La
Librería de El Sueño Igualitario
Aconcagua, editorial afincada en
Sevilla, desde el mimo de Ángel del Pozo , que trabaja tanto por la
recuperación de la Memoria Histórica se acerca, hoy y ahora, gracias al libro
de Magdalena González a todo lo acontecido en la localidad de Conil de la Frontera: arranca la historia , la
investigación, desde el año en que se proclamó la II República y transcurre
haciendo muchos altos en el camino desde lo que fue la Guerra Civil, la
represión, el encontrarse en zona, siempre, ganada por los sublevados y que, de
esta forma, sufrió una “digamos particular” represión desde un primer momento.
En este libro se analiza “el hecho de la violencia” causada por los sublevados
durante la Guerra y después de ella y , también, cómo transcurrieron los
primeros años de la II República, el bienio negro y cómo se “rompió” la
democracia por una dictadura que lo empañaría todo durante cuatro décadas.
La autora
que ha trabajado, en el mundo de la docencia, en Conil
de la Frontera y es por eso que empezó a
hurgar en la historia de esta localidad se ha enfrentado a la historia de esta
localidad plantando cara a la etapa más cruenta de la Historia Contemporánea.
Lo que
nos cuenta Aconcagua de este libro:
Conil de la Frontera vivió el golpe de
Estado y la guerra a la que éste dio lugar formando parte de la retaguardia
andaluza controlada desde el primer momento por los sublevados. Tal realidad
condicionó la experiencia colectiva de la violencia generada por el conflicto y
la dictadura. La convivencia entre vecinos enfrentados fue posible porque el
miedo, el silencio y la desmovilización condicionaron las pautas para ello,
manteniendo el privilegio de los vencedores. El desconocimiento de este pasado
ha facilitado la falta de reflexión sobre lo sucedido, pero también el
mantenimiento de muchas de las estructuras sociales, políticas y económicas que
tuvieron su origen en la ruptura del sistema democrático.
La investigación de los hechos históricos propicia el acercamiento a la verdad
y el cuestionamiento del presente. Es un derecho de la ciudadanía conocer el
pasado y así poder mejorar la práctica y las exigencias del Estado de derecho
actual. Conil de la Frontera vivió en los años
treinta una experiencia traumática que resultó muy negativa para el conjunto de
la población, pero que no por ello ha de quedar en el olvido. Todo pasado es un
patrimonio de los descendientes y más cuando específicamente fue expoliado y
arruinado el de las vencidas clases trabajadoras.
Magdalena González (Ávila, 1962) es doctora en Historia por la Universidad
Complutense de Madrid. Ha impartido clases en el instituto “La Atalaya” de Conil de la Frontera y en otros centros de enseñanza
secundaria de Madrid y Cádiz. Como investigadora centra su trabajo en el estudio
de la transmisión de la memoria generacional de la violencia política. Es
autora de Memoria del tiempo presente en Conil de la
Frontera (1931-2011) y ha publicado diversos artículos en revistas
especializadas y obras colectivas.
Cazarabet conversa con Magdalena González:
-Magdalena, ¿qué te impulsó a escribir
sobre Conil de la Frontera y sobre este largo período
de tiempo que abarca desde la proclamación de la II República hasta la represión
en la retaguardia?
-El interés por Conil de la Frontera derivó de
una circunstancia previa, el trabajo de investigación que he desarrollado a lo
largo de varios años acerca de cómo se
ha transmitido generacionalmente la memoria de la guerra de 1936 en España. El estudio se ha basaba en fuentes orales y
para poderlo llevar a cabo fue necesario realizar un trabajo de campo en un
pueblo que por su número de habitantes en tres momentos distintos, años
treinta, transición y primera década del siglo XXI, permitiese la concreción de
los grupos generacionales y el seguimiento de la transmisión del relato de la
guerra entre ellos. Conil encajaba perfectamente en
el modelo que buscaba porque el espacio local es el que mejor se prestaba para
mi análisis. Además se daba la circunstancia de que yo estaba destinada en uno
de los institutos del pueblo como profesora de historia y de que conocía bastante bien la localidad
lo que me posicionaba en el papel de “observador participante” que era el que
necesitaba.
En otro orden de
cosas, para contrastar el discurso de las fuentes orales tenía que documentar
previamente el periodo de referencia en el estudio, es decir 1931-1945, y por
esa razón tuve que detenerme en investigar lo sucedido en esos años. Por lo
demás, como especialista en historia contemporánea, ese tiempo siempre me ha
interesado y atraído especialmente lo mismo que los temas relacionados con la
violencia política, la fascistización y el
sometimiento de las retaguardias.
-El miedo y el escarmiento, querida amiga, ¿fueron
de las armas más utilizadas desde el primer día del alzamiento?
-Sí, ocurrió como en todo el resto de la zona controlada por la
sublevación militar. El haber sido ciudadano o trabajador libre en un Estado de
derecho se convirtió en culpa para expiar. En Conil
de la Frontera no hubo guerra en el sentido, como bien se encargan de repetir
todavía una parte de las fuentes orales, pero sí un duro golpe de Estado que
provocó que se desarrollaran todas las
formas de la violencia y de exclusión aplicadas sobre una población civil
mayoritariamente constituida por trabajadores jornaleros, la misma que había accedido a la legislación
republicana a través de diferentes organizaciones de izquierda.
- Pero vayamos un poco atrás: ¿cómo era Conil de la Frontera poco antes de la II República?
-Era una localidad de cerca de
siete mil habitantes con unas clases trabajadoras pluriempleadas en el campo y
en las labores de pesca de los barcos de Barbate y de
Cádiz. Por lo demás el pueblo tenía la singularidad en la provincia de Cádiz de
que frente a otros municipios plenamente latifundistas, aquí se daba también la
convivencia de pequeños o muy pequeños propietarios de exiguas huertas junto
con los grandes cerealistas o ganaderos. Existía también una reducidísima burguesía
rural que compartía su privilegio junto
al grupo de los grandes propietarios que tenía asegurado el ejercicio del poder
y el sometimiento de los trabajadores.
-Y cuéntanos ¿Cómo se recibió en esta localidad de
Cádiz a la II República?
-Las únicas fuentes que he encontrado en referencia al 14 de abril de
1931 son orales y no se corresponden con la imagen tópica del pueblo en la
calle. Traducen más bien un cierto grado de tranquilidad y de día normal, no
destacable en la memoria.
En Conil la candidatura más votada el día 12 fue la
conservadora, no republicana. Sólo a partir de las elecciones legislativas del
mes de junio cambió la tendencia del voto mayoritario hacia la izquierda y así
se ha mantenido hasta el momento actual.
-¿Crees que en algún momento la sociedad de
Conil de la Frontera estuvo rota en dos bandos….me
refiero a los tiempos dentro de la II República?
No me gusta la
expresión “bandos” ni estoy de acuerdo con ella ni en la guerra del 36 y mucho
menos durante el periodo republicano. Durante los años de la Segunda República
las clases trabajadoras fueron capaces de expresar sus puntos de vista, de
reclamar el cumplimiento de la legislación laboral republicana y de discutirle
a las clases tradicionales el ejercicio del poder y el control de las relaciones laborales
basado hasta entonces en la propiedad y en la explotación ancestral. El antirrepublicanismo militante creció como respuesta
inmediata. Es decir, el conflicto estaba asegurado desde el primer momento,
pero hubiera podido y debido solucionarse a través de su gestión democrática.
-El movimiento obrero, el campesinado, las clases
más humildes ¿Cómo eran en Conil de la Frontera?
-Ya he señalado que el nivel de miseria y dependencia era muy alto, lo
mismo que el de analfabetismo, uno de los más altos de la provincia. Los
trabajadores conileños se afiliaron mayoritariamente
a organizaciones socialistas contrariamente a lo que ocurrió en la sierra de
Cádiz donde la movilización obrera fue mayoritariamente anarquista. Es lo que
confirman los datos de los que disponemos, sin embargo el anarquismo debió de
tener mayor nivel de afiliación del que las fuentes documentales permiten
asegurar. En conjunto, se trata de una movilización que gana en concienciación
y compromiso durante el periodo republicano y en la que va a tener una gran
trascendencia el protagonismo de los jóvenes.
-Bueno, ¿y cómo eran las clases más,
podríamos llamar, acomodadas, más dirigentes y demás…?
-Se trata de un conjunto de familias que estaban unidas en la defensa de
la propiedad de la tierra y de la gestión del espacio local en todos sus
niveles. Fueron, junto con la Iglesia local, profunda y violentamente
antirrepublicanas. Se sentían cercanas a la CEDA y a partir de 1934, algunos de
los más jóvenes de este grupo, los hijos de dos de las familias más redestacadas, se afiliaron a Falange en Cádiz por razones
ideológicas y de amistad con los líderes provinciales.
-¿Había ya cierto resentimiento fruto de estas
diferencias en lo social….?
-Lo que había era una enorme desigualdad y un grado altísimo de
explotación.
-¿Cómo fueron, Magdalena, los primeros días
del golpe para las gentes de Conil de la Frontera?
-La respuesta al golpe militar fue muy débil y desorganizada, nada
eficaz. La parafernalia de aquellos días llevó la impronta violenta de Falange
y de la defensa de los intereses de una de las familias más vinculada a la
propia organización. Se tomó el Ayuntamiento y se nombró una nueva gestora
municipal, se clausuraron todas las organizaciones obreras, se detuvo a todos aquellos
a los que se les atribuía alguna responsabilidad en lo ejercido en el periodo
republicano y se paseó a mujeres rapadas por las calles del pueblo. En el mes
de septiembre, coincidiendo con la fiesta de la patrona, la virgen de las
Virtudes, se realizó una primera saca de siete personas a las que se fusiló,
unos días más tarde se mató a dos trabajadores más, y finalmente en diciembre
de 1936 se mató a un último joven que
permanecía detenido.
La población se
mantuvo aterrada en sus casas y aceptó la imposición de la violencia a manos de
ejecutores a los que podía identificar perfectamente.
-Violencia, miedo represión….¿qué otras cosas fue
utilizando más o menos de forma sutil el régimen franquista en la retaguardia?
-De forma sutil, nada. Las clases trabajadoras fueron excluidas,
desmovilizadas, depauperadas, reeducadas, sometidas al hambre y al esfuerzo sin
fin de la supervivencia. Obligadas repetidamente a situarse en los márgenes de
la delincuencia del estraperlo y de lo furtivo... y alentadas a identificarse
con las pautas del nuevo régimen.
-¿Cómo fue “recuperándose” socialmente, Conil de la Frontera, de la guerra, de toda la violencia de
le represión, aún viviendo dentro del yugo del régimen franquista?
-Conil no se recuperó
hasta muy tarde, hasta que no se dio por concluida la dictadura. Se recuperó
cuando los trabajadores pudieron mejorar sus condiciones laborales y sus
salarios. Incluso en el terreno económico sólo fue posible la superación a
partir de finales de los años sesenta cuando muchos de los trabajadores conileños comenzaron a poder emplearse en la construcción o
en los astilleros de la Bahía de Cádiz. Finalmente el fenómeno del turismo
terminó abrir nuevas expectativas laborales y de propiedad.
-Vemos que fue como en todos los sitios: la sección
femenina, el poder de la falange, los encuadramientos de niños y niñas. Todo un
dogma, todo como una especie de doctrina a seguir: sí o sí… ¿Cómo crees que se
recupera una sociedad de ello?
-No se recupera, lo incorpora. La
violencia tiene la consecuencia de alterar el tejido de la sociedad tradicional
y de imponer un nuevo modelo de convivencia basado en el miedo y en el silencio
que se prolongó durante muchos años y que aún es detectable en sus consecuencias
sobre la población.
-¿Cómo actuó, amiga, el Sindicato Vertical
(el del Régimen franquista) en Conil de la Frontera?
-De manera lamentable y desde una fecha muy temprana, 1937, cuando la
afiliación a las nuevas instituciones fue obligatoria. La delegación local
del sindicato fue repetidamente
denunciada a lo largo de los años cincuenta y sesenta por las propias
autoridades del sindicalismo falangista por incompetente, estafadora y
corrupta.
-¿Cómo dices en el libro son épocas de estraperlo,
de “buscarse la vida”…todo contra el hambre…cuéntanos cómo lograban sobrevivir
muchos frente a los controles?
-Son años de riesgo, de disociación entre la vida real y la pública, de
desconfianza y de solidaridad, de ocultación... Sobreviven centrándose en el
trabajo de seguir adelante, de superar la miseria y de esforzarse por el futuro
de sus hijos. Sobreviven renunciando a la identidad de las clases trabajadoras
republicanas, a la política y a la manifestación del desacuerdo con el poder.
-El Auxilio Social, también es un tema que
analizas, pero ¿no era un poco todo ello un poco hipócrita…porque los mismos
que ayudaban con el escarmiento y en señalarte y demás , no eran los que ,
después, alargaban un poco la mano? Pero, ahora de veras ¿cuánto de realidad
hay en la caridad?
-La caridad o la beneficencia son fórmulas propias de un modelo social
que deja sin recursos a los grupos más desvalidos, en este caso a los
trabajadores sin la propiedad de la tierra o a los propietarios de muy poco. La
caridad se ejerció también con quienes resultaban excluidos del sistema por
razones políticas y con sus familiares a cambio del sometimiento. La caridad y
beneficencia en esas condiciones aseguran en abuso y la humillación. En las
colas del Auxilio Social había hambre, vergüenza e imposibilidad de adoptar
otra solución.
-Háblanos del proceso de documentación para este
libro y de la importancia de la recopilación de testimonios y de la memoria
oral…
-En realidad este libro recoge sólo una parte de mi investigación, la que
hace referencia al periodo señalado en el título. Las fuentes documentales que
he utilizado son muy diversas y he atendido al recorrido archivístico
convencional que se realiza en este tipo de estudios: archivo local,
provincial, archivos militares, AGA, Centro Documental de la Memoria Histórica,
archivos privados... También he consultado hemerotecas y otro tipo de fuentes
de carácter personal. No he podido
consultar con libertad y provecho los fondos documentales de los archivos de la
Guardia Civil ni del Arzobispado de Cádiz. Ha sido un proceso largo, pero
apasionante. Se ha perdido y destruido una gran parte de la documentación, pero
aún así, todavía se pueden encontrar muchas referencias relativas al espacio
local que es donde el estudio de la retaguardia y de la violencia contra la
población civil puede ser trabajado en profundidad teniendo en cuenta el modelo
rural predominante en la España de los años treinta.
Las fuentes orales
han sido fundamentales en mi trabajo por las razones que ya he explicado, pero
también porque he creado un fondo documental homogéneo que ha tenido múltiples
significados y utilidades: en primer lugar me ha aportado información que de
ninguna otra manera hubiera sido posible conocer; en segundo, muchas de las
entrevistas han sido realizadas a personas que hablaban por primera vez de
estos temas y que superaban sus miedos para hablar del pasado de sus familias.
Por lo tanto se ha podido romper un silencio que se había mantenido en el
espacio público desde 1936; y en tercer lugar, me ha permitido profundizar en
la complejidad del estudio de la memoria oral tan necesaria en las sociedades
que guardan la experiencia del trauma de la violencia política.
16115
De lo vivo lejano. Conil de la Frontera 1931-1945. Magdalena González
248 páginas 22,5 x 17 cms.
18,00 euros
Aconcagua
Conil de la Frontera vivió el golpe de Estado
y la guerra a la que éste dio lugar formando parte de la retaguardia andaluza
controlada desde el primer momento por los sublevados. Tal realidad condicionó
la experiencia colectiva de la violencia generada por el conflicto y la
dictadura. La convivencia entre vecinos enfrentados fue posible porque el
miedo, el silencio y la desmovilización condicionaron las pautas para ello,
manteniendo el privilegio de los vencedores. El desconocimiento de este pasado
ha facilitado la falta de reflexión sobre lo sucedido, pero también el
mantenimiento de muchas de las estructuras sociales, políticas y económicas que
tuvieron su origen en la ruptura del sistema democrático.
La investigación de los hechos históricos propicia el acercamiento a la verdad
y el cuestionamiento del presente. Es un derecho de la ciudadanía conocer el
pasado y así poder mejorar la práctica y las exigencias del Estado de derecho
actual. Conil de la Frontera vivió en los años
treinta una experiencia traumática que resultó muy negativa para el conjunto de
la población, pero que no por ello ha de quedar en el olvido. Todo pasado es un
patrimonio de los descendientes y más cuando específicamente fue expoliado y
arruinado el de las vencidas clases trabajadoras.
Magdalena González (Ávila, 1962) es doctora en Historia por la
Universidad Complutense de Madrid. Ha impartido clases en el instituto “La
Atalaya” de Conil de la Frontera y en otros centros
de enseñanza secundaria de Madrid y Cádiz. Como investigadora centra su trabajo
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de la Frontera (1931-2011) y ha publicado diversos artículos en revistas
especializadas y obras colectivas.
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