifus comenzaba a extenderse. Y, además,
era uno de los inviernos más fríos.
-El
seminario, ¿fue como una especie de símbolo de resistencia de los franquistas?
-El Seminario era. junto a la Comandancia Militar y el Banco de España.
uno de los edificios más sólidos de Teruel; así que no hay que pensar
únicamente en una motivación religiosa. Junto a los militares del ejército
franquista, en el Seminario se refugiaron muchas personas sencillamente porque
era uno de los lugares seguros.
-¿Cómo
fueron los primeros días de la evacuación…cómo se fue prolongando la
evacuación…cómo fueron los días de camino?.
-La evacuación tuvo dos fases. La primera, hasta el 8 de enero, fue
exclusivamente de población civil. La segunda comenzó ese día y duró hasta el
22 de enero: la población civil siguió siendo evacuada, pero salieron también
todos los militares franquistas. La evacuación se hizo en camiones militares.
Las personas evacuadas iban a La Puebla de Valverde, donde estaba situado el
centro de mando militar y civil. Allí pasaban a una oficina de control, donde
se revisaban los objetos y el dinero que llevaban y se separaba a los
“facciosos” del resto. Los primeros eran trasladados a la prisión de Mora de
Rubielos o la de San Miguel de los Reyes, en Valencia, y los demás quedaban en
libertad o eran trasladados a Sagunto y Valencia. La peor suerte la corrieron
quienes tuvieron que ir a pie, mujeres y niños, porque a las dificultades del
traslado se unió el hecho de que sufrieron varios bombardeos.
-Han
pasado muchos años, pero todo esto recuerda un poco a lo que fueron las
evacuaciones de los Balcanes, o las más recientes en la República
Centroafricana, Sudán del Sur o la de algunos países con las revueltas y
conflictos internos como Libia, Siria…¿Todas las evacuaciones tienen, por
desgracia, puntos de confluencia, ¿no.?
-Hay muchos puntos comunes, pero la evacuación de Teruel tuvo un
elemento que la diferenció de otras, incluso dentro de la guerra civil. Desde
el primer momento estuvo planificada. La ciudad estaba rodeada por las tropas
franquistas, estaba en ruinas, no había comida ni agua, una parte de la
población simpatizaba con los franquistas (la inmensa mayoría de los
republicanos estaban muertos o huidos). Si se quería defender la ciudad de
forma eficiente, la solución más razonable era la evacuación.
Pero, además, esta se planteó como una forma de mostrar al mundo la
humanidad de la República: todos los testimonios confirman un trato exquisito
hacia los prisioneros evacuados y, por supuesto, hacia el resto de la
población. Hay varios testimonios de soldados franquistas que se refieren a lo
bien tratados que fueron. Cuando esperaban ser fusilados, recibieron agua y
comida y, en ocasiones, tabaco y dinero republicano. Las palabras del obispo
Anselmo Polanco, afirmando que se le habían guardado toda clase de
consideraciones, parecen ser ciertas, o así lo afirma su primer biógrafo,
Amador del Fueyo, en 1941, del que no hay que pensar
en simpatías republicanas.
-Se
evacuaron, según nos explica el libro, unos 12.000 turolenses…..pero cuéntales
a nuestros lectores ¿Qué perfil tenían ellos?.
-Se evacuó a todos los militares y a las tres cuartas partes de la
población civil. La idea era vaciar completamente la ciudad. Parece que el único
criterio para evacuarles o permitirles permanecer estuvo relacionado con la
posibilidad de que entorpeciesen o no las operaciones de defensa.
-Y entre
los que decidieron quedarse: ¿qué perfil tenían?
-No hubo alternativa, fueron evacuadas personas de cualquier perfil,
incluso las que antes de la guerra simpatizaban con la República (aunque, ya lo
he dicho, los republicanos más significados estaban muertos o huidos) o que
vivían en barrios de mayoría obrera, como el Arrabal.
-En el libro, te aproximas a varios
testimonios, has hurgado en mucha documentación y demás…¿cómo ha sido esa
experiencia?
-Lo primero que hay que tener en cuenta es que la evacuación fue
sistemáticamente ocultada por los franquistas. El motivo es sencillo: se
procuró ocultar a la opinión pública que los republicanos habían tomado la
ciudad. Se admitió que habían tomado los alrededores, pero la prensa franquista
dejó de informar desde el momento en los republicanos entraron en el casco
urbano y solo reconoció la ocupación, muy de pasada, cuando la ciudad fue
reconquistada. Así que las fuentes periodísticas franquistas ocultaron
totalmente el hecho; solo he encontrado breves referencias en un diario
falangista de Zamora. Por otra parte, los archivos apenas recogen documentación
útil. El principal instrumento de trabajo ha sido la prensa republicana, que
informó ampliamente.
-Punto muy
aparte merece, seguro, el hecho del testimonio escuchado, tomado directamente,
grabado…, ni más ni menos que el testimonio oral. ¿Qué nos puedes decir?
-He trabajado poco con testimonios directos y mucho con la prensa de la
época, de la que he consultado más de ciento cuarenta títulos, que incluyen
numerosos testimonios contemporáneos a la evacuación. También, con los
testimonios recogidos en libros. Por eso, apenas he buscado testimonios
actuales, porque los disponibles eran muy numerosos.
-Nosotros
tenemos el libro en las manos y lo
estamos disfrutando y leyendo…descubriendo y redescubriendo muchas cosas de
nuestra historia y de la historia de Teruel. En este caso, nos gustaría que nos
hablases de dónde fueron a parar los evacuados de Teruel y cómo fue el tratamiento que recibieron….
-El primer lugar de destino fue Segorbe. Pompeyo García, que ha
publicado sus memorias de este periodo, titula uno de sus capítulos “Segorbe
invadido de turolenses hambrientos”, y así fue. Luego, muchos pasaron a
Valencia, donde se organizaron varias campañas de solidaridad. De allí, se
distribuyeron por toda la Península. Muchos se quedaron en el País Valenciano,
otros pasaron a Cataluña (y, desde allí, a Francia), pero también a Murcia, a
Andalucía a Castilla-La Mancha o a Extremadura…
-Tocas un
tema interesante que, últimamente se ha tratado, y bastante, en otros libros,
lo de cómo se trató la evacuación del llamado “tesoro artístico”¿cómo fue?
-La evacuación de las obras del Museo del Prado es bien conocida y sobre
ella se ha escrito mucho, pero apenas sobre la del resto de la Península y nada
sobre la de Teruel. Cuando los republicanos conquistaron la ciudad, el tesoro
de la catedral estaba en las cámaras del Banco de España: cuadros, tapices,
joyas y objetos de culto, plata y piedras preciosas, documentos… Todo fue
embalado, incluyendo los retablos mayores de la catedral y de la iglesia de San
Pedro. La primera expedición trasladó 554 pergaminos. Las obras fueron llevadas
a las Torres de Serrano, especialmente adaptadas para ello, y al Colegio del
Patriarca.
-Mora de
Rubielos tiene mucho protagonismo en el paso de los refugiados, en los
presos…cuéntanos.
-La prisión de Mora de Rubielos fue reabierta para encarcelar a los
prisioneros procedentes de Teruel, unos ochocientos. Algunos pasaron allí pocos
días y quedaron en libertad, otros fueron trasladados a San Miguel de los
Reyes. Pero no solo había prisioneros, sino que también hemos documentado a
otras personas, mujeres y niños familiares de los presos, que fueron alojadas
en el primer piso del castillo.
-Háblanos
de la acogida de los evacuados en el País Valencià.?
¿-Qué hechos destacarías con más minuciosidad de los evacuados en su estancia
en estas tierras?
-El problema en Valencia es que la ciudad había recibido sucesivas
oleadas, de las evacuaciones de Córdoba, de Madrid, de Extremadura, Málaga, el
Norte… Estaba al límite de sus posibilidades, a pesar de lo cual las
autoridades hicieron todo lo posible por acoger a las personas evacuadas.
Además, muchas de ellas habían pasado en Teruel toda la guerra y eran
sospechosas de simpatías franquistas. En Valencia, hubo intentos de mantener
las redes sociales existentes en Teruel, e incluso Izquierda Republicana
intentó reconstruir su organización.
-Bueno,
Antonio, háblanos un poco, aunque el libro no
trate este hecho histórico, de lo que fue la vida de los evacuados de
Teruel, después de la contienda: cómo fue su regreso y cómo fue el repoblar
Teruel.
El regreso a la ciudad es, precisamente, el más difícil de estudiar,
porque la documentación fue sistemáticamente falseada durante los años
cuarenta. Si nos atenemos a los datos oficiales, entre 1930 y 1940 la población
de Teruel aumentó un 19%. Había habido numerosos fusilamientos, la ciudad
estaba destruida…, pero se afirmaba que la población había aumentado; es
increíble. ¿Dónde se supone que vivían? Según estas mismas cifras, la población
activa aumentó un 23%. Lo más llamativo es el aumento de niños de primera
enseñanza: un 47%..., pero no había escuelas. Las cifras anuales de población
son también claramente falsas: por ejemplo, en 1945 la población de derecho
aumentó casi un 17% con respecto al año anterior. En definitiva, es necesario
un estudio detallado de la vida de la población (la reconstrucción de las
instituciones ha sido bien estudiada), pero no es sencilla de realizar.
16915
¡Evacuad Teruel!. La
odisea de 12.000 turolenses durante la Guerra Civil. Antonio Peiró
Arroyo
282 páginas
24 x 17 cms.
18,00 euros
Comuniter
Uno de los aspectos menos
estudiados de la Guerra Civil lo constituye la evacuación de la ciudad de
Teruel tras la conquista republicana que tuvo lugar a finales de 1937. Menos
estudiados, pero no desconocidos, porque es frecuente que quienes se refieren a
ella y a la posterior reconquista por las tropas franquistas, hagan alguna
referencia (de pasada y sin mayor profundidad) a su evacuación. En el campo rebelde,
solo se admitió la pérdida del Seminario (su último reducto defensivo), pero se
evitó hablar de caída de la ciudad. Por el contrario, la República presentó la
conquista de esta como una de sus acciones militares más importantes, ya que
fue la única capital de provincia conquistada en el transcurso de la guerra.
Desde que las tropas llegaron a los arrabales de la ciudad, los periódicos
republicanos anunciaron que habían entrado en Teruel. Y cuando se produjo la
evacuación, muchos periódicos hablaron de ella. Los numerosos libros publicados
sobre la guerra apenas recogen noticias sobre la evacuación, salvo la del
obispo Anselmo Polanco, pero de la lectura de estas narraciones no puede
deducirse que la evacuación afectase más que a un pequeño grupo de personas
destacadas. Solo desde los años setenta comenzaron a publicarse algunos
testimonios, que ahora se recuperan y completan con abundante información, que
procede fundamentalmente de fuentes periodísticas. El gobierno de la República
diseñó desde el primer momento la evacuación como el acompañamiento
imprescindible de la conquista de la ciudad. La evacuación tenía indudables
ventajas para la posterior defensa de la misma. Permitía vaciarla de enemigos
(reales y potenciales) y facilitaba las operaciones de abastecimiento. Pero la
extraordinaria atención con la que fueron tratados no sólo los evacuados, sino
también los prisioneros, obliga a pensar que había algo más: una calculada
operación de propaganda. Las palabras del obispo («Tengo sumo gusto en testificar
que desde mi evacuación del Seminario de Teruel, hasta mi llegada a la estación
de Rubielos de Mora, se me han guardado toda clase de consideraciones y que de
corazón agradezco») recorrieron el mundo y, según sus biógrafos, eran reales.
En total, fueron evacuadas doce mil personas. Muchas fueron llevadas a las
prisiones de Mora de Rubielos y San Miguel de los Reyes, mientras que otras
(sobre todo ancianos, mujeres y niños) fueron trasladadas a Segorbe y Valencia,
desde donde se dispersaron por toda la Península. Este libro estudia su odisea.
Antonio Peiró Arroyo
Es director técnico de Relaciones Institucionales y Comunicación de la
Universidad de Zaragoza, de cuyo equipo de gobierno formó parte entre 1992 y
2000. Dirige la revista El Ebro y ha sido redactor-jefe de Andalán y miembro
del consejo de redacción de varias revistas, entre las que destaca Rolde.
Forma parte de la junta directiva del Rolde de Estudios Aragoneses y ha
presidido la Fundación Gaspar Torrente para la Investigación y Desarrollo del
Aragonesismo. Ha recibido los premios de investigación «Joaquín Costa» (1981,
en colaboración con Bizén Pinilla), «Ramón Pignatelli» de la Diputación General de Aragón al mejor
trabajo de investigación sobre el regadío (1987), y el Premio de Ensayo e Investigación
de la Delegación del Gobierno de Aragón, en su III Edición (2004). Ha publicado
una treintena de libros, que pueden agruparse en dos periodos cronológicos: la
Ilustración y el primer tercio del siglo XX y la Guerra Civil. Entre estos, hay
que destacar Nacionalismo y regionalismo en Aragón (1868-1942) (1981, con Bizén Pinilla), Orígenes del nacionalismo aragonés
(1908-1923) (1996), Historia del aragonesismo (1999, coordinador), Autonomía y
república. El Congreso y el Estatuto de Caspe de 1936 (2007), Miguel Alcubierre. Testimonio de la emigración y el exilio (2009)
y Años de sangre. República, guerra y represión de la UGT en el campo
zaragozano (2011).
Artículos:
http://www.diariodeteruel.es/noticia/43617/los-doce-mil-turolenses-olvidados-de-la-guerra-toman-cuerpo-en-un-libro
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